The Aviator

“The way of the future…
The way of the future…
The way of the future”

Howard Robard Hughes, Jr. fue uno de los productores más destacados del cine americano durante las décadas de los 30 y los 40.
Lanzó al estrellato a actrices como Jean Harlow, y llegó a ser dueño de la RKO Radio Pictures; pero Hughes además de productor, fue un gran industrial y comerciante que desempeñó un importante papel por sus innovaciones en el mundo de la aviación.
Howard Hughes fue un hombre con una de las fortunas más voluminosas y sólidas de los EEUU; incursionó en todos los negocios, en los grandes negocios habidos y por haber.
Su equipo de seguridad, y de técnicos financieros, eran de su absoluta confianza como pueda suponerse en un millonario excéntrico:
Los mormones.
Hughes fue famoso, multimillonario, empresario, magnate, inversionista, ingeniero autodidacta, aviador, productor y director de cine, famoso por sus reconocidas y exitosas películas “Two Arabian Knights” (1927) valiéndole un Premio Oscar por Mejor Director de Comedia, “The Racket” (1928), “Hell's Angels” (1930), “Scarface” (1932), “The Outlaw” (1943), entre otras.
Igualmente, es reconocido por sus extraordinarios aportes a la aviación, la introducción de numerosas innovaciones en el diseño de aeronaves, tales como la construcción de aviones como Hughes H-1, y el hidroavión Hércules, apodado como “Spruce Goose”, además de materializar muchas hazañas aéreas, incluyendo la obtención de varios record de velocidad y extensión.
Howard Hughes poseía, aparte de una muy buena presencia e inteligencia, una personalidad atrayente.
Aunque desde siempre mostró actitudes extrañas, como su marcada tendencia a autor recluirse.
Era un individuo bastante impredecible, solía entusiasmarse rápidamente por un proyecto, y abordarlo con una intensidad pasmosa, y después olvidarlo todo.
Howard Hughes padecía un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), el cual nunca se trató adecuadamente.
Dentro del TOC se pueden diferenciar los tipos más comunes:
Lavadores y limpiadores, los cuales son personas a las que carcomen obsesiones relacionadas con la contaminación, a través de determinados objetos o situaciones.
Acumuladores, quienes coleccionan objetos insignificantes, de los que no pueden desprenderse.
Los ritualizadores mentales, quienes acostumbran a apelar a pensamientos, o imágenes repetitivos, llamados compulsiones mentales, con el objeto de contrarrestar su ansiedad provocadora de ideas o imágenes, que constituyen las obsesiones.
Los atormentados y obsesivos puros, quienes experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y bastante perturbadores.
No obstante, a diferencia de quienes sufren los demás tipos de TOC, no se entregan a comportamientos reiterativos de tipo físico, sino disturbios mentales.
19 años tenía, cuando un juez de Houston le concedió el control personal de la inmensa riqueza de su padre, que supo acrecentar, y no menos disfrutar, hasta que la mente, su mente, comenzó su discurrir errático.
Ideas obsesivas de persecuciones, y de gérmenes, y castraciones de su propia integridad física, hicieron de él, un psicótico lleno de sospechas y terrores contra todo, y todos, menos, por supuesto de los mormones.
Howard permanecía días enteros, desnudo, encerrado en su cuarto frente al televisor encendido.
Orinaba en botellas que luego eran tapadas, selladas, y guardadas en el sótano del castillo en que vivía, sin permitir, por nada del mundo, que fueran botadas.
No permitía que le cortaran el pelo, ni las uñas.
No se afeitaba, e iba personalmente al laboratorio de la Universidad con su primera deposición matutina para que la analizaran.
A medida que pasaba el tiempo, se fue haciendo cada vez más autista, cada vez más ausente, y lento para tomar sus decisiones.
En su vida privada, muchas mujeres fueron atraídas por su fortuna, y su personalidad.
Howard Hughes estuvo relacionado con numerosas damas de Hollywood de los años 30 y 40, pero al cabo de un tiempo, Hughes se aburría de ellas, y a su vez más a menudo, ellas se aburrían de sus manías obsesivas.
Se cuenta que mantuvo recluida en su hogar, a su primera esposa, Ella Rice hasta provocarle ataques de pánico y claustrofobia.
Después de su primer divorcio, Hughes pasó mucho tiempo con grandes estrellas de cine, ofreciéndoles matrimonio a muchas de ellas, incluyendo a Katharine Hepburn, quien además de amante, fue su mejor amiga.
Entre sus romances puede nombrarse a Bette Davis, Rita Hayworth, Gene Thierney, Ava Gardner, Olivia de Havilland, Yvonne DeCarlo, Jane Greer, Kathryn Grayson, Ginger Rogers, Billie Dove, una mujer exótica a quien Hughes pagó a su marido por su divorcio, entre otras.
