Rise Of The Planet Of The Apes

“Ape alone... weak.
Apes together strong”

La terapia génica consiste en la inserción de genes funcionales ausentes en el genoma de un individuo.
Se realiza en las células y tejidos, con el objetivo de tratar una enfermedad, o realizar un marcaje.
La técnica todavía está en desarrollo, motivo por el cual, su aplicación se lleva principalmente a cabo, dentro de ensayos clínicos controlados, y para el tratamiento de enfermedades severas, o bien de tipo hereditario, o adquirido.
Un ensayo clínico es una evaluación experimental de un producto, sustancia, medicamento, técnica diagnóstica, o terapéutica que, en su aplicación a seres humanos, pretende valorar su eficacia y seguridad.
Los estudios de prometedores tratamientos nuevos, o experimentales en pacientes, se conocen como ensayos clínicos.
Un ensayo clínico se realiza sólo, cuando hay razones para creer que el tratamiento que se está estudiando, puede ser beneficioso para el paciente.
Los tratamientos usados en los ensayos clínicos, con frecuencia demuestran tener beneficios reales.
Los investigadores realizan estudios sobre nuevos tratamientos, para conocer la utilidad del nuevo tratamiento, el mecanismo de acción del nuevo tratamiento, si la efectividad es mayor que otros tratamientos ya disponibles, los efectos secundarios del nuevo tratamiento, y si son mayores o menores que el tratamiento convencional, si supera los beneficios a los efectos secundarios, y en qué pacientes el nuevo tratamiento es más útil.
En muchos casos, esos ensayos clínicos antes de ser aplicados a los humanos, son realizados en animales como el primate.
Todas las especies de primates son inteligentes, algunas utilizan herramientas, mientras que otras muestran un conocimiento de sí mismos, y todas son buenas resolviendo problemas.
La mayoría de estos primates viven organizados en estructuras sociales y grupos familiares.
Nosotros somos primates.
Con el fin de distanciarnos de nuestros parientes más cercanos, nos referimos a ellos como los “primates no humanos”, algo que nos ayuda a justificar su uso en los experimentos de laboratorio.
Sin embargo, nuestros primos, los primates, han demostrado ser capaces de aprender aritmética básica, han demostrado poseer razonamiento, y algunos incluso, han aprendido a hablar el lenguaje de signos utilizado por los humanos.
También demuestran sentimientos similares a los nuestros, tales como cariño, enfado, pena, e incluso empatía.
No obstante, utilizar nuestras semejanzas como argumento para justificar el uso de primates en laboratorios es ignorar, bajo nuestra responsabilidad, las diferencias que existen a nivel celular, genético, y del sistema inmunológico, que resultan de gran importancia para el resultado final de cualquier experimento.
Los humanos compartimos más del 90% de nuestro ADN con la mayoría de los primates no humanos, pero la naturaleza nos ha demostrado, la diferencia que puede provocar este pequeño porcentaje.
No obstante, a pesar de la diferencia existente con respecto a las reacciones a productos químicos o medicamentos, somos lo suficientemente parecidos a ellos, como para entender su sufrimiento.
Estados Unidos se apresuró a utilizar chimpancés en la década de los 80, para las investigaciones sobre SIDA.
Como los resultados fueron un fracaso, las investigaciones tomaron un curso diferente, y esto provocó una enorme carga financiera, y una crisis en el bienestar del chimpancé.
La utilización de simios en laboratorios, se ha ido abandonando de forma regular.
En Reino Unido, y en cualquier otro lugar, el uso de simios ha estado prohibido durante muchos años, y actualmente no se emplean simios en Europa.
Esto deja a Estados Unidos, como el único país con simios en los laboratorios.
En 2007, el National Institute of Health de Estados Unidos, abandonó la cría de chimpancés destinados a la investigación.
Un estudio realizado con chimpancés, primates más cercanos a los seres humanos, sugiere además, que sus cerebros pueden traer al presente memorias.
