Hitchcock/Truffaut

“The Greatest Story Hitchcock Ever Told”

Pocas veces se le reconoce a la crítica, su poder de modificar de forma evidente la historia del cine.
Sin duda, la mayor muestra de este suceso, en realidad habitual, fue el establecimiento de las principales teorías de los críticos de Cahiers du cinéma en la década de los 50 y 60.
Dirigidos por André Bazin, autor de otro libro clave del Séptimo Arte como “Qu'est-ce quele cinéma?”; los críticos de Cahiers, entre los que se encontraban autores como Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Jaques Rivette, o el mismo Françoise Truffaut, no solo cambiarían el cine como directores, sino que establecerían algo más que las bases para dicho cambio, desde las páginas de la mítica revista francesa.
La principal propuesta radical, era la hoy, mayoritariamente aceptada “teoría del autor”, una forma de interpretar el cine como obra de un solo hombre, su director, que vertía su mente/artista al celuloide, a través de otro nuevo concepto:
“La puesta en escena” o “mise en scène”
De esta forma, sería el realizador, como artista, el que plantearía tanto en forma como en contenido, sus obsesiones, pensamientos o filosofía existencial en su obra, de tal manera, que su personalidad se encontrará en cada una de sus películas, por muy diferentes que estas pudieran parecer en un principio.
Aunque hoy en día, esta teoría nos parece obvia, en los 60 consiguió que las películas dejaran de ser de John Wayne, y pasaran a ser de John Ford, por poner un ejemplo.
Dentro de esta corriente, solo faltaba señalar a los más grandes autores.
No hubo muchos impedimentos en señalar a Jean Renoir, Ingmar Bergman, o Roberto Rossellini, como artistas personales, al fin y al cabo, eran europeos.
El mayor problema fue con los de Hollywood, los de Cahiers se dedicaron a encumbrar más que a ningún otro, al hoy afamado trío maestro del cine clásico:
John Ford, Howard Hawks y por qué no, al británico Alfred Hitchcock.
John Ford tenía más Premios Oscar que dedos en la mano, los estadounidenses sabían que era bueno pero para ellos, los intelectuales, Alfred Hitchcock era solo un farsante de la intriga.
El Maestro del Suspense era solo eso, muy alejado de ser considerado un artista, sus motivos eran repudiados por los críticos, que no veían en él, más que un habilidoso artesano, capaz de mantener al público atento con trucos baratos y, por ello, no se merecía ni reconocimiento crítico ni material, en forma de premios.
Françoise Truffaut, el más fuerte defensor del cineasta inglés, pensó que si tuviera el maestro, la oportunidad de explicar su cine, más de uno empezaría a ver que la aparente sencillez de la obra de Hitchcock, era un complicado reloj suizo, digno de un auténtico artista atemporal.
Así, alumno y maestro se sentaron en 1962, para hablar de todo ello, durante una semana… el resto es historia.
“Le cinéma selon Hitchcock” se publicó por vez primera en 1966, y terminaba en “Torn Curtain” (1966), la película número 50 de Alfred Hitchcock.
Posteriormente, se preparó una edición definitiva del libro, con una nueva introducción y un largo capítulo suplementario que incluía:
“Topaz” (1969), “Frenzy” (1972), “Family Plot” (1976) y “The Short Night”, la película que Hitchcock preparada cuando murió.
Pero por aquel entonces, Truffaut contaba solo con 30 años, y unos filmes a sus espaldas, como:
“Jules et Jim” (1962) y los cortometrajes:
“Antoine et Colette” (1962), “Une visite” (1955) y “Les mistons” (1957)
Sin embargo, ya contaba con cientos de horas en su querida sala de cine parisina, y varios años trabajando para la publicación “Cahiers du cinema”, con el crítico y su “padre adoptivo”, André Bazin.
Su carrera había despegado con fuerza, mientras que el británico, había soplado ya 63 velas, tenía una trayectoria consolidada con gran éxito comercial, y trabajaba en el corazón del sistema hollywoodiense.
Pero para la crítica, muy sin embargo, Alfred Hitchcock no era ese director al que había que admirar, más bien fue ninguneado sistemáticamente durante mucho tiempo, con el sambenito de que sus películas no tenían sustancia; por lo que Truffaut quiso hacerle justicia.
Idolatraba al Maestro del Suspense desde que lo entrevistó junto a Claude Chabrol durante el rodaje de “To Catch a Thief” (1955) en La Costa Azul.
“Durante el invierno de 1955, Alfred Hitchcock vino a trabajar a Joinville, en el estudio Saint-Maurice, para la postsincronización de “To Catch a Thief” (1955), cuyos exteriores había rodado en La Costa Azul.
Mi amigo Claude Chabrol y yo, decidimos entrevistarle para “Cahiers du Cinéma”…” recuerda el francés.
Su inteligencia le asombró, y desde entonces, no había cejado en el empeño de rescatar su nombre, y devolverle el esplendor que merecía, situándolo a la altura de otros grandes como Roberto Rossellini o Ingmar Bergman.
Lo hizo a través de las páginas de la revista “Cahiers du Cinéma”, donde publicó numerosas críticas, y dejó patente que Hitch era “el mejor director del mundo”
“En los años 50 y 60, Hitchcock se encontraba en la cima de su creatividad y de su éxito...
