Whiskey Tango Foxtrot

“From the headlines to the front lines”

¿Qué es lo primero que viene a la cabeza cuando se habla de un periodista de guerra?
¿Peligro, riesgo, valentía, compromiso?
Un periodista de guerra, es la expresión más pura de la máxima “informar por encima de todo”
Alguien que arriesga su vida, para que otras personas conozcan lo que ocurre en un conflicto armado, que es capaz de poner todo en peligro, solo para informar.
¿Y cómo logran estas personas tener una vida aparte del trabajo, si cada pocas semanas deben viajar a un nuevo frente de guerra, a un nuevo campo plagado de balas?
La guerra es cosa de hombres… dicen…
Pero desde hace décadas, hay mujeres reporteras cubriendo conflictos armados y revueltas civiles, y su número va en aumento.
Lejos de considerar su género como un impedimento para su labor, explotan las ventajas que el hecho de ser mujer supone, sobre todo, en los países árabes.
De vuelta a sus países, sienten que a su trabajo no se le otorga igual visibilidad que al de un hombre; pues en Oriente son tratadas como “hombres venerables”, una especie de tercer sexo; mientras que en Occidente siguen siendo el segundo.
A pesar de las advertencias de las organizaciones internacionales, las reporteras no consideran que el hecho de ser mujer suponga un problema del que preocuparse mientras ejercen su trabajo.
Al llenar el vacío de poder dejado por los soviéticos después de su retirada de Afganistán, después de su invasión, los talibanes asumieron el rol del gobierno entre 1996 y 2001.
Su extrema interpretación de la ley islámica, les llevó a prohibir la música, televisión, los deportes y el baile; y a imponer drásticas penas judiciales.
La amputación, por ejemplo, era una forma aceptada de castigo por robar, y a menudo se podían ver ejecuciones públicas en el estadio de fútbol de Kabul.
Los grupos de derechos de la mujer de todo el mundo, a menudo criticaban a los talibanes por prohibir a las mujeres de aparecer en público, o de tener trabajos fuera de sus casas.
Estos atrajeron más críticas, por haber destruido las estatuas históricas de los Budas de Bāmiyān, que tenían cerca de 1500 años de edad, debido a que se consideró que estos eran ídolos...
En el año 1996, el disidente saudita Osama bin Laden, se trasladó a Afganistán por invitación del líder de La Alianza del Norte, Abdur Rabb ur Rasool Sayyaf.
Cuando los talibanes llegaron al poder, bin Laden fue capaz de construir una alianza entre los talibanes y Al Qaeda, una organización liderada por este.
Se sabe que combatientes entrenados por Al Qaeda, conocidos como La Brigada 55, estaban integrados al ejército talibán, entre los años 1997 y 2001.
Se ha sugerido entonces, que los talibanes tenían estrechos contactos con bin Laden.
A partir del 20 de septiembre de 2001, Estados Unidos declaró que Osama bin Laden había estado detrás de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Así las cosas, el siglo XXI, ha sido una época marcada por el “boom” de las imágenes de guerra en los medios.
Durante los atentados del 11 de septiembre, la cadena CNN mantuvo una programación especial sin precedentes de 141 horas de emisión ininterrumpida, casi 6 días, sin publicidad ni programas habituales en la programación del canal.
Tras esto, comenzaron a difundirse videos de Osama bin Laden en los medios.
A pesar de que La Consejera de Seguridad Nacional de los EEUU, Condoleezza Rice, dictó una orden de supresión sobre los medios estadounidenses para que no se presentaran imágenes del terrorista sin permiso previo de La Administración, continuaron apareciendo en los informativos.
La creciente proliferación de imágenes violentas en los medios, parece responder a que “la violencia vende”, pues desde los principios de la civilización, en casi todas las culturas, el hombre ha sentido fascinación por los relatos y escenas de violencia.
Hoy, las reporteras han estado cubriendo estos hechos en Afganistán, y pueden acompañar a las tropas en zonas de conflicto, pero siguen criticando la actitud excesivamente protectora de algunos soldados occidentales hacia  ellas.
Ya que muchos de ellos se preguntan en primer lugar:
¿Qué hace una mujer en la guerra?
“This war's like fucking a gorilla, you keep on going until the gorilla wants to stop”
Whiskey Tango Foxtrot es una comedia del año 2016, dirigida por Glenn Ficarra & John Requa.
