Secretary

“Who's to say that love needs to be soft and gentle?”

Una de las características que diferencia al cine independiente del cine de los grandes estudios de Hollywood, es la libertad que tienen en contar prácticamente cualquier historia que quieran sus creadores.
Las tramas de estos films van de lo más bizarro a lo más común y corriente, de las cosas extraordinarias escondidas en un mundo trivial a las trivialidades de la vida de seres extraordinarios.
Estas películas le dan libertad no solo a sus escritores y directores, sino también a los actores, quienes reciben una oportunidad de interpretar personajes más profundos, más complejos y más fuera de lo común que los que se ven limitados a tener en las grandes producciones.
En algunas ocasiones, esa libertad y esas historias y personajes que “se salen del molde” logran crear pequeñas gemas escondidas del cine y nos revelan los talentos ocultos de sus realizadores.
Nos hacen pensar.
Hacen que nuestra imaginación vuele.
Pero en otros casos, estos films son tan diferentes que no logran hacer una real conexión con el espectador.
Son tan diferentes que no logran definir qué tipo de película quieren ser.
¿Un drama?
¿Una comedia?
¿Un thriller?
¿Todas las anteriores?
Sin embargo, uno de los ideales (misóginos) nunca confesados por el género masculino es tener como pareja a una esclava o siendo más finos unas sumisa.
Una hembra dispuesta a cumplimentar las labores del hogar y acceder a nuestro constante deseo sexual con abnegación y entusiasmo.
La dominación y la sumisión, conocida también bajo sus siglas D/S, es un conjunto de comportamientos, costumbres y prácticas sexuales centradas en relaciones de consenso que implican el dominio de un individuo sobre otro en un contexto sexual o más genérico, parcial o global, limitado o indefinido en el tiempo.
El contacto físico no es necesario y puede incluso ser inducido anónimamente vía telefónica, email o servicios de mensajería on-line instantánea.
En algunos casos puede ser intensamente físicos, a veces convirtiéndose en sadomasoquismo.
En D/S, cada participante siente placer o disfrute erótico por el hecho de ser dominado o dominante.
La dominación y la sumisión, y el conflicto interno y la rendición inherentes a ellos, son cuestiones duraderas de la cultura humana y la civilización.
En la sexualidad humana, esto se ha ampliado para incluir la exploración mutua de roles, emociones y actividades que serían imposibles o complicadas de hacer sin un compañero que tomase el rol opuesto.
Aunque la D/S contenga representaciones de brutalidad y crueldad y las respuestas emocionales a ellas, los adherentes a estas prácticas rápidamente señalan que la D/S no se basa en actos de brutalidad y crueldad.
Es un intercambio de poder por consenso que se realiza en una pareja que no necesariamente debe involucrar brutalidad, como por ejemplo, castigo corporal o crueldad, abuso verbal o emocional.
Se basa fundamentalmente en la confianza y la comunicación entre dos personas.
También se basa en una ética profunda de respeto mutuo en la que la exploración de las emociones provocadas por un intercambio de poder ocurre de una manera segura, sana y consensuada.
El sumiso cuenta normalmente con una palabra de seguridad para prevenir que el dominante pueda traspasar los límites físicos y emocionales.
Esta palabra de seguridad es importante cuando se realizan actividades de humillación o "juegos mentales" porque los sumisos pueden no darse cuenta del límite emocional hasta que lo cruzan.
Si uno de estos límites es superado y el sumiso emplea la palabra de seguridad, el dominante cesará su actividad inmediatamente y charlará este punto con el sumiso en una manera suave y comprensiva.
“Look, we can't do this 24 hours a day, seven days a week”
Secretary es una película erótico dramática del año 2002, dirigida por Steven Shainberg, que trata el tema de la dominación y la sumisión.
Su historia está basada en el cuento “Bad Behavior” de Mary Gaitskill y está protagonizada por James Spader, Maggie Gyllenhaal, Jeremy Davies, Lesley Ann Warren, Stephen McHattie, Patrick Bauchau, Amy Locane, Jessica Tuck, Oz Perkins, Mary Joy y Michael Mantell.
Secretary asombra por la elegancia y la lucidez con la que trata algunos temas verdaderamente espinosos, como son la autolesión como única vía de escape a un extremo sufrimiento anímico, la necesidad de expresar los propios sentimientos por muy extraños y oscuros que estos sean, determinados gustos sexuales que incluyen la humillación y la dominación del otro, o una pasión compulsiva que deriva de una soledad casi patológica.
Todo ello para, en realidad, contar una emocionante y peculiar historia de amor.
Es un gran mérito de Shainberg que un relato de estas características no se le vaya nunca de las manos, y que sepa hacer de la contención su mayor virtud, hasta el punto de que nunca se tiene la sensación de morbo fácil, más bien de una gran comprensión por dos personajes tan poco comunes en el cine.
