Il Terzo Occhio

“Il terzo occhio è la visione che rimane fissa nel passato, mostra tutto e nasce dalla consapevolezza che nessuno può prendere il posto di chi se n'è andato”

El cine llamado “giallo” es un subgénero cinematográfico de origen italiano, derivado del thriller y del cine de terror.
El nombre de “giallo” o “amarillo” en italiano, se debe a que algunas de estas películas, están basadas en los argumentos de una colección de novelas policíacas, editadas en la década de 1930, en Italia, cuyas cubiertas eran de ese color.
Desde el punto de vista estilístico, el “giallo” se diferencia del thriller tradicional, por su tendencia a abusar de clichés psicoanalíticos, y por dar mucha más importancia a lo puramente formal que a la coherencia de la trama, que en ocasiones, parece una mera excusa para dar consistencia a la parte visual.
Otra característica diferencial del género, es una tendencia a recrearse en la violencia explícita, rayando en lo morboso, que, sin embargo, suele ser tratada de un modo deliberadamente irreal y estilizado.
Dicho subgénero, provocó que durante la década de 1970, y gran parte de la década de 1980, las pantallas se llenaran con títulos enigmáticos, protagonizados por psicópatas enmascarados, con guantes de cuero, y bellas mujeres en peligro que se movían compulsivamente en una trama enrevesada.
“Sei malato, Mino, e lo sai.
Sai anche che non potrai mai guarire.
E' inutile che tu ti illuda, qualcosa ti spingerà a fare nuove vittime.
Solo una donna che divida tutto con te può comprenderti e aiutarti.
Sarò una moglie comprensiva, unità a te nel bene e soprattutto nel male”
Il Terzo Occhio es un film de terror, dirigido en 1966 por Mino Guerrini, acreditado como James Warren.
Protagonizado por Franco Nero, Gioia Pascal, Erika Blanc, Olga Solbelli, Richard Hillock, entre otros.
Franco Nero aparece acreditado aquí como Frank Nero, cuando debió ser Frank Black, por motivos de internacionalización.
El guión lo firma Mino Guerrini y Piero Regnoli; y constituye una de las más sangrantes visualizaciones de la decadencia de la nobleza rural italiana, y anticipa también, elementos que harán furor años más tarde en el cine “giallo”, aunque se sitúa más cerca de las realizaciones góticas de Riccardo Freda, y Antonio Margheriti, que del propio Mario Bava o Dario Argento.
Tortuosa y estilizada, Il Terzo Occhio comparte con el gótico, la pulsión enfermiza de ultratumba, la localización romántica del caserón, la atmósfera densa, opresiva, y el peso del pasado como una maldición.
Mientras que se deleita con elementos tan “gialloesque” como la feroz psicopatía sexual del protagonista, un Franco Nero insólito, el deleite físico en el acto de matar, tanto a mano, como mediante la recurrente arma blanca, y “fálica”, amén de puntuales detalles formales, como la cámara subjetiva, o la peregrina explicación de la desviación asesina, aquí expuesta en el prólogo, y no a modo de corolario, como fue habitual luego.
Raptos de psicosis (“Psycho” - 1960) por aquí y por allá, Il Terzo Occhio posee una formidable banda sonora de Francesco de Masi, alternando el arrebato lírico y la caricia jazzística.
Il Terzo Occhio es un film, quizás atropellado por momentos, pero enteramente disfrutable e intrigante.
La trama de Il Terzo Occhio ocurre a mediados de los 60, que fueron tiempos cambiantes para el thriller y el horror italiano, el gótico declinaba dejando su sitio al vibrante “giallo”
De esa fricción, saltaron chispas tan singulares como esta perla malsana, firmada por el bien poco destacado Mino Guerrini, todavía en contrastado blanco y negro, fenomenal trabajo de Alessandro D’Eva, sacando gran partido de las sombras, los espacios, e incluso la expresividad monocromática del vestuario, y enroscada a una historia con un pie en cada género.