Protagonizada por Tina Fey, Martin Freeman, Margot Robbie, Josh Charles, Billy Bob Thornton, Alfred Molina, Nicholas Braun, Sheila Vand, Christopher Abbott, Stephen Peacocke, Ava Del Cielo, Monique Candelaria, Evan Jonigkeit, Dylan Kenin, Martin Palmer, entre otros.
El guión es de Robert Carlock, basado en la autobiografía “The Taliban Shuffle: Strange Days in Afghanistan and Pakistan” (2011) de Kim Barker, que básicamente cuenta sus primeros años como periodista en Afganistán y Pakistán, tras su llegada en 2002, sus experiencias, y el desafío enorme que supone ser mujer en tiempos de guerra en esas zonas.
La oración “Whiskey Tango Foxtrot” es argot militar, pero también  sus iniciales “What The Fuck” (WTF) significan algo así como:
“Que mierda” y definen un poco el trabajo de los reporteros de guerra cuando se ven en situaciones complicadas.
Rodada en New Mexico y Santa Fe, EEUU, la acción sigue a la reportera Kim Barker (Tina Fey), cuando siente que necesita algo más en su vida, y decide cambiarlo todo, al aceptar un trabajo como corresponsal en una zona de guerra.
Allí, en el medio del caos, encontrará la fuerza que nunca supo que tenía…
A veces hace falta decir:
“¿Y por qué no?” para encontrar la vida que siempre estuviste destinado a vivir.
La periodista fue destinada a Afganistán en 2002, cuando ya La Guerra de Irak empezaba a restar importancia en las noticias al frente afgano.
Así veremos la vida y la sociedad afganas, a través de los ojos de Kim, con un barniz algo feminista; lo que tan poco es bueno ni malo, simplemente constatan los hechos.
La veremos entrevistar a políticos afganos, a marines, a sociabilizar con el resto de compañeros, veremos el coste que tiene para su vida privada el trabajo en Afganistán, y como vuelve a enamorarse, etc.
Hay muchas lecciones que tiene que aprender:
Cómo asegurarse de no sentarse con los pies juntos en el vehículo para no perder ambos, si el vehículo golpea un explosivo.
Asegurarse de no salir de un taxi en Kabul sin cubrirse la cabeza primero, y que Kabul es el tipo de lugar donde solamente los reporteros desesperados, dementes o adictos a la adrenalina, eligen permanecer por mucho tiempo.
Lo que era solo un viaje de 3 meses, se convirtió en varios años de experiencias duras para una mujer en aquellos territorios de guerra interminable.
“You embrace the suck and move the fuck forward”
El espectador, acompañará a Tina Fey, productora y protagonista de Whiskey Tango Foxtrot, en el papel de Kim Barker, y los cambios vitales y profesionales que llevan a esta hasta Oriente Medio, donde trata de informar sobre una guerra “ya olvidada” junto al residual Ejército estadounidense que permanece en zona de combate.
“Whiskey Tango Foxtrot es una película que habla de historias humanas, y sobre relaciones sociales, de cómo una mujer abandona su rutina, y se embarca en un viaje completamente distinto”, explicó el director John Requa.
Es un drama bélico, con tintes de humor negro y bastante satírico; o una mezcla muy irregular de travieso humor negro, y drama tópico:
No todo es fiesta hedonista, por supuesto.
Hay que presentar informes, después de todo; y con la ayuda del General Hollanek (Billy Bob Thornton), con cuyas tropas Kim viaja; y el fiel y servicial Fahim Ahmadzai (Christopher Abbott), un local que actúa como intérprete y mediador cultural; Kim sigue la pista de algunas historias de guerra bastante convincentes para contar cuando vuelva a casa.
Y algunas de esas historias, tales como reportar un bombardeo de una escuela de niñas en Kandahar, hacen que Kim busque “el sentido de su vida”
Un montón de personajes exhiben la decencia de maneras grandes y pequeñas:
Los marines tratan a Kim y a los ciudadanos afganos con dignidad y respeto, en medio de una compleja y peligrosa misión, con objetivos turbios, en su mayoría inalcanzables.
Mientras que Fahim intenta conscientemente a hacer su trabajo, y mantiene a la testaruda Kim fuera de problemas.
