The Great Gatsby
“I've just heard the most amazing thing... and here I am tantalizing you”
Francis Scott Key Fitzgerald, fue un novelista y escritor estadounidense de historias cortas, ampliamente conocido como “uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX”, cuyos trabajos son paradigmáticos de La Era del Jazz; y es considerado miembro de La Generación Perdida de Los Años 20; el cual escribió 4 novelas:
“This Side Of Paradise” (1920), “The Beautiful and Damned” (1922), “The Great Gatsby” (1925) y “Tender Is The Night” (1934); y una sin terminar:
“The Love Of The Last Tycoon”, publicada tras su muerte, en 1941
En particular, “The Great Gatsby” está considerada como “la gran novela de EEUU”, porque creó el símbolo, el arquetipo, el personaje/idea que mejor encarna el espíritu del país:
El hombre hecho a sí mismo, capaz de todo, de crear un mundo de la nada y perderlo; el hombre capaz del mayor idealismo, y de la mayor vileza; con toda la libertad que proporciona un país, que allá por los años 20, estaba en su máximo apogeo; un país tan joven y vigoroso, que hacía pensar que “todo era posible”
La novela sigue a un grupo de personajes que viven en la ciudad ficticia de West Egg, en la próspera Long Island, en el verano de 1922; y hace referencia principalmente a un joven y misterioso millonario, su pasión quijotesca, y la obsesión por la hermosa ex debutante.
Considerada como La Obra Maestra de Fitzgerald, “The Great Gatsby” explora los temas de decadencia, idealismo, resistencia al cambio, agitación social, y el exceso, creando un retrato de La Época del Jazz, o de los locos años 20, que ha sido descrito como una advertencia con respecto al “Sueño Americano”; la aspiración humana a empezar de nuevo, la política social, su brutalidad, y también la traición de los propios ideales, y de las personas.
Ubicado en la próspera Long Island de 1922, nos ofrece una historia social crítica de EEUU dentro de su narrativa.
Esa época, conocida por la prosperidad económica sin precedentes, la evolución de la música de jazz, el contrabando, y otras actividades criminales, todos estos aspectos están representados plausiblemente en la novela que Fitzgerald utiliza para construir las historias de Gatsby con detalles simples, como los automóviles, hasta temas más amplios como las alusiones discretas de Fitzgerald a la cultura del crimen organizado, que era la fuente de la fortuna de Gatsby.
Un detalle importante, es que muchos de los acontecimientos en la vida temprana de Fitzgerald, están representados en el libro.
En lo personal, Fitzgerald era un joven de Minnesota, y al igual que Nick, fue educado en una escuela de la Ivy League, Princeton; en el caso de Nick, Yale.
Fitzgerald también es similar a Jay Gatsby, al enamorarse durante su permanencia en el ejército, cayó en una vida de decadencia tratando de probarse a sí mismo ante la chica que amaba; y se convirtió en un 2º Teniente, y estaba estacionado en Camp Sheridan, en Montgomery, Alabama.
Allí conoció y se enamoró de una belleza salvaje de 17 años llamada Zelda Sayre; que finalmente aceptó casarse con él, pero su preferencia por la riqueza, diversión y el ocio, la llevó a retrasar su boda, hasta que pudo demostrarse éxito.
Al igual que Nick en “The Great Gatsby”, Fitzgerald encontró este nuevo estilo de vida seductor y emocionante; y al igual que Gatsby, siempre había idolatrado a los ricos; incluso mientras esto lo conducía hacia todo lo que despreciaba.
Los personajes principales de “The Great Gatsby” son:
Nick Carraway:
Es un graduado de Yale, veterano de La Primera Guerra Mundial, y en el inicio de la trama, es un residente recién llegado de West Egg, que tiene 29 años, más tarde 30…
También sirve como el narrador en primera persona de la novela.
Él es vecino de Gatsby, y un vendedor de bonos.
Es amable, a veces sarcástico, y un tanto optimista, aunque esta última cualidad se desvanece a medida que avanza la novela.
Nick es el arquetípico narrador y observador que presencia las acciones ajenas, y que actúa como el sempiterno convidado e intermediario, influyendo apenas en el devenir de los acontecimientos, e intentando no juzgar a nadie a la ligera, una enseñanza que su padre le ha inculcado.
Efectivamente, Nick derrocha paciencia y capacidad de comprensión por muy disparatado que sea lo que ocurra a su alrededor.
Es el personaje más equilibrado, todo lo equilibrado que puede ser un joven en los “locos años 20”, y el punto de conexión entre los hechos y el lector.
Jay Gatsby, originalmente llamado James “Jimmy” Gatz:
Es un misterioso y joven millonario, con conexiones de negocios turbios, más tarde revela ser un contrabandista; originario de Dakota del Norte; obsesionado con Daisy Buchanan, una hermosa debutante, de Louisville, Kentucky; a quien había conocido cuando era un joven militar estacionado en Camp Taylor del Ejército, en Louisville durante La Primera Guerra Mundial.
Fitzgerald se basa en realidad en El Camp Taylor en Louisville, cuando estaba en el ejército, y hace varias referencias a Louisville en la novela, incluyendo el hotel Seelbach, donde se realizó la fiesta Buchanan de la boda de Tom y Daisy.
Así, Gatsby es la encarnación del romanticismo más exacerbado; no con aires de grandeza de un hombre arrogante, sino las frágiles ilusiones de un hombre sensible y enamorado, que había tenido la desgracia de idealizar al objeto de su amor, y de cometer el error de creer que ella le correspondía.
Daisy Fay Buchanan:
Es una atractiva y efervescente, poco profunda y ensimismada, joven de Louisville, Kentucky, debutante de La Alta Sociedad, identificada por siempre estar a la moda.
Prima segunda de Nick, y esposa de Tom Buchanan; se cree que Daisy estaba inspirada en los propios romances juveniles de Fitzgerald con Ginevra King.
Daisy, tuvo una relación romántica con Gatsby, antes de casarse con Tom; por lo que su elección entre Gatsby y Tom, es uno de los conflictos centrales de la novela.
Thomas “Tom” Buchanan:
Es un millonario que vive en East Egg, y marido de Daisy; es un hombre imponente por su estructura muscular, con una voz “ronca tenor”, de comportamiento arrogante; y una antigua estrella de fútbol en Yale.
De hecho, Buchanan tiene semejanzas con William Mitchell, ciudadano de Chicago que se casó con Ginevra King...
Buchanan y Mitchell, fueron de Chicago, y tenían interés en el polo.
Al igual que el padre de Ginevra, Buchanan asistió a La Universidad de Yale, y es un supremacista blanco.
Jordan Baker:
Es la íntima amiga de Daisy Buchanan, con el cabello “amarillo como la hoja del otoño”, un cuerpo atlético firme, y una actitud distante; ella es la novia de Nick Carraway, en la mayor parte de la novela, y una golfista aficionada, con una reputación ligeramente sombreada, y una inclinación por la falta de veracidad.
Se cree que Jordan se basa en la golfista Edith Cummings, una amiga de Ginevra King.
Su nombre, es un juego de palabras relacionado a las 2 marcas de automóviles entonces populares:
Jordan Motor Car Company, y el Baker Motor Vehicle, que aluden a la reputación de Jordan:
Rápida y con libertad, haciendo también una representación de los estadounidenses, especialmente las mujeres de la década del 20.
George B. Wilson:
Es un mecánico y propietario de un garaje.
Myrtle Wilson, su mujer, es la amante de Tom Buchanan, lo desprecian tanto que lo describen como “tan tonto que no sabe que está vivo”
Cuando se entera de la muerte de su esposa, dispara y mata a Gatsby, creyendo erróneamente que había estado conduciendo el coche que mató a Myrtle, y luego se quita la vida.
Myrtle murió accidentalmente, al ser atropellada por el coche de Gatsby, conducido por Daisy, aunque Gatsby insistía en que tomar la culpa del accidente.
Meyer Wolfsheim:
Es un amigo judío, y mentor de Gatsby, descrito como un jugador de La Serie Mundial.
Si bien, Wolfsheim sólo aparece 2 veces en la novela, la 2ª vez se niega a asistir al funeral de Gatsby.
Él es una clara alusión a Arnold Rothstein, un capo del crimen de New York, que fue culpado notoriamente por el escándalo de Los Medias Negras, al contaminar la Serie Mundial de 1919.