Ese éxito y esa popularidad, la crítica de EEUU y europea, iba a hacérselo pagar examinando su trabajo con condescendencia, denigrando un filme tras otro”, escribió Truffaut en el prólogo del libro.
Porque en Estados Unidos no lo consideraban un verdadero artista; le acusaban de explotar siempre la misma historia, e incluso, le reprochaban que hiciera películas pensando únicamente en el público, a lo que Hitchcock respondía que no comprendía “como otros realizadores podían hacer cine pensando solo en ellos mismos”
Los críticos comentaban lo superficial de sus películas, el hecho de que Hitchcock solo supiera asustar al público, y no fueron capaces de ver la potencia de su obra, el erotismo, y la sugestión onírica que desprendían sus imágenes, cuidadosamente estudiadas, además de su habilidad para manejar el tiempo y el montaje, como nadie antes había logrado.
Truffaut quería manifestar que “Rebecca” (1940), “Vertigo” (1958) y “Psycho” (1960), entre otras, no eran películas de un director que hacía solo entretenimiento, sino que eran obras creadas por un artista.
Sir Alfred Joseph Hitchcock, fue pionero en muchas de las técnicas que caracterizan a los géneros cinematográficos del suspense y el “thriller” psicológico.
Hitchcock era el maestro del que aprender, el padre que nunca tuvo Truffaut, que ansiaba absorber todos sus conocimientos.
Ambos se hicieron buenos amigos, pese a no hablar el idioma del otro.
No hacía falta.
El lenguaje del cine es universal, y la admiración que sentía el realizador francés, por el creador británico, le llevó a escribirle una larga misiva para que le concediera la famosa entrevista:
“Desde que me convertí en cineasta, mi admiración por usted no ha flaqueado, al revés, se ha hecho más fuerte, y ha cambiado de naturaleza.
Existen muchos directores que aman el cine, pero usted ama el propio celuloide”, anotó.
El director británico, no muy dado a las emociones fáciles, se enterneció al conocer el contenido de la carta:
“Querido Señor Truffaut, su carta ha llenado mis ojos de lágrimas, y me sentiré honrado de recibir ese homenaje de su parte”
Cuando Hitchcock aceptó su propuesta, Truffaut tuvo una de las mayores alegrías en su carrera, como crítico y cineasta, hasta el punto que éste sea posiblemente, el más famoso libro de cine, jamás escrito.
Lo primero que llama la atención, es que como 2 personas a priori tan distintas, conectaron tan bien desde el principio:
Un humanista treintañero, amante de los libros, que mimaba los diálogos y los personajes; y un artista sesentón, para quien la imagen lo era todo, por encima incluso de la historia y de los actores, a quienes trataba de forma despiadada.
Pero claro, a estos 2 les iban mucho las mujeres, y eso, al parecer une mucho…
El libro de entrevistas realizadas por François Truffaut a Alfred Hitchcock, supuso el reconocimiento al Maestro del Suspense, en una época en donde no estaba considerado tan bien como en la actualidad, sobre todo por parte de los críticos de EEUU.
Las conversaciones, tuvieron lugar en Los Estudios Universal, durante 1 semana entre el 13 y el 18 de agosto de 1962,  desde las 9am hasta las 6pm, con la ayuda de la traductora Helen Scott.
En ella se haría hincapié en todo el proceso creativo de cada uno de sus films, desde la elección del proyecto en sí, los actores, la técnica, la producción... como las circunstancias que rodearon al nacimiento de cada film, la elaboración y construcción del guión, problemas en la puesta en escena de cada película, y su estimación personal con respecto al resultado comercial y artístico del film respecto a las expectativas iniciales.
En esa entrevista, poco a poco El Maestro se va abriendo, y con gran sinceridad, humor y autocritica, nos va contando sus dificultades técnicas en los rodajes, sus particulares apreciaciones y problemas con algunos actores, su control absoluto sobre sus obras, sus obsesiones, su particular método de adaptar obras menores para hacerlas suyas, como vehículo para su particular plasmación cinematográfica; además de mil y una anécdotas, y de su modo de entender el cine, repasando también exhaustivamente su filmografía, desde su etapa muda, sus primeros éxitos, el inicio en su etapa en Hollywood, y sus obras más ambiciosas y perfectas.
El libro, también incluía fotografías realmente geniales.
Fotomontajes de escenas, cuadro por cuadro, como uno de la famosa escena del apuñalamiento en la ducha en “Psycho” (1960)
Así las cosas, “Le cinéma selon Hitchcock” ve la luz en octubre de 1966, en la editorial Robert Laffont, mientras que su versión inglesa, llamada “Cinema According to Hitchcock”, se publicó un año más tarde, en noviembre de 1967.
El autor François Truffaut, explicó sobre el libro:
“Poco a poco fui comprobando el contraste existente entre el hombre público, seguro de sí mismo, deliberadamente cínico, y la que me parecía ser su verdadera naturaleza:
La de un hombre vulnerable, sensible y emotivo, que siente profunda y físicamente las sensaciones que desea comunicar a su público.
