The Program

“I'm the most tested athlete on the face of the planet”

El mundo del deporte profesional, como el ciclismo, es un mar de dudas…
Ganar es arriesgarse a ser despreciado por los rivales, la prensa, los aficionados e incluso por los políticos.
Las miradas de reojo, los comentarios y los titulares irónicos aumentan en proporción al éxito.
¿Envidia, ambición, realidad?
“Dichosos los deportistas mediocres, que nunca serán el centro de atención”, dicen por ahí...
El ciclismo en ruta, o ciclismo en carretera, es una modalidad de ciclismo de competición que consiste en competir en carretera; y es un deporte muy exigente, pues el objetivo es terminar todas las etapas en el menor tiempo posible.
La gama de carreras profesionales de La Unión Ciclista Internacional, van desde las de 3 semanas llamadas “Las Grandes Vueltas” que la componen:
El Tour de Francia, El Giro de Italia y La Vuelta a España; a las clásicas de un día.
Hay que destacar que en los más de 100 años de pruebas ciclistas, los únicos que han conseguido ganar Las 3 Grandes Vueltas; y El Campeonato del Mundo han sido:
Eddy Merckx, Bernard Hinault y Felice Gimondi.
¿Y Lance Armstrong?
Desde 1999 a 2005, el ganador del Tour de Francia fue el estadounidense Lance Armstrong, ganando 7 veces el “maillot jaune”, la camiseta que identifica al líder de la clasificación general individual.
Ningún equipo participante del Tour, puede tener un “maillot” similar, o donde predomine el color amarillo.
Nacido Lance Edward Gunderson, en Austin, Texas; el 18 de septiembre de 1971; es un ex ciclista “profesional”, considerado uno de los mejores de la historia, y convertido ya, en una leyenda por su superación de un cáncer, y posterior victoria en 7 Tours de Francia consecutivos, hito que ningún otro ciclista ha logrado…
En apariencia…
En octubre de 1996, a la edad de 25 años, a Armstrong se le detectó un cáncer testicular con metástasis pulmonares y cerebrales.
En su primera visita al urólogo en Austin, Texas; Armstrong presentaba distintos síntomas, entre ellos, dolor testicular y sangre en la tos.
Inmediatamente, el ciclista se sometió de urgencia a una operación quirúrgica, en la que le extirparon un testículo, y a ciclos de quimioterapia; y tras la cirugía, su doctor le informó de que tenía menos de un 40% de probabilidades de sobrevivir, del cual se recuperó, hasta volver a las rutas 2 años después.
Como símbolo de su lucha, Lance Armstrong creó “LIVESTRONG”, una pulsera amarilla de silicona, lanzada a la venta en mayo de 2004, como símbolo insignia de la “Lance Armstrong Foundation”
La pulsera fue desarrollada por Nike, conjuntamente con su agencia Wieden+Kennedy.
La pulsera, forma parte del programa educativo “Wear Yellow Live Strong”, cuyo signo es intentar recolectar dinero para la investigación del cáncer, así como su prevención y soporte a todas las personas que lo sufren.
El precio de la pulsera en la página web oficial de “LIVESTRONG” es de $1 por unidad, el cual va íntegramente destinado a la investigación en la lucha contra el cáncer; y se encuentran disponibles en diferentes tallas.
Así las cosas, Lance Armstrong pudo recuperarse progresivamente, hasta regresar en la París-Niza de 1998, enrolado en las filas del equipo US Postal.
Tras el prólogo, abandonó la carrera, y pensó en retirarse definitivamente de las competiciones deportivas, pero tras fuertes reflexiones, y con el apoyo de su entrenador Chris Carmichael, decidió seguir; planteándose como principal objetivo:
El Campeonato del Mundo que se celebraba en Valkenburg, Holanda.
En definitiva, logró 7 triunfos consecutivos del Tour de Francia, entre 1999 y 2005, así como una medalla de bronce en Los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
Sin embargo, el 13 de junio de 2012, Lance Armstrong fue acusado de dopaje sistemático por La Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA)
Pero Armstrong había sido acusado de prácticas dopantes en varias ocasiones anteriormente:
En 2001, fue criticado por trabajar con el controvertido preparador y médico Michele Ferrari; quien alcanzó extraordinarios desarrollos en el estado físico de muchos ciclistas, recibiendo el 10-20% de sus ganancias por sus servicios únicos.