Howard Hughes, además, alcanzó una notoriedad pública tremenda, gracias a su oposición al pseudo-monopolio de la icónica aerolínea norteamericana, Pan Am, que disponía de la “Designación Legal” para realizar exclusivamente, vuelos transatlánticos en Estados Unidos, viéndose envuelto en una batalla política y legal, que finalmente acabó con dicha legislación, permitiendo el inicio de operaciones en el área de su propia línea aérea, la Trans World Airlines (TWA), mediante sus aviones Lockheed Constellation.
La genialidad de Howard Hughes es indiscutible, y su legado notorio en todos los ámbitos en los que se desenvolvió.
Su fallecimiento a los 70 años, en 1976, fue igualmente controvertido; muy enfermo, fue embarcado en un avión en México rumbo a Houston, pero no está claro si falleció antes de llegar:
“Era imposible que fuera feliz, tenía demasiado”
“Some men dream the future.
He built it”
The Aviator es un film dramático dirigido en el año 2004 por Martin Scorsese.
Protagonizado por Leonardo DiCaprio, Cate Blanchett, Kate Beckinsale, Alec Baldwin, Alan Alda, Willem Dafoe, Jude Law, John C. Reilly, Gwen Stefani, Ian Holm, Brent Spiner, Rufus Wainwright, Amy Sloan, Danny Huston, Adam Scott, Matt Ross, Kelli Garner, Frances Conroy, Stanely DeSantis, Edward Herrmann, Kenneth Walsh, J.C. Mackenzie, entre otros.
El guión lo firma John Logan; con música de Howard Shore.
The Aviator obtuvo 5 Oscar:
Mejor Actriz de Reparto para Cate Blanchett, Mejor Fotografía, Mejor Montaje, Mejor Vestuario y Mejor Dirección Artística; y obtuvo nominaciones como mejor película, director, actor (DiCaprio), actor secundario (Alan Alda), guión original y sonido.
A Charles Evans Jr., jefe de la compañía productora Acappella Pictures, y sobrino del mítico productor de la Paramount, Robert Evans, se le debe que exista The Aviator.
Este ejecutivo pasó 9 de sus 40 años, acariciando el proyecto de realizar una película sobre la vida de Howard Hughes.
Reunió información, documentos, libros, objetos personales, cualquier cosa que le sirviera, para llevar a cabo el filme.
Habiendo asegurado a Leonardo DiCaprio, quien había leído un texto sobre Hughes, y estaba interesado en hacer parte del reparto, buscó en 1998, a Michael Mann para que dirigiera la película, pero en el 2001, Evans sintió que estaba siendo excluido del proyecto, y demandó a Mann, a su agente, y a New Line Cinema, la compañía que estaba en negociaciones con el director, pero no con el joven productor.
Michael Mann, quien recibió crédito como uno de los productores de The Aviator, había contratado a John Logan para escribir el guión, del cual se hicieron 5 o 6 versiones.
Evans, de nuevo con el control del proyecto, contactó a Martin Scorsese.
La idea del productor era:
“Contar la historia de un hombre que se relacionaba mejor con las máquinas, que con los hombres, y que como resultado de esto, no tuvo relaciones duraderas, y que desapareció para entrar a un asilo diseñado por el mismo, a la edad de 52 años, para no ser visto en público nunca más”
Curiosamente, junto con “The Age Of Innocence” (1993), The Aviator es una película de Scorsese sin escenas de violencia.
La fotografía y los efectos especiales que utiliza, es un factor fundamental, eligiendo las variaciones de iluminación y coloración según la secuencia que está contando, como trasladando a ésta en el tiempo, lo cual da a The Aviator un tono de clásico.
Sumado a su lograda implementación de escenografía y música, consigue crear un clima muy especial, propio del glamur de la época.
Como dato, The Aviator cuenta con unos 3,000 extras para recrear los estrenos de Hollywood, sus rodajes, o la construcción de los aviones.
La trama se basa en un biopic, a manera de viñetas, sobre un personaje tan controvertido, como fue el magnate Howard Hughes.
De esta manera, The Aviator recorre sus grandes hazañas en el terreno de la aviación, sus grandes éxitos en el mundo del cine, sus apasionados romances, y también, sus enfrentamientos con el gobierno y la locura obsesiva que lo acompaño por gran parte de su vida.
The Aviator, en clave de drama, revive su vida desde los años 20 hasta 1940; una época en la que el empresario dirigía y producía películas en Hollywood, mientras creaba y diseñaba aviones, preso de un gran tormento, y desequilibrio personal.
El film resultante, es una combinación más que interesante, de varios factores que conjugan a la vez, en una película polémica, para ver y juzgar; una superproducción con contundentes aciertos, que inclinan la balanza en su totalidad.
Como toda película biográfica, los hechos que se quieren mostrar, u omitir por medio del argumento, están muy sujetos al punto de vista del director.
Es por ello, que en The Aviator nos encontramos con varios hechos de la vida del magnate, que no son comentados, y solo Scorsese sabe porque nos privó de eso.
Es positivo destacar, que todo lo contado, desde la personalidad de Hughes hasta las características de una época dorada para Hollywood, esta cuidado hasta el límite.
