13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi

“All the gods, all the heavens, all the hells are within you”

La intervención militar occidental en el conflicto libio, ha sido ampliamente criticada debido a la naturaleza de su ímpetu.
Algunos críticos alegan, que los verdaderos motivos de la operación, tenían más que ver con la gran presencia de recursos en la zona, que con la solventación de las carencias humanitarias y democráticas en Libia.
Y es que Libia, a pesar de su escasa población, es conocida por poseer vastos recursos, principalmente en forma de petróleo y oro; siendo uno de los miembros activos de La OPEP, y uno de los mayores productores de petróleo en el mundo.
Por tanto, en Libia, la población civil comenzó a exigir un cambio en su gobierno, inspirados en las revoluciones en Túnez y Egipto, para protestar en manifestaciones masivas en contra de su presidente, el dictador Muamar el Gadafi.
Las primeras manifestaciones fueron entre enero y febrero de 2011, provocando la inmediata reacción del gobierno; represión y violencia.
Las fuerzas leales del gobierno, comenzaron a luchar contra los opositores, quienes habían creado El Frente de Liberación de Libia.
Tras fuertes combates, lo que había iniciado como una manifestación, terminó en una guerra civil; en la primera de las manifestaciones del mundo árabe entre 2010 y 2013, conocidas como “Primavera Árabe”, ya que ni en Túnez ni en Egipto había ocurrido algo semejante.
Al comienzo, los manifestantes tomaron la ciudad de Bengasi, e iniciaron la lucha en esa ciudad; la cual era continuamente atacada por el gobierno.
Rápidamente, la violencia se propagó por todo el país, y en la mayoría de las ciudades, se desarrollaban combates entre los rebeldes y el ejército libio de Gadafi.
La comunidad internacional, comenzó a intervenir en el país, y la mayoría de los países mostraron su apoyo a la oposición, ayudándola en distintas operaciones militares.
Los bombardeos en contra del gobierno y de sus funcionarios, colapsaron al estado, e hicieron que Muamar el Gadafi perdiera el control del país, y se vio en la necesidad de huir.
Los rebeldes, en tanto, habían avanzado por todo el país, y habían logrado dominarlo en totalidad.
El 20 de octubre de 2011, Gadafi es encontrado oculto en una guarida, es tomado prisionero, y es ejecutado; ese mismo día, la guerra civil acabó…
Luego de la muerte de Gadafi, los rebeldes iniciaron un proceso de transición en el gobierno.
Sin embargo, ocurrió el asalto al consulado estadounidense en Bengasi, el cual se produjo el 11 de septiembre de 2012.
Durante esa noche, varios manifestantes, entre los que había algunos criminales, se congregaron frente al consulado estadounidense en Bengasi, para protestar contra “Innocence Of Muslims”, una película considerada anti-islámica, y producida en EEUU; que ridiculizaba al profeta Mahoma, en el que le retratan como a un inepto que mantiene relaciones sexuales, un defensor de la pedofilia y la homosexualidad, y que duda incluso de que fuese portador de la palabra de Alá.
También, los disturbios al respecto, se habían agravado por las viñetas publicadas por diferentes revistas europeas, burlándose de Mahoma.
De acuerdo con un hombre que se identificó con el Wall Street Journal, como Bacile, la película en cuestión, fue producida para llamar la atención sobre lo que él llamó la “hipocresía” del Islam.
El filme, era completamente desconocido para todo el mundo, hasta que un anónimo lo subtituló en árabe en YouTube, y fue visitado por más de 1,200.000 personas en 24 horas.
El tráiler de unos 13 minutos, generó revueltas en diversas partes del mundo árabe y musulmán tras su doblaje al idioma árabe.
Así fue cómo violentas manifestaciones y protestas contra la película, estallaron el 11 de septiembre en Egipto y Libia, extendiéndose posteriormente a otras naciones árabes y musulmanas, así como también a algunos países occidentales.
