Knight Of Cups

“You think when you reach a certain age things will start making sense, and you find out that you are just as lost as you were before.
I suppose that's what damnation is.
The pieces of your life never to come together, just splashed out there”

Albert Einstein se declaró agnóstico, a la vez que rechazaba la etiqueta de ateo.
Dijo que creía en el Dios “panteísta” de Baruch Spinoza, pero no en un dios personal, una creencia que criticó.
Einstein distingue 3 estilos que suelen entremezclarse en la práctica de la religión:
El primero está motivado por el miedo y la mala comprensión de la causalidad y, por tanto, tiende a inventar seres sobrenaturales.
El segundo, es social y moral, motivado por el deseo de apoyo y amor.
Ambos, tienen un concepto antropomórfico de Dios.
Y el tercero, que Einstein considera el más maduro, está motivado por un profundo sentido de asombro y misterio.
El panteísmo, es sin duda una creencia o concepción del mundo, y una doctrina filosófica, según la cual, el universo, la naturaleza y Dios, son equivalentes.
La Ley Natural, la existencia y el universo, la suma de todo lo que fue, son y será; se representa por medio del concepto teológico de “Dios”
Y puede mostrar variantes:
Por un lado, puede considerar a la realidad divina, como la única realidad verdadera, y a ella se reduce el mundo; en este caso, el mundo es concebido como proceso, emanación, desarrollo o manifestación de Dios; declaradamente una “teofanía”
Por otro lado, la naturaleza puede ser concebida como la única realidad verdadera; a esa realidad se reduce Dios, que suele ser concebido entonces, como la unidad del mundo, como una especie de principio orgánico de la naturaleza, o también, como autoconciencia del universo; esta forma de panteísmo, recibe la denominación de “panteísmo ateo” o “panteísmo naturalista”
En ambas variantes, no hay ninguna realidad trascendente.
Todo lo que existe, es inmanente, y la divinidad es entendida más bien como “principio del mundo”
De manera general, el panteísmo puede ser considerado como una ideología filosófica, o como una concepción del mundo, tal y como lo pensó Einstein.
“You don't want love, you want a love experience”
Knight Of Cups es un drama del año 2015, escrito y dirigido por Terrence Malick.
Protagonizado por Christian Bale, Cate Blanchett, Natalie Portman, Brian Dennehy, Ben Kingsley, Antonio Banderas, Freida Pinto, Wes Bentley, Isabel Lucas, Teresa Palmer, Imogen Poots, Peter Matthiessen, Armin Mueller-Stahl, Cherry Jones, Patrick Whitesell, Rick Hess, Michael Wincott, Kevin Corrigan, Jason Clarke, Joel Kinneman, Clifton Collins Jr., Nick Offerman, Jamie Harris, Lawrence Jackson, Dane DeHaan, Shea Whigham, Ryan O'Neal, Bruce Wagner, Jocelin Donahue, Nicky Whelan, entre otros.
El 16 de mayo de 2011, fue la fecha categórica que cambió el cine de Terrence Malick para siempre.
El escándalo originado durante la presentación de “The Tree Of Life” (2011) en El Festival Internacional de Cine de Cannes, y su consiguiente triunfo de La Palme d’Or, abrazaron el advenimiento de su metamorfosis cinematográfica.
A partir de ese momento, los largometrajes del realizador estadounidense, nunca volvieron a ser como antaño.
Atrás quedaron los nostálgicos dramas de época al estilo de “Badlands” (1973) o “Days Of Heaven” (1978); la exaltación pacifista de “The Thin Red Line”, (1998), y la épica romántica de “The New World” (2005)
Y con “The Tree Of Life” (2011), Malick inaugura una trilogía metafísica sobre la vida humana, en la que predomina la idea de su nimiedad ante Dios, y el estudio de las pautas de comportamiento que el buen cristiano debe seguir para no desviarse de su recto camino.
Si en el primer filme de la tríada, de clara superioridad respecto a los 2 que lo proceden, el autor resume el significado de la vida, a partir de la representación del devenir de la familia de Sean Penn; “To The Wonder” (2012) desarrolla una disertación sobre el amor como matriz inherente al hombre.
En el 2º largometraje, el cineasta defiende que el amor, por otro ente o Dios, es el motor que impulsa todas las acciones del ser humano.
Asimismo, una pasión desmesurada arrastra al hombre hacia las tinieblas, mientras que un amor puro le guía hacia la maravilla.
En cuanto a la 3ª película del tríptico, Knight Of Cups, es una síntesis conceptual de las ideas principales de las 2 obras anteriormente comentadas.