La vida del magnate está contada en 20 años que abarcan su más notoria vida pública, yendo desde sus ambiciosos comienzos, sus éxitos cinematográficos como director, y su notable contribución al desarrollo de la aviación en Estados Unidos, que lo llevó a enfrentarse con el gobierno mismo, en tiempos de La Segunda Guerra Mundial y el Macartismo.
El personaje era muy afín a Scorsese, pues Hughes era un personaje extremo:
Millonario, caprichoso, de ideas obsesivas, y mesiánicas, proclive al escándalo, mujeriego, con proyectos más grandes que la vida.
Y lo mejor, había sido un cineasta.
Scorsese vio aquí, la oportunidad de hacer un retrato más en su colección de seres solitarios, apegados a una idea fija que nadie ve como cuerda, pero a la que a ellos se aferran como si de ella dependiera no sólo su vida, sino la vida de todos los demás.
Mientras tanto, llevan por dentro una enorme pena, que ven como un sacrificio personal, un purgatorio necesario para alcanzar la redención.
Un hombre intentando decirles a todos, que el equivocado no es él, sino todos los demás.
Howard Hughes encajaba perfecto.
Es más, por fin el propio director, podía también verse reflejado en la figura de este cineasta joven, que intentaba desarrollar su visión personal del cine, sin importar las presiones, y el desdén de los demás.
Además, Hughes había vivido una época irrepetible del cine clásico de Hollywood, un momento preciso de la historia que Scorsese admiraba, y sentía como suyo.
Era hora, en manos de este director, de hacer un homenaje, no sólo al momento que vivía el cine, sino también a la empresa individual, al coraje de defender las ideas cueste lo que cueste.
Pero parece que a Scorsese, el personaje de Howard Hughes dejó rápidamente de interesarle, para dedicarse a lo que verdaderamente le llamaba la atención, cual era la perfecta reconstrucción del Hollywood de los años 30 y 40, con su lujo y con su esplendor.
Es ahí donde The Aviator deslumbra, enseñándonos el glamur irrepetible de una época feliz, donde todos los filmes parecían destinados a la eternidad.
Se nota que Scorsese hubiera querido vivir allí, entre Jean Harlow, Katharine Hepburn y Ava Gardner, mientras trabajaba a las órdenes de Louis B. Mayer, o de Irving Thalberg.
Y de verás, The Aviator brilla en la descripción de esos ámbitos.
No se escatimó dinero para ilustrarnos, con lujo de detalles, el esplendor de esta era dorada.
Todo parece cobrar vida, y relucir como por vez primera.
El trabajo de los directores de arte, Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo, así como el de la diseñadora de vestuario Sandy Powell, galardonados todos con sendos premios Oscar, es intachable.
En su afán de recrear un instante del tiempo, lograron traerlo de nuevo a la vida, con singular cuidado.
Y es que el ingeniero aeronáutico, productor de cine, aviador, y vividor, Howard Hughes, en un principio, parece el tipo de personaje ideal para excitar la fantasía creativa de Martin Scorsese.
En todas las facetas de su vida, incluso en la de empresario, o conquistador, su actitud estuvo presidida por una compulsión profunda, incontrolable, que le lanzó siempre hacia el futuro, o el pasado, y le impedía disfrutar de su quizá deslumbrante presente.
Su constante frustración, su infinita capacidad autodestructiva, sus complejos y culpas, le hermanan irremediablemente, con otros antihéroes scorsesianos que creo no necesitan volver a ser nombrados aquí.
Su Trastorno Obsesivo Compulsivo fue tomado, en sus tiempos, como una más de sus muchas excentricidades, que le han convertido en una de las personalidades norteamericanas más famosas del siglo XX.
“Howard Hughes, el aviador, realizó gestas de increíble valor en su vida, y el guión me resultó muy atractivo”, afirma Scorsese.
“Aquí teníamos a una figura típica del siglo XIX, que fue un pionero en 2 de los fenómenos más geniales del siglo XX:
La aviación, con sus innovadores diseños y récords de velocidad; y el cine, Hughes fue también un gran “showman”, pero su historia es una historia, a fin de cuentas, de avaricia, corrupción y locura”
“Cuando desarrollé el guión con John Logan, la primera decisión fue terminar la película en 1947, con el primer día del resto de la vida de Howard” dice Mann. “Fue por ello, por lo que decidimos que el conflicto central más interesante… el más personal… sería entre su momento más visionario, y su enfermedad mental… incluyendo su conciencia de ello, y el precio que tiene que pagar a nivel humano, condenándole a la soledad”
“Show me all the bl- Show me all the blueprints.
Show me all the blueprints.
Show me all the blueprints show me all the blueprints.
Show me all the blueprints”
La acción principal en The Aviator, tiene lugar en California, entre 1927 y 1947.
Época de inventos inverosímiles, turbulentas relaciones amorosas, y encarnizadas pugnas empresariales, fue también la época en la que las disparatadas ambiciones de Howard Hughes, se toparon por primera vez, con el coste de la fama, la suerte, y su propia obsesión perfeccionista.
