The Town That Dreaded Sundown
“In the spring of 1946, in the small town of Texarkana, on the Texas/Arkansas border, a series of horrific murders were committed by a masked assailant known only as The Phantom Killer”
A lo largo de la historia, se han conocido una infinidad de asesinatos y casos sin resolver, muchos de ellos han quedado sumidos en el más profundo y oscuro misterio, y han dado lugar a infinidad de leyendas.
En este tipo de crímenes, el culpable y autor de los mismos, no logra ser capturado.
Esto puede ser ocasionado por muchas razones:
Falta de pruebas o ausencia de testigos, falta de recursos de la policía o la incompetencia de los investigadores, mal manejo de los indicios y evidencias, errores en la investigación, o incluso la alteración de la escena del crimen...
Algunos casos son cerrados luego de transcurrir un largo período de tiempo, muchos casos sin resolver permanecen abiertos, pero inactivos, a veces durante décadas, sin lograr encontrar más indicios o pruebas sobre el sospechoso.
Otros encuentran solución gracias a nuevas técnicas forenses, avances científicos y técnicos, como pruebas de ADN, microscopios, rayos X, reconstrucciones faciales, o retratos robot.
En ocasiones, los crímenes sin resolver, ejercen gran fascinación en el público, originando hipótesis y teorías en torno a los hechos, o a sus posibles autores.
Algunos crímenes, cuyas investigaciones quedaron suspendidas, y que incluyen también desapariciones de personas o extrañas muertes, son los denominados “Cold Cases” o “Casos Fríos”
En 1946, en EEUU, fueron atacadas 8 personas, entre los meses de febrero y mayo en Texarkana, Texas.
Entre cada crimen transcurrieron en general 3 semanas, aunque no siempre fue así.
La mayoría de los ataques se produjeron en noches de Luna Llena, pero a veces no coincidió; siendo descrito el asesino, como un hombre de 6 pies de alto, que llevaba una máscara blanca sobre su cabeza, con agujeros para los ojos y la boca, aunque no pudieron ponerse de acuerdo en cuanto a, si el agresor era un hombre negro de piel clara, o un hombre blanco, algo oscuro o bronceado.
El “modus operandi” establecido para el asesino, es que atacó a parejas jóvenes de las zonas solitarias o privadas a las afueras de límites de la ciudad con una pistola de calibre .32; aunque el asesino utilizó un calibre diferente, .22 para el asesinato de los Starks.
Eso sí, siempre atacado en fin de semana, generalmente de 3 semanas de diferencia, y siempre a altas horas de la noche.
Esta indefinición en las pautas, junto con el hecho de que el asesino cubría su rostro con una capucha blanca, provocó que la policía fuera incapaz de atrapar al agresor, a quien los medios bautizaron como “El Asesino Fantasma”
Fueron 4 meses de terror en Texarkana, cuyo índice de criminalidad era bajo, y cuyos delitos tenían más que ver con robos de poca monta, y detenciones de fin de semana por excesos vinculados al alcohol.
Peor el 22 de febrero de 1946, 2 jóvenes que regresaban del cine, Mary Jeanne Larey de 19 años, y Jimmy Hollis de 24, decidieron hacer una pequeña parada en un solitario lugar para tener un poco de intimidad, como muchos jóvenes de su edad…
Mary y Jimmy estaban hablando tranquilamente, cuando una sombra apareció al lado del conductor.
Era una aterradora figura con un saco cubriéndole la cabeza...
Les obligo a salir, y les ordeno que se desnudaran totalmente, después golpeo al chico, y Mary aterrada, salió corriendo.
El agresor la alcanzo, y la golpeo dejándola sin sentido en medio de la carretera.
Mary y Jimmy lograron salvar sus vidas, pero comenzaba una de las pesadillas más oscuras y sangrientas de la historia criminal de EEUU, los conocidos como “Texarkana Moonlight Murders”, en los que el asesino sería conocido como el “Phantom Killer”, el cual jamás fue atrapado, dejando una huella indeleble en los habitantes de la ciudad y su historia.
El segundo ataque se produjo el 24 de marzo del mismo año:
Los cuerpos sin vida de Richard Griffin de 29 años, y Polly Ann Moore de 17, fueron encontrados acribillados a balazos con un revólver del calibre .32, dentro del auto.
Ella había sido brutalmente violada...
Asustados por lo que estaba empezando a convertirse en un caso serio, las autoridades de la ciudad, ofrecieron una recompensa de $500 para quien pudiera dar alguna pista sobre el asesino encapuchado.
Además, lanzaron una campaña para impedir que la gente saliera por la noche, y cerrara sus casas al anochecer.
Los resultados no fueron inmediatos.
El 13 de abril de 1947, Betty Joe Broker de 15 años, y Jerry Atkins de 16, jóvenes pertenecientes a una banda de música local, fueron encontrados muertos en una solitaria zona.
La policía encontró el cuerpo de Jerry a 1 kilómetro del auto donde Betty fue violada, y asesinada.
El saxofón de la chica, fue encontrado meses después en una carretera aislada…
Tras este nuevo asesinato, la recompensa subió a los $4.200, y los famosos Rangers de Texas se incorporaron a la caza del asesino.
Aun así, el 3 de Mayo, Virgil Starks de 36 años, y su esposa Katy de 35, fueron brutalmente atacados en el interior de su domicilio.
El asesino mató a su marido, y Katy recibió 2 disparos, uno de los cuales le voló los dientes, motivo por el cual, el psicópata dio por muerta a la mujer.
Katy sería la única persona que sobrevivió al ataque armado del conocido como “Fantasma de Texarkana”
Los investigadores del caso fueron:
El Jefe Sheriff Adjunto del Condado de Miller, Tillman Byron Johnson; El Detective de la policía del estado de Arkansas, Max Andrew Tackett; El Sheriff del Condado de Bowie, William Hardy “Bill” Presley; El Jefe de la policía de Texas City, Jackson Neely “Jack” Runnels; y El Ranger texano, Manuel Trazazas “Lobo Solitario” Gonzaullas.
Éste último, trató de atrapar al “Fantasma” mediante la contratación de adolescentes usados como cebo; algunos de los cuales eran los hijos de los Rangers de Texas, usados como señuelos en coches aparcados, mientras que los oficiales esperaban en las inmediaciones.
Los oficiales también se ofrecieron como señuelos, algunas de ellos con personas reales, otros con maniquíes.
Tras el asesinato de Booker y Martin, algunos oficiales se escondieron en los árboles en Spring Lake Park; a pesar de todos los esfuerzos, “El Fantasma” no mordió el anzuelo.
Después de que el primer asesinato doble, algunos padres advirtieron a sus hijos no estar fuera a altas horas de la noche.
Hasta que el segundo doble asesinato conmocionó a la ciudad, y los toques de queda se establecieron hasta para las empresas.
La altura de la histeria de la ciudad se agravó tras el asesinato de Virgil Starks.
La Gaceta de Texarkana declaró el domingo 5 de mayo, de que el asesino podría volver a atacar en cualquier momento, en cualquier lugar, y en cualquier hora.
Antes, era normal que salir y dejar la casa abierta, pero pronto os residentes comenzaron a bloquear las puertas, tirando abajo las cortinas, bloqueando ventanas, y a armarse con armas de fuego.
Durante los fines de semana, los residentes de Texarkana mantuvieron a la policía ocupada por la gran cantidad de informes de merodeadores que inundaron la estación.
Un oficial afirmó, que casi todas las alarmas fueron el resultado de la emoción, imaginación, e incluso, cerca de la histeria.
Casas y barrios pusieron poderosas luces, mientras varias empresas, incluyendo cafés, teatros y centros nocturnos, perdieron muchos clientes.
Uno de negocios, reportó una caída del 20%.
Durante las noches, las calles estaban prácticamente desiertas, hasta cuando el alba se acercaba, por lo que la ciudad se convirtió irónicamente, en un “pueblo fantasma”
Otra parte de la histeria vino porque al asesino que llamó “Fantasma”
Sin embargo, como resultado de todas las prevenciones, cada 3 semanas, como no hubo asesinatos, el miedo de la ciudad comenzó a decaer poco a poco; aunque la histeria se prolongó durante todo el verano y, finalmente, se desvaneció 3 meses más tarde.
Los Rangers de Texas, en silencio dejaron Texarkana, poco a poco, a lo largo del mes de octubre; obviamente, esto no fue anunciado para evitar que “El Fantasma” intentara otro ataque.
Respecto a las investigaciones, en junio de ese mismo año, 1946, las autoridades detectaron un coche a las afueras de un supermercado, que se correspondía con las características del coche del homicida.
