Shortbus

“Sex, like music, is a universal language”

En su libro de 1976, “La Voluntad de Saber”, Michel Foucault propuso la idea de que la proliferación de discursos alrededor del sexo, refiriéndose a terapistas, sexólogos, pornógrafos, etc.; es la más sofisticada forma de represión de la sexualidad individual, llevada a cabo a través de la cultura misma.
Esta idea inquietante contradice la noción generalizada de que el gran destape sexual del siglo XX es signo de una sociedad que ha encontrado la libertad.
Si todo se ha dicho, si todo está al descubierto, hemos mostrado todas nuestras cartas y nos tienen en sus manos.
“It's just like the 60's, only with less hope”
Shortbus está escrita y dirigida por John Cameron Mitchell en el año 2006.
Protagonizada por Lee Sook-Yin, Paul Dawson, PJ DeBoy, Lindsay Beamish, Raphael Barker, Peter Stickles, Jay Brannan, Alan Mandell, Adam Hardman, Shanti Carson, entre otros.
Shortbus es un estudio sobre la sexualidad humana en todas sus vertientes y una reflexión lúcida y estimulante sobre el papel que juega el sexo en la sociedad contemporánea.
Shortbus es una historia con sexo explícito en el que varios personajes neoyorquinos navegan por los vericuetos tragicómicos del sexo y del amor dentro y fuera de un club polisexual underground de última generación llamado "Shortbus"
Shortbus está inspirado por los autobuses escolares de color amarillo, y pequeños, para los estudiantes con incapacidades.
El club está basado en una serie de encuentros sociales, artísticos y sexuales de la Ciudad de Nueva York, uno de ellos era la “Fiesta de Baile de Adolescentes Sudados Shortbus”, organizada mensualmente por el director como “DJ Dear Tic”, su apodo de “Hada Radical”
Otras influencias incluyen las “Fiestas de Lujuria” que tuvieron lugar en el colectivo artístico de Brooklyn llamado “DUMBA”, donde las escenas del club de Shortbus fueron rodadas, y el encuentro semanal en “Cine Salon”, ambas organizadas en parte por Stephen Kent Jusick, que interpreta al personaje de “Creamy” en Shortbus.
Las fiestas underground “Rubulad”, que aún tienen lugar, también sirvieron de inspiración.
Cabe resaltar, grandemente, el trabajo de la panorámica de la ciudad que se muestra durante Shortbus, ya que fue generada por ordenador y diseñada por John Bair.
Shortbus es la sociedad en que vivimos.
Todos tienen sexo y pasan el gran rato con él, y todos tienen cadáveres sexuales en el armario.
En Shortbus aparecen una serie de personajes de la Nueva York posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y fue un filme muy comentado por sus escenas de sexo real.
Shortbus es un exótico local neoyorquino dedicado al sexo y la cultura alternativa.
Allí coinciden los protagonistas buscando una solución a sus problemas sexuales y vitales.
James (Dawson) y Jamie (DeBoy) son una joven pareja de homosexuales (y lo son en la vida real) que piensan abrir su relación y compartir con un tercer miembro, porque Jamie tiene miedo de perder a James, que continuamente parece triste e insatisfecho, y pasa todo su tiempo libre rodando un corto sobre sí mismo.
Acuden a pedir consejo a Sophia (Lee), una sexóloga casada que nunca ha tenido un orgasmo, a la que ellos terminan aconsejando para que vaya al Shortbus.
Allí Sophia conoce a Severin (Beamish), una sensible fotógrafa que se dedica a ser dominatríz por dinero, y Sophia le abre su corazón.
El Shortbus funciona como centro de una relación triangular entre todos los personajes, desde aquí surgen nuevas relaciones y se rompen.
En Shortbus, el sexo sirve como fuente de liberación y frustración; juntos todos, buscarán iluminar la ciudad de Nueva York con los colores que cada uno ve de noche.
