Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared)

Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared)
“Saker och ting är vad de är, och vad kommer att vara kommer att vara”
(Las cosas son lo que son, y lo que será, será)

El “boom” que ha sufrido la literatura nórdica en los últimos años, ha permitido al cine escandinavo, vivir un particular renacimiento.
El último superventas en formar parte de esta prestigiosa nómina, se sale de la temática más bien oscura, que tan pródigamente cultivan estos autores cercanos al círculo polar ártico; y se trata de la comedia de título kilométrico:
“Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann” o “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”; una novela del escritor sueco, Per Ola Jonasson, más conocido como Jonas Jonasson, publicada en 2009.
El secreto de esta novela, se halla en el humor delirante que destila, y en el sinfín de situaciones absurdas, en las que pone al protagonista y a los personajes que lo rodean:
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Alian Karlsson decide que nada de eso va con él.
Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana, y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al Alcalde y a la prensa local.
Sin saber a dónde ir, se encamina a la estación de autobuses.
Allí, mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese, y Alian se sube sin pensarlo 2 veces, con la maleta ajena a rastras…
Aún no sabe que el joven es un criminal sin escrúpulos, y que la misteriosa maleta contiene cincuenta millones de coronas…
Pero Alian Karlsson no es un abuelo centenario cualquiera... y en poco tiempo, tras una alocada aventura, pone a todo el país patas arriba.
Jonasson urde una historia extremadamente audaz y compleja, capaz de sorprender constantemente al lector, pero el verdadero regalo es su personaje protagonista:
Alian Karlsson, un hombre de un maravilloso sentido común, con todo un siglo a sus espaldas, que no teme a la muerte, ni al crimen; un anciano centenario, que no está dispuesto a renunciar al placer de estar vivo.
Además de las aventuras de Karlsson, en la novela también se explica paralelamente la vida anterior del protagonista:
Entre otros hechos, Allan Karlsson comparte mesa con el futuro Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman; dialoga con Winston Churchill, viaja en barco con la esposa de Mao Zedong; o cruza a pie El Himalaya…
La novela, la primera de un autor desconocido, y una rara avis dentro de la nueva hornada de narrativa nórdica, se convirtió en un fenómeno de ventas, gracias a las recomendaciones de los lectores; y desde entonces, se han vendido más de un millón de ejemplares, siendo Libro del Año, y Premio de los Libreros en Suecia.
“Om du vill döda mig, skulle du bättre bråttom, eftersom jag är 100 år gammal”
(Si quieres matarme, es mejor que des prisa, porque tengo 100 años)
Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) es una comedia sueca, del año 2013, dirigida por Felix Herngren.
Protagonizada por Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg, Mia Skäringer, Jens Hultén, Bianca Cruzeiro, Allan Ford, Sven Lönn, David Shackleton, Georg Nikoloff, Simon Säppenen, Manuel Dubra, Cory Peterson, Kerry Shale, Philip Rosch, Koldo Losada, entre otros.
El guión es de Felix Herngren y Hans Ingemansson, basados en la novela homónima de Jonas Jonasson; y Walt Disney Studios Motion Pictures, negoció sus derechos de distribución.
“Siempre es difícil adaptar un libro a la pantalla, pero no pude resistirme a “Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann”, cuando tuve la oportunidad.
Es una historia maravillosamente orquestada, con personajes muy ricos, es una comedia de situación en estado puro.
Sé que hay muchas expectativas respecto a esta película, y por supuesto, eso es duro, pero prefiero rodar una buena historia con grandes expectativas, que una historia desconocida sin expectativas”, dijo el director.
Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) es una comedia de enredos del más puro género.
La producción sueca, se beneficia de un total encanto, y de una alabada picaresca, donde el humor negro cobra protagonismo, así como la condescendencia hacia la población más longeva; y ronda y aborda el tema de la vejez, y el placer por la vida de un hombre encerrado en un marco que no le agrada como paseo final para su vida.
Amistad y aventuras cogidas de la mano, en una travesía histórica, a lo largo de la existencia de este hombre, y de todos los momentos que lo hicieron ser quien es.
De manera divertida, e incluso boba, Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) se limita a hacer lo que mejor sabe hacer el cine:
Entretener; y encuadra toda su existencia, girando alrededor de la idea de una recreación fílmica sobre las ganas por revivir, y escapar.
Tanto la novela original en la cual se basa la película, escrita por Jonas Jonasson, como el propio filme, han sido el éxito taquillero más importante en la historia de ambos géneros en Suecia; y en Hollywood, obtuvo una nominación al Premio Oscar, al mejor maquillaje y peluquería.
La trama sigue Allan Karlsson (Robert Gustafsson), un hombre ordinario, con un destino extraordinario, que vivió la guerra, y conoció a las personalidades más influyentes, que está a punto de cumplir 100 años.