El argumento de este largometraje, se basa en un guión que Terrence Malick escribió hace tiempo, y que decidió retomar para convertirlo en una de sus nuevas películas.
Libremente inspirado en, y a veces citando directamente a la alegoría cristiana:
“The Pilgrim's Progress from This World to That Which Is to Come; Delivered under the Similitude of a Dream” (1678), es una novela alegórica de John Bunyan, que relata el viaje de Cristiano por su vida, buscando la salvación.
También se inspira en “Los Hechos de Tomás”:
El texto de principios del siglo III; es uno de los apócrifos del Nuevo Testamento, que retrata a Cristo como “Redentor Celestial”, independiente de, y más allá de la creación, que puede liberar a las almas de la oscuridad del mundo.
“The Hymn of the Pearl”, también conocido como “Hymn of the Soul, Hymn of the Robe of Glory” o “Hymn of Judas Thomas the Apostle”, es un breve poema alegórico de los primeros siglos del cristianismo, con claras reminiscencias de las parábolas de los evangelios:
La parábola del hijo pródigo, y la parábola de la perla de gran valor; conservado en 2 manuscritos del apócrifoneotestamentario de Los Hechos de Tomás:
Uno es un manuscrito siriaco del siglo X; y el otro, griego del siglo XI n.e.
En estos textos, y muy especialmente en “El Himno de La Perla”, aflora el sentimiento de extranjería en este mundo, que se traduce en una llamada a la búsqueda de la verdadera e íntima identidad trascendental, para, por medio de este esfuerzo, acercarse a un conocimiento del Padre.
La sobria belleza de su texto, expresa como pocos otros, el arquetípico mito universal del olvido y del recuerdo:
La necesidad del individuo de volver en sí mismo, para recordar quién es, su naturaleza original, de dónde viene, y cuál es su destino; si despierta, para su esencia real, etc.
Y de Sohrawardi, “A Tale of the Western Exile”
Así las cosas, el artista de Texas, que nos tiene acostumbrados a producciones más largas y aisladas, cambia sorprendentemente su “modus operandi”, aunque conserva su característico hermetismo a la hora de desvelar detalles sobre alguna de sus producciones.
El rodaje de Knight Of Cups, tuvo lugar en distintas zonas de Burbank, en California, y Nevada, EEUU.
Ben Kingsley presta su voz a la narración de un viaje poético y extremo hacia el interior de alguien, cuyos sueños y deseos ansiados han sido conseguidos, pero aún y así, siente un acongojante vacío.
El título “Knight Of Cups”, se refiere a la carta del tarot del mismo nombre, donde “Knight” o “caballero” en inglés, es la figura de la carta, similar para la sota, la reina, o el rey; y “Cups” o “copas” en inglés; es el palo, equiparable al tradicional corazones.
Así inicia un cuento:
Había una vez, un Príncipe cuyo padre, El Rey del Este, le envió a Egipto para buscar una perla.
Pero cuando El Príncipe llegó a su destino, le invitaron a beber de una copa y, cuando lo hizo, olvidó que era el hijo de un Rey, olvidó la perla, y cayó en un profundo sueño…
Joseph (Brian Dennehy) el padre de Rick (Christian Bale), solía leerle esta historia cuando era un niño.
En la actualidad, siendo Rick ya adulto, el camino hacia Oriente, se extiende ante él, como guionista residente en Los Angeles, que trata de encontrar sentido a su vida.
Rick es un esclavo del sistema de Hollywood, es adicto al éxito, pero al mismo tiempo se desespera por el vacío en su vida.
Está en casa, se encuentra en un mundo de ilusiones, pero a la vez persigue una vida real.
Igual que la carta de tarot que da nombre al título, Rick es aburrido, y necesita un estímulo del exterior.
Pero “El Rey de Copas” es también un artista, un romántico, y un aventurero.
El espectador, sí intuye que el protagonista es una estrella de Hollywood con problemas emocionales con su hermano pequeño, Barry (Wes Bentley) y su padre, y que no se relaciona bien con las mujeres.
Con acercamientos a la faceta de la mujer como creadora de vida, a la soledad que emanan los enormes rascacielos de fachadas de vidrio, y una curiosa pulsión porque aparezcan canastas de baloncesto; en la 7ª película de Terrence Malick, la cámara se desliza y acompaña una vez más un héroe atormentado, en su búsqueda del sentido de la vida.
Una voz “en off”, se sobrepone a unas imágenes que también buscan su propia autenticidad.