¿Qué tan importante le puede ser un ser humano llegar a un orgasmo antes de morir?
No es casualidad que Shortbus culmine con un gran apagón público que suma a Nueva York en la oscuridad, pero a diferencia de aquel acaecido en 1977 que provocó una descomunal ola de pillajes por toda la ciudad, éste le sirva al realizador como bienaventurada epifanía para unos personajes que necesitan continuar con sus vidas; una decisión por la que no se puede tachar a Mitchell de deshonesto, ya que siempre se ha mantenido lo suficientemente unido a sus personajes como para concederles una segunda oportunidad.
Quizás sea esto lo más interesante (¿lo único?) y realmente enjundioso que propone John Cameron Mitchell, y que conecta con un sentimiento tan contemporáneo como es el miedo al Otro.
Shortbus termina enarbolando la bandera del auto conocimiento sexual como medio de entendimiento, es decir, parece decirnos que primero tenemos que empezar por conocernos un poco más nosotros mismos para luego intentar comprender a aquellos que nos rodean.
De hecho, el personaje de Tobias, interpretado por Alan Mandell, que asegura ser un antiguo alcalde de Nueva York, hace referencia al Alcalde Ed Koch, cuya orientación sexual ha sido objeto de especulaciones.
El resto de los personajes y la historia fueron creados durante dos años y medio, a través de trabajos de improvisación y colaboración con todo el reparto.
Se creó una página web para reclutar pruebas de selección para los actores, que obtuvo medio millón de visitas, y quinientas mil cintas de prueba.
Cuarenta personas fueron llamadas para pruebas de improvisación, y nueve actores fueron elegidos, aun cuando la historia no había sido completada.
Mitchell desarrolló el guion a través de la colaboración de todo el reparto.
Convencido de que el modo en que la gente practica relaciones sexuales puede decir mucho acerca de su forma de ser, Mitchell decidió que la mayoría de las escenas sexuales de Shortbus fueran reales.
De todos los personajes que parecen en el tugurio Shortbus, el más interesante es el infiltrado anciano que es nada menos que un ex alcalde de Nueva York, que en la década de los '80s, al tiempo que era gay dentro del closet, tenía que lidiar con el fantasma desconocido del SIDA y con los grupos que le acusaban de no hacer lo suficiente; el discurso del ex alcalde es desolador, es uno de los mejores reflejos de lo que significa vivir con miedo, y de tratar de sobreponerse no sólo a circunstancias adversas, sino a seres humanos adversos.
Como película "indie" que es, Shortbus cumple con precisión con los postulados del postmodernismo, que como todos sabemos se resumen en que “no hay reglas”
Pero Mitchell es un buen cineasta, y si Shortbus merece la pena es justamente por ese aspecto.
Al contrario que en la mayoría de las producciones "indies", Shortbus está dirigida por alguien que sabe dirigir, mover la cámara, fijar los ritmos, crear imágenes hermosas como la estampa de las band-aid, y la secuencia en la piscina con la bolsa de plástico son excelentes, y sobre todo, llevar a sus actores.
Si yo tuviera que defender Shortbus por algo, sería por sus actores, quienes también colaboraron en el guión a través de improvisaciones, y que son todos de una naturalidad y humanidad aplastante.
También reconozco el trabajo de Paul Dawson, y no sólo por la flexibilidad corporal que ha demostrado de sobra, sino por su increíble capacidad para transmitir tristeza con tal economía gestual.
Shortbus alardea de una estructura nada convencional, lo que aún no se sabe si es bueno o malo, pero sabe moverse con gracia en todos los "pequeños instantes" sobre los que pivota.
Pese a ser muy explícita en algunos momentos, no resulta sórdida en su tratamiento del sexo, ganándose con honores el calificativo de "película simpática" en todos los sentidos.
La polémica causada por Shortbus por la inclusión de escenas de sexo real explícito fue contestada por el director de la siguiente forma:
«La película contiene escenas de sexo explícito.