Entre los ciclistas que requirieron sus servicios, se encuentran nombres como:
Mario Cipollini, Cadel Evans, Axel Merckx, Tony Rominger, Fernando Escartín o Abraham Olano; además de Armstrong.
Uno de los éxitos más tempranos de Ferrari, fue entrenar a Francesco Moser para batir el récord mundial de la hora, en 1984, aplastando a la gran marca de Eddy Merckx por más de una milla.
En 1999, Ferrari admitió públicamente que lo logró usando doping, que en ese tiempo, todavía no había sido identificado como “un método de trampa y prohibido por las autoridades del ciclismo”
Cuando el doctor Ferrari fue condenado por “fraude deportivo”, Lance Armstrong rompió su relación profesional con el médico, ya que según comentó, sentía “cero tolerancia por alguien condenado por usar o facilitar drogas dopantes”, a pesar de que durante su colaboración, “nunca le había sugerido, recetado o facilitado ninguna droga”
Sin embargo, Ferrari fue posteriormente absuelto de todos los cargos por un tribunal italiano de apelación.
En 2004, los periodistas Pierre Ballester y David Walsh, publicaron en un libro, que Armstrong había utilizado sustancias dopantes:
“L.A. Confidentiel - Les Secrets de Lance Armstrong”
La obra contenía el testimonio de la masajista del corredor, Emma O'Reilly, quién aseguró que el ciclista le pidió que tirara jeringuillas usadas, y le solicitó maquillaje para ocultar las marcas de las agujas en los brazos.
Armstrong demandó por difamación al periódico…
El caso se resolvió con un acuerdo extrajudicial, que determinó que el artículo “contenía acusaciones de culpabilidad, pero sin dar motivos que justificaran” las afirmaciones.
En junio de 2006, el periódico francés Le Monde, publicó las acusaciones del ex compañero de Armstrong, Frankie Andreu y su mujer, Betsy:
El matrimonio aseguró que el ciclista había admitido consumir sustancias dopantes, justo después de pasar por el quirófano durante su tratamiento para vencer al cáncer, en 1996.
Las declaraciones de la pareja, fueron hechas bajo juramento durante el procedimiento judicial de arbitraje, iniciado por Lance Armstrong contra la compañía de seguros, SCA Promotions, que se negaba a pagarle la prima de $5 millones por su victoria en El Tour de 2004, al considerar que existían sospechas fundadas de dopaje.
La mujer de Andreu relató:
“El médico comenzó a hacerle preguntas banales y, de pronto, le soltó:
¿Ha tomado productos dopantes?
Y respondió que sí.
Le preguntó cuáles, y Lance respondió:
EPO, hormonas del crecimiento, cortisona, esteroides, y testosterona”, indicó la mujer.
Como dato, la eritropoyetina, factor estimulante eritropoyético, hemopoyetina o simplemente EPO, es una hormona glicoproteica, que estimula la formación de eritrocitos, y es el principal agente estimulador de la eritropoyesis natural.
La eritropoyesis, es el proceso que corresponde a la generación de los glóbulos rojos, también conocidos como eritrocitos o hematíes.
El cual está prohibido su uso o de sus similares, como el fármaco eritropoyetina recombinante humana (rHuEPO); como método de dopaje en el deporte.
La EPO que aumenta la masa eritrocitaria, es decir, elevando el hematocrito; lo que permite un mejor rendimiento del deportista en actividades de ejercicio aeróbico; y de esta manera se aumenta la resistencia al ejercicio físico.
Según un estudio de 2007, el suministro de rHuEPO a individuos sanos durante 6 semanas, produjo un aumento del consumo máximo de oxígeno (VO2 max) en un 6,4% y de la resistencia al esfuerzo; a través principalmente de un aumento del 10% en la hemoglobina.
El marido de Betsy confirmó el testimonio:
“No sé cómo el doctor hizo la pregunta, pero la respuesta fue que había tomado EPO, testosterona...”
