Mishima: A Life In Four Chapters

“On November 25, 1970, Japan's greatest author, Yukio Mishima, commited an act that shocked the literary world...”

三島由紀夫 (Yukio Mishima) cuyo verdadero nombre era 平岡公威 (Kimitake Hiraoka), fue un novelista, ensayista, y dramaturgo japonés, considerado uno de los más grandes escritores de la historia del Japón; escribió 40 novelas, 18 obras de teatro, 20 libros de relatos, y al menos, 20 libros de ensayos, así como un libreto.
Una gran porción de su obra, se compone de libros escritos rápidamente sólo por los beneficios monetarios, pero incluso no teniendo en cuenta estos, seguimos ante una obra de grandes proporciones.
Su escritura, le hizo adquirir fama internacional, y un considerable seguimiento en América y Europa, siendo muchas de sus obras más famosas, traducidas al inglés y otras lenguas europeas.
Su temática audaz y descarnado, atenta a los aspectos más oscuros de las pasiones humanas, contrasta con la delicadeza y contención de su estilo.
Su grandilocuencia, le llevó a participar en representaciones teatrales, espectáculos públicos, y películas como “憂國” (1966), llamada “Patriotismo” en el mundo occidental, y “El Rito de Amor y de Muerte” en Japón; un corto de 29 minutos que él mismo escribió, dirigió, protagonizó, y produjo; donde en él, representó su propio “seppuku” o suicidio ritual japonés.
Su ensayo más importante es “文化防衛論” (En Defensa de La Cultura - 1968), donde defendía la figura del Emperador, como la mayor señal de identidad de su pueblo.
Más tarde, formaría la「楯の会」のこと o “Sociedad del Escudo” (1969), con un fastuoso uniforme que él mismo diseñó, y en el que pretendía reencarnar los valores nacionales de su Japón tradicional.
Nacido en una familia de burguesía media, Mishima se vanagloriaba sin embargo, de pertenecer por sus antepasados, a la clase de los samuráis.
Pasó los primeros años de su infancia bajo la sombra de su abuela, Natsu, quien se lo llevó y lo separó de su familia inmediata durante varios años.
Comenzó a estudiar Derecho en el año 1942, licenciándose en 1947.
Después de terminar su carrera, Mishima inició un trabajo como funcionario en El Ministerio de Finanzas japonés, puesto que abandonó para dedicarse a la literatura.
Exento del servicio militar, por sufrir tuberculosis, no participó en la guerra, suceso que él mismo entendió como una humillación:
Mishima fue llamado a las filas de La Armada Japonesa durante La Segunda Guerra Mundial; cuando pasó la revisión médica, coincidió con que estaba resfriado, con lo que el doctor de La Armada dictaminó que tenía síntomas de tuberculosis, y debido a ello, fue declarado incapacitado, frustrando su sueño de ingresar como piloto kamikaze.
Por ello, se sintió culpable por haber sobrevivido, y haber perdido la oportunidad de una muerte heroica.
Al morir su abuela, fue regresado a su familia, aunque su padre le prohibió escribir más historias, Mishima continuó escribiendo en secreto cada noche, apoyado y protegido por su madre Shizue, quien era siempre la primera en leer cada nueva historia.
Viajó ampliamente, pretendido por muchas publicaciones extranjeras, y siendo propuesto para El Premio Nobel de Literatura en 3 ocasiones, el cual no consiguió, presumiblemente debido a sus actividades radicales de extrema derecha.
Mishima trató de dejar atrás al joven hombre que había vivido sólo dentro de su cabeza, continuamente coqueteando con la muerte; e intentó vincularse al mundo real y físico, realizando una estricta actividad física.
La obsesión por la decadencia física, y una concepción esteticista y masoquista del heroísmo, le impulsaron a practicar halterofilia y artes marciales, y a llevar una vida turbulenta, signada por las actitudes retóricas y las posturas extremas.