Es un libro del que no me considero autor, sino tan sólo iniciador o, mejor aún, provocador”
De ahí el valor de “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock”, que partió como un intento de Truffaut, por lograr que su admirado cineasta “hollywoodense”, tuviera de parte de la crítica y la comunidad cinéfila, el respeto que él creía que merecía, y que el tiempo terminó por darle, convirtiendo el libro en una piedra angular para estudiar a un autor inmortal.
El libro, cuatro años después de las entrevistas, es ampliamente considerado una especie de biblia por cinéfilos y cineastas por igual.
Sea como fuere, “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” trasciende más allá de ser una entrevista, quizá la primera que se hizo a fondo a un director, y en la que un director revela a fondo su manera de entender el arte cinematográfico, para constituirse en una magistral lección sobre cine.
Una lección que surge fruto de una reivindicación que tendrá su colofón durante el homenaje que el American Film Institute le hizo a Sir Alfred Hitchcock, el 7 de marzo de 1979, un año antes de su fallecimiento, cuando un ya maduro Truffaut se dirige al auditorio diciendo que “en EEUU llaman a este hombre “Hitch”
En Francia lo llamamos “Monsieur Hitchcock”
Ahora, cuando se cumplen 50 años de la publicación de la extensa entrevista que el director de “Les quatre cents coups” (1959) realizó al autor de “The Birds” (1963), nos llega un interesantísimo documental que lleva por título, simplemente Hitchcock/Truffaut, y que recoge cómo se elaboró ese encuentro de 8 días en una sala de los estudios Universal de Los Ángeles.
Allí, los 2 directores, reunidos con la única presencia de la intérprete Helen Scott, el fotógrafo Philippe Halsman, y unos puros sobre la mesa, dialogarían sobre la magia del cine durante 50 horas.
A través de las 500 preguntas lanzadas por el francés, el británico iba desgranando con todo lujo de detalles, cómo había creado cada una de sus películas.
Convertido hoy con justicia, en el icono del director cinematográfico, el realizador inglés sería mirado desde la intelectualidad angloparlante de otra manera desde entonces.
Hitchcock y Truffaut, en lo personal, consiguieron una amistad vitalicia, y demostraron que el cine no solo se crea con películas, sino con pensamientos.
“I’d like everyone who makes films to be able to learn something from it, and also everyone whose dream it is to become a filmmaker”
Hitchcock/Truffaut es un documental del año 2015, dirigido por Kent Jones.
Protagonizado por David Fincher, Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, Alfred Hitchcock, François Truffaut, James Gray, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, entre otros.
El guión es de Kent Jones y  Serge Toubiana; como dato, Toubiana es una figura bien conocida por los aficionados al cine, por ser redactor jefe del medio “Cahiers du Cinema” entre 1973 y 1979.
Hitchcock/Truffaut está basada en “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” (1966), una de las obras literarias más imprescindibles sobre el mundo del cine, y tiene su punto de partida, en la legendaria conversación entre los directores:
Alfred Hitchcock y François Truffaut.
La entrevista no fue filmada, únicamente registrada en audio, pero gracias al documental elaborado por el crítico de cine y escritor, Kent Jones, podemos ser testigos de ese fluir de ideas y explicaciones que iba regalando con su peculiar sentido del humor, el genio de Londres a su interlocutor y, por ende, a toda la audiencia que admira su trabajo.
A partir de las grabaciones originales de la famosa entrevista, Hitchcock/Truffaut rinde tributo a pasajes del libro, y además añade las impresiones de grandes directores de nuestra época.
En el documental, el director Kent Jones, no intenta analizar el cine de Hitchcock, que deja a un 2º plano, sino que más bien intenta recuperar el libro de Truffaut, para hacerlo visible en la gran pantalla.
Lo primero que sorprende del cartel de la película, es ver cómo están colocados sus protagonistas:
Hitchcock está de pie, mirando a Truffaut con una mano abierta y gesto autosuficiente; mientras que el cineasta francés, sentado, le observa ensimismado y pensativo, atento a las perlas que está a punto de soltar el genio británico.
Se trata de una de las imágenes que inmortalizó el fotógrafo Philippe Halsman, del mítico encuentro entre ambos cineastas, en agosto de 1962, que acabaría dando vida al libro “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” (1966), obra indispensable para todo amante del Séptimo Arte.
Medio siglo después de la publicación del libro de François Truffaut, el director Kent Jones, invita a algunos de los mejores directores de nuestro tiempo:
Martin Scorsese, David Fincher, Richard Linklater, Wes Anderson, James Gray, Olivier Assayas, Peter Bogdanovich... a compartir sus pensamientos sobre El Maestro del Suspense:
Alfred Hitchcock.
Hablamos, por tanto, de un documental que no esconde su vocación didáctica, y que no tiene reparo en ir diseccionando las escenas más memorables de Hitchcock, recurriendo a las fuentes citadas a modo de Clase Magistral.
Por toda su comercialidad, Hitch no fue lo suficientemente apreciado, hasta que este estudio salió a la luz.
Por lo que Jones recupera esa idea, convirtiendo el entusiasmo de Truffaut, en un honorable reclamo.
