Solace

“Sometimes the greatest acts of love are the hardest acts to commit”

Fue tanta la trascendencia que tuvo “The Silence Of The Lambs” (1991) en el género del policial, que todos los films que vinieron después, no hicieron más que influenciarse de las virtudes que aquella obra maestra realizada por Jonathan Demme poseía.
Ahora bien, la marca que dejo la oscarizada fue imposible de superar, tal vez solo la igualó “Se7en” (1995); y eso provoco que el género del “thriller” solo se dedique a sacar sucesivos refritos descafeinados, y con poca fuerza.
En lo particular, los casos de psíquicos que ayudan a la policía, ya forman parte de la leyenda urbana a nivel global, y el cine ha utilizado el tema en infinidad de oportunidades.
También se sabe de mentalistas, a los que se les ha pedido ayuda para encontrar personas desaparecidas, y misterios por el estilo.
La creencia en percepciones extrasensoriales, por ejemplo en la telepatía, tiene un arraigo popular muy fuerte:
Diarios, revistas, libros, programas de televisión como “Twilight Zone” o “The X-Files” promueven la aceptación popular.
Hay muchos casos en la prensa, en la cual un psíquico ayudó a la policía y a los familiares a detectar criminales o personas desaparecidas.
Series de TV como las emitidas por Discovery, o Medium y Ghost Whispered de Sony, son un ejemplo del interés que los detectives psíquicos tienen en las producciones de ficciones de TV; en las que en ocasiones, situaciones desesperadas obligan a recurrir a métodos poco convencionales.
La raigambre en estas creencias es tan antigua como la misma humanidad, y se enraíza con los orígenes mismos de las creencias religiosas.
Hace más de 100 años que se establecieron varias sociedades que fomentan el estudio de los fenómenos percepción extrasensorial, y promueven el intercambio entre investigadores:
The Society for Psychical Research, The Parapsycological Association, entre otras, y The Society for Scientific Exploration, ésta última es una asociación multidisciplinaria con 15 años de antigüedad, son un ejemplo real.
Sus miembros buscan evidencias de actividad paranormal mediante experimentos que intentan emular el estándar científico.
El debate está abierto, y lejos de ser concluido; las evidencias aportadas son vagas, y hasta ahora no son concluyentes, al menos, a nuestro entender.
A pesar de los 100 años que las investigaciones de percepción extrasensorial llevan acumuladas, a pesar de los $20 millones que gastó La CIA, las evidencias en favor de la existencia de una percepción que trasciende a la de los 5 sentidos físico/químicos, sigue siendo demasiado marginal.
En el medio de esta historia, el hombre común navega aguas poco tranquilas, aturdido frente a la propaganda asfixiante a veces, y sobre los poderes de la mente.
Investigaciones como las conducidas por La CIA, contratación de mentalistas por la policía, sólo contribuyen a confundirlo aún más.
Y eso es peligroso, porque el conjunto de psíquicos y el de delincuentes, parecen no ser disjuntos.
“Whatever it is, I happen to get this super-duper deluxe edition of what people now call “intuition” and “gut-reaction”
Solace es una película de suspense, del año 2015, dirigida por Afonso Poyart.
Protagonizada por Anthony Hopkins, Abbie Cornish, Colin Farrell, Jeffrey Dean Morgan, Xander Berkeley, Janine Turner, Marley Shelton, Kenny Johnson, Jose Pablo Cantillo, Angela Kerecz, Sharon Lawrence, Autumn Dial, entre otros.
El guión es de Sean Bailey y Ted Griffin; siendo el primer trabajo que el cineasta Afonso Poyart dirige en inglés.
Después del éxito de “Se7en” (1995), New Line Cinema creyó que sería buena idea hacer una 2ª parte, así que tomaron un guión que tenían listo, sobre un doctor clarividente que ayuda al FBI a atrapar a un asesino serial, cambiaron al personaje principal por el de Morgan Freeman, y le dieron poderes psíquicos, de esta manera intentaban hacerlo pasar por “continuación”; sin embargo, la idea fue rechazada cuando David Fincher, director de la original del filme de 1995, mostró su desacuerdo.
Al final, esta idea no funcionó, el guión regresó a su nombre original, pero estuvo en desarrollo por varios años… pasó por varias manos, varias reescrituras, problemas financieros, y prácticamente estuvo en el olvido... hasta hoy.
