Anomalisa
“Our time is limited, we forget that”
Los Síndromes de Falsa Identificación Delirante, tienen su origen en la imposibilidad de registrar la identidad de algo, ya sea un evento, lugar, o incluso una persona.
Hay varios tipos de estos síndromes:
Síndrome de los Dobles Subjetivos, Síndrome de Intermetamorfosis, El Síndrome de Capgras o El Síndrome de Fregoli.
Sin embargo, todos estos síndromes tienen un denominador común:
Todos se deben a un mal funcionamiento del procesamiento de la información familiar.
El Síndrome de Frégoli, en particular, denominado así en recuerdo de Leopoldo Frégoli, actor italiano de principios del siglo XX, que podía interpretar simultáneamente varios papeles en el teatro; es un desorden neuropsiquiátrico, en el que el paciente insiste que conoce a una persona que realmente no conoce.
Se caracteriza porque los pacientes se sienten perseguidos por una persona a la que creen ver en todas partes, por un individuo que es capaz de adquirir la apariencia de alguien conocido, el aspecto de personas de su entorno familiar, cambiando la cara como si fuera un actor.
Por ejemplo, puede confundir a su padre, con alguien desconocido, o creer que todas las personas son la misma.
Como todo delirio, se trata de un sistema de creencias incoercible e inmodificable, que requiere de tratamiento psiquiátrico con medicación del grupo de los neurolépticos.
Existen pocos estudios epidemiológicos, pero en la literatura médica, no hay dudas acerca de su tendencia a la cronicidad, y su mal pronóstico.
Las causas pueden ser un trauma cerebral grave, concretamente si se dañan las regiones temporoparietal derecha o izquierda del cerebro.
Por lo general, se asemeja a un delirio paranoico, produciendo una sintomatología donde encontramos desde delirios, alucinaciones, hasta falta de memoria visual, e incapacidad para controlar de forma adecuada su comportamiento; y en algunos casos, se observan convulsiones, y episodios epilépticos.
Su tratamiento es farmacológico, con antipsicóticos antidepresivos, y dependiendo el caso, anticonvulsivos.
El Síndrome de Fregoli, es un síntoma de falsa identificación que se ha descrito en el 23 - 50% de los pacientes con demencia.
A todo esto, los pacientes de este trastorno se preguntarán:
¿Por qué el ser humano se comporta como lo hace?
¿Qué rige los sentimientos?
¿Es posible llegar a ser feliz?
¿Es posible dejar de estar, y sentirse solo?
“Remember there is someone out there for everyone”
Anomalisa es una película de animación, del año 2015, dirigida por Charlie Kaufman y Duke Johnson.
Protagonizada por David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, y Tom Noonan.
El guión está basado en una obra de teatro, que el mismo Kaufman escribió bajo el seudónimo de Francis Fregoli; y se trata de una comedia dramática, en animación “stop motion” para adultos.
Pero en la representación, era en un estilo cercano al teatro radiofónico, con sólo 3 actores, en el que uno de ellos representaba a 50 personajes.
Nominada al Oscar a la mejor película de animación.
Como curiosidad, el seudónimo de Fregoli, hace referencia al Síndrome de Fregoli, en el que el afectado confunde las identidades del resto, como si todos fuesen la misma persona; mostrándonos una reflexión única sobre el amor, el dolor, y la soledad.
“No hay nada original, todas las expresiones humanas son variaciones infinitas, y hay un número limitado de historias que puedes contar, pero hay un número ilimitado de formas de contar la misma historia”, dijo el realizador Charlie Kaufman.
Su punto de partida en sí mismo, es inteligentísimo, y sumamente irónico:
Anomalisa sigue a un motivador profesional, Michael Stone (David Thewlis):
Casado, padre, y respetado autor de “How May I Help You Help Them?”, un libro sobre servicio al cliente; que lucha contra su incapacidad para conectarse con las demás personas que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida.
Para él, todo el mundo le parece y le suena igual:
Su esposa y su hijo, son 2 extraños más con los que simplemente no es capaz de conectar de una manera adecuada, lo cual es algo que le sucede prácticamente con todas las personas, quienes, desde su perspectiva personal, lucen muy parecidos, y se escuchan igual.