Un total de 32 países se han visto afectados por las protestas; y miles de personas salieron a las calles en Egipto, Mauritania, Marruecos, Libia, Argelia, Territorios Ocupados Palestinos, Siria, Jordania, Yemen, Catar, Kuwait, Bahréin, Irán, Turquía, Afganistán, Irak, Somalia, Líbano, Nigeria, Kenia, y Pakistán.
Las protestas, alcanzaron también el sureste asiático, donde se registraron manifestaciones en Malasia, Singapur, India, Bangladés, Sri Lanka, Maldivas e Indonesia.
Asimismo, grupos de manifestantes protestaron en las embajadas estadounidenses en Londres y Ámsterdam, siendo estas protestas más minoritarias.
Posteriormente, los ataques se centraron en Bengasi, Libia; donde se perpetró el asalto al consulado estadounidense en dicha ciudad.
Los agentes de seguridad del consulado, primeramente creyeron que se trataba de un ataque, y dispararon sobre los manifestantes, lo que agravó la situación.
Después de esto, varios milicianos armados, atacaron el complejo, y le prendieron fuego.
El viceministro de Interior para el oriente de Libia, Wanis al Sharf, recibió la orden de no intervenir militarmente para evitar el agravamiento de la situación.
En ese preciso momento, había 3 personas en el interior del edificio:
El Embajador John Christopher Stevens, el técnico Sean Smith, y un guardia de seguridad estadounidense.
El guardia consiguió escapar, y volvió alrededor de 1 hora después para socorrer al embajador, pero ya no estaba allí…
En algún momento indeterminado, el embajador salió del edificio, y se desplazó en un coche, posiblemente junto con 2 guardaespaldas, y pudo haber sido atacado durante su desplazamiento en el vehículo.
De algún modo, llegó al hospital, quizás escoltado por varios libios, por lo que se desconoce si vivo o ya muerto.
El médico que lo examinó en el hospital, verificó, después de casi 90 minutos intentando reanimarle, su muerte a causa de una asfixia por inhalación de humo.
A las 05:00 del 12 de septiembre, un comando de fuerzas estadounidenses se desplazó desde Trípoli a Bengasi, para rescatar a los 32 diplomáticos que se encontraban refugiados en un edificio cercano, protegido por fuerzas de seguridad libias; y evacuar a los muertos, pero probablemente fueron emboscados, y quizás muriesen 2 soldados, y entre 12 y 14 resultasen heridos.
Los cuerpos de los muertos, fueron transportados al aeropuerto de Bengasi, para después ser trasladados en avión a Trípoli, y luego hacia una base aérea estadounidense en Alemania, para finalmente ser repatriados a los Estados Unidos.
En la mañana del miércoles, el consulado estaba completamente vacío.
Las paredes estaban carbonizadas, y un pequeño fuego ardía en el interior de uno de los edificios.
Un pequeño grupo de hombres, trabajó para extinguir las llamas, y 3 hombres de seguridad, examinaron brevemente la escena.
Los fallecidos a causa del ataque fueron, muertos confirmados:
El embajador Christopher Stevens; Sean Smith, especialista en tecnologías; Glen Doherty, y Tyrone Woods, ambos SEALs.
Por su parte, El Presidente de EEUU, Barack Obama, y La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, encabezaron una solemne ceremonia en la base aérea de Andrews, donde llegaron en avión los cuerpos de los fallecidos.
Y hubo muertos no confirmados, de al menos 10 miembros del Ejército Libio; y 4 de los asaltantes salafistas.