Armstrong sostuvo que Betsy Andreu podría haberse confundido por una posible mención al tratamiento posterior a la operación, que incluía esteroides y EPO para contrarrestar parte de los efectos de la quimioterapia.
El relato de Los Andreu, no fue respaldado por ninguna de las otras 8 personas presentes, incluyendo el doctor de Armstrong, Craig Nichols; sin embargo, y de acuerdo a Greg Lemond, enfrentado con Armstrong, existe una conversación grabada con Stephanie McIlvain, el contacto del ciclista con Oakley, uno de sus patrocinadores, que dice:
“Estuve en esa habitación, y lo escuché”
McIlvain negó todo en su testimonio bajo juramento.
Hubo otras demandas que resolvieron con acuerdos extrajudiciales, cuyos términos nunca se hicieron públicos.
No obstante, tras investigaciones varias, el 23 de agosto de 2012, La USADA decidió finalmente retirarle a Lance Armstrong, las 7 victorias por dopaje, además de suspenderlo de por vida para la práctica del deporte profesional; y el lugar que poseyó fue “declarado desierto”
El director del Tour de Francia, Christian Prudhomme es partidario de que el palmarés de esos años quede en blanco, aunque la decisión final la tiene la UCI Prudhomme, director del Tour:
“El palmarés debe quedar en blanco, y hay que castigar al entorno”
Por lo que La UCI deja en blanco el puesto de los 7 títulos “que ganó” Armstrong.
El 10 de octubre de 2012, La USADA presenta ante La UCI el informe “Decisión razonada”, donde acusa formalmente a Armstrong, y al equipo US Postal, de utilizar “el sistema más sofisticado, profesionalizado y exitoso de dopaje, que el deporte jamás ha visto”
El informe de más de 1000 páginas, contiene las declaraciones de 26 personas, entre ellas 11 excompañeros de Armstrong:
Floyd Landis, George Hincapie, Christian Vande Velde, Jonathan Vaughters, David Zabriskie, Levi Leipheimer, Frankie Andreu, Michael Barry, Tom Danielson, Tyler Hamilton y Stephen Swart, quienes afirmaron que en el equipo se efectuaban prácticas irregulares, que fueron profesionalmente diseñadas para presionar a los ciclistas para el uso de drogas, evadir su detección, y asegurar su silencio.
Según este mismo informe, los médicos que dieron apoyo a la trama, fueron:
Michele Ferrari, Luis García del Moral, y José Martí.
Los ciclistas que aún se encontraban activos:
Vande Velde, Zabriskie, Leipheimer y Danielson, fueron suspendidos durante 6 meses, y también se les anularon los resultados deportivos obtenidos hasta entonces.
El 22 de octubre de 2012, La UCI ratificó la decisión de La USADA, y anuló su palmarés ciclístico a partir de 1998.
Ante toda esa presión, Lance Armstrong finalmente admitió haber usado EPO, testosterona, y transfusiones de sangre para mejorar el rendimiento durante su carrera de ciclismo.
El 17 de enero de 2013, lo admitió públicamente en una entrevista realizada por Oprah Winfrey, el haber utilizado métodos dopantes en los 7 Tours que ganó.
El Comité Olímpico Internacional, por su parte lo descalificó de su tercer puesto en la contrarreloj de Los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, y pidió que devolviera la medalla de bronce, y el diploma olímpico.
El 12 de septiembre de 2013, Lance Armstrong devolvió La Medalla Olímpica…
El hombre al que todos creíamos un héroe; cuyos sueños y esperanzas adornaron nuestras muñecas en forma de pulserita; el hombre capaz de superar al mismísimo Induráin; resultó que era una mentira; una con las patas más largas y fuertes de lo normal, que se resistió a ser atrapada durante muchos años.
La decepción fue general.
Algo que tocaba el corazón y el alma; porque dejar de creer en él era para muchos dejar de creer en los milagros; y su famosa frase se tornó triste:
“El orgullo es temporal, el dolor, para siempre…”
Su caso provocó reacciones en su contra por parte del mundo del deporte en general.
Y es que el deporte en sí mismo conlleva una buena dosis de competitividad y sano egoísmo para buscar la victoria, por tanto, existen medios para mejorar el rendimiento... permitidos o no, y más o menos cuestionables, sin peligro para la salud o letales.