Pero una noche, durante un viaje rutinario de negocios, conoce a alguien que cambia su perspectiva del mundo:
La voz de una chica llamada Lisa (Jennifer Jason Leigh), le suena diferente, y está dispuesto a abandonarlo todo, y a todos, por alcanzar la felicidad con ella.
“Algunos muchachos tienen a una chica hermosa, y la esconden del resto del mundo.
Yo quiero ser de las que caminan en el sol.
Las chicas sólo quieren divertirse”, canta Lisa en una de las escenas más hermosas y desoladoras; porque Lisa encandila a su protagonista por sonar diferente al resto del mundo.
El problema es, qué va a pasar cuando eso que parece diferente, se va a tornar normal para él, y todo vuelva a empezar...
Lo importante son las conclusiones que se pueden sacar sobre el sentido de la vida, el amor, y la felicidad; incluso en los momentos más oscuros y desoladores, siempre hay una salida.
En este caso, la circularidad de Anomalisa, da forma a una de las más precisas disecciones por planos de los gozos y, sobre todo, las miserias que alberga la cotidianidad en el hombre actual.
“I think you're extraordinary”
Charlie Kaufman, escribió la obra de teatro original, con el seudónimo de Francis Fregoli, para el Theater of the New Ear, una producción compuesta de lo que se denominaron “obras de sonido”, con la música del compositor Carter Burwell.
En un principio, Kaufman estaba en contra de la idea de convertir la obra en una película animada, al decir que la primera tenía “una desconexión entre lo que se dice en el escenario, y lo que la audiencia está viendo:
Allí está Tom, interpretando a todos esos personajes, allí están Jennifer y David teniendo sexo, cuando en realidad, sólo están parados en el escenario gimiendo.
Eso se perdería”, aseguró.
Posteriormente, concibieron una nueva forma para hacer el filme, aunque el guión se mantuvo “virtualmente igual” que la obra original.
La idea del amor como tabla de salvación, florece con delicadeza en Anomalisa, creada para rescatar a su autor del ostracismo.
Para Kaufman, el amor es un vendaval liberador, una sacudida que puede iluminar la realidad más gris, para luego, con su eclipse, devolvernos a la oscuridad.
Extraña, y agridulce, Kaufman la financió gracias a Kickstarter, porque la gente no pudo dejar de confiar en él.
Y recaudó su presupuesto en Kickstarter, con la premisa de “producir este film hermoso y único, por fuera del típico estudio de Hollywood, donde creemos que ustedes, la audiencia, nunca podrían disfrutar esta brillante obra de la manera en que originalmente fue concebida”
Con la propuesta de que sería un cortometraje “de aproximadamente 40 minutos”, fueron 5,770 usuarios, los que brindaron su patrocinio para dar vida al proyecto, y recaudaron entre ellos, $406,237.
Dado el éxito en Kickstarter, la compañía productora de Anomalisa, Starburns Industries, contó con financiamiento adicional, que le permitió expandir el proyecto, a un largometraje de 80 minutos.
Curioso aspecto técnico, como el de las caras de los personajes, las voces, y el estilismo de la animación…
Empezando por las marionetas, fueron creadas utilizando impresoras 3D, y Johnson no estuvo de acuerdo, cuando recibió la crítica de que ese tipo de animación realista, sería “perturbadora y poco atractiva”
Para ese fin, explicó que uno de los objetivos de Anomalisa, era que los espectadores “olvidaran que estaban viendo algo animado, y que sólo se dejaran llevar por la escena”, y añadió que “el desafío con tener tantas cosas animadas, es que siempre eres consciente de la animación, así que nos preguntamos
¿Qué tal si escapamos a eso?
¿Cómo se vería?”
Y desde el primer fotograma, es exactamente lo que promete el título:
La más brillante “anomalía”, de eso trata, que ha visto una pantalla en los últimos tiempos.
Y no sólo eso, también es una película animada mediante la técnica “stop-motion” que, literalmente, nos convierte, personajes y espectadores, en marionetas, en sujetos pasivos y pacientes de la enfermedad de estar vivo.
En efecto, el segundo largometraje del siempre original Charlie Kaufman, es un filme animado que nos habla sobre la soledad, una de las emociones más humanas, profundas, y complejas que existen.
