Kiki, El Amor se Hace
“Hay filias ocultas, deseos que desoímos”
Alguien dijo una vez, que no existe la normalidad, que todos somos la excepción.
Las parafilias, son patrones del comportamiento sexual de las personas, en las que la fuente predominante del placer sexual, no se encuentra en la relación sexual como tal, sino en alguna otra actividad u objeto, cuya característica principal es la elección de un objeto sexual distinto de la pareja; o a través de una práctica sexual distinta del coito, como única forma de excitación y satisfacción sexual.
Las definiciones más usuales, recogen comportamientos como la coprofilia, el exhibicionismo, el frotismo, el masoquismo, la necrofilia, el sadismo, el voyerismo, y la zoofilia.
La parafilia es un concepto subjetivo, que incluye la presencia de animales, de objetos no humanos, de personas que no dan su consentimiento sexual, o de niños…
La mayoría de las parafilias, se presentan en el sexo masculino; mientras que la aparición de estas manifestaciones en el sexo femenino, es muy poco frecuente.
El número y taxonomía de las parafilias, también es controvertido; algunas fuentes listan hasta 549 tipos de parafilias.
Las consideraciones acerca del comportamiento considerado “parafílico” dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar determinados.
Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX, aunque hoy en día se consideran prácticas no parafílicas, siempre que la actividad del sujeto no se límite únicamente a ellas.
Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las parafilias.
Entre las parofilias menos comunes, podemos nombrar la gerontofilia, que es la obtención del placer con personas seniles; la necrofilia, que es la obtención del placer mediante cadáveres; la urolagnia se llega a la excitación a través de manipulación de la orina; las llamadas telefónicas escatológicas, que se llega al placer, llamando a personas para decirles obscenidades; o la hafelagnia, que es por tocamientos fugases por desconocidos, etc.
Más raras aún, son la osmolagnia, con olores nauseabundos; el vampirismo, con la sangre de las heridas; la pirolagnia, con los incendios; la dendrofilia, con los vegetales; pigmalionismo, con estatuas, etc.
En síntesis, no toda práctica erótica poco tradicional, es una parafilia.
Se torna como tal, cuando deja de ser saludable y controlable por el individuo, y cuando es evidentemente destructiva y enfermiza.
Aquel que “guste de esposar a su pareja a la cama de vez en cuando”, no es parafílico; como si lo sería aquel “incapaz de tener relaciones, si la persona no está esposada a la cama”
Ni tan normales ni tan raros…
En materia de sexo, hay tantas opciones como mentes dispuestas a dejarse llevar por sus fantasías y, aunque sea una cantinela que leemos una y otra vez en las páginas de autoayuda de revistas dominicales, no por ello debemos obviarla cuando la rutina se mete debajo de las sábanas.
¿Quién dictamina lo que es normal y lo que no?
¿Quiénes somos nosotros, para sentenciar que alguien no es normal cuando, aunque nunca lo confesemos en público por puro pudor, todos tenemos manías, filias, o aspectos ocultos de nuestra personalidad, que no encajarían con lo que entendemos como “persona normal”?
“Sus mamadas no son muy buenas”
Kiki, El Amor se Hace es una comedia del año 2016, dirigida por Paco León.
Protagonizada por Paco León, Ana Katz, Belén Cuesta, Natalia de Molina, Álex García, Candela Peña, Luis Callejo, Luis Bermejo, Mari Paz Sayago, Alexandra Jiménez, David Mora, Maite Sandoval, entre otros.
El guión es de Paco León y Fernando Pérez; no siendo producida por Paco León, ni parte de una idea suya.
“Se trata de “una comedia erótico-festiva” una comedia donde se trata el sexo de una forma original, desprejuiciada, divertida, y romántica.
Se me ha dado la libertad y la confianza de hacerlo a mi manera.
Mi motivación sigue siendo, divertirme trabajando con muchísimos actores y actrices a los que admiro, y seguir investigando y aprendiendo en esta nueva aventura cinematográfica”, son las palabras del director.
Kiki, El Amor se Hace es el 3° proyecto como director del polifacético Paco León, tras las aclamadas:
“Carmina o Revienta” (2012) y “Carmina y Amen” (2014), donde Paco León abordaba temas actuales de denuncia social, a través del humor más puro y estrafalario, el de una madre, la suya; el sevillano consigue realizar su trabajo más cuidado hasta la fecha.
Kiki, El Amor se Hace, surge como el encargo de un “remake” de una película australiana llamada “The Little Death” (2014).
Es una adaptación muy libre:
“Sí, la he “apacoleonado” bastante.
Era una historia que no era mía, y la he ido sintiendo muy mía, me he ido ilusionando y entusiasmando desde el proceso de guión”, comenta.
A diferencia de la original, Paco León ha dotado a su película, de un humor exento de cinismo, “la quise llevar a un sitio muy luminoso y buenrollero.
