Iris

“There is only one freedom of any importance, freedom of the mind”

La relación entre cine y literatura ha sido muy frecuente desde los comienzos de aquél, dando como resultado, en algunas ocasiones, filmes de gran calidad artística.
Una de las vías ha sido la adaptación de novelas de éxito o de calidad, pero la relación es mucho más extensa.
El propio guión es escritura y utiliza el código lingüístico, y novelas poco conocidas dan lugar a la mayoría de las películas exhibidas.
Más aún, un género literario por excelencia como el teatro tuvo una influencia definitiva en los comienzos del cine tanto por los textos adaptados como por la manera de representación.
Un camino que, poco después y por razones de afinidad formal y narrativa, pasó a marcar la novela.
Dame Jean Iris Murdoch, DBE (1919 – 1999) fue una escritora y filósofa irlandesa, mejor conocida por sus novelas, en las que combina una rica caracterización con animados argumentos, involucrando, por lo general, temas de índole moral o sexual.
Iris Murdoch comenzó a leer clásicos, historia antigua y filosofía en el Somerville College, de Oxford, y filosofía como postgraduada en el Newnham College de Cambridge, donde tuvo como maestro a Ludwig Wittgenstein.
En 1948, devino profesora del St Anne’s College, de Oxford.
Iris escribió su primera novela, Bajo La Red, en 1954, habiendo previamente publicado ensayos sobre filosofía, incluyendo el primer estudio en inglés sobre Jean-Paul Sartre.
Dos años más tarde Iris conoció y se casó con John Bayley (1925- ), profesor de literatura inglesa y a su vez escritor.
El matrimonio duró 45 años y Bayley la cuidó hasta sus últimos días.
Iris Murdoch publicó veinticinco novelas más y otros trabajos sobre filosofía y drama hasta 1995, año en que comenzó a padecer los devastadores efectos del mal de Alzheimer, que al principio atribuyó a “bloqueo de escritor”
Iris falleció a los 79 años, en 1999.
Bayley se volvió a casar dos años después.
“People have obsessions and fears and passions which they don't admit to.
I think every character is interesting and has extremes.
It's the novelist privilege to see how odd everyone is”
Iris (2002) es una película dirigida por Richard Eyre, basada en el libro del mismo título de John Bayley, interpretada por Kate Winslet, Judi Dench, Jim Broadbent, Hugh Bonneville, Eleanor Bron, Penelope Wilton y Juliet Aubrey.
Iris obtuvo un Oscar al Mejor Actor Secundario para Jim Broadbent, y 2 nominaciones más como mejor actriz, para Judi Dench y mejor actriz de reparto, para Kate Winslet.
El amor, el acompañamiento, las dudas, una enfermedad, la juventud, la madurez, todos estos temas universales se tocan en Iris.
Iris narra la vida de la filósofa y novelista Iris Murdoch desde su juventud, centrándose en la historia de amor con su marido John Bayley, sus avances académicos y éxitos reconocidos y, sobre todo, su afrontamiento de la Enfermedad de Alzheimer que acabó con su vida en la década de 1990.
Sin sensiblería, sin caer en ningún momento en la lágrima fácil, Iris nos ofrece el lado más terrible del mal de Alzheimer, el sufrimiento más descarnado, no de la enferma, sino del que observa cómo el ser al que ha querido toda su vida, al que ha descubierto en su vitalidad y en su lucidez intelectual, está encauzado hacia la muerte, va poco a poco consumiéndose, convirtiéndose en un ser inerte, sin que pueda hacer nada por evitarlo.
Es entonces cuando el amor se pone a prueba, y es por fin lo que realmente lo define:
Un elemento totalmente altruista y, es más, auto flagelante.
Iris es una historia de amor en mayúsculas, de una madurez como últimamente no se veía en el cine y con una textura narrativa que abarca los mundos paralelos del pasado, el presente y la sombra incierta del futuro y la muerte, con la terrorífica y bastarda suerte de la decadencia humana, de manera sentida.
El director, Richard Eyre logra reflejar gracias a las magníficas interpretaciones de los dos protagonistas maduros una historia apasionante de amor y la lucha contra una enfermedad que destruye hasta lo más íntimo sin caer en sensiblerías banales y contando una realidad que puede agradar tanto a los seguidores y lectores de la fallecida literata como a los amantes del buen cine que no la conocieron.
En palabras del director:
«Si dijera que me gustaría que esta película fuera disfrutada por personas que nunca han leído a Iris Murdoch, o jamás oyeron su nombre ni vieron una fotografía de ella, no es porque no quiera rendir un homenaje a sus logros o llorar su muerte.
Es simplemente porque deseo que el espectador pueda apreciar este film sin necesidad de ser un experto en literatura»
Puede no ser una intención consciente de Eyre, pero Iris, apadrinado por Sydney Pollack y Anthony Minghella, desprende una infinita tristeza:
Tristeza por unos ancianos sin hijos y con una filosofía vital carente de asideros firmes.
El amor que sienten participa de lo divino, dice ella, pero no debe confundirse con Dios.
Aunque cite a veces salmos que cantan al Creador, o salte Dios (God) tras la palabra perro (dog), en un test para calibrar la demencia senil.
En ese aspecto, Iris es auténticamente desgarradora y despliega un arsenal dramático y doloroso sin concesiones, jugando especialmente la carta ganadora, sin margen para incertidumbres, que le proporcionan las dotes interpretativas de su pareja protagonista.
