The Day The Earth Stood Still

“From Out Of Space...
A Warning And An Ultimatum!”

El uso de las armas antes que el dialogo han acompañado y sustentado nuestros miedos desde hace centurias.
En el contexto de la Guerra Fría, Hollywood se impuso la tarea de alertar al ciudadano medio de los peligros del comunismo, lo que cinematográficamente se tradujo en la producción de docenas de thrillers y melodramas poblados de espías soviéticos o de traidores estadounidenses, y de un no menor número de películas en las que la amenaza roja llegaba a la Tierra en forma de marcianos, selenitas o cualquier otro habitante del sistema solar dotado de la suficiente capacidad tecnológica y militar como para acabar con el estilo de vida estadounidense.
En 1957, una pelota plateada fue lanzada fuera de esta Tierra.
El comunista Sputnik I pasó por sobre las cabezas norteamericanas y estas no lo notaron.
Pero de la pantalla del televisor se derramó una marea de pánico indignado que inundó Estados Unidos.
La conmoción era general.
Funcionarios gubernamentales se arrancaban el pelo de despecho:
¿Cómo es posible que los rusos hayan logrado semejante propaganda antes que ellos?
La opinión pública se comía las uñas al comprobar que el gran rival podía confrontarlos tecnológicamente o, peor aún, adelantárseles, en un tiempo en el que estar adelantado en la Ciencia no significaba necesariamente ser un pacifista.
Pero el noble y pionero Sputnik I, que cayó de órbita tres meses después, no tenía la culpa de tal desconfianza.
Pocos años antes, los propios norteamericanos se habían ocupado en demostrar que la capacidad del hombre en destrucción radical no era una pesadilla de predicadores.
La actividad científica entonces gozaba de atención prioritaria.
Si bien algunos de sus logros eran éticamente cuestionables, pero ya que es así, pensaban los líderes de ambos bloques, al menos seamos los primeros en disparar.
Muchos se afiebraron por el temor a un Sputnik relleno de armamento nuclear.
Entonces se dio el disparo para la famosa Carrera Espacial.
Los norteamericanos dispuestos a todo con tal de aliviar su orgullo, invirtieron millones para la fundación de la Nacional Aeronautics And Space Administration (NASA) que fue puesta a trabajar de inmediato en un show más impresionante que restituyera la certeza de que en la “tierra del hombre libre” se está mejor.
Pues también para el norteamericano promedio el Sputnik había significado un shock.
Una sociedad alimentada por el sueño de una felicidad material al alcance de los sueldos, en ciudades seguras para los buenos ciudadanos y respaldados por una nación que “no perdía guerras”
Para mayor ensoñación, los primeros artilugios de la tecnología domestica comenzaron su seducción.
En los cincuenta se inventaron los hornos microondas y el sonido estéreo, pero sobre todo el control remoto, piedra angular de una sociedad televisada en rápida multiplicación.
Para los más hechizados por aquella prosperidad ligada al avance de la técnica, surgía una nueva forma de entretenimiento en la forma de una profusa literatura de Ciencia Ficción.
Para una década histérica, pastillas contra el nerviosismo.
“Salido de nuestras profundidades primordiales para destruir el mundo”
“¡Algo está sucediendo, envía hombres de Ciencia rápido!”
“Vea a la Tierra atacada por platillos voladores”
Así advertían las prescripciones de los afiches.
En los cincuentas, el cine de Ciencia Ficción norteamericano fue el escaparate de las tensiones de una generación.
Aquellos llamados en la fantasía “It” o “Them”, criaturas inclasificables venidas de otro mundo, tenían nombre propio en la vida cotidiana bajo “comunistas” o “Guerra Nuclear”
Esta formidable retroalimentación entre el inconsciente colectivo y el cine, es lo que mantuvo fascinadas a las generaciones posteriores.
La mayoría de estas películas eran pobres en presupuesto, confinadas a la Serie B y al espectador a veces distraído del drive-in, pero usualmente eran atrevidas en sus aspiraciones visuales:
Tres minutos de alienígenas atacando a un ejército, o al menos a la muchacha de turno, podían ser el plato fuerte.
Cuando el género recibía la atención de estudios más holgados, la narración se esmeraba y el espectáculo visual marcaba precedentes.
Uno salía del cine pensando que el mundo iba por un rumbo desconocido, algún día un hombre viajaría por el Espacio o la tecnología nuclear acabaría con la Tierra.
Lo que sucediera primero.
