I Spit On Your Grave

“Y'know, sometimes I look at these gorgeous-looking chicks, I mean the ones that look like real knockouts, sexy and all... and I wonder...”

Junto con los zombies, el cine de violación y venganza, ha tenido un fuerte renacimiento en el último par de años.
Subgénero aún más morboso que el de los mordiscos rabiosos, es una de las cumbres del “exploitation” de los años 70, sacado del cine “splatter” o “cine gore”, el cual es un tipo de película de terror y de cine de explotación, que se centra en lo visceral, y la violencia gráfica extrema.
Estas películas, mediante el uso de efectos especiales, y exceso de sangre artificial, intentan demostrar la vulnerabilidad, fragilidad y debilidad del cuerpo humano, y teatralizar su mutilación.
Otro subgénero, es el producido por una combinación entre violencia gráfica e imágenes sexualmente sugestivas, el cual es denominado “torture porn” o “gorno”, acrónimo de “gore” y “porno”
Evidentemente, la misoginia es precisamente otro de los componentes polémicos, que han valido críticas a estas películas.
“Total submission.
That's what I like in a woman”
I Spit On Your Grave es una película de terror, del año 1978, escrita y dirigida por Meir Zarchi.
Protagonizada por Camille Keaton, Eron Tabor, Richard Pace, Anthony Nichols, Gunter Kleemann, entre otros.
Los calificativos son:
Desagradable, incomoda, violenta, excesiva, sencilla, morbosa, previsible, básica, directa, poderosa, alarmante, brutal, agresiva, vomitiva, y carente de la calidad técnica e interpretativa necesaria para resultar altamente recomendable, pero posee una fuerza y una intensidad, como pocas.
I Spit On Your Grave, fue una de las primeras películas que experimentó con el género “splatter” o como también se llamó en su día “ultraviolencia”; cuyo título original era “Day Of The Woman”, y posteriormente fue llamada:
“I Hate Your Guts” y “The Rape and Revenge of Jennifer Hills”, título que fue finalmente cambiado para el re-lanzamiento en 1980 a I Spit On Your Grave.
Y es que el director, fue incapaz de encontrar un distribuidor, por lo que distribuye la película él mismo en teatros “drive-in” rurales, pero sólo por breves periodos, con lo que apenas le hizo publicidad.
Fue hasta 1980, en que fue retomada para su distribución por Cinemagic; y una condición de esta nueva publicidad, era que podían cambiar el título; fue en este momento, que la película fue retitulada:
“I Spit On Your Grave”; y ha sido considerada como una de las películas más perturbadoras de la historia, según algunas listas, siendo censurada en la mayoría de los países en los que fue distribuida durante años, casi décadas en algunos de los casos.
Meir Zarchi dijo, que se inspiró para producirla, después de ayudar a una mujer joven que había sido violada en New York.
Y habla de cómo él, un amigo, y su hija, estaban conduciendo por un parque, cuando fueron testigos de una mujer joven que se arrastra de los arbustos, ensangrentada y desnuda, que más tarde se enteró, de que la joven estaba tomando un atajo común a la casa de su novio, cuando fue atacada.
Recogieron a la joven traumatizada, regresaron a la hija a casa; y rápidamente decidieron que lo mejor era llevar a la chica a la policía, en lugar de un hospital, para que los atacantes no lograran escapar y encontrar nuevas víctimas.
Y tomaron la decisión equivocada:
El oficial, que Zarchi lo describió como “no apto para vestir el uniforme”, retraso en llevarla al hospital, y en su lugar, insistieron en que ella siguiera con las formalidades tales como escribir su nombre completo, a pesar de que su mandíbula se hallaba rota y apenas podía hablar.
Zarchi insistió al oficial de la llevara al hospital, y él finalmente accedió.
Poco después, el padre de la mujer escribió tanto Zarchi como a su amigo, una carta de agradecimiento por ayudar a su hija.
