A Bigger Splash
“The world is not ready for your honesty”
Resulta que “A Bigger Splash”, es el título de un acrílico sobre lienzo, realizado por David Hockney, en 1967, cuyas dimensiones son 242x243cm que se encuentra en exposición en el Tate Modern, de Londres, Inglaterra.
El artista David Hockney, es uno de los referentes del Pop Art, que se trasladó a California desde su Inglaterra natal, atraído por el ambiente liberal y el buen clima.
En esa “Tierra Prometida”, había mucha menos homofobia, pues en su país, la homosexualidad era ilegal; y el sol brillaba de verano a invierno...
Una vez asentado en Estados Unidos, Hockney se obsesionó en crear cuadros de piscinas, entre ellos, obras como:
“The Splash”, “A Little Splash” y “A Bigger Splash”; todas ellas, escenas soleadas luminosas y muy refrescantes, ideales para observar en un verano tórrido, a falta de agua cerca.
“A Bigger Splash”, es posiblemente su obra más conocida, y aunque la sencillez de la composición pudiese hacer creer lo contrario, más valiente en cuanto a la dificultad de plasmar en una composición de tal tamaño, un evento de vida tan corto como un zambullido.
El propio Hockney lo explicó así:
“Me llevó 2 semanas pintar un evento que dura 2 segundos”; y nos sitúa al borde de una piscina, en medio de una serena composición conseguida mediante líneas únicamente horizontales y verticales, a excepción de la diagonal formada por el trampolín.
El artista, ha captado el momento exacto en el que un personaje al que no podemos ver, se lanza al agua, formando un gran “splash” que rompe momentáneamente la calma casi sagrada de la escena.
En este cuadro/chapuzón, no aparece ninguna figura humana; y suponemos que alguien se acaba de tirar al agua desde el trampolín por el líquido salpicando, pero quién sabe…
Quizás es por eso la cierta inquietud que provoca el cuadro, pese a la calma y tranquilidad de la escena; dándole el protagonismo al agua, elevándose, que recuerda inevitablemente al expresionismo abstracto, movimiento contra el que surgió el Pop.
Sabemos que ésta el nadador, pero no lo vemos…
La sombra de la silla plegable que hay frente a la casa, nos indica que el sol está alto, y que probablemente haga bastante calor; y casi podemos escuchar el exuberante sonido del chapuzón, mientras la suave y fresca brisa marina corre por nuestra espalda.
Hockney, deja el borde del lienzo sin pintar.
Los colores que utiliza, son totalmente planos, sin gradaciones tonales; para conseguir este efecto tan uniforme, tuvo que aplicar la pintura con un rodillo, y luego pintar el resto de detalles a pincel:
Los reflejos de otros edificios en las ventanas, la silla, las almeras, la hierba, y la salpicadura del agua, que es el elemento más realista de la composición.
El cuadro sintetizaba una forma de entender la arquitectura, la ciudad, y su relación con la naturaleza, que definitivamente quedaba vinculada a la memoria del siglo XX.
Una idea de pensar, construir y habitar originalmente estadounidense y, sin embargo, universal.
Esta forma de pensar la casa, es la que desde mediados del XIX, y sobre todo a principios del XX, fue consolidándose a través del pensamiento de los filósofos pragmáticos William James, Charles Sanders Peirce y John Dewey; sus ideas en torno al papel de la teoría en relación a los hechos, dieron soporte a un determinado perfil de sociedad democrática, plural y progresista, posiciones arquitectónicas que conforman hoy ya, una verdadera alternativa al pensamiento post-humanista.
El cuadro roza la abstracción:
Los colores son totalmente planos, y apenas deja algunas sombras y reflejos para insinuar la figuración.
El contraste entre la inmediatez del chapuzón, y la quietud del resto de la escena, es lo que buscaba el artista, que según dicen, nació con sinestesia, viendo colores en respuesta a estímulos musicales.
“A Bigger Splash” es un retrato de la lujuria y del ocio en Los Angeles durante el verano.
La figura humana se proyecta por su ausencia… que sugieren una presencia que no está presente.
La descripción de la pintura, se da para muchas alegorías y metáforas.
“The look on your faces”
A Bigger Splash es un drama del año 2015, dirigido por Luca Guadagnino.
Protagonizado por Ralph Fiennes, Dakota Johnson, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts, Aurore Clément, Corrado Guzzanti, entre otros.
El guión es de David Kajganich, sobre una historia de Alain Page; que a su vez es un libre remake de “La Piscine” (1969) de Jacques Deray, centrado en el complejo y progresivamente siniestro juego de relaciones que forman:
Una estrella de rock recuperándose de una operación a orillas del Mediterráneo junto a su pareja, su antiguo representante, y su joven hija.
“En A Bigger Splash, imaginé una película sobre amor, belleza, deseo, sexo, sexualidad, y el peligro de un viejo amor, que solo con su presencia y sus actos, puede desencadenar un comportamiento destructivo, y remover el pasado de nuestros protagonistas.
Y a través de la liberación de este pasado, nuestros personajes alcanzan la versión más real de sí mismos, y entran en un enredo de sexo y deseo ardiente, que los empuja al lado más oscuro.
Veo esto como un drama moderno de las relaciones psicológicas; nuestro esqueleto cinematográfico y la estructura, toman forma a través de una narración moderna, y unos personajes que nos arrastran a un clímax cargado e inquietante.
Me inspiré en Roberto Rossellini, en la energía de Martin Scorsese, y el profundo conocimiento humano de Jonathan Demme.
También soy un gran admirador del trabajo de Patricia Highsmith y Paul Bowles, con su agudo sentido para el cine negro, y habilidad para capturar personajes en un mundo extraño al suyo.
Y partimos de la idea de una ruptura entre un mundo que ya no existe, el rock 'n' roll de finales del siglo XX; en contraposición con el nuevo conservadurismo que, de algún modo, nos gobierna hoy en día.
Aquí, la gente que parece tener lo que quiere, es muy vulnerable”, dijo el director.
Y es extraño pensar en una coproducción italiana/francesa, sea principalmente hablada en idioma Inglés; me imagino que es debido al alcance comercial.
Como dato, el título original de la película, proviene de “A Bigger Splash” (1967), obra del pintor británico David Hockney, quien a partir de una representación pretendidamente hiperrealista, deja en suspenso la posible narración al perderse elementos como la figura que ha saltado a la piscina... y la obra cinematográfica nos habla de amores reencontrados, excesos superados, adocenamiento burgués, y ánimos autodestructivos con fría frivolidad.
