Strictly Ballroom

Terminando de ver “Strictly Ballroom” (1992) de Baz Luhrmann con Paul Mercurio, Tara Morice, Bill Hunter, Pat Thomson, Gia Carides, Peter Whitford, Barry Otto, John Hannan, Sonia Kruger, Antonio Vargas, Armonia Benedito, entre otros.      

Comedia musical australiana, basada en la obra desarrollada por Luhrmann y otros mientras él estaba estudiando en el Instituto Nacional de Artes Dramáticas en Sídney a mitad de 1980; que sigue a un bailarín disidente que arriesga su carrera al hacer una rutina poco común, y se dispone a triunfar con una nueva pareja... 

Esta película tiene muchos aspectos: 

Es básicamente una historia de amor, una historia de La Cenicienta, una historia de codicia y de sueños perdidos como de sueños ganados; es un campamento en la cima del fascinante mundo de los bailes de salón; una demostración maravillosa de que la danza es más que una técnica; que tiene pasión y no es necesario ser ágil y hermoso para crear una experiencia de danza excepcional. 

Aquí hay un chico, ensimismado, conocedor y destinado a ser un campeón; y una chica de origen diferente, dominada por hombres, pobre y extranjera; pero cuando se juntaron, hubo magia.  

Y de eso se trata la historia, sobre la magia, la magia de la danza y la magia del amor.   

Filmada en Australia con un presupuesto ajustado, lanzó la carrera de Baz Luhrmann en la industria cinematográfica, siendo una de las películas australianas más exitosas de todos los tiempos; por lo que Luhrmann llegó a ser considerado como un ejemplo contemporáneo de autor, por su estilo y su profunda participación en la escritura, la dirección, el diseño y los componentes musicales de toda su obra; de hecho, es el director australiano de mayor éxito comercial, con 4 de sus 5 películas dirigidas entre las 10 películas australianas con mayor recaudación mundial de todos los tiempos.  

Por otro lado, “Strictly Ballroom” es la 1° de su trilogía llamada “The Red Curtain” relacionadas con motivos teatrales; junto a “Romeo + Juliet” (1996) y “Moulin Rouge!” (2001) 

Sin embargo, las películas no forman una trilogía en el sentido tradicional, ya que no existe relación entre la trama y los personajes de las 3 películas; más bien, Luhrmann dijo que las 3 siguieron un estilo específico de realización cinematográfica; pues cada película contiene un motivo de teatro que reaparece a lo largo de la película; donde la danza se utiliza en la primera película; la poesía y el lenguaje en la segunda; y la canción en la tercera.  

Y claro está, su sello personal, su talento para mezclar música, imágenes y emoción. 

Se cuenta que “Strictly Ballroom” se basó en la propia experiencia de vida de Luhrmann:  

Había estudiado bailes de salón cuando era niño, y su madre trabajaba como profesora de baile de salón en su adolescencia; y se inspiró en la vida de Keith Bain, que creció en la misma ciudad que Luhrmann. 

Mientras estudiaba en el Instituto Nacional de Artes Dramáticas de Sydney (NIDA), a principios de la década de 1980, Luhrmann y un grupo de compañeros idearon una comedia dramática corta, ambientada en el despiadado mundo de los bailes de salón competitivos.  

Una versión ampliada de la obra, se convirtió en un éxito en el Festival de Drama Juvenil Checoslovaco en Bratislava en 1986; y en 1988, hizo una temporada exitosa en el Wharf Theatre de Sydney, donde fue vista por el ejecutivo musical australiano, Ted Albert, un destacado productor de discos y editor de música, más conocido en Australia como el descubridor y productor original de las sensaciones del pop de los 70s, The Easybeats.  

A Albert y a su esposa les encantó y, cuando Albert poco después fundó la productora cinematográfica M&A Productions con el ex productor de Film Australia, Tristram Miall, le ofrecieron a Luhrmann su plan para transformar su obra en una película; a lo que estuvo de acuerdo con la condición de que él también pudiera dirigirlo.   

Así, partiendo sin disculpas de la realidad, el filme nos golpea con un festín visual hiper-saturado, junto con el hecho de que la historia está ambientada en la década de 1970, llevándonos al borde de la fantasía absurda.  

La presentación es casi claustrofóbica, en el sentido de que toda la historia se desarrolla básicamente en solo 3 escenarios:  

La escuela de baile, la casa de Fran y la arena de la competencia; y sin embargo, el magnífico uso de los decorados coloridos, el trabajo elegante de la cámara, sin olvidar la gran edición y los grandes espacios, hace que nos sentamos como si estuviéramos en una especie de extraño país de las maravillas australianas. 

Además, la trama en sí, nada original, tiene sus raíces en una muy linda historia de rebeldes adolescentes, apelando así a nuestra juventud inadaptada interior.   

Sin olvidar el baile y la coreografía, que son absolutamente impresionantes; solo hay unos pocos bailarines profesionales entre el elenco principal, incluidos el debutante Paul Mercurio, Todd McKenney, Antonio Vargas, Sonia Kruger y Leonie Page; y aunque Mercurio era bailarín, no lo era de salón; pero después de conseguir el papel de Scott Hastings, tuvo que asistir a un campo de entrenamiento intensivo de 6 semanas para aprender la coreografía.  

Y es que Mercurio definitivamente tiene movimientos que harían que Fred Astaire incline su sombrero de copa; y Baz permite algunos segmentos largos para que podamos asimilarlo todo.  

Al mismo tiempo, los segmentos de baile no interrumpen el ritmo y flujo de la historia.   

Al tiempo que los únicos “nombres rentables” del reparto eran Barry Otto y el veterano Bill Hunter; y Tara Morice está fantástica como “Cenicienta” que casi no fue elegida para interpretar a Fran, a pesar de que interpretó al personaje en la versión teatral, porque los patrocinadores financieros eran reacios a contratar a una no bailarina para el papel... 

¡Tremenda ironía! 

Total, la película fue aceptada en El Festival Internacional de Cine de Cannes, pero la tragedia golpeó justo antes de su primera proyección:  

La gran actriz Pat Thomson, que interpretó a la madre de Scott, fue diagnosticada con cáncer, y murió en abril de 1992, solo 1 mes antes de su estreno mundial. 

Además, el coproductor original, Ted Albert, murió repentinamente de un ataque al corazón durante las primeras etapas de producción.  

A pesar de esto, y con la bendición de la esposa de Albert, Popsy, la empresa familiar de Ted, Albert Productions, que también produjo la banda sonora, decidió seguir con la producción, y aportar $1 millón del presupuesto de $3 millones. 

No es causal entonces que la película fuera dedicada a Albert. 

Y bueno, como no podía ser de otra manera, la música encaja bien en la historia, con “Love Is in the Air” como tema principal para la escena final espectacular de esta pequeña obra maestra. 

Es sabido que Baz Luhrman asume riesgos que la mayoría de los directores no se atreverían, y sus películas funcionan por eso mismo, porque llega al meollo del asunto, llega a la verdad; y en este caso la verdad es: 

“Sé sincero contigo mismo” y el mensaje central es: 

“Una vida vivida con miedo, es una vida a medio vivir” 

El filme tuvo un gran impacto, que todavía conserva su poder de conmover, dándole fuerza y coraje al director, como para cualquiera, para perseguir sus esfuerzos creativos y sus sueños. 

RECOMENDADA. 




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