Y decide apoyarse en Duke Johnson, con experiencia en el terreno de la animación, y crear con él, una historia que reflexiona sobre el tema.
Una pantalla en negro, aparece al principio del relato, y se escucha una cascada de voces que dicen distintas cosas, pero que en conjunto, suenan iguales.
Esta es una de las primeras pistas sutiles que Kaufman ha dispuesto, para que el espectador vaya captando lo que sucede…
Ambientada en su mayor parte en un gigantesco hotel, que funciona como “un palacio de almas perdidas”, Anomalisa observa sin mayores artificios formales, más allá de la artesana animación, claro; la odisea de Michael Stone, otro hombre neurótico y depresivo para la colección de Kaufman.
Con un afinado sentido del humor que gana enteros gracias a la “muñequil” inexpresividad de los personajes, Anomalisa se acerca con delicadeza, a las dificultades que haya Stone para conectar con cualquier ser humano, incluido él mismo.
Y es, no por casualidad, un experto en “atención al cliente”
Todos, con más o menos pericia, lo somos…
El hombre, llega a un hotel lo suficientemente impersonal, para que aparezcan las dudas.
De repente, nada tiene sentido.
Ni la llamada de rigor a la familia, ni el recuerdo de un amor olvidado hace ya 10 años, ni la posibilidad cierta de una aventura, al calor de unas sábanas frías y anónimas.
El resto de personajes, sorprendentemente no se queda atrás; y permiten a Kaufman y Johnson, jugar con la voz de los personajes:
David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan, en la versión original, repiten el efecto, al principio desconcertante, del actor que interpreta a 50 personas distintas; y el momento en que entendemos el porqué del uso de la voz, es realmente brillante.
Sólo 3 voces se escuchan a lo largo del metraje, y cada una de ellas funciona.
En particular, Jennifer Jason Leigh, la única voz de mujer en el film, aunque no la única mujer que aparece; llena con su voz de ternura y tristeza a su personaje, esa Lisa que sabe que es diferente, que no se considera linda ni inteligente, pero también por eso es especial, una “Anomali(s)a”
“La anomalía que es Lisa”, en una vida por la que nuestro protagonista avanza con desánimo; y somos testigos de cómo Michael se relaciona con diversos personajes secundarios; todos ellos doblados con la maravillosa voz de Tom Noonan, y de las hilarantes conversaciones que tienen, con un tono humorístico simple, pero muy efectivo, y que funciona mucho mejor que la mayoría de comedias.
Sin embargo, no es otra que la propia Lisa, “la chica anómala”, la que nos roba el corazón.
Nos encontramos ante una mujer frágil, común y corriente, véase lo poco estilizada que es físicamente, no muy agraciada, y con complejo de inferioridad, pero que posee una chispa y una gracia que, a ojos de Michael, y del público, se vuelve el ser humano más mágico y maravilloso del mundo.
A medida que avanza la trama, el espectador es invitado a formar parte del juego de representación que es toda ella.
Los títeres, no aspiran a copiar los gestos humanos como si se tratara de su imagen sobre un espejo, sino a convertirlos en signos nuevos, a reconstruir desde dentro, la emoción que les da sentido.
De forma no tan involuntaria, la propuesta de Kaufman es a la vez que un relato de la soledad y el miedo, de eso va; y una reflexión sobre el cine, el arte, y su capacidad para representar la vida.
Como dato, en la recta final de Anomalisa, el guionista no puede evitar la tentación de incursionar en un surrealismo angustiado que parece más una deuda personal, de Kaufman consigo mismo; que una expresión natural.
Luego, las pullas a “La América de George W. Bush” puesto que la acción transcurre en 2005; también aparecen como un gancho algo gratuito.
Algunos baches que no ensombrecen el interés global de esta curiosa investigación en miniatura, de la alienación del hombre moderno, y la naturaleza ilusoria del amor; con una dura crítica muy bien emplazada, que puede caer en el olvido consciente del espectador, pero que sin duda es un pequeño momento de gloria para el guionista.
A diferencia de lo que nos tiene acostumbrados en trabajos previos como guionista y director, aquí no hay escenas delirantes, ni sucesos extraños.