El vehículo pertenecía a Youell Swinney de 29 años, con antecedentes por robo; pero jamás se pudo probar que Youell fuera el asesino encapuchado, y se le llego a administrar el suero de la verdad, pero nunca consiguieron una confesión en firme.
Lo que sí fue un hecho, es que los asesinatos en Texarkana del encapuchado, cesaron en aquel preciso instante.
El asesino fantasma, nunca fue identificado por la policía, y no fue detenido; al igual que los asesinos en serie más conocidos:
Jack “El Destripador”, quien operaba en el área de Whitechapel de Londres, Inglaterra entre finales de 1880 y la década de 1890; y “El Asesino del Zodiaco”, en el que se operaba en la zona norte de California durante los años 1960, y principios de 1970; ambos de los cuales, también no fueron detenidos por sus actos.
Aun así, el caso del asesino Fantasma de Texarkana, sigue abierto.
Y es que el verdadero capital histórico de Estados Unidos, reside en su “crónica negra”; y parece ser la única nación que se enorgullece de poseer una larga trayectoria de crímenes violentos, tanto resueltos como no resueltos.
Sea sintomático o no, de asimilarlos con mayor madurez que otras sociedades, o condenarlos, o sencillamente por una noción del espectáculo más arraigada que en Europa, los EEUU saben qué hacer con sus asesinatos:
Series, novelas, películas, canciones…
Sin embargo, en pleno siglo XXI, una de las claves de que el cine de psicópatas se haya estancado, es que parece haber miedo a contar nuevas historias, y los productores prefieren apostar por las ideas que ya han demostrado su éxito con anterioridad.
Eso se ha traducido en una avalancha de remakes durante los últimos años, que rara vez ha traído algo bueno.
“The following happened in Texarkana last year”
The Town That Dreaded Sundown es una película de terror, del año 2014, dirigida por Alfonso Gómez-Rejón.
Protagonizada por Addison Timlin, Spencer Treat Clark, Denis O'Hare, Gary Cole, Veronica Cartwright, Anthony Anderson, Travis Tope, Joshua Leonard, Andy Abele, Gary Cole, Edward Herrmann, Ed Lauter, Arabella Field, Wes Chatham, Morganna May, Jaren Mitchell, entre otros.
El guión es de Roberto Aguirre–Sacasa, siendo una meta secuela de la película de 1976, del mismo nombre; todo un clásico de culto, y durante muchos años, una película difícil de ver, ya que solo había sido lanzada en VHS durante la década de los años 80; y basada también en “El Fantasma” que atacó a 8 personas en 1946, en la localidad de Texarkana, Texas; cuidad que está en la frontera de Texas y Arkansas.
Para comenzar, vale decir que hablar de “meta cine”, es referirse a aquellas películas en las que aparece el mundo del cine de algún modo; es decir “el cine dentro del cine”; digamos que es un recurso cinematográfico que se utiliza para varios fines, y con diferentes propósitos; se pueden utilizar secuencias de otras películas, e integrarlas en nuevos films.
Con esto se consigue dotar de prestigio a la película, que incluye en su interior, una escena de otra película.
The Town That Dreaded Sundown, nos sitúa en un mundo en el que ya existe el film original de 1976, que fue dirigido por Charles B. Pierce, y protagonizado por Ben Johnson, Andrew Prine, y Dawn Wells, entre otros; por lo que es ya, una parte importante de la cultura popular de la ciudad de Texarkana.
Así, han pasado 65 años desde que el asesino fantasma aterrorizase a la pequeña localidad, y casi 40, desde que Charles B. Pierce dirigiera la película sobre dichos asesinatos.
Por lo que Texarkana ha recuperado la calma, e intenta superar su pasado traumático.
Entre otras estrategias, para conseguirlo, proyecta la película en el cine del lugar, algo que divide a la población…
Durante uno de estos pases, Jami Lerner (Addison Timlin) y Corey Hollan (Spencer Treat Clark) deciden abandonar el cine, y buscar un lugar apartado en Lover’s Lane, una zona alejada que solían frecuentar jóvenes parejas en los años 40, y sí, donde se cometieron los crímenes del asesino fantasma...
Contra todo pronóstico, éste hace su aparición, y ataca a la pareja.
A partir de ese momento, Jami, hija de periodistas del lugar, tendrá una misión:
Que la historia del enmascarado no se olvide, y salga a la luz.
Pero…
¿Quién, 60 años después, está dispuesto a continuar el legado del asesino fantasma?
¿La historia se repite, o alguien ha visto la película original demasiadas veces?
Alfonso Gómez-Rejón nos ofrece un buen “slasher” con su versión de The Town That Dreaded Sundown, una obra modernizada y atractiva, con un guión bien hilvanado, y unas escenas que no tienen nada que envidiar a las últimas obras del género; aunque ha sido un poco vilipendiada, es un clásico moderno que debe ser recuperado como un complemento perfecto a la película original.
“I don't think we'll figure out who the Phantom is now unless we figure out who he was back then”
El realizador de la serie “American Horror Story”, Alfonso Gómez-Rejón, en su debut como director de largometraje, y primera cinta distribuida por BH-Tilt, nueva distribuidora multiplataforma independiente, que se encargará de comercializar en Estados Unidos, los filmes producidos por Blumhouse Productions, también incluso algunas producciones ajenas que están teniendo algún que otro problema para llegar al espectador; nos entrega The Town That Dreaded Sundown, un film que no se limita a brindar escenas tontas de violencia, sino que además, presenta un buen relato de suspenso; una trama que además ubica al “Phantom Killer”, al mismo nivel de Jason Voorhees o Michael Myers; y parece muy interesante, el modo en que Aguirre-Sacasa abordó la historia, porque The Town That Dreaded Sundown no es una “remake”, ni tampoco una secuela directa de la producción original.
En realidad, es una propuesta que juega con la leyenda del “Phantom Killer” y los crímenes de Texarkana, al mismo tiempo que celebra la obra de Charles Pierce, haciendo de la película clásica de 1976, un elemento más de la trama.
Inclusive, incorpora entre los personajes, al hijo del director, Charles Pierce, interpretado por Dennis O’Hare; y se permite incluso insertar fragmentos de la obra original durante las escenas de asesinato.
Por otro lado, se trata de una propuesta cuya acción se desarrolla en 2013, pero cuya estética es eminentemente setentera, del mismo modo que Pierce lograba una película de los 70, en su concepción del “slasher”, con una deslumbrante ambientación de los años 50.
The Town That Dreaded Sundown, se presenta entonces como una suerte de cóctel de naturaleza mixta:
Podría ser un “remake” de la película de 1976, pero también un “reboot” de la misma, y definitivamente, una secuela.
Y durante todo su trayecto, no se decanta por ninguna de las 3 opciones.
Las desarrolla, de hecho, y consigue mantener el tipo hasta el final; por lo que no es necesario haber visto la anterior, pero la parafrasea constantemente.
Teniendo en cuenta que The Town That Dreaded Sundown se mueve entre estas 3 categorías, hace lo propio del momento:
Intentar actualizarse.
Así, los móviles juegan un papel importante, el asesino se comunica con Jami vía email, y entre las nuevas parejas de víctimas, hay 2 chicos homosexuales…
El conflicto se inicia en la noche de Halloween de 2013.
Al principio se resumen los hechos reales al espectador, y se explica que en 1976, la película de Pierce terminó por hacer famosos estos hechos en la cultura popular.
Por lo que durante la festividad de Noche de Brujas, los jóvenes de Texarkana se reúnen en el autocine del pueblo para ver “The Town That Dreaded Sundown”
Allí, una pareja que se encontraba mirando el film, en un momento decide alejarse del autocine, y resultan atacados por un psicópata que luce igual al “Phantom Killer” del film de Pierce.
El asesino, apuñala salvajemente al joven, y deja libre a la chica con un mensaje para el pueblo:
“Esto es por Mary”
A partir de ese momento, Texarkana vuelve a ser noticia en los medios, después de 60 años, cuando “Phantom Killer” comienza atacar otra vez.
De la producción, The Town That Dreaded Sundown tiene sus raíces en la televisión, pero que no se olvida de ser cine.
Por ella pululan las licencias artísticas y narrativas que su director, que ya ha exhibido en el ámbito televisivo, y el producto desprende cierto aroma a “American Horror Story” con planos inclinados, fuera de campo, fundidos, elipsis, y cualquier otro tipo de recurso efectista, del que ya haga abuso en la serie.
La fotografía es espectacular, y los momentos de violencia son bastantes intensos.