Lo que pudo ser la secuela de “Se7en” (1995), se presenta ahora bajo la dirección de Afonso Poyart, con nueva productora, nuevo protagonista, y nuevo nombre:
Solace, bajo la inversión de 7 productores anónimos que unieron sus fuerzas y dinero para poder contratar 3 actores populares que afianzaran una buena taquilla; pero que no tuvo fortuna, ni en taquilla ni en crítica.
En el fondo, Solace es mucho más que eso, hablando de la vida y la muerte, y plantea algunos dilemas morales interesantes.
La acción sigue a Joe Merriweather (Jeffrey Dean Morgan), un agente del FBI que se encuentra investigando una serie de asesinatos,  junto a su joven y ambiciosa compañera, Katherine Cowles (Abbie Cornish)
Todas muertes presentan el mismo “modus operandi” y pistas que no pueden descifrar.
Al no saber cómo continuar, Joe acude a un viejo compañero, el doctor John Clancy (Anthony Hopkins), su psíquico de cabecera, quien ahora está retirado después de la muerte de su hija.
Mientras la investigación avanza, es evidente que el asesino siempre está un paso adelante de ellos, y John descubre por qué:
El asesino, también tiene poderes psíquicos.
Este duelo mental entre los protagonistas y el antagonista, consigue que la trama se mantenga en movimiento, mientras se desenvuelven los misterios que rodean al extravagante y tétrico villano.
Todo esto, Solace nos lleva a la vieja temática de investigaciones de asesinos seriales, que con un poco de ayuda extrasensorial de psíquicos e investigaciones que involucran muchas imágenes incompresibles de lo que será el futuro, se resuelven casos enigmáticos.
Un buen logrado “thriller” dramático, que combina elementos de criminalística con aspectos sobrenaturales y morales:
¿Es lícito quitarle la vida a un ser humano para calmar su sufrimiento?
¿Podemos, cuando éste ser que sufre lo pida, pasarlo a “mejor vida”?
¿Puede uno asumir el derecho ¿o el deber? de cortar, aunque sea por un minuto, el hilo de vida que el universo considera necesario para cada persona?
La polémica está servida.
“The agency's changed the guidelines for the way we break down the cases.
It makes them more readable”
Solace comienza con la definición de su título original, “Solace”, como “el acto de dar consuelo en momentos de sufrimiento”
Desde ese momento, lo dirigido por Afonso Poyart pretende crear un puzle con el típico juego de persecución policial, donde un elemento de precognición mueve un filme con correctas actuaciones, y un guión que con altos y bajos, logra salir airoso de una premisa ya tantas veces vista en la pantalla grande.
El director brasileño, resulta bastante eficaz a la hora de construir y mantener un sentido sombrío del suspense a lo largo del metraje; y lo que aparenta ser una historia repetida hasta el cansancio, “pensar como el asesino para así poder atraparlo”, se convierte en una interesante tesis sobre la delgada línea que separa el asesinato irracional, con aquel justificado.
¿Es posible jugar a ser Dios, y decidir acabar con el sufrimiento de otro, sin someterse a las consecuencias de arrebatar una vida?
El guión conoce al máximo el potencial de la historia, por lo que entrega la información de a poco, gracias a un montaje dinámico que fortalece la agilidad del relato.
Solace, no es la historia del camino para atrapar al asesino, sino que es uno sobre la comprensión y aceptación del acto en sí mismo.
A Clancy y Charles Ambrose (Colin Farrell), los une un don excepcional, siendo las 2 caras de un mismo espejo, a modo del “yin y el yang” algo que varios encuadres desean poner en pantalla con una multitud de reflejos a lo largo de la historia.
Es el choque entre “discípulo y maestro”, un título que se mueve de un personaje a otro, y que forja un profundo conocimiento del antagonista, a pesar de los pocos minutos que está verdaderamente en pantalla.
El tema central de Solace es la muerte asistida:
¿Qué pasa en los momentos terminales de una persona ante una enfermedad incurable?
¿Qué pasa ante el sufrimiento de un ser querido?
¿Tenemos el derecho de quitarle la vida para que no sufra?
¿Qué sentido tiene la vida en esos últimos momentos?
¿Qué sentido tiene el sufrimiento y el dolor en el ser humano?
Todos estos interrogantes, se despliegan dentro de un marco de “thriller” psicológico y mágico, rondando lo paranormal; y en el fondo se plantea un dilema moral sobre ello; un dilema que te lleva a preguntarte como espectador:
¿Qué harías en su caso?