Antes de que las enfermeras de su geriátrico terminen de preparar su tarta de cumpleaños, con sus inevitables 100 velas, Allan decide dejar a todo el mundo plantado, saltar por la ventana, y huir lo más lejos posible, sin tener idea de a dónde se dirige…
En su periplo, se verá perseguido por temibles mafiosos, a quienes arrebata sin saberlo, una maleta con 50 millones de coronas, y por los policías que persiguen a estos… junto a otro anciano llamado Julius (Iwar Wiklander), y una pareja joven, formada por:
Gullina (Mia Skäringer) y Benny (David Wiberg), 2 adultos que no han sabido tomar las riendas de sus vidas, y se prestan a acompañar a los 2 ancianos en su huida sin destino previsto, entregándose a la improvisación.
Mientras se desarrolla la trama, diversos “flashbacks” muestran los hechos más importantes de la vida del futuro centenario.
Y es que Allan fue una persona importante, gracias a su habilidad para manejar explosivos, y todo el mundo quería tenerlo de su lado durante los conflictos bélicos del siglo XX; a lo largo de la cual, se vio abocado a cambiar de manera decisiva, el curso de la historia, sin ni siquiera darse cuenta, o proponérselo.
Frente al regalo, o a la pesadilla que pueda parecer el trabajo de director y actores, la consecución final de Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) encuentra su amanecer en la confraternización; en un pequeño vestigio de humildad, amable y abrazada por todos los integrantes que recrean la historia a lo largo de sus 114 minutos.
Las imágenes resultan hipnóticas y agradecidas, mezcladas en la trama principal, con pequeños clichés de humor que se refrotan con el surrealismo de ciertas circunstancias, y momentos de la historia.
Esta trama, alrededor de este abuelo lleno de hastío por su situación actual, son una sonrisa en la cara de la tristeza, y la ejecución de los actos que contiene y que propone, eliminan la misma tristeza de una boca curvada hacia arriba, con escenas simples y llanas, muy por debajo de la fotografía que “blockbusters” insulsos y desazucarados, o 3D nos puedan regalar.
Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) es una constante perspectiva irónica de la vida, que te conmueve sin saber, ni cómo ni por qué.
Y esa sensación inexplicable, se acaba por valorar cuando quieres crear un juicio de valor; a simple vista, no tiene aspecto de película de éxito, pero cuando la ves, no puedes parar de esbozar una sonrisa, aun sabiendo lo surrealista que es todo, como la vida misma.
“Det är så svårt att spela dum när du verkligen är”
(No es tan difícil hacerse el tonto cuando realmente lo eres)
Hay que entender, que la propuesta es ideal para que acuda a verla todo tipo de público, ya que en el fondo parece “Hecha en Hollywood”, con sus pros y sus contras.
Su protagonista, es Allan Karlsson, un experto dinamitero en su juventud, quien es uno de los pocos mortales que llega a cumplir 100 años de existencia, conservando aún el dinamismo y entusiasmo de vivir.
Precisamente, el día de su centenario, logra escaparse de la residencia para ancianos donde habita, saltando por la ventana, tal como su título lo indica, en procura de una libertad que le está faltando.
Ya libre, se las ingenia para llegar a la estación local de autobuses, comprar un pasaje para alejarse de la ciudad, y desaparecer… no sin antes apoderarse sin saberlo, de una maleta plena de dinero en su interior.
De allí en más, comienza su gran aventura donde tratará de ser localizado por un inspector policial, no muy eficiente; a la vez que perseguido por parte de unos mafiosos que quieren recuperar la valija sustraída.
Las peripecias que atraviesa Allan, acompañado de ciertos personajes excéntricos que se le unen en la ruta, con un elefante incluido, originan una comedia disparatada y absurda, que evidentemente está distanciada de cualquier realidad.
Los momentos más interesantes de la trama, se presentan a través de los recuerdos de Allan, sobre acontecimientos históricos que le tocó vivir a lo largo del siglo pasado, y que marcaron su existencia de modo singular.
Entre algunas figuras políticas que llegó a conocer, se encuentra la de Francisco Franco, durante su paso por España durante La Guerra Civil, y con quien mantiene una amable relación.
Alterna con el vicepresidente Truman; logra atraer la atención de Stalin, al saberlo partícipe de la invención de la bomba atómica, aunque termina irritándolo cuando se entera que mantuvo buenas migas con Franco, enviándolo como castigo a Gulag, para realizar trabajos forzados con el inepto hermano de Albert Einstein; incursiona en Francia durante la cadena de protestas que tuvo lugar allí en el mayo de 1968, para finalmente entrecruzarse con Reagan y Gorbachov.
