Krigen

“Du kan ikke forestille dig, hvad det betyder at være derude”
(No puedes imaginar, lo que significa estar ahí)

No cabe duda, que el cine danés es de los más prometedores y valiosos desde antes de la existencia de Dogma 95, las incoherencias y afectaciones del siglo XXI, lo reafirman en ese panorama de empoderamiento cinematográfico.
Desde el incido de La Guerra Contra El Terrorismo, o incluso desde las políticas de Roosevelt o La Doctrina Eisenhower, el miedo a la guerra ha dejado de ser la continuación de la política por otros medios, a ser algo aún más fuerte, que encierra valor económico y transformaciones culturales, con argumentos cada vez más repudiables, como los problemas mentales o los dramas propios, creados y juzgados por Occidente.
Entre los elementos de cualquier guerra, se destacan el odio, la violencia primitiva, y el azar a las probabilidades desde el cálculo y la inteligencia, es por lo cual, que antes de los tratados en protección a los civiles, las guerras no debían detenerse hasta desarmar y abatir al enemigo, justamente, realizado por un acto de fuerza, obligando a obedecer la voluntad del ganador de la contienda.
Así vimos a Los Talibanes, que controlaban todo el territorio Afgano en los 90s, y la ofensiva de EEUU, iniciada en octubre de 2001, Los Aliados, La OTAN; proceden a destruir a los talibanes, y ocupar el país para forzar el tránsito a la “libre empresa” y la democracia.
Lo que se pensó lograr en pocos años, termino extendiéndose hasta nuestros días, es decir, para 2009, Barack Obama enviaba 30.000 soldados más…
Por su parte, Las Fuerzas Armadas de Dinamarca, conocidas como Defensa Danesa, en danés “Forsvaret”, está al cargo de la defensa de Dinamarca y de sus territorios, Groenlandia, y Las Islas Feroe.
Los despliegues de las fuerzas danesas, son de aproximadamente, 748 tropas, sólo en Afganistán; y estuvieron en funciones en la provincia de Helmand, que se ubica al suroeste del país, haciendo frontera con Pakistán; una zona orográficamente accidentada y desértica, atravesada por el río Helmand, el más largo de la nación asiática, de unos 1,150 km.
Helmand, en pastún هلمند, es una de las 32 provincias de Afganistán, ubicada al suroeste del país; su río, Helmand, fluye a través de la región desértica, provocando irrigación.
En el verano del 2006, Helmand fue uno de los distritos involucrados en “La Operación Fuerza de Montaña”, una combinada misión OTAN-Afgana, que tiene como objetivo, derrotar a los talibán en el sur del país.
En julio del 2006, esta misión ofensiva, esencialmente instalada en Helmand como OTAN, las tropas Afganas y británicas fueron forzadas a tomar cada vez más posiciones defensivas, bajo la fuerte presión de la insurgencia.
En respuesta, las tropas británicas niveladas fueron aumentadas, y los nuevos campamentos fueron establecidos en Sangīn y Gerešk; demostrando su valentía en las ciudades de Sangīn, Naway, Nawsad, y Garmser.
Es aquí en donde los talibán, ven con sus ojos, que la provincia de Helmand ha sido testigo de la habilidad en territorio afgano de las tropas afganas y La OTAN.
Algunos comandantes de campo, han descrito la situación, como el más brutal de los conflictos, en que las fuerzas británicas se han envuelto desde La Guerra de Corea; e iniciaron el llamado “cese de hostilidades”, en acuerdo con las fuerzas locales talibanas alrededor del distrito en donde se han estado a principios de verano.
Pero nuevos reportes indican, que los insurgentes están envueltos en una lucha con guerreros talibán, y grupos tribales, primeramente en Ishakzai y Alikozai, quienes se envolvieron en el comercio lucrativo del opio en la región.
Y es que en varias agencias de noticias, relatan lo publicado en junio del 2007, según lo cual, el valle de Helmand, es el responsable de la producción del 42% del opio del mundo.
Esto es más que el total de Burma, que es la 2ª producción más grande de la nación de Afganistán; y en gran medida ha ocasionado que grupos talibanes, se aferren a su defensa; por lo que el pueblo vive literalmente entre la espada y la pared:
Por un lado, las fuerzas danesas dan regalos económicos a los habitantes afganos, para buscarse su amistad y, posteriormente, una eventual complicidad; mientras que por el otro, existe la constante amenaza de muerte por parte de los talibanes contra sus detractores.
El 1 de diciembre de 2008, 7 personas murieron en Helmand, a causa de un atentado suicida en el mercado principal del distrito de Musa Kala, El Movimiento talibán, reivindico su autoría del atentado… y un soldado danés, falleció el 3 de enero del 2013, a causa de una explosión en Helmand.
