Adore

“Here's to our mothers”

Si hace unas temporadas, la tendencia en las agitadas salas de cine era el “ménage à trois”, e inquietantes relaciones triangulares, la corriente actual es la explosión de las “cougar” o mujeres con parejas sensiblemente más jóvenes, e incluso su variante, MILF, horrible argot inglés, acrónimo de:
“Mom I'd Like to Fuck”
“Cougar”, es una expresión del argot inglés igual, para definir a las mujeres que buscan una pareja más joven, entre 20 y 30 años de diferencia de edad.
En el uso normal lingüístico, significa “puma”
Se establece un paralelismo con el mundo animal, es decir, con la caza de hombres más jóvenes por parte de estas mujeres...
Normalmente, una MILF, se corresponde con cualquier mujer atractiva que, por su edad, podría ser la madre del que usa el término.
Por ejemplo, para un joven de entre 20 y 25 años, una MILF sería cualquier mujer sexualmente atractiva que se encuentre en el rango de edad de 40 y 55 años.
También se les conoce como “Maduras”
Mientras tanto, son considerados la imagen o expresión MILF, como un fenómeno espiritual de tiempo, y con diversas connotaciones.
En parte, la expresión ya ha calado en la jerga juvenil de los adolescentes; y lo vemos entre las actrices de Hollywood, en Pamela Anderson, considerada como la perfecta MILF en varios sitios internet.
Si bien, el tema en algunas sociedades occidentales, todavía como antaño, representa un tabú; ha sido tratado ampliamente por el cine con distintos enfoques.
Podríamos mencionar:
“The Reader” (2008) o “Paradise Love” (2012) entre las más recientes.
“We spoil them is what we do”
Adore es un drama australiano, del año 2013, dirigido por Anne Fontaine.
Protagonizado por Naomi Watts, Robin Wright, Xavier Samuel, James Frecheville, Ben Mendelsohn, Sophie Lowe, Jessica Tovey, Gary Sweet, entre otros.
El guión es de Christopher Hampton, y está basado en “The Grandmothers: Four Short Novels”, una colección que incluyen los cuentos:
“The Grandmothers”, “Victoria And The Staveneys”, “The Reason For It”, y “A Love Child”, publicados entre 2003  y 2007, por la escritora británica Doris Lessing, que fue ganadora del Premio Nobel de Literatura 2007, por su “capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina, y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión, y fuerza visionaria”
La obra de Lessing, tiene mucho de autobiografía, y se inspira a menudo en su experiencia africana, su infancia, y sus desengaños vitales, sociales y políticos, que la hicieron feminista, comunista, pacifista y anticolonialista.
Los temas plasmados en sus novelas, se centran en los conflictos culturales, las flagrantes injusticias de la desigualdad racial, la contradicción entre la conciencia individual y el bien común.
Abarca primordialmente, medio centenar de novelas, y gran número de relatos cortos, aunque cultivó también ocasionalmente otros géneros como el teatro, la lírica, el ensayo, la biografía y el libreto de ópera.
La escritora, recogió esta historia de la confesión nocturna, pero sin alevosía, de un joven que le contó esta extraordinaria relación de 2 amigas de infancia.
Una amistad/fusión, atravesando juntas los momentos más importantes de su existencia, casándose casi al mismo tiempo, teniendo hijos, siendo vecinas, y manteniendo una relación cada una, con el hijo de su amiga.
Por su parte, cuenta la directora Anne Fontaine, que le interesa contar historias de la gente que no hace cosas corrientes.
Tras esta frase tan simple, se encierran un infinito de posibilidades.
Ésta coproducción franco-australiana, también publicada como “Adoration”, “Two Mothers” y “Perfect Mothers”, nos revela una historia sensual, morbosa y picante, como bien hicieron en su tiempo, obras como las protagonizadas por Sharon Stone en los 90, con la salvedad de que aquí, el amor explotado es más cercano y alterado; que mezcla el amor, la lujuria y el poder de la amistad, trazando las relaciones pasionales de 2 amigas de la infancia, que se enamoran del hijo de la otra.
La acción sigue a Roz (Robin Wright) y Lil (Naomi Watts), que son 2 grandes amigas de la infancia, que han crecido juntas en Idilia, una ciudad costera.
Sus hijos ya adolescentes:
Ian (Xavier Samuel) y Tom (James Frecheville), al igual que ellas han hecho una gran amistad, quizás más fuerte que la amistad que une a sus madres.
