Zodiac

“Sick of living/unwilling to die
cut.
clean.
if red I
clean.
blood spurting,
dripping,
spilling;
all over her new
dress
oh well
it was red
anyway.
life draining into an
uncertain death.
she won't (smudge)
die.
this time
someone ll find her.
just wait till
next time.
rh”

El asesino del zodíaco fue un asesino en serie que actuó en el Norte de California durante 10 meses desde finales de los años 60.
Él mismo eligió su nombre en una serie de cartas amenazantes que envió a la prensa hasta 1974.
En sus misivas incluyó cuatro criptogramas, de los cuales uno todavía no ha sido descifrado.
El Zodíaco, como él mismo se denominaba, asesinó a cinco víctimas conocidas en Benicia, Vallejo, Lake Berryessa y San Francisco entre diciembre de 1968 y octubre de 1969.
Las víctimas elegidas para atacar fueron cuatro hombres y tres mujeres de edades entre los 16 y los 29 años.
Aunque El Zodiaco afirmó en sus cartas enviadas a los diarios que había asesinado a 37 personas, los investigadores le acreditaron solamente 7 víctimas confirmadas de las cuales dos sobrevivieron.
Ellos fueron:
David Arthur Faraday (17 años) y Betty Lou Jensen (16 años) fueron asesinados por arma de fuego el 20 de diciembre de 1968 en Lake Herman Road, en las cercanías de los límites de la ciudad de Benicia.
El Zodiaco disparó en contra de Faraday sólo una vez a la cabeza y 5 veces a la espalda de Jensen quien intentó huir.
Sus cuerpos fueron encontrados minutos después por Stella Borges, quien vivía cerca de ahí.
Dio aviso al capitán Daniel Pitta y al oficial William T. Warner.
El detective y sargento Les Lundblad, de la oficina del sheriff del Condado Solano, investigó el crimen, pero no se encontraron pistas sólidas.
Michael Renault Mageau (19 años) y Darlene Elizabeth Ferrin (22 años), acribillados el 4 de julio de 1969 en Blue Rocks Springs en un campo de golf a las afueras de Vallejo.
La pareja estaba en el coche de ella cuando a su lado aparcó otro coche, cuyo conductor salió para volver 10 minutos después.
Una vez aparcado detrás de ellos, para evitar que se escaparan, El Zodiaco se acercó al coche y les alumbró directamente a la cara para cegarlos.
Entonces disparó con una Luger 9mm.
A las 0:40 del 5 de julio de 1969 una llamada anónima, efectuada por un hombre, informó al Departamento de Policía de Vallejo lo sucedido.
Y no sólo eso:
Confesó qué él lo había hecho y que era el asesino de Jensen y Faraday, asesinados hacía 6 meses.
La policía rastreó la llamada, proveniente de un teléfono público de una estación de servicio entre las calles Springs y Toulomne.
Se cree que El Zodiaco estaba a menos de un kilómetro de la casa de Ferrin y a pocas calles de la oficina del sheriff.
Los detectives John Lynch y Ed Rust, del Departamento de Policía de Vallejo, investigaron el crimen.
De hecho fue el detective Jack Mulanax quien retomó el caso en los 70.
En el libro “Zodiac” escrito por Robert Graysmith y publicado 17 años después del crimen, se dice que el asesino era un cliente habitual de Terry's Waffle House, donde Ferrin era camarera.
El Zodiaco, admirador de la joven, podría haberle confesado los dos primeros asesinatos y, arrepentido por temor a ser denunciado, la mató.
O tal vez lo hizo porque ella le estaba chantajeando.
Los argumentos carecen de fundamento, a pesar de ser el argumento de “The Zodiac Killer” (1971), el libro del mismo nombre (1979, Jerry Weissman) y una historieta publicada en el Chronicle por Bill Wallace.
Darlene murió recibiendo primeros auxilios en el Hospital Kaiser Foundation, mientras que Michael sobrevivió.
El 1 de agosto de 1969 tres cartas escritas por Zodiaco llegaron a la redacción de Vallejo Times Herald, San Francisco Chronicle y San Francisco Examiner.