Y resulta un placer incontestable, explorar el imaginario “hitchcockiano” a través de los reverenciales testimonios de algunas de las figuras más ilustres del cine contemporáneo.
Más que del ámbito del análisis, las novedades emergen de los hallazgos de archivo:
Las cartas que intercambiaron Hitchcock y Truffaut, los registros sonoros y fotográficos de sus encuentros; el valiosísimo material recopilado, por ejemplo, proporciona una mirada, a veces devastadora, sobre los fantasmas, sueños y realidades que anidaban en aquel irrepetible creador de imágenes y sentimientos.
Esta discusión de hombres, sobre el tema del estilo visual del director de cine es fascinante, tanto su enfoque de actores y su catolicismo, pero guarda silencio sobre su voyerismo, dejando sola su misoginia…
Si el documental se concentra en los aspectos mecánicos de la creación del cine, esto es claramente porque era la preferencia de Hitchcock.
Y durante el visionado pueden salir a colación, preguntas como:
¿Qué tienen que ver las películas de Richard Linklater con las de Hitchcock?
¿Y las de Wes Anderson?
Lo interesante es ver, cómo cada uno de los cineastas que interviene en el documental, lleva la obra de Hitchcock a su terreno, por ejemplo:
Linklater habla de la temporalidad, Anderson de las composiciones, Scorsese del pozo religioso, etc.
Así, a partir de películas como “Vertigo” (1958), o de actores como Montgomery Clift, directores como James Gray o David Fincher, terminan hablando de su propia manera de ver el cine.
¿Un documental muy bien re/construido sobre el oportunísimo encuentro que reafirmó las bases de “La Politique des Auteurs”; o una adaptación cinematográfica del libro que ya de por sí, Truffaut concibió estructuralmente como una película; algo así como un ensayo audiovisual sobre materia cinematográfica con soporte editorial, que se transforma en aquello que pretendió ser originalmente?
“En la ficción, es el director el que debe crear la vida”, decía El Maestro del Suspense; y Kent Jones ha vuelto a revivir la personalidad de ese orondo personaje de fuerte carácter que marcó un antes y un después en la historia del Séptimo Arte; y junto a él, la presencia de un grande de la cinematografía francesa, que murió prematuramente a los 52 años, solo 4 años después de su querido amigo, Monsieur Hitchcock.
“In examining his films, it was obvious that he had given more thought to the potential of his art than any of his colleagues.
It occurred to me that if he would, for the first time, agree to respond seriously to a systematic questionnaire, the resulting document might modify the American critics’ approach to Hitchcock.
That is what this book is all about”
Hitchcock/Truffaut, está dirigido por el escritor y crítico Kent Jones, mano derecha de Martin Scorsese en documentales dedicados a las figuras de Val Lewton y Elia Kazan; y guionista de la película “Jimmy P” (2013) de Arnaud Desplechin.
Precisamente, Scorsese y Desplechin, son 2 de los directores que aparecen en Hitchcock/Truffaut, para glosar la figura de los protagonistas, y su encuentro en los años 60; por tanto, el documental indaga en los detalles de una entrevista que cambió, como ninguna otra, la historia de cine.
Hitchcock/Truffaut, en su afán por documentar de forma verosímil, pero también totalizadora, todo lo que envolvió, provocó y originó aquella conversación entre genios, deviene un gran mosaico compuesto por diversas fuentes que, desde la diversidad de formatos, reconstruyen de principio a fin, la que se ha dado en llamar:
“La Biblia del cine moderno”
Serge Toubiana, impulsor del documental, y exdirector de la Cinémathèque Française, encontró en 1993, en las oficinas de Truffaut en París, una caja de cartón con unas cintas, hasta entonces olvidadas…
Cuando puso una de ellas en un magnetófono, apareció la inconfundible voz de Hitchcock…
La grandeza de la propuesta de Jones, radica en saber extraer todo el jugo de aquel fructífero diálogo entre 2 brillantes cineastas, tan diferentes entre sí, que dejaría huella con el tiempo.
El realizador, intercala imágenes en blanco en negro de la reunión, con pasajes de filmes del creador británico, mientras se escuchan las voces de los protagonistas de fondo, sobre todo la de un Hitchcock que, en tono pausado, deja en evidencia su satisfacción, por tener la libertad de hablar abiertamente de las cuestiones más profundas de su filmografía, de lo que era una puesta en escena, o la dirección de actores.
Las grabaciones, descubren también a un hombre más divertido y coloquial de lo que lo que se adivina en el texto.
En ellos, se pone de manifiesto el humor del director británico, que manda parar la cinta en 2 momentos:
Cuando tiene que hablar de sí es católico, y de una situación de contenido sexual...
Se cita a la revista “Cahiers du Cinéma”, y al crítico André Bazin, como fundamental para cambiar la visión que la crítica de la época tenía de Alfred Hitchcock, considerado como “un director que llenaba salas, cuyas películas eran un espectáculo de masas de baja calidad”
Así, el desarrollo del film avanza cronológicamente, en paralelo al índice del libro, profundizando en algunas de las anécdotas más brillantes que recoge cada uno de sus capítulos:
“Todos los esfuerzos de James Stewart, para recrear la mujer cinematográficamente, son presentados como si intentara desnudarla en lugar de vestirla.