El villano en este caso, no tiene nada que envidiarle a otros del género, y se luce en algunos momentos aterradores.
Sin embargo, lo mejor pasa por el misterio de la trama, que incluye un giro inesperado al mejor estilo de la saga “Scream”:
Asesinos modernos, víctimas adolescentes, y pistas falsas tremendamente evidentes; y ésta versión, quizás se sitúa en el extremo opuesto:
Ojos azules del asesino, policías que ocultan algo, familiares de supervivientes de la anterior masacre…
Básicamente todo se convierte en una repetición constante de situaciones que siguen este patrón:
El asesino ataca, da un mensaje, se le avisa a la policía, un poco de amor juvenil con alguno que otro guiño homosexual que no puede faltar en cualquier cosa en la que esté involucrado Ryan Murphy, y el asesino vuelve a atacar.
No por casualidad, Ryan Murphy, verdadera alma mater de la serie “American Horror Story”, deja su impronta en las escenas de sexo, y la de corte homosexual; y en la aparición de cierto secundario, cuya presencia se justifica como uno de los engranajes argumentales esta secuela, el hijo del realizador de la película original.
No obstante, lo más decepcionante es que nunca logran generar un mínimo de suspenso, o construir una atmósfera atrapante para convertir las apariciones de “The Phantom Killer” en algo especial; de hecho, la mayoría de los asesinatos se limitan a ser una copia de los originales, evidenciando poca imaginación al momento de tratar de brindarle un sello propio a esta versión que, si bien presenta más violencia, nunca logra utilizarla completamente a su favor.
Además, el relato me parece bastante débil en su aspecto policial, pues a raíz del ataque inicial, surgen 2 líneas paralelas:
La investigación de la policía, línea que no nos lleva a ningún lado, y que sólo está ahí para agregar minutos y guiños; y la investigación personal de la protagonista, también llena de guiños meta-cinematográficos, pero mejor hecha por tener el toque humano de la chica, y por presentar una especie de lucha entre ella y el asesino; mejor dicho, entre lo que representan, como 2 fuerzas inasibles, que se acechan la una a la otra incansablemente.
Y he acá una importante dicotomía que se desnuda por completo al final:
Esto del imposible retorno del asesino, se hace inverosímil y ridículo una vez revelado el misterio, el cual, el espectador atento podría ver venir desde la mitad del relato, nuevamente por seguir los típicos vicios del cine de terror de asesinos “moral o justicieramente vengativos”, o así... lo que nos hace ver que lo realmente importante era el significado algo más abstracto del asunto, el del significado de la presencia no visible ni tangible del asesino, su aspecto fantasmal, y cuasi metafórico para la protagonista y el pueblo; con un final bastante pobre.
Y es que al final, El Oficial Foster (Joshua Leonard), se sienta en la espalda de Jami, y cuando va a apuñalarla, esta coge su pistola, se da la vuelta, y le pega un tiro…
Pues bien, la escena es imposible, porque el policía está presionando todo su peso sobre la chica, ya que ella podría coger la pistola, pero no darse la vuelta con tanta rapidez, ya que tiene unos 90 kilos encima…
Si bien, la chica buscaba resolver el misterio, la gracia del asunto es que eso mismo enriquecía su búsqueda personal, su aceptación con la propia personalidad.
Creo que el director quería aprovechar todo el lío del asesino, para instalar este drama de la protagonista, esa interrogante interna y perpetua, que se ve resuelta una vez que lo del asesino se esclarece.
Y no es baladí, que en esta película, todo el legado cultural y social de “The Phantom” se vea como un fenómeno viral y banal por parte de los adolescentes, y no como el peligro mortal y atroz que realmente fue, como se nos mostraba en la cinta de Pierce; por tanto, me parece que Gómez‐Rejón hace una película sobre fantasmas, y sus consecuencias internas; ya sea para una comunidad como para una persona, y de las culpas que deben exorcizarse de alguna manera…
Y en parte es predecible, pero sobre todo, carente de fuerza para lo que supuestamente es, un suceso relevante, después de tantos años de misterio.
La diferencia sustancial con “The Town That Dreaded Sundown” (1976), optando por construir un “pre slasher” que omite voluntariamente a su asesino, dejándole en segundo término durante la mayor parte del metraje, solamente reclama su protagonismo en las secuencias de acoso, en las que el director lo retrata como una especie de fuerza de la naturaleza, un ente de perversidad casi telúrica, para centrarse, fundamentalmente, en las consecuencias de sus acciones, y en el miedo y la paranoia que estas provocan en la pequeña ciudad del condado de Bowie, en la que se sitúa la acción.
Pierce no intentó, en realidad, proyectar sobre la pantalla los hechos reales, sino cómo estos, a través del tamiz deformante que supone el tiempo, se convirtieron en un cuento de terror que le asustó durante su infancia, igual que la cercanía geográfica y temporal al “Hijo de Sam” y al “Asesino del Zodíaco”
De esa manera, el mito, personificado en el “psychokiller” que interpretara el “stuntman” Bud Davis, se impone frente a lo aparentemente real, transmite su violencia, y la expande hasta la propia planificación, como si, en realidad, perteneciera a una película que transcurre de forma paralela a la que estamos viendo, y se colara en ella de forma inesperada.
Una idea que recupera y multiplica, con sorprendente complejidad conceptual, “The Town That Dreaded Sundown” (2014), en la que director, Alfonso Gómez-Rejón, y guionista, Roberto Aguirre-Sacasa, desdibujan las líneas entre secuela, “remake” y homenaje, para construir lo que tras sus formas genéricas, en realidad es una reflexión, si se quiere un ensayo audiovisual, sobre la imposibilidad de construir un relato tan puro, tan vacío de referentes genéricos, como la versión original de Charles B. Pierce.
No es casual, que tanto Pierce como Gómez-Rejón, crecieran en el sur de los Estados Unidos, uno en Arkansas, el otro en Texas.
En ambas versiones de The Town That Dreaded Sundown, sus respectivos autores vuelcan su experiencia personal a la hora de retratar el lado más conservador, más retrógrado, de la cultura sureña de los Estados Unidos, que de alguna manera, toma forma corpórea en ese asesino en serie fantasmal, desconocido; y no es casual que en la versión de 2014, no se logre desvelar su identidad:
Es precisamente su anonimato, y su súbita desaparición, lo que le hace más inquietante.
Ya en la versión original, “El Asesino Fantasma” ejerce como una especie de represor sexual, apareciendo cada vez que las parejas de Texarkana tienen algún tímido acercamiento carnal, algo que potencia su adaptación contemporánea, al convertirlo en algo así como una proyección del deseo reprimido de su protagonista; al fin y al cabo, el asesino asoma por primera vez en la pantalla, cuando está intimando con su novio, y ojo, en el guion original de Aguirre-Sacasa, en el ataque consecuente, este último era violado analmente por el psicópata antes de morir, dando pie a lecturas muy jugosas; aunque lo pueda parecer, es un detalle aislado y descuidado.
Porque la protagonista no es la única habitante de Texarkana que, en algún momento, parece imbuida por esa especie de espíritu del mal contagioso, casi vírico:
El extrañísimo Paul Mason (Colby Boothman-Shepard) se viste como él, para acabar abatido por la policía; El Reverendo Cartwright (Edward Herrmann) le envía un e-mail a Jami en su nombre para ayudar a transmitir el terror a sus conciudadanos…
No son solamente pistas falsas para confundir al público; se trata de las consecuencias de esa infección que supone “El Asesino Fantasma” para los habitantes del pueblo, una enfermedad endogámica, irremediable, que afecta más a unos que a otros, pero que los condena a seguir repitiendo la historia, una y otra vez, de forma cíclica.
Por su parte, Pierce terminaba The Town That Dreaded Sundown con un detalle puramente meta-narrativo:
Un plano de los pies del asesino, acudiendo al cine a ver la misma película que estamos presenciando.
En cambio, en los primeros compases de la versión de 2014, se encadenan planos del filme de Pierce, con lo que está ocurriendo en el presente, hasta que en el autocine en el que se está proyectando el largometraje original, los espectadores ven simultáneamente, el icónico asesinato con el trombón de Peggy Loomis (Cindy Butler), y la llegada de Jami, ensangrentada, recién huida de las garras del asesino.
Con ello, Gómez-Rejón alude a esa naturaleza cíclica de los acontecimientos a lo que antes aludía, como si de alguna manera, al rodar la película original, Charles B. Pierce, hubiera logrado capturar el mal...
Se trata de la constatación de que no hay cierre para la historia.
No hay escapatoria.