Quise ir a lo esencial, al color, a lo latino” dice, en el fondo, es una película de amor y para Paco “el amor hay que trabajárselo, hay que follárselo...”
Para investigar, el actor se fue a un local de intercambio de parejas:
“Había de todo, y encajaba para mi película”
Para no meterse en jaleos, se puso una máscara de lucha mexicana:
“Me gustó ver que la gente que acudía allí, hablaba de lo que todos:
Que si me han quedado 2 para septiembre… que si nos vamos en verano a Denia...
Su humanidad.
Incluso, fantaseé con sus posibles vidas.
¿Aquella señora mayor, no sería una maestra de instituto que está de baja por depresión, y que allí se siente súper sexy con sus correas?”
Su original argumento, la convierte en una atípica comedia romántica, que muchos apreciarán por romper con el estereotipo empalagoso y dulzón tan característico del género.
Kiki, El Amor se Hace se rodó en 5 semanas, por localizaciones de Madrid y sus alrededores; con la participación de Telecinco Cinema, y sin más problemas:
“Los productores me dieron absoluta libertad.
Es más, me hicieron un par de recomendaciones que escuché respetuosamente… y las que no hice ni caso”
El León director, ha huido de su familia esta vez:
“No había un papel adecuado para mi hermana”, y mantiene el halo de absoluta libertad de sus filmes precedentes.
“Pienso en el público, y en que le va a gustar lo mismo que a mí.
Para ser fresco y espontáneo, debes apostar por la lucha contra la cobardía.
Es imposible agradar a todos, porque cada uno tiene sus límites, que en el sexo son muy marcados.
Mi filme es descarado, y a la vez no entra en el mal gusto:
Cuando hay una humanidad detrás, el acto queda justificado”
Puestos en claro, Kiki, El Amor se Hace, relatará 5 divertidas historias de amor, y curiosas filias sexuales, que coinciden en un calenturiento verano madrileño.
La monotonía, precisamente se ha instalado en la vida de todos los personajes, hasta que cada uno de ellos descubre que en realidad, lo de “hacer el amor normal”, no va mucho con sus gustos:
Dacrifilia, que se excita con el llanto; elifilia u obsesión por determinados tejidos; herbofilia o excitación por las plantas; o harpaxofilia o la excitación al ser asaltado; somnofilia, parafilia en la que se obtiene placer al interactuar sexualmente con un individuo en estado de sueño… son algunas de las particulares formas de obtener placer que descubren los protagonistas, pero para disfrutarlas, tendrán que decidir cómo integrarlas en sus vidas.
Sus sentimientos, sus miedos, y sobre todo su sexualidad, se transforman rompiendo tabúes, adentrándose en una etapa nueva, emocionante y libre, donde no se reniega ni del placer ni del amor.
La suma de rarezas expuestas, no son sino un trasunto de ese arduo proceso que es, en el fondo, mantener vivo ese impulso irracional de querer al ser amado, asumiendo la totalidad de sus márgenes, de sus extravagancias, de sus convencimientos.
A Paco, todo sea dicho, le interesan esas rarezas para hablar de aquello que los protagonistas tienen en común, es decir:
La inseguridad, los anhelos y las emociones.
Lo más importante es qué sienten los personajes, sus dudas, sus obsesiones y, sobre todo, su deseo de amar y hacer amor.
Los personajes son cotidianos, de la calle.
Pertenecen a distintos segmentos de la sociedad.
Unas con más, otros con menos, pero todos están atrapados en situaciones por las que ha podido pasar “todo hijo de vecino” en cualquier momento de su vida.
Con todo, León en Kiki, El Amor se Hace, logra su principal acometido:
Sacudirnos festivamente, con una comedia romántica nada estándar, y deja para los anales cinematográficos españoles, una entrañable secuencia cómica sobre sexo telefónico entre sordomudos, calcada eso sí de la original, que, como mínimo, levantará sonrisas entre el público, sean cuales sean sus preferencias sexuales.
Una comedia eminentemente vitalista, luminosa, “festiva” y celebratoria de la diversidad.
“Si hay madera, hay mecha, hay ganas... todo se puede volver a encender”
Abordar la temática de las parafilias sexuales, término que habla de una posición marginal con respecto a la norma, pero que, según desde la posición que se contemple, puede homologarse a una desviación de dicha norma o, directamente, a lo patológico; en clave cómica, y no estrellarse en el intento, ni resultar soez ni un solo instante, sólo puede estar al alcance de alguien con mirada desprejuiciada, punto de vista personal, y un talento a prueba de huracanes.
Paco León dice, que Kiki, El Amor se Hace, es una película que propone un juego “erótico festivo”, y que el espectador tendrá que completar con su pareja, “o con quién se deje”
“Yo no tengo referentes, aunque luego salen porque son el cine que he visto, y me gusta.
