Nosferatu: Phantom der Nacht

“Der Tod ist nicht das Schlimmste”
(La muerte no es lo peor)

Lo diabólico del vampiro, asociado a la peste negra, y a la histeria colectiva consecuente, es uno de los más grandes mitos de la literatura victoriana.
El nombre “Nosferatu”, ha sido presentado como una palabra rumana, sinónimo de “vampiro”; sin embargo, parece ser una creación literaria, y sus orígenes en el folklore rumano, son inciertos.
Una etimología alternativa, es que el término deriva originalmente de la palabra griega “nosophoros”, que significa “portador de enfermedad”
Por ello, el film clásico, “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau, enfatiza fervientemente el tema de la enfermedad, y la dirección creativa de Murnau en el film, pudo estar influenciada por la etimología, o viceversa.
La Peste, a lo largo de la historia, se ha erigido como una enfermedad paradigmática, en cuanto a su capacidad de diseminación en una determinada población.
Aunque, como parece lógico, es difícil de constatar, se estima que a lo largo de la historia, han muerto de Peste, más de 200 millones de personas, convirtiéndose así, en la enfermedad infecciosa, más letal de todas las conocidas hasta la fecha.
No es descabellado pensar, que muchos hombres y mujeres, aparentemente víctimas de La Peste, fueron enterrados rápida y superficialmente, por improvisados y aterrorizados sepultureros… y es probable que algunos de estos “supuestos muertos”, se recuperaran de su enfermedad, y pudieran salir enloquecidos de sus tumbas, impresionando a sus vecinos…
El vampiro que hoy conocemos, nace a fines del siglo XVII, y durante todo el XVIII en el centro de Europa; pero la atracción de los vampiros sobre la gente, se remonta a los orígenes de la civilización.
Además de las leyendas, al Conde Drácula hay que otorgarle la paternidad de alrededor de 274 películas, 9 filmes con clasificación “X”, 30 libros, 120 novelas, 19 series de televisión, y 600 tiras dibujadas.
Sus hijos más reconocidos son:
Max Schreck, Lon Chaney, Bela Lugosi, John Carradine, Christopher Lee, Klaus Kinski, y Gary Oldman.
A la vez, El Conde debe buena parte de su fama, a padres famosos en la literatura como:
Bram Stoker, John William Polidori, Théophile Gautier, Charles Nodier, Alejandro Dumas, Rudyard Kipling, Stephen King, y Anne Rice; y desde la pintura, a Johann H. Fssli, que ayudó a su inmortalidad.
El primer cuento de vampiros europeo, nació tras una reunión que mantuvieron Lord Byron, el doctor Polidori, Percy, Mary Shelley, y su hermanastra, Claire.
Polidori, creó el prototipo del vampiro del cine:
Aristócrata, frío, canalla, y seductor…
A partir de ahí, el resto es historia.
“Hören.
Die Kinder der Nacht machen ihre Musik”
(Escucha.
Los hijos de la noche hacen su música)
Nosferatu: Phantom der Nacht es una película de terror, del año 1979, escrita y dirigida por Werner Herzog.
Protagonizada por Klaus Kinski, Isabelle Adjani, Bruno Ganz, Jacques Dufilho, Walter Ladengast, Roland Topor, entre otros.
Los motivos para volver a hacer “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922) de F.W. Murnau, estaban claros para Werner Herzog:
“En mi opinión, “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922), es la película más importante jamás realizada en Alemania, así que esto es una especie de desafío, y establece una especie de vínculo, entre el gran cine expresionista que tuvimos en Alemania, y el renacimiento cinematográfico que estamos viviendo ahora.
Es una película que está más allá de mi propia persona.
Como fuimos una generación huérfana, sin padres, creo que es necesario que tengamos una continuidad dentro de la historia del cine.
Por primera vez, la película, con sus principios, sus normas, y sus reglas, está sujeta, en cierto modo…
Es la primera vez que hago una película así, y sigo este tipo de reglas.
Y eso supone una dificultad y un reto para mí.
Pero se trata principalmente, de establecer un vínculo con el legítimo cine alemán de los años 20”
Nosferatu: Phantom der Nacht fue producida en la República Federal Alemana, entre Werner Herzog Filmproduktion, Gaumont, y Zweites Deutsches Fernsehen (ZDF)
Como era común en los 70, en Alemania, Nosferatu: Phantom der Nacht fue rodada con un presupuesto mínimo, y un equipo de sólo 16 personas.