El Presidente Obama condenó “en los términos más fuertes posibles”, el “indignante y horrible” ataque al consulado de Bengasi, y aseguró que “EEUU es un país que respeta todas las creencias religiosas, y rechaza todos los intentos de denigrar las de otros, pero no hay absolutamente ninguna justificación para este tipo de violencia sin sentido”
Anunció que su gobierno trabajaría “con el Gobierno libio, para llevar ante la Justicia a los asesinos que atacaron a nuestros diplomáticos”
Sobre el embajador Stevens, dijo que era un “ejemplo” a seguir que “trabajó sin descanso para apoyar a joven democracia libia”
Y La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, afirmó que el grupo que atacó el consulado, era “un grupo pequeño y despiadado, que no representa ni al pueblo ni al Gobierno de Libia”, que realizó un acto “injustificado”, que “debería conmover a los pueblos de cualquier fe en todo el mundo”, y refiriéndose al embajador fallecido, dijo que el mundo necesita más personas como Stevens, “un enamorado de Oriente Medio”
El Primer Ministro de Libia, Mustafa Abushagur, consideró el ataque, un acto “cobarde y criminal”
Posteriormente, decenas de libios se manifestaron en Bengasi, para expresar su pesar por la muerte del embajador, y para demostrar que los radicales no representaban a toda la sociedad del país.
Sobre las caricaturas sobre Mahoma, uno de los detonantes de toda la situación conflictiva, El Ministro de Asuntos Exteriores francés, Laurent Fabius, dijo durante una visita a El Cairo, que estaba “en contra de cualquier provocación”, y recordando la importancia de la libertad de expresión.
Por lo que el día 21 de septiembre, Francia cerró sus embajadas y colegios al menos en 20 países por la publicación de nuevas viñetas…
Pero para Francia, el resto es historia, pues ahora son ellos las víctimas en su propio territorio.
Para algunos expertos, este ataque fue previamente planeado en la fecha simbólica del 9/11 por radicales musulmanes ligados a Al Qaeda, usando la manifestación surgida por la película “Innocence Of Muslims” como tapadera.
Y como era de esperar, el 15 de septiembre, Al-Qaeda en la Península Arábiga, se adjudicó la responsabilidad del ataque, en venganza por la muerte de su número 2, Abu Yehia al-Libi, en una ofensiva estadounidense en Pakistán.
“You can't put a price on being able to live with yourself”
13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es una película bélica, del año 2016, dirigida por Michael Bay.
Protagonizada por James Badge Dale, John Krasinski, David Denman, Pablo Schreiber, Max Martini, Dominic Fumusa, Alexia Barlier, David Costabile, Peyman Moaadi, Matt Letscher, Toby Stephens, Demetrius Grosse, David Giuntoli, Mike Moriarty, David Furr, Kevin Kent, Freddie Stroma, Andrew Arrabito, Kenny Sheard, Christopher Dingli, Manuel Cauchi, Yuric Allison, entre otros.
El guión es de Chuck Hogan, basado en el libro “13 Hours: The Inside Account Of What Really Happened In Benghazi” (2014), de Mitchell Zuckoff, profesor de periodismo en la Boston University, en EEUU; sobre los 6 miembros de un equipo de seguridad, que lucharon para defender el complejo diplomático estadounidense en Bengasi, Libia, después del ataque de terroristas islamistas radicales, el 11 de septiembre de 2012.
Lo más impactante de esta historia, fue que los milicianos islámicos, para dar notoriedad a sus actos, grabaron imágenes del asalto, y de la ejecución del embajador…
Después, estas imágenes fueron divulgadas en Internet, causando un gran revuelo mediático; y fueron esas imágenes, las que inspiraron a Mitchell Zuckoff para escribir su libro; y posteriormente a Michael Bay, para realizar la película.
Y aquí, Bay no reinventa el género, ni cuenta nada nuevo.
Nos pone en la situación, el patriotismo está presente porque está narrada desde el punto de vista de los soldados de EEUU que fueron allí, a una misión que no era suya, pero que lucharon por su patria, sin permiso.
El objetivo de Bay es meternos en la piel de estos soldados, para sentir el calor, el miedo, la fatiga, el peso de las armas, y el tejido de la camaradería, una película visceral, cruenta y bruta… pero también con un humor negro, y un sentido real y emotivo hacia los personajes, y personas que han visto cosas horribles en los conflictos.
Adrenalina pura y dura, agotamiento, asfixia, y un apartado de efectos especiales y sonoros exquisito.