Por más que huya de Texarkana, que intente rehacer su vida lejos de allí, Jami siempre va a arrastrar consigo la maldición de haber nacido allí, en lo más profundo del sur estadounidense.
El mensaje político que subyace tras ello es, desde luego, tremendamente descorazonador.
Como producción cinematográfica, la actualización del material, la ha degradado a una historia de consumo, orientada al público adolescente en su mayoría, y que prefiere el impacto inmediato a un clima más elaborado y perenne.
La producción es bastante sólida en general, aunque con algunos detalles que fastidian un poco, por ejemplo:
La historia se lleva a cabo en la época actual, pero está ambientada como si se tratara de los 70s, o en algunas escenas, el trabajo de iluminación no es del todo agradable.
Este ambicioso intento de “reboot” de puro meta cine, desaprovecha su potencial y lo efectista de su puesta en escena, y acaba siendo poco terrorífico e intrigante, hasta llegar a una tópica resolución final, que busca el giro argumental imposible, a pesar de que dicha resolución se huele casi desde la mitad del metraje.
Y finalmente, para algunos acaba vilipendiando a su referente, y no hace justicia a un material que lleva 70 años pidiendo a gritos ser revisitado y reiniciado.
“El Asesino Fantasma”, “El Hombre del Saco”, merecía un “reboot” de mayor calibre.
A pesar de eso, The Town That Dreaded Sundown cuenta con un buen trabajo de sonido, buenos efectos, y un trabajo de maquillaje decente en las muertes que lo ameritan; aunque no alcanzó su potencial absoluto, en cuanto a ir más allá con el mito del Fantasma, y traer más detalles interesantes sobre su historia.
De las actuaciones, Addison Timlin no lo hace mal, sigue un rol muy básico, que termina sintiéndose como el más natural dentro de un montón de actuaciones exageradas, o que rayan en lo caricaturesco.
Genial y ambiguo resultó Travis Tope, y la gran presencia de Veronica Cartwright, que a estas alturas, no tiene que demostrar nada; mientras Tope, teniendo poco que a lo que agarrarse, además de su belleza, en esencia lo que sabemos es que tiene un mínimo pasado, y ha de mantenerse siempre en el filo de la duda, pero defiende con bastante dignidad su trabajo.
Spencer Treat Clark como Corey, sorprende por su cambio físico, al ser el niño que hacía de sobrino de Commudus en “GLADIATOR” (2000), pero hasta ahí.
Y Anthony Anderson, como un hombre-de-ley rudo y convencido en cazar al asesino; es casi un personaje cómico, que debería ser el antagonista por excelencia, tal como lo fue el valiente Texas Ranger Manuel T. Gonzaullas en la vida real; ya que este hombre fue asignado por El Gobernador de Texas para atrapar al villano, lo cual nunca pudo materializar.
En fin, fue una oportunidad desperdiciada para sacar provecho a un personaje histórico tan destacado.
Del resto del reparto, algunos personajes secundarios no pesaron más de lo que debían, como El Reverendo corrupto, y la gente del gobierno, así como algunos vecinos que pudieran ser sospechosos.
Quedan los asesinatos, como el del trombón, y los otros ligados naturalmente al sexo, como la de inicia con sexo manual, luego un sutil sexo anal a la primera víctima; seguida de una escena de sexo casi pornográfica en un motel; la de sexo homosexual con el trombón figurativamente, y la de sexo oral…
Por último, la banda sonora compuesta por Ludwig Göransson, pasa desapercibida.
“Every year on Halloween “The Town that Dreaded Sundown” is screened somewhere in Texarkana, in tribute to the Phantom's legacy of death and blood”
El Dr. Anthony Lapalla, un psicólogo de La Institución Correccional Federal en Texarkana, cree que el asesino tenía la intención de seguir haciendo ataques inesperados, como el de Virgil Starks en las afueras de la ciudad.
También creía, que era la misma persona que cometió el asesinato de Starks, Betty Jo Booker, Paul Martin, Polly Ann Moore, y Richard Griffin.
También creía, que el asesino estaba entre las edades de 30 años a 50 años de edad.
Dijo que el asesino estaba aparentemente motivado por un fuerte deseo sexual, y que era un sádico.
Se dice que una persona que comete este tipo de delitos, es inteligente, astuta y con frecuencia, no aprehendida.
De acuerdo con las teorías de Lapalla, el asesino sabía en todo momento lo que se estaba haciendo en la investigación, y sabía que los caminos solitarios estaban siendo vigilados, de ahí que eligiera la casa a las afueras...
Señaló que sus declaraciones eran teorías, conjeturas que se basaban en un gran número de personas que habían cometido delitos similares.
Dijo que en muchos casos, el asesino no es aprehendido, y en algunos casos va a desviar la atención de otras comunidades lejanas, donde se cree, están los crímenes cometidos por un individuo diferente, o de lo contrario, va a superar el deseo de matar, y asaltar a mujeres.
Lapalla dijo, que el asesino no es probablemente un “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, y que podría llevar una vida normal, que parece ser “un buen ciudadano”
También dijo, que probablemente no es un veterano de guerra, porque si el hombre había servido en las fuerzas armadas, incluso solamente 1 año, las tendencias maníacas serían evidentes.
Dijo que el asesino no era necesariamente un residente de la zona, a pesar de su conocimiento de la zona.
Dijo que todos los ataques mostraban evidencia de planificación y astucia, y que el asesino podría ser de otra comunidad, y conocía por sí mismo la zona.
Dijo que el fortalecimiento de la fuerza de policía, no lo iba a ahuyentar, pero que dejaría de buen grado, debido a la dificultad de haber cometido un crimen.
“Este hombre es extremadamente peligroso.
Él trabaja solo, y nadie sabe lo que está haciendo, porque no le dice a nadie”, dijo Lapalla, añadiendo que el asesino podría haber razonado en los crímenes del pasado, que la única manera de permanecer en el anonimato, es matar a todas las personas en la escena.
Así como Lapalla no creía que el asesino era un hombre negro, debido a que “en general, los criminales negros no son tan inteligentes”
A lo largo de las investigaciones del caso del asesino fantasma, casi 400 sospechosos fueron detenidos; el más aparente sospechoso, fue Youell Swinney, aunque nunca fue oficialmente acusado de cualquiera de los homicidios.
Swinney era un criminal conocido, con una historia de la falsificación y robo; y estaba vinculado a los asesinatos por las declaraciones de su esposa, Peggy, que se negó a declarar contra él en los tribunales.
Mientras 2 de los principales investigadores en el caso, Max Tackett y Tillman Johnson, creyeron durante el resto de sus vidas, que Swinney era culpable de los asesinatos.
La investigación sobre su participación en los asesinatos, finalmente, se desvaneció; aunque el caso sigue sin resolverse, y la evidencia física es casi inexistente en la actualidad.
Un libro de 2014, llamado “The Phantom Killer: Unlocking The Mystery Of The Texarkana Serial Murders”, escrito por el Dr. James Presley, afirma que Swinney es el culpable de los 5 ataques atribuidos al “Phantom”
Son embargo, hubo otros sospechosos como H.B. “Doodie” Tennison, pero fueron descartados por diferentes justificaciones.
Dice la leyenda, que el director del film de 1976, Charles B. Pierce, conocía la verdadera identidad del asesino serial en la vida real, pero nunca la hizo pública; por ello, inventaron el personaje de su hijo, quien es interpretado de manera que luce como un tipo desquiciado, después de saber la verdad.
Eso dice el mito...
Lo que es un hecho, es que cada mes de octubre, cerca de Halloween, la película “The Town That Dreaded Sundown” (1976) basada libremente en la investigación del Ranger texano, El “Lobo Solitario” Gonzaullas, es la última película que se muestra al público durante El Festival “Movies In The Park” en los muelles de Lake Park, cerca del segundo asesinato doble; cuando el tiempo lo permite; o en el Centro de Southwest, cerca de donde ocurrió el primer asesinato doble; cuando es posible.
El “Movies In The Park” proyecta al menos 4 películas en los meses de mayo y octubre, y “The Town That Dreaded Sundown” es siempre el último filme en verse.
El evento es gratuito, siendo patrocinado por El Departamento de Parques y Recreación de Texarkana, en Texas.
La proyección de la película, ha sido una tradición desde 2003; y alrededor de 600 personas se hicieron presentes en la muestra de 2008.
Porque la historia de los crímenes del fantasma asesino de Texarkana es, esencialmente, la historia de los ataques de un monstruo que llenó las vidas de los habitantes de un pueblo con desesperación y un miedo visceral.
Un evento para la historia, en las que los genes del Fantasmas, muy probablemente estén viendo la película.