El padre ofreció una recompensa, pero Zarchi la negó.
De la misma manera, Meir Zarchi negó que I Spit On Your Grave fuera una explotación de esa situación traumática, y que la naturaleza violenta era necesaria para contar la historia; y describió a la protagonista como “valiente” para asumir el papel.
I Spit On Your Grave se rodó en Kent, Connecticut.
La casa, en la vida real, era propiedad de la amiga de Zarchi, Nouri Haviv, encargada de la cinematografía.
De hecho, Zarchi visitó por primera vez la casa, mientras desarrollaba el guión, y su ambiente y ubicación, influyó en el desarrollo de la historia.
El cineasta, tal y como ha admitido, también se dejó influenciar por algunos films, entre ellos:
“The Bravados” (1958), “Jungfrukällan” (1960) y “Death Wish” (1974)
Así con el guión bajo el brazo, y un ajustadísimo presupuesto de $650 mil, Zarchi contrató a jóvenes actores, novatos pero voluntariosos, y junto al resto del equipo rodaron la película, que muy curiosamente, esa misma localización, fue escogida 3 años después, para rodar la segunda entrega de la saga “Friday The 13th”
El magro presupuesto, se dejó notar en la parte técnica; con pocas repeticiones, efectos especiales artesanales, y zoom a base de poner la cámara en un carrito de supermercado…
I Spit On Your Grave trata acerca de una joven escritora, Jennifer Hills (Camille Keaton), que pasa sus vacaciones en una casa alquilada en un escondido pueblo de “La América Profunda” para aislarse y escribir su nueva novela.
Apenas lleva 2 días allí, cuando unos hombres del pueblo la persiguen, violan, y humillan repetidas veces:
Johnny (Eron Tabor), es padre de familia, propietario de la gasolinera, y líder de un pequeño grupo de perdedores que completan:
Stanley (Anthony Nichols) y Andy (Gunter Kleemann), un par de desempleados; y Matthew Lucas (Richard Pace), un retrasado mental que trabaja en el supermercado del pueblo.
Tras los hechos de terror sufridos, uno de los malhechores tiene que matarla, pero no lo hace... mientras todos piensan que está muerta.
Jennifer logra sobrevivir, y mientras intenta sobreponerse, en su mente, ahora dañada y psicótica, sólo existe una idea:
La venganza sobre esos 4 hombres que la violaron:
El “nerd”, el “gracioso”, el “violento” y el “líder”
I Spit On Your Grave es una producción incómoda, plagada de instantes para el recuerdo, que pueden poner a prueba el estómago y la paciencia del espectador ante el espectáculo dantesco que se le ofrece; y recoge la impotencia y la sensación de indefensión de la protagonista, de una forma implacable, una situación estremecedora, e inquietante.
“Women are full of shit”
I Spit On Your Grave es el “buque insignia” del sub-género “rape & revenge” que tanta polémica levantó a finales de los 70 y principios de los 80.
En esta clase de filmes, el esquema era muy sencillo:
Una joven aparentemente débil e inofensiva, era humillada y agredida sexualmente por uno o varios desalmados, para posteriormente llevar a cabo una brutal y sanguinaria venganza.
Catalogada ahora como “película de culto”, I Spit On Your Grave forma parte ya de la historia del cine de clase B, debido a la crudeza de sus imágenes.
Crudeza de vísceras y sexo, sexo sin erotismo, claro.
De hecho, el erotismo, como pulsión vital y feliz, está completamente ausente.
Aquí las pulsiones son destructivas, oscuras, tanáticas; siendo este filme, y no otro, el que lanzó directamente como fenómeno del “under”, el tópico acerca de que una mujer puede y debe tomar venganza por propia mano, ante las vejaciones sufridas.
Para el director Meir Zarchi:
“Es muy difícil imaginarse que alguien pueda ser violado, y más si es alguien que conoces.