Así las cosas, además de explorar las pruebas y tribulaciones de aprovechar “El Gran Sueño Americano” durante la época del jazz, “The Great Gatsby” explora como un tema, las expectativas sociales de género, ejemplificado en el personaje de Daisy Buchanan:
La marginación de la mujer en la clase social de East Egg que Fitzgerald representa.
Como una clase alta, mujer blanca que vive en East Egg durante este período de tiempo en Estados Unidos, Daisy debe cumplir con ciertas expectativas de la sociedad, incluyendo llenar activamente el papel de esposa sumisa, madre, guardián de la casa, y encantadora mundana.
Además, se podría argumentar que la decisión final de Daisy, de permanecer con su marido, a pesar de sus sentimientos por Gatsby, se puede atribuir a la situación, seguridad y comodidad que su matrimonio con Tom Buchanan ofrece.
Así como el tema de la función familiar femenina dentro de “The Great Gatsby” va de la mano con la de la unidad de la familia ideal, asociada con “el gran sueño estadounidense”, un sueño que se hace realidad para Gatsby y Daisy en la prosa de Fitzgerald.
Sin embargo, publicado por primera vez por Scribner's en abril de 1925, “The Great Gatsby” recibió críticas mixtas, y su venta fue mala; tanto que en su primer año, el libro vendió sólo 20,000 copias.
El propio Fitzgerald relacionó las bajas ventas, al el hecho de que las mujeres tendían a ser la principal audiencia de novelas durante ese tiempo, y Gatsby no describía a un personaje femenino admirable.
Fitzgerald murió en 1940, a la edad de 44 años, creyéndose un fracaso, y pensando que su obra estaba en el olvido…
Sin embargo, la novela experimentó un renacimiento durante La Segunda Guerra Mundial; y hoy en día, se han vendido ya millones de ejemplares de “The Great Gatsby”, siendo un “best-seller” constante, y lectura obligatoria en muchas escuelas, secundarias, y universidades.
“The Great Gatsby”, también ha sido la base para numerosas películas del mismo nombre a lo largo de casi 90 años:
1926, 1949, 1974, 2000, y 2013.
“You can't repeat the past”
The Great Gatsby es un drama del año 2013, dirigido por Baz Luhrmann.
Protagonizado por Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki, Amitabh Bachchan, Jason Clarke, Adelaide Clemens, Max Cullen, Steve Bisley, Richard Carter, Vince Colosimo, Brendan Maclean, Kate Mulvany, Callan McAuliffe, Jack Thompson, entre otros.
El guión es de Baz Luhrmann y Craig Pearce, basados en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald, publicada en 1925; que tiene como fondo, la alta sociedad de EEUU, en la que se desenvuelve un hombre misterioso e inmensamente rico, quien, a pesar de ello, es considerado un advenedizo, y solo se le acepta como invitado en su gran mansión de Long Island.
Pero se empeña en conseguir el amor que no logró en su juventud; y para ello, se hará amigo de su vecino recién llegado…
Adaptar la obra de F. Scott Fitzgerald a la gran pantalla, parece un trabajo apetecible y arriesgado al mismo tiempo.
Por un lado, la historia del misterioso Gatsby y su romance con Daisy, tiene la fuerza suficiente como para que el espectador quede atrapado en la trama, sin importar el envoltorio en el que se le presenta.
Por el otro, la complejidad interior de los personajes, exige contar con unos intérpretes habilidosos, que puedan expresar tanto o más con sus gestos y miradas, que con las palabras que salen de su boca.
Puestos en claro, esta producción es la 3ª adaptación cinematográfica que se hace de la novela de F. Scott Fitzgerald:
La primera corrió a cargo de Elliot Nugent en 1949, con Alan Ladd como protagonista; pero fue la 2ª, la que alcanzó más repercusión:
Dirigida por Jack Clayton, con un guión de Francis Ford Coppola, estrenada en 1974; y en el papel de Jay Gatsby, encontrábamos al galán Robert Redford, y en el de Daisy, a la etérea Mia Farrow; mientras el 3° en discordia, Tom Buchanan, estaba interpretado por Bruce Dern.
Ganado las 2 únicas nominaciones al premio Oscar:
Mejor Vestuario y Banda Sonora.
Anteriores a esta versión, ya existían también una ópera, y numerosas adaptaciones.
Hasta que Craig Pearce y Baz Luhrmann escribieron el guión, a partir de la novela de Fitzgerald, que el director reconoce “no haber leído”; por lo que Luhrmann no engaña a nadie.
Da igual que adapte a Shakespeare o a Fitzgerald, que haga un musical o una película de aventuras, que lo alaben o lo vilipendien, el director australiano siempre es coherente con su estilo sobrecargado, melodramático, colorista, artificial, carnavalesco, y descaradamente gay.
Tanto que Luhrmann declaró, que planeaba que ésta adaptación fuera más oportuna, dada su crítica hacia los estilos de vida irresponsables de la gente pudiente.
Guste o no su cine, todo cinéfilo que se precie, sabe que va a enfrentarse a una historia visualmente recargada.
Con el objetivo de comprometerse con el proyecto, Luhrmann se trasladó con su familia desde Australia hasta Chelsea, Bajo Manhattan, futuro escenario de The Great Gatsby; y planeó que fuera rodada en el área de la ciudad de New York, donde se establece la novela, comenzando en 2011; y decidió finalmente filmar la fotografía principal en Sydney, con cámaras digitales Red Epic y lentes Zeiss Ultra Prime; sin embargo, hubo momentos en que Luhrmann quiso abandonar el proyecto; la recompensa vino al obtener 2 premios Oscar de las 2 únicas nominaciones:
Mejor Dirección Artística, y Mejor Vestuario.
La historia es narrada por Nick Carraway (Tobey Maguire), un aspirante a escritor, que deja el medio oeste, y llega a New York, en la primavera de 1922, consiguiendo un trabajo en Wall Street como vendedor de bonos, en una época de relajamiento moral, deslumbrante jazz, reyes del contrabando, y en la que la bolsa sube como la espuma; y busca su propia versión del “Sueño Americano”
Al otro lado de la bahía, está su prima Daisy (Carey Mulligan), y su mujeriego marido “de sangre azul”, Tom Buchanan (Joel Edgerton)
Rápidamente, Nick descubre que pese al dinero que tiene, su prima no es feliz, ya que su marido tiene una amante que lo llama insistentemente a su propia casa...
La infidelidad de Tom, es algo que todo el mundo parece saber, pero nadie hace algo para reprocharlo.
Pero esto no es lo único que le llama la atención a Nick:
Junto a su casa en Long Island, vive un multimillonario llamado Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), quien todas las semanas organiza enormes fiestas en su lujosa mansión.
Pese a su gran popularidad entre las figuras más importantes de New York, muy pocas personas conocen realmente a Gatsby.
En torno a su figura, se han creado numerosas teorías, que van desde un supuesto linaje aristocrático, hasta una heroica participación en La Primera Guerra Mundial...
Es por esto que Nick se muestra tan sorprendido, cuando nota que el propio Gatsby, intenta entablar una amistad con él; pero el verdadero plan del misterioso hombre, no consiste en acercase a Nick; sino que a su prima.
Así es como Nick se verá inmerso en el mundo cautivador de los grandes millonarios, sus ilusiones, amores, y engaños; y asistimos a la historia de un hombre que tenía el don de esperar siempre lo mejor, de ascender continuamente en su lucha por un sueño.
Así lo recuerda Nick Carraway, al escribir su semblanza, y develar al espectador, la enigmática identidad de un joven que quería recuperar el pasado, y que estaba convencido de poder lograrlo.
Nadie le conoció como Nick, y solo él fue capaz de romper esa máscara de apariencia y esplendor, para penetrar en un alma vacía e infeliz.
Así nos encontramos con escenas, por las que baila nuestra mirada, de grandes fiestas en la mansión, fuegos artificiales, una enorme piscina, y un muerto que flota; lujo, glamour, un gran cartel publicitario de unos ojos que todo lo ven, unas cortinas blancas que ondean por el viento, unas manos que asoman, unas camisas que vuelan, un hombre que mira tras la ventana, una sonrisa que oculta un misterio, la confusión y ensoñación que se crea tras una borrachera continúa… y la demostración final, que tras la artificiosidad y lo frívolo, sólo queda la soledad y el vacío de un hombre.
Como si se tratase de un sueño, The Great Gatsby es la historia de un hombre de origen humilde, que siempre quiso llegar a lo más alto, al que se le prohíbe la relación con el amor de su vida por su condición, y que hace todo lo necesario por conseguirlo.