Y cuando ella comienza a tomar riesgos cada vez más peligrosos, Fahim diligentemente le dice que se está habituando a la violencia de Afganistán, y que ella está actuando como una drogadicta en busca de algo más potente.
Por el bien de su nueva esposa, Fahim finalmente le dice a Kim, que ya no puede someterse a su imprudencia.
Al menos Kim no se rinde inmediatamente, o completamente a la atmósfera corrompida que impregna el compuesto culturalmente aislado de los reporteros.
Al principio, ella se mantiene fiel a su novio Chris (Josh Charles) en casa, hasta que se entera de que él la engañó; y se niega a usar el sexo como una herramienta para obtener información de los funcionarios afganos.
Así, Kim resiste al Fiscal General afgano, Ali Massoud Sadiq (Alfred Molina) un funcionario que está claramente dispuesto a intercambiar información por sexo.
E incluso hace a un lado los avances cargados de insinuaciones de Iain MacKelpie (Martin Freeman) al principio...
Pero cuando ella es confrontada por el engaño de su novio, pues ve brevemente a una mujer desnuda en el fondo, mientras que usa Skype con él; ella se lanza hacia Iain:
Los vemos besarse, abrazarse, desgarrar la ropa del otro, e ir a la cama juntos; a modo de una relación adulta, no solo basada en sexo, en apariencia.
A pesar de que su relación con el fotógrafo escocés comienza con una cita lujuriosa, ella aprende a quererlo, y tenazmente trata de salvarlo cuando es secuestrado.
Hasta que finalmente llega a la conclusión, de que el estilo de vida arriesgado y abusivo de la prensa en Afganistán, no es saludable, y no es lo que quiere abrazar a largo plazo.
En Whiskey Tango Foxtrot no hay conflicto central, aparte del obvio:
La Guerra en Afganistán.
Y aunque hay un tipo de narrativa lineal, basada libremente en las memorias de la reportera de la vida real Kim Barker; la historia se mueve de una situación extraña y peligrosa a otra, mientras la Kim Baker de pantalla se tambalea a través de miles de decisiones imprudentes e inmorales en el camino a la epifanía de que, ser un reportero de guerra en Afganistán, no es en última instancia, muy saludable.
Por ello, Kim, que nunca llega al significado que está desesperadamente buscando, parece que no lo logra encontrar.
Los directores, están aquí para estar al servicio de Tina Fey, cuya interpretación es tan enérgica como esencialmente predecible.
El elenco incluye a Margot Robbie, que interpreta a la también corresponsal en Oriente Medio, Tanya Vanderpoel; el actor Martin Freeman como el interés amoroso, o Alfred Molina como el acosador “bajo la manga”, entre otros.
Cabe destacar a Christopher Abbott, en el papel de Fahim, siempre dulce y atento con ella; creo que hasta le quiere y en muchas ocasiones se lo ha demostrado.
Su papel está muy bien hecho, y queda después del visionado como un personaje al estilo de Sancho del Quijote.
En Whiskey Tango Foxtrot nada le falta:
Información, acción, emoción, sensualidad, nivel de lenguaje, inteligencia, humor, suspenso, magnífica resolución cinematográfica con soberbia fotografía, vestuario, música, efectos especiales, exotismo, etc.
Mas una historia de amor que enriquece el interés de lo general, con la empatía que provoca lo particular.
Y lo que funciona mejor es sobre todo, los pequeños momentos:
Las bromas que aciertan, el buen rollo entre los reporteros y las extrañas maneras en las que las personas logran cierta normalidad, incluso en las circunstancias más impensables.
Evidentemente hay un preconcepto de género, pues Whiskey Tango Foxtrot no es del todo una comedia a carcajadas, que ha llevado a muchos, incluyendo críticos profesionales, a darle una discreta puntuación.
Whiskey Tango Foxtrot es un film que no pretende ser un “biopic” satírico en un contexto geopolítico asequible, sino que es una interesante historia desenvolviéndose en un ámbito caótico, lo cual puede dar a entender algo que aparentemente tantos interpretaron como defecto.
“Las memorias de Barker en Afganistán, son divertidas.
Creo que las personas debemos buscar el humor en situaciones dramáticas, y es lo que intentamos hacer aquí”, defendió Fey.
“El libro muy real, pero es algo divertido, son situaciones por las que todos pasamos como personas”, dijo la actriz refiriéndose al tema delicado  por los conflictos entre Estados Unidos en Afganistán y Pakistán.
