The Fall

“Why are you killing everybody?
Why are you making everybody die?”

La imaginación deriva en la ficción, este mundo donde nacen y viven para siempre las grandes historias.
La imaginación, es una herramienta poderosa cuando la realidad es demasiado deprimente, y los acontecimientos no marchan bien, y el cielo se cae encima, y no se ve la salida por ningún sitio…
La fantasía viene al rescate.
Los niños, son más susceptibles a ella, porque sus mentes en crecimiento, todavía están lo bastante abiertas y receptivas para aceptar con naturalidad, que el mundo no se rige exclusivamente por leyes naturales y lógicas.
Lev Semionovich Vygotsky, es conocido como “el Mozart de la psicología”, gracias al talento natural que demostró en sus brillantes aportaciones a esta disciplina.
Aunque Vygotsky murió joven, a los 37 años, dejó una sólida obra del todo vigente hoy día.
En su libro “La Imaginación y El Arte en La Infancia”, editado por 1ª vez en 1930, Vygotsky examina el inicio y el desarrollo de la imaginación infantil; y lo estructura en 8 capítulos, para adentrarnos en la materia de una forma didáctica y amena.
Así por ejemplo, el Capítulo I va sobre los 2 tipos de impulsos que tenemos para crear, uno de ellos es el reproductor, con el que repetimos con más o menos precisión algo que tenemos en nuestra memoria; y el creador/combinatorio, que proviene de la imaginación y la fantasía.
En el Capítulo II, nos dice las formas con las que vinculamos la fantasía y la realidad, una de ellas es por la relación directa con la experiencia del hombre; otra por la experiencia ajena y social, también por las emociones y los sentimientos; y una 4ª, en la que siempre intentamos cerrar el círculo de realidad/fantasía, y fantasía/realidad.
El siguiente capítulo del libro, se nos indica cómo funciona el mecanismo de la imaginación creadora, que primero disocia la realidad para seleccionar y exagerar los elementos elegidos, para unirlos posteriormente.
Así, el autor nos demuestra que toda manifestación artística, por individual y original que parezca, es siempre fruto del diálogo de la persona con su entorno social y cultural.
De la misma forma, también queda manifiesto que la creación artística infantil, mejora y se enriquece, si encuentra un entorno acogedor, en el que el niño pueda probar y experimentar libremente; y unos adultos que le den apoyo, y lo estimulen.
“A Little Blessing In Disguise”
The Fall es una película de fantasía, del año 2006, dirigida por Tarsem Singh.
Protagonizada por Lee Pace, Catinca Untaru, Justine Waddell, Julian Bleach, Robin Smith, Daniel Caltagirone, Leo Bill, Sean Gilder, Grant Brett Swamby, Marcus Wesley, Jeetu Verma, entre otros.
El guión es de Dan Gilroy, Nico Soultanakis y Tarsem Singh; basados en la idea central de la película belga “Yo ho ho” (1981) de Zako Heskija.
La idea de realizar The Fall, surgió cuando Tarsem Singh tenía 23 años de edad, pero necesitó 17 años para llevarla a cabo; por lo que tuvo varios problemas de financiación, debido principalmente a la peculiaridad de la cinta, y las exigencias del director.
Es por esto que Tarsem decidió financiarla, de manera personal.
En un principio, el director quería utilizar el lenguaje corporal de uno de los personajes para contar una historia.
A medida que desarrollaba la idea, se dio cuenta que se asemejaba a una película búlgara que había visto en la universidad, la cual se llamaba “Yo ho ho” (1981)
Tarsem compró los derechos de la cinta, pero no se basó totalmente en ella, sino que utilizó la idea central de la misma.
Aunque contaba con un guión estructurado, Tarsem decidió utilizarlo sólo como guía, dejando que los actores cambiaran los diálogos, de la manera que ellos quisieran.
Uno de los deseos del director, era que la relación entre los personajes principales, fuese lo más real posible.
El hecho de que una niña de 6 años, lo ayudara a escribir el guión, fue una de las razones por la que tuvo dificultades al momento de financiar The Fall.