En definitiva, The Great Gatsby refleja con acierto, la fuerza del romanticismo y su irracionalidad inherente que puede acabar con un enamorado en el borde del precipicio.
“In my younger and more vulnerable years, my father gave me some advice.
“Always try to see the best in people”, he would say.
As a consequence, I'm inclined to reserve all judgements.
But even I have a limit”
El director de origen australiano, Baz Luhrmann, siempre se ha caracterizado por su poderoso estilo visual, barroco, alambicado, y lleno de un esplendor casi teatral y operístico; y para acercarse a The Great Gatsby, hay que tener en cuenta que esta es una de las novelas más aclamadas de la historia, llevada al cine por uno de los directores más visionarios de nuestros tiempos.
Y es que Luhrmann ha creado su carrera como director, entorno al espectáculo visual de cada una de sus películas, y The Great Gatsby no es la excepción; teniendo notoriamente el mismo estilo que “Romeo + Juliet” (1996) y “Moulin Rouge!” (2001), con excelentes planos y tomas, hermosas escenas, y unos movimientos de cámara impresionantes; con algunos temas similares, escenas similares, y personajes similares a los filmes anteriormente mencionados del director.
The Great Gatsby gira en torno a una pareja de personajes que pertenecen a mundos distintos, pero que se encuentran unidos por el amor.
Durante la historia, se muestra cómo estos personajes luchan para poder superar los obstáculos que los quieren separar, lo que finalmente desencadena en una trágica conclusión.
Otro elemento que comparten estas películas, es un notorio anacronismo, representado por diálogos shakesperianos, y la ambientación de la historia en la época contemporánea; o bien en la música utilizada; siendo realmente, una verdadera adaptación del clásico, muy elaborado, con un reparto de primera, que provocará todas las reacciones posibles.
Así, Baz Luhrmann aplica su propia visión de “los locos años 20”, y sirve un vodevil de juegos artificiales, lujosas mansiones, ampulosidad, y litros de alcohol; todo bajo su mirada de esteta videoclipero, demasiado dado a los excesos audiovisuales con un montaje desenfrenado, movimientos de cámara ostentosos, y aceleraciones artificiosas, una puesta en escena barroca, un deslumbrante diseño de producción, y una coreografía caótica, que se suceden para recrear un mundo de vaciedad, quizás queriendo reflejar el corazón de ese anfitrión llamado Gatsby, que organiza fiestas multitudinarias, y que se hace de rogar para aparecer ante la cámara.
De hecho, la trama tarda en entrar en la vida de los personajes, y cuando lo hace, es a base de excesos estilísticos, no solo de flores y camisas, y de retratos satíricos que rayan lo caricaturesco; su Gatsby es precisamente eso, en su primera parte, un delirio visual retro, a ritmo de Jay-Z, que recrea como nunca, el frenesí de una sociedad que vivió tan rápido, que estaba condenada a estrellarse, a convertirse en tragedia.
Todo está narrado por la voz “en off” de Tobey Maguire, sucedáneo fílmico del Nick Carraway “fitzgeraldiano”, que en el interior de un sanatorio mental donde permanece interno, debido a su frágil estado nervioso, rememora las vivencias experimentadas junto a Gatsby, a modo de terapia.
Siendo la historia de un triángulo amoroso, entre un hombre que se aferra a la idea de lo que pudo ser; una mujer que se ve avasallada por la situación en la que se encuentra; y un esposo, cuyo concepto del amor no incluye la fidelidad.
Y podría agregarse al mismo Nick, como un enamorado de todo lo que vivió; que lo hace relato de la admiración mutua entre 2 hombres, que lentamente se convierte en una fuerte amistad.
Una adaptación enorme, para bien o para mal, es mitad reverencia, mitad travestismo, que digámoslo todo, sacrifica la profundidad en pos del espectáculo más excesivo.
Ambientada en la New York de los gloriosos años 20s, esta historia está llena de momentos que son ideales para el cine de Luhrmann:
La primera parte, está llena de fiestas y lugares glamorosos, en los que los excesos del director son totalmente acertados.
El momento en el que por fin le vemos el rostro al misterioso Gatsby, está cargado de una espectacularidad como pocas, en la que la música, varias coreografías, y miles de fuegos artificiales, nos revelan al protagonista de la historia.
Sin embargo una vez termina todo esto, y es necesario entrar la parte más dramática, Luhrmann claramente pierde la idea de lo que quiere contar.
Las escenas se vuelven largas y aburridas, el guión se debate entre mantener las críticas sociales de la novela de Fitzgerald, o enfocarse de lleno en una historia de amor, que a pesar de su belleza, termina sintiéndose forzada.
En The Great Gatsby, podríamos hablar de 2 parte claramente diferenciadas en función de la preponderancia del Luhrmann, director de obra; o del Luhrmann decorador.
Este último, es el que tiraniza la primera hora de metraje; donde los personajes son un mero accesorio para mostrarnos las piruetas visuales de las que es capaz Luhrmann, y la cantidad de millones de dólares que ha sido derrochada para que la producción sea muy vistosa.
Me atrevería a aventurar, que el objetivo de esto, y la propia utilización del 3D, es atrapar a un espectador más juvenil, que seguramente sentiría una pereza extrema, ante un acercamiento más tradicional a la historia que se nos cuenta, pero de poco sirve, si a cambio construyes unos cimientos tan débiles como los que tiene esta película:
La excesiva fiesta en casa de Gatsby, más propia de una discoteca actual, que de las celebraciones de principios del siglo pasado, no es más que la primera cima de este aspecto, donde Luhrmann muestra cierto desinterés por los personajes y los progresos de sus historias.
Y da hasta la sensación, de que lo ve como un simple peaje hasta llegar a lo que realmente le interesa:
La relación entre Gatsby y Daisy.
De hecho, el único exceso visual de esta primera mitad, que aporta algo de relieve a la historia, es cuando Gatsby decora ostentosamente el tímido hogar de Nick, para poder impresionar a su amada, como dudando, algo que va a más cuando le surge la necesidad de marcharse, de que su mera presencia no sea suficiente para causar un gran impacto en ella.
Por lo que Luhrmann decide rebajar, que no eliminar la pomposidad cuando le toca centrarse exclusivamente los vaivenes sentimentales de sus protagonistas, llegando al punto de obviar casi por completo, el caos habitual de las celebraciones de Gatsby, cuando Daisy y su marido Tom van de visita.
El problema es que ya es demasiado tarde para subyugar al espectador con el romance que se nos está contando, y la sensación dominante, es de “un quiero y no puedo” bastante importante.
El problema es que en esta ocasión, la visión de Luhrmann se desborda casi sin control, envolviendo la belleza de la narrativa de F. Scott Fitzgerald en un caparazón brillante que carece de corazón.
En general, técnicamente hablando, los gráficos no están mal, aunque falla por la demasiada exaltación de la imagen, del croma, y de los efectos preciosistas visuales; pero la música, es una auténtica basura que nada tiene que ver con la época de los años 20...
¿Dirían algunos lo mismo de “Moulin Rouge!” (2001)?
Además, se le podría achacar que el vestuario del protagonista, no ha sido el mismo que confección al resto del reparto, pues ha sido confiado a la marca Brooks Brothers, la sastrería más antigua de los Estados Unidos, y quien responsable de vestir a los presidentes de EEUU desde el 1818, garantía de un resultado convincente, pero no irreprochable.
Por ejemplo, el famoso traje rosa pastel que lleva DiCaprio, resulta demasiado nuevo en términos de hechura para los años 20.
Otro dato algo inverosímil, es el coche de Gatsby, que va a una velocidad desorbitada para esa poca, pues no se iba tan rápido; pero, sin embargo, tenemos en marcha un lujurioso, excesivo, y absolutamente inane y fascinante culebrón firmado por uno de los directores con más capacidad de seducción del cine reciente.
Además, los decorados y las tomas aéreas, recrean unos alrededores de New York que parecen de juguete, lo que acentúa esa sensación de estar viviendo un sueño, del que sabemos que en algún momento tendremos que despertar.
Un sueño que en realidad es en el que está inmerso Jay Gatsby, quien ha llegado a creer que puede conseguir todo lo que desea, y hacer realidad las fantasías que albergaba de niño.
Del reparto, Leonardo DiCaprio que con su carisma y fuerza actoral, deja en claro porque es el actor más importante de su generación.