Pero Herzog no pudo filmar en Bremen, lugar de la puesta en escena del original, así que recolocó la película, en la localidad holandesa de Delft.
Parte de las escenas, fueron rodadas en Schiedam, tras la negativa del ayuntamiento de Delft, de permitir soltar a 11.000 ratas para filmar unas determinadas escenas; mientras la morada de Drácula, fue filmada en varios lugares de La República Checa; pero está principalmente ambientada en la ciudad de Wismar, Alemania, y en la región rumana de Transilvania, a mediados del siglo XIX.
Y aunque Nosferatu: Phantom der Nacht se basa en la novela “Dracula” (1897) de Bram Stoker, ésta fue originalmente concebida como una readaptación del clásico del expresionismo alemán, titulado “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922), de F.W. Murnau; considerada por muchos, como un justo homenaje a la versión de Murnau, consiguiendo actualizar la versión original, sin caer en una falta de creatividad interpretativa.
Y para 1979, los derechos de autor de la novela, habían expirado, por lo que fue posible incluir los nombres originales de los personajes.
Extrañamente, Herzog hizo muchos cambios sustanciales…
La distribuidora 20th Century Fox, por su parte, solicitó que se rodara una versión en inglés, que para que fuese más atrayente a la audiencia angloparlante, con el título original alemán de “Nosferatu: Phantom der Nacht”, y en inglés como “Nosferatu: The Vampyre”
Así pues, las escenas con diálogo, se rodaron 2 veces, una en alemán y otra en inglés; de esta manera, se incluyen en ambas versiones, las voces originales de los actores, evitando el doblaje.
No obstante, algunos consideran que la versión en alemán es superior, porque Kinski y Ganz, pudieron interpretar mejor sus papeles en su lengua materna.
Además, es la 2ª de las 5 legendarias colaboraciones entre Herzog y Kinski.
Esta producción, fue recibida positivamente, tanto por la crítica como por el público, y consiguió cierto éxito comercial.
En Estados Unidos, su estreno coincidió con “Drácula” de John Badham, interpretado por Frank Langella, el cual obtuvo un éxito mayor que el de Herzog.
Algo lógico por otra parte, ya que la película de Badham, se estrenó a lo grande; y la de Herzog, en salas especializadas.
Pero a la larga, acabaría siendo más recordada la visión de Herzog, a pesar de las polémicas que levantó en su estreno, por atreverse a “versionear” al mismísimo Murnau.
Posteriormente, en 1988, se realizó una secuela de producción italiana, titulada:
“Nosferatu a Venezia”, que guarda muy poca relación con su predecesora, siendo Kinski, el único actor del nuevo reparto que permanece en su rol.
Así las cosas, la acción de Nosferatu: Phantom der Nacht, sigue a Jonathan Harker (Bruno Ganz), un agente inmobiliario en Wismar, Alemania, cuando su jefe, Renfield (Roland Topor), le informa de que un noble llamado Drácula (Klaus Kinski), desea comprar una propiedad en Wismar.
Por lo que Harker es elegido para visitar al Conde, y cerrar el lucrativo negocio…
Dejando a su joven esposa, Lucy (Isabelle Adjani) en Wismar, Harker emprende un viaje de 4 semanas al castillo de Drácula, en Transilvania.
Allí, atraído por una fotografía de Lucy, Nosferatu parte inmediatamente hacia Wismar, llevando con él, la muerte y el horror.
Así, Werner Herzog, vuelve a escribir el cuento del inmortal no muerto, en letras sonámbulas:
Un pulso de la eternidad, como pulso dormido, donde el despertar es condenar, o condenarse; y en un segundo antes del amanecer:
Eros abre los ojos, y Tánatos los cierra.
“Zeit ist ein Abgrund... tief wie tausend Nächte...
Jahrhunderte kommen und gehen...”
(El tiempo es un abismo profundo... como mil noches...
Siglos vienen y van...)
El género de las películas de terror, y especialmente de vampiros, no pasa de moda.
Cada cierto tiempo, se renueva y adquiere nueva fuerza.
Sin embargo, el “Nosferatu de Herzog”, es distinguible a ojos de cualquier espectador por varios motivos:
En palabras de su propio director, sus películas surgen desde el dolor, no desde el placer.
Por ello, sin alejarse de la trama original de la novela, aquí no encontramos un vampiro sediento de sangre, o hambriento de satisfacer sus instintos más básicos.