Me inspira más la realidad y la fotografía o la música.
Me inspiro en cosas que he vivido, o me han contado, de diálogos que escucho en el metro, el autobús o por la calle.
Y sin ser aficionado al porno, prefiero el de los 60, con los pelos largos, el pajar y el trigo, todo natural, más que la cosa de la uña, la perla y el tacón… todo eso me parece cateto, como de sex shop de barrio, cutre y choni.
Creo que Kiki, El Amor se Hace, debía tener un rollo más moderno, juvenil y natural”, dice el realizador.
Por ello, Paco León apuesta por un cine libre, sin prejuicios ni coartadas, y por el lenguaje de la calle, atrapado en imágenes de manera franca y natural.
Una comedia que parece la versión cañí, ligera y libérrima de los retratos corales que en su día hizo Robert Altman; con historias que se cruzan en la escena final, que transcurre durante la colorista, veraniega y alegre verbena madrileña de la Paloma; a personas con ciertos conflictos sexuales:
Les excitan situaciones que no son precisamente estándar, y lo llevan en secreto…
¿Por qué ese título?
León comenta:
“Echar un kiki”, viene del inglés “quickly”
También existe el nombre francés “Kiki”, y otro africano; y es un concepto inglés que se refiere a un tipo de fiesta:
Una canción muy famosa de Scissor Sisters se titula “Let’s have a kiki”
Así que el “kiki” daba para todo eso; el eufemismo infantil de “echar un kiki”, también tiene la cosa festiva e internacional”
Si la cinta de 2014, se apodaba en español, “La Pequeña Muerte”, en clara alusión al orgasmo; en el de León, su subtitulo “El Amor se Hace”, alude al tiempo y la voluntad que hay que invertir en una relación amorosa.
Y es que “el amor se construye” poco a poco, con paciencia y en ocasiones, hasta con sexo; pero ambos filmes manejan, en principio, los mismos temas universales:
Las relaciones entre seres humanos, amor, sexo… y los tabúes; pero León excava más profundo, para dejar expuestas las invisibles barreras que nos imponemos a nosotros mismos.
Aquí son las palabras las que nos guían, y los personajes se desnudan sin necesidad de despojarse de sus vestiduras.
Sus miedos y deseos más profundos, están siempre presentes, y las ganas de sentirse comprendidos y aceptados, tanto por sus compañeros de cama, como por ellos mismos, dominarán buena parte del relato.
En cuanto a los valores estéticos; Kiki, El Amor se Hace, sigue una tendencia que parece está cogiendo fuerte en el cine español:
El de los tonos desaturados de estilo “indie”, que está bien claro, beben del cine independiente de EEUU, o de series de televisión; pero que junto al leitmotiv tropical, terminan de darle el toque festivo y veraniego de se respira en la película.
Una visión más amplia y reposada sobre la pasión que une a la pareja, que encaja perfectamente en un diseño de producción más distinguido y llamativo, destacando la puesta en escena que ambienta cada historia, todas fácilmente identificables tras un par de planos.
La estructura es sencilla:
Las 5 historias, se nos van contando una detrás de otra, combinadas siempre siguiendo el mimo patrón, y avanzando al mismo ritmo.
Algo que no resulta nada innovador, pero que funciona, y se adecua a las necesidades de la cinta.
Por ejemplo, Belén revolucionará la relación de la pareja formada por Paco y Ana, y cuyo desparpajo se come la escena.
Alexandra y su obsesión por los tejidos; los feriantes, Candela que se excita con las lágrimas de su marido; o la extrañísima, pero acertada pareja formada por Luis y Mari.
De este modo, a una le calienta ver cómo llora su hombre; a otra, la adrenalina de verse en peligro; y una pareja irá probando cosas nuevas… incluida, la visita a un concurrido club de sexo.
León, que ha demostrado que no conoce límites, transmite ese mismo mensaje al espectador, y le invita a gozar de la pluralidad.
Kiki, El Amor se Hace, va a describir entonces, cómo estas tendencias hacen más o menos mella en ellos, aunque por el camino no regula bien el tiempo dedicado a los segmentos, de manera que sólo el buen hacer de Alexandra Jiménez, mantiene el interés del 5º episodio, el más anecdótico y poco desarrollado.
Eso sí, cada narración mantiene la misma atmósfera de diversión, sana incorrección y desvergüenza; dicho esto como el mayor de los cumplidos.
Sus 5 tramas, en las que se mezcla, en fino equilibrio, el drama con el humor, como sucede en la vida misma; y lo cruel con lo esperpéntico, presentan a personajes que se están buscando aún, luchan por mantener sus uniones sentimentales, o hacen lo indecible por cariño al otro.
