Fasandræberne

“Jeg vil gerne spørge hende om voldtægt”
(Me gustaría preguntarle acerca de la violación)

De “Best Sellers” daneses, a una de las apuestas episódicas de cine negro moderno más interesantes del panorama europeo, es lo que muestra la saga literaria del “Departamento Q”
Desde que la trilogía “Millennium” (2009-2011), el “neo noir” en Europa ha buscado un sucesor digno; cierto es que la saga aún está viva y coleando, ya sin Stieg Larsson tras el escrito, y sin adaptación al cine, ni a la TV a la vista; se podría decir que el “thriller” nórdico ha sufrido una ligera crisis de entidad…
En mitad de esa crisis, y bajo la protectora ala del fenómeno “Millennium”, se gestó una obra que hoy se nos revela como una de las sagas del género más importantes del momento.
Hablamos de “Los Casos del Departamento Q”, una serie de libros concebidos como episodios, que han dado como resultado una adaptación a la gran pantalla igual de episódica y auto conclusiva, pero también igual de interesante.
La saga se compone de los libros:
“Kvinden i buret” (La mujer que arañaba las paredes - 2007)
“Fasandræberne” (Los chicos que cayeron en la trampa - 2008)
“Flaskepost fra P.” (El mensaje que llegó en una botella - 2009)
“Journal 64” (Expediente 64 - 2010)
“Marco Effekten” (El Efecto Marcus - 2012)
“Den Grænseløse” (Sin Límites - 2014)
Las novelas de Jussi Adler-Olsen, son una equilibrada fusión de todo lo que gusta del “thriller” nórdico moderno, marcado por novelistas como Camilla Läckberg, Jo Nesbø, Lars Kepler, o Åsa Larsson, a la vez que combinan todo aquello de lo que éstas intentaban renegar, con un renacimiento de las características propias de las clásicas historias de detectives maduros, posteriores al “boom” del gansterismo.
Una herencia polvorienta, marcada por personajes rudos, protagonistas masculinos y machistas en su mayoría; con valores obtusos y retrógrados que Adler-Olsen no tiene ningún reparo en utilizar a su favor.
Sus novelas, han dado como resultado 3 sorprendentes películas, dispuestas a entonar un “do de pecho” sin prejuicios en un género tan versátil y ágil a la hora de mutar como el cine negro.
La primera entrega, del primer libro, fue adaptada al cine con el título “The Keeper of Lost Causes” o “Misericordia: Los Casos del Departamento Q” por Zentropa en 2012, y dirigida por Mikkel Nørgaard; siendo la película más vista en Dinamarca en 2013.
La adaptación del segundo tomo, llegó al cine con el título “The Absent One”, o “Profanación: Los Casos del Departamento Q”, siendo dirigida también por Mikkel Nørgaard en 2014; ambas películas fueron protagonizadas por Nikolaj Lie Kaas y Fares Fares.
El tercer volumen, ha sido también llevada al cine, con el título “Redención: Los Casos del Departamento Q” estrenada el pasado abril de 2016.
Lo que tenemos entre manos, es un interesantísimo caso de lo que puede ofrecer el género a día de hoy, o mejor dicho 3 casos del Departamento Q hasta el momento:
Misericordia, Profanación, y Redención.
“Hav en god tur hjem”
(Que tengan un buen viaje de regreso a casa)
Fasandræberne es una película de suspense danés, del año 2014, dirigida por Mikkel Nørgaard.
Protagonizada por Nikolaj Lie Kaas, Fares Fares, Danica Curcic, Pilou Asbæk, David Dencik, Sarah-Sofie Boussnina, Johanne Louise Schmidt, Marco Ilsø, Søren Pilmark, Camilla Gottlieb, Adam Ild Rohweder, Morten Kirkskov, entre otros.
El guión es de Nikolaj Arcel y Rasmus Heisterberg, basados en la novela “Fasandræberne” (2008) de Jussi Adler-Olsen, escritor, editor y empresario danés, conocido por ser el autor de las novelas de la serie del “Departamento Q”
La novela, es la 2ª de la serie del Departamento Q, por lo que para adaptarla, repetían detrás de la cámara y con el guión, los responsables de la primera entrega.
Aunque en su segunda aventura había que dar un paso más...
El sentido del avance es claro y decidido:
Sobre las bases del “thriller” clásico de desaparición, adaptar nuevas formas de desarrollo y expresión.
Allí donde la primera entrega era un cúmulo de tópicos revestidos con una confianza y un buen hacer contundentes, aquí hay la cosa se complica.
Esta vez, un doble asesinato archivado, abre la puerta a lo que podría ser un asesino en serie, cuyas últimas claves, se encuentran en uno de los colegios privados más importantes del país.