Y la escena que más me interesa, es cuando la muchacha vuelve después de haberse teñido de rubia.
James Stewart no está completamente satisfecho, porque no se ha peinado el cabello formando un moño.
¿Qué quiere decir esto?
Quiere decir que está casi desnuda ante él, pero todavía se niega a quitarse la braguita”
Alfred Hitchcock, comentaba esto en “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” (1966), uno de los volúmenes más importantes de la historia del cine, en forma de una extensa entrevista entre François Truffaut y El Maestro del Suspense.
En el libro, estas palabras del cineasta sobre “Vertigo” (1958), esconden una cierta ironía.
Sin embargo, no alcanzan las cotas de comicidad que sí se aprecian en la grabación de la entrevista.
En general, primero se nos presenta a los 2 púgiles, Truffaut y Hitchcock, su historia personal y profesional.
Después, con los audios de la grabación de la entrevista, se nos plantean los temas específicos.
Es aquí, en los detalles, donde tanto los autores del documental, como los entrevistados, en este caso cinéfilos antes que cineastas, nos hacen preguntarnos por las teorías del genio.
Además del placer del privilegio pseudo fetichista que es para un fan de cualquiera de ambos, la posibilidad de escuchar dicha conversación, donde el humor destaca en los intercambios de 2 mentes superdotadas, destacando la ingeniosa ironía del inglés, ante un joven y tímido Truffaut que hablaba de forma comedida ante su ídolo “legendario”; la importancia capital de las declaraciones de Hitchcock, se sitúa en su capacidad para despertar las ganas de ser director de cine y, para que estos, tanto simples interesados como afamados practicantes, vean reflejadas en las palabras del inglés, cualquiera de sus propias obsesiones, manías o, en definitiva, ARTE.
El documental, técnicamente está muy bien construido, y nos cuenta de forma clara, todos los detalles para que se pueda entender cómo fue la entrevista, los eventos ocurridos durante la realización de las películas de Hitchcock, y cómo algunos fracasos o éxitos, afectaban las posibilidades de hacer esos films.
Entre una pregunta y la siguiente, se inserta una narración por parte de Mathieu Amalric, en donde se explican aspectos de la carrera de Hitchcock, y en la primera mitad, también de Truffaut, con imágenes de la época de los rodajes, y sobre todo, un análisis exhaustivo de escenas como el largo beso de “Notorious” (1946), y termina centrándose en 3 de sus mejores trabajos:
“Vertigo” (1958), “Psycho” (1960), y “The Birds” (1963), que aborda a fondo las tramas, y posibles enigmas de esas joyas del suspense.
En los 80 minutos de metraje, que se hacen cortos, se nos explica muy bien, diferentes aspectos del cine de Hitchcock.
Los más destacados son:
El peso de La Teoría de Freud en sus películas, que podemos ver, por ejemplo, en “Vertigo” (1958) o “The Birds” (1963)
Por otra parte, el papel del catolicismo y su culpabilidad, también se presenta en sus obras, como en “Psycho” (1960)
Un último tema, y seguramente, el más destacado del Maestro del Suspense, es la gran habilidad para el encuadre de los planos.
Siempre de presión milimétrica, y por un sentido concreto, como el del coche en “Psycho” (1960), o el del famoso beso entre Cary Grand e Ingrid Bergman en “Notorious” (1946)
En los minutos finales, se retoma el texto de entrevistas, para hacer unas preguntas al espectador, subrayando líneas de “El cine según Hitchcock”
También, en este documental, El Maestro cuenta la pérdida de su técnico de fotografía habitual:
Robert Burke.
Su desencuentro con su compositor más emblemático:
Bernard Herrmann.
Su presunta “decadencia” con “Topaz” (1969), o la fallida “Marnie” (1964), su recuperación con “Frenzy” (1972), y su divertida e irónica despedida del cine en “Family Plot” (1976)
Por el medio quedan muchas películas más, quizás menos conocidas, pero no por ello, menos dignas de conocer.
Y es que Truffaut era un gran admirador de Hitchcock, y de hecho, en este documental, podemos ver diferentes influencias que cogió Truffaut de Hitchcock para hacer sus propias películas.
Pero Kent Jones va más allá…
Con tal de llegar a comprender el grado de fascinación que Truffaut sentía por quién llegara a considerar “su padre cinematográfico”, Hitchcock/Truffaut explora su atormentada y rebelde infancia, que daría pie a sus no menos contestatarias primeras películas, ya después de su providencial encuentro con André Bazin, y hasta la reedición del libro en 1983, 3 años después de la muerte de Hitchcock.
Por tanto, Hitchcock/Truffaut pone en imágenes, aquello que “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” (1966) construía mediante la palabra.
Sin embargo, en el documental también hay texto, sobre todo en forma de declaraciones de un puñado de directores de estilos ciertamente dispares, que hablan sobre la influencia que el cine del Maestro del Suspense ha ejercido en sus obras, y en lugar de contar con expertos cinéfilos, se prefirió entrevistar a cineastas contemporáneos.