Estamos en la isla italiana de Pantelleria, entre Sicilia y Turquía, donde acude Marianne Lane (Tilda Swinton), cantante que se recupera de unos problemas de garganta que la impiden hablar, y su compañero, Paul De Smedt (Matthias Schoenaerts), un fotógrafo con un pasado turbio.
Sin embargo, su tranquilidad se verá truncada por la inesperada visita de Harry Hawkes (Ralph Fiennes), su antiguo amante, representante y productor, junto a su joven hija:
Penelope Lanier (Dakota Johnson), cuya existencia acaba de descubrir.
La llegada de Harry, que es un torbellino de locura y visceralidad, desencadena sentimientos de celos, rencor e inseguridad, que llevan a los personajes a sumirse en una espiral de comportamiento destructivo.
La estancia compartida, se convertirá entonces en un imprevisible y enfermizo juego de pasiones, sospechas y traiciones, que sacarán a relucir rencillas del pasado que no llegaron a cicatrizar.
El deseo irreprimible del ser humano, es aquí la constante que condiciona todas las acciones de los 4 protagonistas y sus impulsos.
Una sinfonía a 4 voces, aunque una esté afónica, alrededor de las emociones escondidas, los deseos inconfesables, la nostalgia inútil de un pasado que reabre viejas heridas mal curadas, o la juerga bulliciosa que se desboca para evitar la reflexión.
Son 4 personajes humanos, con un 5º que comienza en la piscina, y termina en todo el paisaje que los rodea.
El director Luca Guadagnino, nos sitúa frente a unas imágenes que ponen de relieve, la falsedad de la realidad en la que viven los 4 personajes, una vida ensimismada en sus problemas y que, además, revelan un sentido decadente de un mundo que se resiste a desaparecer.
“Come on, tell me you’re better”
“La Piscine” (1969) es un filme relevante en su época, principalmente por los actores:
Alain Delon, Romy Schneider, Maurice Ronet y Jane Birkin.
Un auténtico fenómeno comercial de finales de los años 60, cuyo guión firmó el guionista preferido de Luis Buñuel, Jean-Claude Carrière; y el contenido erótico que destilaba la trama, se hallaba en sus 4 personajes principales.
Aquí, el director Luca Guadagnino, juega a hacer del clásico de Jacques Deray, una intriga de cine negro y suspense, con toques “sorrentinianos”, y era de esperar, cuando algo funciona, o funciona para un sector del público, que los imitadores surjan rápidamente…
En aquella de 1969, el cuarteto protagonista era francés veraneando en la costa francesa; en la película de Guadagnino, son extranjeros en Italia, creándose una distancia, no solo idiomática, que permite al cineasta italiano situarlos en un paisaje y en un entorno que potencia, más si cabe, la extrañeza de sus relaciones.
Una buena experiencia cinematográfica que hace sufrir al espectador emociones intensas, a través de bastantes giros de trama inesperados, con un montaje excelente, y unos planos de cámara subjetivos fabulosos.
Marianne Lane, aquí reconvertida en toda una estrella del rock en horas bajas; Paul, su pareja desde hace más de 6 años, que le presentó Harry, examante también de la cantante, y que aparecerá sin previo aviso junto a su hija Penelope en la casa en la que los 2 primeros pasan sus vacaciones; esa es la síntesis argumental; 4 personajes con un pasado y presente en común; y mucha libido y tensión sexual, claro.
El cromatismo casi pop de A Bigger Splash, no supone un trabajo a modo de pastiche, ni menos aún nostálgico, sino que en manos de Guadagnino, acaba funcionando como vehículo para denotar el artificio no solo de la narración, sino también de la vida de esos personajes.
Pero el director aprovecha la oportunidad que le brinda A Bigger Splash, para escapar de la mera reinterpretación del clásico…
La cinta de Jacques Deray, establecía una tensión creciente gracias a la construcción de una atmósfera malsana, que se convertía en un verdadero elemento diferencial.
En ella convivían el drama psicológico y el policíaco, perfectamente cohesionados por una puesta en escena premonitoria del destino de sus personajes, cuya unión, pasada y presente, se da a través del personaje de Harry.
Guadagnino, a pesar de hacer de su versión una obra mucho más enérgica, deudora del montaje más “scorsesiano”, y que rentabiliza al máximo la profesión de su protagonista, el rock & roll es, por así decirlo, el alma del aspecto sensorial, no traiciona la esencia “noir” del relato, pues la intriga y la tensión se respiran en todo momento, especialmente en los planos de transición con un acompañamiento musical algo turbador.
Con A Bigger Splash, Guadagnino ha compuesto un trabajo de gran exuberancia, una película efectivamente bañada por el sol mediterráneo, placentero y sofocante a la vez, y aliviada por el agua refrescante de las piscinas, y los paradisíacos rincones ocultos de Pantelleria.
Y saca todo el partido de la hermosa localización, de manera que la isla y la casa donde los protagonistas pasan las vacaciones, se funden con el convulso discurrir emocional y dramático de la historia.
El calor, la sal del mar secándose en la piel, la brisa suave, todo se puede sentir a través de la pantalla, gracias a una ambientación sin igual, una aproximación muy física y atmosférica a los escenarios, que abandona a los personajes a los deseos naturales de la isla, para reflejar su cambiante estado anímico.
Pero Pantelleria no es el único paisaje que Guadagnino está interesado en retratar en su película…
El italiano es igual de meticuloso y apasionado a la hora de filmar los cuerpos de los protagonistas, un cuarteto de intérpretes absolutamente entregados al proyecto, sin ningún tipo de pudor para desnudarse integralmente, y dejar que el director repase y venere sus anatomías con la cámara, para dejarnos planos de un erotismo aturdidor.
Pero obviamente, además de literal, la desnudez de sus protagonistas es también figurada.
De hecho, los desnudos quizás enseñen menos que cuando están vestidos…
A Bigger Splash, es entonces una historia de celos, deseo, manipulación, una intriga inquietante, pero también divertida, sobre el sexo, la sexualidad, la belleza, y el amor que se niega a desvanecerse y destruirse; porque una vez detalladas y destiladas esas tensiones, lo que observaremos es el análisis que el realizador otorga a la personalidad de cada uno de ellos.