“Today, Texarkana is a place haunted by its past, defined by a mystery that was never solved, and a tragedy that could never be forgotten”
A lo largo de la historia, se han conocido una infinidad de asesinatos y casos sin resolver, muchos de ellos han quedado sumidos en el más profundo y oscuro misterio, y han dado lugar a infinidad de leyendas.
En este tipo de crímenes, el culpable y autor de los mismos, no logra ser capturado.
Esto puede ser ocasionado por muchas razones:
Falta de pruebas o ausencia de testigos, falta de recursos de la policía o la incompetencia de los investigadores, mal manejo de los indicios y evidencias, errores en la investigación, o incluso la alteración de la escena del crimen...
Algunos casos son cerrados luego de transcurrir un largo período de tiempo, muchos casos sin resolver permanecen abiertos, pero inactivos, a veces durante décadas, sin lograr encontrar más indicios o pruebas sobre el sospechoso.
Otros encuentran solución gracias a nuevas técnicas forenses, avances científicos y técnicos, como pruebas de ADN, microscopios, rayos X, reconstrucciones faciales, o retratos robot.
En ocasiones, los crímenes sin resolver, ejercen gran fascinación en el público, originando hipótesis y teorías en torno a los hechos, o a sus posibles autores.
Algunos crímenes, cuyas investigaciones quedaron suspendidas, y que incluyen también desapariciones de personas o extrañas muertes, son los denominados “Cold Cases” o “Casos Fríos”
En 1946, en EEUU, fueron atacadas 8 personas, entre los meses de febrero y mayo en Texarkana, Texas.
Entre cada crimen transcurrieron en general 3 semanas, aunque no siempre fue así.
La mayoría de los ataques se produjeron en noches de Luna Llena, pero a veces no coincidió; siendo descrito el asesino, como un hombre de 6 pies de alto, que llevaba una máscara blanca sobre su cabeza, con agujeros para los ojos y la boca, aunque no pudieron ponerse de acuerdo en cuanto a, si el agresor era un hombre negro de piel clara, o un hombre blanco, algo oscuro o bronceado.
El “modus operandi” establecido para el asesino, es que atacó a parejas jóvenes de las zonas solitarias o privadas a las afueras de límites de la ciudad con una pistola de calibre .32; aunque el asesino utilizó un calibre diferente, .22 para el asesinato de los Starks.
Eso sí, siempre atacado en fin de semana, generalmente de 3 semanas de diferencia, y siempre a altas horas de la noche.
Esta indefinición en las pautas, junto con el hecho de que el asesino cubría su rostro con una capucha blanca, provocó que la policía fuera incapaz de atrapar al agresor, a quien los medios bautizaron como “El Asesino Fantasma”
Fueron 4 meses de terror en Texarkana, cuyo índice de criminalidad era bajo, y cuyos delitos tenían más que ver con robos de poca monta, y detenciones de fin de semana por excesos vinculados al alcohol.
Peor el 22 de febrero de 1946, 2 jóvenes que regresaban del cine, Mary Jeanne Larey de 19 años, y Jimmy Hollis de 24, decidieron hacer una pequeña parada en un solitario lugar para tener un poco de intimidad, como muchos jóvenes de su edad…
Mary y Jimmy estaban hablando tranquilamente, cuando una sombra apareció al lado del conductor.
Era una aterradora figura con un saco cubriéndole la cabeza...
Les obligo a salir, y les ordeno que se desnudaran totalmente, después golpeo al chico, y Mary aterrada, salió corriendo.
El agresor la alcanzo, y la golpeo dejándola sin sentido en medio de la carretera.
Mary y Jimmy lograron salvar sus vidas, pero comenzaba una de las pesadillas más oscuras y sangrientas de la historia criminal de EEUU, los conocidos como “Texarkana Moonlight Murders”, en los que el asesino sería conocido como el “Phantom Killer”, el cual jamás fue atrapado, dejando una huella indeleble en los habitantes de la ciudad y su historia.
El segundo ataque se produjo el 24 de marzo del mismo año:
Los cuerpos sin vida de Richard Griffin de 29 años, y Polly Ann Moore de 17, fueron encontrados acribillados a balazos con un revólver del calibre .32, dentro del auto.
Ella había sido brutalmente violada...
Asustados por lo que estaba empezando a convertirse en un caso serio, las autoridades de la ciudad, ofrecieron una recompensa de $500 para quien pudiera dar alguna pista sobre el asesino encapuchado.
Además, lanzaron una campaña para impedir que la gente saliera por la noche, y cerrara sus casas al anochecer.
Los resultados no fueron inmediatos.
El 13 de abril de 1947, Betty Joe Broker de 15 años, y Jerry Atkins de 16, jóvenes pertenecientes a una banda de música local, fueron encontrados muertos en una solitaria zona.
La policía encontró el cuerpo de Jerry a 1 kilómetro del auto donde Betty fue violada, y asesinada.
El saxofón de la chica, fue encontrado meses después en una carretera aislada…
Tras este nuevo asesinato, la recompensa subió a los $4.200, y los famosos Rangers de Texas se incorporaron a la caza del asesino.
Aun así, el 3 de Mayo, Virgil Starks de 36 años, y su esposa Katy de 35, fueron brutalmente atacados en el interior de su domicilio.
El asesino mató a su marido, y Katy recibió 2 disparos, uno de los cuales le voló los dientes, motivo por el cual, el psicópata dio por muerta a la mujer.
Katy sería la única persona que sobrevivió al ataque armado del conocido como “Fantasma de Texarkana”
Los investigadores del caso fueron:
El Jefe Sheriff Adjunto del Condado de Miller, Tillman Byron Johnson; El Detective de la policía del estado de Arkansas, Max Andrew Tackett; El Sheriff del Condado de Bowie, William Hardy “Bill” Presley; El Jefe de la policía de Texas City, Jackson Neely “Jack” Runnels; y El Ranger texano, Manuel Trazazas “Lobo Solitario” Gonzaullas.
Éste último, trató de atrapar al “Fantasma” mediante la contratación de adolescentes usados como cebo; algunos de los cuales eran los hijos de los Rangers de Texas, usados como señuelos en coches aparcados, mientras que los oficiales esperaban en las inmediaciones.
Los oficiales también se ofrecieron como señuelos, algunas de ellos con personas reales, otros con maniquíes.
Tras el asesinato de Booker y Martin, algunos oficiales se escondieron en los árboles en Spring Lake Park; a pesar de todos los esfuerzos, “El Fantasma” no mordió el anzuelo.
Después de que el primer asesinato doble, algunos padres advirtieron a sus hijos no estar fuera a altas horas de la noche.
Hasta que el segundo doble asesinato conmocionó a la ciudad, y los toques de queda se establecieron hasta para las empresas.
La altura de la histeria de la ciudad se agravó tras el asesinato de Virgil Starks.
La Gaceta de Texarkana declaró el domingo 5 de mayo, de que el asesino podría volver a atacar en cualquier momento, en cualquier lugar, y en cualquier hora.
Antes, era normal que salir y dejar la casa abierta, pero pronto os residentes comenzaron a bloquear las puertas, tirando abajo las cortinas, bloqueando ventanas, y a armarse con armas de fuego.
Durante los fines de semana, los residentes de Texarkana mantuvieron a la policía ocupada por la gran cantidad de informes de merodeadores que inundaron la estación.
Un oficial afirmó, que casi todas las alarmas fueron el resultado de la emoción, imaginación, e incluso, cerca de la histeria.
Casas y barrios pusieron poderosas luces, mientras varias empresas, incluyendo cafés, teatros y centros nocturnos, perdieron muchos clientes.
Uno de negocios, reportó una caída del 20%.
Durante las noches, las calles estaban prácticamente desiertas, hasta cuando el alba se acercaba, por lo que la ciudad se convirtió irónicamente, en un “pueblo fantasma”
Otra parte de la histeria vino porque al asesino que llamó “Fantasma”
Sin embargo, como resultado de todas las prevenciones, cada 3 semanas, como no hubo asesinatos, el miedo de la ciudad comenzó a decaer poco a poco; aunque la histeria se prolongó durante todo el verano y, finalmente, se desvaneció 3 meses más tarde.
Los Rangers de Texas, en silencio dejaron Texarkana, poco a poco, a lo largo del mes de octubre; obviamente, esto no fue anunciado para evitar que “El Fantasma” intentara otro ataque.
Respecto a las investigaciones, en junio de ese mismo año, 1946, las autoridades detectaron un coche a las afueras de un supermercado, que se correspondía con las características del coche del homicida.