Pero en el verano, tanto los chicos como sus madres, se ven enfrentados a un torbellino de emociones, al sentir una atracción sexual entre ellos.
Esto desata un montón de sentimientos encontrados, en las vidas de las madres y sus hijos.
A partir de entonces, cada acción amenaza con romper la convivencia, y hacer trizas el futuro de los protagonistas.
Reconozco que la apuesta resultaba muy interesante:
Con 2 mujeres maduras enamoradas cada una de un joven al que doblan la edad, que para más señas, es hijo de su mejor amiga.
Una trama que trata de los límites de la moralidad, de las convenciones sociales, la pasión, la familia, y de las complejidades del amor.
Se trata de la representación de un juego peligroso, que engarza a los 4 en una espiral de la que resulta muy difícil salir, pese a los intentos de cada una de las partes por cubrir socialmente con los roles que les han sido impuestos.
Una película para disfrutar, pero también para reflexionar, sobre todo esto último.
“Good morning”
Anne Fontaine, dirige por primera vez fuera de Francia, una historia que podría haber convertido en un acerado análisis de la institución familiar, pero que en sus manos, se convierte en una historia de amor casi incestuoso, que bordea lo prohibido, pero sin caer en ello abiertamente, y en un retrato bastante veraz de la mujer enfrentada a su madurez, cuando la belleza empieza a marchitarse, y las oportunidades menguan.
Una odisea tan arriesgada, que podía haberse malgastado, o verse maltratada, en otras manos, pero sólo la sensibilidad y exquisitez de una mujer, sobre todo, si se trata de alguien tan inteligente y comedido como Anne Fontaine, que sabe cómo nadie, filmar el deseo con tanto respeto, la ha llevado a buen puerto; y examina la psique de las mujeres de mediana edad, en un trabajo increíblemente provocativo.
En este particular caso, la propuesta va más allá del simple retrato de una relación de esta naturaleza, al perfilar la doble relación amorosa sexual, que además tienen establecido un nexo de plena familiaridad, puesto que se conocen desde siempre, los hombres son amigos desde niños, y las mujeres son, respectivamente, la madre de cada uno de ellos.
Pero también es un amoral relato decadente, un frío retrato de vidas en sombras, lo más parecido a una endogámica historia vampírica, a golpe de elipsis y saltos temporales; cuya iluminación cambia de acuerdo a los distintos tonos que matizan la historia, la inocencia infantil es mostrada con nitidez y simpleza, y se dejan los tonos sombríos y oscuros, para representar la complejidad de los adultos, sus miedos y sus deseos.
Realmente, el tema es espinoso, y todos los reparos que le pongamos al tema y a la relación, estarán siempre inspirados en nuestra educación, fuertemente inspirada en el puritanismo con el que crecimos.
En el comienzo, contemplamos a 2 niñas que se divierten y juegan en la playa...
Son malvadas, pues a su tierna edad beben a escondidas…
Se cruzan las miradas como intensa amistad que viven, y la cámara juega para mostrarnos otro cruce de miradas, pero ésta vez de unas adultas Lil y Roz, apenadas por la muerte del marido de Lil.
Cada una tiene 1 hijo, al que aman con locura.
Roz, por su parte, está casada con Harold (Ben Mendelsohn), un hombre al que poco después le ofrecerán un trabajo en Australia...
De la misma forma que con las niñas pequeñas, los chicos se adentran en el mar para cruzar las olas, cuando nuevamente, la cámara juega para mostrarnos a unos chicos fuertes y guapos, surcando el mar con sus tablas de surf.
Sus madres, absorbidas por su buen hacer, los comparan a dioses jóvenes.
En su día a día, nos muestran reuniones y comidas sin tapujos, donde hablan de todo como si fueran una familia, pero un día, Ian, el hijo de Lil, besa a Roz y ésta, tras unos impulsos para recular en su mirada, deja paso a su pasión.
Tom ha visto lo ocurrido, y probablemente por venganza, con una actitud infantil, acude a la casa de Lil para hacer lo mismo, aunque falla en su intento.
Sin embargo, éste no se dará por vencido...
De esta manera, todos acaban aceptando la situación, y viven con ello sin problemas, alejados como están del resto del mundo, sin temor a verse juzgados por los demás.
Ese es el apunte más interesante del relato, esa plasmación de la maternidad llevada al extremo, de dejar al hijo en brazos de la amiga, y esa amistad entre las 2 mujeres, como una necesidad de una de vivir todas las cosas que vive la otra, como si fueran un único organismo que no admite diferencias.