Era un maestro de la representación:
Actor de teatro, espadachín ritual, modelo de fotografías de simbología inquietante, adalid de una misoginia espartana…
En 1955, Mishima practicó entrenamiento con pesas, y no interrumpió su régimen de entrenamiento de 3 sesiones por semana durante los últimos 15 años de su vida.
Del material menos prometedor, forjó un impresionante físico, como muestran las fotografías que se hizo; también llegó a ser muy hábil en kendō, el arte marcial moderno japonés de la esgrima.
En lo personal, Mishima, que era bisexual, contrajo matrimonio en el año 1958 con Yoko Sugiyama, y tuvieron 2 hijos:
Una hija llamada Noriko Tomita, nacida en 1959; y un hijo de nombre Iichiro Hiraoka, en 1962.
Nuevamente, en 1967, Mishima se alistó en Las Fuerzas de Autodefensa de Japón, es decir, El Ejército Japonés; y tuvo un entrenamiento básico.
Un año más tarde, formó La Sociedad del Escudo, milicia privada compuesta sobre todo por jóvenes estudiantes patriotas, que estudiaban principios de artes marciales y disciplinas físicas.
Estos también fueron entrenados a través de Las Fuerzas de Autodefensa de Japón, bajo la supervisión de Mishima.
En los últimos 10 años de su vida, Mishima actuó en varias películas, y codirigió la adaptación de una de sus historias...
Hasta que el 25 de noviembre de 1970, Mishima y 4 miembros de La Sociedad del Escudo, visitaron con un pretexto al Comandante del Campamento, Ichigaya, El Cuartel General de Tokio del Comando Oriental de Las Fuerzas de Autodefensa de Japón.
Una vez dentro, procedieron a cercar con barricadas el despacho, y ataron al comandante a su silla.
Con un manifiesto preparado, y pancartas que enumeraban sus peticiones, Mishima salió al balcón, para dirigirse a los soldados reunidos abajo.
Su discurso pretendía inspirarlos para que se alzaran, dieran un Golpe de Estado, y que devolvieran al Emperador a su legítimo lugar.
Como no fue capaz de hacerse oír, acabó con el discurso tras unos pocos minutos…
Regresó a la oficina del Comandante, y llevó a cabo su seppuku, al grito de:
“Larga Vida al Emperador”
La costumbre de la decapitación al final de este ritual, le fue asignada a 森田 必勝 (Masakatsu Morita), miembro de La Sociedad del Escudo, pero Morita no fue capaz de realizar su tarea de forma adecuada:
Después de varios intentos fallidos, que fueron 3, le permitió a otro miembro de La Sociedad del Escudo, 古賀浩靖 (Hiroyasu Koga), acabar el trabajo.
Entonces, Morita también llevó a cabo su seppuku, y fue decapitado por Koga.
Y es que Mishima preparó de forma meticulosa su muerte, durante al menos 4 años, y nadie ajeno al cuidadosamente seleccionado grupo de miembros de La Sociedad del Escudo, sospechaba lo que estaba planeando.
Mishima se aseguró, de que sus asuntos estuvieran en orden, e incluso tuvo la previsión de dejar dinero para la defensa en el juicio de los otros 3 miembros de La Sociedad del Escudo que no murieron.
三島由紀夫 (Yukio Mishima) tenía 45 años, y actualmente está enterrado en el cementerio Tama Reien de Fuchu de Tokio.
Sin embargo, la muerte de Mishima, ha estado siempre rodeada de mucha especulación:
Cuando se realizó el seppuku, acababa de terminar el libro final de su tetralogía “豐饒の海” o “El Mar de La Fertilidad”, compuesta por las novelas:
“春の雪” (Nieve de Primavera – 1969), “奔馬” (Caballos Desbocados – 1969), “曉の寺” (El Templo del Alba – 1970), y “天人五衰” (La Corrupción de un Ángel – 1971); esta última editada póstumamente, ya que el mismo día de su muerte, se la envió a su editor; que constituye una especie de testamento ideológico del autor, que se rebelaba contra una sociedad sumida en la decadencia espiritual y moral.