La familia, su pérdida, el pasado y la venganza, son temas coincidentes en las películas sobre “Los Casos del Departamento Q”, y Fasandræberne nos habla de la maldad, de la ambición, del poder; y de cómo estos 3 factores suelen aliarse para componer un cóctel diabólico, mediante el cual, el ser humano deja de serlo, para convertirse en un monstruo.
Así las cosas, El Departamento Q de la policía de Copenhague, especializada en casos especiales está compuesto por un grupo de agentes que tratan de resolver antiguos crímenes que han sido archivados.
Al mando de los operativos, están los detectives Carl Mørck (Nikolaj Lie Kaas) y Assad (Fares Fares), cuando investigan el brutal asesinato de 2 jóvenes mellizos en una casa de verano.
La apertura del caso, que fue cerrado con la confesión de un personaje marginal del pueblo, a pesar de que la policía sospechaba de un grupo de estudiantes de clase alta; pronto se sumirán en una intensa búsqueda de esa muchacha:
Kimmie (Sarah-Sofie Boussnina/Danica Curcic), que lleva desaparecida desde que los asesinatos ocurrieron.
Pero Carl y Assad no son los únicos que intentan seguir su pista, mientras el testimonio es peligroso para un grupo de hombres influyentes de la cúpula alta de la sociedad danesa, que harán todo lo que puedan para mantener su silencio.
El caso que investigan, destapa entonces a una sociedad que está corrompida, y no precisamente por las clases desfavorecidas, sino por las altas esferas y la cúspide del país.
También, Fasandræberne nos habla de sus víctimas, que si sobreviven quedan en muchos casos marcadas por un sufrimiento que supone una tortura interior mucho mayor que el propio abandono, o despojamiento de la existencia.
Encontramos pocos signos de esperanza, retratando un mundo salvaje desde un punto de vista bastante pesimista.
Fasandræberne es una sórdida historia de sexo, venganzas, dependencias obsesivas y perturbadas, psicopatías, y el poder corruptor del dinero, que alcanza a todas las esferas sociales, o mejor dicho, cómo alguien malvado con dinero, puede llegar a casi todas las esferas y estamentos:
Policía, política… y corromper, hasta que empieza a develarse.
Víctimas inocentes, producto de un enfermizo amor juvenil, como un profesor falsamente acusado de violación, o desafortunados alumnos que son testigos de lo que no deberían…
El ataque al amante de una mujer, por ejemplo, será tapado como un atentado de unos inmigrantes, siempre recurrentes para encubrir escándalos…
Fasandræberne esconde también una importante crítica social a esas, en teoría perfectas, ordenadas y asépticas sociedades nórdicas, donde al parecer, nunca sucede nada...
¿O quizá sí...?
“Vidste du, Kirsten Marie Lassen?”
(¿Conoces a Kirsten Marie Lassen?)
Fasandræberne es la secuela de la buena primera parte, una película de calidad, donde se notó que en los países nórdicos también saben hacer buen cine, y al ver el éxito, hicieron una segunda parte, con los mismos actores que investigan otro caso.
El film de Mikkel Nørgaard, consigue una atmósfera negra y malsana en el retrato de una sociedad mucho más podrida de lo que su aparente frialdad permite pensar; y abunda en el terreno del “thriller” de referencias “fincherianas”, pero con esa frialdad nórdica característica de las tramas de suspense que beben, de nuevo, de la pluma de Jussi Adler-Olsen.
Aquí nos sumergen en una buena trama policial, con investigaciones paso a paso, hasta dar con las personas para resolver el caso.
Un drama policial de una gran calidad, que aunque dura media hora más que la primera, se hace incluso más corta por lo bien hecha que está.
Con una trama cuyo desarrollo se basa, al igual que la anterior, en los mecanismos y engranajes que el pasado y el presente hacen interactuar entre sí, utilizando la venganza como combustible y energía básica, Fasandræberne vuelve a construir, con una historia diferente e independiente de la primera parte, un sólido “thriller” que recupera elementos clásicos del cine negro, como la fotografía nocturna, los callejones sucios y oscuros, mojados por la lluvia...
En esta ocasión, el detective Mørck, ha de enfrentarse a la resolución de unos crímenes que tuvieron lugar en los años 90, y en los que 2 jóvenes murieron de forma brutalmente cruel.
El caso quedó rápidamente cerrado con la facilona designación de culpabilidad a un personaje marginal de la zona, a pesar de que había indicios para seguir otras líneas de investigación.