El avance de la ciencia, evidentemente ha permitido lo increíble…
Pero a estas alturas, cuando ya nadie pone la mano en el fuego por nadie, nada, ni el orgullo, es para siempre.
“I have never tested positive for performance enhancing drugs”
The Program es un drama del año 2015, dirigido por Stephen Frears.
Protagonizada por Ben Foster, Chris O'Dowd, Jesse Plemons, Guillaume Canet, Lee Pace, Dustin Hoffman, Denis Ménochet, Elaine Cassidy, Laura Donnelly, Edward Hogg, Chris Larkin, Jorge Leon Martínez, Michael G. Wilson, Lucien Guignard, entre otros.
El guión es de John Hodge, basado en el libro “Seven Deadly Sins” del periodista del Sunday Times, David Walsh, que pasó 13 largos años realizando su investigación para demostrar el dopaje sistemático del ciclista, entonces profesional, Lance Armstrong.
Anteriormente titulada “Icon”, el director Stephen Frears se limita a reconstruir de forma más o menos cronológica los hechos que llevaron al ciclista, primero, a la cima de Los Campos Elíseos; y luego al infierno de verse entrevistado por Oprah Winfrey...
The Program es la historia de la mentira continuada de un hombre, pero sobre todo, la radiografía de una inmensa colección de traiciones:
Las de todos los deportistas e instituciones que le ayudaron a vencer, y consintieron sus éxitos fraudulentos.
Con el libro de Walsh, los artículos periodísticos, científicos, oficiales, imágenes de archivo, testimonios, y un consultor de primera fila como David Millar, todo apunta a que no podemos dudar mucho de esta historia; lo cual es una gran pena.
The Program abarca aproximadamente 2 décadas, desde el inicio de Lance Armstrong (Ben Foster), entra en el mundo de las carreras, hasta la caída en desgracia de este mito del deporte.
Allí veremos a David Walsh (Chris O'Dowd), un periodista deportivo irlandés, que está convencido de que las victorias del ciclista Lance Armstrong en El Tour de Francia, se deben al doping.
Con esta convicción, empieza a investigar, y a buscar pruebas que sacarán a la luz la verdad sobre Armstrong.
Toda la historia se centra en la investigación que sacó a la luz uno de los mayores fraudes que se recuerdan.
Mientras su fama crecía, su status de héroe, y ejemplo de superación le reportaban enormes beneficios, e incluso creó la fundación “LIVESTRONG”, para investigar la cura contra el cáncer; Lance Armstrong lograba 7 triunfos consecutivos del Tour de Francia, entre 1999 y 2005, además de la medalla de bronce en Los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.
Hasta que en 2012 fue acusado de dopaje sistemático por La Agencia Antidopaje de Estados Unidos; por lo que finalmente se decidió anular su palmarés ciclístico, y retirarle las 7 victorias por dopaje, además de suspenderlo de por vida; admitiendo haber usado EPO, testosterona y transfusiones de sangre para mejorar su rendimiento.
Su compulsión para ganar, lo llevó a cometer actos imperdonables de engaño que traicionaron a la comunidad internacional.
La vida de este “campeón”, revela la dura realidad de que algunas competiciones son casi imposibles de ganar... al menos “limpiamente”
Así pues, The Program no va de bicicletas, sino de un ser humano que se creía invencible, siendo capaz de urdir uno de los mayores escándalos de la historia del deporte, y que acabó inevitablemente devorado por el peso de sus propios actos.
“I have the money and the power to destroy you”
El ciclismo es un deporte que en su esencia está muy vinculado con el esfuerzo, el sacrificio, la perseverancia, y al mismo tiempo pelea contra el dopaje, ahí vemos como un sujeto mintió y estafó al mundo, para convertirse en la máxima estrella de esta disciplina por más 15 años.
El director Stephen Frears, cuenta muy bien las 4 facetas de Armstrong, las zonas de luz, conviviendo con multitud de sombras, en un relato frío, matizado, sobrio, inteligente, sobre una estafa masiva que funcionó durante mucho tiempo.