Porque Iris no es sólo la interpretación que de la mítica novelista hace una soberbia Judi Dench, en la enésima muestra de cuán agradecidos, y apropiados para alardes interpretativos, son estos papeles de trastornados mentales, sean del tipo que sean, sino, más aún, el excelente trabajo que desarrolla otro ilustre veterano, como Jim Broadbent, dando vida a su compañero sentimental, un personaje al que no le faltan connotaciones histriónicas, propicias para brillos estelares, pero que no alcanza el potencial que los desvaríos del Alzheimer le permiten a Judi Dench.
Tampoco es desdeñable, en este capítulo, el buen nivel que ofrece una Kate Winslet a la que se le nota cómoda y bien acoplada a un papel, como el de la Murdoch joven, un espíritu entre libre y libertino, cuya carnalidad exuberante y frescura de carácter encajan muy bien en su perfil tanto físico como anímico.
Pero siendo sincero, el que agarra el corazón del público y lo retuerce sin concesión es Broadbent en el personaje de John Bailey, el carácter más rico de Iris.
Inocente, tierno, sutil, siempre servicial... expresa sentimientos con tan sólo una mirada en la que se refleja todo el dolor, toda la angustia, toda la impotencia pero también toda la entrega y todo el amor de quien está perdiendo a su ser más querido, del hombre que ve día a día, con plenas facultades, cómo su amor acaba y su vida deja de tener sentido.
Iris demuestra su mayor virtud en su falta de pretensión al narrar retazos de vida de esta pareja que a lo largo de más de medio siglo intenta dar sentido al lenguaje, como expresión del sentimiento y del pensamiento, y a la bondad humana.
Y es que sería una locura plantear con megalomanía una historia tan natural y bella como la de dos personas que se conocen, se enamoran, se casan y se aman necesitándose mutuamente durante toda la vida.
Lo que marca la diferencia, siempre, es esa sintonía con lo personal, y en mi caso me ha conmovido como ninguna otra película, especialmente por dos aspectos.
El primero de ellos el enfoque sobre el Alzheimer, especialmente en una persona con una mentalidad y personalidad brillante, en la que se hace aún más patente el hecho de que te mueres día a día hasta que mueres realmente, y que no hay nada que dé más miedo a una persona que se considere a sí misma que el hecho de irse perdiendo paulatinamente en esa erosión de la mente y del alma que es el Alzheimer.
La otra parte en la que me ha tocado la fibra es la forma en la que actúa en Iris el desarrollo de la enfermedad, y la decadencia progresiva del personaje principal, en dos personas con una extensa e intensa vida común, y la técnica con la que se va narrando la progresiva caída en el abismo de una y la introspección hacia el recuerdo de la otra, durante el curso de la cual, mientras una de ellas va perdiendo la memoria hasta desaparecer, la otra va teniendo más en cuenta lo pasado, hasta el punto en el que una acaba por olvidar y el otro por vivir del recuerdo, encontrándonos con el olvido absoluto y el recuerdo absoluto en el mismo tiempo y espacio, en la parte final.
Sobre la enfermedad de Alzheimer, hay que recordar que es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria.
Sus estados evolutivos en el lenguaje se presentan en cuatro etapas:
La inicial que presenta dificultades de comprensión y una disminución de iniciativa.
La moderada que es fácil de reconocer porque la persona tiene ideas repetitivas y alteraciones gramaticales.
La avanzada donde el lenguaje es incomprensible y repetitivo y en el que la escritura desaparece por completo.
Y por último, la fase terminal, fase característica por el mutismo y el estado vegetativo en el que se conservan las funciones vitales automáticamente.
En la actualidad no existe una cura para la enfermedad de Alzheimer, sólo algunos tratamientos que intentan reducir el grado de progresión de la enfermedad y sus síntomas.
Lo mejor del film Iris es la inestabilidad presentada por la protagonista, es algo tan insoportable como atractivo para el que será su compañero, amante y amigo...
Quien a pesar de todo la ama, la acompaña, la vive y la muere, y juntos siempre. Iris es realmente conmovedora.
¿Hay algo más importante q los recuerdos?
¿Algo más importante que saber el porqué de las cosas?
Recordar nuestro nombre, el nombre de nuestro padre, madre, hijos, hermanos…
Recordar a la persona que amamos....
Realmente no sabemos cuán importante es todo eso…
En la enfermedad de Alzheimer se pierde todo, la identidad la persona los recuerdos, la vida...
Todo queda almacenado en no se sabe que oscura caja de nuestra mente y volvemos a ser pequeños de nuevo, infantiles, nos cambia el carácter y viven desorientados, pero los enfermos no entienden nada de lo que pasa.
Iris es poesía que nos transmite lo que más nos cuesta ver.
Iris es triste y dura, como la vida misma, pero a la vez te alegrará y te animará, al ver que existe amor tan puro.

“Every human soul has seen, perhaps before their birth pure forms such as justice, temperance, beauty and all the great moral qualities which we hold in honour.
We are moved towards what is good by the faint memory of these forms simple and calm and blessed which we saw once in a pure, clear light being pure ourselves”


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