Como dato, 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi sería estrenada el 15 de enero 2016, durante el fin de semana del Día de Martin Luther King, Jr.
El rodaje tuvo lugar en 2015, en Malta y Marruecos.
La acción inicia en la noche del 11 de septiembre de 2012, en el 11º aniversario de los ataques del 11 de septiembre; cuando un grupo de militantes islamistas, atacan el complejo diplomático estadounidense, y un anexo cercano de La CIA en Bengasi, Libia; dejando un saldo de 4 estadounidenses muertos:
El Embajador de Estados Unidos en Libia, John Christopher Stevens (Matt Letscher), así como el especialista en tecnología, Sean Smith (Christopher Dingli), y los SEAL:
Glen “Bub” Doherty (Toby Stephens) y Tyrone S. “Rone” Woods (James Badge Dale)
Por lo que un equipo de Operaciones Especiales de Estados Unidos de 6 hombres, formado por 2 ex Navy SEALs, Jack Silva (John Krasinski) y Rone Woods; 3 ex Marines, Mark “Oz” Geist (Max Martini), John “Tig” Tiegen (Dominic Fumusa), y Dave “Boon” Benton (David Denman); y un ex Ranger, Kris “Tanto” Paronto (Pablo Schreiber), que trabajaban como seguridad privada para La CIA, fueron enviados en defensa de los estadounidenses que todavía estaban vivos en el complejo.
Toda la acción, se centrará en 6 miembros de un equipo de seguridad que luchó por defender a los estadounidenses estacionadas allí; por lo que Michael Bay no quiere molestar, por supuesto; sino quiere honrar honestamente a los bravos guerreros, subgénero propio de Hollywood, con un discurso pro y anti belicista al mismo tiempo, que defiende la lucha desde una convicción casi visceral, pero que igualmente trata de coquetear sin éxito con el colegueo para con el exótico hombre arábigo, intentando discursar que no todo musulmán es un exaltado terrorista; pero cualquiera es sospechoso, y habrá que apuntarle.
Tras los hechos ocurridos en la fatídica velada del 11 de septiembre de 2012, se criticó mucho a Hillary Clinton, Secretaria de Estado del Presidente Obama, por haber respondido de manera deficiente a la urgente demanda de ayuda del contingente estadounidense ubicado en Libia.
Aunque 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi no entra en cuestiones políticas, para los republicanos, es una oportunidad de atacar a Hillary Clinton por su gestión en aquellos acontecimientos; más ahora como Candidata Oficial por El Partido Demócrata para ser Jefe de La Casa Blanca.
“When everything went wrong six men had the courage to do what was right”
Es cierto que 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es la película de un Bay mucho más maduro, y más consciente del mundo que le rodea, convirtiéndola en un disfrute que olvida todas las características de sus producciones; lo que tiene sus cosas buenas y malas.
Michael Bay, es un director asociado en mayor medida a películas/productos hechas para romper taquillas, “blockbusters”, con espectaculares escenas de acción, y abuso desmedido de efectos especiales, pero sin un argumento serio, convirtiéndose así en blanco fácil de la crítica, y en portador del rótulo de “director de los fuegos artificiales”
De entrada decir que 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es una película larga; dura 2 horas y 24 minutos; aunque el montaje original duraba 240 minutos; es ruidosa, tensa y muy física, de acción constante, resuelta con eficacia y profesionalidad; teniendo la obligación de “salirse de cuadro”, y mostrar una historia dramática, “basada en hechos reales”; en un intento de congraciarse con sus detractores.
Si bien no es un gran filme digno de los grandes premios, 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es un título que sí merece atención, algo que muy curiosamente, en EEUU lamentablemente no ha sucedido, pues sus cifras en la taquilla distan mucho de lo logrado por los grandes títulos de este realizador.
Así las cosas, 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es puro Michael Bay:
Adrenalina, hermandad, honorabilidad, patriotismo, familia.