Y funciona cuando te hace preguntarte:
¿Cómo este secreto pudo ser guardado en este mundo de manera tan discreta, durante tanto tiempo, cuando mucha gente sabía exactamente lo que estaba pasando?
El inicio de The Program es estupendo, al introducirnos brevemente la historia del ciclismo, El Tour de France, la primera participación de Lance Armstrong en la competición, y su personalidad; así como sus motivaciones:
El ciclista antepone los éxitos al fracaso de una vida mediocre.
¿De qué sirve pedalear en el pelotón de los escuderos, si no te llevas ni una victoria de etapa?
Pero Stephen Frears se obsesiona con el Armstrong egoísta, egocéntrico, soberbio y caradura, con el drogata, con esa cara oculta sólo mostrada a los que compartían su rutina estimulante, y tiene excesiva prisa cuando llega lo realmente interesante:
Ese decisivo momento de atrape, destape y confesión de su ser verdadero; admisión que apenas se saborea, descubrimiento que apenas impresiona o hiere, pues lo ataca con tanta soltura, aceleración y privación de hechos importantes que, si no fuera porque es imposible que quede nadie al margen de la consabida noticia y sus efectos, no serías capaz de captar la inmensa dimensión a que dieron lugar tales revelaciones y acontecimientos, la catástrofe que supuso su asunción y todo lo que hubo que hurgar, soportar y combatir, hasta llegar a ella, y darla a conocer a la ignorada audiencia:
“Nunca he tomado drogas para mejorar mi rendimiento”, simplemente, de la noche a la mañana, se convirtió en un invencible “Superman” tras superar una difícil enfermedad, y todos lo aceptamos, todos quisimos abrazar su perfecta historia, “de cuento mancillado”, porque representaba lo imposible hecho posible, lo inaccesible al abasto con el único requerimiento de fuerza, voluntad y creencia en uno mismo, en nunca rendirse.
Pero el huevo de la gallina no era de oro, estaba podrido, y el cántaro de la suerte se rompió de tanto ir a la fuente a nutrirse, porque la avaricia rompe el saco, y aquí había demasiados cooperantes del engaño.
Basta la traición de uno, para que todos caigan, hasta llegar al líder timador de ese deshonroso tren azul, sobre 2 ruedas.
Evidentemente The Program no es un “biopic”, pues deja mucho fuera, sin decir, explicar o plasmar, ya sea por falta de tiempo, dinero o apetencia, el argumento busca la atracción del “backstage”, ese esperpento que tenía lugar cuando se echaban la cortinas y se cerraba la puerta y, aún en ello, está narrada de manera ligera y superficial, sin entrar de lleno en las negras profundidades del abismo elegido.
Nada de su vida anterior a la primera vuelta al Tour, se conoce en The Program.
Y aquí, el “profesional” acostumbrado a las victorias, ya nada le importará con el propósito de seguir ganando.
Así The Program refuerza la tesis de que las trampas de Armstrong eran evidentemente grotescas, y que si alguien no sabía la verdad, es porque no quería saberla.
La interesante experiencia vivida por el ciclista, desde el éxito al infierno del cáncer, y su posterior “resurrección” fue un auténtico regalo para la industria del espectáculo; un mundo bien acostumbrado a alzar a sus héroes, y a dejarlos caer como muñecos, sin ningún escrúpulo.
A juicio de muchos, Lance Armstrong había sido el chivo expiatorio de un lavado de conciencia, y The Program lo refleja bien, aunque la producción tome parte también de este linchamiento en la plaza del pueblo.
Es un enfoque demasiado aplastante contra el ciclista, el pequeño himpas melodramático en el hospital de cáncer infantil, o al firma de libros, que índice aún más en aplastar a la leyenda; la poca atención al hecho deportivo, y el personaje del médico italiano Michele Ferrari, que se creía el descubridor del EPO, cuando esta sustancia ya había sido usada por años, cuyos efectos ya conocemos, y el historial de tramposos también.
Todo ello hace de The Program un chispeante festín de villanía y coacción, donde el tramposo más infame de la historia del deporte, exhibe una sibilina alevosía; y se sitúa más cerca del cine de “gánsteres, que del drama deportivo.