Por otro lado, Tarsem viajó durante más de 14 años por numerosos países, tomando fotografías de los lugares que visitaba, y guardándolas para una posible película…
Debido a que The Fall fue financiada por él mismo, al momento de rodarla, aprovechó su labor como director de comerciales de televisión; de esta manera, si necesitaba viajar a un lugar específico para filmar, escogía dirigir el comercial que lo dejara más cerca:
“Solo filmaría comerciales que me llevaran a la región que yo quería.
Entonces lo filmaba, y llevaba conmigo a los actores de la película”
El número total de países en que tuvo lugar la filmación, varía según las fuentes; algunas sostienen que fueron 18, mientras que otras 24, que incluyen:
Nepal, India, Argentina, Brasil, Indonesia, Chile, China, Egipto, Italia, Namibia, Rumanía, República Checa, Turquía, etc.; y para su estreno cinematográfico, The Fall fue presentada por los directores de cine, Spike Jonze y David Fincher como productores, quien se refirió a la cinta como “qué habría pasado si Andréi Tarkovski hubiese hecho “The Wizard Of Oz”
Estamos en Hollywood de los años 20.
Tras una desafortunada caída, Roy Walker (Lee Pace), un especialista en secuencias de acción, es ingresado en un hospital.
Allí conoce a Alexandria (Catinca Untaru), una niña con un brazo roto, a la que hace una promesa:
Si ella le consigue morfina, él le contará una historia maravillosa, que tendrá muchos personajes en busca de un villano, que en su recorrido, visitaran lugares increíbles, y conocerá algún que otro personaje, como:
Un esclavo llamado Ota Benga (Marcus Wesley), Luigi (Robin Smith), un experto en explosivos; un indio (Jeetu Verma), una versión ficticia de Charles Darwin (Leo Bill), y un bandido enmascarado (Lee Pace); hasta una Princesa (Justine Waddell)
El relato que le cuenta, se extiende a todos los rincones del mundo; y para asegurarse de que mantiene a la niña interesada en la historia, entremezcla elementos de su familia y de las personas del hospital a quienes les tiene afecto.
Un cuento dentro del cuento, narrado por un especialista en los albores del cine que, convaleciente en un hospital, y con el corazón roto de desamor; encontrará en una niña, el receptor perfecto de un relato que mucho tiene de exorcismo de demonios personales, y poco de “cuento de hadas”, en el sentido más amplio que se le quiera buscar a la expresión.
Una película que a pesar de su belleza, nos habla de un homenaje especial al amor, a la fantasía, y al Séptimo Arte; un excéntrico drama acerca de la aceptación de la realidad, mediante el escape de la imaginación, con viajes a enclaves y escenarios como los de las grandes narraciones épicas:
Islas, desiertos, montañas, templos, ciudades coloridas, el horizonte sin fin en el que cabe cualquier detalle que uno quiera incluir.
“It was the natural order of things... all things must die”
The Fall es fruto de un acto de inspiración, de los que hay pocos cada década, y no solo en la asombrosa capacidad de Tarsem Singh para la imagen sugerente, sino por un guión soberbio la hora de romper la barrera entre realidad y ficción.
Muchos cineastas comerciales, sueñan con hacer una película que sea una mezcla de cuento, magia, efectos especiales, y filme artístico; y este especialista en vídeos musicales y publicitarios, consiguió esto con The Fall, que él mismo autofinanció y que, posteriormente, consiguió el apoyo de David Fincher y Spike Jonze.
La historia, tiene que ver con un doble de escenas de acción, con cuentos de fantasía y aventuras; y combina muchas mitologías y leyendas de diferentes partes del mundo, pues se construye como un cuento cósmico sobre el bien y el mal; con una pareja de aventureros hospitalarios; donde la imaginación les hará sobrellevar sus respectivos accidentes, encontrando en el otro, una manera de huir de la monotonía y del desengaño.