Pero hasta ahora, nadie había hecho estudios con tomografía de emisión de positrones, para ver si los monos tienen el mismo tipo de actividad cerebral, por “default”, que los seres humanos.
Por su parte, Winthrop N. Kellogg era un psicólogo doctorado en la Universidad de Columbia, y profesor de la Universidad de Indiana, cuya área de especialización se hallaba en el estudio del condicionamiento, la conducta, y el aprendizaje.
Habiendo estudiado la capacidad del ser humano para adaptarse a la ecolocalización, decidiría extender su investigación, a descubrir qué separaba al humano del animal.
Es así, que realizaría en 1931, su obra más famosa: “The Ape And The Child” un estudio en el cual, se utilizaría a un chimpancé bebé, y a un humano de menos de 1 año, con el fin de hacerlos convivir como si fueran hermanos, utilizando la misma ropa, juguetes, y utensilios, para así observar, y estudiar la evolución y aprendizaje de ambos, bajo un entorno similar.
Para el experimento, Kellogg utilizaría un chimpancé recién nacida llamada Gua, y asombrosamente, a su propio hijo de 10 meses llamado Donald.
El experimento tenía como objetivo, discernir cuándo precisamente se creaba esa brecha que, racionalmente, separaba al humano del animal.
Gua sería tratada y cuidada, de la misma manera que Donald, y ambos formarían una relación similar a la encontrada en hermanos de la misma edad.
Sin embargo, ocurriría algo que Kellogg no imaginaba.
Gua comenzaría a aprender más rápidamente que su hijo, dejando de mojar los pañales, y comenzando a comer utilizando cucharas antes que Donald.
Al mismo tiempo, y ocurriendo exactamente lo inverso a lo que esperaba Kellogg, no sería Gua la que se “humanizaría” sino que sería Donald, quien comenzara a desarrollar las conductas de un chimpancé.
Desde emitir ladridos, hasta probar todo con la boca, imitando el patrón característico de estos simios.
Así mismo, su dominio del lenguaje, se vería seriamente aletargado.
Si bien Kellogg terminaría separándolos, Donald reportaría que varios de los modismos y conductas aprendidos de Gua, quedarían patente durante toda su vida.
En conclusión, a pesar de que este experimento tuvo una gran repercusión en la psicología y sociología, el hecho de practicar experimentos científicos que pueden causar trastornos con bebes, no deja de ser éticamente incorrecto.
Tanto Gua como Donald, heredaron ciertos rasgos a raíz de esta experiencia:
Gua rasgos humanos, y Donald rasgos de simio.
Kellogg llego a la conclusión, de que realmente las condiciones en las que se cría un ser, son determinantes en su desarrollo, pero no solo depende de esto, ya que siendo el mono, un pariente cercano del hombre, no se adapto totalmente, también intervienen factores genéticos y propios de cada especie.
¿No sería lógico, que los chimpancés pudiesen desarrollar un lenguaje, aunque fuese uno tosco y rudimentario?
Pues sí, pero el caso es que la cosa no es así.
Los humanos no descienden de los chimpancés, primero que todo.
Los humanos descienden de diversas especies de animales, “casi humanos”, que nos precedieron en la historia de la tierra, como el australopithecus, el homo erectus o el homo habilis.
Los caminos de la especie humana, y del chimpancé, se separaron hace millones de años, así que compartimos un antepasado común… pero estos simpáticos primates actuales no son nuestros antepasados.
A partir de esta separación, la estirpe humana siguió ramificándose, originando nuevas especies, todas extintas actualmente, a excepción del Homo sapiens.
Es casi seguro, que la capacidad del lenguaje comenzó a desarrollarse, cuando el antepasado común, que chimpancés y personas compartimos, ya había dividido el camino hacia ambas especies.
Así que, es tan lógico que nuestros antepasados tuvieran unos rudimentos lingüísticos, como que los actuales chimpancés, carezcan por completo de ellos.