A nivel individual pero también como grupo, entendido a nivel de estrato social.
Así llegamos al radiante Mediterráneo:
La locura de un ambiente tóxico que se trata de esquivar con ingenua determinación.
Un refugio en la montaña, bañado por la luz inclemente de un pasado que no quiere dejarse enterrar.
El venenoso juego del deseo sin mesura ni pesar.
Unos adultos que son niños emocionales, una niña que es pura dinamita, una afonía tanto metafórica como vital, una verbosidad atolondrada que oculta sus verdaderas intenciones.
Son 4 personajes, un paisaje y una piscina.
No hace falta más para desencadenar un bacanal de los sentidos desaforados.
Así, Guadagnino pasará tras presentarnos a los 4 protagonistas, de forma realmente eficaz en los primeros minutos, pues ya podemos formarnos una idea del carácter de cada uno de ellos; y emplazarles ya en la casa con la famosa piscina, a adentrarnos en sus sentimientos, miedos y fantasías, utilizando en varias ocasiones el “flashback” para clarificar el porqué de la evolución de la relación entre Marianne, Henry, y Paul.
Pero también, A Bigger Splash se presenta como una comedia dramática, en la que 4 singulares personajes, se proponen gozar de la vida mientras lidian con sus traumas personales.
Por otra parte, la sinopsis de ambas películas, de 1969 y la presente, puede ser muy similar.
La libertad y ecos del mayo 68, no pueden ser trasladados a la versión moderna, de ahí encajar aún más a los personajes en el mundo de la canción y del cine, como si eso justificara cierta relajación en las costumbres, a todas luces impostada.
La versión moderna, cambia Saint Tropez por Sicilia, la relación Harry-Marianne es conocida expresamente por Jean Paul en la 2ª versión, y en la primera permanece en la intuición de Jean Paul, pero nadie lo dice.
La nueva versión juega al equívoco entre ese padre y esa hija, si es de verdad, si no será una ficción, si ambos no serán amantes…
El Harry de la primera versión, tiene un carácter nada expansivo, mientras que en la segunda es hiperactivo, y hasta agotador en su frenético ritmo que aturde; pero hay elementos donde la nueva versión se descompone en un final propio de comedia de mal gusto, cuando es el drama el que domina de principio a fin, el desarrollo de los personajes.
Eso sí, A Bigger Splash despliega un sugerente abanico de vivencias y emociones que conectan a los 4 protagonistas de la función:
El gigante Fiennes; un notable Matthias Schoenaerts en la piel de un documentalista marcado por un intento de suicidio; una interesante Tilda Swinton, como una estrella de rock convaleciente de una operación de cuerdas vocales, resta muda gran parte del film; y, por último, una plúmbea y muy grunge Dakota Johnson, como la malcarada hija de Fiennes.
De esta forma, el legado erótico de la película original, se convierte aquí en una reflexión acerca del paso del tiempo, y el remordimiento que mirar atrás puede provocar, si consideramos que las decisiones no fueron acertadas; de la nostalgia que produce recordar tiempos mejores, si uno no es feliz en su vida; de la hipocresía que se destila cuando queremos aprovecharnos de los inocentes que nos admiran… en definitiva, una reflexión sobre el egocentrismo, en unos personajes que representan al primer mundo, en contraposición a los sentimientos de esos inmigrantes que hará aparecer de forma aparentemente esporádica, y en escenas aisladas…
¿Será que algo más importante se nos quiere decir con ello?
En el fondo vemos mucho egocentrismo, y miedo; porque sus problemas de intercambio de parejas, no tienen comparación a los de los refugiados que llegan al viejo continente en busca de ver cumplidos sus sueños.
Pero lo que se encuentran es un continente “muerto”, tal y como el guión, en un distendido y poco relevante momento del filme, se encarga de emplazar en boca de Harry:
“Europa está muerta”
Así que esas miradas de reojo a los de piel oscura, esas ganas de querer culparles, aunque sea de forma inconsciente, de algo que no han hecho, nos descubren el verdadero objetivo del filme:
Europa se está muriendo, y estamos cerrando los ojos ante la solución.
El director jugará con los silencios, con la omisión de información, con el avance demasiado sosegado de los días que pasan juntos.
Pero su mejor baza está en Tilda Swinton, una “rock star” que transmite la mayoría de sus pensamientos con la mirada, recordar que el personaje casi no habla por haber tenido una intervención quirúrgica…
Como dato, la misma Swinton decidió no hablar en el filme, como condición para participar en él:
“Yo había decidido no trabajar ese año, y estaba en un momento de mi vida en el que no quería decir nada...
Luego me planteé cómo era posible participar, y le dije a Luca que lo hacía si no tenía que hablar, además pensé que eso podría contribuir a la sensación de aislamiento de los personajes”, explicó la actriz.
Ralph Fiennes, se mete en la piel del extrovertido Harry, en una interpretación muy alejada de las más intimistas a las que nos tiene acostumbrados, obviando los papeles menores en grandes superproducciones de género fantástico; y encarna a un charlatán encantador y expansivo, que huye de la soledad abonándose, en plan kamikaze, al hedonismo y la euforia.
Matthias Schoenaerts, está muy correcto en su réplica a Swinton:
“Interpreto a alguien que intenta construirse de nuevo, y encontrar un sentido a la vida”, explicó el actor belga; pues su personaje tiene un pasado suicida…
Por su parte, Dakota Johnson en el papel de Penelope, la hija de Harry; explicó que se unió al rodaje en el último minuto, y que fue una “experiencia rápida y explosiva”, a modo de una Lolita que necesitaba la película:
Distante, enigmática, caprichosa, y desbordantemente sexual.
Penelope, que aunque aparentemente viene a ser un simple objeto del deseo de Paul, funciona en realidad como muestra de una juventud, la actual, sumida en un cinismo o indiferencia que es tanto consecuencia de sus propios postulados como producto de la generación precedente.
Ella observa, apenas habla a quienes la rodean con tanta distancia como, al final se revela, un sentido del juego muy diferente al que ellos plantean.
Es igual de brillante, cada interpretación individual, como la relación que se establece entre los personajes, que alcanza la mayor de las genialidades con el contraste entre una Tilda Swinton que no puede articular palabra, y un Ralph Fiennes excéntrico y charlatán.
