Macbeth

“All hail”

Quien no ha oído nunca hablar de “Macbeth”
¿Nadie?
Por supuesto; la historia de cómo un soldado es incitado a cometer regicidio por su ambiciosa esposa, y de cómo la sed de poder, el fanatismo y la paranoia, lo empujan al abismo de la locura, es una de las obras más icónicas de William Shakespeare, y de las que han sido llevadas a la pantalla.
“Macbeth”, es una tragedia en 5 actos, escrita en prosa y en verso por Shakespeare, que fue probablemente escrita, entre 1599 y 1606; y estrenada poco después; siendo publicada por primera vez, en 1623, en la edición conocida como “First Folio”
“Macbeth”, es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida.
No hay seguridad absoluta, de que la tragedia sea en su totalidad obra de Shakespeare, ya que algunos afirman, que ciertos pasajes podrían ser adiciones posteriores del dramaturgo Thomas Middleton, cuya obra “The Witch” tiene múltiples afinidades con “Macbeth”
La obra, está libremente basada a su vez, en el relato de la vida de un personaje histórico, Macbeth, que fue Rey de los escoceses, entre 1040 y 1057.
Pero la fuente principal de Shakespeare para esta tragedia, fueron Las Crónicas de Raphael Holinshed, obra de la que extrajo también los argumentos de sus obras históricas.
Holinshed se basó a su vez, en “Historia Gentis Scotorum” o “Historia de Los Escoceses”, obra escrita en latín, por el autor escocés Hector Boece, e impresa por primera vez en París, en 1527.
Para agradar a su mecenas, El Rey James V de Escocia, Boece había oscurecido deliberadamente la figura de Macbeth, con el fin de exaltar a un hipotético antepasado del Rey, Banquo.
La obra comienza, cuando El Rey Duncan, con la ayuda de Macbeth, vence y echa a los irlandeses y escandinavos, que habían invadido las tierras altas de Escocia.
De regreso de la batalla, Macbeth, acompañado de su fiel compañero Banquo, se encuentran en el camino con 3 brujas, quienes los saludan, llamándolo primero “Thane of Glamis”, y después “Thane of Cawdor”; y a Banquo le profetizan, que sus hijos serán reyes.
Dichas profecías, intrigan a Macbeth, quien se las cuenta a su mujer, la cual incitará a su marido a desafiar las profecías anunciadas por las brujas del camino, y transformarse en nuevo Rey.
La fuerza dramática del texto, la universalidad de sus temas, la cadencia de sus palabras, hacen que uno vea, una y otra vez la obra, y pueda comprobar que no solo resisten el tiempo que pasa, sino también sigue manteniendo su interés y vigencia.
Ello es porque es una obra de valor universal.
Reflejan al hombre con sus virtudes y defectos.
Por esa misma razón, poco importa la forma, los cambios de escenario, el formato artístico, los diferentes directores y/o actores que participan…
Todos agregan algo, su propia visión de la obra.
Las diferentes interpretaciones, lejos de traicionar el espíritu shakesperiano, hacen a la vigencia del gran dramaturgo y comediante inglés, para que cada obra permanezca en el tiempo, y cada vuelta de tuerca sobre ellas, nos haga mantener el interés intacto para verlas con el mismo entusiasmo de siempre.
Hasta aquí, las versiones que previamente había visto, siempre hacían hincapié en el tema de la ambición desmedida de poder, colocando a Lady Macbeth como la artífice de esa ambición, y como una gran manipuladora de su marido, ocupando el papel preponderante de la trama.
Ambición y traición, son temas estrechamente relacionados; y “Macbeth” puede verse como una advertencia acerca de los peligros que entraña la ambición.
La ambición, es el rasgo principal del carácter de Macbeth y de Lady Macbeth, y la causa de su ruina.
Aparece por primera vez, cuando a comienzos del acto II, Macbeth asesina a su Rey, al que debe lealtad, y que acaba además de recompensarle con un título; y se reitera cuando ordena matar a su amigo Banquo, en el acto III.
Antes de eso, el tema de la traición había aparecido ya tras la profecía, en el acto III.