Penetrar el cuerpo de alguien contra su voluntad, es el más violento de los crímenes.
Es difícil comprender que suceda, pero en Estados Unidos hay una violación cada 5 minutos, y por eso, al público le cuesta ver algo tan realista.
Resulta duro ver la película”
Pero tiene la virtud de ser un filme naturalista, donde la violencia ejercida, nunca se disimula, y aun así, no resulta exagerada, o falta de credibilidad.
Lo que la pandilla le hace a Jennifer, si bien es atroz, es perfectamente posible y de hecho, muy probable; por lo que Zarchi comienza su relato de una manera un tanto esquemática, arrancando al único personaje femenino de su entorno de confort:
Su departamento en New York, para ubicarla en esa franja rural de los Estados Unidos que los propios yanquis aborrecen por ser el espejo de su realidad:
Una endeble careta de civilización capitalista, sostenida por una masa informe de miseria y analfabetismo funcional, que llena las estadísticas de esa vulgaridad inerte que ellos mismos han bautizado como “white trash”
En fin, dejemos en claro que para los efectos de esta película, está perfecto que Zarchi la haya ubicado en esa zona rústica.
De hecho, el planteamiento inicial es un tanto candoroso, justamente como contrapunto a lo que sucederá.
Jennifer Hills, escritora de historias cortas en revistas femeninas, se refugia en una casa cerca del lago, buscando privacidad para escribir su novela debut.
Ella representa el arquetipo ideal del citadino:
Joven, bella, inteligente, y liberal; que se encuentra de repente acosada por un grupo de salvajes rústicos, que la violan, humillan y dejan por muerta.
Toda esta serie de vejaciones, ocupa un trozo considerable de película, y resulta bastante incómodo, no sólo por lo que muestra, sino por su frialdad y su repetición, algo que justifica ante el espectador, la segunda mitad del metraje, en la que Jennifer planea y ejecuta su terrible venganza, contra aquellos que la han agredido.
Y es que de inicio, ella es la personificación de una grácil feminidad, y el director no se inmuta en presentarla casi como una virginal ninfa de los bosques, por medio del encadenado de escenas que nos muestran el lago, el bosque, y su cuerpo desnudo fundiéndose con la naturaleza.
El bosque, está lleno de verdor y júbilo.
Ya luego de las escenas de ultraje, el ambiente se torna espeso, el aire es opaco, las neblinas bajan como premeditando se acerca la venganza…
Es mediante este escenario, que I Spit On Your Grave desarrolla su argumento más provocador:
El “beatus ille”
Según Horacio, esta frase latina, se interpreta como:
“Dichoso aquel que vive en el campo, alejado de las banalidades de la ciudad”
Aquí, el mito del “beatus ille” se rompe.
La escritora se retira de su vida citadina para encontrar paz e inspiración en la vida de campo, pero en lugar de eso, encuentra el terror provocando, además, el brote de su instinto asesino.
El bosque, nunca deja de ser bello, sin embargo, la fealdad aflora de la misma mano humana, de los hombres de campo, los que se criaron lejos de “lo banal”, pero que bien pueden ser tan crueles como los mismos hombres de la ciudad.
Horacio se equivocó...
Sin embargo, para Jennifer, es su propia condición de “neoyorquina” la que la estigmatiza como “maligna”, según el corto entendimiento de Matthew, el idiota del pueblo que es foco de las burlas porque es virgen, lo que lo pone casi como homosexual ante los ojos de Johnny y su pandilla, quienes gustan de referirse a las mujeres con una misoginia aplastante:
“Todas las mujeres están llenas de mierda…”, y “Las mujeres sólo sirven para coger…”
A la recién llegada, le profesarán un odio especial, ya que no solo es mujer, sino que también independiente, y de ciudad.