El vehículo pertenecía a Youell Swinney de 29 años, con antecedentes por robo; pero jamás se pudo probar que Youell fuera el asesino encapuchado, y se le llego a administrar el suero de la verdad, pero nunca consiguieron una confesión en firme.
Lo que sí fue un hecho, es que los asesinatos en Texarkana del encapuchado, cesaron en aquel preciso instante.
El asesino fantasma, nunca fue identificado por la policía, y no fue detenido; al igual que los asesinos en serie más conocidos:
Jack “El Destripador”, quien operaba en el área de Whitechapel de Londres, Inglaterra entre finales de 1880 y la década de 1890; y “El Asesino del Zodiaco”, en el que se operaba en la zona norte de California durante los años 1960, y principios de 1970; ambos de los cuales, también no fueron detenidos por sus actos.
Aun así, el caso del asesino Fantasma de Texarkana, sigue abierto.
Y es que el verdadero capital histórico de Estados Unidos, reside en su “crónica negra”; y parece ser la única nación que se enorgullece de poseer una larga trayectoria de crímenes violentos, tanto resueltos como no resueltos.
Sea sintomático o no, de asimilarlos con mayor madurez que otras sociedades, o condenarlos, o sencillamente por una noción del espectáculo más arraigada que en Europa, los EEUU saben qué hacer con sus asesinatos:
Series, novelas, películas, canciones…
Sin embargo, en pleno siglo XXI, una de las claves de que el cine de psicópatas se haya estancado, es que parece haber miedo a contar nuevas historias, y los productores prefieren apostar por las ideas que ya han demostrado su éxito con anterioridad.
Eso se ha traducido en una avalancha de remakes durante los últimos años, que rara vez ha traído algo bueno.
“The following happened in Texarkana last year”
The Town That Dreaded Sundown es una película de terror, del año 2014, dirigida por Alfonso Gómez-Rejón.
Protagonizada por Addison Timlin, Spencer Treat Clark, Denis O'Hare, Gary Cole, Veronica Cartwright, Anthony Anderson, Travis Tope, Joshua Leonard, Andy Abele, Gary Cole, Edward Herrmann, Ed Lauter, Arabella Field, Wes Chatham, Morganna May, Jaren Mitchell, entre otros.
El guión es de Roberto Aguirre–Sacasa, siendo una meta secuela de la película de 1976, del mismo nombre; todo un clásico de culto, y durante muchos años, una película difícil de ver, ya que solo había sido lanzada en VHS durante la década de los años 80; y basada también en “El Fantasma” que atacó a 8 personas en 1946, en la localidad de Texarkana, Texas; cuidad que está en la frontera de Texas y Arkansas.
Para comenzar, vale decir que hablar de “meta cine”, es referirse a aquellas películas en las que aparece el mundo del cine de algún modo; es decir “el cine dentro del cine”; digamos que es un recurso cinematográfico que se utiliza para varios fines, y con diferentes propósitos; se pueden utilizar secuencias de otras películas, e integrarlas en nuevos films.
Con esto se consigue dotar de prestigio a la película, que incluye en su interior, una escena de otra película.
The Town That Dreaded Sundown, nos sitúa en un mundo en el que ya existe el film original de 1976, que fue dirigido por Charles B. Pierce, y protagonizado por Ben Johnson, Andrew Prine, y Dawn Wells, entre otros; por lo que es ya, una parte importante de la cultura popular de la ciudad de Texarkana.
Así, han pasado 65 años desde que el asesino fantasma aterrorizase a la pequeña localidad, y casi 40, desde que Charles B. Pierce dirigiera la película sobre dichos asesinatos.
Por lo que Texarkana ha recuperado la calma, e intenta superar su pasado traumático.
Entre otras estrategias, para conseguirlo, proyecta la película en el cine del lugar, algo que divide a la población…
Durante uno de estos pases, Jami Lerner (Addison Timlin) y Corey Hollan (Spencer Treat Clark) deciden abandonar el cine, y buscar un lugar apartado en Lover’s Lane, una zona alejada que solían frecuentar jóvenes parejas en los años 40, y sí, donde se cometieron los crímenes del asesino fantasma...
Contra todo pronóstico, éste hace su aparición, y ataca a la pareja.
A partir de ese momento, Jami, hija de periodistas del lugar, tendrá una misión:
Que la historia del enmascarado no se olvide, y salga a la luz.
Pero…
¿Quién, 60 años después, está dispuesto a continuar el legado del asesino fantasma?
¿La historia se repite, o alguien ha visto la película original demasiadas veces?
Alfonso Gómez-Rejón nos ofrece un buen “slasher” con su versión de The Town That Dreaded Sundown, una obra modernizada y atractiva, con un guión bien hilvanado, y unas escenas que no tienen nada que envidiar a las últimas obras del género; aunque ha sido un poco vilipendiada, es un clásico moderno que debe ser recuperado como un complemento perfecto a la película original.
“I don't think we'll figure out who the Phantom is now unless we figure out who he was back then”
El realizador de la serie “American Horror Story”, Alfonso Gómez-Rejón, en su debut como director de largometraje, y primera cinta distribuida por BH-Tilt, nueva distribuidora multiplataforma independiente, que se encargará de comercializar en Estados Unidos, los filmes producidos por Blumhouse Productions, también incluso algunas producciones ajenas que están teniendo algún que otro problema para llegar al espectador; nos entrega The Town That Dreaded Sundown, un film que no se limita a brindar escenas tontas de violencia, sino que además, presenta un buen relato de suspenso; una trama que además ubica al “Phantom Killer”, al mismo nivel de Jason Voorhees o Michael Myers; y parece muy interesante, el modo en que Aguirre-Sacasa abordó la historia, porque The Town That Dreaded Sundown no es una “remake”, ni tampoco una secuela directa de la producción original.
En realidad, es una propuesta que juega con la leyenda del “Phantom Killer” y los crímenes de Texarkana, al mismo tiempo que celebra la obra de Charles Pierce, haciendo de la película clásica de 1976, un elemento más de la trama.
Inclusive, incorpora entre los personajes, al hijo del director, Charles Pierce, interpretado por Dennis O’Hare; y se permite incluso insertar fragmentos de la obra original durante las escenas de asesinato.
Por otro lado, se trata de una propuesta cuya acción se desarrolla en 2013, pero cuya estética es eminentemente setentera, del mismo modo que Pierce lograba una película de los 70, en su concepción del “slasher”, con una deslumbrante ambientación de los años 50.
The Town That Dreaded Sundown, se presenta entonces como una suerte de cóctel de naturaleza mixta:
Podría ser un “remake” de la película de 1976, pero también un “reboot” de la misma, y definitivamente, una secuela.
Y durante todo su trayecto, no se decanta por ninguna de las 3 opciones.
Las desarrolla, de hecho, y consigue mantener el tipo hasta el final; por lo que no es necesario haber visto la anterior, pero la parafrasea constantemente.
Teniendo en cuenta que The Town That Dreaded Sundown se mueve entre estas 3 categorías, hace lo propio del momento:
Intentar actualizarse.
Así, los móviles juegan un papel importante, el asesino se comunica con Jami vía email, y entre las nuevas parejas de víctimas, hay 2 chicos homosexuales…
El conflicto se inicia en la noche de Halloween de 2013.
Al principio se resumen los hechos reales al espectador, y se explica que en 1976, la película de Pierce terminó por hacer famosos estos hechos en la cultura popular.
Por lo que durante la festividad de Noche de Brujas, los jóvenes de Texarkana se reúnen en el autocine del pueblo para ver “The Town That Dreaded Sundown”
Allí, una pareja que se encontraba mirando el film, en un momento decide alejarse del autocine, y resultan atacados por un psicópata que luce igual al “Phantom Killer” del film de Pierce.
El asesino, apuñala salvajemente al joven, y deja libre a la chica con un mensaje para el pueblo:
“Esto es por Mary”
A partir de ese momento, Texarkana vuelve a ser noticia en los medios, después de 60 años, cuando “Phantom Killer” comienza atacar otra vez.
De la producción, The Town That Dreaded Sundown tiene sus raíces en la televisión, pero que no se olvida de ser cine.
Por ella pululan las licencias artísticas y narrativas que su director, que ya ha exhibido en el ámbito televisivo, y el producto desprende cierto aroma a “American Horror Story” con planos inclinados, fuera de campo, fundidos, elipsis, y cualquier otro tipo de recurso efectista, del que ya haga abuso en la serie.
La fotografía es espectacular, y los momentos de violencia son bastantes intensos.
El villano en este caso, no tiene nada que envidiarle a otros del género, y se luce en algunos momentos aterradores.