Gracias a su actuación, es posible que desde un principio nos sintamos atraídos por el misterio que le rodea, y luego entender por qué los demás personajes sienten tanta atracción hacia él.
DiCaprio se apodera del personaje de tal forma que piensas que no solo entiende a Gatsby, y simpatiza con él, sino que además pone parte de sí mismo en la creación de este enigmático multimillonario hecho a sí mismo, obsesionado por los detalles y la construcción de un sueño perfecto.
Toda la película, parece salida de su imaginación:
Es empalagosa, extravagante, y él no encaja…
Nunca asiste a sus fiestas; pues sólo se asoma para ver quién vino, y luego desaparece…
Me parece que ha sido una buena manera de demostrar visualmente eso:
Gatsby no encaja en el mundo que él mismo creó.
Él querrá a Daisy con la misma obsesión y pasión con la que se quiere a la última pieza faltante de un rompecabezas.
La necesitas, la deseas, es él objeto que te hace falta, pero no la amas.
Buen trabajo de Tobey Maguire, al saber estar dentro y fuera de la escena, como buen cronista y discreto amigo.
Nick Carraway, el narrador de la historia, representa la inocencia, los “ojos puros” que cuentan la trama, quien desde lo que parece ser una casa de retiro, intenta liberarse de sus excesos con el alcohol principalmente, y cumplir el propósito de contar la historia de su amigo Gatsby.
Yace en este prólogo, un elemento fundamental en las películas de Luhrmann:
Alguien tiene que contar la historia, para que esta sobreviva.
Entonces, también tendremos el Gatsby, narrado por Carraway, encumbrado por la disimulada, a veces no tanto, fascinación homoerótica que le despierta el personaje desde el primer momento que lo conoce, con fuegos artificiales chisporroteando, mientras él admira la sonrisa hipnótica de su desconocido vecino.
Y aun conociendo a Gatsby, en palabras de Carraway, su encanto permanece inalterable, y su tragedia conserva la nobleza.
Luhrmann, está tan maravillado al igual que Carraway, por el encanto de Gatsby que cada plano, cada movimiento de cámara, cada canción que acompaña las imágenes, reflejan amor por el exceso, y cierto asombro por las superficies.
Por lo que la película justifica a Nick como narrador, poniéndolo en un “sanatorio”, porque explica mejor la constante presencia de la voz “en off”, permitiendo conservar el mítico monólogo final.
Además, acabar convirtiendo a Nick en un alcohólico deprimido, no se ha hecho al azar, ya que esa fue básicamente la vida del autor de la novela, Scott Fitzgerald.
Sin embargo, el director no muestra a Nick Carraway como un homosexual enamorado platónicamente de Gatsby, ni a Jordan Baker como una lesbiana cautivada por los encantos de Daisy Buchanan; mientras que el papel de Joel Edgerton, no escapa del estereotipo más simple.
Carey Mulligan llena la pantalla con su belleza y dulzura, termina de transmitir los conflictos personales de su personaje:
Fragilidad, confusión, decisión, e incertidumbre.
Las miradas y los gestos de los protagonistas en general, son tan importantes como los silencios y los diálogos en los momentos decisivos, que otorgan un aura de magia y cuento.
Como dato, el actor indio, Amitabh Bachchan, hace un cameo como Meyer Wolfshiem; siendo este su primer papel en Hollywood.
Otra decisión que parece acertada, es la falta de pretensión a la hora de establecer paralelismos; que es evidente que los hay, pero no es la crítica social lo que más interesa al Luhrmann, sino el análisis de los diferentes personajes, cómo llegaron a donde llegaron, y los valores que los mueven a actuar.
Acierta Luhrmann a no desviarse con subtramas de corrupción y contrabando de alcohol, lo mismo que al no recargar su discurso acerca de un amor, o una fama que atan o liberan al fantasma obsesionado con ser el centro de todo; y nos regala una historia de soledad y búsqueda de felicidad, de fuegos de artificio y espejismos vacuos, donde un hombre quema su vida por un sueño, y termina convirtiéndose en icono de la decadencia, con un final magnífico, que recuerda a “Sunset Boulevard” (1950):
Gatsby muere pensando en que la llamada era la de Daisy, y a todos nos da un vuelco el corazón, cuando creemos que ella le está llamando…
No es ella quien llama, sino Nick.
Pero qué más da, Gatsby ha muerto pensando que es Daisy, se ha ido feliz, pensando que ella le correspondía, que al fin era suya…
En definitiva, los logros que destaco de The Great Gatsby, es su desatado y arrebatador romanticismo.
El símbolo del destello verde, la esperanza de recuperar el pasado, la obsesión por un ideal, el sacrificio...
Si bien dura demasiado, y la ambientación resulta artificial, con esas panorámicas imposibles, el lucimiento del 3D, las postales bélicas, la ciudad en constante celebración... los personajes están muy cerca de la caricatura, los giros parecen sacados de una telenovela... el resultado es coherente, es como un cuento, con su dosis de fantasía y humor simplón:
El héroe y el villano, el amigo fiel y la doncella en peligro...
Pero aquí no hay final feliz.
Solo el placer de haber disfrutado el viaje y la nostalgia de esos momentos mágicos que son irrepetibles.
The Great Gatsby hace justicia a la novela de Fitzgerald, mientras se entrega al exceso visual en su evocación de un sueño ya extinto.
Imperfecta, fascinante, bella en la expresión de un pasado siempre inalcanzable.
A Jay Gatsby le habría encantado…
Por último, al igual que en sus otras películas, Baz Luhrmann hace de la música, parte central de su visión.
En esta ocasión, con un “soundtrack” que reúne a algunos de los artistas más importantes del momento; y aunque el usar canciones de distintos géneros y artistas es algo que Luhrmann ya había hecho en su “trilogía de las cortinas rojas”, en esta ocasión vuelve a sentirse novedoso y refrescante.
Cada canción, es usada de manera perfecta durante el metraje:
“Young and Beautiful” de Lana del Rey, mientras vemos como Daisy y Gatsby vuelven a tratar de recordar el amor de su juventud; “Love is Blindness” de Jack White, se escucha en una de las secuencias más importantes de la trama, en donde precisamente, el amor ciega a varios personajes; etc.
“I knew it was a great mistake for a man like me to fall in love...”
The Great Gatsby captura la experiencia de Estados Unidos, porque es una historia sobre el cambio, y los que resisten a él.
Si el cambio se presenta en forma de una nueva ola de inmigrantes europeos del sur en el siglo 20; los latinoamericanos lo serían hoy en día; los nuevos ricos, o las minorías exitosas, es por esto que los estadounidenses desde 1920 hasta hoy en día, tienen mucha experiencia con el cambio económico y circunstancias sociales.
En las últimas líneas de “The Great Gatsby”, Francis Scott Fitzgerald sintetizaba el sentido de su obra, en una bellísima metáfora, en la que reafirmaba el sueño del hombre como ese envío constante y a contracorriente de barcos hacia el pasado.
El pasado, era ese horizonte inalcanzable, esa luz verde que un día dejó de parpadear.
Era el sueño imposible de Gatsby, uno cuya repetición se demuestra quimérica ante la amarga evanescencia de las cosas, y sobre todo, de la felicidad.
También el de un mundo, el de los fastos días de guateques hasta el amanecer, y hedonismo infinito, el de las borracheras de inmortalidad, y la vanidad celebrada con brindis antes de que llegara el inclemente otoño de la historia.
Aquella década de los 20, fue la ficción feliz a la que no volveremos.
La luz antes de la decepción, el jazz que precede al crack...
The Great Gatsby, con toda su posmodernidad estridente, no deja de ser un producto anticuado, clásico, que para muchos resultará empalagoso y acartonado, y para algunos pocos, una rara avis que reluce con un brillo glorioso imposible de rescatar.
Porque Hollywood ya no cree en el amor…
Porque su público ha dejado de hacerlo.
Y si no creemos en el amor, difícilmente amaremos la belleza; y la luz verde se apagará inexorablemente.
Gracias a las letras que adornaban sus páginas, The Great Gatsby sigue permaneciendo inmortal, una metáfora del “Sueño Americano”; pero también es una historia de esperanza.
Y en ese sentido:
¿No somos todos, un poco como James Gatz?
“Gatsby believed in the green light, the orgastic future that year by year recedes before us.
It eluded us then, but that's no matter, tomorrow we will run faster, stretch out our arms farther...
And one fine morning.