Bueno, en realidad sí hay uno, pero es justificado como una pesadilla nocturna de Stone.
Lo “anómalo” no estalla en la trama de forma rampante, como pasa en sus anteriores guiones, porque ya se encuentra allí, omnipresente en ese mundo donde todo transcurre “normalmente”, donde no parece ocurrir nada.
Lo “anómalo” está oculto en cada voz que Stone escucha, cada gesto que le dirigen, cada pasillo que recorre, cada auto o avión que aborda.
Lo “anómalo” habla con él, duerme con él, discute con él, le grita… como si intentase hacerlo consciente, de que quizás lo único anómalo en esa realidad, es él, y que lo que busca, no está, y tal vez nunca estuvo en ese mundo.
Pero más allá, las marionetas, perfectamente animadas por Duke Johnson, aciertan a ser ellas mismas, un delicado y preciso estudio sobre cosas tales como la comunicación:
¿Somos los que creemos ser, o lo que los demás creen que somos?
Sobre la identidad:
¿Somos acaso algo más que la máscara que construimos de nosotros?
Y, claro está, el amor:
¿Qué sentido tiene nada, sin la certeza del reconocimiento en otro?
Como punto cercano a lo magistral, este cambio de registro ha permitido a Kaufman, insertar un erotismo, que hubiera resultado imposible plasmar en un formato más convencional “de carne y hueso”
Todo fluye con sencillez y cercanía, de un modo adulto, como expresión natural de la crisis de identidad que sufre el individuo en la sociedad del bienestar, donde una vez cubiertas de sobra las necesidades básicas, la propia experiencia vital, se torna confusa, y vacía.
A título preventivo, y para “los anales”, digamos que nunca antes se vio una escena de sexo, tan íntima y precisa, entre... ¿muñecos?
No se puede dejar de destacar, lo cercano y realista de las situaciones y los sentimientos.
El hecho de que sea una película de animación, no le quita ni un ápice de verosimilitud a la historia.
Hay una escena de sexo, por ejemplo, en que la torpeza de los movimientos, la ternura, las palabras, todo lo que la rodea, la convierten en una de las escenas de sexo más realistas que nunca hayamos visto en una pantalla.
Anomalisa, no es sino una sutil metáfora sobre la alienación y la pérdida de la identidad que permean muchos aspectos de nuestra cotidianidad, donde los sentimientos reales y puros, parecen ser lo único capaz de traer luz, aunque sea fugazmente, para abatir el hastío y el sinsentido de la vida moderna.
El problema de Anomalisa, es que puede no empatizar con lo que se está contando; puesto que es una película tristísima, desesperanzadora, apagada, que me deja muy mal cuerpo, y con una sensación amarga.
En definitiva, Anomalisa vuelve a reflexionar sobre la intratable metástasis de la repetición de patrones sentimentales y conductuales; y sobre la certeza de que el problema está en los ojos del que mira.
“Each person you speak to has had a day, some other days have been good, some bad”
El impacto de lo que es superficial, de lo que asumimos como normal, nos lleva a un estilo de vida lleno de infelicidad.
Cómo es sentirse solo, y sentir un vacío que no es fácil de llenar, se centra en la vida cotidiana de alguien que no puede estar bien en plenitud, y que se debe conformar con guardar las apariencias.
Hay veces, en las que simplemente no es sencillo estar con las demás personas, y Anomalisa ejemplifica a la perfección, cómo pueden ser dichas situaciones.
Si tan solo las personas con las que interaccionamos, puntual o periódicamente no nos interesan, si no destacan para nosotros de alguna forma…
¿No las vemos y oímos a todas igual?
Son ruido dentro de nuestra vida, pero quizás acaban arrastrándonos a ese anonimato global y globalizado.
Y cuando conocemos a alguien que destaca entre los demás, que nos despierta el interés por una mirada, por un gesto, por su tono de voz, incluso…
¿Acaso no sobresale entre todos los demás, sacándonos de nuestra apatía, de nuestro entorno frío, gris, y mimético?
El amor, ese sentimiento que nos mantiene vivos, y que trasciende cualquier dimensión… hace destacar y sobresalir.
Todo lo convierte en único.