Pero bueno, ya sabemos lo que es la fama:
“Un brillo, un resplandor en el firmamento, que dura unos instantes, y al final se apaga; ilumina nuestros corazones durante un momento, aunque la memoria, quizás, quede más tiempo impresionada por la belleza de ese fulgor, de ese fuego artificial...”
Así concebía Mishima la acción, la belleza de la acción.
Quizá desde nuestra cultura occidental, no le demos demasiado valor al suicidio...
Peor con su muerte, desapareció uno de los críticos más lúcidos de la sociedad japonesa de posguerra; uno de los más importantes estilistas del lenguaje japonés, y un artista superdotado, que marcó señaladamente un rumbo en la historia de la literatura japonesa contemporánea.
“I wanted to explode, light the sky for an instant and disappear”
Mishima: A Life In Four Chapters es un drama del año 1985, dirigido por Paul Schrader.
Protagonizado por Ken Ogata, Roy Scheider, Kenji Sawada, Yasosuke Bando, Toshiyuke Nagashima, Masayuki Shionoya, Hiroshi Mikami, Junya Fukuda, Shigeto Tachihara, Junkichi Orimoto, Gô Rijû, Yuki Nagahara, entre otros.
El guión es de Paul Schrader, Leonard Schrader, y Chieko Schrader; y es catalogada como toda una biografía de 三島由紀夫 (Yukio Mishima), basado en su autobiografía “仮面の告白” (Confesiones de Una Máscara – 1948), en la que un joven homosexual debe enmascararse para vivir con “normalidad” en la sociedad de la época.
Es en esta novela, donde Mishima confiesa que se despertó al goce sexual con una imagen del martirio de San Sebastián.
Una imagen que le atrapó, y que le llevó a erotizar a la muerte, ante la visión del santo asaetado, lleno de heridas, y ensangrentado.
Precisamente, las visiones de torsos desnudos de jóvenes bien formados, haciéndose el seppuku, le perseguirán durante toda su vida; y ahora Mishima: A Life In Four Chapters incorpora elementos de sus novelas para contar su vida, como:
“金閣寺” (El Pabellón de Oro – 1956), sobre un aspirante que prende fuego a un templo budista, porque se siente inferior a la vista de su belleza.
“鏡子の家” (La Casa de Kyoko – 1959), sobre un joven que entra en una relación sadomasoquista con una mujer mayor.
“奔馬” (Caballos Desbocados – 1969) sobre un grupo de jóvenes fanáticos nacionalistas que falla para derrocar al gobierno.
Como dato, la familia de Mishima cooperó inicialmente con la realización de esta película, pero cuando su solicitud de que se elimina la escena del bar gay fue denegada, retiraron su ayuda; porque parece ser, que aunque en Japón visitó algunos bares gays, Mishima sólo mantuvo relaciones sexuales con hombres cuando viajaba al extranjero.
Así las cosas, Mishima: A Life In Four Chapters está producida por Francis Ford Coppola y George Lucas como “un retrato biográfico del consagrado autor japonés 三島由紀夫 (Yukio Mishima); que investiga la inquietud interior y las contradicciones de un hombre que trató de alcanzar una imposible armonía entre sí mismo, el arte y la sociedad.
La trama se centra en el día en que Mishima (Ken Ogata) conmocionó al mundo, al hacerse en público el seppuku, el 25 de noviembre de 1970, en El Cuartel General del Ejército.
El relato está salpicado de “flashbacks” para contar diversos episodios de su infancia, sus comienzos como escritor, el posterior triunfo profesional, su transformación en estrella mediática, sus obsesiones por la belleza física, y sus ambiguos gustos sexuales, así como la creación de La Sociedad del Escudo.
Los diversos episodios:
1. La Belleza.
2. Arte.
3. Acción.
4. Armonía de La Pluma y La Espada.
Evocan asimismo, estilizados fragmentos de sus obras de ficción más reputadas.
Mishima: A Life In Four Chapters, utiliza también diferentes paletas de colores para diferenciar entre los capítulos de la película:
Así, en 1970, las escenas contemporáneas se muestran en colores suaves; los “flashbacks” son en negro y blanco; el capítulo 1° en tonos de oro y verde; el capítulo 2° en tonos de rosa y gris; y el capítulo 3°, en tonos naranja y negro.