Así, por ejemplo, Richard Linklater destaca de Hitchcock, el tratamiento de la temporalidad; mientras Olivier Assayas, se reconoce influenciado por su concepción del erotismo; Wes Anderson se siente fascinado por su habilidad en convertir los objetos en fetiche; y Arnaud Desplechin, por el aspecto psicológico de todos sus films.
David Fincher, elogia su milimetrada concepción del espacio; a la vez que Kiyoshi Kurosawa, ensalza una figura, cuya puesta en escena es capaz de trascender el clasicismo de Hollywood; y así hasta completar una nómina que cuenta también con Scorsese, Peter Bogdanovich, Paul Schrader o James Gray.
Que autores tan dispares, con poéticas tan personales, suenen tan felizmente armonizados, se debe básicamente, a que todos ellos orbitan en torno a una figura, cuya trayectoria sustenta buena parte de la historia del cine:
Desde un periodo vanguardista en Reino Unido, hasta la postmodernidad en Estados Unidos, recorriendo transversalmente las diferentes etapas del clasicismo hollywoodiense, y los distintos niveles de complicidad con el público.
Así, Martin Scorsese reconoce que fue la llave maestra que le introdujo por primera vez, en los secretos del cine:
“En un momento, en que un consenso general definía lo que era y lo que no era cine serio, ese libro resultó revolucionario.
Nos radicalizó como cineastas”, sostiene el autor de “Taxi Driver” (1976)
Wes Anderson destaca, por su parte, que lo ha leído tantas veces, que ha tenido que sujetar sus páginas con goma.
David Fincher, que descubrió su amor por el cine, gracias a la pasión que le transmitió su padre, recuerda al Maestro británico, como “el hombre que destruyó todas las reglas establecidas hasta entonces”
Fincher cuenta que leyó el libro “unas 200 veces siendo niño”, y admite ante la cámara, que le habría gustado ver una versión alternativa de “Vertigo” (1958), narrada desde el punto de vista del personaje de Kim Novak…
James Gray cree que su visión reveladora, fue una ventana hacia el mundo del cine.
Peter Bogdanovich asegura, que la publicación del libro “alteró la valoración que se tenía de Hitchcock, que empezó a ser tomado mucho más en serio, y no solo como un entretenimiento ligero”
Y Olivier Assayas comenta que “el encuentro entre ambos directores, se produjo en un momento en que el cine tomó conciencia de sí mismo, cuando Truffaut afirma:
“El cine es un arte, y nosotros somos artistas”
Si algo viene a demostrar Hitchcock/Truffaut, con su modo de añadir lecturas a un libro que ya de por sí lo que hacía, era añadir lecturas a una filmografía, es que lo que hace grandes a las buenas películas, es su capacidad de no ser obras cerradas, de poder dotarse de nuevos significados, condicionados por la sensibilidad de sus espectadores.
Todas las declaraciones de los cineastas, están dosificadas, sin molestar, y aportando datos útiles, aprovechando su experiencia en el campo de la dirección, y todo hace que este trabajo de Kent Jones sea imprescindible para entender la historia del cine, y que podría gustar a todo tipo de espectadores, teniendo en cuenta que Sir Alfred Hitchcock, es un director conocido por el gran público.
Uno de los grandes logros del documental, es entonces, poder escuchar extractos de la entrevista, con la doble traducción por parte de una mujer, ya que Hitchcock hablaba en inglés, y Truffaut en francés; una entrevista convertida en “Manual de Dirección”, cuyas lecciones no incitan a la copia, sino a la propia creación, de ahí lo interesante.
Truffaut veía en Hitchcock, a un maestro esencial, aunque su forma de hacer cine era muy distinta, lo mismo le pasa a cineastas como Wes Anderson.
La razón es que en la lectura de este libro/entrevista, no se encuentra una guía de dirección, sino las razones de la existencia de la misma, rechazando la superficie, las palabras de Hitchcock capturan la esencia del cine en pequeños detalles, y muestran al desnudo, las obsesiones de una mente personal, que tenía como salida ese medio de expresión artística.
La teoría del autor fue confirmada, precisamente, por alguien del que no se creía que fuera ni siquiera un artista…
Los únicos inconvenientes que observo en este excelente documental, para poner algunos, son la escasa referencia a cintas de Hitchcock anteriores a 1940, la falta de profundidad sobre la persona de Truffaut, y la falta de diversidad entre los entrevistados.
Si bien se comenta la influencia de la infancia de ambos en su obra, del miedo a la policía de Hitchcock, como en el diálogo:
“Usted hace películas con un trasfondo moral, que camufla con tramas policiales o criminales”, le pregunta o afirma Truffaut...
“Sí”, responde El Maestro.
“La culpa, verdadera o supuesta, ronda buena parte de sus argumentos”
Además de la búsqueda de una figura paterna en Truffaut, pero se pasa por alto un tema interesante, como es el paralelismo en su relación con las actrices.
Sobre todo con las conocidas “Rubias de Hitchcock”
Mientras Hitchcock las deseó, y tuvo que conformarse con la observación de Grace Kelly, Kim Novak, o Tippi Hedren, construyendo una imagen a tono con sus fantasías:
Rubias de aspecto gélido y apasionado interior.