Sin embargo, lo mejor pasa por el misterio de la trama, que incluye un giro inesperado al mejor estilo de la saga “Scream”:
Asesinos modernos, víctimas adolescentes, y pistas falsas tremendamente evidentes; y ésta versión, quizás se sitúa en el extremo opuesto:
Ojos azules del asesino, policías que ocultan algo, familiares de supervivientes de la anterior masacre…
Básicamente todo se convierte en una repetición constante de situaciones que siguen este patrón:
El asesino ataca, da un mensaje, se le avisa a la policía, un poco de amor juvenil con alguno que otro guiño homosexual que no puede faltar en cualquier cosa en la que esté involucrado Ryan Murphy, y el asesino vuelve a atacar.
No por casualidad, Ryan Murphy, verdadera alma mater de la serie “American Horror Story”, deja su impronta en las escenas de sexo, y la de corte homosexual; y en la aparición de cierto secundario, cuya presencia se justifica como uno de los engranajes argumentales esta secuela, el hijo del realizador de la película original.
No obstante, lo más decepcionante es que nunca logran generar un mínimo de suspenso, o construir una atmósfera atrapante para convertir las apariciones de “The Phantom Killer” en algo especial; de hecho, la mayoría de los asesinatos se limitan a ser una copia de los originales, evidenciando poca imaginación al momento de tratar de brindarle un sello propio a esta versión que, si bien presenta más violencia, nunca logra utilizarla completamente a su favor.
Además, el relato me parece bastante débil en su aspecto policial, pues a raíz del ataque inicial, surgen 2 líneas paralelas:
La investigación de la policía, línea que no nos lleva a ningún lado, y que sólo está ahí para agregar minutos y guiños; y la investigación personal de la protagonista, también llena de guiños meta-cinematográficos, pero mejor hecha por tener el toque humano de la chica, y por presentar una especie de lucha entre ella y el asesino; mejor dicho, entre lo que representan, como 2 fuerzas inasibles, que se acechan la una a la otra incansablemente.
Y he acá una importante dicotomía que se desnuda por completo al final:
Esto del imposible retorno del asesino, se hace inverosímil y ridículo una vez revelado el misterio, el cual, el espectador atento podría ver venir desde la mitad del relato, nuevamente por seguir los típicos vicios del cine de terror de asesinos “moral o justicieramente vengativos”, o así... lo que nos hace ver que lo realmente importante era el significado algo más abstracto del asunto, el del significado de la presencia no visible ni tangible del asesino, su aspecto fantasmal, y cuasi metafórico para la protagonista y el pueblo; con un final bastante pobre.
Y es que al final, El Oficial Foster (Joshua Leonard), se sienta en la espalda de Jami, y cuando va a apuñalarla, esta coge su pistola, se da la vuelta, y le pega un tiro…
Pues bien, la escena es imposible, porque el policía está presionando todo su peso sobre la chica, ya que ella podría coger la pistola, pero no darse la vuelta con tanta rapidez, ya que tiene unos 90 kilos encima…
Si bien, la chica buscaba resolver el misterio, la gracia del asunto es que eso mismo enriquecía su búsqueda personal, su aceptación con la propia personalidad.
Creo que el director quería aprovechar todo el lío del asesino, para instalar este drama de la protagonista, esa interrogante interna y perpetua, que se ve resuelta una vez que lo del asesino se esclarece.
Y no es baladí, que en esta película, todo el legado cultural y social de “The Phantom” se vea como un fenómeno viral y banal por parte de los adolescentes, y no como el peligro mortal y atroz que realmente fue, como se nos mostraba en la cinta de Pierce; por tanto, me parece que Gómez‐Rejón hace una película sobre fantasmas, y sus consecuencias internas; ya sea para una comunidad como para una persona, y de las culpas que deben exorcizarse de alguna manera…
Y en parte es predecible, pero sobre todo, carente de fuerza para lo que supuestamente es, un suceso relevante, después de tantos años de misterio.
La diferencia sustancial con “The Town That Dreaded Sundown” (1976), optando por construir un “pre slasher” que omite voluntariamente a su asesino, dejándole en segundo término durante la mayor parte del metraje, solamente reclama su protagonismo en las secuencias de acoso, en las que el director lo retrata como una especie de fuerza de la naturaleza, un ente de perversidad casi telúrica, para centrarse, fundamentalmente, en las consecuencias de sus acciones, y en el miedo y la paranoia que estas provocan en la pequeña ciudad del condado de Bowie, en la que se sitúa la acción.
Pierce no intentó, en realidad, proyectar sobre la pantalla los hechos reales, sino cómo estos, a través del tamiz deformante que supone el tiempo, se convirtieron en un cuento de terror que le asustó durante su infancia, igual que la cercanía geográfica y temporal al “Hijo de Sam” y al “Asesino del Zodíaco”
De esa manera, el mito, personificado en el “psychokiller” que interpretara el “stuntman” Bud Davis, se impone frente a lo aparentemente real, transmite su violencia, y la expande hasta la propia planificación, como si, en realidad, perteneciera a una película que transcurre de forma paralela a la que estamos viendo, y se colara en ella de forma inesperada.
Una idea que recupera y multiplica, con sorprendente complejidad conceptual, “The Town That Dreaded Sundown” (2014), en la que director, Alfonso Gómez-Rejón, y guionista, Roberto Aguirre-Sacasa, desdibujan las líneas entre secuela, “remake” y homenaje, para construir lo que tras sus formas genéricas, en realidad es una reflexión, si se quiere un ensayo audiovisual, sobre la imposibilidad de construir un relato tan puro, tan vacío de referentes genéricos, como la versión original de Charles B. Pierce.
No es casual, que tanto Pierce como Gómez-Rejón, crecieran en el sur de los Estados Unidos, uno en Arkansas, el otro en Texas.
En ambas versiones de The Town That Dreaded Sundown, sus respectivos autores vuelcan su experiencia personal a la hora de retratar el lado más conservador, más retrógrado, de la cultura sureña de los Estados Unidos, que de alguna manera, toma forma corpórea en ese asesino en serie fantasmal, desconocido; y no es casual que en la versión de 2014, no se logre desvelar su identidad:
Es precisamente su anonimato, y su súbita desaparición, lo que le hace más inquietante.
Ya en la versión original, “El Asesino Fantasma” ejerce como una especie de represor sexual, apareciendo cada vez que las parejas de Texarkana tienen algún tímido acercamiento carnal, algo que potencia su adaptación contemporánea, al convertirlo en algo así como una proyección del deseo reprimido de su protagonista; al fin y al cabo, el asesino asoma por primera vez en la pantalla, cuando está intimando con su novio, y ojo, en el guion original de Aguirre-Sacasa, en el ataque consecuente, este último era violado analmente por el psicópata antes de morir, dando pie a lecturas muy jugosas; aunque lo pueda parecer, es un detalle aislado y descuidado.
Porque la protagonista no es la única habitante de Texarkana que, en algún momento, parece imbuida por esa especie de espíritu del mal contagioso, casi vírico:
El extrañísimo Paul Mason (Colby Boothman-Shepard) se viste como él, para acabar abatido por la policía; El Reverendo Cartwright (Edward Herrmann) le envía un e-mail a Jami en su nombre para ayudar a transmitir el terror a sus conciudadanos…
No son solamente pistas falsas para confundir al público; se trata de las consecuencias de esa infección que supone “El Asesino Fantasma” para los habitantes del pueblo, una enfermedad endogámica, irremediable, que afecta más a unos que a otros, pero que los condena a seguir repitiendo la historia, una y otra vez, de forma cíclica.
Por su parte, Pierce terminaba The Town That Dreaded Sundown con un detalle puramente meta-narrativo:
Un plano de los pies del asesino, acudiendo al cine a ver la misma película que estamos presenciando.
En cambio, en los primeros compases de la versión de 2014, se encadenan planos del filme de Pierce, con lo que está ocurriendo en el presente, hasta que en el autocine en el que se está proyectando el largometraje original, los espectadores ven simultáneamente, el icónico asesinato con el trombón de Peggy Loomis (Cindy Butler), y la llegada de Jami, ensangrentada, recién huida de las garras del asesino.
Con ello, Gómez-Rejón alude a esa naturaleza cíclica de los acontecimientos a lo que antes aludía, como si de alguna manera, al rodar la película original, Charles B. Pierce, hubiera logrado capturar el mal...
Se trata de la constatación de que no hay cierre para la historia.
No hay escapatoria.
Por más que huya de Texarkana, que intente rehacer su vida lejos de allí, Jami siempre va a arrastrar consigo la maldición de haber nacido allí, en lo más profundo del sur estadounidense.