Ellos, al saber que Jennifer está sola, deciden que sea ella el desvirgamiento de Matthew, por lo que comienzan con un acoso gradual a la chica que desembocará en un ataque tumultuario; y lo justifican como una defensa:
“No llevaba sujetador” y “Exhibió sus piernas caminando muy despacio, asegurándose de que las viese bien”
Mereciéndose lo sucedido, porque:
“Cualquier hombre habría hecho lo mismo”
Así no tardan en presentarse ante Jennifer, donde la agreden, humillan, y es violada por Johnny.
Tras huir desnuda, por un bosque de árboles de tallo desnudo, erectos como penes, volverá a ser alcanzada, golpeada y violada, esta vez analmente, por Andy.
Abandonada, la ensangrentada Jennifer inicia un Vía Crucis hacia la casa, donde la esperarán de nuevo los agresores, reiniciando el suplicio de forma aún más violenta.
En esta ocasión, Matthew saca coraje, y consigue violar también a Jennifer, que no deja de suplicar por su vida ante el divertimento de todos.
Y al abandonar la casa, Johnny encarga a Matthew que la mate con una navaja; pero el idiota se ve incapaz, y se limita a manchar la hoja con la sangre que brota de las numerosas heridas de la joven, dejándola con vida.
Por añadidura, el “aftermath” de la violación, nos ofrece a una protagonista que supera una suerte de muerte iniciática, vagando desnuda entre las flores del campo, encuadres que cuentan con una puesta en escena perturbadora, a la par de preciosista.
Marcando como punto de corte, la eventual muerte del personaje principal, I Spit On Your Grave comienza una nueva etapa, en la que la sequedad de la violencia seguirá siendo una constante, pero ahora el rol del macho dominante, va a ser sustituido por el de un matriarcado castrador y vengativo contra la opresión masculina.
Técnicamente, el director logra crear muy atinadamente un ambiente agorafóbico, dedicando largos planos de la chica sola en el bosque, en el lago, pero siempre en un completo silencio, que será interrumpido por los sonidos casi guturales de los acosadores.
Ahí sabemos que en medio de la nada, está expuesta a todo, y nosotros, el público, comenzamos a experimentar ansiedad ante su fragilidad.
Por si fuera poco, le imprime una estética que roza lo documental, con la típica cámara al hombro, y una fotografía neutra, sin ningún tipo de lente o filtro que modifique la imagen, para mostrar la primera captura de Jennifer en planos abiertos, con todos los actores a cuadro, tirándola, jaloneándola, desnudándola y humillándola, más allá de la mera agresión sexual, filmando todo, casi con un malsano gusto morboso.
Pero eso no es sólo el comienzo:
Después de algunos minutos de verla caminar desnuda por el bosque, y caer en lodazales como ilustraciones físicas del envilecimiento de su cuerpo, bastante obvias, pero increíblemente fuertes en contenido, el director/guionista no da tregua al estamparnos en la cara una nueva agresión, aún más fuerte, donde incluso es sugerida una sodomización, esta vez, montada con una serie de planos y contraplanos de los rostros de víctima y victimarios, como una macabra balanza de sensaciones contrapuestas:
Dolor/gozo; desesperación/desenfreno; fragilidad/brutalidad; y escenas como ver a Jennifer arrastrándose lastimosamente por el suelo de su casa, completamente destrozada física y emocionalmente, intentando coger el teléfono para pedir ayuda, pero es ahí cuando el aparato es pateado por uno de sus agresores.
Para Jennifer no hay salvación ni refugio, aún en su propia casa; y una tercera serie de ataques reinician.
Pero tras recuperarse de sus heridas, al ser dada por muerta, la protagonista usa sus dotes de seducción, para atraer y engañar a quiénes fueron sus agresores, haciéndoles víctimas de sus instintos animales, de su fragilidad ante el erróneamente llamado “sexo débil”, y de su infinita estupidez.
El sexo por tanto, vuelve al hombre vulnerable, nublan su inteligencia y buen juicio, y le convierte en una víctima potencial.