Aunque solo sea por eso, Solace merece un notable.
En algunos aspectos técnicos,  Solace cae en el cliché propio del género policial en el que busca encajar, con una extraña y demasiado movida cámara en mano, y una apariencia más deslavada, tanto en los fragmentos del futuro como del pasado, contrastándolo con un presente más frío y oscuro.
No puedo dejar de mencionar unos “zoom” excesivamente molestos, que acercaban a ratos al largometraje, a un filme hecho para la televisión más que para el cine; además que juega en exceso con las imágenes intuidas, futuras o pasadas.
El tema de los psíquicos, está pésimamente tratado; pues ya va más allá de una visión, sino que ven absolutamente todo, hasta tiene un GPS mental, que sabe por dónde va cada auto…
Entonces, la historia se autodestruye completamente, pasando de un género de suspenso/terror, a una película de fantasía.
Una historia interesante, aunque forzada hacia el final.
Si bien, el mundo de las visiones y adivinanzas es interesante, siempre parece terminar en lo mismo:
Un tipo bueno, y uno malo.
Uno que intenta detener lo inevitable, y el otro forzarlo.
Uno que cree en el cambio del mundo, el otro que lo condena.
Y así vamos cayendo en la repetición de las historias, sobre todo en los finales.
Solace tiene muchas fallas en la trama, y la lógica de la historia…
Sin embargo es digna de debate.
Una lectura nos dice, que el asesino misericordioso de los enfermos terminales, le dice a Clancy que se concentre, y se muestra que están conectados…
¿Por qué?
En el final, el asesino le dice que ya está cansado, y que Clancy continúe su trabajo, y que lo va a matar para salvar a la detective, porque la aprecia.
Como conclusión, a lo largo de todo el metraje estuvimos en la mente del asesino… como videntes, del futuro asesino misericordioso personificado por Clancy.
Otra perspectiva, es que ambos son la misma persona, aunque aparenta haber 2 personas con la habilidad de ver el futuro, pero se trata de la mente de Clancy, haciéndole creer, que lo que está haciendo es lo mejor para las personas con etapa terminal, justo como lo hizo con su hija...
Por último, puede ser que Charles, en una de las conversaciones que mantiene con Clancy, le dejase caer que nunca decidió matar a nadie, hasta que alguien le convenció, y que ese alguien fuese Clancy, cuando permitió que su hija descansase por fin, y Charles lo viese, al trabajar en ese hospital, por ejemplo; pero nunca se supo qué hacía… ni nada del personaje.
No obstante, se agradece que el director se tome su tiempo para encausar la historia y la misión de cada uno de los personajes, pese a los tropiezos que encuentra en el planteamiento, pues de lo contrario, la producción se hubiera derrumbado como un endeble castillo de naipes.
Eso sí, cabe resaltar que el director sacó lo mejor de su “casting”, concentrando momentos cruciales en poderosas miradas que ocupan toda la pantalla, y logran sumergir al espectador en la tensión de un caso que, a pesar del poder de la adivinación, tiene más de humano que divino.
La presencia de Anthony Hopkins, que ya debe haberle tomado el punto a hacer chascarrillos sobre Hannibal Lecter en cualquier “thriller” oscuro en el que trabaja, podría hacer que habláramos del universo de los films basados en las novelas de Thomas Harris como un referente; y que recuerda la atormentada actuación que ofreció en “The Rite” (2011), sólo que Solace es rodeado por un montaje que llega a lucir melodramático, por el reiterativo uso de “flashbacks” y “flashforwards”
Y es triste ver a un gran actor como él, en modo automático, como si no quisiera estar ahí, pero le debía un favor a alguien, y pues hay que cumplir…
Colin Farrell, demuestra que es el perfecto villano del cine, relevando a un ya viejo Anthony Hopkins de esta clase de papeles.
Farrell, que casi no sale en pantalla, eso es muy extraño, el hecho que el villano solo aparece algunos minutos en escena, y debo decir que su aparición hizo ganar puntos al filme, con su presencia enigmática, de un gran villano inteligente y/o malvado, de hecho, se enfocaron tanto en la parte de las premoniciones, que dejaron de explicar en un sentido amplio la procedencia del villano; o de la misma clarividencia de los 2 psíquicos.
Jeffrey Dean Morgan, demuestra ser un intérprete de clase B, inexpresivo; y Abbie Cornish, está reducida en un papel de relleno, que solo es usado para mover la historia.