“Look for what is special about each individual, focus on that”
Los Síndromes de Falsa Identificación Delirante, tienen su origen en la imposibilidad de registrar la identidad de algo, ya sea un evento, lugar, o incluso una persona.
Hay varios tipos de estos síndromes:
Síndrome de los Dobles Subjetivos, Síndrome de Intermetamorfosis, El Síndrome de Capgras o El Síndrome de Fregoli.
Sin embargo, todos estos síndromes tienen un denominador común:
Todos se deben a un mal funcionamiento del procesamiento de la información familiar.
El Síndrome de Frégoli, en particular, denominado así en recuerdo de Leopoldo Frégoli, actor italiano de principios del siglo XX, que podía interpretar simultáneamente varios papeles en el teatro; es un desorden neuropsiquiátrico, en el que el paciente insiste que conoce a una persona que realmente no conoce.
Se caracteriza porque los pacientes se sienten perseguidos por una persona a la que creen ver en todas partes, por un individuo que es capaz de adquirir la apariencia de alguien conocido, el aspecto de personas de su entorno familiar, cambiando la cara como si fuera un actor.
Por ejemplo, puede confundir a su padre, con alguien desconocido, o creer que todas las personas son la misma.
Como todo delirio, se trata de un sistema de creencias incoercible e inmodificable, que requiere de tratamiento psiquiátrico con medicación del grupo de los neurolépticos.
Existen pocos estudios epidemiológicos, pero en la literatura médica, no hay dudas acerca de su tendencia a la cronicidad, y su mal pronóstico.
Las causas pueden ser un trauma cerebral grave, concretamente si se dañan las regiones temporoparietal derecha o izquierda del cerebro.
Por lo general, se asemeja a un delirio paranoico, produciendo una sintomatología donde encontramos desde delirios, alucinaciones, hasta falta de memoria visual, e incapacidad para controlar de forma adecuada su comportamiento; y en algunos casos, se observan convulsiones, y episodios epilépticos.
Su tratamiento es farmacológico, con antipsicóticos antidepresivos, y dependiendo el caso, anticonvulsivos.
El Síndrome de Fregoli, es un síntoma de falsa identificación que se ha descrito en el 23 - 50% de los pacientes con demencia.
A todo esto, los pacientes de este trastorno se preguntarán:
¿Por qué el ser humano se comporta como lo hace?
¿Qué rige los sentimientos?
¿Es posible llegar a ser feliz?
¿Es posible dejar de estar, y sentirse solo?
“Remember there is someone out there for everyone”
Anomalisa es una película de animación, del año 2015, dirigida por Charlie Kaufman y Duke Johnson.
Protagonizada por David Thewlis, Jennifer Jason Leigh, y Tom Noonan.
El guión está basado en una obra de teatro, que el mismo Kaufman escribió bajo el seudónimo de Francis Fregoli; y se trata de una comedia dramática, en animación “stop motion” para adultos.
Pero en la representación, era en un estilo cercano al teatro radiofónico, con sólo 3 actores, en el que uno de ellos representaba a 50 personajes.
Nominada al Oscar a la mejor película de animación.
Como curiosidad, el seudónimo de Fregoli, hace referencia al Síndrome de Fregoli, en el que el afectado confunde las identidades del resto, como si todos fuesen la misma persona; mostrándonos una reflexión única sobre el amor, el dolor, y la soledad.
“No hay nada original, todas las expresiones humanas son variaciones infinitas, y hay un número limitado de historias que puedes contar, pero hay un número ilimitado de formas de contar la misma historia”, dijo el realizador Charlie Kaufman.
Su punto de partida en sí mismo, es inteligentísimo, y sumamente irónico:
Anomalisa sigue a un motivador profesional, Michael Stone (David Thewlis):
Casado, padre, y respetado autor de “How May I Help You Help Them?”, un libro sobre servicio al cliente; que lucha contra su incapacidad para conectarse con las demás personas que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida.
Para él, todo el mundo le parece y le suena igual:
Su esposa y su hijo, son 2 extraños más con los que simplemente no es capaz de conectar de una manera adecuada, lo cual es algo que le sucede prácticamente con todas las personas, quienes, desde su perspectiva personal, lucen muy parecidos, y se escuchan igual.