La mujer, antes víctima, conoce perfectamente las debilidades de su oponente, y las aprovecha para consumar su venganza.
Todo un proceso que se resume perfectamente en el título, con el que el “Yo Escupo Sobre Tu Tumba” y el otro título español, más acertado y evidente:
“La Violencia del Sexo”
Y es que por primera vez, y sentando las bases del género, la mujer como entidad humana autosuficiente, es capaz de utilizar su cuerpo mancillado, como una arma de justicia salomónica, que lo mismo entrega al idiota Matthew para desvirgarlo, con la única intención de distraerlo para hacer que caiga en una horca de la que no tendrá salvación.
Así caerán los otros 3, sobre todo uno, muerto por castración en una bañera; y los otros masacrados en rio…
No obstante, y aquí es donde radica la alegría del sector feminista, que para sorpresa de Meir aplaudió la cinta:
Jennifer se convierte en un arquetipo de mujer libre de culpa, que utiliza su cuerpo y su capacidad de seducción, como instrumento consciente para enfrentar una falocracia, dónde ser mujer es el único pretexto para ser ultrajada, tal y como Johnny lo hace saber con líneas de diálogo tan burdas como:
“Tú me provocaste” y “Un hombre es un hombre”
Sobra decir, que también caerán el resto de sus agresores, aunque por medios más convencionales, pero no menos sangrientos; hasta que al final, Jennifer se dirige a toda velocidad y de cara al viento, hacía un nuevo futuro construido por ella misma, podríamos decir, a sangre y fuego, aunque curiosamente no utilice tan banal método de ejecución; o bien, a la continuación vengativa en nombre de todas las mujeres ultrajadas, no lo sabemos...
Tras el estreno, en un principio las asociaciones feministas consideraron este tipo de cine como degradante para la mujer, pero con el paso de los años, estas obras se convirtieron en estandartes del feminismo más recalcitrante; al ver en ellas, un discurso final de contraposición al poder físico del hombre, en igual o mayor escala, porque al término de la historia, el brutal macho terminará reducido; y se congratulan al verla emocionalmente poderosa, y con la suficiente sangre fría corriendo por sus venas, para cobrar una de las venganzas igualmente más salvajes de las que se tenga memoria fílmica.
Los comentarios tras el estreno, giraban en torno a la moral, el morbo y la misoginia, opacándose cualquier oportunidad de que salga a flote algún punto de vista distinto; tanto que países como Irlanda, Noruega, Islandia y Alemania Occidental, prohibieron bajo la premisa de que 2glorifica la violencia contra la mujer”
También Canadá la prohibió, aunque han permitido su difusión, con un índice que refleje su contenido.
La versión censurada se estrenó en Australia en 1982, y hasta el 2004, la versión sin cortes se clasificó con un “R18+”, lo que supuso el levantamiento de la prohibición de distribuirla durante 7 años.
La Oficina de Clasificación del Cine y La Literatura de Australia, justificó esta decisión, bajo el razonamiento que la castración no es la violencia sexual, pues ley de censura de Australia, prohíbe el lanzamiento de las películas que muestran escenas de violencia sexual como aceptable o justificado.
En el Reino Unido, fue calificada de “video nasty”, y apareció en la lista elaborada por la Director of Public Prosecutions hasta 2001, cuando una versión muy definida fue liberada con una clasificación para mayores de 18 años.
Por otra parte, como dato, el director Meir Zarchi, se casó posteriormente con la protagonista, Camille Keaton, nieta de Buster Keaton; valga decir se divorciaron en 1982, 3 años después de casarse.
Los otros actores:
Eron Tabor, Richard Pace, Anthony Nichols, y Gunter Kleemann, solo trabajaron en esta película o interpretado un papel en el cine.
Y es que es posible, tal y como admite el director, que la mala prensa que recibió I Spit On Your Grave, fuera responsable de que ninguno de sus actores hicieran fortuna en el cine.