En ellas, casi idénticas entre sí, él reconocía los tres crímenes e incluía un criptograma de 360 caracteres que desvelaba su identidad.
Zodiaco fue muy claro:
O las cartas se publicaban en primera plana o ese mismo fin de semana mataría a 12 personas.
Los asesinatos, por suerte, no se llevaron a cabo, pero las cartas pudieron leerse en la primera plana de los periódicos.
Los últimos dieciocho caracteres aún no se han resuelto.
El programa “Misterios Sin Resolver”, presentado por Robert Stack, sugirió que hacían referencia a una persona:
Theodore Kaczynski, también conocido con el sobrenombre de Unabomber…
Bryan Calvin Hartnell (20 años) y Cecilia Ann Shepard (22 años), fueron apuñalados el 27 de septiembre de 1969 en lo que en la actualidad es denominado La isla del Zodiaco, en Lake Berryessa, ubicado en el Condado Napa.
Ellos se encontraban merendando en una pequeña isla conectada por una vereda arenosa a Twin Oak Ridge.
Un hombre se les acercó, tras esconderse detrás de un árbol sin que Cecilia pudiera cerciorarse de su presencia, usando una capucha de verdugo negra con gafas de sol sobre los agujeros de los ojos y una especie de babero colocado en el pecho con un símbolo de apariencia reticular de unos 7.5cm X 7.5 cm de área.
Se aproximó a ellos con una pistola en la mano, Hartnell cree que se trataba de una 45.
El encapuchado afirmó ser un convicto fugitivo de Deer Lodge (Montana), en donde había matado a un guardia y también había robado un coche, y les explicó que necesitaba su vehículo para ir a México.
Traía consigo unas cuerdas de plástico para tender la ropa, previamente cortadas, y le pidió a Shepard amarrar a Hartnell antes de ser atada ella misma.
El atracador revisó los nudos de Hartnell y los apretó tras descubrir que ella los había dejado flojos.
Hartnell creyó que se trataba de un robo raro, pero el hombre sacó un cuchillo y los apuñaló a ambos.
Entonces recorrió los 500 metros hasta Knoxville Road y dibujó el símbolo reticular en la puerta del auto de Hartnell y al lado escribió:
“Vallejo 12-20-68
7-4-69
Sept27-69-6:30
by knife”
Él sobrevivió a seis puñaladas en la espalda, pero ella no corrió la misma suerte y murió a causa de sus heridas dos días después, en el Hospital Queen of Valley, en Napa.
El Detective y Sheriff del Condado Ken Narlow, quien estaba asignado al caso desde el inicio, trabajó intentando resolver el crimen hasta su retiro del departamento de policía en 1987.
Paul Lee Stine (29 años), fue muerto por arma de fuego el 11 de octubre de 1969 en Presidio Heights (San Francisco)
Se determinó que un hombre había abordado el taxi de Paul Stine en el cruce de las calles Mason y Geary en San Francisco, y le pidió que lo llevara a las calles Maple y Presidio Highs.
Por razones desconocidas, Stine fue hasta una calle más adelante, calle Cherry, el hombre le disparó a la cabeza con un arma calibre 9mm, entonces agarró las llaves de su auto y su cartera, y le quitó la camisa.
El crimen fue visto por tres adolescentes que estaban del otro lado de la calle a las 9:55 pm, quienes llamaron a la policía mientras el crimen se desarrollaba, los jóvenes observaron al hombre limpiando el taxi y después que caminaba una manzana hacia el norte.
La policía llegó minutos después, y los jóvenes testificaron explicando que el asesino aún se encontraba cerca.
La edad de El Zodiaco fue estimada entre 35 o 45 años de edad.
Los Detectives Bill Amstrong y Dave Toschi fueron asignados al caso.
El Departamento de Policía de San Francisco al final investigó y estimó por lo menos 2500 sospechosos en un periodo de años.
El 14 de octubre de 1969, el Chronicle recibió una carta más de El Zodiaco, esta vez conteniendo una muestra de la camisa de Paul Stine, como prueba de que él era el asesino, también contenía una amenaza de que dispararía en una escuela para niños.