Porque el amor no sólo se siente, también se hace, y de mil maneras:
Las filias sexuales, se cuentan por cientos, y sólo un ramillete de ellas, aquí son mostradas con tolerancia y desenfado.
Aunque como en todas las películas en las que hay varias historias, siempre hay unas que resultan más interesantes que otras, algo que Paco León soluciona, entre otras cosas, con un final buenrollero, en el que reúne a todos sus protagonistas.
Fantástico y acertado reparto, con Paco León, Álex García, Natalia de Molina, Belén Cuesta, Luis Callejo y Candela Peña entre otros, donde todos y cada uno de ellos cumplen y bien, con un equilibrio entre las diferentes historias, todas ellas funcionan por igual gracias en parte a la experiencia de sus personajes, y al gancho de su temática.
Los actores se muestran desnudos de manera literal y figurada, todos los personajes llevan el nombre real de quien los interpreta, porque León siempre ha jugado con la delgada línea entre la ficción y la realidad en sus filmes; y consiguen ofrecer, a través de las 5 historias que se nos muestran, los ingredientes suficientes como para salir del cine eufórico de optimismo.
Me atrevería a decir que excitado, aunque si bien es cierto, la consistencia narrativa funciona a medias, ya que cada relato vive por sí mismo de manera independiente, como “sketches” cohibidos que no se atreven a unirse en orgía, a pesar de compartir un apetito similar por lo dramático y lo extravagante.
“Mi personaje tiene harpaxofilia, la gente que se excita mientras le atracan”, explica Natalia de Molina, quien asegura también, que se ha sentido tan a gusto durante el rodaje, que no quería que terminara.
“Paco consigue crear un ambiente tan bueno rodando, que ha sido muy fácil, creo que es uno de los mejores directores que hay en España”
Según explica el sevillano, en todas las historias que se cuentan “parece que el sexo es el problema, lo que va a hacer infelices a las parejas, y al final es la salvación.
Kiki, El Amor se Hace, no me parece nada escandalosa, es muy didáctica, muy blanca, un poco hippie incluso, aunque entiendo que haya gente que se puede escandalizar”
Y destaca, como viene siendo habitual en el cine de Paco León, por el trabajo de las actrices, por las que siente confesada predilección.
El gusto por lo femenino, no es lo único por lo que se ha señalado al director, como heredero directo de la obra de Pedro Almodóvar, pues el ya citado descaro de las palabras que salen de las bocas de sus personajes, o las situaciones surrealistas, entroncan de manera directa con los primeros filmes del célebre manchego.
Es obvio que tratar prácticas como “la lluvia dorada” en el cine, no resulta igual de transgresor en 2016, que cuando se hizo por primera vez con “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón” (1980), aunque sigue siendo igual de efectivo:
Cierto sector del público se escandalizará, otro lo encontrará hilarante.
¿En qué difiere Kiki, El Amor se Hace, de la original australiana?
En palabras del director:
“Ha habido una parafilia que cambiamos en el guión, porque no nos parecía acertada para los tiempos actuales:
El personaje de Natalia de Molina, en la versión australiana, quería que la violasen, y a mí me pareció eso delicado; entonces buscamos una filia que se pareciera:
El atraco con violencia.
La historia del triángulo amoroso, en la que yo actúo, no tiene ninguna filia concreta, sino que va pasando por prácticas sexuales, buscando cosas:
El “poli amor” no es una filia, pero sí un concepto sexual.
Investigando, descubrimos miles de filias, muy interesantes todas:
Hay para hacer muchas Kikis…”
Y es que en definitiva, más que de libertad sexual, el tercer largometraje de Paco León, es una oda a la diferencia, realizado con mucha libertad, moderneo, y a la vez, sin perder un ápice del carácter comercial lógico de una producción respaldada por Mediaset.
Algo que es digno de admirar, sobre todo, cuando se trata un tema tan arriesgado como el de las filias sexuales, raras y extravagantes, aunque sin ser muy explícita, no se corta un pelo a la hora de utilizar cierto vocabulario, o de mostrar escenarios extremos, como la secuencia en el club de sexo, por ejemplo.
Destacar a alguien es complicado, porque todos están muy bien dirigidos, y hay gran química, todos naturales, y con el punto exacto para decir y hacer lo que dicen, y hacen sin cruzar la barrera de lo chabacano.
León no tiene que ser explícito para ser sexual, y su metraje de 102 minutos, le obliga a no perder el tiempo, seleccionando los momentos cumbre de cada relato, para que la audiencia aprenda lo esencial y necesario, a la vez que se divierta.
A veces sobrevuela la sospecha de corto alargado en alguna de las historias, pero algún chiste u ocurrencia de los guionistas, siempre acaba por robarnos una sonrisa.