En 1914, Howard Hughes, de 9 años de edad, está siendo bañado por su madre.
Ella le advierte de la enfermedad, miedo de que él va a sucumbir a un brote de gripe:
“Tú no estás seguro”
En 1927, Hughes (Leonardo DiCaprio) ha heredado la fortuna de su familia, que vive en California.
Contrata a Noah Dietrich (John C. Reilly) para tener la Hughes Tool Company.
Después de un interés por el cine, y la aviación, a la edad de 22 años, Hughes comienza dirigiendo la película muda, “Hell’s Angels” estrenada en 1930.
Él se obsesiona con el rodaje de la película realista, y cuando “The Jazz Singer” (1927), la primera película parcialmente hablada se estrena, convierte a “Hell’s Angels” a una película sonora.
Como resultado, se necesitan varios años, y una enorme cantidad de dinero para terminarla.
Por último, a pesar del escepticismo de prensa, “Hell’s Angels” fue un éxito.
Hughes no está satisfecho con el resultado final, sin embargo, y ordena que la película vuelva a ser editada después de su estreno en Hollywood.
Más tarde, produce “Scarface” (1932) y “The Outlaw” (1943)
Yendo contra el sistema imperante en Hollywood, como productor independiente, Hughes se propone hacer una película diferente a cualquier otra, realizando sus propias y extravagantes escenas de riesgo, diseñando aviones especiales para esta ocasión, y destrozando todos los récords de presupuesto de una película en la historia.
Así, “Hell’s Angels” impulsó al todavía joven Howard Hughes, más allá del destino, convirtiéndole en toda una celebridad.
Tras fundar Hughes Aircraft Company, y romper con gran audacia, varios récords de velocidad, Hughes se convirtió en el aviador estadounidense más famoso desde Charles Lindbergh, una figura mítica imbuida con un aura de emoción, misterio, y glamur.
En la década de los 30, Hughes compró la aerolínea TWA, y se aplicó a fondo para llevar a EEUU, a la era de los aviones a reacción, mientras desarrollaba audaces planes para construir el avión más grande del mundo, un hidroavión conocido como “El Hércules”
Siendo un hombre famoso por su riqueza, por su brillo aventurero, sus devaneos amorosos, y una vigorosa conquista del futuro, no parece que escapara a la influencia corruptora de sus compulsiones personales, sin importar lo rápido, o lo alto que volase.
En el retrato que se hace del protagonista, éste muestra la fragilidad emocional que le caracteriza.
Como pocos, encarna con rotundidad el mito de “Don Juan”, hecho de pasión por las mujeres, superficialidad afectiva, obsesiones de dominación y control, inseguridad e inestabilidad emocional, infidelidades y convivencias turbulentas de corta duración.
Destaca la fragilidad de su equilibrio mental, con brotes paranoicos intermitentes, hasta culminar en su encierro voluntario en un espacio esterilizado, aislado del exterior.
Dotado de singular inteligencia, y de gran visión empresarial, es capaz de anticipar innovaciones incuestionables, como la supresión del doble nivel de las alas del avión, y la concepción del avión de gran envergadura.
Obtiene con facilidad grandes beneficios, que administra con prodigalidad a causa de su aversión al cálculo de costes, a la infravaloración de los mismos, y al empeño en conseguir sus propósitos “a toda costa”
La pasión por el cine, le lleva a producir obras culminantes, promocionar actrices de su círculo, y obstaculizar la carrera de las que no se sometían a sus exigencias.
Afectado de sordera, su carácter altivo le impedía rogar a los interlocutores que hablen más alto.
The Aviator es, en todo caso, la historia del auge, la caída, y el resurgimiento de un único personaje, Howard Hughes, un millonario obsesionado con los aviones, las mujeres, y la limpieza.
Es, además, un detallista y meticuloso productor de cine, que tardó 3 años y cientos de cámaras, y aviones, para filmar “Hell's Angels”, que produjo la mítica película “Scarface”, y que dio a conocer al mundo, su obsesión por el cuerpo femenino en “The Outlaw”
Representa, en cierta forma, la figura de un niño, que por diversas razones, se ve obligado a sobrevivir en un mundo de adultos:
Su fascinación con los vasos de leche, su odio incontrolable ante todo el que lo llame “chico”, y su necesidad de gastar sin pensarlo 2 veces todo su dinero, parecen confirmar esta idea.
Más allá de las ambiciones profesionales de Hughes, hay 3 aspectos que marcaron a fuego su vida:
Sus problemas mentales y su controvertida personalidad, y sus intervenciones políticas.
En lo primero, The Aviator hace una gran narración, captando su locura y adicciones desde el comienzo, hasta sus más profundas consecuencias, a medida que nos relata sus tórridos romances con las actrices más requeridas de la época, y su tormentosa vida personal.
En lo segundo, The Aviator elige otro nivel de compromiso, al no brindar demasiados detalles sobre un hombre que fue reconocido activista político.