Sin embargo, no se trata de pornografía, sino de una mirada sobre las emociones humanas y la relación con el sexo.
Es, además, un retrato de la sexualidad en occidente en la última década:
Un mosaico de experiencias intersexuales en donde el placer es vivido como un vacío imprescindible»
El problema es que Shortbus quería ser una exploración sobre la vida del sexo en el mundo postmoderno, llevado al límite, en un mundo plagado por el miedo, el miedo al otro, el miedo a la persecución, el miedo a los propios sentimientos, además de una crónica del Nueva York post 9/11...
En resumen, Shortbus quería ser demasiadas cosas.
Lamentablemente, el mensaje flaquea debido a lo que considero un exceso de énfasis en las relaciones sexuales, como problema en una relación.
En la mayoría de los casos, no se otorga la suficiente información para desarrollar un juicio de valor que nos lleve al origen de dichos problemas sentimentales.
Por otro lado, me parece que al hacer la serie tan gráfica en lo relativo a escenas sexuales, bien puede ahuyentar a una gran parte de la audiencia, lo cual es un punto en contra, si se quiere enviar un mensaje constructivo.
El final me pareció caótico, y si se analiza con detenimiento, se ven un buen número de cabos sueltos.
Se dice que todo en Shortbus es “artístico” en el sentido más indignante de la palabra.
La dominatríz sadomasoquista anda con una cámara polaroid, y toma fotografías callejeras que interviene con un lápiz antes de que se terminen de desarrollar.
¿Por qué?
Porque eso es “artístico”
El gay depresivo que está haciendo una “película” sobre si mismo intenta suicidarse ante su videocámara.
¿Por qué?
Porque eso es “artístico”
Alguien eyacula sobre una pintura de Jackson Pollock y el semen se mimetiza en el cuadro lleno de pintura chorreada.
¿Por qué?
Porque eso es “artístico”
El vestuario, la música, los diálogos… todo es así, “artístico”
El tedio se convierte en rabia ante la maldad subyacente de Shortbus que en últimas lo que hace es desinformar al público, reforzando la idea venenosa de que el arte no es sino un adorno que sirve bien para poner aquí y allí cuando se quiere disimular que las cosas están mal hechas; y encima se confirman las mayores ofensas:
Los homosexuales son promiscuos, las terapeutas sexuales son frígidas y no tienen clara su identidad sexual, los mismos homosexuales no se aceptan a sí mismos y quieren suicidarse, aun disfrutando como cabras de los polvos más desenfrenados; los políticos son unos reprimidos, los masoquistas son así porque tienen carencias afectivas...
No obstante y para salvar, Shortbus ayuda a entender la intimidad y la forma de sentir de personajes que, como muchas personas todavía hoy, han tenido que sufrir y hacer frente a prejuicios e hipocresías para ser quienes realmente son.
Ya lo he dicho, el cine ha ofrecido y sigue ofreciendo numerosos ejemplos de magníficas películas que a través de hombres y mujeres con diferentes orientaciones sexuales cuentan grandes historias que merecen llegar a un público amplio.
Acato de todas maneras que para determinados individuos Shortbus sea más profundo y personal, tanto el final como en general, y reconozco que si bien me abrió la cabeza con algunos temas, todavía me quedan dos conceptos latentes respecto más que nada a la comunidad homosexual.
Promiscuidad e histrionismo.
Con la continua aceptación de esta comunidad por la sociedad mundial, mi opinión es que llega un momento en que es tiempo de dejar estos estereotipos y muletillas atrás, justamente empezando por los mismos involucrados, si es que no quieren ser juzgados por ello; estas terminan reduciendo al homosexual en un ser caricaturesco y poco serio, que al final de cuentas y a la larga daña la imagen del individuo en sí mismo.

“I used to want to change the world.
Now I just want to leave the room with a little dignity”


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