Sin embargo, la bondad del héroe empieza a ser puesta en duda, antes de que la trama llegue a una conclusión…
The Fall comienza con la típica fórmula del cuento de hadas:
“Once upon a time…”
Dejando claro que nos aventuramos en el fértil terreno de lo imaginario y la fantasía.
Nos situamos en Los Ángeles, en 1920, cuando un doble de acrobacias se encuentra en el hospital, tras realizar un peligroso acto para impresionar a su novia.
Sin embargo, ella lo deja por la estrella de la película en que trabajaban...
En el hospital, Roy conoce a una niña inmigrante, con quien inicia una relación de amistad; y le comienza a relatar una historia sobre 5 personajes; todos ellos buscan vengarse del Gobernador Odious (Daniel Caltagirone), quien los había ofendido a través de sus acciones.
Un 6º personaje se une a la búsqueda del Gobernador Odious, el místico (Julian Bleach); y a medida que Roy narra la historia, Alexandria imagina lo que va ocurriendo; pero comienza a confundir la realidad con la ficción, y ve reflejados a ciertos personajes del hospital en la historia.
La niña visita a Roy, para que continúe narrando la historia, pero éste le pide a cambio morfina, explicándole que estas “le ayudan a dormir mejor”
Nuevos personajes se incorporan a la historia, como una princesa, y la hija del bandido enmascarado, interpretada por la misma Alexandria (Catinca Untaru)
Ansiosa por saber cómo continuará la historia, ella regresa a la farmacia del hospital en busca de más morfina para Roy.
Pero cuando alcanza el frasco en lo alto de un mueble, resbala de la escalera, y cae al suelo.
Alexandria es operada, y visitada por Roy, quien ha empeorado en su estado anímico.
La niña le pide oír el final de la historia, pero este comienza a matar uno a uno a los personajes, reflejando su depresión.
Alexandria se molesta por esto, argumentando que también es su historia, y le explica por qué no debe sentirse así.
Así, Roy cambia de parecer, y cuenta otro final, donde el bandido y su hija, vencen a Odious.
Allí es cuando descubrimos la verdad detrás del cuento, cuando la historia en el mundo real cobra más fuerza, y donde las máscaras deben dejarse a un lado, para aprender a enfrentarse a la vida sin miedo.
Ya no nos interesa realmente cómo acabará el cuento, sino la historia de Roy y Alexandria:
Roy se siente hundido y sin fuerzas, y es sólo la posibilidad de conseguir morfina a través de la niña, lo único que al principio, le motiva a acercarse a ella, pero al final, esa frágil amistad que se crea entre ambos, será lo que les salve a los 2.
Tras algunas semanas, Roy se recupera, y vuelve a trabajar como doble de acrobacias; mientras que Alexandria regresa a la granja de su familia.
Del dolor del amor, nace la historia que el protagonista cuenta, del amor roto que se convierte en agonía y en deseos de querer dejar este mundo cruel, no apto para perdedores.
Dicho dolor, es un poderoso catalizador para la imaginación, para crear un mundo irreal, en el que las reglas las marca uno mismo, y donde el estado de ánimo es esencial.
Paralelamente está el cine, mundo donde son posibles cosas imposibles, y que Tarsem parece despreciar:
“No te pierdes nada”, le dice Roy a Alexandria, cuando ésta le confiesa no haber visto jamás una película; y amar al mismo tiempo.
El director pretende rendir tributo a la mente, más poderosa de lo que cualquier película puede llegar a ser.
Al mismo tiempo, rinde un sentido homenaje a todos los especialistas del cine, esos héroes anónimos que hacen creíbles escenas increíbles y que, por motivos lógicos, no protagonizan las verdaderas estrellas, llevándose, eso sí, todos los honores de cara al público, y algo más.
Desde lo técnico, The Fall casi no presenta efectos generados por computadora (CGI), la mayoría fueron creados a través de trucos de cámara.
Los CGI, solo fueron utilizados para algunos detalles, como eliminar ciertos objetos o limpiar la imagen.
Según palabras del director:
“Ya tuve suficiente de eso en mi primera película, lo cual disfruté.