El contexto socio-político, esta relatado hasta el detalle, al igual que el frívolo y glamoroso ambiente que asomaba por Hollywood en aquellos años:
Desde las fastuosas fiestas que concentraban a las estrellas, y los empresarios más famosos al asedio de la prensa amarillista, sobre los personajes más destacados de una época única.
La manera en que el autor eleva, y centra la atención en el personaje principal, mediante el montaje utilizado para escenas claves como las del comienzo y final, remite al caos interior que vivía este hombre, y nos atrapa en su mundo, a lo largo de las tres horas de duración del metraje.
“Now needless to say the Hercules was a monumental undertaking; it is the largest plane ever built.
It stands three stories high with a wingspan longer than a football field, that's more than a city block!
Now I put the sweat of my life into this thing, I got my reputation all rolled up in it, and I have said several times that if the Hercules fails to fly, I will leave this country and never come back... and I mean it!”
The Aviator no sólo explora sus hazañas, sino también, la vida emocional de Howard Hughes, incluyendo sus amoríos con 2 de las leyendas más grandes de Hollywood:
La elegante actriz de sangre americana, Katharine Hepburn (Cate Blanchett), y la luminosa belleza de las pantallas Ava Gardner (Kate Beckinsale); así como también, la feroz rivalidad de Hughes con el visionario jefe de la Pan American, Juan Trippe (Alec Baldwin); su relación de toda la vida con el que fue su mano derecha Noah Dietrich (John C. Reilly); y sus enfrentamientos públicos con el Senador Owen Brewster (Alan Alda); además de su terrible accidente de aviación, y las fobias que le llevaron al final, a alejarse del mundo.
Aunque hoy en día sea recordado como el excéntrico millonario que terminó por convertirse en un enigmático solitario, pocos conocen la historia completa del empresario industrial Howard Hughes, ni cómo Hughes, un joven que amaba el riesgo, la belleza y la tecnología, se convirtió en una figura emblemática que dio lugar a destacados hitos en los negocios, en la aviación, y en el cine, sólo para perderse en un mundo de miedos y paranoia.
Leonardo DiCaprio deseó fervientemente pilotar en sus escenas de vuelo, pero no le dejaron por problemas de seguro.
Además, el actor confesó que también tiene manías compulsivas como Hughes, como contar las baldosas mientras camina.
Y desde luego, el joven no sólo se ha convertido en el actor fetiche del director, sino que su admiración por el mismo es bien notoria en su oficina de Nueva York, forrada con carteles de sus películas.
DiCaprio sintió cierta afinidad, con algunos elementos de la vida de Hughes, especialmente, en lo relativo a las dificultades de Hughes con la fama, y el implacable acoso de los medios de comunicación.
“Fue el último hombre con intimidad de los Estados Unidos”, comenta DiCaprio.
“A pesar de su ambición, tenía una gran necesidad de soledad y, sin duda alguna, puedo sentirme identificado con eso”
A pesar de todo el glamur, y la aventura presente en la historia, lo que realmente atraía a DiCaprio, eran las escenas más íntimas y emocionales, cuando Hughes está indefenso, y con sus miedos como única compañía.
El productor Graham King, explica que DiCaprio consultó incluso con expertos en el campo del desorden obseso-compulsivo, para entender aún mejor la enfermedad que afligía a Hughes, incluso en la etapa en que era un pionero en el cine y la aviación.
Junto a DiCaprio, a la hora de recrear el mundo que rodeaba a Hughes, se encuentra un reparto coral de actores de primera fila, encontrando en cada uno de ellos, una singular fascinación por las figuras históricas y, en algunos casos, emblemáticas a las que dan vida.
Cate Blanchett imita a Katherine Hepburn en su manera de hablar y de gesticular a la perfección, captando su verdadera dimensión de estrella, sin llegar a la parodia.
“Debo decir que me lo pasé muy bien rebuscando en sus películas, viéndolas todas de nuevo.
Procedía de una época del cine americano, en la que gente como Bette Davis, Humphrey Bogart, y ella misma, son recordados por el modo en el que hablaban, además de por la forma en la que miraban.
Su voz es inconfundible pero, como actriz que soy, sé que la voz que uno usa a la hora de interpretar un personaje, es diferente de la que uno usa en privado, así que busqué las entrevistas emitidas que dio.
No concedió demasiadas cuando era joven, pero la única que dio a Dick Cavett en 1973, cuando todavía se podía apreciar la juventud de su voz, me fue de gran ayuda”
Blanchett también se cuestionó la atracción que sentían la Hepburn y Howard Hughes:
“Howard y Katharine eran parecidos en muchos sentidos, ambos eran personas que iban por la libre, eran extremadamente excéntricos, y también muy atractivos.
Incluso, en cierta forma, lo que ellos veían como sus deficiencias, era justamente lo que les atraía al uno del otro.
Provenían de diferentes estratos sociales, sí, pero ambos tenían suficiente dinero como para liberarse de las ataduras de la sociedad.