A las 2:00 am del 20 de octubre de 1969 alguien afirmó que El Zodiaco había llamado al Departamento de Policía de Oakland exigiendo que uno de los dos prominentes abogados, F. Lee Bailey o Melvin Belli, apareciesen en el Show televisivo de mesa de exposiciones de Jim Dunbar por la mañana.
Bailey no pudo asistir, pero Belli se presentó en el programa.
Dunbar pidió a los telespectadores mantener las líneas telefónicas abiertas, y entonces, alguien afirmando ser El Zodiaco llamó varias veces y dijo que su nombre era Sam.
Belli aceptó encontrarse con él en Daly City, pero el sospechoso nunca apareció.
Los Oficiales de Policía que anteriormente habían escuchado a El Zodiaco, escucharon la voz de "Sam" y concluyeron que él no era El Zodiaco.
Llamadas subsecuentes que el sospechoso hizo a Belli fueron rastreadas y provenían del Hospital Estatal de Napa, en donde se supo que "Sam" era un enfermo mental.
El 8 de noviembre de 1969 el Zodiaco envió otra misiva con un criptograma consistente en 340 caracteres.
El 9 de noviembre del mismo año, envió otra carta de siete páginas en la cual aseguraba que dos policías lo detuvieron y hablaron con él por espacio de tres minutos, después de haber disparado en contra de Stine.
Extractos de la carta fueron publicados en el Chronicle el 12 de noviembre, incluyendo la declaración de El Zodiaco; ese mismo día, Don Fouke escribió un memorándum explicando lo que había sucedido esa noche.
Los 340 caracteres nunca fueron descifrados.
Muchas soluciones posibles fueron sugeridas, pero no fueron aceptadas ya que se alejaban de las convenciones de codificado.
Otras personas han sido identificadas como víctimas potenciales de El Zodiaco, aunque las pruebas no son concluyentes y no todas son aceptadas como víctimas de este asesino.
Entre las más conocidas esta Kathleen Johns (22 años) dijo ser secuestrada, junto a su bebé, el 22 de marzo de 1970 en la carretera 132, al oeste de Modesto California.
En su declaración comentó que el conductor de un coche le hizo señas con las luces para que parara y así hizo.
Una vez fuera del coche, él le explicó que había visto que la llanta del coche de Johns estaba floja y, tras arreglarla, él se metió en su coche para continuar con su camino y ella hizo lo mismo.
Más adelante, la llanta se zafa y, supuestamente, un hombre se ofrece a llevarle hasta la gasolinera más cercana.
Ella acepta y vuelve a su coche para recoger a su bebé, a lo que el hombre se extraña de que tenga una hija.
"¿Tiene algún problema por ello?" dijo ella.
"No, de hecho, mientras más, mejor" contestó él.
El coche arranca y pasa por delante de la primera gasolinera, pero no frena.
Continúa.
Le pide que arroje a su hija por la ventana, incluso.
Consigue escapar y se dirige a la Estación de Policía ubicada en Patterson, donde casualmente ella ve el retrato robot de El Zodíaco y dice que ha sido ese hombre el que le ha retenido durante unas tres horas.
A finales del 2003, el caso de El Zodiaco tuvo un impactante descubrimiento, ya que las huellas de la famosa carta de El zodiaco no coincidían con las huellas de Arthur Leigh Allen, el sospechoso número uno del caso y que todas las pistas indicaban que era él.
La identidad del asesino sigue siendo todavía una incógnita.
El Departamento de Policía de San Francisco declaró la investigación "inactiva" en abril de 2004 y reabrió el caso en marzo de 2007.
“I saw and think "The Exorcist" was the best saterical comidy that I have ever
seen. Signed, yours truley:
He plunged himself into the billowy wave and an echo arose from the suicide's
grave
titwillo titwillo titwillo
PS. If I do not see this note in your paper, I will do something nasty, which
you know I'm capable of doing.
Me - 37
SFPD – 0”
Zodiac es una película thriller estadounidense de 2007 dirigida por David Fincher, basada en hechos reales y en los libros “Zodiac” y “Zodiac Unmasked” escrito por Robert Graysmith.