Aunque el idílico plan en el que viven, no tarde en resquebrajarse, cuando los hijos crezcan, y empiecen a conocer a otras personas que les alejen de ellas…
A partir de aquí, los sucesos irán acaeciendo de tal forma, que lo que podría parecer un deterioro en la amistad, acaba por convertirse en normalidad, cuando las parejas deciden seguir hacia adelante, y compartir amores.
Ellas, evidentemente encantadas por compartir sudores con jóvenes apuestos, comprobaran que el amor verdadero estará en el corazón de Ian, quien ama a Roz sobre todas las cosas.
Cuando Lil se sienta engañada por Tom, Roz será capaz de terminar la relación, para no dejar “sola” a su amiga, pero esto no será suficiente...
Toda esta trama con sus idas y venidas, resulta atractiva y cobra mucho interés, sobre todo al ver a 2 mujeres maduras como son Watts y Wright, pero a la directora se le va un poco la mano al alargar en demasía la historia, probablemente porque el libro sea así, y tratar de reabrir una y otra vez la herida.
Los hijos, llegan a tener bebés con sus novias, y las madres se convierten en abuelas, pero Ian comprueba que Tom ha vuelto a tener encuentros con Lil, por lo que esto enfada a Ian, precisamente por el amor que siente hacia a Roz.
Ahora, tienen una vida “artificial” que no comparte, y que explota tras el encuentro.
Choca precisamente por esto, contemplar como todos tratan de llevarse bien, ya sea cuando la familia está en la playa con sus nueras y nietos, o al final de la historia, donde nos encontramos un plano brillante, al ver a los 4 personajes tendidos en la plancha de madera, sin hablarse, y en posiciones “crísticas” de sacrificio.
La cámara se aleja, y damos paso a los créditos finales.
Desde lo técnico, Adore está muy bien filmada, llena de preciosos paisajes:
El mar, la playa, la luz… y lugares idílicos que transmiten una gran paz, dejando que sea una impresionante narración visual, la que nos muestre el paso del tiempo.
Esto y las 2 actrices protagonistas, es lo más destacable:
Naomi Watts y Robin Wright están elegantes y encantadoras, rondando los 50 años, siguen estando estupendas, y siguen demostrando que son grandes actrices, a pesar de los diálogos.
Mientras Xavier Samuel y James Frecheville, que son sus hijos/amantes, están muy guapos luciendo pectorales y haciendo surf, pero poco más, no aportan nada de tensión.
Adore fue filmada en Australia, en la región de Nueva Gales del Sur, cuyas playas solitarias, y el estilo de vida relajado debido a su aislamiento, contribuyen a hacer factible que los personajes se permitan cruzar la línea entre lo moralmente aceptado, y los sentimientos y deseos que han desarrollado; por lo que es abordado desde distintos ángulos de gran interés, uno de ellos es la amistad entre las 2 mujeres, quienes no solo se conocen desde la infancia, sino que han sabido conservar a lo largo de los años, una estrecha relación amistosa, al grado que en más de una ocasión, han sido consideradas como una pareja lésbica.
Este estrecho lazo, es el que permite a ambas mujeres, equilibrar la situación cuando cada una reconoce, no únicamente el tipo de experiencia que está viviendo con el hijo de la amiga, sino además, el sentimiento de dicha inesperada que despierta la relación que cada una de ellas mantiene, que aparentemente no les representa problema alguno, ya que lo único que parece preocuparles, es guardar las apariencias al lidiar con el entorno social.
Por momentos, la narración logra perturbar al espectador sin incomodarlo, al especular sobre una falsa inmoralidad incestuosa.
Elementos como los espacios abiertos, los cielos intensamente azules que se funden en el horizonte con el océano, la languidez con que ambas parejas se tumban sobre una plancha de madera en medio del mar a tomar el sol, dan lugar a la manifestación de un erotismo y deseo sexual, alimentado por el tiempo y desbordado por la edad de cada participante, en un encuentro que resulta no tan inesperado, en el que el alcohol es sólo es un pretexto desinhibidor para manifestar los deseos latentes.
