Dark Places

“The truly frightening flaw in humanity is our capacity for cruelty.
We all have it”

Se conoce como “abuso ritual satánico” (ARS), a un caso documentado de pánico moral, que se originó en Estados Unidos en la década de 1980, y se extendió primero por todo el país, y luego a otras partes del mundo, para desaparecer a finales de la década de 1990.
Las denuncias por ARS, incluían informes de maltrato físico y abuso sexual en un contexto de rituales satánicos u ocultistas.
En su forma más extrema, el ARS incluía una supuesta conspiración a nivel mundial, en la que estaría implicada una élite de ricos y poderosos para secuestrar o criar a niños para su uso en sacrificios humanos, pornografía, y prostitución.
Prácticamente, todos los aspectos del ARS fueron muy controvertidos, incluyendo su definición, el origen de las denuncias, las pruebas de su existencia, los testimonios de las supuestas víctimas, y también los casos judiciales y las investigaciones criminales generados por las denuncias.
El pánico, fue influenciado en gran medida por el testimonio de los niños y adultos, que fueron obtenidos mediante técnicas terapéuticas y de interrogatorio, que ahora se consideran desacreditados.
El pánico afectó a abogados, terapeutas y trabajadores sociales, que hicieron frente a acusaciones de abuso sexual de niños.
Las denuncias provenían inicialmente de grupos muy diferentes, incluyendo fundamentalistas religiosos, investigadores de la policía, defensores de niños, terapeutas, y pacientes de psicoterapia.
Uno de los aspectos más crueles del “Satanic Panic”, y el que más delataba su condición como “criatura” de La Guerra Fría, era su búsqueda perpetua de enemigos ocultos.
De la misma manera que, en los 50 y los 60, cierta clase de estadounidenses, vivían en el terror de que su vecino pudiese ser “un agente de Moscú”, los cazadores de brujas reaganianos y ochenteros, pensaban que cualquier pacífico ciudadano, podía pasar sus ratos libres degollando niños, vestido con una túnica negra.
Y también, especialmente, que cualquier forma de cultura pop, era un transmisor en potencia de mensajes luciferinos.
De ahí viene esa obsesión por los presuntos mensajes subliminales ocultos en discos de Metal, por cuya causa, Judas Priest se sentó en el banquillo, y Ozzy Osbourne aguantó una demanda que no llegó a juicio:
Tanto los autores de “Breaking The Law”, como el vocalista de Black Sabbath, fueron acusados de incitar a sus fans al suicidio en nombre de Belcebú…
La oleada anti-Metal de los 80, fue un fenómeno largo y complejo, y merecedor de su propio artículo.
El movimiento ARS, se secularizó gradualmente, dejando de lado los aspectos “satánicos” de las denuncias, a favor de denominaciones menos religiosas como “sádico” o simplemente “abuso ritual”, y volviéndose más asociada con El Trastorno de Identidad Disociativo, y teorías conspirativas gubernamentales; y se fue generando lentamente interés académico en el tema, llegando finalmente a la conclusión, de que el fenómeno era un pánico moral.
Las investigaciones oficiales, no produjeron ninguna evidencia de conspiraciones generalizadas, o de la masacre de miles de niños; solo un pequeño número de delitos verificados, tienen remotas semejanzas con testimonios de ARS.
En la segunda mitad de la década de 1990, el interés en ARS disminuyó, y el escepticismo se convirtió en la posición por defecto, con solo una minoría de investigadores, dando crédito a la existencia de ARS.
Así las cosas, los peligros eran imaginarios, pero las consecuencias no lo fueron.
“In 1985, her entire family was murdered.
30 years later, the truth emerges”
Dark Places es un drama de suspenso, del año 2015, escrito y dirigido por Gilles Paquet-Brenner.
Protagonizado por Charlize Theron, Nicholas Hoult, Chloë Grace Moretz, Christina Hendricks, Tye Sheridan, Corey Stoll, Drea de Matteo, Azure Parsons, Andrea Roth, Dora Madison Burge, Sterling Jerins, Laura Cayouette, Shannon Kook, Glenn Morshower, Addy Miller, entre otros.
El guión está basado en la novela del mismo nombre, escrita por Gillian Flynn, y publicada en 2009; sobre problemas de clases en la zona rural de Estados Unidos, la pobreza intensa, y la histeria acerca de los cultos satánicos que arrasó al país en la década de 1980.