Así, el inspector de homicidios, felicitado por la resolución del caso que se pudo ver en la primera entrega, vuelve a visitarnos junto a su compañero Assad, para hacer frente a un nuevo enigma criminal:
El Departamento Q agoniza desde aquel primer y único caso resuelto, y algunos policías no dudan en burlarse de esta  peculiar pareja policial a la que denominan respectivamente:
“El Moro y El Borracho”
Sin embargo, con la ayuda de una compañera que se dedica a poner en orden el ingente material acumulado en cajas polvorientas, Mørck  y su colega, se enfrentarán a un caso de una mayor envergadura, que pone en el punto de mira de la sospecha, a un multimillonario empresario danés.
Todo el reparto está excelente, con mención para los protagonistas, así como aquellos personajes presentados en sus edades adolescentes y adultas respectivamente.
En Fasandræberne, se sigue indagando en el carácter atormentado, desastrado y asocial de Carl Mørck:
Un obseso del trabajo con muchos problemas para socializar, como vemos en la fiesta a la que se ve obligado a asistir en el mismo departamento de policía.
Sólo parecen motivarle las mujeres, pero no tiene suerte, ni en la primera ni en esta película.
Una vida caótica; un hombre hastiado y amargado, que vive angustiado porque siente la impotencia de no poder resolver todas las desgracias humanas, sin darse cuenta de que abandona lo que tiene más cerca:
Su familia.
Incapaz de tomar buenas decisiones, obligado a una eterna redención por ello, esos errores citados al inicio de las 2 películas; y aquí tendremos buenos momentos que desarrollan la relación entre Carly su hijo:
Carl se comprometerá a pasar una noche con su hijo, e invitarle a cenar, compromiso que no cumplirá, anteponiendo siempre su trabajo a su familia…
Una nota del chico se lo recriminará, pero Carl no se atreverá a entrar en su habitación a dar explicaciones, o pedir disculpas…
No obstante, en el último plano le veremos en la misma situación, pero en esta ocasión, sí abrirá la puerta...
Por su parte, Assad mantiene las mismas constantes, pero adquiere sutiles matices, algo más hastiado en esta segunda entrega.
Lamentablemente, el amigo hospitalizado de Carl, motivador del protagonista, que salía en la primera parte, en esta segunda entrega no aparece…
Es de suponer, que queda absorbido y sustituido por Assad, completamente.
Assad, su inseparable compañero, posee un carácter mucho más extrovertido, y actúa de colchón en muchas ocasiones entre Carl y el resto de la humanidad.
Conoceremos al tercer miembro del equipo Q:
Una secretaria elegida por Assad, Rose (Johanne Louise Schmidt), en un departamento que vuelve a estar en las últimas.
Y los implicados, 20 años atrás, eran un grupo de auténticos psicópatas, que encuentran en el abuso su razón de ser, su manera de reivindicarse, que creen que tienen derecho a todo, por ser quién son…
En este último punto, radica uno de los aciertos, una cualidad casi “punk”, esa descripción depravada y salvaje de los jóvenes de las élites empresariales y financieras; y la mierda que se esconde tras sus fortunas y vidas de postín.
Un hecho que queda reflejado a la perfección en los “flashbacks”, donde se muestra a esos 2 asesinos en la adolescencia, haciendo ya de las suyas en un distinguido pero podrido internado para hijos de millonarios, unos sucesos que dan origen a toda la trama criminal del filme.
De esto se distancia un poco Kimmie, finalmente, la chica que encuentra atractiva esa actitud, esa manera de comportarse, esa superioridad, porque además le sirve para sentirse aceptada, ya que era una chica distante y solitaria.
Cuando la cosa se va de las manos, su actitud tiene más que ver con la dependencia, un enfermizo romanticismo y amor hacia Ditlev Pram (Marco Ilsø/ Pilou Asbæk)
La escena en la cancha de baloncesto, con el chico que vio a la parejita encariñada, es puro sadismo de instituto.
Y un chico, Bjarne Thøgersen (Adam Ild Rohweder/Kristian Høgh Jeppesen), que se auto inculpó, protegido por sus amigos millonarios, donde sus coartadas parecen ser correctas, que ya fue liberado, desatando más criminalidad.
Así conoceremos, años después a Ditlev Pram, como un millonario cornudo con muchos contactos, y un punto sádico, como comprobaremos con el subidón que le provoca dar enmascarado una paliza al amante de su mujer; que es el chico de la parejita que conocimos en el “flashback” que nos hizo retroceder 20 años, y que protege a Bjarne.
El retrato de la aséptica mansión de Ditlev, es acertado:
Su mujer, que le está engañando, es retratada tras cristales o ante espejos, reflejando esa falsedad.