“Klaatu Barada Nikto”
The Day The Earth Stood Still es un película estadounidense de 1951, del género ciencia ficción, dirigida por Robert Wise.
Protagonizada por Michael Rennie, Patricia Neal, Hugh Marlowe, Sam Jaffe, Billy Gray, Frances Bavier, Lock Martin, entre otros.
El guión es de Edmund H. North, y está basado en el relato corto “Farewell To The Master” (1940), de Harry Bates.
Cuenta con una maravillosa música a cargo de Bernard Herrmann.
The Day The Earth Stood Still fue galardonada con el premio Globo de Oro Honorífico en 1952, como La Mejor Película Promotora del Entendimiento Internacional y está preservada en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada «cultural, histórica, o estéticamente significativa»
The Day The Earth Stood Still fue una de las primeras en plantear un visitante extraterrestre que no viene a invadir sino a dar una advertencia.
The Day The Earth Stood Still está entre las 10 películas más respetadas del género.
Lo que en los primeros compases parece ser un film de ciencia ficción rápidamente se convierte en una crítica al estado global mundial de la época y más concretamente a la humanidad que lo gobierna:
Desconfianza, recelo, miedo, intereses absurdos, política militarista, egoísmo...
Robert Wise nos ofrece un sencillo retrato de un sentimiento latente que en la postguerra era prácticamente ignorado por una amplia mayoría de la sociedad acomodada estadounidense:
Que la íbamos a cagar.
En medio de esta tendencia ideológica de la Guerra Fría, surgió The Day The Earth Stood Still, producción con la que el director Robert Wise se opondría la tendencia de la época, para emitir un discurso pacifista.
Tanto tememos que la destrucción del planeta sea por una fuerza invasora externa pero aquí se nos abre los ojos para darnos cuenta que el hombre en sí constituye un peligro latente.
Es decir, el destino de la raza humana depende de nosotros mismos.
La idea pacifista no fue muy auspiciada en su momento debido a la Guerra de Corea que se suscitó.
En su época era atrevido que una película, que sólo debía fantasear con platillos voladores, propagara principios pacifistas.
Tanto así que el senador McCarthy olisqueó a su director, Robert Wise, para ver si apestaba a comunista.
Con todo, The Day The Earth Stood Still fue un blockbuster de su época, todos los niños memorizaron la frase “Klaatu Barada Nikto” que desactivaba al robot, y fue la primera en poner en claro, para quien no quisiera darse cuenta, a qué tensiones se referían las películas de marcianos.
The Day The Earth Stood Still es una película importante y de esas que ya poco se realizan.
Con una estética imponente y una imagen impecable, como olvidar la toma de la nave con Klaatu y el robot, soberbias.
La fuerza de The Day The Earth Stood Still radica por un lado, en ese matiz documentalista que hace aparentar todo como muy real, como si pudiera pasar en el piso de al lado, el rodaje en exteriores, el apartamento de inquilinos... y, por otro, el juego de claroscuros donde se juega a expresar visualmente los conflictos internos de los personajes.
Se refleja con ellas una sociedad contradictoria y violenta, propia de la personalidad de nuestra especie:
La actitud ante lo desconocido suele ser de desconfianza, y la reacción violenta.
De modo que:
¿No será que el verdadero peligro somos nosotros mismos?
No es de extrañar la reacción del visitante extraterrestre en el cementerio, en esa brillante escena, cuando descubre que tantas personas han muerto en el mundo por guerras inútiles y absurdas.
The Day The Earth Stood Still nos confronta cara a cara ante la responsabilidad de la humanidad al ser una civilización desarrollada, aunque no estemos muy de acuerdo este desarrollo haya sido logrado a través de las guerras, las componendas políticas y la masacre de millones de personas, en verdad es duro enfrentar nuestro pasado violento y que incluso esto continúe; así parece que avanza la sociedad.
Pero es imperdonable que como bien se trata, que esta devastación la llevemos al espacio.
The Day The Earth Stood Still es pionera de un género increíble como la ciencia-ficción, con un guión profundo sobre la relación de nosotros con el medio que nos rodea:
El ser humano ante el más grande dilema con que se ha enfrentado, parece que no estamos preparados para la grandeza del universo.
Wise impone originalidad al presentar al extraterrestre como “una persona” que viene en son de paz y no con la idea de conquista y sometimiento de la raza inferior.
Con un objetivo educativo y aprovechándose del conocimiento superior, la raza visitante nos trae la advertencia de lo que el ser humano puede llegar a hacer con la tecnología.