Si por algo se caracterizan las novelas de Gillian Flynn, es por un ritmo siempre ascendente, unas tramas alambicadas, llenas de giros inesperados, y en cierta manera, una subversión de la estructura clásica del “thriller”, pues disfruta jugando con las expectativas del lector, al escapar de los argumentos convencionales, además de una apuesta por el popurrí de los diferentes subgéneros que lo pueblan.
El rodaje de Dark Places comenzó a finales de agosto de 2013, en Shreveport, Louisiana.
La historia se centra en Libby Day (Charlize Theron), narradora y la única sobreviviente de una masacre en Kinnakee, Kansas, un pueblo rural ficticio.
Tras ser testigo del asesinato de sus 2 hermanas y su madre, en lo que aparenta ser un ritual satánico, Libby escapa por una ventana, y luego testifica en un juicio contra Ben (Tye Sheridan), su hermano adolescente.
Posteriormente, 25 años después de la masacre, Libby, necesitada de dinero, se encuentra con el “Kill Club”, una asociación de frikis, obsesionados con los crímenes sin resolver de la crónica negra yanqui, que creen que Ben es inocente.
Así, con el apoyo de este grupo, comienza a indagar acerca de los eventos de la masacre, buscando a otros testigos, y posibles sospechosos.
Intercalados con la investigación en curso, se encuentran “flashbacks” del día de la masacre.
Los mismos, son narrados desde el punto de vista de la madre de Libby, Patty (Christina Hendricks), y de Ben.
Son estos puntos de vista, los que dan cuenta del sombrío estilo de vida de la familia, antes de la masacre, donde primaba la pobreza, la violencia doméstica, y el abandono.
Dark Places es una historia interesante, sobre la parte más horrible de la condición humana, en “La América Profunda”
“Ben learned something in his prison that I never learned in mine.
Forgiveness”
Con solo 3 novelas en su haber, Gillian Flynn se ha convertido en “la reina del thriller literario estadounidense actual”, siguiendo la estela que en los 90 lideró el también escritor John Grisham.
Y cómo pasó con este último, sus libros se han acabado convirtiendo en películas:
“Gone Girl” (2014) de David Fincher, fue la primera adaptación, y en poco menos de 1 año, toma forma Dark Places, un buen “thriller” dirigido con vocación de artesano, por el francés Gilles Paquet-Brenner, sobre una tormentosa familia del medio oeste, rodeada de un ambiente de fanatismo por satán, y su vendida ideología; y a partir de ahí:
Asesinatos, víctimas, culpables, y acordados giros con moderadas aclaraciones.
Dark Places es oscura, con una atmósfera cargada y asfixiante, que está presente continuamente, algo que se ve acentuado por la fotografía.
Desde el primer momento, juega con nosotros, haciéndonos dudar tanto de los recuerdos de Libby, como de las investigaciones.
Así vemos a la protagonista, con su perpetua gorra como equipaje decorativo, en un intento de simular aislamiento, reclusión, confusión, y protección de todo, escondite que juega con el tiempo, para plasmar una investigación de asesinatos, un rompecabezas personal, no resuelto.
Así se desarrolla la historia, a 2 bandas:
Todo el tiempo presente, donde Libby casi sin querer, inicia una investigación para resolver el misterio de lo que realmente paso esa noche; y el tiempo pasado, en donde se detalla los entretelones que encamino todo a ese fatídico final para su madre y hermanas; 2 realidades que se van alternando a modos de “flashbacks”
La historia se sitúa al inicio de los años 80, en un profundo pueblo de Kansas, donde la familia Day:
La madre, 3 niñas y un jovencito, vive en una granja que no pueden sostener, y sobreviven gracias a la beneficencia.
En medio de la extrema pobreza en la que viven, y la paranoia muy en boga en esos años, que relacionaban al rock con el satanismo; asesinan a la madre y 2 de las niñas, pero la más pequeña logra escapar, y Ben, el único hijo, es acusado y condenado por el múltiple asesinato, en parte por el testimonio de Libby (Sterling Jerins), la niña sobreviviente.