Hay media docena de escenas desternillantes, otras que generan sonrisas; y también tiene momentos gamberros:
El mensaje en el trasfondo del plano, donde ondea una bandera republicana; la búsqueda de la metáfora en el detalle de una jugosa fruta prohibida; la salvaje eclosión del instinto animal, ilustrado directamente en la pantalla, etc.
Paco León utiliza el sexo y el amor, de excusa para hablar del desastre al que aboca la falta de comunicación, el miedo a expresarse, y en confiar en el otro de una relación.
Mensajes que se ocultan en escenas terriblemente divertidas, y que nos va descubriendo poco a poco.
Y la conclusión es que pensar en sexo, no significa necesariamente pensar únicamente en sexo, ya que al mismo tiempo, también se puede pensar en atracos, plantas, lágrimas, sueños o, incluso, productos textiles…
Desde unos títulos de crédito en forma de collage, con animales en actitudes retozonas, hasta la presencia constante de lo vegetal y las frutas en las escenas, y el cartel del film; además de una banda sonora repleta de canciones de reminiscencias tropicales y latinas, toda la película, epidérmica y blanca, rezuma sexo, pero poco turbio:
La luz y el color, inundan los fotogramas de un film que intenta alegrar el alma al espectador, hacerle sentir bien, que se acepte, queme los armarios, evite represiones, y salga del cine con ganas de… ya se lo pueden imaginar.
Mención aparte merece la acertada banda sonora, con pegadizos temas como:
“Enamorada” de Pedrina y Rio, o “Fuego” de Bomba Estéreo
Ritmos latinos que ayudan a contagiar de calor el verano madrileño que vemos en pantalla.
“Sin ser nada de eso yo”
Nuestra especie sabe disfrutar de su sexualidad como ninguna otra y, siendo tan creativos, cuando se trata de algo tan complejo como el sexo, las posibilidades son infinitas.
Con amor, sin amor, con dolor, con toda clase de fluidos, entre 2, 3, 10 personas, una sola, y todo lo que puedas imaginar.
No obstante, esta misma razón es lo que lo convierte en un camino escabroso que para muchos, resulta muy difícil transitar.
De acuerdo a las normas sociales a las que el individuo debe ajustarse, sus fijaciones sexuales pueden resultar “extrañas”, perversas, o hasta enfermizas... pero siempre placenteras.
El amor se hace, pero mejor entre 2…
Eso del amor propio está muy bien, pero lo cierto es que resulta aburrido, e incluso a veces auto-impuesto por razones siempre insuficientes.
El amor hacia el otro, surge cuando menos te lo esperas para devolverte el doble de lo invertido.
No siempre se gana, pero siempre merece la pena jugar.
“¡Viva el sexo!”
Alguien dijo una vez, que no existe la normalidad, que todos somos la excepción.
Las parafilias, son patrones del comportamiento sexual de las personas, en las que la fuente predominante del placer sexual, no se encuentra en la relación sexual como tal, sino en alguna otra actividad u objeto, cuya característica principal es la elección de un objeto sexual distinto de la pareja; o a través de una práctica sexual distinta del coito, como única forma de excitación y satisfacción sexual.
Las definiciones más usuales, recogen comportamientos como la coprofilia, el exhibicionismo, el frotismo, el masoquismo, la necrofilia, el sadismo, el voyerismo, y la zoofilia.
La parafilia es un concepto subjetivo, que incluye la presencia de animales, de objetos no humanos, de personas que no dan su consentimiento sexual, o de niños…
La mayoría de las parafilias, se presentan en el sexo masculino; mientras que la aparición de estas manifestaciones en el sexo femenino, es muy poco frecuente.
El número y taxonomía de las parafilias, también es controvertido; algunas fuentes listan hasta 549 tipos de parafilias.
Las consideraciones acerca del comportamiento considerado “parafílico” dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar determinados.
Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX, aunque hoy en día se consideran prácticas no parafílicas, siempre que la actividad del sujeto no se límite únicamente a ellas.
Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las parafilias.
Entre las parofilias menos comunes, podemos nombrar la gerontofilia, que es la obtención del placer con personas seniles; la necrofilia, que es la obtención del placer mediante cadáveres; la urolagnia se llega a la excitación a través de manipulación de la orina; las llamadas telefónicas escatológicas, que se llega al placer, llamando a personas para decirles obscenidades; o la hafelagnia, que es por tocamientos fugases por desconocidos, etc.
Más raras aún, son la osmolagnia, con olores nauseabundos; el vampirismo, con la sangre de las heridas; la pirolagnia, con los incendios; la dendrofilia, con los vegetales; pigmalionismo, con estatuas, etc.
En síntesis, no toda práctica erótica poco tradicional, es una parafilia.
Se torna como tal, cuando deja de ser saludable y controlable por el individuo, y cuando es evidentemente destructiva y enfermiza.
