Mr. Holmes

“The man beyond the myth”

Sherlock Holmes es un personaje creado en 1887, por el escritor escocés, Sir Arthur Conan Doyle.
Holmes es un detective inglés de finales del siglo XIX, que destaca por su inteligencia, su hábil uso de la observación y el razonamiento deductivo para resolver casos difíciles.
Es protagonista de una serie de 4 novelas y 56 relatos de ficción, que componen el “canon holmesiano”, publicados en su mayoría por The Strand Magazine.
El personaje, es el arquetipo de investigador cerebral por excelencia, e influyó en gran medida en la ficción detectivesca, posterior a su aparición.
Para haber superado ya el siglo y cuarto de vida, Sherlock Holmes se mantiene en una forma que sólo se puede calificar de envidiable.
El inmortal personaje, ha llegado al siglo XXI, conservando el mismo atractivo y capacidad de fascinación que atrapó a miles de lectores a finales del XIX, siendo protagonista de decenas de adaptaciones y trabajos derivativos, en todos los medios imaginables, 30 sólo en lo que llevamos de siglo, sin contar apariciones en cómics, libros o videojuegos.
Ha tenido un millón de rostros, más o menos distinguidos, de Basil Rathbone a Peter O’Toole, pasando por Charlton Heston, Jeremy Brett, Robert Downey Jr., o el recientemente desaparecido Christopher Lee; y en los últimos años, gracias a una serie de televisión, ha alcanzado el estatus de sex symbol, de la mano de Benedict Cumberbatch.
Ahora, 129 años después de su nacimiento, Sherlock Holmes sigue de absoluta moda.
Como dato, aunque el personaje fue creado en 1887, cuando se publicó “A Study in Scarlet”, no alcanzó la fama hasta 1891, cuando empezaron a publicarse por entregas, las aventuras de Sherlock Holmes en The Strand Magazine.
Desde entonces, son muchos los escritores que se han acercado al personaje, desde las más insólitas perspectivas.
Si ha llegado a tal edad, será que también la vejez de los mitos puede resultar desoladora.
¿Y cuándo nuestros héroes son ancianos, qué pasa con ellos?
Si la memoria es tu mejor arma:
¿Qué hacer cuando ésta se desvanece?
Y, si has alzado tu vida sobre pilares de lógica:
¿Cómo reaccionar cuando éstos comienzan a agrietarse?
Seguramente, estas preguntas no tienen respuesta posible; pero aun así, investigarlos puede merecer la pena.
“You're not going to die”
Mr. Holmes es un drama del año 2015, dirigido por Bill Condon.
Protagonizado por Ian McKellen, Milo Parker, Laura Linney, Hattie Morahan, Hiroyuki Sanada, Patrick Kennedy, Roger Allam, Frances de la Tour, Nicholas Rowe, Philip Davis, Takako Akashi, Frances Barber, Charles Maddox, John Sessions, entre otros.
El guión es de Jeffrey Hatcher, basado en la novela homónima de Mitch Cullin, originalmente titulada “A Slight Trick of the Mind” (2005), y basado en el personaje emblemático escrito por Arthur Conan Doyle.
Se profundizan reflexiones sobre la vida, la soledad, la inteligencia, la honorabilidad, y la lealtad; y nos ofrece una interesante reflexión acerca del envejecimiento y la muerte, a través de una encantadora historia humana sobre la culpa y la redención, que gustará a los seguidores de Arthur Conan Doyle, en un bonito homenaje a un personaje tan fascinante como es Sherlock Holmes.
La acción gira alrededor de Sherlock Holmes (Ian McKellen), retirado de la vida pública, y de su oficio como detective; y vive su vejez en un remoto pueblo de la campiña inglesa, en una casa atendida en todo momento por Mrs. Munro (Laura Linney), y su hijo pequeño, Roger (Milo Parker)
Cumplidos los 93 años, la memoria y capacidad intelectual de Holmes, empiezan a deteriorarse…
Acaba de regresar de un viaje a Hiroshima buscando una raíz medicinal, usada en Japón para prevenir la pérdida de memoria, pues nota que su cabeza ya no funciona como antes.