Tampoco un clásico seductor, que hipnotiza a su víctima, para recuperar el amor perdido siglos atrás; o sediento de venganza.
No hay grandes trucos ni transformaciones, no hay efectos distractores ni facilistas.
Aquí lo que importa son los diálogos, la esencia de sus personajes, en una sociedad mediocre, acobardada, y fracasada, incapaz de enfrentarse a su destino:
La locura sainetesca de Renfield; la enajenación histérica de Lucy; el cretinismo alucinado de Jonathan Harker; la neurosis aguda de Van Helsing; la depresión galopante de Drácula... en definitiva, un caldo de cultivo único, para el crecimiento del virus Herzog; cuya versión, es uno de los más insólitos y fascinantes experimentos, dentro de una trayectoria, no precisamente parca en ellos:
El estudio/homenaje, a una de las obras seminales del cine alemán, como marco para un bellísimo paseo romántico por el amor y la muerte.
Espectral y estilizada, Nosferatu: Phantom der Nacht retoma el romanticismo presente en el clásico expresionista de Murnau, y lo potencia, espoleando el tono onírico, y un simbolismo malévolamente contrastado.
Herzog construye su Nosferatu, en base a una figura inherente al movimiento romántico, los sueños.
En un enfoque cercano a “Los Cuentos de Hoffman”, la realidad y la imaginación se confunden; y podríamos clasificar a su “Nosferatu”, como una película de “Cine Fantástico” en su vertiente de “Cine de Vampiros”, no faltando en la película, los elementos indispensables del subgénero, concretamente, las adaptaciones del “Drácula” de Bram Stoker:
El vampiro que no se refleja en el espejo, su aversión a los crucifijos, el castillo inquietante, las frases sobre la música que hacen los hijos de la noche, esos lobos aulladores; el vampiro descansando en su ataúd, su llegada a la ciudad, provocando la muerte a su alrededor; la joven de aspecto virginal, a la cual trata de poseer…
En este sentido, no encontraremos grandes novedades en lo que es el argumento, que sigue el de la película de Murnau… pero no sería exacto del todo calificarla de cine fantástico.
La producción de Herzog, supo mantener un elemento de terror con varias muertes, y un ambiente onírico y espectral.
Herzog, también consiguió desarrollar la trama, de una manera significativa en comparación con muchas de las producciones existentes sobre Drácula.
En especial, se prestó una mayor atención a las emociones, y la trágica soledad que sufría El Conde.
La figura del Conde Orlok, ahora llamado Conde Drácula, es presentada como una figura fantasmal, pero también, hay un énfasis en su pathos:
Exhausto, rechazado, y condenado a la inmortalidad; sufriendo también por su falta de amor, la cual quiere que Lucy aplaque, sin éxito.
Un vampiro amenazador, y al mismo tiempo, una figura trágica y patética.
Todo eso, alejándose del romanticismo con el que otros directores habrían rodeado al vampiro.
Por tal motivo, la ola de matanzas que perpetra al ingresar en la ciudad, se convierte en un asunto público comparable a la tragedia de una plaga, y no es una cuestión de casos aislados, destinados a ser resueltos por un pequeño grupo de personas, a la cabeza de un experto.
Es en este punto, donde también se produce un quiebre entre la obra de Herzog frente a otras cinematografías, incluidas obras literarias, como la afamada novela de Bram Stoker.
No se puede confrontar un mito, o a un ser fantástico, con la sola razón.
Hay una pugna entre la veracidad científica, y las creencias de la fe.
El afán cientificista de Van Helsing, lo hace inservible en esta obra, frente a una Lucy que actúa por intuición, más que por razonamiento, o por conocimientos históricos.
El procedimiento más acertado, es atacar al Nosferatu en la telaraña de sus pasiones.
De esta forma, El Conde Drácula, sucumbe a las monstruosidades de sus propios desenfrenos.
Sucumbe a una pasión más fuerte, aún que su necesidad de sobrevivir… sucumbe al amor.
Parafraseando a Baudelaire, finalizamos afirmando que, el amor fue para Drácula, es esa terrible necesidad de perderse, y perecer en la carne del otro.
Y encontramos variaciones sobre la novela original de Bram Stoker, no es una lista exhaustiva, ya que sólo intenta dar una idea sobre las diferencias existentes entre la novela y la película:
El escenario de la novela, se cambia por la ciudad alemana de Wismar, alrededor de 1838.