El incidente, tuvo lugar cuando el soldado patrullaba a pie con su unidad Task Force 7, al noreste de Gerešk.
Este grupo, forma parte de las fuerzas especiales que participan en programas de entrenamiento de los cuerpos policiales afganos en Lashkar Gah, capital de Helmand.
Con este, son 43 los soldados daneses muertos en Afganistán desde 2002, aunque hacía más de un año que no se registraban bajas mortales.
Así pues, Dinamarca mantiene un contingente de unos 700 soldados en este país asiático, dentro de La Fuerza Internacional de Asistencia a La Seguridad (ISAF), casi todos en Helmand, considerada una de las provincias más peligrosas de Afganistán.
“Tag pleje hinanden”
(Cuídense los unos a los otros)
Krigen es una película bélica danesa, escrita y dirigida por Tobias Lindholm, en el año 2015.
Protagonizada por Pilou Asbæk, Tuva Novotny, Dar Salim, Søren Malling, Charlotte Munck, Dulfi Al-Jabouri, Alex Høgh Andersen, Jakob Frølund, Phillip Sem Dambæk, entre otros.
Producida por René Ezra y Tomas Radoor para Nordisk Film Production A/S con el respaldo del Instituto de Cine Danés, en colaboración con DR, Nordisk Film & TV Fond y StudioCanal; Krigen que significa “Una Guerra”, fue nominada para El Premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa, por Dinamarca; siendo rodada en Copenhague, Turquía, y Almería; y cuenta la historia de una compañía militar danesa en Afganistán, que es tomada por los talibanes, y donde El Comandante está acusado de haber cometido un crimen de guerra:
Ellos están destinados en la región de Adam Kala, al sur de Kabul.
Precisamente para salvar su propia vida, y la vida de los demás, El Comandante Claus M. Pedersen (Pilou Asbæk), tomó una decisión drástica, para frustrar un ataque de los talibanes durante una patrulla rutinaria.
Sin haber obtenido ningún tipo de confirmación visual, denominada PID, o identificación positiva, en la jerga militar; Pedersen ordenó el bombardeo de La Zona 6, que se consideraba un objetivo civil.
Así las cosas, ahora Pedersen se debate entre el cumplimiento de los reglamentos militares, su responsabilidad ante sus hombres y los civiles afganos, y su deseo de volver a casa con su esposa Maria (Tuva Novotny), y sus 3 hijos.
El conflicto, y las medidas que toma Occidente, no serán precisamente lo que Krigen viene a denunciar; sino más bien, pretenderá retratar la realidad que viven los soldados destinados en el país, situaciones que los civiles no conocemos, y que injustamente, en muchas ocasiones, nos atrevemos a juzgar desde el sillón de nuestras casas...
¿Cómo estar seguro, de qué es lo “correcto” en una guerra?
“Det er ikke, hvad du gjorde, at spørgsmål, det er, hvad du gør nu”
(No es que importe lo que hizo, sino lo que haces ahora)
Muchas son las películas y documentales, que se han rodado abordando el tema del conflicto afgano, la inmensa mayoría, desde un punto de vista antibelicista; y parece que al cine nórdico, en este caso danés, no le molesta ni le incomoda, presentar una realidad tan oportunamente silenciada.
El director Tobias Lindholm, divide la trama en 2 partes muy diferenciadas:
En la primera mitad, somos testigos del trabajo del militar protagonista, la relación con sus soldados, y su implicación con los civiles de la zona; a la vez que asistimos al duro día a día de su esposa en Dinamarca, sola y con 3 hijos pequeños a su cargo.
Y en el segundo tramo, el relato se unifica en un extenso juicio en el que se dirime la implicación del personaje central en un crimen de guerra.
Una ficción que contrapone 2 realidades muy distintas, pero que nunca cae en el maniqueísmo:
Se prefiere ofrecer más preguntas que respuestas, sugerir antes que juzgar…
Por lo que está dividido en 3 espacios emocionales:
Vemos los daños que sufre un oficial del ejército danés junto a sus hombres, a la familia de éste, que tiene que hacer frente a su ausencia, y un tercero, en el que en conjunto deben librar una última batalla, estar vez lejos del territorio en conflicto.
Cada uno de estos universos, nos cuenta las distintas formas en que una guerra repercute a los civiles, tanto a aquellos que viven directamente en las zonas afectadas, como los que se encuentran a miles de kilómetros de ahí.
Así pues, los daneses enviaron tropas a Irak, a Afganistán.