Por tanto, se alternan 3 películas distintas, por así decirlo.
La más real, narra el último día de la vida del escritor, y es con la que empieza y termina la proyección.
La vida anterior del escritor, empezando desde su infancia, se narra en blanco y negro; y su obra literaria, se pone en escena con decorados y maneras inequívocamente teatrales.
En la vida anterior del escritor, como dato, se oyen ocasionalmente los pensamientos del propio Mishima en inglés, usando la voz de Roy Scheider, mientras que todas las demás voces, incluyendo la del propio Mishima cuando no es narrador, están en japonés.
Mishima: A Life In Four Chapters es marcadamente literaria y expositiva, en el sentido de que tanto los seguidores como los detractores de Mishima, pueden salir del cine satisfechos de haber visto una exposición de la biografía y literatura que evita hacer valoraciones.
Y es que Mishima fue además de un gran escritor, un caudillo fascista anacrónico, y esta condición ha influido en la difusión de su obra; claro está, Mishima: A Life In Four Chapters no ha sido una excepción.
Una curiosidad nos dice que en una entrevista realizada por Antonio Weinrichter, Paul Schrader dice que en Japón hubo amenazas de muerte a los exhibidores.
A mediados de 2009, se estaba intentando lanzar en Japón una versión en CD íntegramente en japonés; aunque a día de hoy, Mishima: A Life In Four Chapters no ha sido proyectada íntegramente en Japón.
La fotografía de John Bailey, los exquisitos decorados y vestuario de Eiko Ishioka; junto a la inolvidable banda sonora de Philip Glass, ganadores todos ellos del Premio a La Mejor Contribución Artística en El Festival Internacional de Cine de Cannes en 1985; lo convierten en un homenaje a los ideales e inquietudes de Mishima y, además, en un audaz trabajo de investigación sobre el arte.
“The more I wrote, the more I realized mere words were not enough.
So I found another form of expression”
Una de las cosas más gratificantes del cine, es la posibilidad de descubrir o redescubrir obras ignoradas u olvidadas al momento de su estreno, obras que tal vez pueden tener el mismo estatus que ostentan ciertos clásicos, pero cuya poca repercusión, al momento de su estreno, las ha relegado a una categoría aparentemente menor, al menos, al lugar del olvido irremediable, si nadie ha hecho nada por gestar un culto en torno a dichos films.
Afortunadamente, Paul Schrader, guionista de grandes clásicos del último Hollywood de esplendor, como “Taxi Driver” (1976) o “Raging Bull” (1980) ambas dirigidas por Martin Scorsese, se ha decidido a relanzar uno de su principales films como director.
Mishima: A Life In Four Chapters, es un film luminoso, tal vez la perla principal en la irregular trayectoria como director de Schrader, trayectoria que ha acumulado menos éxitos que en su faceta de guionista; y es a su vez, una extraña joya en la peculiar cruzada oriental de Francis Ford Coppola y George Lucas, que por esos años, se dedicaban a producir al Maestro Akira Kurosawa.
Mishima: A Life In Four Chapters es una obra particular, porque retrata la vida de un artista particular, de un modo aún más particular:
三島由紀夫 (Yukio Mishima), fue un escritor dueño de una inmensa obra literaria, un hombre tan extraño y fascinante, como exitoso en su carrera, que sufrió una dolorosa infancia, que siempre ocultó su homosexualidad de la esfera pública, portador de ideas políticas bastante controversiales y discutibles, contradictorio en muchos aspectos, pero absolutamente coherente en su ferviente obsesión por unir la palabra y la acción, el arte y la política, obsesionado a su vez con la mirada oriental, respecto al sacrificio humano.
Rodada íntegramente en japonés, Mishima: A Life In Four Chapters se estructura en 4 capítulos, en los que se alternan presente, pasado, y evocaciones de algunas de las obras de Mishima.