Y es que Allan siente una desmedida afición por todo aquello que estalla:
Comienza con la simple travesura de hacer explotar un petardo hasta… la ayuda en la construcción de la bomba atómica.
Este episodio, se conoce como “El Proyecto Manhattan”
Los acontecimientos de La Segunda Guerra Mundial, llevó a los Estados Unidos, con la ayuda de Reino Unido y Canadá, a desarrollar la bomba atómica antes de que los nazis lo consiguieran.
El proyecto lo dirigía Julius Robert Oppenheimer; este físico, estaba atascado en sus investigaciones cuando apareció por allí nuestro personajes, para “echarle una mano” con su simple pero efectiva visión de las cosas.
Y es así como nos podemos recrear con este anciano visitando a personajes tan dispares como Einstein, Franco, Stalin, Mao, Reagan o Gorbachov; así como viajar por medio mundo; tanto que hasta trabaja en la construcción, en 1930, del mítico Empire State, curiosa y desternillante secuencia con un martillo de por medio.
Y a todo esto, hay que añadir la pandilla de amigos que encuentra en su huida.
Una huida que no tendría más consecuencia que los disgustos que le hubiera causado a la propia institución de la que se escapa Allan y a sus amigos, y familiares, sino fuera porque se queda con una maleta ajena.
Esta trama, es la que más situaciones cómicas, con jugosos diálogos proporciona.
La maleta, pertenece a una banda criminal, y está llena de dinero.
Una serie de sicarios, y hasta el propio jefe de la banda, tratará de hacerse con ella, cueste lo que cueste.
El anciano y sus “compinches”, irán esquivando, ¡y de qué manera!, los distintos peligros que les van saliendo por el camino.
Importante papel tiene también en la historia el policía, al más puro estilo del Inspector Clousseau, que se encarga de la investigación.
Lógicamente, el motor de toda la narración, se sustenta en el anciano Allan.
La única premisa que parece tener en su cabeza, además de su afición por el vodka, y de hacer saltar por los aires, todo lo que se proponga; es la de “las cosas son como son, y así seguirán siendo”
Esta ingenuidad, unida a una relativa inocencia, y falta de responsabilidad, hacen de Allan un personaje que se desenvuelve magistralmente entre los mayores tiranos, o los presidentes de las grandes potencias mundiales.
Si bien es cierto, inevitablemente, el relato trae reminiscencias de “The Grand Budapest Hotel” (2014) de Wes Anderson, que además de transcurrir entre presente y pasado, también hace referencia a episodios vividos por sus protagonistas en Europa, durante el mismo período.
O bien, podemos verlo como un “Forrest Gump” (1994) de Robert Zemeckis europeo; pues tiene una estructura narrativa parecida, con un personaje que nos cuenta su disparatado pasado a base de “mini-historias”, dentro de otra historia en tiempo presente.
Además, en cuestiones de estética, dirección de fotografía, y un poco en el tipo de comedia, tiene un estilo muy parecido al de Wes Anderson, pero sin abusar del color y la artificialidad; o de “Big Fish” (2003), pero en esta ocasión, se pasa del tono épico y propiamente aventurero, a lo cómico, por lo que no llegamos a sentir que estemos ante una historia ya trillada.
También ayuda, a que no es el principal vector de la obra, como sí lo es la trama que se desarrolla en tiempo presente, todavía más repleta de situaciones estrambóticas, en las que es inevitable soltar una carcajada.
Se le puede achacar, que la adaptación de una historia de estas características, merecía por lo menos una miniserie, para poder ser disfrutada como se merece, ya que hace omisiones interesantes del libro, como:
Los encuentros de Allan con Mao Zedong, Winston Churchill, y el joven Kim Jong-Il, así como el bonito desenlace con Amanda…
Pero lo mejor de Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared), son las “explosiones” del anciano a través de 100 años de vida; como en otros “gags”, por ejemplo, el motero que apareció en Djibouti…
En el fondo, el director y los personajes, se jactan del tópico sobre lo aburrida que es la gente del norte de Europa.
La poca expresividad, y la simplicidad que muestran los protagonistas, chocan paradójicamente, y de forma premeditada, con la desfachatez y el disparate de lo que están viviendo, lo cual hace a la historia, el doble de divertida e irónica.
Hasta el ritmo a veces se ralentiza, para transmitir esa sensación de “pasotismo” y tranquilidad típica de los nórdicos.
La actuación de Robert Gustafsson, es brillante,  conteniendo el humor y la locura en el cuerpo de un anciano de 100 años, y en una total despreocupación y tranquilidad ante lo que le sucede; pues en él, nunca existió “la normalidad”
Lo más remarcable de Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared), es la notable interpretación de Gustafsson, que a pesar de ser un actor muy popular en Suecia, es desconocido en Hollywood.