Mina Harker, se convierte en Lucy Harker.
Los personajes de Arthur Holmwood y Quincey Morris, se omiten.
Renfield, es el jefe de Harker.
Drácula, trae consigo la peste, y destruye la ciudad.
Drácula, convierte a Harker en un vampiro.
Drácula no se transforma.
Hay una especial atención a la conexión psíquica entre Lucy y Harker.
Drácula, debe dormir de día, y la luz del sol, resulta letal para él, etc.
Por otra parte, el vestuario y maquillaje de Kinski, logran una apropiada imitación de la que presentaba el legendario Max Schreck, en el original de 1922.
Cierto número de tomas, constituyen una copia fidedigna de la versión original, aunque estas tomas, fueron realizadas como un homenaje, y no como una imitación.
Además, las momias que se pueden ver al comienzo de la película, son auténticas; y se las puede visitar en el museo de las momias de Guanajuato, México.
Un dato interesante, es que durante el transporte de las ratas, estas crecieron de forma explosiva, de los 11.000 ejemplares iniciales, a los 30.000, de las cuales, Herzog aseguraba que no se había perdido ni dañado ninguna…
Cosa que el biólogo, Maarten’t Hart niega, declarando que la crueldad hacia los animales, le llevó a abandonar el rodaje, para el cual había sido contratado como experto en el manejo de ratas, que por cierto, tuvieron que ser pintadas de gris por “exigencias del guión”
Cuando se terminó de filmar la escena de las ratas en la película, El Alcalde anunció, que cualquier rata capturada y entregada al Ayuntamiento, sería recompensado con 5 florines, unos 2 euros; por lo que durante 3 semanas, muchos niños se saltaron las clases, para atrapar las valiosas ratas…
Otro dato, de fondo, no sólo por la decisión de convertir a Drácula, en el mal absoluto y todopoderoso, en una criatura atormentada por la soledad de su eternidad, lo que en cierto modo lo acerca a los personajes en los márgenes de la sociedad que pueblan el cine de Herzog, y enriquece, paradójicamente, el imaginario romántico del film; o el hecho de que al final, el doctor Van Helsing (Walter Ladengast), sea detenido por la policía, acusado del asesinato del Conde sino, sobre todo, por el sacrificio baldío de Lucy, que no impide la transformación de Jonathan en un vampiro que se pierde en el horizonte, decidido a propagar el mal:
“Ese alejamiento del personaje, fugitivo de la ficción en la que ha intervenido, niega la posibilidad de despertar de un sueño macabro, y expone claramente, la imposibilidad de recuperar la vida a través del amor:
La muerte, siempre gana la batalla”, dijo el director.
Y el mensaje claro, es que la razón y la ciencia, sobran tanto en el problema, como en la solución del drama.
Para Herzog, la naturaleza es salvaje, y desborda todo orden.
Cualquier intento humano, y a poder ser, individual, de imponer o restablecer un orden, fracasará en el intento.
Aquí, el orden lo altera El Conde Drácula y su legión de Peste, a su llegada a la ciudad alemana.
Se suceden muertes y caos, y la razón es sinrazón de la voluntad del sufrido Conde, que no responde a la moralidad humana.
En lo técnico, el director edifica por todo el metraje, un aire melancólico, romántico, misterioso, evocador, deprimente, gracias al gran diseño de producción de Henning Von Gierke, que nos regala escenarios que van desde la ciudad, los bosques, la playa, el barco, el castillo, hermosos, y esto realzado por la espléndida fotografía de Jörg Schmidt-Reitwein, ejemplo del expresionismo alemán, maravillosamente fantasmagóricos, Los Cárpatos envueltos en niebla y oscuridad, al parecer, embebido del pintor teutón Friedrich, grande el uso de las sombras, los claroscuros, y los contraluces, sobresaliendo el uso de los blancos, los grises en clara canalización de sentimientos fúnebres, impresionantes los primeros planos de Drácula, y estos elementos maximizados por la sobrecogedora música del grupo Popol Vuh, con sus juegos de coros trémulos, de Charles Gounod y de Richard Wagner, brillante “El Preludio” de “El Anillo de Los Nibelungos”, durante la travesía de ida de Harker, esto sumado, nos da una obra envuelta en un lirismo exacerbado, que por momentos transmite magia hipnótica imbuida de un halo de ensueño.