La trama es la historia de lo que puede pasar una mujer al ser reportera extranjera en una zona de guerra.
“Lo más difícil para mí fue pretender que estábamos allá, pero en realidad nosotros grabamos en New México, eso fue uno de los más grandes retos”, dijo Fey.
Y es que contar chistes en el contexto de un conflicto que ha dejado miles de muertos en ambos bandos, es peligroso, pero la propia autora de las memorias, también señaló:
“Somos humanos, y allá donde hay personas, siempre pueden ocurrir cosas extrañas y divertidas, aunque sea en un territorio hostil”
Así, durante el metraje se ve a Fey parando a todo un convoy del Ejército para orinar en medio del desierto; a un alto representante del gobierno afgano bailando delante de una discoteca; o la típica historia de amor que empieza como un juego, pero que tiene un papel decisivo en la trama.
Kim Barker reconoció, que ver sus propias memorias en la gran pantalla fue “bastante raro”, aunque presumió de Whiskey Tango Foxtrot, porque según dijo, “refleja la realidad de un corresponsal, que trabaja 24 horas al día, pero que también tiene momentos de ocio y diversión”
Otro de los temas que aborda Whiskey Tango Foxtrot es la condición de la mujer blanca occidental en Oriente Medio, y la falta de seguridad que se vive en el territorio, el reto “más difícil” para Fey y Robbie.
“Lo más complicado fue transmitir el miedo de estar ahí, en una situación de vida o muerte”, destacó Margot Robbie.
“Lo que me atrajo de Whiskey Tango Foxtrot, fue el hecho de que relata, desde un punto de vista diferente, algo que vemos todos los días en los informativos.
Además, me gustan mucho los filmes que mezclan humor y drama.
Siempre me han gustado”, aseguró el actor, Billy Bob Thornton.
No obstante, en Whiskey Tango Foxtrot hay muchas referencias visuales y verbales al Islam.
A la conclusión del Ramadán, vemos a los musulmanes con sus ovejas de sacrificio.
Las conversaciones giran en torno a la aplicación estricta de la ley islámica de los talibanes.
Alguien se refiere a las burkas azules que las mujeres usan, como “la prisión azul”
Se implica la hipocresía de algunos musulmanes exteriormente estrictos en relación con el sexo, las drogas y el alcohol.
Otros musulmanes cantan “Allahu Akbar”, etc.
Mientras que Kim va en una cruzada personal, en protesta por la forma en que los practicantes más estrictos del Islam, violentamente se resisten a permitir que las mujeres sean educadas…
Otro dato, el general, en el campo se compara a La Guerra en Afganistán a una forma violenta de bestialidad; mientras por la ventana de su pequeño apartamento, Kim ve en varias ocasiones, a perros copulando en el patio de abajo...
Sobre la violencia, vemos que Kim filma una emboscada donde marines quedan atrapados en un tiroteo, y utilizan un misil antitanque Javelin, para destruir a rebeldes que se refugiaban detrás de un camión.
Y un drone elimina gente, en ambos bandos de la lucha.
Vemos un cadáver desfigurado quemado, así como muchos soldados heridos, sangrando en una sala de hospital.
Así como una incursión de marines que incluye una gran cantidad de disparos letales.
O cuando Fahim habla de padres adictos a las drogas, que rompen los huesos de sus hijos como excusa para llevarlos a la sala de urgencias, donde roban morfina y analgésicos…
Y le dice a Kim, que el 90% de los opiáceos narcóticos en el mundo, derivan de los cultivos de amapola de Afganistán, una realidad que verdaderamente entristece.
Después de todo, Whiskey Tango Foxtrot no es del todo una comedia.
“Let us have the American version of this conversation”
El género femenino, ha sido una ventaja en la vida profesional de una de las fotógrafas de guerra con más renombre del siglo XX:
Christine Spengler, a la hora de camuflarse en el mundo árabe, fue recibida en 3 ocasiones por el ayatolá Jomeini.
“Le hacía las preguntas a través de su mujer”, cuenta; y gracias a la complicidad que alcanzó con la esposa y con las hijas del ayatolá, ella fue la única que pudo acceder a La Casita Verde, el día de su muerte.