La voz de Rick, que nos guía a lo largo del metraje, aparece sin embargo en todo momento disociada de su personaje, pues este nunca habla en las escenas que protagoniza, y mantiene un perfil muy pasivo:
Lo vemos dejarse llevar en todo momento por las circunstancias, y ello a pesar de que a veces disfrute inequívocamente de la exuberancia de todo cuanto le rodea; su voz disociada, “en off”, nos hace ver, a través de preguntas y apreciaciones que van desde la mera retórica hasta lo filosófico, que todo lo que se nos muestra es puro espejismo, y que la abundancia de promiscuidad, dinero y diversión, de que somos testigos visuales, oculta en realidad, una desazón fundamental.
Y una vez más, Malick articula un mundo que se tambalea.
Su sinfonía de imágenes, contrasta con una arquitectura fría, funcional, y con la belleza eterna de la naturaleza.
Al monólogo interior de Rick, se le unen las voces de las mujeres que se cruzan en su camino; mujeres que representan diferentes principios en la vida:
Mientras una vive en el mundo real, la otra encarna la belleza y la sensualidad...
¿Qué camino elegirá Rick?
En la ciudad de Los Angeles, y el desierto que la rodea encontrará su propio camino…
Knight Of Cups, es una película que recoge esta última línea de enfoque en lo ético, y nos invita a preguntarnos por el significado de la felicidad, y podríamos decir de forma igualmente válida, que es una película acerca de la insatisfacción, o el precio del éxito.
Lejos de mostrarnos solo los desquicios de un millonario insatisfecho, Hollywood se vuelve en Malick, el símbolo de la consumación de las aspiraciones humanas, el llamado “American Dream”, el ideal supremo en la sociedad del “soft power”; ese punto a partir del cual no parece ya posible tener una actitud expectante respecto a la propia realización personal.
Cuando uno está en la situación de Rick, la felicidad debe haber llegado ya…
Es mejor que afrontes Knight Of Cups, con un enfoque de pieza experimental, una meditación cinematográfica sobre el amor, la pérdida, y la identidad.
“Dreams are nice, but you can't live in them”
El vacío contemplado por dentro...
Si bien es cierto, que el cine de Terrence Malick, no es para todos los gustos, no cabe duda que a quien le guste, como su servidor, va a disfrutar de su último trabajo.
Pero:
¿Qué hay que entender?
El amor o la belleza, no es algo tangible que se pueda entender o comer, simplemente se siente.
Hay que dejar que Knight Of Cups fluya por todo tu ser, empaparte con su magia.
Cierto es que la postura de Malick, de ofrecer películas autobiográficas de corte experimental, a estas alturas de su carrera, es muy valiente y arriesgada, pero no por ello se debe caer en el elogio automático del autor.
Malick, siempre ha sido un cineasta en el que lo principal era la parte visual, pero siempre acompañaba sus imágenes de un trasfondo, unos personajes, y una narrativa conciertos fines y sentido.
Aquí goza de su estilo, e impregna varios símiles que hemos podido ver en sus 2 anteriores trabajos:
“The Tree Of Life” (2011) y “To The Wonder” (2012)
En la 1ª, podemos sacar esa unión del personaje de Sean Penn, siendo un ser ávido de respuestas; y en la 2ª, una historia de romances en varios tiempos.
La mezcla de ambas, supone Knight Of Cups.
¿Poco original?
En absoluto, sigue siendo el estilo del director, y son temas que ha tratado en toda su filmografía, de una forma u otra.
Así, las personas a las que conoces a lo largo de tu vida, son tus guías, los guías que te ayudarán a despertar y encontrar esa “perla” que toda persona ansía.
Recordarás los lugares por los que has pasado, los lugares donde has dormido, y las copas que te han hecho olvidar.
Pero cuando tengas en tus manos esa “perla”, el efecto de aquella amnesia será aniquilado, y te darás cuenta de que en todo existe un “por qué”, y que nada ocurre aleatoriamente.
Primero, el mundo nos envuelve, y después se sacude:
Un terremoto prueba al hombre que sigue vivo, sigue en esta realidad, trivial y vacía tras las fiestas con excesos.
Rick se sorprende, corre saliendo a la calle, y El Príncipe despierta de su letargo, para buscar la promesa de otro tiempo.
“¿Dónde me he equivocado?”
Es la primera pregunta que susurra, confundido, sin saber quién llenó la copa, o la acercó a sus labios.
Así acude a echar las cartas del Tarot, tras confesar que no sabe cómo empezar, buscando algún tipo de guía, y como tales, las cartas aparecerán en su camino.
Unas cartas que no son ajenas a nadie, por lo que emprendemos el viaje con él, al Oeste, a “La Perla”
La historia empieza con un cuento.
El cuento es “El Himno de La Perla”, el poema apócrifo de los primeros siglos de La Era Cristiana; el cuento de un Príncipe que es enviado a Egipto, al fondo del mar, a encontrar y traer de vuelta a su reino, una perla preciosa.