Pero una noche, durante un viaje rutinario de negocios, conoce a alguien que cambia su perspectiva del mundo:
La voz de una chica llamada Lisa (Jennifer Jason Leigh), le suena diferente, y está dispuesto a abandonarlo todo, y a todos, por alcanzar la felicidad con ella.
“Algunos muchachos tienen a una chica hermosa, y la esconden del resto del mundo.
Yo quiero ser de las que caminan en el sol.
Las chicas sólo quieren divertirse”, canta Lisa en una de las escenas más hermosas y desoladoras; porque Lisa encandila a su protagonista por sonar diferente al resto del mundo.
El problema es, qué va a pasar cuando eso que parece diferente, se va a tornar normal para él, y todo vuelva a empezar...
Lo importante son las conclusiones que se pueden sacar sobre el sentido de la vida, el amor, y la felicidad; incluso en los momentos más oscuros y desoladores, siempre hay una salida.
En este caso, la circularidad de Anomalisa, da forma a una de las más precisas disecciones por planos de los gozos y, sobre todo, las miserias que alberga la cotidianidad en el hombre actual.
“I think you're extraordinary”
Charlie Kaufman, escribió la obra de teatro original, con el seudónimo de Francis Fregoli, para el Theater of the New Ear, una producción compuesta de lo que se denominaron “obras de sonido”, con la música del compositor Carter Burwell.
En un principio, Kaufman estaba en contra de la idea de convertir la obra en una película animada, al decir que la primera tenía “una desconexión entre lo que se dice en el escenario, y lo que la audiencia está viendo:
Allí está Tom, interpretando a todos esos personajes, allí están Jennifer y David teniendo sexo, cuando en realidad, sólo están parados en el escenario gimiendo.
Eso se perdería”, aseguró.
Posteriormente, concibieron una nueva forma para hacer el filme, aunque el guión se mantuvo “virtualmente igual” que la obra original.
La idea del amor como tabla de salvación, florece con delicadeza en Anomalisa, creada para rescatar a su autor del ostracismo.
Para Kaufman, el amor es un vendaval liberador, una sacudida que puede iluminar la realidad más gris, para luego, con su eclipse, devolvernos a la oscuridad.
Extraña, y agridulce, Kaufman la financió gracias a Kickstarter, porque la gente no pudo dejar de confiar en él.
Y recaudó su presupuesto en Kickstarter, con la premisa de “producir este film hermoso y único, por fuera del típico estudio de Hollywood, donde creemos que ustedes, la audiencia, nunca podrían disfrutar esta brillante obra de la manera en que originalmente fue concebida”
Con la propuesta de que sería un cortometraje “de aproximadamente 40 minutos”, fueron 5,770 usuarios, los que brindaron su patrocinio para dar vida al proyecto, y recaudaron entre ellos, $406,237.
Dado el éxito en Kickstarter, la compañía productora de Anomalisa, Starburns Industries, contó con financiamiento adicional, que le permitió expandir el proyecto, a un largometraje de 80 minutos.
Curioso aspecto técnico, como el de las caras de los personajes, las voces, y el estilismo de la animación…
Empezando por las marionetas, fueron creadas utilizando impresoras 3D, y Johnson no estuvo de acuerdo, cuando recibió la crítica de que ese tipo de animación realista, sería “perturbadora y poco atractiva”
Para ese fin, explicó que uno de los objetivos de Anomalisa, era que los espectadores “olvidaran que estaban viendo algo animado, y que sólo se dejaran llevar por la escena”, y añadió que “el desafío con tener tantas cosas animadas, es que siempre eres consciente de la animación, así que nos preguntamos
¿Qué tal si escapamos a eso?
¿Cómo se vería?”
Y desde el primer fotograma, es exactamente lo que promete el título:
La más brillante “anomalía”, de eso trata, que ha visto una pantalla en los últimos tiempos.
Y no sólo eso, también es una película animada mediante la técnica “stop-motion” que, literalmente, nos convierte, personajes y espectadores, en marionetas, en sujetos pasivos y pacientes de la enfermedad de estar vivo.
En efecto, el segundo largometraje del siempre original Charlie Kaufman, es un filme animado que nos habla sobre la soledad, una de las emociones más humanas, profundas, y complejas que existen.