Por otro lado, tenemos la savia nueva que aportan Dakota Johnson, cuya sensualidad no tiene mucho que envidiarle al estupendo trabajo de Jane Birkin; y Matthias Schoenaerts, que demuestra una vez más, ser igual de capaz de transmitir a través de la mirada, que de hacerlo mediante su físico.
El belga muestra aquí, características y rasgos muy similares a los de Alain Delon, que interpretaba a su personaje en la película del 69, y seguramente, muchos directores le tendrán en cuenta para otro tipo de proyectos de ahora en adelante.
Luca Guadagnino, expone entones, una doble visión generacional en la que nadie sale bien parado, aunque tampoco demasiado mal.
Muestra, por un lado, a unos personajes que tuvieron de alguna manera algún tipo de ideal, esa hoz con el martillo tatuado en el pecho de Fiennes… pero que ha quedado en nada.
Por otro lado, a otra generación sin responsabilidades, satisfecha en su propia existencia.
Y frente a ellos, una realidad asentada en una otredad mayor que la que ellos representan en tierra ajena, los inmigrantes ilegales que llegan a la costa.
Es posible que haya quien encuentre el comentario político demasiado enfático al relacionar a los ahogados en pateras con el otro ahogamiento, muertes similares, pero por motivos bien diferentes.
Pero supone una de las miradas más críticas hacia una realidad, la europea, que, en estos momentos, evidencia la vergüenza del continente.
En un momento de A Bigger Splash, Penelope y Paul, caminan por la isla, cuando se encuentran en un pequeño grupo de inmigrantes…
Ella se tapa el pecho ante la mirada de ellos.
Su vulnerabilidad queda expuesta.
Queda preguntarse, qué vulnerabilidad es esa...
Muy sugeridor e interesante que se muestre en esta historia de problemas emocionales de ricos y ociosos protagonistas, como contrapunto y en varios lacerantes pincelazos, la situación de los subsaharianos que intentan llegar a Europa, tomando la isla como el primer paso, arriesgando y perdiendo la vida a cientos, entre chapoteos agónicos.
Toda la trama, se ve interrumpida por la llegada de inmigrantes.
De hecho, Tilda Swinton quiso lanzar una llamada de atención sobre la situación actual en Europa:
“Dejemos de llamarles inmigrantes, por favor, estamos tratando con refugiados”
Regresando con A Bigger Splash, otro aspecto a destacar, es la tensión que se vive a lo largo del metraje.
La intriga se respira en todo momento, y esa va acompañada de una banda sonora muy acertada y perturbadora, que hace la sensación de que algo va a pasar.
Está música más intrigante, contrasta con los momentos en que podemos escuchar auténticas canciones de rock & roll, y alguna melodía de ópera.
“God, I’m so happy to see you”
Es un hecho que A Bigger Splash nos quiere decir algo sobre la realidad actual de Europa:
El dantesco drama de la migración subsahariana, no solo estremece la conciencia humana, sino que llena de indignación a cualquier persona por insensible que esta sea, ante el verdadero Holocausto que se está produciendo en aguas del Mediterráneo, por el masivo ahogamiento de centenares de africanos que huyen de los conflictos bélicos, y de la devastación de países como Libia y Siria, sumidos en un auténtico caos, y en una cruenta Guerra Civil.
Así como de otros lugares como Yemen, Eritrea etc., y de países subsaharianos que son fundamentalmente los emisores de esa inmigración irregular.
Es por ello, que la última tragedia en El Mediterráneo, ha vuelto a encender las alarmas en el seno de La Unión Europea, que se propone aumentar la vigilancia en el mar, y paliar en lo posible, esa terrible tragedia a la que en alguna medida, no es ajena.
La última oleada de inmigración demuestra que Europa se enfrenta a un desafío sin precedente.
Casi 57.300 inmigrantes irregulares, llegaron a Europa en el primer trimestre de 2015.
Esa cifra supone, prácticamente triplicar la del mismo período de 2014, un año en el que se pulverizaron todos los récords, incluidos los cosechados durante las “primaveras árabes”
Detrás de cada una de esas cifras, hay una historia personal que desmiente la manida etiqueta de los mal llamados “sin papeles”
Un refugiado sirio; una familia huida de La Guerra de Irak; un joven del Chad, que atraviesa el llamado “valle de las gacelas” hasta llegar a Libia con la intención de encontrar un billete hacia el continente rico, donde estén más cerca las oportunidades que no tiene en su país…
Pero basta con los datos, para hacerse una idea de las consecuencias de ese fenómeno:
32.400 personas, en su mayoría kosovares, han entrado en La UE por Los Balcanes en lo que va de año, frente a los menos de 1000 del año pasado.
Por El Mediterráneo Central, básicamente Italia, han irrumpido 10.200 más, y eso sin contar los 10.000 adicionales rescatados en alta mar en los últimos días, según La Organización Internacional para La Migración (IOM)
Por la ruta del Mediterráneo Oriental, las islas griegas y Bulgaria, llegaron 13.500, casi el triple que hasta marzo de 2014, y por España, 1200 adicionales.
Suman casi 57.300 personas, según los datos de Frontex; en el primer trimestre de 2014, eran prácticamente un tercio, 22.500.
El año pasado, más de 3200 hombres, mujeres y niños, perdieron la vida al intentar cruzar El Mediterráneo hacia Europa.
Esas muertes, no han suavizado la marea humana que huye de la violencia de los países en conflicto, o de la falta de oportunidades del África subsahariana.
Europa sigue empeñada en encarar un problema humanitario, pero con una respuesta meramente policial.
Por ejemplo, Lampedusa, la mayor de las islas del archipiélago de Las Pelagias en El Mar Mediterráneo, se ha convertido en un “cuello de botella” de la migración, porque es el punto europeo más cercano desde El Norte de África.
“El problema es una carga insostenible para un solo estado miembro”, entiende El Jefe de La Marina Italiana, El Almirante Filippo Maria Foffi, que solicita una mayor implicación de los países del continente, a la hora de resolver el problema.
El Jefe del Gobierno italiano, Matteo Renzi, llamó la atención sobre el hecho de que “El Mediterráneo no es un mar italiano, sino una frontera en el corazón de Europa”
En este sentido, reclama un reforzamiento de las medidas, especialmente de Frontex, la agencia europea que coordina el control de las fronteras exteriores de La Unión.
¡No miremos para otro lado!
“We’re all obscene.
Everyone’s obscene.