Aquel que “guste de esposar a su pareja a la cama de vez en cuando”, no es parafílico; como si lo sería aquel “incapaz de tener relaciones, si la persona no está esposada a la cama”
Ni tan normales ni tan raros…
En materia de sexo, hay tantas opciones como mentes dispuestas a dejarse llevar por sus fantasías y, aunque sea una cantinela que leemos una y otra vez en las páginas de autoayuda de revistas dominicales, no por ello debemos obviarla cuando la rutina se mete debajo de las sábanas.
¿Quién dictamina lo que es normal y lo que no?
¿Quiénes somos nosotros, para sentenciar que alguien no es normal cuando, aunque nunca lo confesemos en público por puro pudor, todos tenemos manías, filias, o aspectos ocultos de nuestra personalidad, que no encajarían con lo que entendemos como “persona normal”?
“Sus mamadas no son muy buenas”
Kiki, El Amor se Hace es una comedia del año 2016, dirigida por Paco León.
Protagonizada por Paco León, Ana Katz, Belén Cuesta, Natalia de Molina, Álex García, Candela Peña, Luis Callejo, Luis Bermejo, Mari Paz Sayago, Alexandra Jiménez, David Mora, Maite Sandoval, entre otros.
El guión es de Paco León y Fernando Pérez; no siendo producida por Paco León, ni parte de una idea suya.
“Se trata de “una comedia erótico-festiva” una comedia donde se trata el sexo de una forma original, desprejuiciada, divertida, y romántica.
Se me ha dado la libertad y la confianza de hacerlo a mi manera.
Mi motivación sigue siendo, divertirme trabajando con muchísimos actores y actrices a los que admiro, y seguir investigando y aprendiendo en esta nueva aventura cinematográfica”, son las palabras del director.
Kiki, El Amor se Hace es el 3° proyecto como director del polifacético Paco León, tras las aclamadas:
“Carmina o Revienta” (2012) y “Carmina y Amen” (2014), donde Paco León abordaba temas actuales de denuncia social, a través del humor más puro y estrafalario, el de una madre, la suya; el sevillano consigue realizar su trabajo más cuidado hasta la fecha.
Kiki, El Amor se Hace, surge como el encargo de un “remake” de una película australiana llamada “The Little Death” (2014).
Es una adaptación muy libre:
“Sí, la he “apacoleonado” bastante.
Era una historia que no era mía, y la he ido sintiendo muy mía, me he ido ilusionando y entusiasmando desde el proceso de guión”, comenta.
A diferencia de la original, Paco León ha dotado a su película, de un humor exento de cinismo, “la quise llevar a un sitio muy luminoso y buenrollero.
Quise ir a lo esencial, al color, a lo latino” dice, en el fondo, es una película de amor y para Paco “el amor hay que trabajárselo, hay que follárselo...”
Para investigar, el actor se fue a un local de intercambio de parejas:
“Había de todo, y encajaba para mi película”
Para no meterse en jaleos, se puso una máscara de lucha mexicana:
“Me gustó ver que la gente que acudía allí, hablaba de lo que todos:
Que si me han quedado 2 para septiembre… que si nos vamos en verano a Denia...
Su humanidad.
Incluso, fantaseé con sus posibles vidas.
¿Aquella señora mayor, no sería una maestra de instituto que está de baja por depresión, y que allí se siente súper sexy con sus correas?”
Su original argumento, la convierte en una atípica comedia romántica, que muchos apreciarán por romper con el estereotipo empalagoso y dulzón tan característico del género.
Kiki, El Amor se Hace se rodó en 5 semanas, por localizaciones de Madrid y sus alrededores; con la participación de Telecinco Cinema, y sin más problemas:
“Los productores me dieron absoluta libertad.
Es más, me hicieron un par de recomendaciones que escuché respetuosamente… y las que no hice ni caso”
El León director, ha huido de su familia esta vez:
“No había un papel adecuado para mi hermana”, y mantiene el halo de absoluta libertad de sus filmes precedentes.
“Pienso en el público, y en que le va a gustar lo mismo que a mí.
Para ser fresco y espontáneo, debes apostar por la lucha contra la cobardía.
Es imposible agradar a todos, porque cada uno tiene sus límites, que en el sexo son muy marcados.
Mi filme es descarado, y a la vez no entra en el mal gusto:
Cuando hay una humanidad detrás, el acto queda justificado”
Puestos en claro, Kiki, El Amor se Hace, relatará 5 divertidas historias de amor, y curiosas filias sexuales, que coinciden en un calenturiento verano madrileño.