Hay detalles curiosos:
Son 2 mujeres adultas muy bellas, y 2 jóvenes muy guapos; de los que sabemos son sus hijos, pero no sabemos si lo son adoptados o biológicos, es una especulación inicial…
Cosas de hormonas entre los hombres, pues “se activan con las feromonas de las mujeres adultas que muy curiosamente no menstrúan, pero que alborotan la imagen hormonal sexual de los jóvenes adolescentes en su paso ritual a la adultez”
Por otro lado, ya entrado en el relato, cuando los 2 jóvenes se pelean, y las madres van en busca de su “novio”, en vez de a su propio hijo, o sobre todo, la enseñanza principal de la historia, al mostrarnos la debilidad de unos, al tener en sus manos a una bella mujer madura; y ellas de poder estar con un fornido y bello joven.
Es curioso, cómo una simple inversión de roles, en este caso, dentro del campo genérico, puede convertir una simple anécdota socialmente, casi aceptada en un tema de reflexión suficientemente abundante, como para llenar todo el argumento de una película.
Pienso, casi sobra decirlo, en el clásico caso en qué un personaje masculino entabla una relación amorosa con uno del sexo contrario, muchos años más joven que el primero.
Tal situación, como entredije, normalmente no pasaría de la simple anécdota, tal vez sería brevemente criticada por determinados sectores, no digo ya si femeninos o masculinos, a la hora del café...
Lo único que ves, son 4 seres que no hacen nada, y se terminan liando por puro hedonismo.
Con unos personajes tan mal trazados, o no trazados en absoluto por culpa del libro, o el guión.
No sabes quiénes son, o qué les conmueve, toda esa relación se ve tremendamente decadente y fría.
Los personajes están ahí, enrollándose no se sabe por qué… y en inquietante complacencia.
Pero parece que de aburrimiento de pasarse el día, ablandando lo callos en el agua; sus vidas se ven vacías.
Sabemos que ellas se sienten mejor que nunca:
Se toman un café, y se cuentan que nunca lo habían pasado tan bien, y al ver a los chicos, no me extraña.
Todo el día tirados en la playa ellas, y haciendo surf ellos, sin otras mujeres... que acabaron dándose a la endogamia como en las cárceles.
Porque otra cosa, su mundo parece no tener casi más población que ellos 4.
Son 2 relaciones amorosas tan pasionales y sensuales, como inverosímiles:
La relación de Roz e Ian, nace de un fuerte deseo sexual, y resulta la más creíble.
Sin embargo, la de Lil y Tom, resulta incongruente, y se siente demasiado fría, responde más a porque no probamos nosotros también, que a los sentimientos que debería tener un joven cuando descubre que su amigo de la infancia, aprovechando la ausencia del padre, pasa la noche con su madre.
Por su parte, las madres, no se arrepienten, pero son conscientes de que su actitud no es del todo correcta, así que prefieren que sus vecinos piensen que son lesbianas, a admitir abiertamente la relación con el hijo de su amiga.
Y de entre las 2, la más golpeada es Lil:
Viuda, enamorada a la fuerza por u joven por despecho, un hijo que se enamora locamente de su mejor amiga, que se trata de quitar la vida por frustración, que es cortejada todavía, y no corresponde a la propuesta… vamos que mujer más sufrida.
En general, los personajes femeninos se imponen a los masculinos:
El marido de una de ellas, es solo una sombra, y el otro, un recuerdo, ya que está muerto.
Mientras la tara que tiene Adore, son los 2 modelos que interpretan a sus hijos, unos Adonis excesivamente impecables, sin aristas ni recovecos, perfectamente armados, pero sin esencia, sin arte, sin gracia...
Por razones propias de la edad, la situación genera en las mujeres procesos internos de reconocimiento, que les permite sopesar sus roles como madres, amigas y mujeres capaces de amar y sentirse deseadas.
El deseo femenino, encendido por la atracción sexual, y ocasionalmente limitado por el amor materno, provoca que la relación aparentemente tan perfecta, tenga lapsos de inestabilidad e incomodidad, que las llevan a racionalizar que la situación es pasajera, y que deberá detenerse en algún momento.
Lejos de derivar esta absurda historia de amores cruzados, en una tragedia griega, Adore, encima, se recrea con cierta sorna en los momentos más bochornosos:
“¿Cómo te sientes?”, le pregunta Naomi Watts, una de las madres a su mejor amiga cuando ambas descubren su particular intercambio de hijos.
“Muy bien, mejor que nunca”, le responde sin apenas pestañear Robin Wright, para a continuación ofrecernos un plano de ambas con cara de satisfacción postcoital...