Il Terzo Occhio es una historia de decadencia, locura y muerte, que transcurre en su práctica totalidad, en una única localización, el antes esplendoroso castillo / caserón de una familia aristocrática venida a menos, y cuenta con sólo 3 personajes protagonistas:
El principal es el Conde Mino Alberti (Franco Nero), un joven taxidermista dominado por su posesiva y oronda madre, la Condesa Alberti (Olga Solbelli), que no ve con buenos ojos su próxima boda con una mujer de la ciudad, Laura / Daniela (Erika Blanc), a la que trata prácticamente como una prostituta arribista, la Condesa en un momento llega a decir:
“Daría cualquier cosa a quién me libere de la chica”, y sus palabras no caerán en vano.
Obsesionada con la idea de casarse con Mino, para heredar la fortuna de una familia que siempre la ha considerado su esclava, la criada del castillo, Marta (Gioia Pascal), provocará la muerte de Laura, tras manipular los frenos de su coche.
Mino, que había salido tras ella en su automóvil, sospechando que alguna cosa extraña estaba ocurriendo, será testigo del accidente, sin poder hacer nada para evitarlo, e ignorando que prácticamente en el mismo momento, tras un forcejeo con Marta, descubierta in fraganti probándose el vestido de novia de la muchacha, su madre la Condesa, también ha fallecido al caer por las escaleras, empujada por Marta.
Mino conocerá la noticia a su regreso.
“Era como una madre para mí”, llora hipócritamente la criada delante del policía encargado de cubrir el suceso, considerado un accidente.
La pérdida irreparable de las 2 mujeres de su vida, marcará el inicio de su descenso a los infiernos por parte de Mino.
“Nadie podrá entrar aquí nunca más” espetará Mino a Marta, mientras cierra con llave la habitación que utiliza como taller para sus trabajos de taxidermia, prefigurando los innombrables horrores que van a venir a continuación.
Mino embalsamará el cuerpo de Laura para poder estar siempre con ella, un proceso suprimido por Guerrini con tacto, y un grato sentido del suspense, y llevará hasta su alcoba, a bailarinas y prostitutas, para estrangularlas salvajemente en una terrorífica, y brillante representación de su impotencia sexual.
La bailarina Maria Margot (Marina Morgan) será su primera víctima.
Tras haber contemplado su actuación en un “Night Club”, la convencerá para que lo acompañe hasta el castillo:
“¿No hay ninguna habitación alegre en esta casa?”, se preguntará inquieta la muchacha, poco antes de morir mientras pasea por pasillos oscuros, y habitaciones en penumbra, repletas de flores secas, y adornos descuidados por el polvo.
Marta descubrirá enseguida el cadáver embalsamado de Laura, y tras las súplicas de su amo:
“Es como si de repente tuviera un tercer ojo que sólo mira en una dirección”, exclamará el joven Alberti, lo ayudará a deshacerse de la bailarina, introduciendo su cuerpo en la bañera ácido, que Mino utiliza para sus trabajos como taxidermista.
Tras el asesinato de otra prostituta, sin embargo, la criada amenazará con abandonarlo, a no ser que Mino se case con ella.
En su desesperación, Mino accederá a su petición, pero todo cambiará cuando la hermana de Laura, Daniela, también interpretada por Erika Blanc, haga acto de presencia en el castillo.
El cuerpo de Laura, aún no ha sido recuperado del fondo del lago al que cayó, las autoridades creen, que fue a parar allí tras el accidente, y no sin algunas dudas, aceptará pasar unos días en el castillo junto a Mino y Marta.
También, en Il Terzo Occhio, podemos encontrar cierta similitud con “Psycho” (1960) del Maestro del Suspense, Sir Alfred Hitchcock.
En Il Terzo Occhio, nuestro protagonista también tiene como hobby, el disecar aves, aunque en este caso, hay mas obsesión de la madre por el hijo, y este quiere abandonar esos lazos para estar con una mujer.
De igual manera, vemos a una mujer manipuladora, la Condesa, y una asesina, Marta, un enfermo mental en proceso que tras las muertes de las 2 mujeres más importantes de su vida, cae en una grave psicosis.
También, hay tintes de Hitchcock en la persecución, la muerte en el lago, e impotencia sexual, por parte del protagonista, un bello bellísimo Franco Nero.
Por su parte, Mino está preocupado por la superación de la imponente presencia de la muerte en su vida.
Su taxidermia y asesinatos son un intento de desafiar a alquímico, y transmutando su omnipresencia.