Y decide apoyarse en Duke Johnson, con experiencia en el terreno de la animación, y crear con él, una historia que reflexiona sobre el tema.
Una pantalla en negro, aparece al principio del relato, y se escucha una cascada de voces que dicen distintas cosas, pero que en conjunto, suenan iguales.
Esta es una de las primeras pistas sutiles que Kaufman ha dispuesto, para que el espectador vaya captando lo que sucede…
Ambientada en su mayor parte en un gigantesco hotel, que funciona como “un palacio de almas perdidas”, Anomalisa observa sin mayores artificios formales, más allá de la artesana animación, claro; la odisea de Michael Stone, otro hombre neurótico y depresivo para la colección de Kaufman.
Con un afinado sentido del humor que gana enteros gracias a la “muñequil” inexpresividad de los personajes, Anomalisa se acerca con delicadeza, a las dificultades que haya Stone para conectar con cualquier ser humano, incluido él mismo.
Y es, no por casualidad, un experto en “atención al cliente”
Todos, con más o menos pericia, lo somos…
El hombre, llega a un hotel lo suficientemente impersonal, para que aparezcan las dudas.
De repente, nada tiene sentido.
Ni la llamada de rigor a la familia, ni el recuerdo de un amor olvidado hace ya 10 años, ni la posibilidad cierta de una aventura, al calor de unas sábanas frías y anónimas.
El resto de personajes, sorprendentemente no se queda atrás; y permiten a Kaufman y Johnson, jugar con la voz de los personajes:
David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan, en la versión original, repiten el efecto, al principio desconcertante, del actor que interpreta a 50 personas distintas; y el momento en que entendemos el porqué del uso de la voz, es realmente brillante.
Sólo 3 voces se escuchan a lo largo del metraje, y cada una de ellas funciona.
En particular, Jennifer Jason Leigh, la única voz de mujer en el film, aunque no la única mujer que aparece; llena con su voz de ternura y tristeza a su personaje, esa Lisa que sabe que es diferente, que no se considera linda ni inteligente, pero también por eso es especial, una “Anomali(s)a”
“La anomalía que es Lisa”, en una vida por la que nuestro protagonista avanza con desánimo; y somos testigos de cómo Michael se relaciona con diversos personajes secundarios; todos ellos doblados con la maravillosa voz de Tom Noonan, y de las hilarantes conversaciones que tienen, con un tono humorístico simple, pero muy efectivo, y que funciona mucho mejor que la mayoría de comedias.
Sin embargo, no es otra que la propia Lisa, “la chica anómala”, la que nos roba el corazón.
Nos encontramos ante una mujer frágil, común y corriente, véase lo poco estilizada que es físicamente, no muy agraciada, y con complejo de inferioridad, pero que posee una chispa y una gracia que, a ojos de Michael, y del público, se vuelve el ser humano más mágico y maravilloso del mundo.
A medida que avanza la trama, el espectador es invitado a formar parte del juego de representación que es toda ella.
Los títeres, no aspiran a copiar los gestos humanos como si se tratara de su imagen sobre un espejo, sino a convertirlos en signos nuevos, a reconstruir desde dentro, la emoción que les da sentido.
De forma no tan involuntaria, la propuesta de Kaufman es a la vez que un relato de la soledad y el miedo, de eso va; y una reflexión sobre el cine, el arte, y su capacidad para representar la vida.
Como dato, en la recta final de Anomalisa, el guionista no puede evitar la tentación de incursionar en un surrealismo angustiado que parece más una deuda personal, de Kaufman consigo mismo; que una expresión natural.
Luego, las pullas a “La América de George W. Bush” puesto que la acción transcurre en 2005; también aparecen como un gancho algo gratuito.
Algunos baches que no ensombrecen el interés global de esta curiosa investigación en miniatura, de la alienación del hombre moderno, y la naturaleza ilusoria del amor; con una dura crítica muy bien emplazada, que puede caer en el olvido consciente del espectador, pero que sin duda es un pequeño momento de gloria para el guionista.
A diferencia de lo que nos tiene acostumbrados en trabajos previos como guionista y director, aquí no hay escenas delirantes, ni sucesos extraños.