Truffaut las concedió un carácter más abierto, y más intrépido en el ámbito amoroso, y mantuvo relaciones con varias de ellas, caso de Jeanne Moreau, Catherine Deneuve, o Fanny Ardant.
Si “Vertigo” (1958), podría leerse como la cinta más autobiográfica de Hitchcock, con ese protagonista obsesionado con crear una mujer que responda a sus deseos; la equivalencia en Truffaut, estaría en “L’homme qui aimait les femmes” (1977), en ese hombre que deseó y amó a todas las mujeres que pasaron por su lado.
Dice Kent Jones, que Hitchcock/Truffaut, no pretende complacer a los cinéfilos, y este tono, más divulgativo que erudito, se trasluce en estas exploraciones apenas abordadas, y que podrían haber dado lugar a un documental mucho más jugoso, por ende mucho más extenso.
Si bien es cierto, que entre los entrevistados no está Brian De Palma, el más “hitchcockiano” de los cineastas contemporáneos, el abanico de personalidades resulta curioso.
Steven Spielberg, admirador de “Hitch”, es otro de los cineastas que están ausentes…
Como anécdota, cabe recordar que “El Rey Midas” de Hollywood, contó con Truffaut como actor en la aclamada “Close Encounters Of The Third Kind” (1977), y pese a que el francés no manifestaba mucha devoción por las historias que filmaba el estadounidense, le dio uno de los consejos más importantes de su vida:
“Eres como un niño, así que haz películas para niños”
Además, dado que todos los clips utilizan la música de Bernard Herrmann, así como el hecho de que Truffaut pasó a utilizar Herrmann como compositor en “Fahrenheit 451” (1966), y “La mariée était en noir” (1967), asombró que nadie mencionara Herrmann en toda la película.
Ni a Franz Waxman o a Dimitri Tiompkin que colaboraron con El Maestro británico.
Y falta hablar de los cameos que hizo Hitchcock en muchas de sus películas, como “Strangers on a Train” (1951) o “Rear Window” (1954), al igual que no se habla mucho del Hitchcock como guionista...
Por otro lado, tampoco menciona demasiado la que fue durante toda su vida, la mano derecha del director británico, su mujer, Alma Reville.
Solo se habla de ella unos segundos, al principio del documental.
Además de esto, Hitchcock/Truffaut está bien para los que ya conocen el cine de ambos realizadores, pero resultará un poco desconcertante para quienes conozcan poco, o nada sobre ellos.
En este sentido, y especialmente en la primera parte, deberían haber usado algunas herramientas útiles para el espectador, como por ejemplo, titular los filmes de los que se está hablando, en lugar de pasar de uno a otro, dando por hecho que todo el mundo los conoce…
Y es que una larga conversación de 50 horas, en base a un cuestionario de 500 preguntas...
¿Condensada en 90 minutos?
Más que una adaptación, Hitchcock/Truffaut trata de una transliteración, la representación de los caracteres de un sistema de escritura, por medio de los caracteres de otro sistema de escritura, no muy lograda que, como sucede con la adaptación no dividida en 2 partes de una novela relativamente larga, se queda corta.
Relativamente incomprensible, que no se ceda toda la responsabilidad a la palabra de ambos realizadores:
Sus conversaciones son tan poderosas, que ni requieren, ni necesitan de explicaciones “que ensucien” el contenido.
Como obra en sí misma, Hitchcock/Truffaut parece un contenido adicional de un DVD cualquiera, que no destaca por nada en particular... salvo/quizás, revelar la existencia del original, por lo que de algo ya habría servido; o una obra que funciona a la vez como complemento y profundización del libro de François Truffaut, que anima a devorarlo a quien todavía no lo haya hecho, y que ante todo, comprende y comparte los puntos de vista que propone, convirtiéndose en una adaptación certera, a pesar de partir de formas y desarrollos inevitablemente diferentes.
Aunque Hitchcock/Truffaut pretende ser un documento sobre 2 cineastas, sobre 2 estilos y sobre 2 personalidades distintas, las de Hitchcock y Truffaut, la fuerza del director británico se acaba imponiendo.
Esta es una película, eminentemente sobre Hitchcock, en la que, incluso cuando oímos a Truffaut, describir la escena de “Les quatre cents coups” (1959) en la que Antoine Doinel se cruza con su madre, y el amante de esta; terminamos por entender algo esencial de la manera que Hitchcock tenía de entender el cine.
Tras la explicación de Truffaut, El Maestro sentencia:
“Preferiría que la madre no hubiese dicho nada al final de la escena”
El momento evidencia, cómo Hitchcock siempre reivindicó una narrativa esencialmente visual, cómo destacó su formación cinematográfica en el periodo mudo.
Esta es una de las ideas que atraviesa “Le Cinéma selon Alfred Hitchcock” (1966), y que permanece en este didáctico documental.
Así pues, ahora es el espectador el que puede disfrutar visualizando la minuciosa planificación de la famosa escena de la ducha en “Psycho” (1960), o los más y los menos del director con algunos de sus actores, como el Montgomery Clift de “I Confess” (1952), que cuestionaba algunas de las escenas del director, y le sacaba de sus casillas.