Esto se puede entender mejor, si recurrimos a una hipérbole.
¿Por qué las personas no pueden volar, ni siquiera mal, y las aves sí, si descendemos de un antepasado común, como todos los vertebrados?
Pues por la misma razón.
La capacidad de volar de las aves, comenzó en algunas especies de dinosaurios, que ya estaban separadas genéticamente de la rama de especies que dieron lugar a los mamíferos, y después a nosotros.
Así, es lógico que muchos de los antepasados de las aves pudieran volar, y que ninguno de nuestros antepasados lo haya hecho nunca.
Por todo ello, los chimpancés no pueden hablar, ni podrán hacerlo nunca, al igual que nosotros no podremos volar nunca, sin servirnos de artilugios mecánicos fabricados por nosotros.
¿Y reflexionan los monos?
Porque si lo hacen, nuestra forma de verlos debe cambiar profundamente.
Significaría que deberíamos dejar de sorprendernos, cada vez que un mono resuelve un problema práctico, porque probablemente había estado pensando en la solución durante un tiempo.
Significaría también, aceptar que estos animales también pueden estar preocupados por el bienestar de su familia, o que pueden tener recuerdos de su infancia.
Cuando visitamos un zoológico, y miramos a un mono a los ojos, preguntándonos qué estará pensando, podría incluso estarse planteando la misma pregunta sobre nosotros.
La inteligencia es lo que nos hace ganadores en este mundo que hemos creado a nuestra imagen, pero...
¿Qué más tenemos?
Si eliminamos este factor, o si otra especie por azar del destino, fuera capaz de arrebatarnos esa cualidad…
¿Qué otra cosa le queda al hombre para competir?
¿Fuerza?
¿Agilidad?
¿Rapidez?
Va a ser que no, porque si la naturaleza fuera un juego de rol, nuestras capacidades para sobrevivir, si no contamos con la ventaja de esa “arma” son fácilmente superadas por muchas, muchas especies, por ejemplo los monos y muchas más, sean animales, o insectos.
¿Podemos ganar con la astucia?
No, porque depende de la inteligencia, y si los monos son iguales, o más inteligentes, también serán iguales, o más astutos.
Entonces solo nos queda un arma:
La maldad, porque en ser malos los hombres, siempre hemos sido los mejores, y hasta los únicos en todo el planeta.
¿Pero y si eso también cambiara?...
“Caesar.
I'm sorry.
This my fault.
This has to stop.
This isn't the way, you know what they're capable of.
Please come home.
If you come home, I'll protect you”
Rise Of The Planet Of The Apes es una película estadounidense de ciencia ficción, dirigida por Rupert Wyatt en el año 2011; y es la 7ª de la franquicia “The Planet Of The Apes”
Protagonizada por James Franco, Andy Serkis, Freida Pinto, Brian Cox, John Lithgow, Tom Felton, David Oyelowo, Tyler Labine, Jamie Harris, David Hewlett, entre otros.
El guión es de Rick Jaffa y Amanda Silver basados en la novela “The Planet Of The Apes” de Pierre Boulle
Rise Of The Planet Of The Apes estuvo nominada a los mejores efectos visuales en los Oscar de 2012.
De acuerdo con Fox, artísticamente Rise Of The Planet Of The Apes es una nueva versión de la historia, y no tiene relación con la saga “The Planet Of The Apes” (1968-1973), ni con la versión de Tim Burton estrenada en 2001, aunque legalmente, es un reboot de esta última.
A diferencia de las películas anteriores de la serie, en las que los simios eran maravillosa y artísticamente recreados, mediante maquillajes, prótesis, y disfraces, los simios en Rise Of The Planet Of The Apes, se crearon de manera digital con tecnología CGI de “motion capture”, por Weta Digital.
A los actores que encarnaban a los simios, se les colocaban trajes verdes con sensores de movimiento, y luego se reemplazaba su imagen en la cámara, por la de los primates, generados por CGI.