Al llegar, El Príncipe es seducido por los egipcios, y al recibir sus bebidas, olvida de dónde vino, y para qué estaba allí.
El cuento, en la película, su narración va acompañada de imágenes de su protagonista, rodeado de licor y mujeres en Los Angeles.
Desde el principio, es claro que Knight Of Cups será un viaje espiritual.
Malick como “maestro del collage”, vuelve a iluminarnos con los pensamientos; y nos adentra en la cabeza no solo de Rick, sino de quienes lo rodean, dejando entrever su sentir, sus penurias, sus ilusiones.
Cosas que nadie se atrevería a decir, y que magnifican un relato que se divide en 8 capítulos, que a su vez son cartas del tarot, ya que el personaje visita a una vidente para que le revele su futuro.
De éste modo, podemos dividir cada carta a un personaje que influye en su vida, o bien, al contrario:
I. La Luna es Della (Imogen Poots), una joven rebelde.
II. El Ahorcado es su hermano Barry (Wes Bentley), y el padre, Joseph (Brian Dennehy)
III. El Ermitaño es Tonio (Antonio Banderas), un playboy amoral.
IV. El Juicio es su médico y ex esposa, Nancy (Cate Blanchett)
V. La Torre es Helen (Freida Pinto), una serena modelo.
VI. La Alta Sacerdotisa es Karen (Teresa Palmer), una separadora del espíritu lúdico.
VII. La Muerte es Elizabeth (Natalie Portman), una mujer a la que injustamente dejó en el pasado.
VIII. La Libertad es Isabel (Isabel Lucas), una joven inocente, que le ayuda a ver el camino a seguir.
Es ahí donde hace sentido “El Caballero de Copas”; un arcano menor del tarot; una carta que puesta al derecho, es indicativa de cambio, oportunidad y estimulación, tanto artística como romántica.
Desplegada al revés, invoca desconfianzas, promesas malogradas, y dificultad para distinguir el límite entre verdad y mentira.
No es una mala descripción para el cambiante ánimo de Rick, que gira como veleta conforme los vientos, y las personas de su vida cambian hasta volverse irreconocibles.
En cierto modo, él mismo queda preso de su identificación con los atributos de dicha carta.
Los capítulos, ayudan a crear un marco general para las muchas correrías de Rick, pero además funcionan como claves que ponen en contexto las lapidarias palabras que el padre de Rick pronuncia en su momento:
“Uno cree que cuando alcanza cierta edad, las cosas comenzarán a hacer sentido, pero luego te das cuenta que estás tan perdido como al principio.
Supongo que eso es estar condenado.
Ser consciente de que las piezas de tu vida jamás calzarán.
Verlas tiradas, esparcidas por ahí”
Sin embargo, es interesante señalar que, en un primer momento, el autor hace uso de una praxis no católica, para explicar el contenido místico-religioso de su filme.
Pues, en uno de los 3 prólogos; Rick visita a una tiradora de cartas del tarot, para que le adivine el futuro.
Pero, como se descubre a medida que avanza el metraje, no hay futuro para Rick, porque éste está condicionado por su pasado.
Rick es un individuo atormentado por traumas familiares, y malas decisiones que aniquilaron su vida sentimental.
En la última tentativa de entender el motivo de su hastío, Rick se cita con una bruja tatuada de Venice Beach, quien le muestra 9 cartas de la baraja del tarot en el siguiente orden:
El Caballero de Copas, La Luna, El Ahorcado, El Ermitaño, El Juicio, La Torre, La Alta Sacerdotisa, La Muerte y La Libertad.
A partir de ese instante, finaliza el tercer prefacio, y empieza verdaderamente la 7ª  obra de Terrence Malick.
En el segundo prólogo temático, unas fantasmagóricas y deslumbrantes imágenes de la aurora boreal, acompañan la voz de Brian Dennehy, el padre de Rick en la ficción, quien narra una leyenda del Caballero del Este…
Rick es ese caballero adormecido, un sonámbulo jinete, cuyos dramas tóxicos y pretéritos, le impiden avanzar.
Por ese motivo, la bella hechicera hípster del tarot, lee su pasado en vez de su futuro; pues, las 8 últimas cartas expuestas sobre el tablero, representan 8 personas que le ofrecieron un gran amor y, al mismo tiempo, le causaron un dolor inconsolable.
En 5 capítulos, asistimos al enamoramiento y aversión de Rick con las mujeres que simbolizan las cartas de:
La Luna, en una mujer que lo invita a enloquecer; con ella, El Juicio, su exesposa, alejada de los excesos, con su vida puesta al servicio de los enfermos; y así:
La Alta Sacerdotisa; La Muerte, una mujer casada con quien parece brillar el futuro… y La Libertad.