Además, Zarchi recurrió a sus hijos, Tammy y Terry, para interpretar pequeños papeles, así como a miembros del equipo, como William Tasgal o Nouri Haviv.
Todos ellos forman un elenco no muy distinguido, cuya inexperiencia posiblemente añadió credibilidad al film.
Otro dato de producción, es que se realizó en pleno verano, y ningún actor contó con doble, lo que ocasionó más de un disgusto.
Camille recuerda que “fue agotador.
En el bosque, fue picada por cientos de mosquitos, tanto que tuve que ser hospitalizada por 2 días.
Y una vez, durante una de las escenas de violación, recibí un golpe.
Pero es que los chicos eran actores, no especialistas”
La actriz, contribuyó al personaje aportando su propio vestuario, y no tuvo problema con los desnudos, posiblemente por su experiencia en Italia, pero sí por andar y correr descalza por el bosque.
Tampoco ellos las tenían todas consigo:
En la escena final, en la que Anthony Nichols y Gunter Kleemann están sumergidos en el lago, con Camille dirigiéndose hacia ellos en el fueraborda:
“Uno de los chicos tenía realmente miedo de que no fuera capaz de maniobrar la barca a motor, ya que aprendí en un día”, recordó la actriz.
Richard Pace, comenzó a tener convulsiones mientras interpretaba, ahorcado,  la secuencia de su muerte.
Zarchi pensó que el actor lo hacía para dar más credibilidad a la escena, pero notó que algo no marchaba bien, y es que, si bien Pace no se estaba ahogando, sí que tenía vértigo, y estaba sufriendo un ataque de pánico.
En definitiva, I Spit On Your Grave no es nada más o menos que una serie de ataques a la chica; y luego sus ataques a los hombres, sólo interrumpido por una escena increíblemente grotesca e inapropiada, en la que ella entra en una iglesia, y pide perdón por los asesinatos que planea cometer…
Con todo, I Spit On Your Grave atrajo a mucho debate favor y en contra, que implica con frecuencia las personas que claramente no había realmente visto la película.
Los hombres son groseramente poco atractivos, y las violaciones se dan de manera desgarradora, largamente dilatadas, y crudamente presentadas, que es difícil imaginar como espectadores varones, que se identifiquen con los autores, sobre todo porque la estructura narrativa, y la puesta en escena, fuerza al espectador a ver la acción desde el punto de vista de la víctima.
Además, no hay ninguna sugerencia de que “ella se lo buscó” o “lo disfrutamos, excepto por supuesto, en las propias percepciones de los violadores”, de la que la película tuvo el cuidado de distanciarse.
Las escenas de venganza fueron grotescamente malinterpretadas por algunos críticos, de cómo Jennifer, únicamente pretende disfrutar de la violación, con el fin de atraer a los hombres a su destrucción, como si desde antes fuera una villana en busca de sangre por derramar, y que en estas escenas, se están criticando argumentos masculinos familiares sobre las mujeres, calificados como simplemente sexistas.
Pero las simpatías son en su totalidad con Jennifer, y el público masculino está destinado a identificarse con ella, y no con los atacantes; y la identificación viene de un masoquista, con el dolor utilizado para justificar la sangrienta catarsis de la venganza.
Es decir, I Spit On Your Grave tiene una deuda con la liberación.
Es un hecho que Meir Zarchi tiene una psicología misógina desde una perspectiva conservadora, pero ésta, fílmicamente termina por ser más efectiva.
I Spit On Your Grave se toma todo su tiempo para que el espectador odie, porque logras odiarlos en verdad, a ese grupo de malhechores que golpean, violan, humillan, y vuelven a violar, una y otra vez a la indefensa señorita Hills.
Ya para cuando llega el momento de la venganza, el plato está suficientemente frío, como para que el espectador disfrute del castigo a manos de su heroína; y conmueve porque ofrece un sentimiento de impotencia y rabia.