Mucha historia hay tras la eterna saga de las rebeliones simiescas, y mucho tiempo ha pasado entre la mítica e icónica “Planet Of The Apes” (1968) de Franklin J. Schaffner, y Rise Of The Planet Of The Apes de Rupert Wyatt.
Es curioso ver, como puedes volver a poner por las nubes, una franquicia que con la sobreexplotación de ideas, había pasado a formar parte de ese selecto grupo de la serie B, más respetuosa de la historia eso sí, con una primera parte que sin dudarlo, es una de las obras maestras del cine, y mucho más del género de la ciencia ficción:
“Beneath The Planet Of The Apes” (1970), “Escape From The Planet Of The Apes” (1971), “Conquest Of The Planet Of The Apes” (1972), “Battle For The Planet Of The Apes” (1973) o “Planet Of The Apes” (2001) y al magistral maquillaje de Rick Baker es mejor olvidar… poco hacía pensar lo que en verdad ha pasado.
20th Century Fox ha apostado por ser respetuoso por las viejas ideas, y apoyándose en un introspectivo, y generoso guión, escrito por Rick Jaffa y Amanda Silver, nos narra el punto de partida de lo que miles de años después, será el planeta Tierra dominado por simios humanizados.
Es evidente que a la Fox le gusta desgastar los proyectos/conceptos, y exprimirle hasta la última gota de provecho antes de dejarlos ir, además de que en vista del éxito obtenido en taquilla y la crítica, es muy probable que dentro de algún tiempo, veamos la continuación de Rise Of The Planet Of The Apes.
Y es que realmente The Planet Of The Apes, terminaba con esa maravillosa escena de Charlton Heston, maldiciendo a la humanidad delante de La Estatua de La Libertad, todo lo que vino después, no tenía ni gracia, ni interés.
Pero quedaba saber una cosa, quedaba saber, cómo los simios se hicieron con nuestro planeta, y eso es, precisamente, lo que nos viene a contar Rise Of The Planet Of The Apes.
“Caesar is home”
Rise Of The Planet Of The Apes tiene 2 partes bien diferenciadas:
La primera, es la genial evolución de Caesar (ENORME Andy Serkis), con momentos muy emotivos, y la otra, toda la parte de la rebelión, con mucha acción y efectos especiales de gran calidad, sobre todo en lo que a toda la realización de los simios se refiere.
Rise Of The Planet Of The Apes gira en torno a Caesar pero del lado humano tenemos al Dr. William “Will” Rodman (James Franco), quien es un científico que está tratando de encontrar la cura para el Mal de Alzheimer, para poder ayudar a su padre Charles Rodman (John Lithgow) a salir de dicha enfermedad.
Para ello, utiliza a simios como sujetos de prueba de sus experimentos.
Luego de comprobar que una de sus investigaciones tiene resultado, y de un misterioso ataque de uno de los monos, él se va a llevar a su casa a una de las crías que logró salvar del sacrificio.
El medicamento implantado en la madre durante la gestación de la cría, comienza rápidamente a cobrar efecto, y la inteligencia del primate va a ir incrementándose gradualmente.
El simio, poco a poco, se va a ir dando cuenta de qué, y quienes son los que lo rodean, y va a utilizar sus nuevos dotes para demostrarle a los hombres, que ellos son mucho más que animales de pruebas.
La propuesta de Rise Of The Planet Of The Apes es simple, pero efectiva:
Contar cómo sucedió la revolución de los simios, y cómo el hombre pasó a ser dominado por el animal.
La característica que hace de Rise Of The Planet Of The Apes, una cinta sorpresiva, es la forma en la que se decidió llevar adelante el relato.
Aquí se prioriza el realismo, pese a que obviamente hay ciencia ficción, pero la misma está planteada de tal manera, que se sientan creíbles los avances de la medicina, y los hechos posteriores al descubrimiento de la cura.