La idea se hace previsible:
Este hombre rico, financió la defensa al pringado Bjarne, que accedió por amistad a protegerles, logrando que saliera en libertad, tras una condena de 3 años por violación y asesinato.
El retrato de la chica joven del “flashback”, el componente femenino de la parejita, la famosa Kimmie, es excelente:
Una chica que tiene algo de fatalismo; alejada de la sociedad, coqueteando con la locura, en ambientes marginales, con drogadictos y alcohólicos, hablando sola… con el cadáver de su hijo recién nacido, guardado en una bolsa que lleva a todos lados, en un truculento detalle.
La conversión de una chica extraña y perturbada, en una víctima de la locura romántica, embarazada, abandonada, apaleada y violada… muestra una evolución hacia a la tragedia inevitable.
Curiosamente, se forja un extraño y sugerente vínculo entre Carl y Kimmie:
Ninguno parece tener motivos para vivir; a él tan sólo le queda su trabajo, pero su tormento es por angustia vital, es un protector por vocación.
Y el final es triste y muy oscuro, un buen final que parece tener algo de redentor para el protagonista, como vemos en el último plano, entrando en la habitación de su hijo, aspecto ya comentado.
Todo es un magnífico retrato de esa fría sociedad en la que germinan las más crueles, terroríficas y oscuras historias.
Atmósferas frías, claroscuros, ambientes sucios y tétricos, tramas retorcidas, una depurada dirección, cuyo exitoso nivel cinematográfico del concepto, evidencia la dignificación del “flashback” como parte esencial y estructural de la narrativa negra.
“Flashbacks” a los que separan años argumentalmente, y cuyos personajes en la ficción, están interpretados por actores diferentes, cuyo envejecimiento parece de lo más razonable, gracias a un hábil uso del montaje.
Con una fotografía tenebrista, nuevamente a cargo de Eric Kress, el director Mikkel Nørgaard, profundiza con una mayor riqueza de matices en el personaje del detective Mørck, así como en el de la víctima atormentada, poniendo de relieve la importancia de los personajes femeninos, muy bien en este sentido, la actriz Danica Curcic.
Sumemos a esto, que Fasandræberne responde a una estructura mucho más moderna y acorde con los preceptos del thriller nórdico moderno:
Desde la crítica a pecho descubierto de las altas esferas de la sociedad, hasta la escenificación de la corrupción moral y política, como engranaje sobre la que se edifican Dinamarca y sus instituciones, personas influyentes, y que jamás sabremos a ciencia cierta, si solo eran eso, indicios, o hay detrás algo más…
Ahonda en esta turbia y tóxica entrega policiaca en las virtudes malsanas de su predecesora, el retrato de un mundo en apariencia bucólico, ordenado, previsible y plácido, pero que esconde las putrefactas aristas de unos sociópatas borrachos de dinero, y cegados por su pertenencia a las altas esferas sociales de su país.
La impunidad tiene un precio y su coste, lleva el color del dinero, el sabor del soborno, el tinte de la añagaza, y la turbiedad de la falta de escrúpulos.
De poco sirve ser persona, cuando caes en las garras de un depredador humano que no conoce ni la empatía ni la caridad, y que tan sólo persigue la gratificación personal inmediata, sin tasa ni medida, sin remordimientos, ni cortapisas.
Hacer creíble y verosímil un mundo enfermo y ponzoñoso, no es tarea fácil ni virtud desdeñable, sobre todo cuando se contrapone al paisaje campestre y en apariencia, inocente del acné juvenil de un internado de las clases dirigentes del país.
Por lo que resulta penoso, que el cine comercial escandinavo actual, gire siempre en torno a personajes harto desequilibrados, a psicópatas de la peor calaña que forman parte de esa sociedad, la escandinava.
Por desgracia, el suceso de la isla en noruega, y algún otro, parece darles la razón…
Esos paraísos nórdicos, donde apenas se podía palpar la violencia, y no conocían la delincuencia, se han esfumado.
Una Dinamarca cenicienta y turbia, que nos muestra lo más sórdido del sueño escandinavo.
Ahí es nada…
En Fasandræberne hay una serie de escenas realmente espeluznantes, sin gran necesidad de maquillaje o prótesis, sino que lo tendremos enfrente, es a seres humanos haciendo daño a otros de la forma más vil y despojada del más mínimo sentimiento.
Sobre todo a tres bandas en concreto, como aquel en el que golpean sin parar a un joven con un balón de basquetbol; a todas y cada una de las apariciones de los asesinos enmascarados; y al inenarrable descubrimiento del contenido del bolso de la Kimmie del presente.