Decidí que en esta, la dirección artística estaría centrada solamente en escenarios y diseño de vestuario, nada más”
El hermoso diseño de vestuario, estuvo a cargo de Eiko Ishioka, quien había trabajado con Tarsem en su película anterior, “The Cell” (2000), y con el director Francis Ford Coppola en “Bram Stocker’s Dracula” (1992)
Los disfraces utilizados por los personajes de la historia, fueron creados desde la perspectiva de un niño, lo cual, según palabras de Tarsem, “es mucho más visceral que la de un adulto”
Sumándose a la virtuosa elección de los escenarios, la milimétrica planificación de Singh, y la composición que hace de planos, tratándolos como hechos pictóricos únicos, provoca que nos encontremos durante el metraje, con estampas de una belleza extrema, y transiciones especialmente brillantes, como aquella que pasa del rostro de un personaje a sus rasgos diferenciadores plasmados en el paisaje.
Como a esperar al momento de tener la luz adecuada para rodar, y saber dónde encuadrar la escena, fueron clave en la consecución de algunos de los planos más bellos.
El montaje inicial, en blanco y negro, nos cuenta una historia por completo, sin palabras; y el final, es un recordatorio de todos esos actores que se caían de caballos, edificios, saltaban de coches en marcha, y a los que nunca o casi nunca vimos el rostro, pero gracias a cuyo trabajo, hoy el cine se ha convertido en lo que es.
Por eso, para disfrutar The Fall, es indudablemente cierto, que el espectador tiene que estar predispuesto y mostrar una cierta sensibilidad a una estética que privilegia la belleza visual, las composiciones simétricas de muchos encuadres, la hiperluminosidad de los espacios, un concepto de lo espectacular un tanto plastificado, con esos trajes siempre impolutos; esa sangre que “mancha” estéticamente a los personajes que reciben golpes, o cortes; las poses teatrales de los actores, etc.; con la pureza de los sentimientos de sus personajes, y las frases que son prácticamente estereotipos, entre otros detalles.
Para muchos, The Fall se podría definir, como una actualización de “Las Mil y una Noches”:
Por un lado, nos muestra la triste realidad de un hospital; y por otro, nos fascina con un relato de fantasía y aventuras.
Mientras el mundo del relato está lleno de colores brillantes y trajes de seda, mezcla de oriente y occidente; la realidad es mostrada como algo mucho menos estilizado y bello.
Y Tarsem acierta en diferenciar los 2 mundos:
Primero, el real, donde su puesta en escena es sobria y elegante; y luego el onírico, donde vemos la huella reconocible de su estilo.
Colores vivos y cambiantes, fastuosos escenarios en distintas partes del mundo, vestimentas extrañas y fascinantes, todo ello para recrear un cuento.
Un cuento que tal vez se alarga demasiado, resintiéndose el ritmo, y es que es en esta parte, donde Tarsem parece recrearse demasiado en su propio universo audiovisual.
Además, en cierto momento, la historia onírica se vuelve un tanto obvia, y previsible, cuando ya comprendemos el juego del narrador.
The Fall gana en su parte real, y en sus momentos finales, cuando los cuentos y los sueños, dan paso a la vida misma, toda ella llena de dolor, tanto físico como emocional, pero con sus pequeñas compensaciones, porque el autor consigue instantes llenos de verdad:
Los personajes reales sufren por amor, o por la ausencia de sus seres queridos, cometen errores, no son perfectos, y no siempre tienen ganas de luchar.
La inocente mente de una niña de 6 años, no alcanza a entender esta realidad, pero está dispuesta a imaginar otros mundos llenos de paisajes exóticos y aventuras.
El relato de ficción, está lleno de esas aventuras:
Bandidos, princesas secuestradas, y amores imposibles.
Todo lo que una mente infantil necesita.
El relato se alimenta de personaje y situaciones reales, pero también se verá afectado por los estados de ánimo de su narrador.