Visiones y el sentimiento de culpa…
A lo largo de la obra, Macbeth y su esposa sufren varias visiones:
En la escena primera del segundo acto, poco antes de asesinar a Duncan, Macbeth cree ver un puñal ensangrentado flotando ante sí…
Más adelante, en la escena primera del quinto acto, Lady Macbeth, sonámbula, ve en sus manos manchas de sangre que no consigue lavar, imagen con la que se muestran sus remordimientos, por su responsabilidad en el asesinato de Duncan.
Una tercera visión, aunque no está claro si se trata de una alucinación de Macbeth, atormentado por su conciencia culpable, o de la aparición sobrenatural de un fantasma, es el espectro de Banquo, que se presenta en el banquete, durante el acto III, escena IV.
Es importante resaltar, que el texto llega a nosotros, únicamente a través del “First Folio”, a diferencia de otras obras de Shakespeare, de las que además, se conservan algunas ediciones en “cuartos”, aprobadas unas por el autor, y otras provenientes de la labor de memorillos.
Cierta corriente de la crítica, sostiene que dada la extensión menor de esta obra, en relación con otras tragedias del Folio, puede argumentarse que lo que ha llegado a nosotros, sea un resumen de la obra completa de Shakespeare, justificado además por la existencia de ciertos pasajes oscuros en el texto, que dan la impresión de necesitar información adicional para ser interpretados dentro del contexto de la obra.
El universo de Shakespeare, lógicamente supone una frecuente tentación para el cine, pero también, ofrece un riesgo notable.
Lo que este hombre genial narró sobre las múltiples facetas de la condición humana, sus memorables personajes, el maravilloso lenguaje que utilizó para describir sentimientos, pensamientos, y conductas, la atmósfera que desprende su obra, corre el peligro al trasladarlo a imágenes y sonidos de perder su esencia, de que ese cine resulte teatral en el peor sentido.
La tragedia shakespeariana de “Macbeth”, ha inspirado a numerosos cineastas, desde Orson Welles en 1948, Akira Kurosawa en 1957; hasta Roman Polanski en 1971, por sólo nombrar algunos; que adaptaron al lenguaje audiovisual, el relato de ambición desmedida que concibió el autor inglés.
Curiosamente, ni Laurence Olivier ni Kenneth Branagh, llevaron nunca a la gran pantalla la pieza que nos ocupa, a pesar de ser una de las más versionadas del catálogo de su autor.
Esta fuente inagotable de pasiones humanas, es retomada de tanto en cuanto en la cartelera.
La primera obra conocida en el cine fue “Macbeth”, una película británica, silente, protagonizada por Frank Benson en 1911; hasta hay una ópera “Macbeth” escrita en 1847 por Giuseppe Verdi; cuyo registro sobresaliente lo tiene Maria Callas en el papel de la ambiciosa Lady Macbeth, en una representación de inicio de La Temporada del Teatro alla Scala de Milán, en 1952.
“I am in blood, stepped in so far”
Macbeth es un drama del año 2015, dirigido por Justin Kurzel.
Protagonizado por Michael Fassbender, Marion Cotillard, David Thewlis, Elizabeth Debicki, Jack Reynor, Sean Harris, Paddy Considine, Julian Seager, David Hayman, James Michael Rankin, Barrie Martin, Ross Anderson, entre otros.
El guión es de Todd Louiso, Jacob Koskoff, y Michael Lesslie, basados en la obra original de William Shakespeare del mismo nombre.
Macbeth se ha rodado en 7 semanas, 36 días para ser exactos, en escenarios íntegramente exteriores en Inglaterra y Escocia, con excepción de 6 días.
“La autenticidad, era un objetivo prioritario para el realizador” precisa la productora, Laura Hastings-Smith; tanto que la obra estuvo nominada a La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes.
Macbeth, Duque de Escocia (Michael Fassbender), recibe una profecía de un trío de brujas, que le anuncian que primero recibirá el título de “Thane”, y luego será “Rey”, por lo que comienza a fantasear con el poder...
Consumido por la ambición, y alentado a la acción por su propia esposa, Lady Macbeth (Marion Cotillard), Macbeth asesina al Rey, y ocupa su trono.