Las madres porque no se detienen, si ya lo previeron todo, cómo acabaría la situación de que sus hijos al crecer y salir de “ese encierro”, conocerán a otras mujeres, tanto que se casaron, y poco les importó a ellas las parejas, ni mucho menos los nietos, a los que nunca más volvieron a ver, muy presumiblemente, pues tampoco nosotros sabemos de los sentimientos hacia los niños y qué fue de ellos…
En fin, a destacar el buen gusto con el que están rodadas las escenas de sexo; y la banda sonora, minimalista pero muy elegante.
La secuencia que más me ha gustado, es cuando Naomi Watts se mira al espejo, recién levantada de la cama, y puede comprobar cómo las arrugas y la ausencia de maquillaje, reflejan el paso del tiempo, como la vida se le está escapando como arena entre los dedos de las manos, a pesar de estar viviendo una plenitud vital y sexual, que no pudo disfrutar cuando era joven, pues en el fondo entiende que todo el tiempo que está viviendo con el joven, es prestado, un comodato que la vida le ha regalado, y ha sido valiente para disfrutarlo.
Pero me inclino a pensar en Adore como una suerte de canto a la madurez; no la que todos conocemos, es decir, “la tercera edad”, sino este momento que representa el punto bisagra entre la juventud y la vejez, esta edad en que ya no se es lo suficientemente joven como para exhibir el atractivo físico, ni lo suficiente mayor como para despertar entrañabilidad o incluso compasión.
Una etapa de la vida, reconozcámoslo, pocas veces tratada en el cine.
La tesis de Adore, alude principalmente a las restricciones morales que se imponen las personas al formar parte de una sociedad, lo aprendido no siempre es lo correcto, o lo deseable, cuando se atiende esa insaciable necesidad humana por vivir y amar plenamente, el raciocinio es lo menos importante cuando el amor y el deseo sexual se combinan, y se transforman en aliciente de la vida.
La directora, no entra a juzgar si está bien o mal, deja a juicio del espectador la cuestión moral, sin embargo, Adore carece de sentimiento y emoción realista necesario para empatizar.
“They're beautiful.
They're like young gods”
Dicen Los Textos Sagrados Orientales, que la mejor relación, es aquella entre una mujer mayor con un hombre joven, y una mujer joven con un hombre mayor.
Hasta hace poco tiempo, en nuestra cultura era un tabú para una mujer mayor de 40 años, establecer un vínculo con un hombre más joven que ella.
Las cosas parecen haber cambiado.
¿Qué buscan mutuamente en el otro?
¿Un hombre joven ve un reflejo de su madre en estas relaciones?
Creo que no necesariamente...
Puede que en algunos casos aislados, esto se manifieste, pero por lo general, este hombre está buscando una mujer con experiencia, sin complicaciones, y con los pies sobre la tierra, que comparta con él su mundo, y disfrute los momentos que pasan juntos.
Por su parte, Adore es como una ensalzación de la madurez, antes que como una historia de amor; como una reivindicación del físico natural que entiende que las arrugas faciales no son otra cosa que una prueba de valentía y de la aceptación de uno mismo, al margen de la edad que se tenga.
Por ello, saliéndose de que sea el hijo de la otra, cada vez son más los hombres jóvenes que salen con mujeres mayores, y es común que veamos a mujeres de 40 o más, de la mano de su “Boy Toy”
La ecuación tiene ventajas y desventajas, pero no podemos negar que parece tentadora, e interesante; ellas opinan:
“Yo no busco nada en nadie.
Tengo todo lo que necesito.
Si deseo compartir algo con alguien, lo hago.
No veo a los hombres pensando en la edad.
Me reflejo en el otro, en lo espiritual, en la sexualidad, en los negocios, o en cualquier aspecto de la vida.
Hoy en día, ayer y mañana, la sociedad nos sigue enjuiciando:
Primero un prejuicio, y luego un juicio.
Esa crítica la hacen no sobre el aquí y ahora, sobre la persona que está viviendo algo con otra, sino sobre un futuro que aún no ha llegado.
La riqueza es lo que tenemos ahora, no lo que deseamos tener.
Ponerse a hacer diferencias de edad, es comenzar a hacer separaciones.
La gente se enamora y punto, no importa nada más.
A los 40 años, tu esposo se va porque te ve vieja; pero afor¬tunadamente, una sigue siendo una mujer atractiva.
Una no busca a los hombres jóvenes, ellos vienen a ti.
Los hombres jóvenes tienen mucha experiencia, porque muchas mujeres mayores de 40 han vivido con muchos tabúes.
El hombre joven, no repara en que ya no tienes la piel tan firme, no se detiene en las arrugas.