Su rutinaria vida, se limita al cuidado de su colmena, a la escritura de su diario, y a la lucha contra su pérdida de facultades.
Este Holmes reconoce, que nunca llevó la famosa gorra de cazador con la que se le representa habitualmente, aparece un ejemplar de “A Study in Scarlet” e incluso, en una película basada en sus aventuras que el propio Holmes va a ver al cine; todo ello mezclado con hechos históricos reales, que consiguen hacer más verosímil la trama.
A través de su relación con Roger, Holmes busca luchar contra su senilidad y su pérdida de memoria para recordar su último caso:
“The Adventure of the Dove Grey Glove”, en la creencia de que Watson no se ajustó a la verdad a la hora de escribirla; con el propósito de enmendar los fallos de Watson, y explicar lo que realmente pasó; pues fue registrada por el propio Watson, que le puso un cierto toque heroico a los hechos.
El entorno del detective de Baker Street, parece una metáfora de su propio cerebro:
Escondites, cajones con doble fondo, cartas ocultas, pistas esperando ser descubiertas…
Gracias a esta investigación, Roger descubrirá el arte de la deducción, y Holmes aprenderá algo más importante, una lección de humanidad.
Este anciano Mr. Holmes, se centra más las emociones de un hombre que nunca quiso ser una celebridad, pues se muestra irritado por haber adquirido esa condición, gracias a los libros de su amigo Watson.
Es un viaje introspectivo, que busca comprender aquello que lo llevó a abandonar su profesión, y someterse a una especie de exilio.
A pesar de que Sherlock Holmes es un personaje que hemos visto y leído infinidad de veces, tanto en sus formas más canónicas, como en versiones más actualizadas, Mr. Holmes se las arregla para presentarnos un interesante nuevo punto de vista sobre él.
No es una película redonda, ni mucho menos, pero gracias a la interpretación de Sir Ian McKellen, sobresale por encima de otras versiones, y muestra algo muy humano, como el remordimiento, la culpa, el deseo de enmendar algo aun para alguien tan analítico, que descubre que no se puede razonar los sentimientos de las personas.
“I've decided to write the story down; as it was, not as John made it.
Get it right, before I die”
Han pasado casi siglo y medio desde la creación de Sherlock Holmes, por parte de Arthur Conan Doyle, pero aún sigue inspirando la imaginación popular, y dando origen a nuevas obras de ficción, como es el caso de Mr. Holmes, enésima aproximación cinematográfica a la figura del detective, uno de los personajes de ficción más conocidos de la historia.
En esta ocasión, nos encontramos ante un filme que no toma como punto de partida, ningún relato o novela de Doyle, sino una historia apócrifa:
En este caso, la novela de Mitch Cullin, en donde se fantasea con la vejez del detective de ficción más famoso de todos los tiempos.
Y es que no es frecuente, al menos en el cine, la caracterización de un Sherlock Holmes anciano y retirado, y por ello, Mr. Holmes parte con un plus de innegable atractivo, sobre todo para sus seguidores.
Ahora, el director Bill Condon, suma con Mr. Holmes, un nuevo “biopic” a su lista de desmitificaciones de celebridades, en una continua disposición a traspasar la línea que divide la visión pública de un famoso, y el rostro oculto de eso que viene llamándose “persona de carne y hueso”
Hace 18 años, la colaboración de Ian McKellen y el director Bill Condon en “Gods and Monsters” (1998), nos ofreció una mirada muy agria a los estragos del tiempo, sobre una mente singular.