El deseo de poder es creciente, pero también surge la culpa en el nuevo Rey, y el remordimiento en su cruel esposa, además de la intranquilidad de Macbeth por la posible pérdida del reinado, junto a su muerte a manos de aquel “hombre que no ha nacido de una mujer”, tal como proclama una nueva profecía.
En Macbeth, la sangre no es sólo una metáfora, es física, corpórea, emana de las heridas de los asesinados, inunda el escenario, es viscosa, densa, pegajosa, y el agua no la limpia de los rostros manchados, ni de los puñales de los asesinos.
Y es natural que lo domine todo, ya que constituye el tema central de Macbeth, aunque adopte múltiples significados.
Es la concreta sangre que ilustra el crimen, y la que emponzoña las densas pesadillas de los que asesinan, o planean hacerlo, empujados por la codicia del poder que ha azuzado el vaticinio de las hechiceras, y se alimenta de la incesante manipulación de una esposa frustrada.
El crimen en Macbeth, se impone como un destino:
No hay elección; y es inevitable.
Macbeth habla de un destino profetizado, de las debilidades humanas, de la codicia, de la ambición, y cómo todo se conjura para fraguar el cruel y fatal porvenir del protagonista.
“O full of scorpions, is my mind”
No es fácil adaptar historias de Shakespeare, y Macbeth podría ser la más difícil de todas.
Como buena adaptación al cine, el Macbeth de Kurzel respeta la esencia de la obra de Shakespeare, a través de su composición y sus diálogos teatralizados, pero actualiza la tragedia, apoyándose en una narración épica, absolutamente cinematográfica, en la que cada plano y cada detalle, rinde un homenaje a Shakespeare, y se permiten licencias artísticas como el uso de la técnica del “slow motion”
La impactante fotografía de una Escocia envuelta en bruma, la sangre que brota sin piedad alguna de heridos y muertos, o el inteligente uso de los colores, se ponen al servicio del guión, como un complemento brutal y asfixiante.
Los impresionantes paisajes de Escocia, ven cómo cambia su color verde por el rojo, esa niebla, la lluvia, y la desolación, consiguen un descenso a los infiernos muy logrado.
Y es que Macbeth es una película que posee clima, la ambientación está muy trabajada, las batallas en medio de la niebla, desprenden una violencia que te la crees.
Los interiores iluminados con las tenues luces de las velas, y los exteriores rodados con luz natural, nos acercan de forma bastante convincente a lo que pudo ser esa etapa oscura, terrible, y violenta, que fue La Edad Media.
De esta forma, la valentía es un ingrediente imprescindible a la hora de realizar una adaptación de tamaño material, y salir victorioso del envite.
Otro es la personalidad suficiente, como para aportar algo que dé valor a la puesta en imágenes del texto original.
Muchos han intentado, sin éxito, trasladar la acción a un nuevo escenario, época, o incluso apostar por el cambio de tono.
El casi novel Justin Kurzel, sigue una estrategia mucho más inteligente:
Respetar no sólo la esencia, sino también toda la extremada potencia del texto original, y añadir a la receta, unos intérpretes de primer nivel, volcados en sus personajes, y una puesta en escena sobresaliente.
No deja de ser un gran riesgo asumido del que su responsable sale completamente airoso.
También, ello puede verse a que Kurzel elimina ciertas partes de la trama original, o las pasa rápido sin darlas importancia, para centrarse sobre todo en la figura de Macbeth y su evolución, desde la fidelidad hasta la demencia más que palpable.
Este hecho, perjudica al personaje de Lady Macbeth, que probablemente sea la que menos aparezca de todas las versiones, provocando que su presencia se reduzca bastante.
No obstante, Marion Cotillard es la menos malvada de todas, y la que muestra un mayor grado de humanismo, al exteriorizar perfectamente ese sentimiento de arrepentimiento y culpabilidad que le acaba llevando a la locura.
Así narrada de forma calmada, artística, y cada vez más asfixiante, Macbeth regresa como historia épica, sin perder ni un ápice de su carácter siniestro y violento, en el que las dagas de los crímenes más imperdonables, son imposibles de arrancar.
Su materialismo expresivo, es puro cine, pura imagen con los pies en La Tierra.
Una de las novedades de este vigoroso Macbeth, es la humanización de sus personajes, incluso el de Lady Macbeth.