Los jóvenes creen en el amor, en la pasión, en la solidaridad.
Los hombres jóvenes también buscan la experiencia de la mujer mayor.
Creo que a cualquier mujer de 40 años, le gus¬taría tener un novio de 25 años, pero no lo hace porque la moral, el qué dirán sus hijos, y su mamá…
Me gustan el humor y la inteligencia, la frescura.
Me enamoré de un hombre menor que yo, porque pude llegar a admirar lo que dice, lo que piensa, me conquistó su manera de abordarme.
Me divertía mucho con él.
Estuvimos 5 meses antes de entablar contacto sexual.
El humor produce excitación, el humor y la inteligencia son grandes seductores, y si además es joven y atractivo, muchísimo mejor.
Algunos hombres contemporáneos de una, son muy fastidiosos.
Se ponen maniáticos.
Sin ánimo de generalizar, pero los varones que no corrigieron sus defectos en la edad de la evolución, se ponen insoportables.
Antes, había mucho tabú con el sexo.
La sociedad critica este tipo de relaciones, pero en el fondo creo que es pura envidia.
Las mujeres tenemos que disfrutar del sexo, pues es parte fundamental de la vida.
El mundo sexual, es inherente a todo ser humano, y nos pertenece”
En general, estas relaciones siguen estando mal vistas socialmente.
Se acepta mucho más que el hombre sea mayor que la mujer.
En un estudio de 2006 de parejas en las que la mujer tenía al menos 10 años más, se descubrieron actitudes bastante positivas en las parejas.
El problema era más bien, cómo las veía el mundo exterior, que parece no aceptar demasiado bien ese tipo de relaciones.
A los hombres más jóvenes, les gustaba la confianza de las mujeres mayores; y a las mujeres, la vitalidad de los hombres jóvenes.
La disminución de la belleza en la mujer con el paso del tiempo, y la mayor tendencia a la infidelidad del hombre, resultaron ser un problema en esas relaciones.
No hay relaciones correctas e incorrectas.
No hay relaciones posibles o imposibles.
Solo hay relaciones más difíciles, y relaciones más fáciles.
Y la relación entre una mujer mayor y un hombre más joven, es sin duda una de las más difíciles:
Tiene una gran presión social, de la familia de ella, pero sobre todo de la familia de él.
No olvidemos que los padres, inconscientemente desean que sus hijos se reproduzcan para transmitir los genes, y una mujer mayor es una mujer menos fértil.
Tiene el problema de la inseguridad que se crea en la mujer mayor, al envejecer y ver que su pareja está rodeada de mujeres más jóvenes, y posiblemente por ello, más atractivas.
Tiene el problema de la decisión de tener hijos.
El momento límite para tenerlos, le llega a la mujer en un momento en el que el hombre, siendo más joven, está muy lejos de estar preparado para ello.
Tiene el problema de que el tiempo suele jugar en contra de la mujer.
Si bien un hombre de 25, puede sentirse atraído por una mujer de 30, más que por una de 20, es más difícil que un hombre de 40, se sienta más atraído por una mujer de 45, que por una de 35.
Tiene el problema de que si bien, en una relación temporal no influye tanto la edad, en una relación a más largo plazo, se piensa más en cómo se conservará la persona al cabo de un tiempo...
Sin embargo, y para ver el lado positivo, uno de los principales problemas que tenían estas relaciones, que es la dificultad del hombre para aceptar una mayor renta y poder en la mujer, está desapareciendo.
Los hombres estamos cada día más acostumbrados a encontrar mujeres que nos superan en ingresos, y en posición.
Y lo que al principio parecía muy incómodo, ahora no lo es tanto.
Lo mismo pasa con la aceptación por parte de la mujer, de ser la que más ingresos lleva a la casa.
Antes era más complicado, y ahora las mujeres lo ven cada día con una mayor naturalidad.
Para finalizar, creo que puede haber amor sincero entre parejas con gran diferencia de edad; pero se tiene que partir de que ambos sean serios o maduros en su visión de la vida.
Allí, el mayor o la mujer mayor en este caso, deben dirigir la relación.
Es decir, si una mujer madura se empareja con un hombre mucho más joven que ella, es porque este debe ser maduro mentalmente, y en sus actos, respecto a su edad cronológica.
Pero ojo, que la mentira siempre pasa factura.
A todas las partes.
Porque ocultar la verdad, solo para provocar celos o para engañarse a uno mismo, solo provoca angustia, y desesperación.

“What have we done?
Crossed the line”



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