Aunque Katharine fuera sociable y una persona positiva, y Howard un hombre más calmado e introspectivo, pienso que veían en el otro a un igual”
El papel de Ava Gardner, la legendaria diosa de la pantalla de los años 40 con la que Howard mantuvo una relación que duró largo tiempo, fue a parar a manos de la actriz Kate Beckinsale.
Beckinsale estuvo encantada de interpretar a una mujer con una constitución tan a prueba de bombas como ella.
John C. Reilly como Noah Dietrich, director financiero de Hughes Aircraft, es quien se convirtió en una de las personas con las que Howard Hughes mantuvo una relación más estrecha.
El papel de Dietrich, el hombre que mantuvo la estructura de la firma de Hughes en medio de todo ese caos, intrigaba al actor:
“Cuando oyes hablar de Howard Hughes, de su excéntrico comportamiento y de sus grandiosos planes, comprendes que tuvo que haber alguien detrás de él, encargado de todos los aspectos prácticos del día a día.
Ese alguien fue Noah”, señala el actor.
Para el papel del competidor más recalcitrante y némesis de Howard Hughes, Juan Trippe, jefe de la compañía aérea Pan American Airlines, y educado en Yale, los realizadores se fijaron en Alec Baldwin.
Baldwin, también, se sintió profundamente interesado en su personaje, un hombre que, aunque dista mucho de ser tan famoso como Howard Hughes, es considerado por muchos, como el principal responsable del desarrollo de las modernas compañías aéreas comerciales en los Estados Unidos.
Un hombre famoso por su tremenda capacidad de persuasión y su instinto, un papel que parecía sentarle como anillo al dedo a Baldwin.
“Trippe fue un gran visionario, tuvo la visión de futuro en los años 20 y 30, de ver el fabuloso negocio que iba a generarse en torno a la aviación comercial”
En muchos sentidos, Trippe era el polo puesto a Hughes, mientras Howard era un disidente inconformista de Texas, que había operado siempre fuera del sistema, Trippe procedía de la élite de la costa este, y tenía grandes conexiones políticas, aunque ambos compartían la misma pasión por volar.
“Creo que veían en el otro, a alguien de su talla, lo que a menudo suele suceder entre los rivales más enconados”, observa Baldwin.
Alan Alda también forma parte del reparto, en un papel inusual para él como el Senador por Maine, Owen Brewster, el poderoso hombre que trata de someter a Howard Hughes, a una investigación pública que al final, se va a volver en contra suya.
En general, en el reparto, interpretan también importantes papeles:
Jude Law como Errol Flynn, el “chico malo” de Hollywood; la cantante de rock Gwen Stefani quien interpreta a Jean Harlow, la sensación rubia de los años 30, que se convirtió en una enorme estrella del celuloide de manos de Howard Hughes y su película “Hell’s Angels”; Matt Ross como Glenn Odekirk, el ingeniero aeronáutico jefe de Hughes; Danny Huston como Jack Frye, el presidente de la TWA; Ian Holm en el papel de un profesor universitario, que se siente atraído por las hazañas aeronáuticas de Howard; Adam Scott como el jefe de prensa de Howard, Johnny Meyer; y Kelli Garner como Faith Domergue, la belleza de 15 años, que Howard pretende convertir en la próxima gran estrella del cine, entre otros.
“There's too much Howard Hughes in Howard Hughes.
That's the trouble”
La producción técnica habla por sí sola, cada detalle artístico nos traslada a los años 30 y 40, y nos hace vivir la época; la música, los decorados, el estilo de Scorsese.
El primer tercio de The Aviator emula los colores de la película “bipack” comercializada en los años 20, basada en 2 bobinas de película, cada una sensibilizada a un color primario, como la combinación de rojo y azul, que se observa en el filme de Scorsese.
Es una decisión formal bastante audaz, como lo es que, a partir de los acontecimientos de 1935, se alternan bloques que simulan los procesos de tecnicolor, que se desarrollaban en los años 30, además de imágenes posteriormente coloreadas; pero en general, me parece más un capricho visual, que una verdadera necesidad narrativa o emocional.
Hay secuencias formidables, como el accidente de avión que casi le cuesta la vida a Hughes, que está muy bien filmado, con una planificación, un ritmo y una fuerza dramática, literalmente sobrecogedores:
Mientras piloteaba el modelo XF-11, un motor falla, y la aeronave se dirige a una zona residencial de Los Ángeles, pero no cualquier zona:
Beverly Hills.
Las llantas del avión atraviesan techos, y éste cae estrepitosamente.
Hughes sobrevive, pero las quemaduras son severas.
Se hicieron modelos a escala para filmar todas las secuencias de aviones, en lugar de hacer uso del CGI en la realización de “Hell’s Angels”
Otra escena, como la secuencia del despegue final, emocionante en cada segundo.
Hay una escena que confieso que me ha enamorado, que es la de la partida de golf entre DiCaprio y Blanchett, con ese césped de color verdeazulado, y que hace que lo recordemos como el campo de golf más emblemático por su color, que jamás hayamos visto.