So we beat on, boats against the current, borne back ceaselessly into the past”
Francis Scott Key Fitzgerald, fue un novelista y escritor estadounidense de historias cortas, ampliamente conocido como “uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX”, cuyos trabajos son paradigmáticos de La Era del Jazz; y es considerado miembro de La Generación Perdida de Los Años 20; el cual escribió 4 novelas:
“This Side Of Paradise” (1920), “The Beautiful and Damned” (1922), “The Great Gatsby” (1925) y “Tender Is The Night” (1934); y una sin terminar:
“The Love Of The Last Tycoon”, publicada tras su muerte, en 1941
En particular, “The Great Gatsby” está considerada como “la gran novela de EEUU”, porque creó el símbolo, el arquetipo, el personaje/idea que mejor encarna el espíritu del país:
El hombre hecho a sí mismo, capaz de todo, de crear un mundo de la nada y perderlo; el hombre capaz del mayor idealismo, y de la mayor vileza; con toda la libertad que proporciona un país, que allá por los años 20, estaba en su máximo apogeo; un país tan joven y vigoroso, que hacía pensar que “todo era posible”
La novela sigue a un grupo de personajes que viven en la ciudad ficticia de West Egg, en la próspera Long Island, en el verano de 1922; y hace referencia principalmente a un joven y misterioso millonario, su pasión quijotesca, y la obsesión por la hermosa ex debutante.
Considerada como La Obra Maestra de Fitzgerald, “The Great Gatsby” explora los temas de decadencia, idealismo, resistencia al cambio, agitación social, y el exceso, creando un retrato de La Época del Jazz, o de los locos años 20, que ha sido descrito como una advertencia con respecto al “Sueño Americano”; la aspiración humana a empezar de nuevo, la política social, su brutalidad, y también la traición de los propios ideales, y de las personas.
Ubicado en la próspera Long Island de 1922, nos ofrece una historia social crítica de EEUU dentro de su narrativa.
Esa época, conocida por la prosperidad económica sin precedentes, la evolución de la música de jazz, el contrabando, y otras actividades criminales, todos estos aspectos están representados plausiblemente en la novela que Fitzgerald utiliza para construir las historias de Gatsby con detalles simples, como los automóviles, hasta temas más amplios como las alusiones discretas de Fitzgerald a la cultura del crimen organizado, que era la fuente de la fortuna de Gatsby.
Un detalle importante, es que muchos de los acontecimientos en la vida temprana de Fitzgerald, están representados en el libro.
En lo personal, Fitzgerald era un joven de Minnesota, y al igual que Nick, fue educado en una escuela de la Ivy League, Princeton; en el caso de Nick, Yale.
Fitzgerald también es similar a Jay Gatsby, al enamorarse durante su permanencia en el ejército, cayó en una vida de decadencia tratando de probarse a sí mismo ante la chica que amaba; y se convirtió en un 2º Teniente, y estaba estacionado en Camp Sheridan, en Montgomery, Alabama.
Allí conoció y se enamoró de una belleza salvaje de 17 años llamada Zelda Sayre; que finalmente aceptó casarse con él, pero su preferencia por la riqueza, diversión y el ocio, la llevó a retrasar su boda, hasta que pudo demostrarse éxito.
Al igual que Nick en “The Great Gatsby”, Fitzgerald encontró este nuevo estilo de vida seductor y emocionante; y al igual que Gatsby, siempre había idolatrado a los ricos; incluso mientras esto lo conducía hacia todo lo que despreciaba.
Los personajes principales de “The Great Gatsby” son:
Nick Carraway:
Es un graduado de Yale, veterano de La Primera Guerra Mundial, y en el inicio de la trama, es un residente recién llegado de West Egg, que tiene 29 años, más tarde 30…
También sirve como el narrador en primera persona de la novela.
Él es vecino de Gatsby, y un vendedor de bonos.
Es amable, a veces sarcástico, y un tanto optimista, aunque esta última cualidad se desvanece a medida que avanza la novela.
Nick es el arquetípico narrador y observador que presencia las acciones ajenas, y que actúa como el sempiterno convidado e intermediario, influyendo apenas en el devenir de los acontecimientos, e intentando no juzgar a nadie a la ligera, una enseñanza que su padre le ha inculcado.
Efectivamente, Nick derrocha paciencia y capacidad de comprensión por muy disparatado que sea lo que ocurra a su alrededor.
Es el personaje más equilibrado, todo lo equilibrado que puede ser un joven en los “locos años 20”, y el punto de conexión entre los hechos y el lector.
Jay Gatsby, originalmente llamado James “Jimmy” Gatz:
Es un misterioso y joven millonario, con conexiones de negocios turbios, más tarde revela ser un contrabandista; originario de Dakota del Norte; obsesionado con Daisy Buchanan, una hermosa debutante, de Louisville, Kentucky; a quien había conocido cuando era un joven militar estacionado en Camp Taylor del Ejército, en Louisville durante La Primera Guerra Mundial.
Fitzgerald se basa en realidad en El Camp Taylor en Louisville, cuando estaba en el ejército, y hace varias referencias a Louisville en la novela, incluyendo el hotel Seelbach, donde se realizó la fiesta Buchanan de la boda de Tom y Daisy.
Así, Gatsby es la encarnación del romanticismo más exacerbado; no con aires de grandeza de un hombre arrogante, sino las frágiles ilusiones de un hombre sensible y enamorado, que había tenido la desgracia de idealizar al objeto de su amor, y de cometer el error de creer que ella le correspondía.
Daisy Fay Buchanan:
Es una atractiva y efervescente, poco profunda y ensimismada, joven de Louisville, Kentucky, debutante de La Alta Sociedad, identificada por siempre estar a la moda.
Prima segunda de Nick, y esposa de Tom Buchanan; se cree que Daisy estaba inspirada en los propios romances juveniles de Fitzgerald con Ginevra King.
Daisy, tuvo una relación romántica con Gatsby, antes de casarse con Tom; por lo que su elección entre Gatsby y Tom, es uno de los conflictos centrales de la novela.
Thomas “Tom” Buchanan:
Es un millonario que vive en East Egg, y marido de Daisy; es un hombre imponente por su estructura muscular, con una voz “ronca tenor”, de comportamiento arrogante; y una antigua estrella de fútbol en Yale.
De hecho, Buchanan tiene semejanzas con William Mitchell, ciudadano de Chicago que se casó con Ginevra King...
Buchanan y Mitchell, fueron de Chicago, y tenían interés en el polo.
Al igual que el padre de Ginevra, Buchanan asistió a La Universidad de Yale, y es un supremacista blanco.
Jordan Baker:
Es la íntima amiga de Daisy Buchanan, con el cabello “amarillo como la hoja del otoño”, un cuerpo atlético firme, y una actitud distante; ella es la novia de Nick Carraway, en la mayor parte de la novela, y una golfista aficionada, con una reputación ligeramente sombreada, y una inclinación por la falta de veracidad.
Se cree que Jordan se basa en la golfista Edith Cummings, una amiga de Ginevra King.
Su nombre, es un juego de palabras relacionado a las 2 marcas de automóviles entonces populares:
Jordan Motor Car Company, y el Baker Motor Vehicle, que aluden a la reputación de Jordan:
Rápida y con libertad, haciendo también una representación de los estadounidenses, especialmente las mujeres de la década del 20.
George B. Wilson:
Es un mecánico y propietario de un garaje.
Myrtle Wilson, su mujer, es la amante de Tom Buchanan, lo desprecian tanto que lo describen como “tan tonto que no sabe que está vivo”
Cuando se entera de la muerte de su esposa, dispara y mata a Gatsby, creyendo erróneamente que había estado conduciendo el coche que mató a Myrtle, y luego se quita la vida.
Myrtle murió accidentalmente, al ser atropellada por el coche de Gatsby, conducido por Daisy, aunque Gatsby insistía en que tomar la culpa del accidente.
Meyer Wolfsheim:
Es un amigo judío, y mentor de Gatsby, descrito como un jugador de La Serie Mundial.
Si bien, Wolfsheim sólo aparece 2 veces en la novela, la 2ª vez se niega a asistir al funeral de Gatsby.
Él es una clara alusión a Arnold Rothstein, un capo del crimen de New York, que fue culpado notoriamente por el escándalo de Los Medias Negras, al contaminar la Serie Mundial de 1919.