Lo cual plantea interesantes preguntas:
¿Cómo pueden ser los relatos de alguien que no tiene ganas de vivir?
¿Son necesarios los relatos para nuestra existencia?
¿Por qué jugarse la vida para entretener a los demás?
¿Todo narrador tiene intenciones ocultas?
Del reparto, Catinca Untaru, quien no tenía experiencia realizando este tipo de trabajos, fue el resultado de un deseo del director, que era contar con una niña de 4 años de edad para el rol protagónico, es por eso que mandó a varios directores de reparto, a diferentes escuelas para tomar fotografías de los niños.
Tarsem recibió una cinta de vídeo de Catinca, una niña que vivía en Rumania.
El hallazgo lo tomó por sorpresa, quien debió comenzar a filmar The Fall en ese momento, ya que Catinca tenía 6 años:
“En 4 meses, esta niña no sería la misma.
Debimos hacer la película en ese instante, no podíamos hacerla por etapas”
Debido a que Catinca no hablaba inglés, debió aprender sus líneas fonéticamente, “palabra por palabra”
El director buscaba que el diálogo fuese espontáneo, por lo que cambiaba las palabras, si la niña no lo lograba en 3 o 4 tomas.
El principal deseo de Tarsem, era lograr que su actuación fuese lo más creíble posible:
“Buscaba sus reacciones ante cualquier novedad que se le presentase.
La primera escena, se rodó nada más conocerse la pareja protagonista, Catinca y Lee Pace, que apareció en silla de ruedas tal y como requería su personaje.
¡La niña creyó realmente que el joven no podía andar!
Al ver su reacción, decidí ocultárselo”
Para que la relación entre los personajes, tuviera mayor credibilidad, ese secreto se mantuvo durante todas las escenas que rodó Pace, y sólo algunos miembros del equipo sabían la verdad.
El último día de filmación, revelaron el secreto a los demás:
“Algunos se rieron, algunos lloraron, otros se enojaron.
Pero era necesario para la película”
Y para que Catinca Untaru no se sintiera incómoda al momento de actuar, el director realizó algunas tomas con cámaras escondidas.
En la escena donde los protagonistas conversan en la camilla de Pace, Tarsem cortó las cortinas que rodeaban la cama, para que entrara el lente de la cámara.
De esta manera, la niña sólo se preocuparía de conversar con el actor.
Por su parte, el apolíneo Lee Pace, queda grabado en la mente como la más cruda representación de la melancolía y el abatimiento, que no se emociona ante la actitud de Alexandria, un retrato complejo y coherente de una niña precoz, tan ingenua como madura, dentro del marco de la infancia.
El papel de Roy, no es muy complicado, pero podría haber quedado algo ridículo, si Pace no hubiera sabido encontrar el punto exacto de dramatismo.
Así pues, podemos comprobar, cómo en las escena en las que la pequeña Untaru sale dentro del imaginario cuento, está más grande, e incluso tiene dientes, cosa que en los momentos del hospital no…
Fuera de The Fall, la pequeña no ha hecho ninguna película más.
A The Fall se le puede achacar que decepciona principalmente, al intentar desarrollar un mensaje filosófico, entre fabula y realidad, al más puro estilo “Big Fish” (2003), la cual si supo manejarse en este terreno a la perfección.
Y es que el guión, que debe impulsarla y atarnos al asiento mientras la visualizamos, no se encuentra al nivel de su argumento.
Hace aguas al intentar engancharnos al cuento, que es a grosso modo, el punto fuerte.
Los saltos entre los fragmentos de la fantasía, que a cuentagotas va contando Roy, son bastante largos, por lo que si la línea real de la historia no interesa lo más mínimo, y puede llevarte del interés al desánimo en cuestión de segundos.
Ese lapso de tiempo, hace que no exista una continuidad en la fábula que termine de engancharte, y por consiguiente, no consiga transmitirte absolutamente nada.
El cuento, nunca acaba de tener un paralelismo bien creado, y sobre todo la historia en sí, no tiene ni pies ni cabeza.
