How To Marry A Millionaire

“Most women use more brains picking a horse in the third at Belmont than they do picking a husband”

Eran los años cincuenta, que para los que no los conocimos ni en Estados Unidos ni en ninguna otra parte, desprenden la colorida y brillante aura de felicidad de una clase media que rinde culto al dinero y ve comunistas en cada esquina.
Fueron los años en que la TV entró en las casas y en el núcleo de una institución familiar que se creyó fortalecida cuando en realidad firmaba su destrucción.
Del florecimiento de la mujer en una nación puritana y sexualmente adolescente, que en realidad se preparaba para la incontrolable y necesaria explosión de los sesenta, fueron responsables Alfred R. Kinsey, intelectualmente, y Marilyn Monroe, en la práctica y en la fantasía.
Fue el decenio de las apariencias y la felicidad forzada, fueron los días de la calma que precede a la revolución.
Los inolvidables “fifty”
“I want to marry Rockefeller”
How To Marry A Millionaire es una comedia dirigida en 1953 por Jean Negulesco con un guión de Nunnally Johnson.
Protagonizada por Marilyn Monroe, Betty Grable, Lauren Bacall, William Powell, Rory Calhoun, David Wayne, Fred Clark y Cameron Mitchell.
How To Marry A Millionaire estuvo nominada al Oscar como mejor vestuario en color.
Esta inteligente comedia de Jean Negulesco y las curvas de Marilyn vienen a representar sin saberlo, y no sólo como metáfora, muchas claves de esa década absurda, brillante y sexualmente hambrienta cuyos puritanos valores siguen a la orden del día, por lo que a su condición de agradable entretenimiento y fuente de ideas para “cazafortunas”, también puede añadirse a How To Marry A Millionaire el mérito de servir hoy como crónica viva de un sentimiento, una atmósfera, un estilo que se resiste a morir.
En primer lugar, encontramos a tres mujeres, tres “cazafortunas”, viviendo su independencia en busca de alguien de quien depender, lo que no deja de ser tan cínico y contradictorio como los tiempos mismos en los que se enmarca el divertimento, y tan actual.
La mujer fatal de tantas crónicas negras Lauren Bacall, la novia de Estados Unidos de los años cuarenta Betty Grable y la bomba sexual que le quitaría el puesto Marilyn Monroe, juegan muy en serio a ser mujeres en un mundo de hombres y de dólares.
El dinero es la respuesta a todo, incluso a la necesidad de amor.
Eso es al menos lo que creen Loco/Grable, Pola/Monroe y Schatze/Bacall cuando comienza su aventura, después de una obertura creada a mayor gloria del compositor Alfred Newman, y accedemos al universo onírico poblado de joyas del trío aspirante a sujeto millonario.
Bacall, Monroe y Grable representan a tres solteras que alquilan un apartamento carísimo en la zona más rica de la ciudad para mezclarse con la clase alta y conseguir marido.
Es el plan perfecto, porque con que una de las tres se case, todas ya tienen su vida solucionada.
Primero tenemos a Sara “Schatze” Page (Bacall), quien ideó todo el plan y, como líder, tiene los pies en la tierra.
Es la que buscará a un millonario, controlará que sus amigas también lo hagan, venderá los muebles si es necesario y no dejará que un "chico de gasolinera" se interponga en su plan.
Luego están Paula “Pola” Debevoise (Monroe) y Lina “Loco” Dempsey (Grable), que sirven para la parte cómica, y son personajes inocentes pero dulces.
Pola rehúsa usar lentes porque "ningún hombre coquetea con una cuatro ojos" y termina “comiéndose” escalones, “pechándose” con la gente, golpeándose con objetos, confundiendo personas.
Mientas, Loco atrae hombres con 25 centavos, es sociable, divertida y cree bien de todas las personas.
Inocente hasta más no poder, terminará en el lugar más impensable.
Lo mejor que tiene How To Marry A Millionaire es que todo funciona.
Los diálogos son rápidos y divertidos, las historias son coherentes y bien divididas, los actores cumplen y la pasan bien, con cierta teatralidad pero totalmente efectivos.
Mi mención especial va para el final de la historia, cuando las tres deciden tirar el plan por la ventana y ser felices, esa escena en un local de comida rápida, perfecto para que los personajes sepan lo que hemos sabido desde el principio.
No puedo obviar dos detalles que probablemente conocerán:
Aunque la primera película estrenada en cinemascope fue “The Robe” (1953), la primera en filmarse fue How To Marry A Millionaire.
Los 6 minutos introductorios con toda la orquesta contenida en la pantalla y el propio sonido de de Alfred Newman son una demostración, así de entrada y como quien no quiere la cosa de las posibilidades de esta técnica fílmica y de la espectacularidad de la estereofonía.
De hecho, el arranque musical lo hace Alfred Newman, interpretando “Street Scene” y significaba el lanzamiento del sonido estereofónico.
Escenas como la de los espejos con una Marilyn multiplicada o escenas donde el cuerpo tendido de las actrices ocupa la totalidad de la pantalla, resultaban impactantes y How To Marry A Millionaire tuvo una buena acogida y rentó beneficios.
Lo segundo son los guiños de algunas frases a otras películas o situaciones.
Por ejemplo la frase de Lauren Bacall a los hombres que le gustan, mayores como el de “La Reina de África” (a su marido Bogart), las alusiones a los diamantes en el caso de Marilyn o el reconocimiento de la voz de un artista radiofónico por Betty Grable (su propio marido)
Sin embargo, tanto How To Marry A Millionaire como la historia tienen ese nexo común:
Engatusar con malas artes.
Engatusar al rico, al millonario, al adinerado para que caiga en sus redes y poder pasar el resto de sus vidas gastando papeles verdes en joyas, viajes, visones y caviar.
¿Y para qué sirve ser millonario?
Para vivir sufriendo porque nadie te robe un euro.
Para pagar seguros, cerraduras, alarmas, celadores, guardaespaldas:
Puros sinónimos de miedo.
Para comer y beber demasiado, y luego pagar diez médicos para que te sacudan los excesos…
Y al final, para que una mujer, con frecuencia la menos brillante, se case contigo no por lo que eres sino por lo que tienes.
Es decir que, con todo el dinero del mundo, ni siquiera conoces el amor.
El verdadero matrimonio depende del amor no de lo material

“All my life ever since I was a little girl I've always had the same dream.
To marry a zillionaire”


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