El tiempo presente, se reduce a las últimas horas de la vida del escritor, horas en las que ejecutó, con la ayuda de sus acólitos, el minucioso plan de Golpe de Estado, para reivindicarlo en la figura del Emperador.
En el transcurso de las mismas, su reflexiva voz “en off”, que se utilizó la voz en inglés de Roy Scheider, en lugar de la de Ken Ogata; nos conduce a través su pasado, filmado en un sobrio blanco y negro.
Se nos muestran escenas de su infancia, marcada por el excesivo proteccionismo al que lo sometió su abuela; de su adolescencia, donde descubre su vocación artística y su incipiente homosexualidad; de su juventud, en la que alcanza el éxito, y reprime su yo, bajo máscaras sociales; y de su madurez, durante la que extrema y radicaliza sus ideas y obsesiones.
Schrader, también rememora varios de sus trabajos literarios, mediante una experimental e inventiva puesta en escena, caracterizada por unos decorados coloridos y minimalistas, a cargo de la excelente Eiko Ishioka.
En estas representaciones, advertimos el afán rebelde de Mishima, su fetichista atracción por la muerte, y el desencanto que le producía vivir en una sociedad carente de espiritualidad, y ajena a los valores tradicionales del país del Sol Naciente.
Y se puede decir, que si hay un elemento interesante en las obras que este director haya dirigido o escrito, es ese gusto por exponer personalidades contradictorias y complejas, que nos hacen reflexionar más allá del propio personaje, para que tomemos conciencia del tipo de sociedad en la que vivimos; una sociedad, a juicio de Schrader, casi siempre enferma.
Schrader, que desde “Taxi Driver” (1976) había revelado su interés por el modo en que el hombre puede concebir el suicidio, une férreamente vida y obra de Mishima, partiendo desde el inicio del último día en la vida del escritor, y recurriendo en los 4 capítulos en los que está dividido el metraje, al día en que ejecuta su planificada puesta en escena, previa a cometer el seppuku.
En los 4 capítulos, Schrader recurre a retratar la vida del escritor, apelando a su infancia, su adolescencia, su consagración literaria, y su participación en el mundo del cine como actor y director, mechando estas etapas con 3 de sus relatos más importantes, para determinar que en todos esos momentos, en su vida, y en sus dramas, se encuentra 三島由紀夫 (Yukio Mishima), que desde su formación, parece pertenecer a otro tiempo:
Mishima obsesionado por la belleza y por la figura del Samurái; Mishima que vivió como un soldado devoto a ultranza de la figura del Emperador; y el hombre que finalmente terminaría sacrificándose, apelando al ritual tradicional que había terminado con la vida de muchos de los protagonistas de sus obras, incluso de personajes que él mismo ha encarnado en el cine.
Más allá de la posición ideológica de Mishima, hay que entender principalmente que no es sencillo analizar las posturas de derecha nacidas dentro de la cultura oriental, desde nuestra perspectiva occidental, con nuestra historia, nuestra cultura, y los terribles antecedentes de lo que nosotros conocemos como “fascismo”; Schrader logra una construcción contundente y compleja de la figura del célebre escritor, donde se destaca su tendencia a unir la pluma con la espada, y su forma de concebir el honor, como los elementos determinantes que llevarán a que su abundante obra literaria tenga su perfecto correlato en el desenlace de su vida.
Todo parte y termina, en el día que Mishima viaja con los integrantes de su ejército privado, La Sociedad del Escudo, al Cuartel General del Ejército.
Un intento de secuestro, y una pronunciación pública que termina en abucheos, llevan al final de la vida de Mishima, pero Schrader deja ver en todo momento, que este final ha sido premeditado desde el comienzo, ha sido planificado a rajatabla, consciente desde el primer momento que las ideas que guían su vida, no son compartidas por sus compatriotas, por lo que su pronunciamiento inevitablemente lo conducirá al sacrificio.
Cabe destacar, desde la producción, la excelente fotografía de John Bailey, el sólido trabajo interpretativo de Ken Ogata, y la inolvidable partitura de Philip Glass.