Así las cosas, además de explorar las pruebas y tribulaciones de aprovechar “El Gran Sueño Americano” durante la época del jazz, “The Great Gatsby” explora como un tema, las expectativas sociales de género, ejemplificado en el personaje de Daisy Buchanan:
La marginación de la mujer en la clase social de East Egg que Fitzgerald representa.
Como una clase alta, mujer blanca que vive en East Egg durante este período de tiempo en Estados Unidos, Daisy debe cumplir con ciertas expectativas de la sociedad, incluyendo llenar activamente el papel de esposa sumisa, madre, guardián de la casa, y encantadora mundana.
Además, se podría argumentar que la decisión final de Daisy, de permanecer con su marido, a pesar de sus sentimientos por Gatsby, se puede atribuir a la situación, seguridad y comodidad que su matrimonio con Tom Buchanan ofrece.
Así como el tema de la función familiar femenina dentro de “The Great Gatsby” va de la mano con la de la unidad de la familia ideal, asociada con “el gran sueño estadounidense”, un sueño que se hace realidad para Gatsby y Daisy en la prosa de Fitzgerald.
Sin embargo, publicado por primera vez por Scribner's en abril de 1925, “The Great Gatsby” recibió críticas mixtas, y su venta fue mala; tanto que en su primer año, el libro vendió sólo 20,000 copias.
El propio Fitzgerald relacionó las bajas ventas, al el hecho de que las mujeres tendían a ser la principal audiencia de novelas durante ese tiempo, y Gatsby no describía a un personaje femenino admirable.
Fitzgerald murió en 1940, a la edad de 44 años, creyéndose un fracaso, y pensando que su obra estaba en el olvido…
Sin embargo, la novela experimentó un renacimiento durante La Segunda Guerra Mundial; y hoy en día, se han vendido ya millones de ejemplares de “The Great Gatsby”, siendo un “best-seller” constante, y lectura obligatoria en muchas escuelas, secundarias, y universidades.
“The Great Gatsby”, también ha sido la base para numerosas películas del mismo nombre a lo largo de casi 90 años:
1926, 1949, 1974, 2000, y 2013.
“You can't repeat the past”
The Great Gatsby es un drama del año 2013, dirigido por Baz Luhrmann.
Protagonizado por Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki, Amitabh Bachchan, Jason Clarke, Adelaide Clemens, Max Cullen, Steve Bisley, Richard Carter, Vince Colosimo, Brendan Maclean, Kate Mulvany, Callan McAuliffe, Jack Thompson, entre otros.
El guión es de Baz Luhrmann y Craig Pearce, basados en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald, publicada en 1925; que tiene como fondo, la alta sociedad de EEUU, en la que se desenvuelve un hombre misterioso e inmensamente rico, quien, a pesar de ello, es considerado un advenedizo, y solo se le acepta como invitado en su gran mansión de Long Island.
Pero se empeña en conseguir el amor que no logró en su juventud; y para ello, se hará amigo de su vecino recién llegado…
Adaptar la obra de F. Scott Fitzgerald a la gran pantalla, parece un trabajo apetecible y arriesgado al mismo tiempo.
Por un lado, la historia del misterioso Gatsby y su romance con Daisy, tiene la fuerza suficiente como para que el espectador quede atrapado en la trama, sin importar el envoltorio en el que se le presenta.
Por el otro, la complejidad interior de los personajes, exige contar con unos intérpretes habilidosos, que puedan expresar tanto o más con sus gestos y miradas, que con las palabras que salen de su boca.
Puestos en claro, esta producción es la 3ª adaptación cinematográfica que se hace de la novela de F. Scott Fitzgerald:
La primera corrió a cargo de Elliot Nugent en 1949, con Alan Ladd como protagonista; pero fue la 2ª, la que alcanzó más repercusión:
Dirigida por Jack Clayton, con un guión de Francis Ford Coppola, estrenada en 1974; y en el papel de Jay Gatsby, encontrábamos al galán Robert Redford, y en el de Daisy, a la etérea Mia Farrow; mientras el 3° en discordia, Tom Buchanan, estaba interpretado por Bruce Dern.
Ganado las 2 únicas nominaciones al premio Oscar:
Mejor Vestuario y Banda Sonora.
Anteriores a esta versión, ya existían también una ópera, y numerosas adaptaciones.
Hasta que Craig Pearce y Baz Luhrmann escribieron el guión, a partir de la novela de Fitzgerald, que el director reconoce “no haber leído”; por lo que Luhrmann no engaña a nadie.
Da igual que adapte a Shakespeare o a Fitzgerald, que haga un musical o una película de aventuras, que lo alaben o lo vilipendien, el director australiano siempre es coherente con su estilo sobrecargado, melodramático, colorista, artificial, carnavalesco, y descaradamente gay.
Tanto que Luhrmann declaró, que planeaba que ésta adaptación fuera más oportuna, dada su crítica hacia los estilos de vida irresponsables de la gente pudiente.
Guste o no su cine, todo cinéfilo que se precie, sabe que va a enfrentarse a una historia visualmente recargada.
Con el objetivo de comprometerse con el proyecto, Luhrmann se trasladó con su familia desde Australia hasta Chelsea, Bajo Manhattan, futuro escenario de The Great Gatsby; y planeó que fuera rodada en el área de la ciudad de New York, donde se establece la novela, comenzando en 2011; y decidió finalmente filmar la fotografía principal en Sydney, con cámaras digitales Red Epic y lentes Zeiss Ultra Prime; sin embargo, hubo momentos en que Luhrmann quiso abandonar el proyecto; la recompensa vino al obtener 2 premios Oscar de las 2 únicas nominaciones:
Mejor Dirección Artística, y Mejor Vestuario.
La historia es narrada por Nick Carraway (Tobey Maguire), un aspirante a escritor, que deja el medio oeste, y llega a New York, en la primavera de 1922, consiguiendo un trabajo en Wall Street como vendedor de bonos, en una época de relajamiento moral, deslumbrante jazz, reyes del contrabando, y en la que la bolsa sube como la espuma; y busca su propia versión del “Sueño Americano”
Al otro lado de la bahía, está su prima Daisy (Carey Mulligan), y su mujeriego marido “de sangre azul”, Tom Buchanan (Joel Edgerton)
Rápidamente, Nick descubre que pese al dinero que tiene, su prima no es feliz, ya que su marido tiene una amante que lo llama insistentemente a su propia casa...
La infidelidad de Tom, es algo que todo el mundo parece saber, pero nadie hace algo para reprocharlo.
Pero esto no es lo único que le llama la atención a Nick:
Junto a su casa en Long Island, vive un multimillonario llamado Jay Gatsby (Leonardo DiCaprio), quien todas las semanas organiza enormes fiestas en su lujosa mansión.
Pese a su gran popularidad entre las figuras más importantes de New York, muy pocas personas conocen realmente a Gatsby.
En torno a su figura, se han creado numerosas teorías, que van desde un supuesto linaje aristocrático, hasta una heroica participación en La Primera Guerra Mundial...
Es por esto que Nick se muestra tan sorprendido, cuando nota que el propio Gatsby, intenta entablar una amistad con él; pero el verdadero plan del misterioso hombre, no consiste en acercase a Nick; sino que a su prima.
Así es como Nick se verá inmerso en el mundo cautivador de los grandes millonarios, sus ilusiones, amores, y engaños; y asistimos a la historia de un hombre que tenía el don de esperar siempre lo mejor, de ascender continuamente en su lucha por un sueño.
Así lo recuerda Nick Carraway, al escribir su semblanza, y develar al espectador, la enigmática identidad de un joven que quería recuperar el pasado, y que estaba convencido de poder lograrlo.
Nadie le conoció como Nick, y solo él fue capaz de romper esa máscara de apariencia y esplendor, para penetrar en un alma vacía e infeliz.
Así nos encontramos con escenas, por las que baila nuestra mirada, de grandes fiestas en la mansión, fuegos artificiales, una enorme piscina, y un muerto que flota; lujo, glamour, un gran cartel publicitario de unos ojos que todo lo ven, unas cortinas blancas que ondean por el viento, unas manos que asoman, unas camisas que vuelan, un hombre que mira tras la ventana, una sonrisa que oculta un misterio, la confusión y ensoñación que se crea tras una borrachera continúa… y la demostración final, que tras la artificiosidad y lo frívolo, sólo queda la soledad y el vacío de un hombre.
Como si se tratase de un sueño, The Great Gatsby es la historia de un hombre de origen humilde, que siempre quiso llegar a lo más alto, al que se le prohíbe la relación con el amor de su vida por su condición, y que hace todo lo necesario por conseguirlo.