Desde entonces, los avatares del cine, han tratado al actor y al cineasta de formas muy diferentes:
Mientras que McKellen se ha convertido en una improbable estrella de Hollywood, pasada ya la edad de la jubilación, y aunque aquella ganó el Permio Oscar al Mejor Guión Adaptado; Condon amenaza con quedar en los anales, como el firmante de las últimas entregas de “Twilight”
Tal vez por ello, y pese a partir de una pesquisa muy parecida, Mr. Holmes se muestra mucho menos rabiosa que su predecesora, y también más resignada; aunque tiene algunos puntos en común con “Gods and Monsters” (1998)
De nuevo, tenemos la relación, en esta ocasión totalmente casta, en apariencia, entre un veterano y un joven, combinando la melancolía con el humor amable, pero con tendencia al optimismo, en una historia de un hombre que se negaba a olvidarse a sí mismo, costase lo que costase.
Aquí, en cambio, dicho olvido ya ha tenido lugar, y la duda que atenaza es, si recordarse merece la pena.
Así las cosas, Mr. Holmes es a Sherlock Holmes, lo que “Gods and Monsters” (1998) a James Whale, una desmitificación del personaje, una ventana a la persona detrás de la leyenda, ya sea real o ficticia.
Mr. Holmes está armada, ya desde su título, en torno a su personaje principal, y uno de los primeros aspectos que llaman la atención del guión, es que la acción se divide en 3 espacios temporales distintos:
La actualidad con un Sherlock ya muy mayor, que se resiste a aceptar su decadencia física y, sobre todo, intelectual.
Un pasado relativamente reciente, en el que Holmes visita Japón, y también la investigación del caso que le llevó a dejar de ejercer como detective.
El último caso de Holmes, nos permitirán vislumbrar al detective maduro, pagado de sí mismo, y en plenitud de condiciones; una etapa en la que jugará un papel crucial, una misteriosa mujer, con la constante incertidumbre sobre su papel como víctima o verdugo; y sobre todo, el constante interrogante sobre el rol que ocupó en la retirada del detective por la puerta de atrás.
Y nos presenta a un envejecido Sherlock Holmes, que ya no vive en el 221B de Baker Street, sino en una aislada casa de campo, en la que se dedica a la apicultura.
Se ha hecho mayor, es un anciano que está solo, y olvida las cosas, se ha retirado buscando cobijo, la seguridad de estar lejos de la ciudad, y a salvo de los cotillas e ignorantes intrusos donde, sin quererlo, pero por súbita fortuna, hallará la admiración y cariño de un inteligente niño, ávido de aprender y curioso por saber, que será su querida compañía.
Y a partir de ahí, observamos a un Holmes humano, veraz, débil y maltrecho, que sufre física y anímicamente, que altera su costumbre, e inventa una creación de su puño y letra, y que rompiendo sus feas normas, es capaz de pedir desesperada y necesitada asistencia.
Fuera de la letra imaginativa de Watson, que muy curiosamente no le vemos ni oímos, y de las fantasiosas películas, Holmes sólo es un hombre que lleva toda su vida sintiéndose solo, que no puede recordar, y hace trampas para disimular…
Por motivos obvios, el Holmes de McKellen no es un héroe de acción, ni por mucho que haya quien esté convencido de ello, una versión anciana del Holmes brillante y atractivo, pero insoportable.
El Holmes de McKellen y Condon, es el hombre que pudo haber sido, la leyenda despojada de la admiración de unos, y la manipulación de otros.
La parte más “holmesiana”, no presenta el caso de la forma a la que el público está acostumbrado, y los comparsas del detective, Watson, Mycroft, la señora Hudson… son meras sombras, más intuidas que reales.
La intención de Condon, no es ofrecer una última aventura, sino, al igual que con “Gods and Monsters” (1998), mostrar los intentos de un hombre, en sus momentos finales, por separar realidad y fantasía, por intentar evitar perder aquello que le es más preciado, y que nadie más conoce:
Su mente y sus recuerdos.
Ya desde su entrada en escena, a bordo de un tren, queda claro que Ian McKellen estaba muy motivado para estar a la altura de los mejores Sherlock Holmes de todos los tiempos.