De trazo grueso en el retrato de caracteres; y parte de sucesos verídicos ocurridos en la embajada de EEUU, y en un centro secreto de La CIA en Bengasi, durante el 11 de septiembre de 2011.
Son 2 lugares que fueron atacados y sitiados por fuerzas yihadistas; pero la historia está contada desde el punto de vista del equipo de seguridad privada, unos ex soldados del ejército estadounidense, que defendió ambas localizaciones; que lo convierte en un relato polémico, puesto en duda por diversos protagonistas del mismo, como uno de ellos, el mismo jefe de La CIA que estuvo a cargo de la operación.
La trama se centra entonces, en el atentado por parte de un grupo de rebeldes islamitas, en la locación donde se encontraba el embajador de los Estados Unidos.
Cerca de la zona, se hallaba una base militar, desde la cual, un grupo de 6 ex Navy SEALs, acudieron al rescate, luego del llamado de alerta.
Con lo que no contaban, era que los terroristas libios estaban muy bien armados, y los soldados, además de proteger su puesto, tuvieron que hacer de todo para conservar sus vidas durante 13 largas horas.
Toda la ambigüedad que rodea a los orígenes del asalto, se ve perfectamente reflejada.
Y es que los rescatistas mismos eran incapaces de diferenciar a los componentes de la coalición rebelde del 17 de Febrero, creada como aliada de los estadounidenses; de los asaltantes hostiles, ya que ambos grupos carecían de uniformes y distinciones.
Desde lo técnico, se muestra la mano de Michael Bay en sus encuadres, en los clásicos contrapicados, la lentitud de algunas escenas al mostrar un elemento importante, entre otros.
Claro, Bay tampoco no podía dejar fuera de la fiesta, lo que a él más le gusta:
Explosiones a más no poder; pero felizmente aquí las utiliza cuando realmente debe hacerlo; al tener que contar una historia de esta envergadura, le ha dado el tono serio necesario.
Y funciona a varios niveles, con la precisión de un misil tierra-aire.
El primero; el retrato que hace del día a día de los mercenarios que son contratados por el gobierno de EEUU para realizar trabajos de escolta y de seguridad en una de las zonas más conflictivas del planeta.
Realidad que vemos a través de los ojos de uno de los militares, Jack Silva, interpretado con temple por John Krasinski; el último en llegar a Bengasi.
Las horas de espera sin hacer nada; la sensación de inestabilidad constante, y de no poder confiar en nadie; el peligro que supone realizar un simple paseo en coche por la ciudad, la notable escena inicial en la que uno de los jeeps yanquis cae en una emboscada, por ejemplo; o las ganas de entrar en acción de los mercenarios.
Otro aspecto en el que  acierta, es en lo bien planificados que están los 2 asedios que describe, desde el montaje:
El primero, el de la embajada, caótico e infernal, con esas llamas que consumen el recinto, consigue sumergir al espectador en las calles de Bengasi.
El segundo, ya en el centro de La CIA, es igual de crudo pero nada caótico, y es presentado con una claridad expositiva, tal fruto de “una mise en scène” prodigiosa.
En especial todo el segmento nocturno, en que la espesa niebla impide ver a los agresores, personajes antitéticos, que se unen para sobrevivir a la amenaza, y esos refuerzos que no llegan nunca.
Convierte a todo aquello en una apoteosis del asedio y del “americanismo”, filmada con descomunal potencia y verosimilitud.
La dirección de Bay, explota al máximo la tensión inoculada durante el primer tercio del film, hasta que inevitablemente estalla en un vertiginoso infierno de disparos, sangre, y fuego.
Muy curiosamente, a pesar de todo, los vecinos de Bengasi siguen viendo el fútbol en la tele, y pastores y curiosos siguen paseando por el mismo camino que antes cruzaban las balas perdidas de soldados y asaltantes, como si la rutina de la guerra se hubiese apoderado ya de un pueblo tristemente acostumbrado a vivir en las tinieblas de la desorganización política y social, en cuyo mercado local se venden armas a la par que frutas y verduras.