Cuando llegó la hora del plató de “Hell’s Angels”, Ferretti y compañía, viajaron a Santa Clarita.
Allí, en un árido pedazo de tierra desértica, conocido como “Mystery Mesa”, Ferretti reprodujo el auténtico decorado de las películas en los años 20, completándolo con una colorida colección de biplanos de época, reunidos por Craig Hosking, el coordinador aéreo de The Aviator, y su ayudante Matt Sparrow.
“Pudimos facilitar a Marty, 14 aviones en total, 7 Fokker D-VII, que pintamos para que fueran aviones alemanes, y 7 SE-V ingleses que hacían de los aviones aliados”, señala Hosking.
“Algunos de los aviones todavía podían volar, algunos eran réplicas.
Lo importante es que fueran genuinos.
Marty quería que tuvieran un aspecto realista y lo tenían”
Por otra parte, The Aviator describe muy bien, el trastorno obsesivo en un estado grave.
Aunque no se ha comentado, la primera escena es clave.
En esta escena, se ve a una mujer lavando suavemente, y con mucho cariño, a una persona.
Aunque a primera vista, puede parecer una escena de amor, no es tal, se trata de un niño y una madre; aunque la escena parece algo incestuosa…
En esta misma escena, nos enteramos de la preocupación de la madre porque su hijo contraiga alguna que otra enfermedad.
Esta escena es clave para entender cómo se va desencadenando sus obsesiones, por ejemplo, en la limpieza y la cantidad de rituales obsesivos que tenía Howard.
Estos rituales, no son otra cosa, que una forma de estar identificado al deseo de sobreprotección de esa madre.
Luego, es interesante la cantidad de manifestaciones típicamente obsesivas, que va desarrollando, desde no saber acabar una película en busca de la perfección.
Otro aspecto interesante, es como pretende resolver la imposibilidad de dar con la mujer adecuada, seleccionando, a modo de casting, la persona adecuada, y buscando esta persona angelical y joven, a la cual adaptar a la medida de sus neuronas.
Durante toda su vida, la cuestión de la mujer no la resuelve, y curiosamente, aquella mujer que es la que lo logra sacar de su estado obsesivo casi mortal, es aquella que de alguna manera, sabe jugar el papel de la madre, que nos retrotrae a la primer escena, donde lo afeita, o sea esa mujer, que con la certeza de una madre que lo conoce como si lo hubiera parido, lo afeita, y le da una salida al trastorno que sufría.
Me parece muy interesante, como el director, entronca esta escena con la primera, y como de alguna manera, en la elección de una mujer, tanto en el obsesivo como si no, siempre hay una conexión entre esta mujer sabedora de nuestros deseos, y el amor primario de una madre.
Lo que pasa es que, siempre no es algo tan fácil de descifrar como se conectan ambas identificaciones o rasgos.
En este caso, el elemento significante, es el acto del aseo que las conecta.
El protagonista va encontrando una salida a sus síntomas, en la medida que esta mujer le da una salida, y esta salida pasa por el amor.
“Quarantine.
Q-u-a-r-a-n-t-i-n-e.
Quarantine”
Sin embargo, parece que el guionista, no logra nunca meterse en el interior de sus personajes protagónicos, y nos ofrece unos retratos bidimensionales bastante pálidos, defecto que, engolosinado con las posibilidades de la puesta en escena, Scorsese no vio.
Grave error, la distancia que se forma entre el personaje de Howard Hughes y el espectador es insalvable, pues al desconocer sus reales motivaciones, el personaje se le antoja al espectador un ser caprichoso y enfermizo, que para nada necesita su solidaridad y compasión.
The Aviator permanece siempre fuera del personaje, mirándolo actuar, gritar, correr, tambalearse y caer, pero no se toma ni un minuto del extenso metraje, para analizar cuáles son los motivos del ser humano que sufría dentro de esa poderosa figura externa, llamada Howard Hughes.
Así, este Hughes encarnado por DiCaprio no despierta más que incomodidad, sobre todo, cuando se hacen más manifiestas, las conductas patológicas iniciales de su trastorno obsesivo compulsivo, y que terminarán por llevarlo al punto donde era incompatible cualquier tipo de relación social.
A Scorsese, le ha dado por hacer cine de gran formato, películas “mamut” que pueden llegar a tornarse fatigosas, más si lo que tenemos que presenciar son los actos reiterativos de un hombre habitado por sus compulsivos demonios interiores.
Se omiten algunos detalles tanto de sus logros, premios y demás, como de sus manías:
Se cuenta que, en cierta ocasión, tomó la decisión de no volver a dar la mano a nadie, y lo cumplió, de sus enfermedades, padecía sífilis, su metódico perfeccionismo, ordenó diseñar y fabricar una cama de hospital, que realmente se adaptara a sus necesidades, cuentan que reunía 30 válvulas hidráulicas, de su vida personal, en la cual hubo varios matrimonios, nada se habla de su familia pasado el minuto dos, ni de todos sus problemas con “Hacienda”, le reclamaron millones de dólares que siempre evitó, en fin, faltan muchos, muchísimos detalles, pero harían falta 2 horas más, por lo menos...