La monotonía, precisamente se ha instalado en la vida de todos los personajes, hasta que cada uno de ellos descubre que en realidad, lo de “hacer el amor normal”, no va mucho con sus gustos:
Dacrifilia, que se excita con el llanto; elifilia u obsesión por determinados tejidos; herbofilia o excitación por las plantas; o harpaxofilia o la excitación al ser asaltado; somnofilia, parafilia en la que se obtiene placer al interactuar sexualmente con un individuo en estado de sueño… son algunas de las particulares formas de obtener placer que descubren los protagonistas, pero para disfrutarlas, tendrán que decidir cómo integrarlas en sus vidas.
Sus sentimientos, sus miedos, y sobre todo su sexualidad, se transforman rompiendo tabúes, adentrándose en una etapa nueva, emocionante y libre, donde no se reniega ni del placer ni del amor.
La suma de rarezas expuestas, no son sino un trasunto de ese arduo proceso que es, en el fondo, mantener vivo ese impulso irracional de querer al ser amado, asumiendo la totalidad de sus márgenes, de sus extravagancias, de sus convencimientos.
A Paco, todo sea dicho, le interesan esas rarezas para hablar de aquello que los protagonistas tienen en común, es decir:
La inseguridad, los anhelos y las emociones.
Lo más importante es qué sienten los personajes, sus dudas, sus obsesiones y, sobre todo, su deseo de amar y hacer amor.
Los personajes son cotidianos, de la calle.
Pertenecen a distintos segmentos de la sociedad.
Unas con más, otros con menos, pero todos están atrapados en situaciones por las que ha podido pasar “todo hijo de vecino” en cualquier momento de su vida.
Con todo, León en Kiki, El Amor se Hace, logra su principal acometido:
Sacudirnos festivamente, con una comedia romántica nada estándar, y deja para los anales cinematográficos españoles, una entrañable secuencia cómica sobre sexo telefónico entre sordomudos, calcada eso sí de la original, que, como mínimo, levantará sonrisas entre el público, sean cuales sean sus preferencias sexuales.
Una comedia eminentemente vitalista, luminosa, “festiva” y celebratoria de la diversidad.
“Si hay madera, hay mecha, hay ganas... todo se puede volver a encender”
Abordar la temática de las parafilias sexuales, término que habla de una posición marginal con respecto a la norma, pero que, según desde la posición que se contemple, puede homologarse a una desviación de dicha norma o, directamente, a lo patológico; en clave cómica, y no estrellarse en el intento, ni resultar soez ni un solo instante, sólo puede estar al alcance de alguien con mirada desprejuiciada, punto de vista personal, y un talento a prueba de huracanes.
Paco León dice, que Kiki, El Amor se Hace, es una película que propone un juego “erótico festivo”, y que el espectador tendrá que completar con su pareja, “o con quién se deje”
“Yo no tengo referentes, aunque luego salen porque son el cine que he visto, y me gusta.
Me inspira más la realidad y la fotografía o la música.
Me inspiro en cosas que he vivido, o me han contado, de diálogos que escucho en el metro, el autobús o por la calle.
Y sin ser aficionado al porno, prefiero el de los 60, con los pelos largos, el pajar y el trigo, todo natural, más que la cosa de la uña, la perla y el tacón… todo eso me parece cateto, como de sex shop de barrio, cutre y choni.
Creo que Kiki, El Amor se Hace, debía tener un rollo más moderno, juvenil y natural”, dice el realizador.
Por ello, Paco León apuesta por un cine libre, sin prejuicios ni coartadas, y por el lenguaje de la calle, atrapado en imágenes de manera franca y natural.
Una comedia que parece la versión cañí, ligera y libérrima de los retratos corales que en su día hizo Robert Altman; con historias que se cruzan en la escena final, que transcurre durante la colorista, veraniega y alegre verbena madrileña de la Paloma; a personas con ciertos conflictos sexuales:
Les excitan situaciones que no son precisamente estándar, y lo llevan en secreto…
¿Por qué ese título?
León comenta:
“Echar un kiki”, viene del inglés “quickly”
También existe el nombre francés “Kiki”, y otro africano; y es un concepto inglés que se refiere a un tipo de fiesta:
Una canción muy famosa de Scissor Sisters se titula “Let’s have a kiki”
Así que el “kiki” daba para todo eso; el eufemismo infantil de “echar un kiki”, también tiene la cosa festiva e internacional”
Si la cinta de 2014, se apodaba en español, “La Pequeña Muerte”, en clara alusión al orgasmo; en el de León, su subtitulo “El Amor se Hace”, alude al tiempo y la voluntad que hay que invertir en una relación amorosa.
Y es que “el amor se construye” poco a poco, con paciencia y en ocasiones, hasta con sexo; pero ambos filmes manejan, en principio, los mismos temas universales:
Las relaciones entre seres humanos, amor, sexo… y los tabúes; pero León excava más profundo, para dejar expuestas las invisibles barreras que nos imponemos a nosotros mismos.
Aquí son las palabras las que nos guían, y los personajes se desnudan sin necesidad de despojarse de sus vestiduras.