Así, años después, Libby se ha convertido en una especie de celebridad de la desgracia:
“Ha escrito” un libro, vive de las donaciones que le dan otras personas, pero esto sucede cada vez menos, por lo que los ingresos han descendido a casi nada, motivo por el que acepta el ofrecimiento de Lyle Wirth (Nicholas Hoult), el líder de un grupo de frikis, obsesionados con asesinatos sin resolver, acudiendo a una especie de convención a cambio de una remuneración.
Convencida de la culpabilidad de su hermano, y ante hipótesis salidas del “Kill Club”, Libby deberá remover el pasado, y enfrentarse a su hermano Ben (Corey Stoll) en la cárcel, para conocer lo que sucedió esa noche, y poder liberarse de las culpas.
Durante las investigaciones, surge una serie de datos importantes, casi que increíbles, que ayudaron a crear un caso ambiguo, pero perjudicial para Ben.
Para empezar, el año del asesinato, Ben atravesaba una etapa de rebeldía en la que se juntaba con Trey Teepano (Shannon Kook), y una supuesta novia llamada Diondra (Chloë Grace Moretz), quienes lo introdujeron en creencias satánicas…
Por tal motivo, Ben era evidentemente asocial.
Esto ayudó a que la policía pensara que Ben cometió los asesinatos, como parte de un ritual satánico.
Peros resulta que Ben era un tanto inteligente, y en sus ratos libres le daba clases de ciencias o matemáticas a varias niñas…
Durante la misma época de los asesinatos, una de las niñas, que era menor que él, se enamoró de Ben, y al no ser correspondida, lo acusó en la escuela, de haberlas violado a todas.
Este otro evento, aunque aislado, fue crucial para que Ben fuera considerado culpable.
Nuevamente, otro suceso desafortunado e increíble; pues pasados tantos años, no se investigó a fondo ese detalle, pero claro, había un creciente temor a situaciones de rituales satánicos mezclados con abusos sexuales, que cegaron a la misma justicia.
Luego, nos enteramos de que la madre de Ben y Libby tenía muchas deudas, y para poder salvar a sus hijos de la pobreza, hizo un trato con un asesino en serie, que se encarga de matar a las personas por pedido de ellas mismas, pero haciendo que luzca como suicidio, para no levantar sospechas sobre él, y que sus familiares puedan cobrar el seguro.
Este hombre, ya había asesinado a varias personas, y esa noche fue él quien entró y acuchilló a la madre; pero cuando lo hizo, la hermanita más pequeña lo vio, y como no podía dejar rastro, le disparó y la mató.
Antes estos hechos, Dark Places va de menor a mayor, y paso a paso deja al espectador con un apetito voraz de saber más detalles sobre el misterio que es informado a cuenta gotas…
Por otra parte, la puesta en escena de Gilles Paquet-Brenner, no resulta tan impactante ni tan oscura como el tema proponía.
Se hablan de asesinos en series y crímenes satánicos, pero las imágenes no resultan tan impactantes como deberían.
A favor tenemos su descripción poco amable de “La América Profunda” de los 80, y la interpretación de Charlize Theron llena de matices, su mirada fría, y esa permanente actitud a la defensiva, o su conducta antisocial que usa como coraza para no tener que hacer frente a lo que pasó aquella noche, cuando ella tenía 7 años.
También, plasma muy bien su alma atormentada, y ese conflicto interno que se le plantea, cuando se hace evidente que desconoce muchas cosas del pasado de su familia y, aunque no le apetece nada revolver el pasado, cree que tiene que hacer lo correcto.
Destacar en el reparto, la presencia del joven actor Tye Sheridan, uno de los nuevos talentos en alza de Hollywood, y evidente roba corazones, que ojala no se dedique a filmes románticos ni de acción; y aquí interpreta al joven acusado del asesinato de su madre y sus hermanas.
Chloë Grace Moretz, da vida a su novia, una adolescente caprichosa y perturbada, gran rendimiento el de estos 2 jóvenes actores.
Nicholas Hoult, es el miembro del “Kill Club”, que contacta con Libby.
Corey Stoll, como Ben adulto; Christina Hendricks como la madre, y Drea de Matteo como Krissi Cates, completan el reparto.
Por desgracia, Paquet-Brenner se deja llevar por la pereza, y opta por un trabajo de realización rutinario, que deja más al descubierto, las limitaciones de la historia.