Ya saben que Hitchcock no era especialmente sensible con los intérpretes, y dejó para el recuerdo, frases memorables como:
“Nunca dije que los actores fueran ganado.
Lo que declaré es que deberían ser tratados como ganado”
O ese homenaje que el American Film Institute hizo a Hitchcock al final de su carrera, donde Truffaut dijo ante una gran ovación del público:
“En su país le llaman “Hitch”
En Francia le llamamos “Señor Hitchcock”
En definitiva, Hitchcock/Truffaut se compone como una mirada retrospectiva hacia la obra de un artista, que acabó por cuestionarse si realmente estaba atrapado en su propio estilo.
“Si intentase hacer otra cosa, sería como el pintor Mondrian tratando de pintar un Cézanne”, escribió a Truffaut.
“Tal vez él pueda, pero…
¿Quién lo aceptaría?”
Hitchcock/Truffaut es un homenaje al cine, al arte, a la inteligencia puesta al servicio de un trabajo orientado a mostrar lo que la vida no suele mostrar fácilmente.
Gracias al cine comprendemos o, al menos, nos podemos poner en la piel de personajes y situaciones excepcionales, que nunca encarnaremos en nuestras vidas corrientes.
“That’s because the theme of the innocent man being accused, I feel, provides the audience with a greater sense of danger.
It’s easier for them to identify with him than with a guilty man on the run.
I always take the audience into account”
¿Qué se puede decir sobre Alfred Hitchcock, que no se haya dicho ya?
El británico, es uno de los directores de cine más reconocibles a nivel internacional, poseedor de una valía cinematográfica que hace que sus películas sean gratificantes para un amante del Séptimo Arte, a la vez que son un delicioso pasatiempo para el cinéfilo ocasional.
Pocos artistas de su calibre, han logrado contentar a todo tipo de público.
Y comentamos esto en tiempo presente, porque lógicamente, el cine es inmortal.
Hitchcock ya no está entre nosotros, pero su legado fílmico se mantiene más vivo que nunca, generando día tras día, multitud de textos sobre las peculiaridades de su obra.
La corriente de simpatía que se estableció entre los 2 cineastas, Hitchcock y Truffaut, fue tan notable, que mantuvieron la amistad a lo largo de los años.
Ambos eran creadores en su estado más depurado, querían conectar con el público, para que el espectador también se sintiera parte del mismo cine.
Por un lado, el director que sabía manejar el suspense como nadie:
“El suspense no quiere decir miedo”
Y por otro, el hombre que amaba todas las películas, porque amaba el cine tanto como la vida.
El encaje fue sorprendente, y el libro es la obra maestra definitiva sobre la creación y el arte de hacer películas.
Así pues, esta relación de amistad entre ambos directores, llegó a prolongarse en el tiempo, seguían comunicados hasta el fallecimiento de “Hitch”; luego, más tarde, y de manera prematura, también nos abandonó Truffaut, dejando también un buen puñado de obras inolvidables; dejando tras de sí, una filmografía por cerrar, que a bien seguro nos habría mostrado todas sus habilidades cinematográficas.
Un cine diferente en estilo y concepción al del Maestro Hitchcock.
No hay duda, de que Alfred Hitchcock es uno de los grandes directores de la historia del cine.
“Rebecca” (1940), “Rope” (1948) o “North by Norhtwest” (1959), por ejemplo, para no decir todas sus películas, ya se han convertido en clásicos del Séptimo Arte.
Porque Hitchcock era tan grande, física y artísticamente, que supo compaginar el atractivo de lo que nos estaba narrando, con las obsesiones que acosaban sus moralidades y actitudes, descubriendo también al hombre que estaba detrás de todas esas maravillosas películas que a tantos nos han dejado boquiabiertos.
Sin embargo, hasta ahora, no había muchos documentos audiovisuales que nos permitieran saber un poco más sobre el gran director que fue Hitchcock, exceptuando la película “Hitchcock” (2012), donde se explica la historia en el momento en que El Maestro del Suspense rodó “Psycho” (1960)
Así, con el documental Hitchcock/Truffaut, se rinde homenaje a un hombre que cambió la manera de contar las historias en el cine.
Pero también, Robert Fischer, de extensa trayectoria como director de documentales televisivos en torno a Hollywood, y algunas de sus figuras más controvertidas, ya abordó este encuentro entre los 2 cineastas en su primer film:
“Monsieur Truffaut meets Mr. Hitchcock” (1999), un documental televisivo, en el que reconstruía la historia a partir de los testimonios de familiares y allegados de los protagonistas.
Algunos años más tarde, esta vez en una pieza de tan sólo 13 minutos, se atrevería a poner imágenes, a las grabaciones de audio con las voces de los cineastas en “Ein 'Mord!' in zwei Sprachen: Alfred Hitchcock im Gespräch mit François Truffaut” (2006)
En definitiva, Hitchcock fue un artista metafísico, en cuyo escabroso cine, consiguió representar la humanidad como algo espeluznante, inquietante, e incluso perverso.

“To reproach Hitchcock for specializing in suspense is to accuse him of being the least boring of filmmakers; it is also tantamount to blaming a lover who instead of concentrating on his own pleasure insists on sharing it with his partner”



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