El trabajo realizado con los simios, en lo que respecta a la elaboración de la recreación física de cada uno de ellos, especialmente de Caesar, curiosamente llamado como el Emperador Romano, es increíble, en especial porque se cuenta la historia desde su nacimiento, permitiendo que se exploren los sentimientos con el hombre, durante los 5 años de vida aquí desarrollados.
Es por eso que, al igual que se plantea un romance secundario entre 2 personas, la relación entre el animal y el hombre tiene su merecido desarrollo, y crea un sentido que enriquece y dota de diferentes matices a la narración.
El gran mérito al lograr esto, es por parte de Andy Serkis, quien no solo aporta una de sus mejores interpretaciones junto con el inolvidable Gollum de “The Lord Of The Rings”, sino que crea un personaje que posee una humanidad impresionante, y muy expresiva.
Soberbio trabajo del actor, además tenemos a unos más que correctos John Lithgow y James Franco, y como punto flaco, a Freida Pinto como Caroline Aranha, no por su actuación que cumple, sino por el papel innecesario de mujer florero.
Así, el verdadero protagonista de Rise Of The Planet Of The Apes, es la captura de movimiento de imágenes generadas por computador, o CGI, a través de la compañía de Peter Jackson, Weta Digital.
Weta es la responsable de que sea difícil creer, que estos simios no son de carne y hueso.
Para continuar, porque la interpretación de Serkis, acompañada de unos FX que en cine resultan bestiales, te convence incluso, de que los simios se merecen darle una patada en el culo a la humanidad.
Cómo se desarrollan los acontecimientos, justifican la historia sobradamente, y le dan una genial consistencia.
Esas miradas, esas actitudes… humanas en simios, inhumanas en las personas.
“Take your stinking paws off me you damn dirty ape!”
Si los científicos fueran tan ineptos como se los muestra en Rise Of The Planet Of The Apes, la raza humana ya se habría extinguido hace tiempo.
Se ponen a manipular un virus peligroso con mascarillas que se les caen, y con tubos de gas que se salen fácilmente.
Los monos se les escapan a lo más mínimo.
Se contagian de virus, y van por ahí estornudándole a la gente en la cara, sin tomar ni la más mínima medida.
Experimentan en secreto con sus propios familiares, sin saber las consecuencias, etc.
Pero para mí, el colmo de los colmos de Rise Of The Planet Of The Apes, es que con un virus mate 2 pájaros de un tiro:
La caída del género humano, y el dotar a los simios de capacidades sorprendentes, incluso el habla.
Si tenemos en cuenta, que el hombre y el mono comparten el 97% de los genes, es raro, raro, raro, el efecto de este virus soluciona-guiones.
Encontramos incoherencias por todas partes, a la hora de mostrar el levantamiento de los simios, pero para no ser vapuleada, Rise Of The Planet Of The Apes nos introduce un mensaje anti-maltrato animal para concienciarnos.
Supongo que la sorpresa, para muchos, se encontraba en el simio Caesar, que como es maltratado, pues ya merece elogios por todas partes.
No sé por qué nadie le pone un puntaje de 7 a “Free Willy 3: The Recue” (1997)
Así que ya saben, ahora además de estar preparados para una posible rebelión de las máquinas, debemos tener cuidado con los monos; que nos pueden tirar barriles...
y es que lo mejor de Rise Of The Planet Of The Apes, es ver a los típicos policías, con alguna enfermedad mental, disparando a un autobús vacío como energúmenos, y después cuando aparecen los simios, salen corriendo en vez de dispararles, y si les disparan a los monos, no les pasa nada, necesitan un cañocazo mínimo, porque la rebelión lleva consigo la inmunidad…
Como por ejemplo, la inhabilidad del hombre para frenar una revolución en una gran ciudad como San Francisco, y la inevitable conclusión de que en esa ciudad, hay más simios que agentes de seguridad…
Quizá el momento de la charla con el orangután, que es un simple simio sin virus inoculado, y aunque pueda hablar el lenguaje de los signos en sus parámetros básicos, que tengan una charla hasta con sentido del humor, y palabra por palabra, quizá es demasiado.