Los rojos filtros de luz que tiñen con tanta frecuencia las imágenes de esta nueva versión de la tragedia más cruel de Shakespeare, logran captar su espíritu y su grandeza poética con notoria elocuencia.
La adaptación, conserva respetuosamente las palabras del original teatral, aun corriendo el riesgo de que haciéndolo los diálogos, o los soliloquios, si bien puestos en boca de actores tan expresivos, como los de este elenco encabezado por los admirables:
El alemán Michael Fassbender, y la francesa Marion Cotillard, pierdan a veces espontaneidad y naturalidad, y cedan a cierta grandilocuencia, a la que también contribuye la omnipresente música de Jed Kurzel.
La Cotillard, con el rostro angelical de una Lady Macbeth de maternidad frustrada, y corazón carcomido por la codicia y la culpa.
Él, con la potencia de su mirada, y los mil matices de un carácter en constante metamorfosis, y en la que tanto caben la vulnerabilidad de un esposo dubitativo y sensible a los deseos de una mujer, manipuladora como la crueldad implacable de un tirano.
Al rojo de la sangre y el ocre de la bruma que envuelve esta Escocia medieval, hay que sumar el oscurecimiento que avanza sobre las escenas que ilustran el sostenido y paulatino ascenso a la locura del protagonista, enceguecido por el cumplimiento de un siniestro destino que, al mismo tiempo, representa para él una forma de liberación.
Fassbender y Cotillard, nunca habían interpretado antes la obra, así que encararla, era tan emocionante como aterrador.
“Lo más difícil fue el lenguaje, encontrar el ritmo para recitar adecuadamente el texto de Shakespeare.
Hay tantas formas de hacerlo, que uno se deprime al final del día”, decía él, y a su lado, la francesa aseguró que “nunca había sentido tanta presión”
“No hemos abordado la pieza con espíritu simple”, subraya Michael Fassbender.
“Jamás hemos intentado cambiar el texto en verso, o ceñirlo, aunque hemos priorizado la sobriedad y la proximidad.
Desde el principio, Justin Kurzel quería establecer una relación mucho más íntima con el texto, que en las adaptaciones previas, al tiempo que sostener la fidelidad a la obra.
Igual que con cualquier guión, no se ha querido sabotear este texto magnífico, sino utilizarlo para el proceso, y hacerlo propio”, dijo el actor.
Y Fassbender ha encontrado en esta colaboración, el diagnóstico a los problemas del noble escocés:
“Es El General que vigila la frontera, y mantiene el reino.
Es alguien roto, que ha perdido a su hijo, que sufre estrés postraumático.
Es un soldado que encadena batallas, mes tras mes, día tras día, que mata con sus propias manos, que empuja una espada a través de músculos y huesos”
De ahí también sus alucinaciones con las brujas:
“He conocido a soldados que volvían a casa desde Irak o Afganistán, que sufrían parecidas pesadilla.
Macbeth es la historia de un hombre que pierde un hijo, una relación de pareja, y finalmente su salud mental”
El productor Iain Canning, considera que Fassbender aporta una auténtica humanidad al personaje:
“Su interpretación no tiene nada de teatral, se percibe perfectamente el estado de ánimo de este hombre.
Lo que es pasmoso, es que se ve cómo la locura se va apoderando de él.
Sabemos que no hay nada que hacer por él, no se le puede ayudar, por más que asistamos a los acontecimientos que van desarrollándose, lo que puede sorprender en una pieza que todos conocemos bastante.
Ésta sigue reservando sorpresas y emociones”
En cierto modo, una adaptación de Macbeth, es como una película sobre Jesucristo:
Sabes la historia, sabes lo que va a pasar, y cómo va a terminar, por tanto la sorpresa se reduce solamente a cómo está contada, no a lo que van a contar, reduciendo la emoción y la sorpresa.
Además, seamos sinceros, es Shakespeare, y es complicado de entender.
En esta película, los diálogos están en verso, y en un inglés antiguo, por lo que muchas veces tienes que pararte a pensar en lo que están diciendo, lo que requiere un ejercicio mental doble.
Es por eso que la película puede generar confusión, y no enterarse de nada, sacando al público de la historia.