Bueno, en realidad sí hay uno, pero es justificado como una pesadilla nocturna de Stone.
Lo “anómalo” no estalla en la trama de forma rampante, como pasa en sus anteriores guiones, porque ya se encuentra allí, omnipresente en ese mundo donde todo transcurre “normalmente”, donde no parece ocurrir nada.
Lo “anómalo” está oculto en cada voz que Stone escucha, cada gesto que le dirigen, cada pasillo que recorre, cada auto o avión que aborda.
Lo “anómalo” habla con él, duerme con él, discute con él, le grita… como si intentase hacerlo consciente, de que quizás lo único anómalo en esa realidad, es él, y que lo que busca, no está, y tal vez nunca estuvo en ese mundo.
Pero más allá, las marionetas, perfectamente animadas por Duke Johnson, aciertan a ser ellas mismas, un delicado y preciso estudio sobre cosas tales como la comunicación:
¿Somos los que creemos ser, o lo que los demás creen que somos?
Sobre la identidad:
¿Somos acaso algo más que la máscara que construimos de nosotros?
Y, claro está, el amor:
¿Qué sentido tiene nada, sin la certeza del reconocimiento en otro?
Como punto cercano a lo magistral, este cambio de registro ha permitido a Kaufman, insertar un erotismo, que hubiera resultado imposible plasmar en un formato más convencional “de carne y hueso”
Todo fluye con sencillez y cercanía, de un modo adulto, como expresión natural de la crisis de identidad que sufre el individuo en la sociedad del bienestar, donde una vez cubiertas de sobra las necesidades básicas, la propia experiencia vital, se torna confusa, y vacía.
A título preventivo, y para “los anales”, digamos que nunca antes se vio una escena de sexo, tan íntima y precisa, entre... ¿muñecos?
No se puede dejar de destacar, lo cercano y realista de las situaciones y los sentimientos.
El hecho de que sea una película de animación, no le quita ni un ápice de verosimilitud a la historia.
Hay una escena de sexo, por ejemplo, en que la torpeza de los movimientos, la ternura, las palabras, todo lo que la rodea, la convierten en una de las escenas de sexo más realistas que nunca hayamos visto en una pantalla.
Anomalisa, no es sino una sutil metáfora sobre la alienación y la pérdida de la identidad que permean muchos aspectos de nuestra cotidianidad, donde los sentimientos reales y puros, parecen ser lo único capaz de traer luz, aunque sea fugazmente, para abatir el hastío y el sinsentido de la vida moderna.
El problema de Anomalisa, es que puede no empatizar con lo que se está contando; puesto que es una película tristísima, desesperanzadora, apagada, que me deja muy mal cuerpo, y con una sensación amarga.
En definitiva, Anomalisa vuelve a reflexionar sobre la intratable metástasis de la repetición de patrones sentimentales y conductuales; y sobre la certeza de que el problema está en los ojos del que mira.
“Each person you speak to has had a day, some other days have been good, some bad”
El impacto de lo que es superficial, de lo que asumimos como normal, nos lleva a un estilo de vida lleno de infelicidad.
Cómo es sentirse solo, y sentir un vacío que no es fácil de llenar, se centra en la vida cotidiana de alguien que no puede estar bien en plenitud, y que se debe conformar con guardar las apariencias.
Hay veces, en las que simplemente no es sencillo estar con las demás personas, y Anomalisa ejemplifica a la perfección, cómo pueden ser dichas situaciones.
Si tan solo las personas con las que interaccionamos, puntual o periódicamente no nos interesan, si no destacan para nosotros de alguna forma…
¿No las vemos y oímos a todas igual?
Son ruido dentro de nuestra vida, pero quizás acaban arrastrándonos a ese anonimato global y globalizado.
Y cuando conocemos a alguien que destaca entre los demás, que nos despierta el interés por una mirada, por un gesto, por su tono de voz, incluso…
¿Acaso no sobresale entre todos los demás, sacándonos de nuestra apatía, de nuestro entorno frío, gris, y mimético?
El amor, ese sentimiento que nos mantiene vivos, y que trasciende cualquier dimensión… hace destacar y sobresalir.
Todo lo convierte en único.
“Look for what is special about each individual, focus on that”
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