Así, Herzog reproduce los planos de la cinta de su predecesor, y obliga a sus actores, a repetir los movimientos de los actores de Murnau, tomando las expresiones de los actores de cine mudo, con ojos desorbitados, acentuados por el maquillaje, y el contraste entre luz y sombras.
Klaus Kinski, era el único actor que Herzog tenía en mente para interpretar al “Conde Drácula”
Una elección lógica, siempre que Herzog consiguiera que el desequilibrado actor, no montase una tentadora sobreactuación.
Kinski, es ayudado por un excelente maquillaje, que deforma su rostro hasta convertirlo en una especie de insecto con las orejas puntiagudas, los afilados colmillos, el rostro blanco y pálido, la cabeza rapada al cero, las uñas como garras, y los ojos penetrantes, al tiempo que su lenguaje corporal, le ayuda en su composición de “Nosferatu”
Véase el movimiento de sus manos cuando sirve el vino, o cuando está a punto de atacar a Harker…
Teniendo además, momentos inolvidables, como su primera aparición tras las puertas de su castillo, su intento de chupar la gota de sangre que sale del pulgar de Harker, cuando se corta con un cuchillo; la llegada a la ciudad, transportando los ataúdes; su conversación con Lucy en la habitación de ésta, o su irrupción repentina ante la cámara, en primer plano, en La Plaza de la ciudad...
El efecto era que Kinski, debía soportar 4 horas diarias de maquillaje para convertirse en el célebre vampiro.
El actor comentaba sobre su personaje:
“Soy “Nosferatu” en la película de “Nosferatu”, así que yo digo:
“Nosferatu soy yo”
“Nosferatu” es real, como otras tantas cosas.
Si eres algo, automáticamente crees en el diablo, pero no debes mostrar demasiado que crees en él.
Si no, nunca lo aceptaría.
No lo sentiría como parte de mí, si no pudiera mostrar la metamorfosis.
Tengo la pinta que debo tener.
Si no tuviera la pinta que debo tener, nunca aceptaría el papel.
No piensas si es bonita, o no es bonita.
Es como tiene que ser”
A pesar de que mantuvo buenas relaciones con la maquilladora japonesa, Reiko Kurk, llegando incluso a no causar problemas en la sala de maquillaje, la cosa cambiaba cuando llegaba al plató:
Kinski se pasaba el día gritando, y teniendo broncas con Herzog, y con todo el equipo de rodaje que no soportaba al actor; con Herzog recurriendo a una táctica que casi siempre daba resultado:
Provocar deliberadamente al actor, para que se pasara horas gritando, y así cuando estuviera agotado, empezaría Herzog a rodar.
Los otros 2 actores destacables, aparte de la curiosidad de ver a Roland Topor como un Renfield de risa inquietante y demente; son un Bruno Ganz como un buen Jonathan Harker, e Isabelle Adjani, prestando su etérea belleza como Lucy, no tanto en una interpretación, sino formando otro elemento estético para Herzog, que le ayuda a combinar el ambiente de Wismar, antes de la llegada del vampiro, con sus paseos por la playa cubierta de niebla blanca, o su sonambulismo en plena oscuridad, cuando su mente y la del vampiro conectan “telepáticamente”
Lucy, también contrasta con la negrura de “Nosferatu”
Así, Lucy irá maquillada y vestida de blanco impoluto, lista para sacrificarse con tal de acabar con la amenaza del vampiro, como en la película de Murnau.
Pero el vampiro de éste, era el mal personificado y disuelto con la luz del sol, mientras que el de Herzog es, como ya se ha dicho, una figura patética, que no desaparece con el canto del gallo y la salida de los primeros rayos del sol, sino que agonizará con convulsiones en el suelo, como un animal.
Curioso que Herzog imprima al relato, un engrandecimiento de la figura femenina, es la mujer la que se va enfrentar con valentía y coraje al mal, mientras el héroe en la novela del irlandés Bram Stoker, es van Helsing, pasa a ser aquí un patético doctor, incapaz de aceptar algo irracional.
Asimismo, nos deja un mensaje deprimente, de una sociedad que se deja llevar hacia la muerte, sin resistirse, aceptándola con fiestas.