Con sus 49 años de edad, gracias a un excelente trabajo de maquillaje, brinda la apariencia física del personaje central, durante diferentes etapas de su vida, y especialmente como anciano; en tal sentido, transmite muy bien la humanidad de un hombre imperturbable de la realidad que lo rodea, y dispuesto a hacer lo que desea.
Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) aporta herramientas con las que cuestionar duramente las circunstancias en que el pensamiento puede ser o no útil.
La principal virtud de este discurso fílmico, es el alejamiento y anulación de las peores consecuencias de la neurosis, usando un ritmo entretenido y rocambolesco.
Mirando atentamente, podemos encontrar una defensa de la inocencia e ingenuidad, de quien no parece percatarse de las malas intenciones de los demás, de un personaje que vive solo para disfrutar la vida, dentro de las posibilidades que le han sido dadas, sin perder tiempo en maldecir, ni cuestionarse las circunstancias que le plantearon injusticias, como la castración a la que es sometido en su juventud…
También, podemos ver aquí, una defensa de la toma de decisiones impulsivas, que en muchas facetas de la vida, pueden resultar útiles para eludir razonamientos baldíos y circundantes, que pueden hacer que la vida se nos pase planificándola, en lugar de vivirla.
Sin embargo, dado que dichas defensas están en este largometraje, llevadas al límite, puede llegar a entenderse, y éste es su principal peligro, sutilmente escondido, como un alegato contra la reflexión.
“Allan Karlsson está haciendo lo que la mayoría de los occidentales deberíamos hacer:
Dejar de preocuparnos por el futuro, seguir nuestro instinto, y no darle vueltas a problemas del pasado.
Si sólo una pequeña parte de los espectadores, sacan esa conclusión, me consideraré muy satisfecho”, dijo el director.
La singularidad de Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) reside en que sabe contar lo más absurdo, de la forma más natural del mundo, de manera que consigue sumergir de lleno al espectador en esta historia vitalista, que transmite positividad por los 4 costados.
“Jag gillar att spränga saker”
(Me gusta explotar cosas)
El propósito de Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared), indudablemente, es convertirse en una fábula de mensaje claramente positivista, cuyo objetivo es un canto a la vida, que le queda siempre por vivir a todo ser humano que tiene ansias, y posibilidades verdaderas de vivirla.
Es un hecho que Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) ronda y aborda el tema de la vejez, y el placer por la vida de un hombre encerrado en un marco que no le agrada como paseo final para su vida.
Por ello, Allan hace lo primero que se le viene a la mente, y actúa sin complicarse; podemos decir, escribiendo él mismo, las principales páginas de nuestra historia, sugiriendo que tras los hechos conocidos por todos:
Primero, los actores más decisivos, no tienen por qué estar presente en la narración histórica; y segundo, que da igual lo elaboradas que hayan estado las acciones de nuestro pasado, lo importante es que son nuestro pasado.
A esto se le podría agregar, que quienes se han intentado atribuir las grandes elaboraciones que han determinado el curso de la historia, pueden resultar no ser más que hojarasca, que sin embargo, permanece como si fuera una verdad firme, pues nadie se atreve, ni ve necesario ni tocarla, ni ponerla en cuestión.
Esto nos invita a pensar, en la posibilidad de que muchas decisiones pueden presentarse en los libros de historia, como fruto de la elocuencia, cuando lo que albergan pudo no ser más que una reacción espontánea y, como decía la madre de Allan:
“El resultado es el mismo”
Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared) configura las tomas de decisiones, como un terreno en el que no hay que perderse, lo cual debería llevarnos a pensar:
“Que no hay que perder tiempo pensando”
Esto no quiere decir, que el recorrido del pensamiento sea inútil, y no valga la pena ser andado.
El salto por la ventana de Allan, nos muestra que nunca ha dejado de cumplir el consejo que le dio su madre, “no piensa ninguno de sus actos”
Por ello, ha acabado en un asilo, y por lo mismo se va…
Toda una vida guiada por acciones impulsivas, es lo que sostiene el discurso que extiende Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann (The 100-Year-Old Man Who Climbed Out the Window and Disappeared), sobre la inutilidad de enredarse en pensamientos, antes de actuar, sin contemplar el punto medio.
Como si el empleo de tiempo en nuestra vida, a algo que no sea pasar a la acción, fuera estar malgastándolo.
Así que si te quedas mucho tiempo pensando en cómo actuar, corres el riesgo de no pasar nunca a la acción.

“Hundra år, finns det fortfarande en hel del att leva...”
(A los cien años, aún queda mucho por vivir...)



Comentarios

Entradas populares