Así, todo da comienzo con la lunática y promiscua Della, siempre ataviada con una peluca rosa en sus citas con el protagonista.
La primera pareja de Rick, es abandonada por éste, porque según anuncia la voz “en off” de la chica, Rick no quiere amar, sino perpetuar la acción de recolectar cuantas más experiencias posibles.
Este patrón psicológico que fuerza al personaje de Christian Bale, a renunciar la monotonía y estabilidad que le aportan todas las mujeres que va conociendo, es un síntoma del vacío provocado por su errónea forma de amar.
Por otro lado, aunque la presencia femenina sea superior a la masculina, en el elenco de actores secundarios, debemos señalar que Knight Of Cups no es un drama romántico.
Los únicos 2 episodios que rozan la categoría melodramática, corresponden al divorcio de Rick con Nancy; y al aborto secreto de Elizabeth.
Mientras El Ahorcado es pues un medio hombre que sobrevive con la soga al cuello, deseoso de que algún día aflojará, mientras cree esquivar la promesa de la muerte.
Le queremos, pero también le odiábamos, y nos damos cuenta de esos sentimientos son demasiado profundos para ser eliminados.
No hay Perla aquí, solo miseria a pie de calle, y en los edificios por encima de ella:
Nuestro padre, nuestro hermano y nosotros, un pasillo de hombres ahorcados esperando pacientemente su turno, uno tras el otro, actuando ante un público invisible que les juzgará de igual manera.
Les queremos en su arrogancia, y en su culpa, pero no podemos quedarnos en el pasillo...
Este no era el padre que nos hizo partir al Este, porque no ha advertido la luz de nuestra promesa en los ojos.
Y El Ermitaño nos aguarda en su burbuja de oros y mármoles, con bellas mujeres con las que hace mucho, el deseo se esfumó, para dejar paso al juego, y promesas de futuro.
Pero nos confiesa, calmadamente, que él hace mucho que renunció a buscar La Perla, que si existía una luz absoluta, que él prefería probar las de menor calor, pues hay suficientes para calmar su ansia.
El desengaño sucede, pero también vemos el lado amargo de la búsqueda, la que ha perdido su razón de ser, y prefiere las fiestas llenas de habitaciones donde no sucede nada.
Allí sale La Torre, y la vemos; una torre hecha de promesas de riqueza, promesas de amor, a la que todo el mundo entra sin mirarse a la cara, sin compartir nada.
La Torre que pensamos que nos mantendría a salvo, y nos llevaría a la luz, hoy aparece ruinosa, y queremos bajar a La Tierra de la que nos levantó:
Arriba no hay respuestas, pero abajo tampoco, ni en las estrellas menores, ni entre los ahorcados a los que se les prometió su propia torre.
Mientras que El Sol dura poco, parecía una Perla, pero no lo es, solo es una persona, con sus miedos, temores y creencias.
¿Entonces La Perla no puede ser una persona?
Las cartas se vuelven a barajar, y solo queda La Muerte.
Solo quedan ruinas sin secretos, donde acaban todas las cosas.
Acudimos a otra Iglesia, de los que han perdido el rumbo:
Un sacerdote, Fr. Zeitlinger (Armin Mueller-Stahl) nos habla como el supuesto mensajero cercano a La Luz, y nos revela que el sufrimiento es enseñanza, nunca el final.
Ese sufrimiento, son las cartas al Oeste del padre, que nos quería ver regresar, que de esa manera nos alienta a seguir, de nuevo, diciéndonos que todas las pruebas están para ser superadas.
Así es como los capítulos conciernen a la puesta en escena de la malversación avara y libidinosa de los privilegiados; noción que de forma metafórica, es encarnada por el personaje de Antonio Banderas, el anfitrión de las lujosas fiestas.
En este sentido, no resulta improcedente, que decenas de modelos de una belleza indescriptible se paseen en bikini sobre vertiginosos zapatos de Jimmy Choo, o regalando desnudos frontales a la cámara...
Sin hacer mucho hincapié en lo que cada uno quiere decir, ya que para eso está la película, sí me gustaría destacar la evolución que mantiene el film, al mostrarnos como Rick disfruta con nuevos amores; sufre con su familia; se rodea de amigos; y se muestra profundamente enamorado y decepcionado, tal y como una relación puede llegar a convulsionar.
De ésta manera, observaremos a Rick exprimiendo su vida en juergas, fiestas sin fin, lujos y a su vez, frustrado por no hallar la estabilidad que de vez en cuando ansía.