Está bien que no empiecen a hablar tan rápido los monos, eso debe ser algo lento para que sea realista; eso sí, lo de tomarse la droga, y al día siguiente todos los monos inteligentes, lo veo increíble por más ciencia ficción.
Esa parte deberían haber puesto “un periodo de tiempo después” o algo así...
¿Y con una sola dosis, ya se vuelven listos?
¿Y los del zoológico?
Los liberan y les siguen… si esos no habían tomado la droga.
De poco sirve que Serkis dé una actuación bastante digna, si el relato carece de credibilidad.
Rise Of The Planet Of The Apes se pasa de una búsqueda personal, a una trama revolucionaria, para luego moverse a la venganza y la tiranía, y terminar en una coexistencia entre especies.
Y con el colofón, los monos heredarán La Tierra, no por el espíritu emancipador o por el levantamiento de los débiles.
Su victoria es más bien oportunista.
Sé que hay una buena intención por contar un relato más profundo, pero la ejecución es muy deficiente.
Por desgracia, es imposible identificarse con el chimpancé por esa asociación maligna que nos queda; así como tampoco terminamos por simpatizar con los humanos, por lo que terminamos con una historia sin antagonistas marcados.
¿Es necesariamente mala la ausencia de contrapartes?
En este caso, sí, porque Rise Of The Planet Of The Apes termina por navegar en la ambigüedad.
Se convierte en una cinta gris, indefinida.
Más allá de los errores obvios y las exageraciones:
¿Cuántos monos hay en San Francisco?
¿En serio hay cientos?
Lo insultante es que Rise Of The Planet Of The Apes intente justificarse en la última escena, una oda al lugar común.
En un momento, el científico infectado, acude a la casa de Will.
No lo encuentra, y se topa con el vecino, a quien le estornuda enfrente.
Al final, vemos al vecino con un traje de piloto aviador, a punto de subirse a su vuelo, visiblemente enfermo...
¿El mensaje implícito?
La Humanidad termina mermada por el virus, permitiendo que los monos tomen el poder.
Después de ese final, a mi me sobra más de media metraje.
No son los simios los que acaban con la humanidad, es ella misma con un virus que la aniquila.
Visto así, es normal que los siguientes en la cadena evolutiva se apropien del planeta.
Ahora, desde el punto de vista científico, es absolutamente imposible, llevar a cabo nada de lo que aquí nos muestran, y menos aun, lograrlo en un periodo de 5 años, cuando el desarrollo de la inteligencia actual, le ha costado a la humanidad una evolución de más de 2 millones de años.
Es algo inverosímil, que un organismo no vivo, incontrolable, y egoísta como es un virus, sea utilizado para diseñar el fármaco.
No es creíble, que una pandilla de monos aprenda y utilice los comportamientos sociales humanos, e incluso un completísimo lenguaje de signos, encima enseñados por otro mono, en menos de 24 horas.
Aun, en la más lejana ciencia ficción, que un mono sea capaz de hablar, de sentir como un humano, y de expresarlo.
Pero si te dejas engañar, y tan solo disfrutas del espectáculo, descubres una historia interesante, tierna al principio, pero cruel a medida que avanza, alrededor de un mono más humano, que la mitad de los asistentes al cine, carismático, y que despierta afecto y compasión.
Rise Of The Planet Of The Apes es una película totalmente innecesaria, ya que la original es perfecta tal como es, un relato de ciencia-ficción que acaba, a mí entender, como éstos deben de hacerlo.
Y no es necesaria una explicación de cómo empezó todo, ni qué pasará después…
A veces, también, he pensado que el uso del CGI ha dejado de sorprender, y que ahora todo se presenta, como una vez lo fue un dibujo pintado en una hoja, que tras varios trazos comenzó a moverse.
“It's a madhouse!
A madhouse!”