El director responde, “absolutamente sí”, cuando le preguntan si merecen los violadores, terminar como acaban.
Y se muestra satisfecho de haber rodado I Spit On Your Grave:
“Por supuesto que estoy orgulloso.
Yo la financié, y es uno de los más famosos films de terror de culto de todos los tiempos.
El público es libre de escoger ver o no una película, y en todo el mundo, la repercusión ha sido importante, lo cual no está mal”
Respecto a la acción de la censura, el director también lo tiene claro:
“Nadie debe ser censurado.
Ya somos suficientemente mayores, como para decidir por nosotros mismos lo que queremos ver”
En lo personal, una de las cosas que más me gusta de I Spit On Your Grave, es la contraposición entre el escenario bucólico y siempre iluminado por la luz diurna en el que acontece la acción; y la propia brutalidad inherente a los hechos que se describen.
Visualmente, podría llegar a considerarse una película agradable, idílica, hermosa, a lo que contribuye su banda sonora; sensaciones que chocan de frente con la crueldad y el salvajismo de los actos a los que se ve sometida la protagonista.
La secuencia más valiosa, y digna de un estudio de género, es aquella en que vemos como Jennifer enfrenta, y da cuenta de Johnny, su principal agresor, en quien cumple el desquite primordial en contra del género masculino:
La secuencia de su castración, después de masturbarlo en una tina de baño, no sólo como vía de la muerte física del agresor en la ficción, sino también como una representación gráfica del castigo a una sociedad machista, que ha hecho del cuerpo femenino un fetiche desechable, despojándolo de toda pulsión sensual y emotiva, degradándolo a la condición mínima de genitales disponibles en todo momento para la satisfacción del descargo sexual del varón.
Otra cosa interesante, es que Jennifer no mata a los que la violaron con un balazo, sino mediante un siniestro plan; acaba uno por uno, con cada uno de ellos, haciéndolos sumergirse en el peor infierno imaginable, haciéndolos sufrir tanto como sufrió ella.
Si hay que achacarle algo, es la capacidad de curación que tiene esta mujer, pues en cuestión de días, las heridas de la cara desaparecen sin dejar ningún tipo de secuela, cuando lo normal es que al menos quedara una cicatriz...
El dato que nunca ha sido confirmado por la propia actriz, es que aseguran que el trasero que decora la carátula de tantas ediciones mundiales, no pertenece a la actriz sino a Demi Moore… otro detalle a destacar, es la frase promocional que puede leerse en el mismo, donde se descontaron en el número de agresores, y en los medios utilizados para la venganza, y dice:
“Esta mujer ha cortado, troceado, roto y prendido fuego a cinco hombres, pero ningún jurado de EEUU sería capaz de condenarla”
Como se sabe, los agresores son 4, y ninguno de ellos es achicharrado…
Y la verdad, no creo que el atractivo de I Spit On Your Grave sea ver a una mujer desnuda, menos en la situación tan decadente en la que la muestran; y en cuanto a copiar, evidentemente I Spit On Your Grave es una explotación, y propiamente explota una moda que se daba mucho en esa época; por tanto, su intención no era crear nada, sino ofrecer algo impactante, creando a su vez una obra que ha pasado a la historia como un gran clásico de su estilo, siendo punto de referencia además, a filmes posteriores.
Y hablando de copiar, por qué no echar pestes contra Tarantino, que goza de excelentes críticas, y se le encumbra como un genio, cuando la mayor parte de sus películas son plagios y copias muchas de ellas de explotaciones de los años 70, entre las que se encuentra esta.
Por último, en I Spit On Your Grave no hay banda sonora, exceptuando un momento en específico, en el que dicho acompañamiento musical se usa literalmente para ahogar los gritos de horror de uno de los momentos más conocidos; así que la única música que escuchamos, es incidental, y proviene del órgano de la iglesia; de la harmónica de Andy; de la radio en una tienda, y de un disco que escucha Jennifer mientras Johnny se desangra:
El aria “Sola, Perduta, Abbandonata” de la ópera “Manon Lescaut” de Giacomo Puccini.