That’s the whole point”
Resulta que “A Bigger Splash”, es el título de un acrílico sobre lienzo, realizado por David Hockney, en 1967, cuyas dimensiones son 242x243cm que se encuentra en exposición en el Tate Modern, de Londres, Inglaterra.
El artista David Hockney, es uno de los referentes del Pop Art, que se trasladó a California desde su Inglaterra natal, atraído por el ambiente liberal y el buen clima.
En esa “Tierra Prometida”, había mucha menos homofobia, pues en su país, la homosexualidad era ilegal; y el sol brillaba de verano a invierno...
Una vez asentado en Estados Unidos, Hockney se obsesionó en crear cuadros de piscinas, entre ellos, obras como:
“The Splash”, “A Little Splash” y “A Bigger Splash”; todas ellas, escenas soleadas luminosas y muy refrescantes, ideales para observar en un verano tórrido, a falta de agua cerca.
“A Bigger Splash”, es posiblemente su obra más conocida, y aunque la sencillez de la composición pudiese hacer creer lo contrario, más valiente en cuanto a la dificultad de plasmar en una composición de tal tamaño, un evento de vida tan corto como un zambullido.
El propio Hockney lo explicó así:
“Me llevó 2 semanas pintar un evento que dura 2 segundos”; y nos sitúa al borde de una piscina, en medio de una serena composición conseguida mediante líneas únicamente horizontales y verticales, a excepción de la diagonal formada por el trampolín.
El artista, ha captado el momento exacto en el que un personaje al que no podemos ver, se lanza al agua, formando un gran “splash” que rompe momentáneamente la calma casi sagrada de la escena.
En este cuadro/chapuzón, no aparece ninguna figura humana; y suponemos que alguien se acaba de tirar al agua desde el trampolín por el líquido salpicando, pero quién sabe…
Quizás es por eso la cierta inquietud que provoca el cuadro, pese a la calma y tranquilidad de la escena; dándole el protagonismo al agua, elevándose, que recuerda inevitablemente al expresionismo abstracto, movimiento contra el que surgió el Pop.
Sabemos que ésta el nadador, pero no lo vemos…
La sombra de la silla plegable que hay frente a la casa, nos indica que el sol está alto, y que probablemente haga bastante calor; y casi podemos escuchar el exuberante sonido del chapuzón, mientras la suave y fresca brisa marina corre por nuestra espalda.
Hockney, deja el borde del lienzo sin pintar.
Los colores que utiliza, son totalmente planos, sin gradaciones tonales; para conseguir este efecto tan uniforme, tuvo que aplicar la pintura con un rodillo, y luego pintar el resto de detalles a pincel:
Los reflejos de otros edificios en las ventanas, la silla, las almeras, la hierba, y la salpicadura del agua, que es el elemento más realista de la composición.
El cuadro sintetizaba una forma de entender la arquitectura, la ciudad, y su relación con la naturaleza, que definitivamente quedaba vinculada a la memoria del siglo XX.
Una idea de pensar, construir y habitar originalmente estadounidense y, sin embargo, universal.
Esta forma de pensar la casa, es la que desde mediados del XIX, y sobre todo a principios del XX, fue consolidándose a través del pensamiento de los filósofos pragmáticos William James, Charles Sanders Peirce y John Dewey; sus ideas en torno al papel de la teoría en relación a los hechos, dieron soporte a un determinado perfil de sociedad democrática, plural y progresista, posiciones arquitectónicas que conforman hoy ya, una verdadera alternativa al pensamiento post-humanista.
El cuadro roza la abstracción:
Los colores son totalmente planos, y apenas deja algunas sombras y reflejos para insinuar la figuración.
El contraste entre la inmediatez del chapuzón, y la quietud del resto de la escena, es lo que buscaba el artista, que según dicen, nació con sinestesia, viendo colores en respuesta a estímulos musicales.
“A Bigger Splash” es un retrato de la lujuria y del ocio en Los Angeles durante el verano.
La figura humana se proyecta por su ausencia… que sugieren una presencia que no está presente.
La descripción de la pintura, se da para muchas alegorías y metáforas.
“The look on your faces”
A Bigger Splash es un drama del año 2015, dirigido por Luca Guadagnino.
Protagonizado por Ralph Fiennes, Dakota Johnson, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts, Aurore Clément, Corrado Guzzanti, entre otros.
El guión es de David Kajganich, sobre una historia de Alain Page; que a su vez es un libre remake de “La Piscine” (1969) de Jacques Deray, centrado en el complejo y progresivamente siniestro juego de relaciones que forman:
Una estrella de rock recuperándose de una operación a orillas del Mediterráneo junto a su pareja, su antiguo representante, y su joven hija.
“En A Bigger Splash, imaginé una película sobre amor, belleza, deseo, sexo, sexualidad, y el peligro de un viejo amor, que solo con su presencia y sus actos, puede desencadenar un comportamiento destructivo, y remover el pasado de nuestros protagonistas.
Y a través de la liberación de este pasado, nuestros personajes alcanzan la versión más real de sí mismos, y entran en un enredo de sexo y deseo ardiente, que los empuja al lado más oscuro.
Veo esto como un drama moderno de las relaciones psicológicas; nuestro esqueleto cinematográfico y la estructura, toman forma a través de una narración moderna, y unos personajes que nos arrastran a un clímax cargado e inquietante.
Me inspiré en Roberto Rossellini, en la energía de Martin Scorsese, y el profundo conocimiento humano de Jonathan Demme.
También soy un gran admirador del trabajo de Patricia Highsmith y Paul Bowles, con su agudo sentido para el cine negro, y habilidad para capturar personajes en un mundo extraño al suyo.
Y partimos de la idea de una ruptura entre un mundo que ya no existe, el rock 'n' roll de finales del siglo XX; en contraposición con el nuevo conservadurismo que, de algún modo, nos gobierna hoy en día.
Aquí, la gente que parece tener lo que quiere, es muy vulnerable”, dijo el director.
Y es extraño pensar en una coproducción italiana/francesa, sea principalmente hablada en idioma Inglés; me imagino que es debido al alcance comercial.
Como dato, el título original de la película, proviene de “A Bigger Splash” (1967), obra del pintor británico David Hockney, quien a partir de una representación pretendidamente hiperrealista, deja en suspenso la posible narración al perderse elementos como la figura que ha saltado a la piscina... y la obra cinematográfica nos habla de amores reencontrados, excesos superados, adocenamiento burgués, y ánimos autodestructivos con fría frivolidad.