En definitiva, The Great Gatsby refleja con acierto, la fuerza del romanticismo y su irracionalidad inherente que puede acabar con un enamorado en el borde del precipicio.
“In my younger and more vulnerable years, my father gave me some advice.
“Always try to see the best in people”, he would say.
As a consequence, I'm inclined to reserve all judgements.
But even I have a limit”
El director de origen australiano, Baz Luhrmann, siempre se ha caracterizado por su poderoso estilo visual, barroco, alambicado, y lleno de un esplendor casi teatral y operístico; y para acercarse a The Great Gatsby, hay que tener en cuenta que esta es una de las novelas más aclamadas de la historia, llevada al cine por uno de los directores más visionarios de nuestros tiempos.
Y es que Luhrmann ha creado su carrera como director, entorno al espectáculo visual de cada una de sus películas, y The Great Gatsby no es la excepción; teniendo notoriamente el mismo estilo que “Romeo + Juliet” (1996) y “Moulin Rouge!” (2001), con excelentes planos y tomas, hermosas escenas, y unos movimientos de cámara impresionantes; con algunos temas similares, escenas similares, y personajes similares a los filmes anteriormente mencionados del director.
The Great Gatsby gira en torno a una pareja de personajes que pertenecen a mundos distintos, pero que se encuentran unidos por el amor.
Durante la historia, se muestra cómo estos personajes luchan para poder superar los obstáculos que los quieren separar, lo que finalmente desencadena en una trágica conclusión.
Otro elemento que comparten estas películas, es un notorio anacronismo, representado por diálogos shakesperianos, y la ambientación de la historia en la época contemporánea; o bien en la música utilizada; siendo realmente, una verdadera adaptación del clásico, muy elaborado, con un reparto de primera, que provocará todas las reacciones posibles.
Así, Baz Luhrmann aplica su propia visión de “los locos años 20”, y sirve un vodevil de juegos artificiales, lujosas mansiones, ampulosidad, y litros de alcohol; todo bajo su mirada de esteta videoclipero, demasiado dado a los excesos audiovisuales con un montaje desenfrenado, movimientos de cámara ostentosos, y aceleraciones artificiosas, una puesta en escena barroca, un deslumbrante diseño de producción, y una coreografía caótica, que se suceden para recrear un mundo de vaciedad, quizás queriendo reflejar el corazón de ese anfitrión llamado Gatsby, que organiza fiestas multitudinarias, y que se hace de rogar para aparecer ante la cámara.
De hecho, la trama tarda en entrar en la vida de los personajes, y cuando lo hace, es a base de excesos estilísticos, no solo de flores y camisas, y de retratos satíricos que rayan lo caricaturesco; su Gatsby es precisamente eso, en su primera parte, un delirio visual retro, a ritmo de Jay-Z, que recrea como nunca, el frenesí de una sociedad que vivió tan rápido, que estaba condenada a estrellarse, a convertirse en tragedia.
Todo está narrado por la voz “en off” de Tobey Maguire, sucedáneo fílmico del Nick Carraway “fitzgeraldiano”, que en el interior de un sanatorio mental donde permanece interno, debido a su frágil estado nervioso, rememora las vivencias experimentadas junto a Gatsby, a modo de terapia.
Siendo la historia de un triángulo amoroso, entre un hombre que se aferra a la idea de lo que pudo ser; una mujer que se ve avasallada por la situación en la que se encuentra; y un esposo, cuyo concepto del amor no incluye la fidelidad.
Y podría agregarse al mismo Nick, como un enamorado de todo lo que vivió; que lo hace relato de la admiración mutua entre 2 hombres, que lentamente se convierte en una fuerte amistad.
Una adaptación enorme, para bien o para mal, es mitad reverencia, mitad travestismo, que digámoslo todo, sacrifica la profundidad en pos del espectáculo más excesivo.
Ambientada en la New York de los gloriosos años 20s, esta historia está llena de momentos que son ideales para el cine de Luhrmann:
La primera parte, está llena de fiestas y lugares glamorosos, en los que los excesos del director son totalmente acertados.
El momento en el que por fin le vemos el rostro al misterioso Gatsby, está cargado de una espectacularidad como pocas, en la que la música, varias coreografías, y miles de fuegos artificiales, nos revelan al protagonista de la historia.
Sin embargo una vez termina todo esto, y es necesario entrar la parte más dramática, Luhrmann claramente pierde la idea de lo que quiere contar.
Las escenas se vuelven largas y aburridas, el guión se debate entre mantener las críticas sociales de la novela de Fitzgerald, o enfocarse de lleno en una historia de amor, que a pesar de su belleza, termina sintiéndose forzada.
En The Great Gatsby, podríamos hablar de 2 parte claramente diferenciadas en función de la preponderancia del Luhrmann, director de obra; o del Luhrmann decorador.
Este último, es el que tiraniza la primera hora de metraje; donde los personajes son un mero accesorio para mostrarnos las piruetas visuales de las que es capaz Luhrmann, y la cantidad de millones de dólares que ha sido derrochada para que la producción sea muy vistosa.
Me atrevería a aventurar, que el objetivo de esto, y la propia utilización del 3D, es atrapar a un espectador más juvenil, que seguramente sentiría una pereza extrema, ante un acercamiento más tradicional a la historia que se nos cuenta, pero de poco sirve, si a cambio construyes unos cimientos tan débiles como los que tiene esta película:
La excesiva fiesta en casa de Gatsby, más propia de una discoteca actual, que de las celebraciones de principios del siglo pasado, no es más que la primera cima de este aspecto, donde Luhrmann muestra cierto desinterés por los personajes y los progresos de sus historias.
Y da hasta la sensación, de que lo ve como un simple peaje hasta llegar a lo que realmente le interesa:
La relación entre Gatsby y Daisy.
De hecho, el único exceso visual de esta primera mitad, que aporta algo de relieve a la historia, es cuando Gatsby decora ostentosamente el tímido hogar de Nick, para poder impresionar a su amada, como dudando, algo que va a más cuando le surge la necesidad de marcharse, de que su mera presencia no sea suficiente para causar un gran impacto en ella.
Por lo que Luhrmann decide rebajar, que no eliminar la pomposidad cuando le toca centrarse exclusivamente los vaivenes sentimentales de sus protagonistas, llegando al punto de obviar casi por completo, el caos habitual de las celebraciones de Gatsby, cuando Daisy y su marido Tom van de visita.
El problema es que ya es demasiado tarde para subyugar al espectador con el romance que se nos está contando, y la sensación dominante, es de “un quiero y no puedo” bastante importante.
El problema es que en esta ocasión, la visión de Luhrmann se desborda casi sin control, envolviendo la belleza de la narrativa de F. Scott Fitzgerald en un caparazón brillante que carece de corazón.
En general, técnicamente hablando, los gráficos no están mal, aunque falla por la demasiada exaltación de la imagen, del croma, y de los efectos preciosistas visuales; pero la música, es una auténtica basura que nada tiene que ver con la época de los años 20...
¿Dirían algunos lo mismo de “Moulin Rouge!” (2001)?
Además, se le podría achacar que el vestuario del protagonista, no ha sido el mismo que confección al resto del reparto, pues ha sido confiado a la marca Brooks Brothers, la sastrería más antigua de los Estados Unidos, y quien responsable de vestir a los presidentes de EEUU desde el 1818, garantía de un resultado convincente, pero no irreprochable.
Por ejemplo, el famoso traje rosa pastel que lleva DiCaprio, resulta demasiado nuevo en términos de hechura para los años 20.
Otro dato algo inverosímil, es el coche de Gatsby, que va a una velocidad desorbitada para esa poca, pues no se iba tan rápido; pero, sin embargo, tenemos en marcha un lujurioso, excesivo, y absolutamente inane y fascinante culebrón firmado por uno de los directores con más capacidad de seducción del cine reciente.
Además, los decorados y las tomas aéreas, recrean unos alrededores de New York que parecen de juguete, lo que acentúa esa sensación de estar viviendo un sueño, del que sabemos que en algún momento tendremos que despertar.
Un sueño que en realidad es en el que está inmerso Jay Gatsby, quien ha llegado a creer que puede conseguir todo lo que desea, y hacer realidad las fantasías que albergaba de niño.
Del reparto, Leonardo DiCaprio que con su carisma y fuerza actoral, deja en claro porque es el actor más importante de su generación.