Así, el equipo de SEAL acaba sitiado en el anexo de La CIA, a la espera de una ayuda que nunca llega.
La negativa del ejército Libio a intervenir, y las dificultades que encuentran los refuerzos a la hora de organizarse para llegar a Bengasi, convierten estas 13 horas de conflicto, en una auténtica película de terror, con pinceladas de western bélico.
Claro está, hay una verdadera historia de heroísmo estadounidense, en algún momento de la trama, pero queda diluida por la falta de foco de su director, quien pone énfasis en lo menos importante.
Y es que es algo difícil ver a un cineasta, querer legitimar su estilo narrativo, pero es más difícil tomarlo en serio, cuando utiliza las mismas tomas en cámara lenta sin razón, cuando repites una y otra vez sus personajes, cuando sus historias están basadas en la acción de sus personajes, y no en los motivos para generar dicha acción…
Legitimar un estilo, es un ejercicio creativo, no un calco tras calco tras calco de algo que nunca ha funcionado, por lo menos no cinematográficamente.
Un aspecto que sorprende, es el elenco que se ha escogido, sin tener ninguna figura sobresaliente, algo inusual en el cine de Michael Bay.
Aquí, más bien optó por un reparto relativamente desconocido, quizá para no estar pendiente de alguna estrella en particular:
John Krasinski, vendría a ser el personaje principal, pues la película nos presenta mayores detalles de su vida, tanto militar como familiar.
Krasinski es Jack Silva, un ex infante de marina que llega a Bengasi, días antes del ataque.
Este llega a unirse a Tyrone Wood y su equipo de soldados.
Sin embargo, estos hombres de La GRS, no son simplemente, son soldados de Michael Bay:
Son machos alfa.
Silva y Wood, reciben una cálida bienvenida a Bengasi, llena de armas, bazucas y tipos malvados.
Sus paseos son siempre divertidos, y con un toque de suspenso, como una flota de vehículos Mercedes Benz robada; con llamadas de buenas noticias, y un vehículo lleno de niños que gritan los nombres de sus marcas favoritas a través del teléfono.
Sus músculos están esculpidos por voltear neumáticos para camiones, y levantar pesas, pero todavía hacen tiempo para leer pasajes de Joseph Campbell en voz alta; y por si acaso, la cita se convertirá temáticamente relevante para otro personaje en el tercer acto...
Por lo que deja Michael Bay algo de espacio para el humor, que resulta especialmente espontáneo y efectivo, cuando nace de la camaradería que se forja entre los SEALs protagonistas, cuya férrea moral, sobrevive a base de citas elocuentes.
Pero lo más importante, y aquí es donde las cosas se ponen turbias, es el instinto de los miembros del GRS, quienes siempre tienen la razón, y que no necesitan una educación universitaria para saber, qué es qué.
Es en este momento, donde la trama cruza el umbral entre simplemente “ser una película de Michael Bay’’ a “ser una película de Michael Bay que tiene algo que decir’’, y su mensaje está garantizado para reunir las reacciones de ambos lados de la ecuación política.
Los personajes afirman claramente, que si el Jefe de La CIA en Bengasi (David Costabile) es ineficaz, este había dejado al GRS hacer su trabajo, y el Embajador Chris Stevens, y el oficial Servicio de Relaciones Exteriores, Sean Smith, no habrían muerto durante el ataque sorpresa de los talibanes.
Dicho sentimiento, hubiera tenido sentido, como ocurre en el libro de Mitchell Zuckoff, material original de la película; pero Bay, cuyo medio preferido de mostrar las cosas es “paintball” en lugar de “óleo sobre lienzo,”  deja estas cosas sin importancia, y se enfoca en burdas secuencias de acción, que como en la mayoría de sus películas, sigue siendo geográficamente confusa, y sin un porque aparente.
Es un hecho que Michael Bay nunca ha sido bueno con la sutileza; y reduce una situación geopolítica compleja, a un conflicto entre estadounidenses valientes, y burócratas cobardes.