Estamos en la isla italiana de Pantelleria, entre Sicilia y Turquía, donde acude Marianne Lane (Tilda Swinton), cantante que se recupera de unos problemas de garganta que la impiden hablar, y su compañero, Paul De Smedt (Matthias Schoenaerts), un fotógrafo con un pasado turbio.
Sin embargo, su tranquilidad se verá truncada por la inesperada visita de Harry Hawkes (Ralph Fiennes), su antiguo amante, representante y productor, junto a su joven hija:
Penelope Lanier (Dakota Johnson), cuya existencia acaba de descubrir.
La llegada de Harry, que es un torbellino de locura y visceralidad, desencadena sentimientos de celos, rencor e inseguridad, que llevan a los personajes a sumirse en una espiral de comportamiento destructivo.
La estancia compartida, se convertirá entonces en un imprevisible y enfermizo juego de pasiones, sospechas y traiciones, que sacarán a relucir rencillas del pasado que no llegaron a cicatrizar.
El deseo irreprimible del ser humano, es aquí la constante que condiciona todas las acciones de los 4 protagonistas y sus impulsos.
Una sinfonía a 4 voces, aunque una esté afónica, alrededor de las emociones escondidas, los deseos inconfesables, la nostalgia inútil de un pasado que reabre viejas heridas mal curadas, o la juerga bulliciosa que se desboca para evitar la reflexión.
Son 4 personajes humanos, con un 5º que comienza en la piscina, y termina en todo el paisaje que los rodea.
El director Luca Guadagnino, nos sitúa frente a unas imágenes que ponen de relieve, la falsedad de la realidad en la que viven los 4 personajes, una vida ensimismada en sus problemas y que, además, revelan un sentido decadente de un mundo que se resiste a desaparecer.
“Come on, tell me you’re better”
“La Piscine” (1969) es un filme relevante en su época, principalmente por los actores:
Alain Delon, Romy Schneider, Maurice Ronet y Jane Birkin.
Un auténtico fenómeno comercial de finales de los años 60, cuyo guión firmó el guionista preferido de Luis Buñuel, Jean-Claude Carrière; y el contenido erótico que destilaba la trama, se hallaba en sus 4 personajes principales.
Aquí, el director Luca Guadagnino, juega a hacer del clásico de Jacques Deray, una intriga de cine negro y suspense, con toques “sorrentinianos”, y era de esperar, cuando algo funciona, o funciona para un sector del público, que los imitadores surjan rápidamente…
En aquella de 1969, el cuarteto protagonista era francés veraneando en la costa francesa; en la película de Guadagnino, son extranjeros en Italia, creándose una distancia, no solo idiomática, que permite al cineasta italiano situarlos en un paisaje y en un entorno que potencia, más si cabe, la extrañeza de sus relaciones.
Una buena experiencia cinematográfica que hace sufrir al espectador emociones intensas, a través de bastantes giros de trama inesperados, con un montaje excelente, y unos planos de cámara subjetivos fabulosos.
Marianne Lane, aquí reconvertida en toda una estrella del rock en horas bajas; Paul, su pareja desde hace más de 6 años, que le presentó Harry, examante también de la cantante, y que aparecerá sin previo aviso junto a su hija Penelope en la casa en la que los 2 primeros pasan sus vacaciones; esa es la síntesis argumental; 4 personajes con un pasado y presente en común; y mucha libido y tensión sexual, claro.
El cromatismo casi pop de A Bigger Splash, no supone un trabajo a modo de pastiche, ni menos aún nostálgico, sino que en manos de Guadagnino, acaba funcionando como vehículo para denotar el artificio no solo de la narración, sino también de la vida de esos personajes.
Pero el director aprovecha la oportunidad que le brinda A Bigger Splash, para escapar de la mera reinterpretación del clásico…
La cinta de Jacques Deray, establecía una tensión creciente gracias a la construcción de una atmósfera malsana, que se convertía en un verdadero elemento diferencial.
En ella convivían el drama psicológico y el policíaco, perfectamente cohesionados por una puesta en escena premonitoria del destino de sus personajes, cuya unión, pasada y presente, se da a través del personaje de Harry.
Guadagnino, a pesar de hacer de su versión una obra mucho más enérgica, deudora del montaje más “scorsesiano”, y que rentabiliza al máximo la profesión de su protagonista, el rock & roll es, por así decirlo, el alma del aspecto sensorial, no traiciona la esencia “noir” del relato, pues la intriga y la tensión se respiran en todo momento, especialmente en los planos de transición con un acompañamiento musical algo turbador.
Con A Bigger Splash, Guadagnino ha compuesto un trabajo de gran exuberancia, una película efectivamente bañada por el sol mediterráneo, placentero y sofocante a la vez, y aliviada por el agua refrescante de las piscinas, y los paradisíacos rincones ocultos de Pantelleria.
Y saca todo el partido de la hermosa localización, de manera que la isla y la casa donde los protagonistas pasan las vacaciones, se funden con el convulso discurrir emocional y dramático de la historia.
El calor, la sal del mar secándose en la piel, la brisa suave, todo se puede sentir a través de la pantalla, gracias a una ambientación sin igual, una aproximación muy física y atmosférica a los escenarios, que abandona a los personajes a los deseos naturales de la isla, para reflejar su cambiante estado anímico.
Pero Pantelleria no es el único paisaje que Guadagnino está interesado en retratar en su película…
El italiano es igual de meticuloso y apasionado a la hora de filmar los cuerpos de los protagonistas, un cuarteto de intérpretes absolutamente entregados al proyecto, sin ningún tipo de pudor para desnudarse integralmente, y dejar que el director repase y venere sus anatomías con la cámara, para dejarnos planos de un erotismo aturdidor.
Pero obviamente, además de literal, la desnudez de sus protagonistas es también figurada.
De hecho, los desnudos quizás enseñen menos que cuando están vestidos…
A Bigger Splash, es entonces una historia de celos, deseo, manipulación, una intriga inquietante, pero también divertida, sobre el sexo, la sexualidad, la belleza, y el amor que se niega a desvanecerse y destruirse; porque una vez detalladas y destiladas esas tensiones, lo que observaremos es el análisis que el realizador otorga a la personalidad de cada uno de ellos.