Además, el guionista y el director, han idealizado a Hughes, convirtiéndolo en una suerte de prohombre americano, cuando en realidad, se trató de un personaje bastante polémico, y de actuaciones no siempre diáfanas, que incluso se vio involucrado en la cacería de brujas de McCarthy, como persecutor, y en el escándalo de Watergate, eventos posteriores al espectro de tiempo que cubre The Aviator.
Menciono esto último, porque The Aviator no es exactamente una biografía completa de Hughes:
The Aviator se trunca a mediados de los años 40, centrándose en el personaje como cineasta y piloto, lo cual servía a los propósitos de idealización del personaje, y evitaba el tener que tratar con los aspectos más oscuros, y más conocidos de su existencia.
El cine no está obligado a documentar la verdad a todo momento, y las licencias dramáticas son siempre lícitas, pero había que tener cuidado con convertir en improbable héroe, a un hombre que nunca pretendió ser tratado así.
No sabemos qué papel jugaron Errol Flynn, Cary Grant, o Ava Gardner, en la vida de Howard Hurgues, peor aún, no sabemos qué papel cree el propio Scorsese que jugaron, a tenor de la indefinición de las escenas en que aparecen.
El millonario pasa de la locura, a la lucidez, con la velocidad de la claqueta que marca un cambio de plano.
No sabemos del desarrollo de La Segunda Guerra Mundial, o de La Guerra Fría, factor decisivo en la aprobación, y desarrollo de su proyecto aeronáutico.
No sabemos por qué se resuelve tan cinematográficamente mal, el confuso y pobre juicio que se desarrolla en su contra.
No obstante, lo que nos puede parecer risible en los tics, manías y paranoias de estos personajes, es en cambio una tortura y una muerte lenta para ellos.
“Me, I keep healthy.
I take seven showers a day to keep clean, also because I'm so vulgarly referred to as “outdoors-y”
Well, I'm not “outdoors-y” I'm athletic.
I sweat!
There it is, now we both know the sordid truth:
I sweat, and you're deaf.
Aren't we a fine pair of misfits?”
Como con cualquier película biográfica, Logan tuvo que tomarse ciertas licencias en el proceso para dar a la historia una forma artística.
“Cubrir 20 años de la vida de un hombre, en un par de horas, implicaba necesariamente, tener que comprimir ciertos acontecimientos y pasajes, mezclar personajes, y jugar un poco con la cronología, pero se trataba siempre de saber captar al hombre, si no en todo lo que le ocurrió, al menos de la forma más fidedigna posible” explicó el guionista.
Aunque Hughes tuvo romances con varias mujeres famosas, Logan también prefirió limitar el radio de acción de la historia, y centrarse en 2 de las mujeres que más impacto tuvieron en la vida de Hughes.
“Decidimos poner nuestra atención primero, en su relación con Katharine Hepburn, que es considerada la relación más importante de su vida, y en segundo lugar en su relación con Ava Gardner, quien estuvo presente de una forma u otra, en la vida de Howard durante 2 décadas”, comenta Logan.
“Nos concentramos en esas 2 grandes estrellas, no sólo porque representan 2 tipos diferentes de mujeres, sino también por lo que significaron en la vida de Howard:
Cada una tuvo un tremendo efecto sobre él, aliviando sus miedos y su dudas”
Logan también exploró algunas de las dolencias médicas de Hughes:
Su pérdida de audición en la infancia, que le dejó casi sordo, así como también su no diagnosticado desorden obseso-compulsivo que, combinado con su fobia profundamente arraigada hacia los gérmenes, dio lugar a parte de su extraña forma de comportarse.
“Extremadamente consciente de su fragilidad, Hughes tuvo un constante miedo a volverse loco”, dice Logan.
The Aviator es una crítica, a un modo de hacer ensalzado por nuestra sociedad, que consiste en llegar a lo más alto del modo que sea, de hacer realidad nuestros sueños más materiales.
Un modo de hacer que, finalmente, conduce hasta un profundo vacío.
El mundo del cine, siempre ha ejercido fascinación por gran parte de los soñadores, creedores de que todo, y todos los que rondan por dicha industria de sueños poseen las vidas que vemos en las pantallas, la belleza, o el atractivo perfecto de sus estrellas, el dinero de sus productores, grandes mansiones, grandes fiestas, grandes viajes, grandes vidas.
El Hollywood clásico era así, o al menos se preocupaba de dar esa imagen.
Los “paparazzi” de entonces, violaban la intimidad de las estrellas vestidas de lujo en los mejores restaurantes y hoteles, llevando conquistas con americana bajo el brazo, y diamantes alrededor del cuello.
Cómo han cambiado las cosas, y que pocas películas han mostrado esa industria desde dentro.

“You see, Howard, we're not like everyone else.
Too many acute angles.
Too many... eccentricities.
We have to be very careful not to let people in or they'll make us into freaks”



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