En resumidas, un hombre que lo tiene todo, pero que no es feliz con ello.
Rick trata de resetear, de reiniciar su vida con mujeres:
“Parecía que ellas sabían algo.
Pero más cercano al misterio”, le dice Tonio.
Prueba con prostitutas de distinto “nivel”, con una modelo, con una stripper, con una mujer casada…
Las lleva a los mismos sitios, como la playa a los iba con su esposa; esperando que se obre el milagro, y pueda repetir su vida de casado para, esta vez, corregir los errores.
Pero el milagro no sucede.
Rick sigue vacío; se siente perdido, débil, extraño en un país extraño.
Ni siquiera, encontrarse con ladrones armados en su vivienda le altera.
No pueden quitarle nada, porque nada tiene, sólo bienes materiales.
Y sólo un terremoto puede recordarle que sigue en La Tierra.
¿Cómo volver a la vida?
¿Cómo comenzar de nuevo?
Rick vive diferentes maneras de morir.
Técnicamente, con una pantalla en negro, aparece el siguiente mensaje:
“Para la mejor reproducción sonora, los productores de esta película le recomiendan reproducirla fuerte”
Terrence Malick ha creado, como es habitual, una obra de arte contemplativa y sensorial, pero también experimental.
Cada plano, apenas dura unos segundos, y la cámara parece tener vida propia al moverse por el escenario sin parar.
Porque la protagonista realmente es ella, y no los personajes que hay dentro.
El significado de las cosas, están en cualquier parte, solo hay que prestar atención a ellas.
Así, Knight Of Cups se desarrolla casi sin ningún diálogo; tan solo unas voces “en off”, en forma de susurros que nos cuentan los sentimientos de cada uno.
Una película decididamente poética e impresionista sobre la parálisis creativa, que construye o logra el objetivo para lo que parece estar diseñada, que sería proveer una apoteosis dramática o filosófica.
El Malick más experimental, que ha dejado de lado cualquier convención narrativa para usar el cine como un instrumento de introspección espiritual, en una historia acerca de un hombre que se siente perdido entre los excesos del mundo en el que navega, es tan solo una parábola.
Y como cualquier parábola, está repleta de simbolismo.
El sexo como fuente de vida y lujuriosa tortura, a la que nos entregamos a veces por placer, a veces por amor, pero siempre como búsqueda de algo nuevo.
Algo parecido ocurre con la religión, donde acudimos para paliar el sufrimiento divino e ineludible que conlleva sobrellevar la vida, a pesar de que en ocasiones, no lleguemos a entender todo lo que nos sucede.
El amor como enlace entre etapas, como única esperanza a la que aferrarnos y sintetizador de emociones, como hierro ardiendo y baño de agua tibia, como guía, como mapa…
El recorrido, nos lleva de Los Angeles a Las Vegas, con una voz “en off” que a veces parece el protagonista, a veces su padre, a veces Dios… preguntándose dónde encontrará nuestro Príncipe, La Perla que ha perdido.
Y la respuesta parece ser doble:
El alma contempla el mundo, ve su belleza, y recuerda de dónde vino, e intenta elevarse a volar, así haya perdido sus alas al caer en La Tierra.
Pero el alma también puede ser ayudada por otras almas, almas más limpias, almas en donde se ve con claridad esa belleza primigenia.
Sí, hay una crítica al hedonismo, aquí es donde aparece Tonio, en la vida en Los Angeles…
Todas estas reflexiones, recitadas de distintas maneras, una y otra vez por la voz “en off”, no tendrían ni una pizca del impacto que tienen, de no ser por la colaboración de Malick con su director de fotografía:
Emmanuel Lubezki; que junto a Malick, ha crecido mucho como director de fotografía, pasando de ser un operador muy reconocido y reconocible por su extraordinario uso de la luz artificial en estudio; y posteriormente, con sus 3 Premios Oscar consecutivos por:
“Gravity” (2013), “Birdman or (The Unexpected Virtue Of Ignorance)” (2014) y “The Revenant” (2015), con los que se convierte en el primer director de fotografía en la historia del Oscar, en lograr tal hito, además de, por si había alguna duda, el director de fotografía más importante de nuestro tiempo; buscando y alquilando aquí, localizaciones en Los Angeles y Las Vegas, y que han rodado en las mismas, sin apenas intervención, utilizándolas tal y como son en la realidad.
El lente de Lubezki y Malick, es impaciente, busca a los personajes, pero inmediatamente sube a buscar la luz en el cielo, que rompe en 2 las nubes; se obsesiona con una aurora boreal tanto como con una sólida pared de ladrillos.
Y parece decir que no hay una división real entre lo natural y lo artificial.