Rise Of The Planet Of The Apes, que se suma a otras 7 versiones inspiradas en el libro de Pierre Boulle, publicado en 1936, llega a la cartelera, justo cuando las principales agencias de investigación de Estados Unidos, discuten si siguen adelante o no, con experimentos en primates.
En total, los norteamericanos conservan un batallón de 734 chimpancés en 7 laboratorios; en un programa que consume 12 millones de dólares al año.
Aunque más que el dinero, los cuestionamientos provienen de sectores indignados por la ineficiencia, y los sutiles cuestionamientos bioéticos.
“En ninguno de los laboratorios que he visitado había visto tantos chimpancés exhibiendo tanto miedo”, dijo Jane Goodall, la experta primatóloga inglesa, refiriéndose a imágenes que escaparon del Louisiana New Iberia Research Center, en Estados Unidos, donde 360 de ellos, son utilizados para investigación.
Quienes defienden los trabajos con primates, argumentan que son el mejor modelo para buscar una cura a la hepatitis C, que afecta a 170 millones de personas en todo el mundo, para probar tratamientos con anticuerpos monoclonales, para dar por fin con una vacuna contra el virus sincitial respiratorio.
En Inglaterra, desde 1997, se prohibieron los experimentos con chimpancés.
Más tarde lo hizo la Unión Europea.
Y de las grandes casas farmacéuticas, Glaxo SmithKline prometió no probar sus iniciativas en nuestros parientes más cercanos dentro del reino animal.
Por si fuera poco, en el Reino Unido, un informe titulado “Animals Containing Human Material”, de la Academy Of Medical Sciences, fue por coincidencia, la mejor campaña de expectativa para el remake de Rise Of The Planet Of The Apes.
El informe dice, que la genética y las tecnologías de células madre, están tan avanzadas, que la creación de animales con componentes humanos son parte del horizonte de posibilidades.
De ahí la invitación a crear una legislación donde, entre otras medidas, se impongan barreras a los trabajos en los que se implanten neuronas humanas en cerebros de primates, y proyectos que contemplen la modificación del sistema nervioso de animales, en busca de características nuevas.
A día de hoy, la ciencia se ha convertido en una especie de “salvar los muebles mientras la casa arde”
Nosotros hemos provocado el caos que nos rodea, y nosotros buscamos, aunque a veces sea a la desesperada, la forma de mantenernos en equilibrio, y tratar de readaptar el medio a nuestro gusto, y hemos acabado tan atrapados en esa mecánica, que nos hemos vuelto demasiado perezosos como para darnos cuenta del tremendo esfuerzo que tendríamos que hacer, para salir de ella, y ser por primera vez en millones de años, una especie en comunión con la naturaleza.
¿Avanzamos hacia un “Planeta de los Simios”?
La línea divisoria es muy tenue.
¿Hasta dónde debe experimentarse con animales, para entender mejor el organismo humano, y avanzar en los tratamientos de enfermedades?
Este tipo de estudios, en los que se introduce tejido, o células humanas en animales, son esenciales en la investigación médica.
En el Reino Unido, como cité, están prohibidas las investigaciones con grandes simios, gorilas, chimpancés, y orangutanes, pero éstas sí están permitidas en muchos otros países, como Estados Unidos; y allí, los científicos británicos sí pueden experimentar con monos.
Y aquí es donde se expresan temores por la posibilidad de crear simios que tengan la capacidad de expresarse como los humanos.
“Lo que tememos es que, si se comienzan a introducir grandes números de células cerebrales humanas, en el cerebro de primates, se podrá transformar súbitamente al primate, en algo que posee algunas de las capacidades que se consideran distintivamente humanas, como el lenguaje” expresa el profesor Thomas Baldwin, miembro de la Academia.
“Estas son posibilidades que han sido ampliamente exploradas en la ficción, pero necesitamos comenzar a pensar en ellas”, agrega.
El informe establece 3 áreas particularmente “delicadas” en la investigación con animales:
La cognitiva, la de reproducción, y la creación de características visuales que se perciban como, singularmente humanas.