El ejercicio de extrañamiento espacial, que para el soldado y su familia supone compatibilizar la ausencia, mientras la vida continua sin pausas en su entorno, ha sido muchas veces retratado en el cine.
Bien porque socava la relación entre la pareja, porque desequilibra psicológicamente al que está en medio de un conflicto bélico, o porque hace visibles los problemas que ya existían antes de irse de misión al frente.
Así los meses que van transcurriendo, hasta que el militar pueda regresar a su casa, agotan psicológicamente a los adultos, y empiezan a producir disfunciones en los menores.
En ese engarce, entre las misiones diarias del batallón danés, y el estrés de Marie, encargándose sola de los 3 hijos del matrimonio y de su trabajo, se encuentra lo mejor de la trama.
Ambos territorios, se van convirtiendo en campos de batalla que deben ser pacificados, pero por más que Marie y Claus lo intentan en su ámbito, la situación, en vez de mejorar, empeora.
Hasta las acciones más bien intencionadas, pueden producir consecuencias, los 2 son sometidos a situaciones límite, que precisan de su demostración de liderazgo; con 2 imprudencias para conseguir evitar un mal mayor, o simplemente el desbordamiento del límite humano para asumir responsabilidades.
El retorno de Claus a casa, no es consecuencia de la finalización de la misión, ni va a suponer el retorno de la estabilidad familiar cotidiana…
Es una decisión del mando, tras un bombardeo con bajas civiles, ordenado por Claus para salvar a sus hombres.
A partir de este momento, el relato se vuelve mucho más convencional y clásico:
Con su estilo documental, y su estilo visual ligeramente nervioso, Lindholm hace otro drama modesto, pero efectivo, que hace más preguntas incómodas de las que responde.
Y se las ingenia de excelente modo, para hacernos sentir en el escenario que nos plantean, y se ayuda de recursos como la repetición de locaciones en interiores, planos muy cerrados, o el uso de los sonidos para darnos la sensación de que aquello que no vemos, es considerablemente más amplio de lo que pensamos.
Pese al toque de corte psicológico, para reflejar la culpabilidad interna del militar, lo que termina predominando es el relato judicial, con un final consecuente, en el que, como bien dice el abogado, “no se vende ética ni moral, sino absoluciones”
La incertidumbre de la investigación, y el convencimiento de Claus, de que no puede decir toda la verdad, porque de hacerlo, no cabrían matices en su decisión, y sería condenado, afectan al entorno.
Frente al deber moral personal, se impone el deber familiar, pensar no sólo en lo correcto, y en uno mismo, sino en los que dependen de ti.
Del mismo modo que ordenó el bombardeo, sin asegurarse plenamente de la localización del enemigo, con el objetivo conseguido de salvarse; Claus ha de renunciar a parte de su integridad personal, para salvar a su familia.
La duda permanente, de sí pudo actuar de otra manera, le va a perseguir, y va a pesar demasiado en su vida futura.
Y dejamos a Claus, sentado en el exterior, en un silencio absoluto, ausente de sonido ambiente...
Recomponer los trozos, y recuperarse, nos importa menos como saber que, detrás de la decisión política de hacerse una foto salvando al mundo, hay personas que padecen las consecuencias allí, y otras que las van a soportar en el futuro, a su regreso a casa.
El director, acierta al aterrizar el relato a los personajes, siendo una película de personajes, y no de ideales, es decir, no se habla de buenos y malos, sino de gente arrastrada por la espiral de la violencia, y las consecuencias de los actos:
¿Cómo afecta el desempeño de Claus a su familia en Dinamarca, cómo afecta lo mismo a una familia afgana?
Destaco sobremanera, cómo se utiliza la primera parte en la construcción del discurso global:
Uno piensa, que es una cinta de guerra como cualquier otra, con traumas y bajas, como si ello fuera el todo, hasta que comienza a vislumbrar el panorama completo, y la calidad de la escritura recae en los personajes, impagable la mirada de Claus en toda la segunda mitad del metraje.
Y en contra de lo podría pensarse, Krigen no es una película de guerra, sino una historia sobre los problemas que surgen cuando alguien, al asumir ciertas responsabilidades, como Comandante, como padre, y como ciudadano; se percata de las incompatibilidades que existen entre la ética personal y la oficial, entre la realidad vivida de primerísima mano, y la ley escrita en tercera persona.
Está claro que ellos tienen que contar la verdad de lo sucedido, aunque eso pueda meter en prisión a un compañero que se ha portado muy bien con ellos, incluso Najib Bisma (Dar Salim), no le deja en buen lugar.