Se le puede achacar además, que casi ninguno de los actores es escocés, la trama es un poco densa, y hay momentos en que el director parece preocuparse más por alguna pirueta estilística, que por la historia.
Sin embargo, Macbeth es una muy buena revisión, con un reparto entregado a la causa, y un apartado técnico de ensueño:
Visualmente, la parte en la que el bosque llega al castillo en forma de incendio forestal, muy elegante y simbólico por parte de Kurzel.
El rojo del fuego y el humo, dan a la lucha final entre Macbeth y Macduff, una ambientación terrorífica.
Sólo un fondo rojo y humo…
Podría hacerse igual en un escenario teatral.
Y en el interpretativo, hay muchos, pero ese primer plano de Lady Macbeth “recordando” a su retoño, sin cortes, y de casi 1 minuto de duración, se te queda en la retina.
En definitiva, esta producción, invita a las nuevas generaciones, a acercarse a una de las obras más famosas de la historia, y me arriesgo a decir que se trata de la mejor adaptación de una obra Shakesperiana que hemos visto en las últimas décadas, desde el estilo de la narración.
“So foul and fair a day I have not seen”
Desde hace unos 10 años, se viene diciendo que Macbeth no fue el ambicioso asesino a sangre fría que William Shakespeare describió en su obra, sino que fue un monarca popular, que reinó en un territorio pacífico.
Eso es lo sostiene un grupo de historiadores y políticos escoceses, que acaban de lanzar una campaña para “limpiar” el honor del Rey.
Ellos lograron convencer a 20 políticos del Parlamento Escocés, para firmar una moción que “limpie el nombre y honor de Macbeth”, valorando así, sus grandes logros y hazañas.
La campaña, busca cambiar la imagen del Rey escocés, nacido hace 1000 años, y retratado por el dramaturgo inglés como un cruel asesino, sediento de poder y supersticioso.
Para los expertos, la verdadera personalidad del monarca escocés, fue ensombrecida por Shakespeare, quien lo convirtió en un tirano violento, influenciado por su esposa dominante, Lady Macbeth.
En la famosa pieza de teatro, Macbeth es atormentado por la profecía de 3 brujas, asesina al Rey mientras duerme, para quedarse con el trono, y después sucumbe a la locura, antes de ser él mismo asesinado.
Según los recientes estudios históricos, El Monarca reinó de forma inteligente y sabia, y logró la prosperidad para su país:
Unió a Escocia en el siglo XI, y favoreció la propagación de La Religión Católica.
A diferencia de la obra de Shakespeare, Macbeth no asesinó al Rey Duncan cuando éste se encontraba durmiendo, sino en la legendaria batalla de Pitgaveny, en Moray, ocurrida en 1040.
El famoso soberano escocés, logró gobernar por 17 años, un período considerado extenso para un monarca del Medioevo.
Además, los historiadores consideran, que debido a que no hubo usurpación del trono cuando Macbeth partió a un peregrinaje de 6 meses a Roma, esto indicaría que su reinado “era muy respetado por sus súbditos”
La moción fue presentada en El Parlamento de Edimburgo, por el diputado conservador, Alex Johnstone, en 2005.
Entre los historiadores que dieron su apoyo a la campaña, se encuentra el profesor inglés, John Beatty, de la City University of New York, que afirmó que el año 2005, debería ser declarado “El Año de Macbeth”, por los 1000 años de su nacimiento.
Por su parte, el experto Ted Cowan, de La Universidad de Glasgow, declaró que Macbeth “fue uno de los reyes escoceses más exitosos que jamás haya existido”
“Muchos de los clanes antiguos del Highland escocés, ven a Macbeth como el más grande monarca celta que tuvo Escocia”, declaró el historiador.
En tanto, el investigador Stanley Wells, director del Shakespeare Birthplace Trust, en Stratford, declaró que el famoso dramaturgo inglés “estaba preocupado en escribir su tragedia, y no sabía demasiado sobre los hechos reales de la vida de Macbeth”
“Entendemos perfectamente, que aquellos interesados en rescatar los verdaderos hechos históricos de Escocia, quieran enfatizar que la famosa obra de Shakespeare, no es una descripción precisa del Rey escocés”, agregó.

“This is the very painting of your fear”



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