El mensaje político que subyace tras ello es, desde luego, tremendamente descorazonador.
Como producción cinematográfica, la actualización del material, la ha degradado a una historia de consumo, orientada al público adolescente en su mayoría, y que prefiere el impacto inmediato a un clima más elaborado y perenne.
La producción es bastante sólida en general, aunque con algunos detalles que fastidian un poco, por ejemplo:
La historia se lleva a cabo en la época actual, pero está ambientada como si se tratara de los 70s, o en algunas escenas, el trabajo de iluminación no es del todo agradable.
Este ambicioso intento de “reboot” de puro meta cine, desaprovecha su potencial y lo efectista de su puesta en escena, y acaba siendo poco terrorífico e intrigante, hasta llegar a una tópica resolución final, que busca el giro argumental imposible, a pesar de que dicha resolución se huele casi desde la mitad del metraje.
Y finalmente, para algunos acaba vilipendiando a su referente, y no hace justicia a un material que lleva 70 años pidiendo a gritos ser revisitado y reiniciado.
“El Asesino Fantasma”, “El Hombre del Saco”, merecía un “reboot” de mayor calibre.
A pesar de eso, The Town That Dreaded Sundown cuenta con un buen trabajo de sonido, buenos efectos, y un trabajo de maquillaje decente en las muertes que lo ameritan; aunque no alcanzó su potencial absoluto, en cuanto a ir más allá con el mito del Fantasma, y traer más detalles interesantes sobre su historia.
De las actuaciones, Addison Timlin no lo hace mal, sigue un rol muy básico, que termina sintiéndose como el más natural dentro de un montón de actuaciones exageradas, o que rayan en lo caricaturesco.
Genial y ambiguo resultó Travis Tope, y la gran presencia de Veronica Cartwright, que a estas alturas, no tiene que demostrar nada; mientras Tope, teniendo poco que a lo que agarrarse, además de su belleza, en esencia lo que sabemos es que tiene un mínimo pasado, y ha de mantenerse siempre en el filo de la duda, pero defiende con bastante dignidad su trabajo.
Spencer Treat Clark como Corey, sorprende por su cambio físico, al ser el niño que hacía de sobrino de Commudus en “GLADIATOR” (2000), pero hasta ahí.
Y Anthony Anderson, como un hombre-de-ley rudo y convencido en cazar al asesino; es casi un personaje cómico, que debería ser el antagonista por excelencia, tal como lo fue el valiente Texas Ranger Manuel T. Gonzaullas en la vida real; ya que este hombre fue asignado por El Gobernador de Texas para atrapar al villano, lo cual nunca pudo materializar.
En fin, fue una oportunidad desperdiciada para sacar provecho a un personaje histórico tan destacado.
Del resto del reparto, algunos personajes secundarios no pesaron más de lo que debían, como El Reverendo corrupto, y la gente del gobierno, así como algunos vecinos que pudieran ser sospechosos.
Quedan los asesinatos, como el del trombón, y los otros ligados naturalmente al sexo, como la de inicia con sexo manual, luego un sutil sexo anal a la primera víctima; seguida de una escena de sexo casi pornográfica en un motel; la de sexo homosexual con el trombón figurativamente, y la de sexo oral…
Por último, la banda sonora compuesta por Ludwig Göransson, pasa desapercibida.
“Every year on Halloween “The Town that Dreaded Sundown” is screened somewhere in Texarkana, in tribute to the Phantom's legacy of death and blood”
El Dr. Anthony Lapalla, un psicólogo de La Institución Correccional Federal en Texarkana, cree que el asesino tenía la intención de seguir haciendo ataques inesperados, como el de Virgil Starks en las afueras de la ciudad.
También creía, que era la misma persona que cometió el asesinato de Starks, Betty Jo Booker, Paul Martin, Polly Ann Moore, y Richard Griffin.
También creía, que el asesino estaba entre las edades de 30 años a 50 años de edad.
Dijo que el asesino estaba aparentemente motivado por un fuerte deseo sexual, y que era un sádico.
Se dice que una persona que comete este tipo de delitos, es inteligente, astuta y con frecuencia, no aprehendida.
De acuerdo con las teorías de Lapalla, el asesino sabía en todo momento lo que se estaba haciendo en la investigación, y sabía que los caminos solitarios estaban siendo vigilados, de ahí que eligiera la casa a las afueras...
Señaló que sus declaraciones eran teorías, conjeturas que se basaban en un gran número de personas que habían cometido delitos similares.
Dijo que en muchos casos, el asesino no es aprehendido, y en algunos casos va a desviar la atención de otras comunidades lejanas, donde se cree, están los crímenes cometidos por un individuo diferente, o de lo contrario, va a superar el deseo de matar, y asaltar a mujeres.
Lapalla dijo, que el asesino no es probablemente un “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, y que podría llevar una vida normal, que parece ser “un buen ciudadano”
También dijo, que probablemente no es un veterano de guerra, porque si el hombre había servido en las fuerzas armadas, incluso solamente 1 año, las tendencias maníacas serían evidentes.
Dijo que el asesino no era necesariamente un residente de la zona, a pesar de su conocimiento de la zona.
Dijo que todos los ataques mostraban evidencia de planificación y astucia, y que el asesino podría ser de otra comunidad, y conocía por sí mismo la zona.
Dijo que el fortalecimiento de la fuerza de policía, no lo iba a ahuyentar, pero que dejaría de buen grado, debido a la dificultad de haber cometido un crimen.
“Este hombre es extremadamente peligroso.
Él trabaja solo, y nadie sabe lo que está haciendo, porque no le dice a nadie”, dijo Lapalla, añadiendo que el asesino podría haber razonado en los crímenes del pasado, que la única manera de permanecer en el anonimato, es matar a todas las personas en la escena.
Así como Lapalla no creía que el asesino era un hombre negro, debido a que “en general, los criminales negros no son tan inteligentes”
A lo largo de las investigaciones del caso del asesino fantasma, casi 400 sospechosos fueron detenidos; el más aparente sospechoso, fue Youell Swinney, aunque nunca fue oficialmente acusado de cualquiera de los homicidios.
Swinney era un criminal conocido, con una historia de la falsificación y robo; y estaba vinculado a los asesinatos por las declaraciones de su esposa, Peggy, que se negó a declarar contra él en los tribunales.
Mientras 2 de los principales investigadores en el caso, Max Tackett y Tillman Johnson, creyeron durante el resto de sus vidas, que Swinney era culpable de los asesinatos.
La investigación sobre su participación en los asesinatos, finalmente, se desvaneció; aunque el caso sigue sin resolverse, y la evidencia física es casi inexistente en la actualidad.
Un libro de 2014, llamado “The Phantom Killer: Unlocking The Mystery Of The Texarkana Serial Murders”, escrito por el Dr. James Presley, afirma que Swinney es el culpable de los 5 ataques atribuidos al “Phantom”
Son embargo, hubo otros sospechosos como H.B. “Doodie” Tennison, pero fueron descartados por diferentes justificaciones.
Dice la leyenda, que el director del film de 1976, Charles B. Pierce, conocía la verdadera identidad del asesino serial en la vida real, pero nunca la hizo pública; por ello, inventaron el personaje de su hijo, quien es interpretado de manera que luce como un tipo desquiciado, después de saber la verdad.
Eso dice el mito...
Lo que es un hecho, es que cada mes de octubre, cerca de Halloween, la película “The Town That Dreaded Sundown” (1976) basada libremente en la investigación del Ranger texano, El “Lobo Solitario” Gonzaullas, es la última película que se muestra al público durante El Festival “Movies In The Park” en los muelles de Lake Park, cerca del segundo asesinato doble; cuando el tiempo lo permite; o en el Centro de Southwest, cerca de donde ocurrió el primer asesinato doble; cuando es posible.
El “Movies In The Park” proyecta al menos 4 películas en los meses de mayo y octubre, y “The Town That Dreaded Sundown” es siempre el último filme en verse.
El evento es gratuito, siendo patrocinado por El Departamento de Parques y Recreación de Texarkana, en Texas.
La proyección de la película, ha sido una tradición desde 2003; y alrededor de 600 personas se hicieron presentes en la muestra de 2008.
Porque la historia de los crímenes del fantasma asesino de Texarkana es, esencialmente, la historia de los ataques de un monstruo que llenó las vidas de los habitantes de un pueblo con desesperación y un miedo visceral.
Un evento para la historia, en las que los genes del Fantasmas, muy probablemente estén viendo la película.
“Today, Texarkana is a place haunted by its past, defined by a mystery that was never solved, and a tragedy that could never be forgotten”
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