De hecho, en algunos momentos se atreve a poner en duda la validez de la intervención estadounidense en Libia, y plasma la inoperancia de los servicios secretos yanquis y, aunque defiende el heroísmo de los mercenarios, presentado acertadamente con una alta carga desmitificadora, cuestiona la naturaleza de su existencia, tanto que todos los protagonistas reales de esta historia, se retiraron del servicio tras salir vivos de Bengasi.
Otro dato es que Michael Bay prescinde de toda sutileza para narrar otra historia que vanagloria la misión del gobierno de los Estados Unidos, de salvaguardar el orden mundial, con personajes unidimensionales, y situaciones que subrayan la nobleza de la labor de estas personas, más allá de evidentes ilegalidades.
Sirva de ejemplo para esto último, el plano final donde se puede ver una bandera de EEUU arrugada, rota y sucia, que flota junto a los escombros, en la piscina de la embajada atacada.
Ahora bien, donde sí flojea 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi, es en ciertos excesos sentimentales, con esas conversaciones de los protagonistas con sus mujeres vía Skype; y en algunas metáforas/sentencias filosóficas de brocha gorda metidas con calzador, como “el infierno y los demonios los tienen los hombres en su interior”, reflexión extraída de un libro que está leyendo uno de los soldados.
Evidentemente, nos muestran cómo estos súper machos, hablan con sus familias en emotivas video llamadas, con música suave de fondo, y qué casualidad, todos tienen bebés rosaditos y regordetes; niñas de anuncio de colonia, novias modelos guapísimas; con todos los excesos del capitalismo y el consumismo desmedido, sino véase el episodio “McDonald’s”
Y todos se emocionan, porque aunque seas un megamacho de EEUU, la familia es lo más importante.
¿Tiene alguno de los “malos” un trasfondo; familias como los “supermachos”?
No, primero, porque 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi está contada desde el lado de “lo buenos”, y porque en éstos países, se acostumbra a odiar a los pobres gringos porque sí; y claro está, qué cabrones son, y que feos.
Un dato curioso de producción, llamémosle error, sucede al principio, cuando vemos a uno de los soldados en la sala de descanso, que está jugando a “Call of Duty” en una Xbox Uno, concretamente a “Call of Duty Advanced Warfare”
Pero este videojuego no salió hasta 2014 y, de hecho, la Xbox Uno, no apareció hasta 2013; y los hechos ocurren aquí en el año 2012...
Por último, una vez más, Michael Bay se abstiene de crear un mínimo de empatización con el musulmán, algo que está aprovechando el candidato a la presidencia por el Partido Republicano, el imbécil de Donald Trump, que ya se ha encargado de realizar actos de campaña con algunos de los protagonistas reales de esta terrible pesadilla; que apoyan su programa de políticas exteriores.
Quizás, hayan olvidado que todos los dioses, todos los cielos, y todos los infiernos, siguen estando en nuestro interior.
La banda sonora corre a cargo de Lorne Balfe, que aporta su toque épico.
La canción tradicional “Al Adhan (Doher)”, interpretada por Youssef El Mejjad, curiosamente, también forma parte de la banda sonora del film “Argo” (2012), que narraba la crisis de Irán de 1979, donde los militares invadieron la embajada de EEUU de Teherán, y secuestraron a 52 estadounidenses.
“Seriously guys.
If the consoluate ordered a pizza it would've been there by now”
13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi es una película de gran alcance, porque plantea preguntas importantes que necesitan ser contestadas, en un guión basado en el libro de Mitchell Zuckoff, que no se menciona ni a Clinton ni a Obama, pues la intención no es presentarla como un filme político.
“Mientras los hechos han estado determinados por encendidas polémicas, poco se ha escuchado o visto de la historia contada desde la perspectiva de esos valientes hombres, relegados por los asuntos políticos”, explica el productor Erwin Stoff.