Todos somos partes de la misma “creación”
Un nido de un pájaro es tan natural como un rascacielos.
Por lo que La Perla se encuentra en un acuario, y en los ojos de una compasiva Cate Blanchett…
La atmósfera de enajenación que causa la fotografía de Emmanuel Lubezki, junto con el montaje frenético, a ritmo de los “jump cuts” más cortos y abruptos de la entera filmografía de Malick, definen Knight Of Cups, con una palabra que resume toda la película:
Atemporalidad.
Está claro que estamos ante un ejercicio inevitablemente manierista, aunque también de gran calado espiritual y existencial, además de indiscutiblemente estético.
Pero ante todo, estamos ante una sinfonía introspectiva y cinemática de gran valor artístico, cuya base no es el guión, tampoco sus personajes, que de hecho, no hacen más que posar y deambular, sin prácticamente mediar palabra; ni su inspirado e incipiente metadiscurso, que tiene a las estrellas y estrellados de Hollywood, como principal objetivo.
Su verdadera protagonista, es su compleja realización, y ante todo, su innovador montaje.
Su inmersión en el alienado cosmos urbano que representa Los Angeles, incluso Las Vegas, contrasta con el flujo de arrebatadoras imágenes que intercalan la belleza eterna de la naturaleza.
Una inabordable colisión que Malick es capaz de articular con insólito éxito, provocando que pese a su montaje, ágil y frenético, Knight Of Cups logre suspenderse en un indeterminado tiempo y espacio, haciendo que el encadenamiento de planos, cuya duración nunca rebasan los 5-10 segundos como mucho, emanen una cadencia y armonía, gran culpa de ello la tienen los constantes, sutiles y flotantes, movimientos de cámara, que se siente hipnótica, prácticamente narcótica y porque no, hasta adormecedora.
Son fragmentos de un vacío, que se abstraen con latente poderío simbólico, tanto es así, que perfectamente adquirirían su significado, sin el constante apoyo de la voz “en off”
La oscuridad de un hombre reflejada a través de la luz, el amor y la sensualidad, traducidos en tormento y sufrimiento; la supuesta felicidad bajo el ostentoso y decadente artificio; y en definitiva, la infelicidad vista, percibida y sentida de forma cristalina, desde lo más profundo de un alma impresionista.
De ahí la importancia de Knight Of Cups, porque sus imágenes resumen la manera de vivir contemporánea, de manera punzante, aún a pesar de la languidez de su puesta en escena.
Lo que empieza siendo una recreación poética de la vida de un personaje, termina como el retrato de toda una época.
Quizás no tenga sentido del todo hablar de Knight Of Cups como una sola película, en tanto que el director ha concebido 2 filmes durante el proceso de un mismo rodaje, del mismo modo que Beethoven compusiera las sinfonías 7ª y 8ª.
Podemos achacarle que Malick sigue a la deriva, perdido en la belleza innegable de las imágenes que rueda, pero que a fuerza de no tener guión sólido, acaban siendo unas iguales que las otras producciones.
Con su cine, Malick parece estar diciéndonos:
“He encontrado que, contemplando el mundo, he hallado mi espíritu”
Con su cine, Malick parece estar desesperado por hacernos sentir lo mismo.
Así, con “The Tree Of Life” (2011), nos quiso mostrar la grandiosidad del universo y la belleza de su origen; con Knight of Cups nos demuestra que las calles de Los Angeles y Las Vegas, pueden inspirar tanto como las galaxias y los dinosaurios.
Nos demuestra que no es necesaria la parafernalia, es cuestión de saber mirar.
Lo bello está en lo grande, sí, pero está también aquí, en los ojos de esa persona que no nos ha dejado de amar, a pesar de todo.
Con respecto a los actores, trabajar con Malick es un arma de doble filo.
Puedes tener varias frases, y ser perfectamente cortado del metraje por su antojo, de ahí que rostros que parecían casi principales como el de Natalie Portman, se vean relegados casi a un cameo.
Es por ello que Christian Bale es dueño y señor de la obra en su totalidad, y como siempre, borda su papel, que merece la pena destacar, no pronuncia ni una sola palabra, y tan solo son sus pensamientos los que brotan con voz “en off” para encandilar al espectador con sus movimientos y miradas; y se hace cargo de casi todas las escenas del metraje.
Bale se convierte en un fantasma que ora, deambula entre su pasado y el presente, se pasea por el mundo de los sueños o la vigilia.
La imposibilidad de situar cronológicamente esas imágenes, construye un filme que destruye una de las leyes principales para comprender y medir la realidad:
El tiempo, nuevamente.