Zodiac está protagonizada por Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr., Mark Ruffalo, Anthony Edwards, Chloë Sevigny, Donal Logue, John Carroll Lynch, Brian Cox, Clea Duvall, Elias Koteas, Dermot Mulroney, Ciara Hughes, Philip Baker Hall, Ione Skye, John Terry y Bob Stephenson.
Zodiac cuenta la historia de la búsqueda del notorio asesino serial conocido como "El Asesino del Zodiaco", quien asesinaba en el área de la Bahía de San Francisco y sus alrededores durante finales de 1960 y principios de los '70, dejando a varias de sus víctimas tras su paso y burlándose de la policía con cartas y mensajes cifrados que enviaba a los periódicos.
Hoy en día, el caso continúa siendo uno de los crímenes sin resolver más famosos de San Francisco.
Fincher, el guionista James Vanderbilt y el productor Brad Fischer pasaron 18 meses dirigiendo su propia investigación y averiguando acerca de los asesinatos.
El tema de la irresolución en el caso podría verse como una forma innovadora de presentar una investigación policial donde no hay efectividad en la justicia.
El caso del asesino de El Zodiaco, o Zodiac, como se llamaba a sí mismo, es una de las grandes historias policiales de Estados Unidos.
En San Francisco, a finales de los sesenta, tras una serie de asesinatos aparentemente aleatorios, comienzan a llegar a periódicos y policías unas cartas firmadas por un tal Zodiac con un símbolo similar a un punto de mira.
En ellas se relatan detalles de los crímenes, junto con una serie de criptogramas, la mayoría aún sin resolver, que supuestamente esconden la verdadera identidad del asesino.
Tras numerosas de estas misivas, cinco homicidios confirmados y dos más en grado de tentativa, Zodiac desapareció, y nunca se ha llegado a descubrir a ciencia cierta su identidad.
Zodiac no es una película de visionado amable, dura más de dos horas y media, y exige del espectador atención, algo que en nuestros días, a veces, parece que es pedir demasiado.
Habla de una época convulsa y de un caso que también lo fue.
Para lograr sumergir al espectador en ese ambiente, en el que viven los personajes, nos avasalla con datos, pistas, nombres, sospechosos en un asfixiante viaje a lo largo de tres décadas.
El efecto es que sentimos el mismo desconcierto e impotencia que los personajes, pero también comprendemos la fascinación obsesiva en la que el interés por el caso derivó en ellos.
Zodiac se centra en torno a cuatro personajes, todos reales:
El dibujante del San Francisco Chronicle, Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal), en cuyo libro sobre el asesino se basa la película Zodiac.
El periodista Paul Avery (Robert Downey Jr.), encargado de seguir el caso en dicho periódico.
Y los detectives del departamento de policía de San Francisco David Toschi (Mark Ruffalo) y William Armstrong (Anthony Edwards) que se encargaron de la investigación oficial del caso, conjuntamente con los departamentos de policía de las otras tres jurisdicciones afectadas por las acciones de este criminal.
Zodiac es una película muy coral que toma desde la mitad al personaje de Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) como hilo conductor principal.
Zodiac arranca con una potente escena inicial donde se reconstruye el segundo crimen atribuido al asesino, que tuvo lugar el 4 de Julio de 1969.
Una primera escena en la que se deja ver la crudeza y realismo con la que Fincher va a retratar no sólo los tres asesinatos que aparecen en Zodiac sino toda la historia del asesino.
Huyendo de cualquier atisbo de estética morbosa y efectista, y buscando la mayor cercanía a los hechos reales, en una labor más periodística o documental que cinematográfica al uso.
Se entrevistaron a testigos, familiares de los sospechosos, a los detectives que participaron en el caso y se hizo una importante labor de rastreo en los archivos de las distintas jurisdicciones.
Incluso, se llegaron a encontrar nuevas pruebas sobre el caso que la policía había pasado por alto.
La labor de documentación tenía como objetivo una de las obsesiones del director en Zodiac:
Lograr el mayor realismo posible.