Pero nos lo muestra en una forma drástica, nos pone en aviso del peligro que conlleva la mala utilización de la ciencia.
Es una obra maestra se la mire por donde se la mire, con un alto nivel de profundidad discursiva, con un presupuesto que indica que las formas son las mejores de acuerdo a la época, sin ir más lejos, los efectos son pocos pero sorprendentes.
Tanto tememos que la destrucción del planeta sea por una fuerza invasora externa pero aquí se nos abre los ojos para darnos cuenta que el hombre en sí constituye un peligro latente.
The Day The Earth Stood Still comienza cuando un platillo volador aterriza nada menos que en Washington, DC, y, naturalmente, las nerviosas fuerzas armadas norteamericanas reciben a su tripulante con un disparo.
Klaatu (Rennie), alienígena de aspecto humano, es llevado a un hospital donde se recupera rápidamente y escapa al menor descuido.
Mientras tanto el ejército rodea el platillo volador, estacionado cerca de la Casa Blanca, y al robot Gort que ha salido de él.
La misión de Klaatu es comunicar a los líderes del mundo que detengan su entusiasmo por el poder atómico porque otras civilizaciones temen que la Tierra se convierta en un foco de violencia para la galaxia.
La reprimenda de Klaatu no viene sin amenaza:
Si los humanos no se enderezan el planeta deberá ser destruido, para eso está Gort, según parece.
Curiosamente, Klaatu no contaba con que los humanos estuvieran tan enemistados entre sí, por lo que se vuelve imposible su pedido de reunir a los presidentes del mundo para darles su mensaje.
Por eso, decide mezclarse entre la gente y encontrar quien pueda escucharlo.
“A robot and a man...
Hold the world spellbound with new and startling powers from another planet!”
Aquella visión pesimista del ser humano empeñado en su propia destrucción, frecuente en la Ciencia Ficción, está muy presente en The Day The Earth Stood Still.
En contraposición, este extraterrestre, ciudadano de un mundo mejor, representa un “mesías”
Para mayor evidencia, Klaatu escoge Carpenter (Carpintero) como su nombre terrícola, en alusión a Jesucristo y vemos inclusive que este: muerte, resucita y asciende a los cielos.
Sin embargo, este “enviado” no viene armado de mucha paciencia y abandona a los necios humanos cuando estos lo abaten por segunda vez.
El robot Gort, personaje misterioso, lo llevar de regreso a la nave donde resucitará para elevarse a los cielos.
Gort es el robot interpretado por el actor de más de 2 metros y 30 centímetros Lock Martin.
En parte es famoso por la frase:
"Klaatu Barada Nikto", siendo una de las curiosidades favoritas de los cinéfilos.
No existe ninguna traducción de la frase en The Day The Earth Stood Still.
El profesor de filosofía Aeon J. Skoble describe la famosa frase como una «palabra de seguridad», lo que los ingleses denominan «safeword», como parte de un dispositivo para evitar grandes daños ante un fallo del sistema, usado durante misiones diplomáticas como las que Klaatu y Gort tuvieron en la Tierra.
Con el uso de esta palabra de seguridad, Gort sería irremediablemente forzado a desactivarse, en el caso en que por error adoptase una postura agresiva.
Skoble observa que el tema ha evolucionado hacia una «posición de la ciencia ficción en la que las máquinas cargan con la obligación de protegernos de nosotros mismos por el mal uso o abuso que hacemos de su propio poder»
En su interpretación, la frase parece decirle a Gort que Klaatu considera esa escalada de violencia innecesaria.
De cualquier modo, Gort no parecería estar haciendo un mal uso de su poder, sino que estaría elevando progresivamente su nivel de violencia como respuesta razonable al asesinato de Klaatu, el mensajero pacífico.
Otro problema de la teoría de Skoble, es que Klaatu en The Day The Earth Stood Still describe explícitamente que el poder de Gort es ilimitado, descartando la existencia de una palabra de seguridad.
Más aún, The Day The Earth Stood Still no deja claro la principal intención de Gort tras la frase de Helen Benson (Neal)
Una posible traducción podría ser «Klaatu ha sido asesinado, debes salvarle»
Los títulos de crédito de The Day The Earth Stood Still indican la participación de un asesor en Sánskrito:
En ese idioma, “Klaatu Barada Nikto” se podría traducir como:
"El camino de Klaatu se ha cerrado" o "ha acabado", o sea "Klaatu ha muerto"
El Sánskrito es una lengua indoeuropea, casi idéntica a uno de los tres dialectos del griego clásico y no es difícil hacer la analogía entre barada-parade, o sea camino, y nikto-noche, o sea cierre o fin.