A nivel individual pero también como grupo, entendido a nivel de estrato social.
Así llegamos al radiante Mediterráneo:
La locura de un ambiente tóxico que se trata de esquivar con ingenua determinación.
Un refugio en la montaña, bañado por la luz inclemente de un pasado que no quiere dejarse enterrar.
El venenoso juego del deseo sin mesura ni pesar.
Unos adultos que son niños emocionales, una niña que es pura dinamita, una afonía tanto metafórica como vital, una verbosidad atolondrada que oculta sus verdaderas intenciones.
Son 4 personajes, un paisaje y una piscina.
No hace falta más para desencadenar un bacanal de los sentidos desaforados.
Así, Guadagnino pasará tras presentarnos a los 4 protagonistas, de forma realmente eficaz en los primeros minutos, pues ya podemos formarnos una idea del carácter de cada uno de ellos; y emplazarles ya en la casa con la famosa piscina, a adentrarnos en sus sentimientos, miedos y fantasías, utilizando en varias ocasiones el “flashback” para clarificar el porqué de la evolución de la relación entre Marianne, Henry, y Paul.
Pero también, A Bigger Splash se presenta como una comedia dramática, en la que 4 singulares personajes, se proponen gozar de la vida mientras lidian con sus traumas personales.
Por otra parte, la sinopsis de ambas películas, de 1969 y la presente, puede ser muy similar.
La libertad y ecos del mayo 68, no pueden ser trasladados a la versión moderna, de ahí encajar aún más a los personajes en el mundo de la canción y del cine, como si eso justificara cierta relajación en las costumbres, a todas luces impostada.
La versión moderna, cambia Saint Tropez por Sicilia, la relación Harry-Marianne es conocida expresamente por Jean Paul en la 2ª versión, y en la primera permanece en la intuición de Jean Paul, pero nadie lo dice.
La nueva versión juega al equívoco entre ese padre y esa hija, si es de verdad, si no será una ficción, si ambos no serán amantes…
El Harry de la primera versión, tiene un carácter nada expansivo, mientras que en la segunda es hiperactivo, y hasta agotador en su frenético ritmo que aturde; pero hay elementos donde la nueva versión se descompone en un final propio de comedia de mal gusto, cuando es el drama el que domina de principio a fin, el desarrollo de los personajes.
Eso sí, A Bigger Splash despliega un sugerente abanico de vivencias y emociones que conectan a los 4 protagonistas de la función:
El gigante Fiennes; un notable Matthias Schoenaerts en la piel de un documentalista marcado por un intento de suicidio; una interesante Tilda Swinton, como una estrella de rock convaleciente de una operación de cuerdas vocales, resta muda gran parte del film; y, por último, una plúmbea y muy grunge Dakota Johnson, como la malcarada hija de Fiennes.
De esta forma, el legado erótico de la película original, se convierte aquí en una reflexión acerca del paso del tiempo, y el remordimiento que mirar atrás puede provocar, si consideramos que las decisiones no fueron acertadas; de la nostalgia que produce recordar tiempos mejores, si uno no es feliz en su vida; de la hipocresía que se destila cuando queremos aprovecharnos de los inocentes que nos admiran… en definitiva, una reflexión sobre el egocentrismo, en unos personajes que representan al primer mundo, en contraposición a los sentimientos de esos inmigrantes que hará aparecer de forma aparentemente esporádica, y en escenas aisladas…
¿Será que algo más importante se nos quiere decir con ello?
En el fondo vemos mucho egocentrismo, y miedo; porque sus problemas de intercambio de parejas, no tienen comparación a los de los refugiados que llegan al viejo continente en busca de ver cumplidos sus sueños.
Pero lo que se encuentran es un continente “muerto”, tal y como el guión, en un distendido y poco relevante momento del filme, se encarga de emplazar en boca de Harry:
“Europa está muerta”
Así que esas miradas de reojo a los de piel oscura, esas ganas de querer culparles, aunque sea de forma inconsciente, de algo que no han hecho, nos descubren el verdadero objetivo del filme:
Europa se está muriendo, y estamos cerrando los ojos ante la solución.
El director jugará con los silencios, con la omisión de información, con el avance demasiado sosegado de los días que pasan juntos.
Pero su mejor baza está en Tilda Swinton, una “rock star” que transmite la mayoría de sus pensamientos con la mirada, recordar que el personaje casi no habla por haber tenido una intervención quirúrgica…
Como dato, la misma Swinton decidió no hablar en el filme, como condición para participar en él:
“Yo había decidido no trabajar ese año, y estaba en un momento de mi vida en el que no quería decir nada...
Luego me planteé cómo era posible participar, y le dije a Luca que lo hacía si no tenía que hablar, además pensé que eso podría contribuir a la sensación de aislamiento de los personajes”, explicó la actriz.
Ralph Fiennes, se mete en la piel del extrovertido Harry, en una interpretación muy alejada de las más intimistas a las que nos tiene acostumbrados, obviando los papeles menores en grandes superproducciones de género fantástico; y encarna a un charlatán encantador y expansivo, que huye de la soledad abonándose, en plan kamikaze, al hedonismo y la euforia.
Matthias Schoenaerts, está muy correcto en su réplica a Swinton:
“Interpreto a alguien que intenta construirse de nuevo, y encontrar un sentido a la vida”, explicó el actor belga; pues su personaje tiene un pasado suicida…
Por su parte, Dakota Johnson en el papel de Penelope, la hija de Harry; explicó que se unió al rodaje en el último minuto, y que fue una “experiencia rápida y explosiva”, a modo de una Lolita que necesitaba la película:
Distante, enigmática, caprichosa, y desbordantemente sexual.
Penelope, que aunque aparentemente viene a ser un simple objeto del deseo de Paul, funciona en realidad como muestra de una juventud, la actual, sumida en un cinismo o indiferencia que es tanto consecuencia de sus propios postulados como producto de la generación precedente.
Ella observa, apenas habla a quienes la rodean con tanta distancia como, al final se revela, un sentido del juego muy diferente al que ellos plantean.
Es igual de brillante, cada interpretación individual, como la relación que se establece entre los personajes, que alcanza la mayor de las genialidades con el contraste entre una Tilda Swinton que no puede articular palabra, y un Ralph Fiennes excéntrico y charlatán.