Todo un acierto.
“That's so sweet, it's painful”
El cine, si bien es ficción, tiene la capacidad de irrumpir nuestra realidad, de perturbarnos aun así sepamos a ciencia cierta que lo que acabamos de ver no es real, pero sin embargo, lo tomamos por posibilidad; por lo que I Spit On Your Grave ha cumplido con su propósito; nos ha conmocionado.
Y se convirtió, a final de cuentas, en un documento que se pretende reivindicador, si así se quiere leer el mensaje, pero no debemos olvidar, que en principio sólo es un filme de explotación sexual y de violencia gráfica tan en boga por la década de los 70, por tanto hay que emplazarlo.
Es, en pocas palabras, uno más de los filmes que se convirtieron en la manera de expresar la inconformidad de una sociedad que, poco a poco se venía despertando del “sueño de amor y paz” sesentero, para descubrir una brutal realidad, donde factores de desaliento como el inútil resultado de La Guerra de Vietnam, o la administración escandalosa de Nixon, dejaban como resultado una nación estadounidense paranoica y violentada, y que aún en nuestros días, no supera sus propios traumas.
La explosión de la estética de la violencia en las películas de los años 70, tiene su origen mediático en La Guerra de Vietnam; en los noticiarios y en los testimonios de aquellos que regresaban, lisiados o traumatizados, del conflicto vietnamita.
Un factor más a añadir, decisivo, para comprender el contexto ideológico de películas como I Spit On Your Grave, es el choque entre la mentalidad urbanita y la mentalidad rural.
Si en las grandes ciudades, la contracultura barría a los valores tradicionales, a base de liberación femenina, drogas y nuevas ideas políticas que coqueteaban con el comunismo; en “La América Profunda”, los valores tradicionales y el voto conservador, miraban con desdén y desconfianza a todo aquello que procedía de la ciudad.
Así, en las películas “rape & revenge”, las mujeres agredidas, proceden de un entorno urbano, acomodado, llegan al ámbito rural a pasar una vacaciones, toman drogas, y no se aperciben de que sus actitudes sexuales y hábitos de vestuario provocan el deseo y la ira de los lugareños, viéndose éstos “con derecho a reparar la afrenta”, sacando a la luz sus instintos depredadores, y una profunda misoginia.
Como en I Spit On Your Grave, los agresores se convierten en víctima de su propio sadismo, cuando llega el momento de la venganza de la mujer, una venganza liberadora, acto inapelable de la única justicia posible.
Y es que I Spit On Your Grave es un film que aún hoy no deja indiferente.
Una carga de profundidad que golpea en el bajo vientre, muy cerca de las tripas, vísceras encargadas más que el cerebro de decidir, si la actitud de la protagonista contra sus atacantes, es la correcta; si es la justa; si hay que celebrar esa sangrienta venganza al margen de la ley.
No en vano, el título que recibió la película en Francia fue “Oeil pour Oeil” es decir:
“Ojo por Ojo”, y en Argentina, “Tomar Revancha”
En síntesis, I Spit On Your Grave nos enseña en toda su crudeza, y mediante la violación más larga de la historia del cine, cerca de 30 minutos, que la mujer no disfruta siendo forzada, algo que el cine parecía haber popularizado en cientos de escenas en las que, tras reducir el galán a la mujer con una fuerte bofetada, pasa a besarla, encadenando la rendición de la mujer, con un significativo fundido a negro…
I Spit On Your Grave, es una crítica demoledora de la sociedad, es una denuncia de una realidad atroz, y un ataque directo a las injusticias que desgraciadamente hoy seguimos viviendo en la realidad, y saber eso, es peor que presenciar cualquier película por muy brutal que sea.

“Suck it, bitch!”



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