Hasta la aparición sorpresa del último día, que es la que da el vuelco a un juicio que parecía cerrado:
Martin R. Olsen (Søren Malling) declara a su favor, y el resultado del juicio es de absolución.
Ese final, es lo que no me termina de convencer, ya que lo lógico es que hubiera sido condenado, y el guión da ese giro al final, que considero innecesario… aunque poético.
Por ello, resulta especialmente recurrente, cómo Lindholm hace coincidir la visita al hospital de la mujer, tras un accidente doméstico con la fatídica pero inevitable decisión que toma su marido en mitad de una contienda, o cómo una asociación de fotogramas, el recuerdo de las extremidades inertes de un pequeño afgano, ante la visión de los pies descalzos del hijo del protagonista; le sirve al director para cerrar, y simbolizar el futuro incierto que le espera a su personaje.
Aun cuando el guión no es de lo más elaborado, los actores se echan al hombro el peso entero de la historia, y llevan a cabo una labor excepcional a la hora de construir la estructura emocional, la cual al final, nos terminan por dejar caer sobre la cabeza, de modo duro y conciso.
El mayor de los méritos, es conseguir una identificación universal con cada una de las líneas narrativas que se tocan, porque al final del día, alcanzamos a ponernos en los zapatos de todos los involucrados, incluso cuando aquello requiere establecer una contradicción, o haya que cuestionar algunos aspectos morales y éticos, que ya corresponde a cada quien, reflexionarlo en la intimidad de su hogar.
Krigen es perfecta para preguntarse quiénes somos, y dónde vivimos, para enfrentarlos a la frustración que nos produce, sentirnos tan pequeños en un mundo tan grande.
Una propuesta bastante interesante, que cuestiona las distintas perspectivas desde las que se puede abordar un conflicto armado, y no es que necesitemos que una película nos diga que la guerra es el acto más atroz, llevado a cabo por mentes humanas, es simplemente un recordatorio de que, nada bueno ha venido, ni vendrá, de la guerra.
“For dig er det film.
For dem er det virkelighed”
(Para ti es película.
Para ellos es realidad)
Lo dijo El Rey Balduino I:
“Se tardan 20 o más años de paz, para hacer a un hombre; y bastan 20 segundos de guerra para destruirlo”
Desde que existen los seres humanos, existe la guerra, y con la guerra, nació una forma gratuita, de poner en riesgo aquello que precisamente nos mantiene vigentes como especie:
La familia.
Como dato histórico, las tropas danesas, se fueron de la provincia de Helmand, el día 22 de julio 2013, poniendo fin a 12 años de guerra; que costaron la vida a 43 soldados daneses, y resultaron en costos totales de aproximadamente 15 mil millones de coronas, y un adicional de 211 soldados, resultaron heridos en Afganistán.
Dinamarca, había previsto retirar sus tropas a finales de 2014, pero decidió en marzo, acelerar el proceso, a la luz del hecho de que se invitaba a las tropas británicas, también a irse a casa más temprano.
“Dinamarca, es uno de los países que han llevado la carga más dura en Afganistán, y los soldados daneses, han estado en la primera línea desde el año 2002”, dijo Thorning-Schmidt.
“Ellos han proporcionado un servicio invaluable para la seguridad, y han sido parte de ayudar a los afganos, a hacerse cargo de su propia seguridad”, acotó.
A principios de ese mes, Zenia Stampe, Portavoz de Defensa de La Coalición del Partido Radikale, dijo que “la guerra fue un error, y que los soldados fueron enviados a la misión, y el mal imposible de la introducción de la democracia a Afganistán”
Incluso, Per Stig Møller, conservador, Ministro de Relaciones Exteriores, dijo que “por supuesto que no fue como hubiéramos querido”
Y es que los discursos oficiales, en ocasiones han reducido las misiones de sus efectivos, a actividades tan risibles, como repartir dulces entre los niños afganos, auxiliar a ancianos e incapacitados a trasladarse, y ayudar a reconstruir escuelas...
Según cifras militares, Dinamarca envió 9.500 personas a Afganistán, entre enero de 2002, y el 1 de julio de 2013.
A pesar de las últimas tropas de combate, han abandonado Afganistán, un número de personas de la defensa danesa, permanecieron en el país, para entrenar a la policía afgana, ya sean las unidades militares, o los hombres que comandan tanques especiales.
De acuerdo al diario Politiken, los cerca de 300 soldados daneses, que permanecieron en la provincia de Helmand, tuvieron el objetivo principal, de asegurar la retirada de otras fuerzas occidentales.

“Alle taber i en krig”
(Todos pierden en una guerra)



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