No faltan aquí, detalles sobre su agudo intelecto, pero precisamente donde destaca su interpretación, es en ir mostrándonos los diferentes estadios de su decadencia, y cómo va reaccionando y amoldándose él, a esa triste realidad.
McKellen ofrece un retrato integro, en la forma de andar, en las miradas, en los gestos, todo sirve para mostrarnos a un hombre que aún tiene destellos de brillantez, pero que a veces se encuentra confuso.
Todo ello permite una gran variedad de registros a McKellen, sin tener que abandonar en ningún momento las líneas maestras del personaje, ya que él opta por una sutil integración para humanizar a Sherlock Holmes, ante la que uno sólo puede quitarse el sombrero.
Del resto del reparto, considero oportuno destacar lo efectiva que está Laura Linney, en un personaje muy poco agradecido; y la química del joven Milo Parker con McKellen.
El joven Parker rebela un actor con mucho futuro, y ejecuta desde lo voluble de su carácter, una interpretación que, junto a la de McKellen, harán de ellos, un tándem hermoso e inolvidable.
Y el cameo de Nicholas Rowe como el detective, en la película mostrada como homenaje al mismo Holmes.
Cabe preguntarse:
¿Por qué no sacan imágenes del rostro/voz de Watson?
Tanto se habla de él, que no aparece ni se escucha en pantalla…
Mr. Holmes, deja de lado ese personaje que el investigador achaca a la imaginación de Watson, y el exceso de su creación literaria.
Watson se identifica con Doyle como creador, y se adentra en las entrañas del hombre, al cual, como a cualquier otro, le importa ante todo, no dejarse vencer por el tiempo, luchando por preservar los recuerdos, por conseguir darles forma y sentido una vez más, al alcanzar la gloria de redondear el círculo terminando de forma exitosa, un razonamiento complejo que implica remembranzas lejanas.
El caso objeto de su investigación, no es otro que su propio pasado, y tirar de esa fina hebra de los recuerdos, serán la que nos haga ir componiendo a su personaje y su tridimensionalidad.
Si bien, Condon deja en manos de su espectacular reparto, la posibilidad de ser, más que interpretar a los personajes, con una libertad fuera de lo común, el director se reserva algunas decisiones de puesta en escena, absolutamente coherentes.
Véase la primera foto, con Holmes fragmentado tras un cristal, como una figura imprecisa, que se pierde a medio camino entre la verdad, esto es, la historia, o la imaginación, la que aplicaba su querido Watson en sus relatos.
Y detrás de todo ello, la necesidad imperiosa de esa imaginación, para hacer del mundo, y de los que lo pueblan, un sitio mejor.
Y es que en el fondo, Mr. Holmes no intenta ser un misterio, no pretende ser especialmente sorprendente, ni ofrecer giros de guión inesperados; su principal intención, es ser un homenaje, no sólo a uno de los personajes ficticios más importantes e influyentes de la historia, sino a la ficción en sí misma.
A nuestra necesidad de ella, para evadirnos de una realidad tantas veces miserable, dolorosa y frustrante.
A nuestro deseo de tener un final feliz.
En un mundo desgarrado por la horrible capacidad del ser humano para hacer y hacerse daño, la invención literaria puede devenir en bálsamo, y un héroe de papel y celuloide, tocado con una pipa y una gorra orejera, puede convertirse muchas veces, en una tabla de salvación.
Como en “Gods and Monsters” (1998), un triángulo de personajes establece lazos de unión, de aprendizaje, de entrega.
La adolescencia, la madurez y la vejez, en una especie de viaje vital, en el que la verdad siempre está en un segundo plano.
Aquí, Sherlock Holmes es descompuesto, lo que han leído sobre él no se corresponde con lo que ven, y vuelto a construir antes de que el telón de su vida caiga finalmente.
Unas piedras, unos nombres, y un ritual japonés, preceden al movimiento de cámara desde lo más alto, como liberación del mito, al haber compartido su gran secreto.
Por último, la banda sonora de Carter Burwell, recoge toda la delicadeza de los paisajes británicos o japoneses, al tono de los instrumentos de cuerda y viento.