Él puede ver más allá de velo de la muerte:
“... siempre en la misma dirección” y, al hacerlo, piensa que él puede llamar a su amada desde el mundo de las sombras, al mundo de la luz, como un moderno Orfeo.
Cuando la hermana gemela de su prometida aparece, Mino, obviamente, toma esto como una victoria sobre la finalidad de la muerte, sellando su destino.
La primera mitad de Il Terzo Occhio es magistral, de una intensidad y poder de fascinación.
Durante esa primera hora de metraje, una atmósfera mórbida, domina progresivamente, los ya de por sí asfixiantes, muertos interiores del castillo, realzados, y magnificados por la inspirada puesta en escena de Guerrini, que prima con sutileza los primeros planos, y los detalles aparentemente intrascendentes, en lugar de la mostración directa de los actos, y reacciones de los personajes.
Los momentos decisivos y más importantes de la acción, sin ir más lejos, transcurren fuera de plano:
Como el caso del rescate del cadáver de Laura del coche accidentado por parte de Mino, o de su boda con Marta.
Al primar la atmósfera por encima de la acción, el director romano consigue también, planos de un valor metafórico, no por evidente menos convincente, caso de la escena previa al accidente mortal de Laura, que muestra a Mino arrancando las entrañas de un cuervo en su mesa de trabajo, o la lenta panorámica a través de los animales disecados que llenan una de las habitaciones, hasta llegar a un plano medio de la criada, limpiando un escalpelo con una inquietante expresión en su rostro.
Si bien en la escena del primer asesinato se nos muestra el momento de la muerte, y seguidamente el cadáver embalsamado de Laura reposando en la cama, el segundo estrangulamiento, de manera brillante, es eliminado casi por completo:
“¿Qué quieres hacer?” preguntará la pobre Maria Margot a Mino mientras empieza a desnudarse.
“Lo que hace todo el mundo” responderá él.
Guerrini corta entonces, a un primer plano de la mujer gritando, rompiendo las expectativas que los espectadores pudieran tener respecto al desarrollo de la acción.
Los juegos de miradas y gestos de los distintos personajes, igual que el sarcasmo de los diálogos, están perfectamente trabajados desde la dirección, poniendo el énfasis, más en aquello que queda implícito que explícito, sugiriendo más que mostrando.
Así, el control que la Condesa Alberti tiene sobre su hijo en su momento:
“Desde que su padre murió en un accidente de caza, somos una sola persona”, llegará a decir.
Por otro lado, se muestra explicita con la existencia de un agujero en la pared de su habitación, a través del que puede controlar todos sus movimientos, incluso los más íntimos.
La increíble interpretación de Franco Nero, en un papel por encima de sus aptitudes interpretativas, más aún comparado con la delicada sensualidad de Erika Blanc, y el visceral magnetismo que desprende la desconocida Gioia Pascal, se trata de su única interpretación cinematográfica conocida, aunque bien pudiera tratarse de un seudónimo, no resta intensidad y convicción, a una propuesta que a partir de este momento, avanzará por derroteros más convencionales y previsibles.
Así las cosas, carcomida por el miedo y los celos, y tras constatar que su esposo la vuelve a tratar como la miserable esclava, que hasta entonces siempre habría sido, Marta tratará de asesinar a Daniela con un cuchillo de cocina, pero finalmente, será herida de muerte por Mino, que no podrá evitar que la invitada, descubra el cadáver de su hermana, desmayándose:
“Informaré a mi madre de tu insubordinación”, le había dicho a Marta segundos antes de afirmar, que a la mañana siguiente, se casaría con Daniela pesando que es Laura, parecido también al suspense “Vertigo” (1958) también de Hitchcock.
Obsesionado con la idea de escapar, de huir para siempre de un pasado que en realidad es su sentencia de muerte y su tumba, el último de los Alberti, secuestrará a la Daniela, y emprenderá una huida desesperada en coche hacia el mar; pero Daniela conseguirá lanzar la documentación del automóvil por la ventanilla, durante el rápido repostaje en una gasolinera, y los dependientes, sospechando que el coche ha sido robado, se pondrán inmediatamente en contacto con las autoridades.
Ese es el principio del fin de Mino.