A pesar de sus intenciones, 13 Hours: The Secret Soldiers Of Benghazi ha caldeado el comienzo de campaña electoral estadounidense.
La aparente carrera imparable de Hillary Clinton como candidata demócrata a La Casa Blanca, posee 2 temas que lastran de manera peligrosa, su culminación de esta campaña:
La investigación del atentado que sufrió la embajada de Estados Unidos en Bengasi, en 2012, siendo ella Secretaria de Estado; y la polémica sobre el uso de un servidor privado, a través del que envió, entre 2009 y 2013, miles de correos electrónicos, unas 55.000 páginas, algunos de ellos con contenido clasificado, entre los que se encuentran mensajes relacionados con los ataques en Bengasi.
Y es que este ataque, resultó políticamente controvertido en EEUU, así como las preguntas que surgieron sobre la preparación del gobierno y las explicaciones posteriores sobre lo que había sucedido.
Durante la guerra civil de Libia, el cambio de la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a favor de la intervención militar, fue un viraje al superar la oposición interna de la administración, y obtener el respaldo de La ONU, y la aprobación árabe para la intervención militar en Libia de 2011.
Después, utilizó a aliados de EEUU, y lo que ella llamó “poder de convocatoria” para mantener unidos a los rebeldes libios, cuando finalmente derrocaron el régimen de Gadafi.
Tras la exitosa misión de EEUU para matar a Osama bin Laden de mayo de 2011, Clinton desempeñó un papel principal en la decisión de la administración, de no publicar las fotos del líder de al-Qaeda muerto.
Como Secretaria de Estado de la administración Obama, desde 2009 hasta 2013, Clinton estuvo al frente de la respuesta de EEUU, a La Primavera Árabe, y respaldó la intervención militar en Libia.
Ella asumió la responsabilidad por las fallas de seguridad relacionadas con los ataques en Bengasi de 2012, que terminaron en las muertes de personal del consulado estadounidense, pero defendió sus acciones personales en relación al tema.
El 15 de octubre, Clinton dijo respecto a la preparación, que asumía la responsabilidad, mientras que las diferentes explicaciones se debían a la inevitable confusión de “niebla de la guerra” en sucesos de este tipo.
La “niebla de la guerra” es un término de ciencia militar, que hace referencia a la confusión reinante durante el conflicto bélico, en el que debido a diversos factores como retrasos, confusiones, incertidumbres, etc., resulta difícil coordinar y planificar operaciones.
El concepto de “niebla”, es una metáfora que hace referencia a la confusión reinante durante la batalla; que desde el siglo XIX hasta la actualidad, se ha procurado minimizar el efecto de “niebla de guerra” mediante la mejora de los procesos de inteligencia militar.
En la actualidad, el concepto se ha visto necesariamente extendido, debido en parte a la incorporación y mejora de nuevos sistemas de comunicación, emergiendo como problema, la saturación de información.
Así las cosas, como consecuencia del asalto, EEUU decidió enviar 50 marines de la Flota del Equipo de Seguridad Antiterrorista, y 2 buques de guerra a Libia, así como evacuar su personal diplomático en el país.
Asimismo, se designó al FBI y a La CIA, la misión de investigar lo ocurrido.
Paralelamente, se inició una operación conjunta con las autoridades libias, para encontrar a los culpables, y se realizaron varias detenciones.
Además, el gobierno libio constituyó una comisión independiente para investigar lo ocurrido.
Sin embargo, el malestar de la población libia frente a la falta de seguridad y al excesivo poder a las milicias, dio lugar a una serie de altercados, que acabó forzando la disolución de varias brigadas.
Por otro lado, en abril de 2014, varios yihadistas libios pertenecientes ahora al Estado Islámico, se trasladaron a Libia desde Siria e Irak, y se hicieron con el control de varias ciudades del país, entre ellas, Sirte.
La zona no ha sido desmilitarizada por completo, y la situación es incierta.

“He died in a place he didn't need to be, in a battle over something he doesn't understand, in a country that meant nothing to him”



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