La “justificación” de Frears y Hodge para centrar The Program, es única y exclusivamente en retratar a Armstrong de la manera en que lo retrataron las investigaciones sobre tramas de dopaje, en el que presuntamente estaba implicado.
Aun así, el descenso y caída de Armstrong desequilibra al ser breve, corto y de flojo impacto, por lo cual se siente que el guión de John Hodge puso más empeño en mostrarnos cómo Armstrong desarrollo con su equipo, el programa de dopaje que da título a la película, y como se evitó que saliera a la luz pública todas sus fechorías, dentro y fuera del Tour de France.
De hecho, los 7 Tours pasan tan rápido como el pelotón cuando mira a pie de carretera.
Solo los detalles relacionados con la extrema ambición de Lance, son tratados de forma más atenta, la formación del US Postal, la táctica de equipo, y las amenazas en plena carrera; lo que ayuda a oscurecer aún más la imagen del ciclista, cuya personalidad queda al nivel de su ética.
Al final, uno queda asqueado por el sentimiento que deja, repugnancia de lo que sientes al ver, a tan sonoro hipócrita, consumir, mentir y reírse de toda la decencia y honor que reside en el mundo de la competición deportiva digna y honorable.
Es devastador ver esa cómoda, orgullosa y promocional imagen dopándose mientras sale al mundo a dar consejos de cómo vivir, usando al cáncer como escudo de toda su porquería…
No obstante, The Program posee un par de escenas de ciclismo que te dejan sin aliento por el montaje, y una buena y sólida actuación principal que se sustenta sobre un argumento tan demoledor como interesante, un reflejo del lado oscuro de la ambición humana, representado por una muy buena actuación de Ben Foster, quien se sometió al programa real de dopaje durante la producción, el cual se supera como Armstrong.
Con un inquietante parecido físico a del antiguo héroe del ciclismo, Foster es una revelación, con una remarcable actuación, magistral, realiza una interpretación vibrante, mostrando las diversas facetas del corredor:
Tanto la amable en la lucha contra su enfermedad y favor del público; como la calculadora, al conseguir no ser descubierto durante mucho tiempo, a pesar de que su nombre siempre estuvo vinculado al dopaje.
Una actuación de bandera, que permite grabar el nombre de Ben Foster en nuestra memoria, deseando que su carrera de el salto, y lo podamos disfrutar en más títulos como protagonista.
Para apoyar su actuación Ben Foster, cuenta con grandes aliados:
En primer lugar, con unos compañeros de primer nivel, entre los que destacan los papeles de Chris O’Dowd, interpretando a ese periodista que busca constantemente 3 pies al gato.
Sin embargo, su personaje de reportero queda demasiado al margen en algunos momentos.
Y es cierto que su papel ayuda a una contextualización de la figura de Armstrong, y que aporta una voz potente de denuncia a la farsa creada en torno al deportista; pero The Program minimiza la importancia del escritor en el desenmascaramiento del ciclista.
También de calidad, los minutos de Guillaume Canet como Michele Ferrari; Jesse Plemons como Floyd Landis; y Denis Ménochet como Johan Bruyneel, ese jefe de equipo capaz de todo por ayudar a Lance; y Dustin Hoffman, con un pequeño papel como Bob Hamman, el jefe del personaje de Chris O’Dowd.
Pero tanto el personaje de Lee Pace como Bill Stapleton; así como Dustin Hoffman, están muy desaprovechados.
Quedan las impactantes las escenas de charlas entre amigos con las agujas y la sangre fluyendo; con el dopaje desde antes de serle diagnosticado el cáncer, y todo el ambiente, cada vez más insano, que se creó a su alrededor, haciendo especial hincapié en Floyd Landis.
Las escenas de ciclismo con esos lances de la competición, el esfuerzo físico, las maquinaciones en la carretera, la velocidad como representación de una crítica ética de la ambición, la utilización reiterada de planos inclinados para preparar la caída del héroe desde su pedestal hipócrita y delirante; todo está concebido de tal manera que nos permite sentir el vértigo al borde del abismo de las exigencias, morales y físicas de la alta competición.
En una escena, de hecho vemos cómo Armstrong conoce por primera vez a la que sería su mujer, eso quiere decir, que es la primera vez que vemos al personaje de la mujer de Armstrong, y en la escena siguiente vemos cómo Armstrong y su mujer salen de la iglesia, después de casarse.