Como fuere el caso, lo que Robert Wise pretendía hacernos llegar va más allá, no solo hace ver los peligros de la eterna estupidez humana, también nos deja como unas criaturas ridículas de las que el inolvidable Klaatu se mofa en varias ocasiones.
Wise quiere que veamos lo ridículos que se pueden ver nuestros actos por entidades inteligentes de otros planetas, como si nos estuviéramos tirando piedras contra nuestro propio tejado.
Por si fuera poco, el frustrado intento de reunión multinacional de los gobiernos ejemplifica lo estúpido de esos comportamientos hasta en situaciones límite, no pudiendo dejar de lado el protocolo o las diferencias, cosa que la comunidad científica parece comprender a su favor.
Sin embargo, como cinéfilos podremos hablar de incoherencias o de algún gazapo que otro.
Por ejemplo, dejar la nave espacial, supuestamente el mayor acontecimiento histórico de la Humanidad, prácticamente sin vigilancia con tan sólo un par de soldaditos despistados, es tan increíble como apropiado a la trama, pero la cosa tiene un valor muy residual.
Por tanto, lo que en realidad importa es ese toque de atención que Robert Wise quiere darle al mundo acerca de los peligros de la física atómica.
Pero por lo demás, el protagonista, Klaatu tiene apariencia humana, por más que desde el momento en que pone un pie en la Tierra no encuentra más que hostilidad, recelos y miedos a partes iguales.
Incluso su pretensión de reunirse con todos los líderes mundiales es vista como algo imposible y curiosamente, y no por casualidad, no le sucede lo mismo cuando quiere reunir a las personas más sabias del planeta, naturalmente ninguno de ellos es un político ni mucho menos un líder mundial.
La música utilizada en The Day The Earth Stood Still es densa e inquietante en todo momento, y Herrmann utilizó el theremin, un instrumento electrónico para lograr dicho sonido.
La musicalización comprende un factor muy interesante en The Day The Earth Stood Still y acompaña en forma armoniosa cada escena.
“What is this invader from another planet...
Can it destroy the Earth?”
El rayo de esperanza hacia la humanidad se soporta en tres pilares en The Day The Earth Stood Still:
1. La inocencia y la curiosidad sin prejuicios de un niño.
2. La empatía de una mujer, que sí que es capaz de ver lo que realmente importa.
3. La capacidad de análisis no politizado que aporta el mundo científico.
¿Película desfasada?
Quizá no tanto como pueda aparecer a simple vista ya que el tema central sigue siendo desgraciadamente demasiado vigente:
El estúpido afán del hombre por destruirse a sí mismo.
Se puede decir que en The Day The Earth Stood Still se muestra de manera clara y un tanto contundente la ignorancia y la estupidez que podemos llegar a tener lo seres humanos incluyendo a los militares de turno cuando no sabemos cómo reaccionar ante un supuesto acontecimiento como este, y más aún, de todas las fatales consecuencias que pueden derivar de ello cuando se actúa con desconfianza, sin ni siquiera dar el beneficio de la duda de quién desconfiamos.
Con estos comentarios no quiero decir que The Day The Earth Stood Still sea una película que denuncie la xenofobia, la violencia y la estupidez humana, por así decirlo, cuando se creen que vayan a ser invadidos por una supuesta civilización hostil, sino que es toda una magistral lección de que se puede aprender de otras culturas y civilizaciones externas.
La idea es desterrar nuestros miedos e inquietudes y aceptarlos tal como son o en caso contrario atenerse a las consecuencias.
Por tanto, The Day The Earth Stood Still es un alegato a favor de la razón y la lógica frente al miedo y la inquietud, de que siempre tiene, y ha de haber entendimiento para que exista la paz y la seguridad entre todas las culturas y civilizaciones, de que el uso de la fuerza y de que la violencia no siempre es la mejor solución para resolver las diferencias, ya sean entre los de nuestra especie o la de nuestros vecinos interplanetarios.
Más de cincuenta años después, el mensaje sigue representando una de las primeras voces en contra del armamentismo y a favor de la tolerancia.
Dichos mensajes de tolerancia eran interpretados como clara muestra de culpabilidad y de intención de subvertir el estándar político.

“Your choice is simple:
Join us and live in peace, or pursue your present course and face obliteration.
We shall be waiting for your answer; the decision rests with you”


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