Secretary funciona tanto a un nivel narrativo, como también en varios niveles metafóricos o de parábola, porque la extraña relación que une a la tímida, insegura, voluntariosa Lee Holloway (Gyllenhaal) con el misterioso, apuesto, retorcido abogado E. Edward Grey (Spader), tiene mucho de onírico, cuando no de surrealista e incluso de alegoría del dolor y de la compasión que una pareja ha de sufrir y sentir hasta comprenderse del todo mutuamente.
Lee Holloway es la torpe y emocionalmente sensible hija menor de una familia disfuncional, se ajusta a la vida normal luego de permanecer hospitalizada por un grave incidente de automutilación.
Aprende a digitar y comienza a salir con un muchacho de su secundaria llamado Peter (Davies)
Un día se presenta en la oficina del excéntrico abogado E. Edward Grey, quien la contrata como secretaria a pesar de su pobre habilidad para sociabilizar y su apariencia poco profesional.
Aunque al comienzo Grey se irrita profundamente por los errores de digitación de Lee, luego comienza a excitarle su comportamiento sumiso.
Después de confrontarla acerca de las lesiones que se auto infiere y ordenarle que deje de hacerlo, ambos entablan una relación sadomasoquista.
Lee experimenta un despertar personal y sexual, y termina enamorada de su jefe.
Edward, sin embargo, se siente inseguro de sus sentimientos por Lee y muestra vergüenza y disgusto por sus propios hábitos sexuales.
Tras un encuentro íntimo en su oficina, él despide a Lee.
Pero después, Peter le propone matrimonio a Lee, quien, a regañadientes, acepta.
No obstante, mientras se prueba su vestido de novia, sale corriendo hacia la oficina de Edward, donde le declara su amor.
La agresividad de sus encuentros va escalando cada vez más, hasta llegar a un punto en el que no hay vuelta atrás.
Edward, todavía inseguro de su relación, pone a prueba a Lee ordenándole que se siente en su silla sin mover sus manos del escritorio ni sus pies del piso hasta que él regrese.
Lee obedece.
Los días pasan mientras Peter, su familia y varios conocidos la visitan con el objetivo de disuadirla o animarla.
Después de tres días, Edward vuelve a la oficina y lleva a Lee a su departamento, donde la baña y la cuida.
Eventualmente se casan y continúan felices con su relación de dominación y sumisión.
El choque con el señor Grey es lo más parecido a un despertar, a una transformación, que conllevará, después de un camino tortuoso e irregular, a una nueva vida plena y satisfecha.
Y no hay el menor desmayo de ritmo ni de interés en ese viaje de Lee, con una interesante galería de secundarios y con un arriesgado clímax que se sostiene sin aparente esfuerzo.
Hay que ser realista y admitir que la protagonista será buena actriz, pero su personaje es lo más insulso, y a Maggie este papel no le pega nada, porque de sexy no es, pero “puede ser comprensible” ya que Gyllenhaal hace una evolución evidente, pero gradual.
Ella empieza como una joven introvertida con tendencia a la minusvalía mental y acaba convertida en una mujer fuerte que se conoce a sí misma y se acepta tal y como es, sabiendo que no es el modelo “normal” de la sociedad, pero sintiéndose preciosa precisamente por eso, por su peculiaridad.
Luego, no puedo imaginar a otro actor en el papel del abogado que a James Spader, esa mirada intensa y profunda, la impotencia de reprimir sus deseos más básicos, y esa coraza que se pone de cara al mundo.
Pero siendo realista conmigo mismo confieso que los personajes me han dado un asco terrible:
Uno por degenerado, pervertido, misógino y aprovechado, y la otra por sumisa y estúpida, como tantas que hay por ahí, que prefieren quedarse con el maltratador a decantarse por el chico dulce y amable.
Técnicamente, los ambientes, el despacho, ese pasillo misterioso que lleva a la oficina de él, esa atmósfera lluviosa, clandestina, hacen que Secretary tenga un ambiente de confidencia, en una historia de amor algo inusual.
Ciertamente, en Secretary hay masoquismo, sadismo, fetichismo, bondage, y algunas cosas más, pero no son el tema de la película, pese a todo.
En realidad, lo que prevalece es el retrato a ratos atormentado, a ratos entrañable, de su carácter femenino protagonista, Lee Holloway, pero más por su complejidad que por lo, en teoría, truculento de la historia.
Secretary está lleno de escenas provocativas y desagradables tan pasadas de rosca que a mí me causaron un rechazo interior tremendo.
Es que es tan vejatorio... aunque consentido, que es lo más lamentable de esta locura.
Concluyo diciendo que el tono de Secretary invita a la aceptación y a la apertura mental de una forma de relación humana con el siempre demagógico mensaje de denuncia.
Al abordar un tema tan delicado con semejante amplitud se ganará, sin lugar a dudas, el aprecio de muchos.
Aunque también puede sufrir la incomprensión del público más conservador, es el riesgo lógico.

“In one way or another I've always suffered.
I didn't know why exactly.
But I do know that I'm not so scared of suffering now.
I feel more than I've ever felt and I've found someone to feel with.
To play with.
To love in a way that feels right for me”


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