“Una cuestión fundamental, es si poblar el cerebro de un animal con células humanas, puede resultar en la producción de un animal con una capacidad cognitiva humana, por ejemplo la conciencia” afirman los autores.
El profesor Martin Bobrow, principal autor del informe, sugiere establecer lo que llama la “Prueba del Gran Simio”:
Si un mono modificado con material humano, comienza a adquirir capacidades similares a las de un chimpancé, es momento de frenar los experimentos, dice.
Los científicos de la Academia, no sugieren que alguien ya esté llevando a cabo estos experimentos.
Lo que dicen es que, se debe llevar a cabo una discusión ética y regulatoria ahora, antes de que empiecen a planearse esos estudios inusuales.
El área de la reproducción también es delicada, y recomiendan que no se permita que un embrión animal producido con óvulos, o esperma humano, se desarrolle después de los 14 días, aunque esto parezca imposible.
Pero quizás, el campo más controvertido, es el de animales con características “singularmente humanas”
Es necesario, dicen los científicos, tomar con seriedad la posibilidad de que esto ocurra en el futuro, y de que existe un temor por los experimentos “tipo Frankenstein con animales humanizados” que pueden generar monstruos.
Tal como señala uno de los autores del informe:
“Crear características como el lenguaje, o la apariencia humana, como forma facial, o textura de la piel en animales, presenta temores éticos muy fuertes; porque una cosa es que llegues a tu casa y tu loro te diga:
¡Hola niño bonito!
Y otra, que un mono te salude de esa manera, eso es algo muy distinto”
La crítica a la experimentación animal, y al maltrato animal en general, es más que patente y afortunada, y ayuda mucho aparte de sostener la historia de Rise Of The Planet Of The Apes.
Sin lugar a dudas, esta obra es una oda a la evolución, concretamente al paradigma intervencionista y, asimismo, una advertencia de las consecuencias del progreso desmedido; con un guiño al ludismo.
No obstante, Rise Of The Planet Of The Apes también pone sobre la mesa, conceptos tan abstractos, como:
Las emociones animales, y la necesidad de reconocer sus derechos como seres vivos, algo que nuestra especie parece decidida a negar.
Personalmente, Rise Of The Planet Of The Apes me sorprendió mucho, y para bien, ya que dibuja con notable destreza, la penosa realidad a la que se ven sometidos los animales de laboratorio.
No solo eso, a través de los ojos de Caesar, se nos enseña un mundo en el que los derechos animales son vulnerados, sin rastro de culpabilidad; un mundo en el que son considerados objetos, o mascotas, juguetes, de los que disponer para satisfacer nuestras patéticas necesidades.
Así pues, uno no puede evitar ponerse de parte de los simios, ya que su causa está más que justificada, y el castigo humano es de sobra merecido.
¿Acaso no merecen la libertad?
¿Acaso no merecen tener derechos como nosotros?
“Lo interesante de la mitología de los monos es que habla de nuestro mundo”, explica Rupert Wyatt.
Rise Of The Planet Of The Apes ponía el mundo de revés, iba directo a nuestros miedos más primitivos; y uno de esos miedos primitivos, es que nuestra propia inteligencia se vuelva contra nosotros en algún laboratorio científico.
No sería la primera vez:
Ya salieron de allí las bombas atómicas.
Desde mi punto de vista, la única diferencia entre los seres humanos y otros simios, es el pelo.
Este ha sido el camino del hombre en la Tierra.
La hermosa fortuna de vivir en un grandioso planeta, que nos ha proveído de todo lo necesario, entra en su fase final.
Nadie sabe si serán 10, 100 o 1,000 años más.
El juego del ser humano terminó, escogió las cartas equivocadas, y claramente perdió.
Tal vez, en un futuro, otra especie, si logra sobrevivirnos, tenga, o más bien busque, una mejor suerte… y sin “humanos”

“Careful, humans don't like smart ape”


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