La corrupción campa por sus anchas… y todo parece siempre resolverse a favor de los poderosos, mientras que los que no lo son, defiendan ideales como la policía, o sean buenos ciudadanos, simplemente están huérfanos, a merced del fuerte, en este caso, el que lo es en medios y posibilidades.
Ditlev Pram, con la misma da una paliza de muerte al amante de su mujer, y va a visitarle al hospital para ofrecerle un sueldo de por vida, para que no diga nada, y con la condición de que no vuelva a tener contacto con su esposa…
Uno de los aspectos que más impactan, es la falta de revanchismo en pantalla de los actos que llevan a cabo los asesinos:
Primero en un grupo de 4, luego 2...
Esa sensación de que puedan campar por sus anchas, sin que nada los detenga, remite claramente al pesimismo del cine de Hollywood de los años 70, un cine en donde no había cabida para los finales felices.
Y en Fasandræberne se lleva la palma, el asalto de 2 encapuchados a una embarazada de 4 meses, a la que violan y luego golpean de forma totalmente intencionada, a puñetazo limpio en el estómago, mientras la cámara va alejándose de la habitación donde tienen lugar los hechos, hasta que es arrojada por la ventana y posteriormente busca auxilio en un centro de salud...
Sin embargo, si tuviera que ponerle algún pero, este sería el poco desarrollo de las vidas personales de los 2 detectives del departamento, algo que en esta entrega se ha quedado bastante parado, y que seguro enriquecería la saga; pero evita mostrarnos detectives superdotados, y si a personas comunes y corrientes, con sus virtudes y sus defectos, que encajan mucho mejor en lo que es la realidad.
Por otro lado, en la trama de la justicia de los agentes de la ley, se cuelan en la casa de uno de los sospechosos para buscar los “trofeos” que éste se llevaba de sus víctimas.
¿No se supone que deberían tener una orden?
¿Hacer eso supone allanamiento de morada, y que las pruebas obtenidas no fueran tenidas en cuenta a la hora de celebrar el juicio, o de acusar?
Quizás los procedimientos legales en Dinamarca sean diferentes...
Por último, en la banda sonora también repiten Patrik Andrén, Uno Helmersson y Johan Söderqvist, que siguen la línea iniciada en el primer filme de “Los Casos del Departamento Q”
“Du ikke glemmer”
(Tú no olvidas)
A los nuevos espectadores que se acerquen a Fasandræberne, sin conocer su previa entrega, es importante avisarles de que no es necesario, aunque sí gratificante, ver ambos casos.
No contienen mayor correlación entre ellas, que los 2 personajes principales, Carl Mørck (Nikolaj Lie Kaas) y El-Assad (Fares Fares) interpretados con la misma fuerza, pero quizás con un exceso de introspección vacía, en el de Mørck, que a modo de pequeñas pinceladas durante el film, va desvelando sus demonios internos.
A la mente del espectador, vendrán numerosos referentes a los que aferrarse una vez sumergidos en la saga de “Los Casos del Departamento Q”
Sin duda, en lo principal de su línea narrativa, aparecerá el perfil de la saga “Millennium”, los paralelismos en el personaje de Mørck con el policía de “The Wire”, la contraposición de la pareja de protagonistas:
Uno lacónico y casi metafísico, con otro mundano y más pragmático, ya vistos y disfrutados recientemente en “True Detective”, así como cierta estética, el personaje femenino principal de la trama, Kimmie, que recuerda a su, muy a su pesar, a Lisbeth Salander de “Millennium”, o ciertos toques de la serie “Borgen” dirigida entre otros por Mikkel Nørgaard, y de la que el director rescata a uno de sus actores:
Pilou Asbæk.
Pero sobre todo, y es lo que más envuelve esta segunda entrega, es su fotografía e impacto visual, muy cercano al toque que suele dar David Fincher a sus films, sobre todo en su fallida interpretación que hizo de la primera parte de “Millennium”
No hay exceso de escenas macabras, como uno pudiera pensar a primera vista, su aspecto sórdido y distante lo reflejan a la perfección, unos parajes y lugares que casi resultan atemporales…
Con todo, Fasandræberne no es más que la confirmación de la creación de una franquicia que promete dar muchas alegrías a los seguidores de este tipo de productos, ofreciendo además, un trabajo que me ha resultado aún más completo y atrayente, en el que sin dar de lado sus principales señas de identidad, se consigue mostrar un producto más enrevesado y oscuro, que da una pequeña vuelta de tuerca más a su brillante predecesora, consiguiendo así limar los pocos peros que a aquella se le podían achacar.

“Betyder det aldrig ende?”
(¿Esto nunca terminará?)



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