La lista de momentos hipnóticos, se combinan con la puesta en escena de Herzog y la banda sonora, bien sea de Popol Vuh, o las selecciones de música clásica, que son abundantes, empezando por el mismo comienzo con las momias de Guanajuato, expuestas como vidas petrificadas por la muerte, como son los mismos vampiros; el viaje a pie de Jonathan Harker, con Wagner de fondo hacia el castillo del Conde Drácula, recorriendo ríos, senderos, y montículos; la llegada en barco de Drácula a Wismar, y con los ataúdes, con Wagner igualmente de fondo; el paseo por la locura y la muerte de Lucy en una Wismar diezmada por el vampiro, y las miles de ratas que deja a su paso, y con los habitantes bailando enloquecidos, y celebrando su último banquete.
El final, es también diferente a lo conocido:
Drácula ha sido eliminado por Lucy, pero Jonathan es ahora su discípulo, y va a continuar su misión:
Traer la muerte a los humanos, una muerte que es cambio y posibilidad de renacer.
Es un final muy pesimista, en el que vemos al vampiro Harker, alejarse de su hogar, y convertirse en el sucesor de Drácula, dispuesto a seguir esparciendo su maldad por el mundo.
Aunque no tiene sentido, ver a un Harker convertido en vampiro, al fin y al cabo era de día:
¿El vampiro Conde, le afecta el sol, pero a Harker no?
Son en definitiva, momentos en los que Herzog, como suele ser habitual en su filmografía, combina magistralmente la música adecuada con las imágenes.
Y transmiten igualmente, la idea de un paisaje vivo, palpitante, una idea tan del gusto de los románticos como del propio Herzog:
Los pulsos entre el hombre y la naturaleza, como la atracción del abismo y la muerte y, sobre todo, la presencia de lo fantástico.
Nosferatu: Phantom der Nacht trata de eso, de la contaminación de un mundo por otro.
Al entrar al mundo de Drácula, Jonathan abrió una puerta, que Drácula usó para salir.
Al viaje de ida del joven humano, corresponde el viaje de vuelta del vampiro.
El paso por la montaña, es la entrada al otro mundo, acompañado por el preludio del “Rheingold” de Wagner, otra figura clave para la identidad alemana, que surge cuando Jonathan contempla el paisaje montañoso, al momento del crepúsculo, paso entre día y noche.
Se parece al “Caminante ante un mar de niebla” de Caspar David Friedrich, otro icono de la cultura alemana.
Esta música de Wagner, así como “La Misa” de Gounod, vuelve repetidamente para significar el progreso del mundo de las sombras, en el mundo de los humanos.
“Das Fehlen der Liebe ist die bittere Schmerzen”
(La ausencia de amor es el dolor más vil)
“Dracula”, la novela de Stoker, colocó a los vampiros, como una de las criaturas mitológicas más atrayentes de la historia.
Gracias a esta novela, se han realizado varias piezas literarias y cinematográficas, inspiradas en estas criaturas que han ido evolucionando a lo largo del tiempo.
Sin embargo, retratar a un vampiro, no es tarea fácil, ya que todo depende del enfoque que el autor le quiera dar dentro de su creación.
Por tanto, la figura del vampiro, ha ido evolucionando desde ser un asesino despiadado en la pantalla grande, hasta brillar bajo el sol, dentro de una novela adolescente.
Con la versión de Werner Herzog, ya he visto 5 versiones sobre el personaje del Conde Drácula de Bram Stoker, junto al gran clásico de Murnau, y a la versión de Coppola.
El clásico de Tod Browning y Bela Lugosi; y la Hammer con Christopher Lee.
Me falta la versión de Frank Langella; y “Shadow of The Vampire” (2000), dirigida por Elias Merhige.
Pero Nosferatu: Phantom der Nacht, tiene también ese toque fatalista del cine de los años 70, que puede apreciarse en “la gran fiesta de los muertos por La Peste”, por poner un ejemplo, e inspirada en el cuadro de Pieter Brueghel “El Viejo” y “El Triunfo de La Muerte”
De todos modos, es recomendable para los que quieran conocer un poco más a fondo el Nuevo Cine Alemán, y a los que les guste ese mítico personaje literario con más de 100 años.
Aunque yo sigo pensando, que debería hacerse la película sobre el Drácula histórico, El Príncipe Vlad, que tanta falta hace para mostrar la naturaleza del “vampiro” en el sentido más metafórico posible y, a su vez, en el sentido total de la palabra… pero no llegando al caso de Luke Evans y su “Dracula Untold” (2014)

“Es gibt Dinge, schrecklicher als der Tod”
(Hay cosas más terribles que la muerte)



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