Solace es entretenida, y está llena de engaños en su premisa, nos acerca a esa violencia justificada, aquella que respalda a la muerte y sus sensaciones primitivas de supervivencia; porque al final, el asesinato por misericordia, sigue siendo asesinato, si la víctima desconoce su sufrimiento.
“I have no interest in playing God.
As far as his work is concerned, I'm not impressed”
Es un hecho que nadie tiene derecho a acabar con la vida de una persona, pero:
¿Es necesario vivir meses de agonía, a causa de padecimientos incurables?
Frases como éstas, envuelven los debates en torno a la muerte digna.
El pasado lunes 5 de octubre de 2015, California se convirtió en el 5º estado en promulgar una ley que permite la muerte asistida, o suicidio asistido.
Antes, lo hicieron Oregon, Vermont, Montana, y Washington.
Ahora, por ley, un paciente que padece una enfermedad terminal, y desea morir, deberá contar con el aval de 2 médicos que confirmen que:
Por el diagnóstico médico, a esa persona le quedan 6 meses, o menos, de vida.
El paciente debe tener la capacidad de tomar medicación por sí mismo; y debe ser mentalmente capaz de tomar decisiones médicas.
Es importante aclarar, que lo que hará este paciente que desea ponerle fin a su vida, no es lo mismo que la eutanasia, aunque tiene el mismo objetivo:
La muerte.
¿Cuál es la diferencia?
En la muerte asistida, el médico provee al paciente de la información y medicación necesaria para que el mismo paciente se quite la vida.
El paciente debe tomar la medicación por sí mismo…
En la eutanasia, es el propio médico el que inyecta la dosis letal que acabará con la vida del paciente.
Y hay un tercer concepto, relacionado con estos 2, que es el de ortotanasia.
A diferencia de los anteriores, este no busca adelantar la muerte del enfermo, simplemente aboga por una muerte digna, sin la necesidad de alargar artificialmente la vida, sino que simplemente aspira a que el paciente sea tratado con paliativos para no sufrir, y poder morir en paz.
El derecho a morir con dignidad, forma parte de la terapéutica en el final de la vida.
La muerte asistida por un médico, también llamada muerte digna, es para muchos, un acto de piedad, a pedido de un paciente al que le queda poco tiempo de vida, o un tiempo de vida con un deterioro físico y mental muy grandes.
Las principales razones por las cuales los pacientes terminales piden morir son:
Una enfermedad dolorosa, la futura pérdida de las facultades mentales, la indignidad de verse postrados, y no querer ser una carga para otros.
Dado que en la inmensa mayoría de los casos se trata de personas con enfermedades terminales, para las que no hay solución ni tratamiento, y a las que solo les espera un progresivo deterioro físico y mental, hay un complejo debate moral y religioso acerca de la conveniencia o no, de legalizar estas prácticas.
Los argumentos en contra, inciden en la “inviolabilidad” de la vida humana, la defensa de su dignidad, independientemente de las condiciones de vida, o la voluntad del individuo implicado, y las repercusiones sociales de desconfianza que podría conllevar.
La postura de las iglesias cristianas, en tanto a nivel mundial, es mayoritariamente contraria a la eutanasia y al suicidio asistido:
Es el caso de la iglesia católica y de las iglesias evangélicas y pentecostales.
Es necesario tomar en cuenta, que en ocasiones, la ciencia médica no puede hacer nada para liberar a las personas de padecimientos mortales, y la lucha infructuosa, sólo les acarrea más sufrimientos.
En estos casos, se sugiere aceptar que muchas veces no se puede curar, por lo que es conveniente que la naturaleza siga su curso, dejando morir al paciente, proceso al que se conoce con el término ortotanasia.
También, suele suceder que los familiares o médicos toman la decisión de mantener con vida al enfermo, aun en contra de su expresa voluntad de morir…
Tal vez, el punto más difícil de esclarecer, tenga que ver con el derecho y la obligación.
¿Quién se adjudica el criterio de decidir sobre la muerte?
¿Será el enfermo, el profesional de la salud, o la familia?
¿Hasta qué punto llegan las obligaciones de quienes asisten a las personas cuya muerte es inevitable?
¿Habrá remordimiento?
Valdría la pena reflexionar al respecto.

“Mom never lefl me.
Dad never beat me.
You won't rind any trace of violence or antisocial behavior in my past.
I'm not a radical.
I have no interest in fame or power.
I’m simply a man who could no longer look away”



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