En otro escenario, Marta conseguirá arrastrarse hasta el teléfono del castillo, para responder la llamada de la policía, y a la llegada de los agentes, confesará su participación en los horrendos crímenes de su amo y esposo, mientras la pareja de fugitivos, será rápidamente alcanzada en la playa por una patrulla.
Tras haber intentado violarla, Guerrini muestra repetidas veces al personaje acercándose a la cámara, en primerísimo primer plano hasta desenfocarse, subrayando su definitiva conversión en un monstruo sexual, Mino se defenderá acusando a Daniela de haber matado a su sirvienta, y de haberlo secuestrado, pero el policía ya tiene la confesión de Marta, y se limitará a seguirle la corriente con una frialdad imperturbable, hasta encerrarlo en su coche.
Cierra Il Terzo Occhio con la imagen de Mino fumando un cigarro, con la mirada perdida, definitivamente atrapado en los abismos negros de su mente, un plano hasta cierto punto similar, al protagonizado por Anthony Perkins al final de “Psycho” (1960) pero sin su intensidad ni poder evocador, vemos su rostro descompuesto y derrotado, pero a la vez, sereno es un abismo sin fondo, que mira indirectamente a los espectadores.
Por el lado de las interpretaciones, todas son magnificas, con un Franco Nero en el papel del taxidermista Conde Mino Alberti, guapo, seductor pero trastornado.
Erika Blanc en un memorable doble papel de la prometida de Mino, y de la hermana de esta.
Y también buenos papeles el de la criada y asesina Marta, y el de la Condesa madre de Mino, manipuladora rayando la maldad más inquietante.
Magnifico también el ambiente donde se desarrolla casi la totalidad de la historia, en esa villa por donde casi no pasa nadie, y es un sitio ideal para las andanzas de nuestro protagonista.
¿Y qué es el tercer ojo?
Según los orientales, existen 7 chakras en nuestro cuerpo, que componen el sistema energético.
El sexto chakra, llamado Ajna, y cuyo significado es dar órdenes, es también llamado Tercer Ojo, y está localizado en la glándula hipófisis de nuestro cuerpo, o sea en el entrecejo.
El Tercer Ojo, es el chakra del autocontrol en el sistema energético.
Una persona que se sabe controlar a sí misma, que tiene plena conciencia de sí mismo, “mágicamente” es inteligente, esto es porque al parecer la energía Ki del sistema energético de chakras, fluye de manera correcta hasta el sexo, El Tercer Ojo.
Cuando una persona tiene en equilibrio este chakra, obtiene grandes habilidades como la inteligencia, el razonamiento lógico, y por supuesto, la intuición.
Al ser intuitivos, comenzamos a ver más de lo debido, a saber más de lo debido.
Esto es, porque el Tercer Ojo es el ojo de la clarividencia, el ojo interno del ser humano, y que puede ser abierto con algunas estimulaciones.
El Chakra del Tercer Ojo, o también llamado Ajana, está situado entre las 2 cejas, en la hendidura de la frente; asociado con la glándula pituitaria, con los ojos, el cerebro, con los colores índigo y púrpura; representando la percepción, la intuición y el conocimiento.
El Tercer Ojo es el encargado de potenciar la integración de la personalidad, trascendiendo el natural dualismo humano.
También, es llamado el ojo del alma, que da la visión de los mundos sutiles, haciendo posible la conexión directa con la fuente ilimitada de sabiduría.
Por ello, el Tercer Ojo es el punto energético clave, para desarrollar los distintos fenómenos psi, tales como la intuición y la clarividencia; y se activa a través de la meditación, siendo lo ideal, practicarla al amanecer y/o al atardecer.
El Tercer Ojo es la verdadera ventana del Alma, cuando lo activas ves con el alma no con tus ojos.
Toda experiencia que podamos sostener con aquello, que denominamos como “lo desconocido”, trae irremediablemente, sensaciones y sentimientos de preocupación, ya que se trata de vivencias que no podemos comprender en primer término, y en segundo lugar, porque suelen estar acompañadas de sensaciones de miedo, ya que nos sentimos solos e incomprendidos en este tema.
Hablar de ello, resulta para muchos incomodo, y también existe el temor a que no nos crean, no seamos tratados con respeto, ni mucho menos con amor.

“E 'come se improvvisamente ho avuto un terzo occhio... che questo è sempre fissa nella stessa direzione”



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