La corresponsal de BBC, Hillary Andersson, también aludía a las ventajas de su género para su profesión en un artículo publicado en 2003, en la revista British Journalism Review, en el que asegura que “La Guerra de Irak, fue una buena guerra para las reporteras”
Reconocía que compartir una pequeña tienda de campaña con 10 hombres en una montaña de Afganistán, presenta sus retos, pero que “cuando se trata de seguridad, es mejor ser una mujer en la guerra”
Las reporteras españolas, corroboran esta creencia extendida entre las periodistas internacionales:
“Las mujeres tienen acceso a los 2 mundos, mientras que un periodista hombre, es difícil que hable con las mujeres, o tan si quiera que vea sus caras en una zona rural.
Nosotras somos mejor aceptadas que los hombres por la sociedad local, por lo que aportamos un plus a la información”, señala.
“En más de una ocasión, he ido a un ministerio a hacer una entrevista que no había concertado, y por el hecho de ser periodista y mujer, te la conceden.
Los afganos son muy respetuosos con las mujeres, mientras que con un hombre esto no pasaría”, destaca la freelance.
Respecto a los hechos en Afganistán, La Agence France-Presse (AFP), informando en un reportaje del 2004, en número de la revista The New Yorker, escribió que El Coronel retirado del ejército, Hy Rothstein, “quien sirvió en Las Fuerzas Especiales del Ejército por más de 20 años... se le encargó por parte del Pentágono para examinar La Guerra en Afganistán, concluyó que el conflicto creó las condiciones que han dado a “Los Señores de La Guerra, bandidaje y la producción de opio un nuevo aliento de vida...”
La conducta de las fuerzas estadounidenses, fue criticada en un informe titulado:
“Enduring Freedom - Abuses by U.S. Forces in Afghanistan” realizado por el grupo de derechos humanos, basado en Estados Unidos, Human Rights Watch en el año 2004.
Algunos eruditos pakistaníes, tales como Masood Ashraf Raja, editor de Pakistaniaat, también han proporcionado un forma más específica de crítica que se relaciona a las consecuencias en la región de la guerra contra el terror.
Y respecto al tema de las reporteras de guerra, este aumento de su presencia, informando a pie de guerra, ha provocado que se conviertan en noticia algunos casos concretos de agresiones a reporteras.
En 2011, la corresponsal de CBS, Lara Logan fue agredida sexualmente por un grupo de manifestantes durante las revueltas en La Plaza Tahrir en Egipto.
Los medios de comunicación, se hicieron eco del suceso, y las principales organizaciones por los derechos de los periodistas, abrieron un amplio debate sobre la situación de inseguridad de las reporteras en zonas en conflicto, sobre todo en países donde no se respetan los derechos humanos de la mujer.
Tras los ataques, Reporteros Sin Fronteras (RSF) emitió un comunicado a los medios, para pedir que dejasen de enviar momentáneamente a mujeres a zonas de conflicto.
“Que un medio dejase de enviar a mujeres, me parecería fatal, pero que RSF haga un comunicado en ese sentido, resulta increíble” asegura la periodista freelance, Mónica Bernabé, asentada en Kabul desde el año 2007.
“Los medios de comunicación occidentales, se acogen a este tipo de hechos para concluir que una mujer corre más riesgo que un hombre en un país árabe, cuando un hombre también puede ser violado en una cárcel”, reivindica otra freelance española, Mayte Carrasco, que ha cubierto conflictos como el de Siria o Mali.
La periodista considera, que una mujer occidental corre el mismo riesgo que la población local, por tanto, “la noticia no es que 3 reporteras hayan sido agredidas, sino que le 90% de las mujeres egipcias lo han sido alguna vez por la calle”
El debate sobre los riesgos que corren las mujeres, y el tipo de medidas de seguridad específicas que habría que adoptar, viene de lejos.
En 2005, el International News Safety Institute (INSI), elaboró un informe sobre reporteras de guerra, con más de una década de experiencia en conflictos.
El 82% de las encuestadas, aseguraba haber sufrido ataques o intimidaciones mientras informaban, y más de la mitad habían sufrido acoso sexual.
“Existe la preocupación de que las mujeres puedan enfrentarse a peligros particulares, informando desde áreas en conflicto, o desde países con regímenes represivos, a los que no se arriesgan sus compañeros varones”, decía el informe.

“There's only so much any of us have any control of, good or bad.
If you didn't learn that in Afghanistan, you were not paying attention”



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