Me da que ya estarían presentes en la novela original, pero los giros no resultan solamente inverosímiles en sí mismos, sino por lo superficial que resulta todo.
El mejor ejemplo de ello, lo tenemos en la llamativa sociedad que se encarga de investigar crímenes por su cuenta, una idea muy atractiva, que acaba reducida a una escena poco conseguida, y a la floja presencia de un Nicholas Hoult un tanto perdido.
No se sabe nada de la conducta del padre, si hubo abuso sexual o violencia física en la familia, todo muy sutil… pero que no concreta nada.
La aparición de la Diondra adulta, y la hija de ella y Ben… tan peligrosas…
¿Por qué?
Que Libby las vaya a acusar por la muerte de su hermana, no es suficientemente convincente.
Así como la presencia del asesino, como una razón forzosa para dar el giro trágico de la historia…
¿Un asesino en serie a domicilio?
Eso sí, el retrato del mundo rural resultó interesante y certero.
Y me ha llamado la atención, el incluir en la trama el culto al satanismo relacionado con los grupos de metal de los 80, cosa que sucedió realmente, y que asociaciones de puritanos, llevaron a declarar a grupos tan conocidos como Twister Sister, o directamente a juicio por suicidio de jóvenes por oír canciones de Judas Priest…
Locura generalizada por el miedo y la ignorancia.
“I was not a lovable child, and I'd grown into a deeply unlovable adult.
Draw a picture of my soul, and it'd be a scribble with fangs”
La mente humana es limitada.
Cuando tiras de la memoria, extraes una parte de la información archivada y deduces la otra, rehaciendo los recuerdos.
Adecuadamente interrogado, puedes ser inducido a dudar de un recuerdo, o modificarlo introduciendo elementos nuevos.
Este mecanismo es más fuerte en los niños; que no deben ser interrogados varias veces sobre un mismo hecho, porque modifican el relato, añadiendo detalles de su cosecha propia.
Las preguntas, siempre contienen pequeñas pistas que señalan la respuesta esperada, y cuando un “no lo sé”, siempre lleva a un “¿no lo sabes, o no me lo quieres decir?”, el niño termina por fantasear…
A veces, para quitarse al interrogador de encima, porque se siente intimidado por un adulto; otras, para contentarlo, o para que le de los juguetes y golosinas que usa para ganarse su confianza, que terminan actuando como refuerzo positivo de sus fantasías.
Por otra parte, aunque todavía hay ínclitos que siguen azuzando el miedo de las sectas satánicas, lo cierto es que no hay ninguna prueba de que jamás existieran, y sí muchas que no lo hicieron.
El FBI invirtió 4 años en un informe, y fue incapaz de encontrar una sola.
Tampoco lo consiguió el equipo de la Universidad de California  y la de Illinois, en colaboración con el National Center on Child Abuse, tras analizar nada menos que 12.000 alegaciones.
Hoy, las alegaciones sobre sectas satánicas se han desvanecido, pero no han desaparecido del todo.
Es fácil encontrar en webs conspiratorias, historias sobre ellas, etc.
Pero la realidad es que el tema de las memorias reprimidas, y el uso de la hipnosis, es más de lo mismo.
Inspirados en una teoría de Freud, nunca demostrada, y muchas veces rechazada, la gente reprime sus recuerdos más traumáticos, y necesita ayuda para recuperarlos.
El problema es que cuando el terapeuta está convencido de que el paciente oculta algo, aunque sea involuntariamente algo, no cesa hasta hacerlo aflorar, aunque jamás haya ocurrido.
Así se explica que algunos niños confesaran haber sido violados o torturados sin presentar una sola evidencia física, e incluso, haber estado secuestrados durante días, aunque hubieran estado en casa, rodeados de testigos.
Sin embargo, de vez en cuando, el tema vuelve a salir a la palestra…
Pero lo peor es que las paranoias sobre sectas satánicas, hicieron olvidar los casos que merecían ser de verdad investigados.
¿Y los satanistas?
Aunque hay iglesias satánicas que operan a plena luz del día, la más conocida es la que fundó Anton Lavey en los 60; jamás hubo pruebas de que se dedicaran a violar niños, no se puede decir lo mismo de La Iglesia Católica.

“My mom told us to make a useful life.
Nothing big.
Nothing grand.
Just a start.
Finally, a start”



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