Encarnada por un anciano y desesperado Brian Dennehy, la imagen paterna es el reverso espectral del enérgico y volátil progenitor de “The Tree Of Life” (2011), interpretado allí por Brad Pitt; y en Knight Of Cups, es una figura tan despojada de sus atributos, que el realizador incluso lo despoja de sus diálogos; pues en numerosas ocasiones, el padre grita y vocifera, pero la banda sonora lo enmudece, reemplazando sus palabras, con un inquietante silencio que enmarca sus patéticos gestos.
Natalie Portman, ha incidido como todos actores que han trabajado antes con Malick, en su búsqueda inusual:
“Él quiere atrapar el instante.
Filma y filma buscando ese momento”
A su lado, Bale habla de cómo Malick retrata la búsqueda del ser humano de una espiritualidad que ansía, de “la soledad que nos acompaña a todos en la vida”
El director le fue dando “líneas, ideas sobre las que trabajar”; pero el actor no supo responder a la pregunta, de qué iba la película…
Mientras la actriz comentó:
“Creo que he estado más días grabando la voz “en off”, que rodando delante de la cámara”
En definitiva, Terrence Malick es un director capaz de pasar 20 años sin realizar una película, a llevar casi 3 cintas a la misma vez.
Esto nos hace notar, que sus últimos trabajos guardan demasiadas similitudes en común, y por tanto, solo agradan a sus fanáticos más acérrimos, provocando el rechazo de aquellos que son capaces de disfrutar de una película suya, pero que con una 2ª pueden llegar a saturarse.
Sí, Knight Of Cups es simplemente para los más adeptos a las poéticas creaciones del creador.
Por otra parte, y como es canon en su estilo, la música está repleta de obras dispares clásicas, que rozan los periodos del renacimiento, y sobre todo, el barroco.
Para la partitura original, vuelve a contar con la labor impecable de Hanan Townshed, aunque se ve fácilmente ensombrecida por la inmensa selección musical clásica.
“All those years, living the live of someone I didn't even know”
A través de la historia, los seres humanos se han enfrentado con la búsqueda del sentido de su vida, cuestionándose sobre su propia existencia, y la manera de cómo alcanzar su plenitud.
Aristóteles, siglos atrás se cuestionó sobre quién es el hombre, y el sentido de su manera de actuar, descubriendo que su fin último, es la felicidad.
La felicidad es lo que todos los hombres buscamos, pero no está allí en las cosas que el mundo nos ofrece.
La felicidad, como bien lo dice Aristóteles, es lo que todos buscamos, pero para alcanzarla, debemos actuar conforme a nuestra naturaleza humana, y no basta con vivir, sino vivir bien.
Por tanto, pese a que no haya un acuerdo entre los hombres, acerca de qué proporciona la felicidad como bien último del hombre, la ética ha de dedicarse a dilucidar qué clases de bienes hay.
Según Aristóteles, podemos dividirlos en 3 tipos:
1. Bienes externos: Riqueza, honores, fama, poder…
2. Bienes del cuerpo: Salud, placer, integridad…
3. Bienes del alma: La contemplación, la sabiduría…
Entonces:
¿En qué consiste la felicidad/eudaimonía?
Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin, habrá que determinar en qué consiste el bien para cada ser.
El bien es el acto/energéia propio de cada ser, es decir; aquel que viene determinado por su propia esencia, o naturaleza.
Y puesto, que la naturaleza del hombre viene determinada por la función específica de su alma, el pensamiento…
La felicidad entonces, consistirá fundamentalmente en un bien del alma:
La Contemplación.
Si olvidamos quiénes somos, y cuál es nuestra naturaleza, nos corrompemos, y es cuando dejamos de asumir la responsabilidad de nuestros actos, y sucede que hacemos a un lado la libertad por el libertinaje, la verdad por el relativismo y, el bien común, por el utilitarismo e individualismo; siendo el resultado, la batalla del bien contra el mal, la cultura de la vida versus cultura de la muerte.
Algunas veces nos preguntamos:
¿Por qué estoy aquí?
O si la vida tiene un significado más allá de lo que a primera vista no somos capaces de ver.
Para responder a ello, debemos cruzar las barreras que nos limitan ver nuestro potencial como personas, y encontrar nuestro propósito de vida.
Cada ser humano, es esencial para el mundo, y en descubrir ello, radica nuestro propósito de vida.
Estamos aquí para algo más que solo dinero, alcohol, sexo, fiesta, cosas que el mundo nos vende como normales y a la moda…
Estamos aquí para algo más que fama; estamos aquí para una grandeza transcendental, una grandeza que proviene de nuestro valor y virtud.
Estamos aquí para algo más que los lujos temporales.
Estamos aquí para una felicidad eterna.

“Begin”



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