Captar la atmósfera y el espíritu de los 70 de la manera más fiel posible.
Así las cosas, Zodiac nos sumerge en un viaje incómodo a lo largo de tres décadas en el que a cada paso que da la película, en vez de avanzar hacia un final resolutorio del caso Zodiac, avanzamos hacia un callejón sin salida.
Como lo fue en la realidad en la que se inspira.
No hay concesiones ni giros ni trucos.
Una historia que no comienza por el principio y que tampoco tiene final.
Una atmósfera oscura, de peligro inminente, de desesperación, pero todo en un paquete cinematográfico que no te hace desesperarte en el mal sentido sino que te hace “disfrutar” el paseo, y ver cómo se desarrollan los eventos.
Fincher pinta de sepia la pantalla y le queda muy bien.
Otro rasgo de singular importancia se refiere a la originalidad en la plasmación de los diferentes crímenes cometidos, unidos a la aterradora capacidad que demuestra Fincher a la hora de mostrar el auténtico horror que el ser humano siente ante la intuición de su muerte, cuando además esta va aparejada por la certeza de una ruptura violenta con la vida.
En este sentido, nadie puede dejar de reconocer que los crímenes mostrados en Zodiac revisten caracteres de auténtica filigrana, especialmente por su simplicidad y carácter prosaico.
El que inicia el film, y que de inmediato sumerge al espectador en la entraña de Zodiac, es simplemente un asesinato a balazos a los jóvenes que se encuentran en el coche.
Poco después se ofrece otro doble crimen contra otros jóvenes que se encuentran descansando junto a un lago, y que destaca por el horror que supone la humillación sufrida por estos y la dilatación del proceso del asesinato, que como en el anterior ejemplo, finalmente permitirá que el elemento masculino sobreviva a la tragedia.
Curioso que exista ensañamiento contra las mujeres….
Recordemos la expresión del crimen; los dos esposos se encuentran junto a un lago y la esposa vislumbra de lejos a una persona.
Su marido resta importancia a ello, pero poco a poco este se acerca, provocando el miedo en la pareja.
Estos se brindan a entregarles todas sus pertenencias, mientras el atacante obliga a la esposa a que ate a su marido.
Posteriormente él mismo la atará a ella, en medio de la angustia creciente de las dos víctimas, y reforzará las ligaduras del hombre, que su esposa había dejado poco tensas.
A continuación, los apuñalará con saña.
Para mí, este crimen es de los más horrendos.
Zodiac relata con cierto detalle la atrocidad de este crimen, puesto que pese a la brutalidad de los métodos empleados por el asesino, la secuencia se muestra dentro de una aparente tranquilidad campestre, en pleno día, y con ausencia de elementos visuales de especial impacto.
No es necesario.
El horror se plantea de la forma más “honesta” posible, si se me permite la expresión, y algunos planos de matiz hitchcockiana se expresan en los primeros planos del novio con esas gafas que servirán como elemento de detalle.
Poco después se cometerá el asesinato de un taxista y, más adelante, una mujer logrará escaparse de la acción de este al arrojarse de su coche en plena carrera, llevando con ella su pequeño hijo y en plena gestación.
En todos estos exponentes hay algo que se ha de destacar de forma acusada; la personalísima manera con la que Fincher sabe expresar casi físicamente el horror. Lo hará sin artificios y movimientos de cámara virtuosos.
Sin embargo, el principal problema de Zodiac es su excesiva duración, que imposibilita que el interés se mantenga constante.
Sin hacer ningún tipo de concesión al espectador, Fincher sigue las andanzas de los investigadores incluso cuando el asesino deja de cometer asesinatos ni da señales de vida en su habitual formato carta.
Una vez que cesan los crímenes, inevitablemente, la fascinación del público decae, aunque más tarde vuelva a remontar el vuelo con un par de detalles brillantes.
Aún así Fincher va más allá de los convencionalismos y cuenta la historia hasta sus últimas consecuencias.
Zodiac es una película muy interesante, formalmente impecable y con algunas escenas que quedan marcadas en la retina del espectador, especialmente brutales, por realistas, los asesinatos cometidos.