Los personajes van y vienen al antojo, pasan de un escenario a otro, y de sucesos a otros sin ningún sentido ni lógica, es simplemente un cuento que se inventa sobre la marcha, Roy y la niña, que carece de fuerza o enganche.
Pero ojo, de alguna forma, podríamos decir que Roy viene a representar Hollywood, o más bien su trastienda; mientras que Alexandria es el espectador, manejable e influenciable ante la poderosa “fábrica de hacer sueños”
Porque lo que hace Roy es precisamente eso, inventarse un cuento que deslumbra a la pequeña Alexandria, y estimula su capacidad de soñar, de evadirse de una realidad dura y penosa.
La historia adquiere cierto dramatismo, que parece desembocar en tragedia.
Es entonces, cuando la niña reclama un final feliz, de esos que tanto desean los niños, esos seres tan inocentes, y al mismo tiempo, tan realistas.
Resulta interesante darse cuenta, de que la madurez que se presupone en un adulto, en este caso el joven varón, es sin embargo una farsa, pues escoge el camino más corto, es decir, el suicidio, como resultado de un fracaso amoroso.
Y en cambio, la niña posee la madurez suficiente para darse cuenta de que él encierra un dolor incalculable, fruto de la frustración, y por ello trata de ayudarle escogiendo un final feliz, pues la vida no acaba ahí.
En el fondo, se acusa a Tarsem de hacer películas demasiado bellas, pero vacías de contenido.
Y puede ser verdad, pero creo que en sus películas, que es como firma sus trabajos, la esencia no está en la historia, sino en la imagen.
Por ello, The Fall puede pecar de ser lenta, o de tener una historia floja, y es verdad que la última parte de la película puede resultar pesada a algunas personas; pero es una película donde el director nos ayuda a hacer volar nuestra imaginación, dentro de un mundo de fantasía.
Nos evade durante unos minutos de la realidad, para llevarnos en un viaje a lo largo de todo el planeta, enseñándonos algunos de los edificios y paisajes con carácter más onírico que podamos encontrar; y nos contrapone más de un mundo, además del real con el imaginario, como el de los adultos con el de la niñez.
La fantasía contra la madurez; el afrontamiento ante la tragedia de una niña huérfana de padre, contra el pesimismo suicida de Roy ante el desengaño amoroso.
Ambos personajes se complementan, se necesitan, se ayudan de una manera más profunda que la simplemente lúdica.
La historia del Bandido Azul, contra El Gobernador Odious, cataliza la necesidad de escapismo y de hacer volar la imaginación para huir del tedio, o de la angustiosa realidad de un futuro sin amor y sin piernas.
Roy se convierte en el narrador de esta epopeya, siendo uno más de los que, desde los albores de la humanidad, han transmitido oralmente los mitos y leyendas de las sociedades antiguas.
Él es el aedo y rapsoda de La Antigua Grecia, el juglar medieval, y el cuentacuentos imperecedero que nos transmite historias moralizantes como la de Alejandro Magno sobre la igualdad, exaltando la valentía, la inteligencia, y el heroísmo.
Y eso en el fondo, es el cine.
No es casual, que la historia se sitúe en la época en la que el “arte de las masas” daba aún sus primeros pasos.
Tampoco lo es, que Roy sea un especialista de secuencias de acción.
Al fin y al cabo, fueron estos narradores anónimos, y algunos no tan desconocidos, los que fascinaron al mundo entero con sus peripecias, posibilitando así el imparable crecimiento del Séptimo Arte.
No es gratuita la escena de la sombra del caballo invertida a través del cerrojo de la puerta, al igual que tampoco lo es la del dedo índice que aparece intermitentemente de un extremo a otro de una foto…
Es la metáfora perfecta de cómo el nuevo mundo, Alexandria, iba a descubrir atónito el poder de imagen al servicio de la imaginación.
¿Al final, Roy era o no era su padre?
Acaso encarnan los recuerdos y los sentimientos de Roy y Alexandria hacia otras personas, recuerdos y situaciones…
Son ideas, mismamente El Bandido al principio, fue caracterizado por Roy como el padre de Alexandria, y luego, se transformó en Roy, siguiendo el deseo de Alexandria...