Por otro lado, tenemos la savia nueva que aportan Dakota Johnson, cuya sensualidad no tiene mucho que envidiarle al estupendo trabajo de Jane Birkin; y Matthias Schoenaerts, que demuestra una vez más, ser igual de capaz de transmitir a través de la mirada, que de hacerlo mediante su físico.
El belga muestra aquí, características y rasgos muy similares a los de Alain Delon, que interpretaba a su personaje en la película del 69, y seguramente, muchos directores le tendrán en cuenta para otro tipo de proyectos de ahora en adelante.
Luca Guadagnino, expone entones, una doble visión generacional en la que nadie sale bien parado, aunque tampoco demasiado mal.
Muestra, por un lado, a unos personajes que tuvieron de alguna manera algún tipo de ideal, esa hoz con el martillo tatuado en el pecho de Fiennes… pero que ha quedado en nada.
Por otro lado, a otra generación sin responsabilidades, satisfecha en su propia existencia.
Y frente a ellos, una realidad asentada en una otredad mayor que la que ellos representan en tierra ajena, los inmigrantes ilegales que llegan a la costa.
Es posible que haya quien encuentre el comentario político demasiado enfático al relacionar a los ahogados en pateras con el otro ahogamiento, muertes similares, pero por motivos bien diferentes.
Pero supone una de las miradas más críticas hacia una realidad, la europea, que, en estos momentos, evidencia la vergüenza del continente.
En un momento de A Bigger Splash, Penelope y Paul, caminan por la isla, cuando se encuentran en un pequeño grupo de inmigrantes…
Ella se tapa el pecho ante la mirada de ellos.
Su vulnerabilidad queda expuesta.
Queda preguntarse, qué vulnerabilidad es esa...
Muy sugeridor e interesante que se muestre en esta historia de problemas emocionales de ricos y ociosos protagonistas, como contrapunto y en varios lacerantes pincelazos, la situación de los subsaharianos que intentan llegar a Europa, tomando la isla como el primer paso, arriesgando y perdiendo la vida a cientos, entre chapoteos agónicos.
Toda la trama, se ve interrumpida por la llegada de inmigrantes.
De hecho, Tilda Swinton quiso lanzar una llamada de atención sobre la situación actual en Europa:
“Dejemos de llamarles inmigrantes, por favor, estamos tratando con refugiados”
Regresando con A Bigger Splash, otro aspecto a destacar, es la tensión que se vive a lo largo del metraje.
La intriga se respira en todo momento, y esa va acompañada de una banda sonora muy acertada y perturbadora, que hace la sensación de que algo va a pasar.
Está música más intrigante, contrasta con los momentos en que podemos escuchar auténticas canciones de rock & roll, y alguna melodía de ópera.
“God, I’m so happy to see you”
Es un hecho que A Bigger Splash nos quiere decir algo sobre la realidad actual de Europa:
El dantesco drama de la migración subsahariana, no solo estremece la conciencia humana, sino que llena de indignación a cualquier persona por insensible que esta sea, ante el verdadero Holocausto que se está produciendo en aguas del Mediterráneo, por el masivo ahogamiento de centenares de africanos que huyen de los conflictos bélicos, y de la devastación de países como Libia y Siria, sumidos en un auténtico caos, y en una cruenta Guerra Civil.
Así como de otros lugares como Yemen, Eritrea etc., y de países subsaharianos que son fundamentalmente los emisores de esa inmigración irregular.
Es por ello, que la última tragedia en El Mediterráneo, ha vuelto a encender las alarmas en el seno de La Unión Europea, que se propone aumentar la vigilancia en el mar, y paliar en lo posible, esa terrible tragedia a la que en alguna medida, no es ajena.
La última oleada de inmigración demuestra que Europa se enfrenta a un desafío sin precedente.
Casi 57.300 inmigrantes irregulares, llegaron a Europa en el primer trimestre de 2015.
Esa cifra supone, prácticamente triplicar la del mismo período de 2014, un año en el que se pulverizaron todos los récords, incluidos los cosechados durante las “primaveras árabes”
Detrás de cada una de esas cifras, hay una historia personal que desmiente la manida etiqueta de los mal llamados “sin papeles”
Un refugiado sirio; una familia huida de La Guerra de Irak; un joven del Chad, que atraviesa el llamado “valle de las gacelas” hasta llegar a Libia con la intención de encontrar un billete hacia el continente rico, donde estén más cerca las oportunidades que no tiene en su país…
Pero basta con los datos, para hacerse una idea de las consecuencias de ese fenómeno:
32.400 personas, en su mayoría kosovares, han entrado en La UE por Los Balcanes en lo que va de año, frente a los menos de 1000 del año pasado.
Por El Mediterráneo Central, básicamente Italia, han irrumpido 10.200 más, y eso sin contar los 10.000 adicionales rescatados en alta mar en los últimos días, según La Organización Internacional para La Migración (IOM)
Por la ruta del Mediterráneo Oriental, las islas griegas y Bulgaria, llegaron 13.500, casi el triple que hasta marzo de 2014, y por España, 1200 adicionales.
Suman casi 57.300 personas, según los datos de Frontex; en el primer trimestre de 2014, eran prácticamente un tercio, 22.500.
El año pasado, más de 3200 hombres, mujeres y niños, perdieron la vida al intentar cruzar El Mediterráneo hacia Europa.
Esas muertes, no han suavizado la marea humana que huye de la violencia de los países en conflicto, o de la falta de oportunidades del África subsahariana.
Europa sigue empeñada en encarar un problema humanitario, pero con una respuesta meramente policial.
Por ejemplo, Lampedusa, la mayor de las islas del archipiélago de Las Pelagias en El Mar Mediterráneo, se ha convertido en un “cuello de botella” de la migración, porque es el punto europeo más cercano desde El Norte de África.
“El problema es una carga insostenible para un solo estado miembro”, entiende El Jefe de La Marina Italiana, El Almirante Filippo Maria Foffi, que solicita una mayor implicación de los países del continente, a la hora de resolver el problema.
El Jefe del Gobierno italiano, Matteo Renzi, llamó la atención sobre el hecho de que “El Mediterráneo no es un mar italiano, sino una frontera en el corazón de Europa”
En este sentido, reclama un reforzamiento de las medidas, especialmente de Frontex, la agencia europea que coordina el control de las fronteras exteriores de La Unión.
¡No miremos para otro lado!
“We’re all obscene.
Everyone’s obscene.
That’s the whole point”
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