Y después, el personaje de la mujer no sale en lo que queda de metraje…
El arco de la relación de Armstrong con su mujer, desde que la conoce hasta que se casa con ella; en The Program dura 20 segundos, una trama que presenta inicio y desenlace, pero no hay nudo, la elipsis elimina el nudo…
¿Entonces por qué no lo desarrollaron más?
¿Qué sentido tiene presentar esta trama, si no está bien desarrollada, o no aporta nada?
En definitiva, The Program no es solo una crítica abierta a un ciclista mentiroso y fraudulento, sino también a todo lo que lo envuelve, sea equipo médico, equipo deportivo o entidades organizadoras.
Porque cuando aúpas a un superhéroe estadounidense, que fomenta la superación personal, o ayuda a enfermos de cáncer, es muy difícil decir algo en su contra.
Y es una lástima, pues de haber arriesgado más, de haber tenido un guión más carismático y arriesgado, podríamos haber estado ante uno de los filmes documentales, mejor realizados y más completos de los últimos años.
Puedo haberse encontrado que todos los deportistas de alto rendimiento se dopan, y lo enmascaran con otras sustancias más adelantadas a la de los controles, si no, es imposible seguir batiendo récords, y aguantar etapas inhumanas.
No es cosa de manzanas podridas, sino un mundo establecido.
Compiten todos en igualdad de condiciones, porque todos van dopados, basta con ver sus evoluciones anuales, sus deformaciones en las rodillas y mandíbulas, efectos secundarios de la testosterona, por ejemplo; y la gente, los patrocinadores y los organizadores prefieren echar la vista al lado, para que el negocio y el espectáculo siga viviendo.
Una gran pena.
“The true story of the greatest deception of our time”
El doping es cualquier sustancia que incrementa artificialmente el rendimiento.
Quienes usan el doping, son unos tramposos que van contra la justicia básica, y el juego limpio.
A estas alturas, creo que no queda nadie que no sepa de la vergüenza que supone el nombre de Lance Armstrong en el mundo del deporte, sus mentiras y trapicheos para ganar a cualquier costa, lograr fama y reconocimiento al precio que sea, ese adictivo volar por encima de tus posibilidades, y conseguir con ayuda química, ese ansiado triunfo que tu cuerpo, al máximo, no es capaz de alcanzar por sí mismo.
La humillación de tener que admitir lo negado, el fraude que representarás de por vida, ya en los anales de la decepcionante historia, después de haber sido ejemplo de voluntad, resistencia, esfuerzo y superación de las dificultades; un daño moral irreparable para quienes creyeron en él, para quien creyó que sí, que se podía, que se podían vencer los contratiempos por arduos y mezquinos, injustos y desoladores que fueran, y hacer realidad los sueños...
Todo se volvió pesadilla, por tramposo.
Lance Armstrong se retiró definitivamente del ciclismo profesional al inicio de la temporada 2011, tras participar en El Tour Down Under; y en la actualidad, está retirado totalmente del ciclismo profesional, debido a evidencias de dopaje.
Luego de que la entrevista con Oprah saliera al aire, el mundo del deporte y el espectáculo reaccionó casi de manera inmediata, lanzando fuertes críticas al ciclista estadounidense:
El tenista Novak Djokovic, dijo:
“Es una vergüenza para el deporte, tener a un deportista como Armstrong.
Ha engañado al deporte.
Ha engañado a mucha gente en el mundo entero con su carrera, con su historia”
El ciclista Alberto Contador, hizo lo propio:
“Ya se ha hablado mucho de esa entrevista, pero lo que dijo, no pilló por sorpresa a nadie.
Es duro para la imagen del ciclismo, pero me quedó con lo que puede ser bueno:
Tal vez así podremos cerrar este capítulo de esa década, y centrarnos en el presente y el futuro de este bonito deporte”
Hoy, hablar de Lance Armstrong es un mal recuerdo, y un mal ejemplo.
Y todo por una ambición descomunal, una vanidad suprema:
La deshonestidad.

“I just love to ride my bike”



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