Así, los personajes de la historia que le cuenta Roy, adquieren las facciones de las personas que le rodean, e incluso, acaba poniendo el rostro de Roy a uno de ellos, el cual sustituye a su propio padre, quedando claro que la relación que se establece entre el convaleciente especialista, y la niña, adquiere tintes paterno-filiales, por necesidad mutua.
El mensaje principal, lo tenemos en el inicio:
Cuando vemos en los títulos de crédito, unas escenas en blanco y negro, en la que se nos muestra un rodaje, adornado con música clásica.
En la finalización, nos acompañarán escenas cumbres de películas de Chaplin y Buster Keaton, y todo para crear lo que se llama con letras grandes:
Un homenaje al Séptimo Arte.
Así, Tarsem disfruta mostrando la hermosa plenitud de la naturaleza que nos rodea, la del reino animal, la del cuerpo humano, la de las fastuosas, casi mágicas, construcciones que el hombre ha diseminado a lo largo y ancho del globo en el transcurso de nuestra Historia ; y se regodea disponiendo tanta magnificencia al servicio de un cuento a la antigua usanza, conscientemente teatral, irreal, una invitación a soñar, y que reivindica con fervor, la función catártica del Séptimo Arte, la capacidad del celuloide para hacer volar nuestra imaginación a través de una visión cándida, inocente, que desarma por lo espontáneo, máxime enfrentada a las verdaderas intenciones del adulto, al que se entrega totalmente, ávida de conocer el desenlace de una narración que no será necesariamente feliz…
Porque las buenas fábulas esconden, en mayor o menor medida, una parte perversa, un mensaje subyacente más o menos obvio, destinado al palco más adulto, que nos adoctrina sobre nuestra misma esencia, dominados como estamos, por sentimientos tan contrapuestos como el egoísmo y el amor.
Y por si fuera poco, The Fall queda como un sentido homenaje a todos aquellos que se la juegan para que la integridad física de las grandes estrellas permanezca intacta, y funcionen como perfecto reclamo de cara a la taquilla.
Por último, no me gustaría cerrar sin nombrar el excelente prólogo y epílogo visual que nos regala el director.
Secuencias a cámara lenta de un gusto exquisito, aderezadas con La Sinfonía N° 7 en la mayor de Ludwig van Beethoven; la cual se te queda en la cabeza por un tiempo…
“What a mystery this world, one day you love them and the next day you want to kill them a thousand times over”
Se reflexiona aquí, sobre la creación de una ficción, y su efecto en la realidad, sobre el poder de la imaginación y la inocencia, como la mejor de las medicinas, de cómo todos nos merecemos una 2ª oportunidad cuando nos dejan tirados en la cuneta.
The Fall muestra que la inocencia es una cualidad que vale mucho, permite ver la vida con alegría, y maravillarse con lo que sea, aunque sean cosas insignificantes; y sabiendo apreciar bien esta cualidad, se podría llegar a cambiar el mundo.
La imaginación, casi siempre va de la mano con la inocencia, y es casi inevitable perderlas a ambas, una vez se llega a la adultez.
Por ello, The Fall suplica que no perdamos la inocencia.
Sin ella perdemos la capacidad de asombro y la alegría, y en su lugar vienen la desilusión y el odio.
La imaginación desbordante, se transforma en pensamientos terribles que ennegrecen la personalidad del individuo; y eso no está bien.
Las personas que pierden su inocencia, tienden a menospreciar y abusar con la persona que sí la tiene, y se dan cuenta muy tarde del daño que han hecho.
Si se pudiera cambiar esa actitud, se podría ver la vida de manera más positiva, ya que las personas podrían aprender a ver la belleza en los rincones más apartados, no complicarse con tonterías, y superar la adversidad.
Y es que somos lo que narramos; y lo que narramos, se refleja en lo que somos.

“When I fall asleep.
You have to go”


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