La acción en la redacción del periódico resulta mucho más interesante, quizás debido a su dinamismo, que la investigación policial propiamente dicha.
Algunos momentos resultan espléndidos en cuanto a planificación de la acción, la escena del cambio de rueda, otros en cuanto a tensión contenida, la entrevista con el personaje interpretado por Brian Cox, otros por su detallismo, el estreno en cines de “Dirty Harry” (1971) y sus similitudes con el caso del asesino de El Zodiaco.
Zodiac responde asimismo a una reflexión sobre la relatividad del mal, la cual no queda ajena a los vaivenes de la memoria.
Años después de estos crímenes, y cuando aún incluso el asesino mantenga una aparición epistolar posterior, las pruebas, testimonios y elementos de juicio han desaparecido o han engrosado los voluminosos archivos de alguna comisaría.
Como demuestra Fincher, el olvido tiene un especial acomodo para aquellos hechos tan incómodos como terribles y dolorosos que no se han podido contrarrestar, y contra ello finalmente no podrá ni la cruzada realizada por un joven empeñado, quizá por su innata afición a los acertijos, en lograr desentrañar la identidad y el objeto de un asesino que, según señala en sus cartas, mata para dejar de sufrir dolores.
Después de todo Zodiac es una prueba de lo que pasa constantemente en todo el mundo, de aquellos homicidios envolventes donde la lupa y el filtro de información son los medios de comunicación, aquellos que pueden volver famoso a un homicida sediento de atención, viviendo en una época en la cual, si los acontecimientos cotidianos no son anunciados en el periódico, la televisión o la radio, entonces quizá nunca sucedieron.
En la actualidad, siguen aceptándose teorías sobre la autoría del asesino de Vallejo, a quien se le atribuyeron siete víctimas canónicas, de las cuales dos sobrevivieron.
Sin embargo, Zodiac, en sus cartas, aseguró haber asesinado a treinta y siete personas, y existen otra cuantía de víctimas, cuyas evidencias no son concluyentes, pero que podrían atribuirse también a este personaje.
También se dice que pudieron ser varios los asesinos y que podía incluir a miembros de la Familia de Charles Manson.
Alguien dijo un día que no existen los crímenes perfectos, sino las investigaciones imperfectas.
Esta última opción no parecía muy descabellada allá por 1888, cuando actuó el también mediático Jack El Destripador; la investigación policial no estaba tan desarrollada como en la actualidad.
Sin embargo, en la segunda mitad del Siglo XX:
¿Pudo una investigación llegar a ser tan imperfecta?
Obviamente, las comparaciones de los dos casos son inevitables, y ello nos conduce a otra pregunta también inevitable…
¿Cuántas cartas eran realmente de aquel asesino, y cuantas de gente normal y corriente que buscaba unos segundos de fama, como ya ocurriera con los falsificadores de cartas de Jack El Destripador?
Y sobre todo, la gran pregunta todavía no respondida, formulada de esta forma tan novelesca por un escritor francés:
¿Qué enigma empuja a un repartidor de periódicos, a un ex policía o a un clérigo a matar?
El eslabón perdido que une al hombre con la bestia; un plomo que se funde, un cortocircuito.

“I LIKE KILLING PEOPLE BECAUSE IT IS SO MUCH FUN IT IS MORE FUN THAN KILLING WILD GAME IN THE FORREST BECAUSE MAN IS THE MOST DANGEROUS ANIMAL OF ALL TO KILL SOMETHING GIVES ME THE MOST THRILLING EXPERENCE IT IS EVEN BETTER THAN GETTING YOUR ROCKS OFF WITH A GIRL THE BEST PART OF IT IS THAT WHEN I DIE I WILL BE REBORN IN PARADICE AND ALL THE I HAVE KILLED WILL BECOME MY SLAVES I WILL NOT GIVE YOU MY NAME BECAUSE YOU WILL TRY TO SLOI DOWN OR STOP MY COLLECTING OF SLAVES FOR MY AFTERLIFE EBEORIETEMETHHPITI”


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