“最も美しい体はすぐに年齢によって破壊されます
どこ美しさは、その後のですか?
唯一の技術は、人間の美しさは我慢なります
あなたはそれを維持するために芸術家のスキームを考案する必要があります
あなたは、あなたの美しさの高さで自殺をコミットする必要があります”
(Incluso el cuerpo más hermoso es pronto destruido por la edad.
¿Dónde está la belleza, entonces?
Sólo el arte hace que la belleza humana perdure.
Debe diseñar el esquema de un artista para preservarlo.
Debe cometer suicidio a la altura de su belleza.)
¿Por qué un escritor cosmopolita, famoso y atractivo, decidió suicidarse de un modo tan espectacular?
¿Era Mishima, un neo imperialista, o tan sólo quiso plantear una sangrienta “performance”?
¿Qué le llevó a tomar una determinación tan irrevocable?
Si vivir una posguerra no es fácil para ningún país, la que sufrió Japón tras la derrota en La Segunda Guerra Mundial, presentó un plus de impacto emocional.
Con 2 bombas atómicas lanzadas sobre su territorio, la humillación de ver por primera vez en su historia, al invasor en sus calles; y por último, el muy simbólico derrumbe del Mito del Emperador, fueron heridas abiertas que tardaron décadas en sanar.
Actitudes como la de 三島由紀夫 (Yukio Mishima), defensor acérrimo de la figura Imperial como auténtico “dios vivo”, y de un militarismo de corte nacionalista y romántico, contribuían a exacerbar el malestar de aquellos japoneses que habían sufrido en carne propia, el desastre de la guerra mundial.
Y el suicidio ritual del escritor, hace 45 años, siempre sacude a la sociedad japonesa, por mucho que en 1970, la posguerra pareciera ya asunto zanjado.
Mishima es admirado, y pese a su bien merecida fama como escritor, es tachado de exhibicionista, mitómano, megalómano, fascista, homosexual, narciso, masoquista…
Su obsesión, es que la institución imperial renazca según los ideales que él defiende, es decir, debidamente restituida a su condición divina.
En todo caso, la auténtica fuente de inspiración ideológica de Mishima, no es el fascismo italiano, como tampoco lo es el nacionalsocialismo, pese a sus simpatías por alguna sociedad germanófila durante su juventud; o el neo imperialismo asumido por algunos japoneses desde la posguerra.
Muy al contrario, las ideas que iluminan el pensamiento de Mishima, proceden de un tiempo anterior a la llegada de los occidentales, cuando la clase guerrera nipona, aún seguía el dictado de Confucio:
“Conocer aquello que es justo, y no hacerlo, demuestra la falta de valor”
Hijos de una educación espartana, aquellos samuráis, seguían los preceptos del Bushido, el código caballeresco vigente en las islas, hasta el periodo de apertura a Occidente.
En el combate, los caballeros no sólo medían su valentía con el acero; también tenían oportunidad de mostrar su talla espiritual, y aun intelectual.
Para su desgracia, el gesto del escritor, no fue comprendido por una sociedad democrática y acomodada, cansada de la violencia, y deseosa de alcanzar la prosperidad, sin tener que echar la vista atrás.
Por más que Mishima observara con nostalgia El Código Samurái, las costumbres del Japón feudal eran algo que, en 1970, ya sólo tenía sentido en el cine, en las teleseries, en los museos, y en las fantasías de los ultraderechistas…
Hoy se sigue sin entender a Mishima.
Se desprecia su pensamiento, sin embargo, Occidente, ávido de personajes mediáticos, hace caja con sus excentricidades.
Mishima pudo ser excéntrico, pero su mensaje es muy claro:
Fue un fascista; pero para intentar borrar ese “aspecto”, preferimos decir que estaba loco.
Los locos somos nosotros.
Todas las propuestas de Mishima, siguen de plena actualidad; pero estamos sordos y ciegos ante la evidencia.

“The instant the blade tore open his flesh, the bright disk of the sun soared up behind his eyelids and exploded lighting the sky for an instant”



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