Un “score” que recoge los golpes necesarios de tensión, intriga, ternura y comprensión, potenciándolos sin molestar, ni mostrar un subrayado molesto.
“I have been alone.
All my life.
But with the compensations of the intellect”
Ateniéndonos a las pautas de los textos de Doyle, el gran enemigo de Sherlock Holmes, también de extraordinarias facultades intelectuales, es el profesor Moriarty, quien llegó a acabar, aparentemente, con la vida del eminente detective en la cascada de Reichenbach, en Suiza, en la novela “The Final Problem” (1893)
Pero Doyle tuvo que optar por resucitar a su héroe, cuando miles de lectores protestaron, llevando crespones negros en el sombrero, en señal de luto.
Así, Sherlock Holmes reaparece en el caso “The Adventure of the Empty House” (1903), y posteriormente recogido en la colección “The Return of Sherlock Holmes” (1903), explicando los motivos de su ausencia.
Con esto, Arthur Conan Doyle, hace creer que Holmes se salvó por poco de morir, pero que fingió estar muerto durante 3 años para salvar su vida, y la del doctor Watson.
Este interludio de 3 años, entre la aparente muerte de Sherlock Holmes, y su reaparición, es conocido como “El Gran Hiato”, tiempo literario que ha permitido a algunos autores de pastiches, dar rienda suelta a la imaginación, y permitirse ciertas licencias poéticas, tales como “la desintoxicación de Holmes a la cocaína, gracias al psicoanalista Sigmund Freud”, o “el posible matrimonio del detective consultor, con su supuesta amada Irene Adler”
Como dato, este personaje, pasa a la historia como la única mujer que fue capaz de engañar y vencer a Holmes, quien se refiere a ella posteriormente lleno de respeto, según el doctor Watson, sencillamente como “la mujer”, sin llamarla por su nombre.
El hecho de que Holmes se quedara con su foto como trofeo, hace pensar a algunos entendidos, que los sentimientos del detective por la señorita Adler, iban más allá de la mera admiración.
Pero todas esas historias son obras que se salen del “canon holmesiano”, por lo que son llamadas “extraoficiales”
Así las cosas, la mayoría de las aventuras y relatos de Sherlock Holmes, están narradas por su amigo, el doctor J.H. Watson, a excepción de 6 relatos en particular.
Por su parte, “The Adventure of the Lion's Mane” (1923) y “The Adventure of the Blanched Soldier” (1926), están narrados por un narrador protagonista, ya que es Holmes, quien cuenta lo sucedido desde su perspectiva, o sea, la de personaje principal de los relatos; por tanto, el resto de sus aventuras y relatos, sí fueron narrados por el doctor John H. Watson.
Era conocido, que Sherlock Holmes siempre criticaba a su compañero de aventuras, porque según Holmes, en sus relatos, los hechos significativos se mezclaban con detalles que, al ser innecesarios, distraen de los detalles objetivos que llevan a la resolución del caso.
Sin embargo, en cuanto se ve él mismo en la tesitura de redactar sus aventuras, reconoce que el asunto tiene sus dificultades, y que tal vez juzgó con demasiada severidad, “la redacción florida” de Watson.
En conclusión, según Arthur Conan Doyle, tras una carrera de 23 años, de los que Watson compartió 17 con él, Sherlock Holmes se retiró a Sussex, donde se dedicó a estudiar filosofía, y a la apicultura, y llegó a escribir un libro titulado “Manual de Apicultura”, con algunas observaciones sobre la separación de la reina, y también, casi casualmente, resolvió uno de sus casos más complicados:
“The Adventure of the Lion's Mane” (1923)
Posteriormente a su jubilación como detective, se dedicó 2 años a preparar concienzudamente una importante acción de contraespionaje, poco antes del inicio de La Primera Guerra Mundial.
Nada más consta sobre él, a partir de 1914…

“One shouldn't leave this life without a sense of completion”



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