Gracias a su actuación, es posible que desde un principio nos sintamos atraídos por el misterio que le rodea, y luego entender por qué los demás personajes sienten tanta atracción hacia él.
DiCaprio se apodera del personaje de tal forma que piensas que no solo entiende a Gatsby, y simpatiza con él, sino que además pone parte de sí mismo en la creación de este enigmático multimillonario hecho a sí mismo, obsesionado por los detalles y la construcción de un sueño perfecto.
Toda la película, parece salida de su imaginación:
Es empalagosa, extravagante, y él no encaja…
Nunca asiste a sus fiestas; pues sólo se asoma para ver quién vino, y luego desaparece…
Me parece que ha sido una buena manera de demostrar visualmente eso:
Gatsby no encaja en el mundo que él mismo creó.
Él querrá a Daisy con la misma obsesión y pasión con la que se quiere a la última pieza faltante de un rompecabezas.
La necesitas, la deseas, es él objeto que te hace falta, pero no la amas.
Buen trabajo de Tobey Maguire, al saber estar dentro y fuera de la escena, como buen cronista y discreto amigo.
Nick Carraway, el narrador de la historia, representa la inocencia, los “ojos puros” que cuentan la trama, quien desde lo que parece ser una casa de retiro, intenta liberarse de sus excesos con el alcohol principalmente, y cumplir el propósito de contar la historia de su amigo Gatsby.
Yace en este prólogo, un elemento fundamental en las películas de Luhrmann:
Alguien tiene que contar la historia, para que esta sobreviva.
Entonces, también tendremos el Gatsby, narrado por Carraway, encumbrado por la disimulada, a veces no tanto, fascinación homoerótica que le despierta el personaje desde el primer momento que lo conoce, con fuegos artificiales chisporroteando, mientras él admira la sonrisa hipnótica de su desconocido vecino.
Y aun conociendo a Gatsby, en palabras de Carraway, su encanto permanece inalterable, y su tragedia conserva la nobleza.
Luhrmann, está tan maravillado al igual que Carraway, por el encanto de Gatsby que cada plano, cada movimiento de cámara, cada canción que acompaña las imágenes, reflejan amor por el exceso, y cierto asombro por las superficies.
Por lo que la película justifica a Nick como narrador, poniéndolo en un “sanatorio”, porque explica mejor la constante presencia de la voz “en off”, permitiendo conservar el mítico monólogo final.
Además, acabar convirtiendo a Nick en un alcohólico deprimido, no se ha hecho al azar, ya que esa fue básicamente la vida del autor de la novela, Scott Fitzgerald.
Sin embargo, el director no muestra a Nick Carraway como un homosexual enamorado platónicamente de Gatsby, ni a Jordan Baker como una lesbiana cautivada por los encantos de Daisy Buchanan; mientras que el papel de Joel Edgerton, no escapa del estereotipo más simple.
Carey Mulligan llena la pantalla con su belleza y dulzura, termina de transmitir los conflictos personales de su personaje:
Fragilidad, confusión, decisión, e incertidumbre.
Las miradas y los gestos de los protagonistas en general, son tan importantes como los silencios y los diálogos en los momentos decisivos, que otorgan un aura de magia y cuento.
Como dato, el actor indio, Amitabh Bachchan, hace un cameo como Meyer Wolfshiem; siendo este su primer papel en Hollywood.
Otra decisión que parece acertada, es la falta de pretensión a la hora de establecer paralelismos; que es evidente que los hay, pero no es la crítica social lo que más interesa al Luhrmann, sino el análisis de los diferentes personajes, cómo llegaron a donde llegaron, y los valores que los mueven a actuar.
Acierta Luhrmann a no desviarse con subtramas de corrupción y contrabando de alcohol, lo mismo que al no recargar su discurso acerca de un amor, o una fama que atan o liberan al fantasma obsesionado con ser el centro de todo; y nos regala una historia de soledad y búsqueda de felicidad, de fuegos de artificio y espejismos vacuos, donde un hombre quema su vida por un sueño, y termina convirtiéndose en icono de la decadencia, con un final magnífico, que recuerda a “Sunset Boulevard” (1950):
Gatsby muere pensando en que la llamada era la de Daisy, y a todos nos da un vuelco el corazón, cuando creemos que ella le está llamando…
No es ella quien llama, sino Nick.
Pero qué más da, Gatsby ha muerto pensando que es Daisy, se ha ido feliz, pensando que ella le correspondía, que al fin era suya…
En definitiva, los logros que destaco de The Great Gatsby, es su desatado y arrebatador romanticismo.
El símbolo del destello verde, la esperanza de recuperar el pasado, la obsesión por un ideal, el sacrificio...
Si bien dura demasiado, y la ambientación resulta artificial, con esas panorámicas imposibles, el lucimiento del 3D, las postales bélicas, la ciudad en constante celebración... los personajes están muy cerca de la caricatura, los giros parecen sacados de una telenovela... el resultado es coherente, es como un cuento, con su dosis de fantasía y humor simplón:
El héroe y el villano, el amigo fiel y la doncella en peligro...
Pero aquí no hay final feliz.
Solo el placer de haber disfrutado el viaje y la nostalgia de esos momentos mágicos que son irrepetibles.
The Great Gatsby hace justicia a la novela de Fitzgerald, mientras se entrega al exceso visual en su evocación de un sueño ya extinto.
Imperfecta, fascinante, bella en la expresión de un pasado siempre inalcanzable.
A Jay Gatsby le habría encantado…
Por último, al igual que en sus otras películas, Baz Luhrmann hace de la música, parte central de su visión.
En esta ocasión, con un “soundtrack” que reúne a algunos de los artistas más importantes del momento; y aunque el usar canciones de distintos géneros y artistas es algo que Luhrmann ya había hecho en su “trilogía de las cortinas rojas”, en esta ocasión vuelve a sentirse novedoso y refrescante.
Cada canción, es usada de manera perfecta durante el metraje:
“Young and Beautiful” de Lana del Rey, mientras vemos como Daisy y Gatsby vuelven a tratar de recordar el amor de su juventud; “Love is Blindness” de Jack White, se escucha en una de las secuencias más importantes de la trama, en donde precisamente, el amor ciega a varios personajes; etc.
“I knew it was a great mistake for a man like me to fall in love...”
The Great Gatsby captura la experiencia de Estados Unidos, porque es una historia sobre el cambio, y los que resisten a él.
Si el cambio se presenta en forma de una nueva ola de inmigrantes europeos del sur en el siglo 20; los latinoamericanos lo serían hoy en día; los nuevos ricos, o las minorías exitosas, es por esto que los estadounidenses desde 1920 hasta hoy en día, tienen mucha experiencia con el cambio económico y circunstancias sociales.
En las últimas líneas de “The Great Gatsby”, Francis Scott Fitzgerald sintetizaba el sentido de su obra, en una bellísima metáfora, en la que reafirmaba el sueño del hombre como ese envío constante y a contracorriente de barcos hacia el pasado.
El pasado, era ese horizonte inalcanzable, esa luz verde que un día dejó de parpadear.
Era el sueño imposible de Gatsby, uno cuya repetición se demuestra quimérica ante la amarga evanescencia de las cosas, y sobre todo, de la felicidad.
También el de un mundo, el de los fastos días de guateques hasta el amanecer, y hedonismo infinito, el de las borracheras de inmortalidad, y la vanidad celebrada con brindis antes de que llegara el inclemente otoño de la historia.
Aquella década de los 20, fue la ficción feliz a la que no volveremos.
La luz antes de la decepción, el jazz que precede al crack...
The Great Gatsby, con toda su posmodernidad estridente, no deja de ser un producto anticuado, clásico, que para muchos resultará empalagoso y acartonado, y para algunos pocos, una rara avis que reluce con un brillo glorioso imposible de rescatar.
Porque Hollywood ya no cree en el amor…
Porque su público ha dejado de hacerlo.
Y si no creemos en el amor, difícilmente amaremos la belleza; y la luz verde se apagará inexorablemente.
Gracias a las letras que adornaban sus páginas, The Great Gatsby sigue permaneciendo inmortal, una metáfora del “Sueño Americano”; pero también es una historia de esperanza.
Y en ese sentido:
¿No somos todos, un poco como James Gatz?
“Gatsby believed in the green light, the orgastic future that year by year recedes before us.
It eluded us then, but that's no matter, tomorrow we will run faster, stretch out our arms farther...
And one fine morning.
So we beat on, boats against the current, borne back ceaselessly into the past”
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