Sus miedos y deseos más profundos, están siempre presentes, y las ganas de sentirse comprendidos y aceptados, tanto por sus compañeros de cama, como por ellos mismos, dominarán buena parte del relato.
En cuanto a los valores estéticos; Kiki, El Amor se Hace, sigue una tendencia que parece está cogiendo fuerte en el cine español:
El de los tonos desaturados de estilo “indie”, que está bien claro, beben del cine independiente de EEUU, o de series de televisión; pero que junto al leitmotiv tropical, terminan de darle el toque festivo y veraniego de se respira en la película.
Una visión más amplia y reposada sobre la pasión que une a la pareja, que encaja perfectamente en un diseño de producción más distinguido y llamativo, destacando la puesta en escena que ambienta cada historia, todas fácilmente identificables tras un par de planos.
La estructura es sencilla:
Las 5 historias, se nos van contando una detrás de otra, combinadas siempre siguiendo el mimo patrón, y avanzando al mismo ritmo.
Algo que no resulta nada innovador, pero que funciona, y se adecua a las necesidades de la cinta.
Por ejemplo, Belén revolucionará la relación de la pareja formada por Paco y Ana, y cuyo desparpajo se come la escena.
Alexandra y su obsesión por los tejidos; los feriantes, Candela que se excita con las lágrimas de su marido; o la extrañísima, pero acertada pareja formada por Luis y Mari.
De este modo, a una le calienta ver cómo llora su hombre; a otra, la adrenalina de verse en peligro; y una pareja irá probando cosas nuevas… incluida, la visita a un concurrido club de sexo.
León, que ha demostrado que no conoce límites, transmite ese mismo mensaje al espectador, y le invita a gozar de la pluralidad.
Kiki, El Amor se Hace, va a describir entonces, cómo estas tendencias hacen más o menos mella en ellos, aunque por el camino no regula bien el tiempo dedicado a los segmentos, de manera que sólo el buen hacer de Alexandra Jiménez, mantiene el interés del 5º episodio, el más anecdótico y poco desarrollado.
Eso sí, cada narración mantiene la misma atmósfera de diversión, sana incorrección y desvergüenza; dicho esto como el mayor de los cumplidos.
Sus 5 tramas, en las que se mezcla, en fino equilibrio, el drama con el humor, como sucede en la vida misma; y lo cruel con lo esperpéntico, presentan a personajes que se están buscando aún, luchan por mantener sus uniones sentimentales, o hacen lo indecible por cariño al otro.
Porque el amor no sólo se siente, también se hace, y de mil maneras:
Las filias sexuales, se cuentan por cientos, y sólo un ramillete de ellas, aquí son mostradas con tolerancia y desenfado.
Aunque como en todas las películas en las que hay varias historias, siempre hay unas que resultan más interesantes que otras, algo que Paco León soluciona, entre otras cosas, con un final buenrollero, en el que reúne a todos sus protagonistas.
Fantástico y acertado reparto, con Paco León, Álex García, Natalia de Molina, Belén Cuesta, Luis Callejo y Candela Peña entre otros, donde todos y cada uno de ellos cumplen y bien, con un equilibrio entre las diferentes historias, todas ellas funcionan por igual gracias en parte a la experiencia de sus personajes, y al gancho de su temática.
Los actores se muestran desnudos de manera literal y figurada, todos los personajes llevan el nombre real de quien los interpreta, porque León siempre ha jugado con la delgada línea entre la ficción y la realidad en sus filmes; y consiguen ofrecer, a través de las 5 historias que se nos muestran, los ingredientes suficientes como para salir del cine eufórico de optimismo.
Me atrevería a decir que excitado, aunque si bien es cierto, la consistencia narrativa funciona a medias, ya que cada relato vive por sí mismo de manera independiente, como “sketches” cohibidos que no se atreven a unirse en orgía, a pesar de compartir un apetito similar por lo dramático y lo extravagante.
“Mi personaje tiene harpaxofilia, la gente que se excita mientras le atracan”, explica Natalia de Molina, quien asegura también, que se ha sentido tan a gusto durante el rodaje, que no quería que terminara.
“Paco consigue crear un ambiente tan bueno rodando, que ha sido muy fácil, creo que es uno de los mejores directores que hay en España”
Según explica el sevillano, en todas las historias que se cuentan “parece que el sexo es el problema, lo que va a hacer infelices a las parejas, y al final es la salvación.
Kiki, El Amor se Hace, no me parece nada escandalosa, es muy didáctica, muy blanca, un poco hippie incluso, aunque entiendo que haya gente que se puede escandalizar”
Y destaca, como viene siendo habitual en el cine de Paco León, por el trabajo de las actrices, por las que siente confesada predilección.
El gusto por lo femenino, no es lo único por lo que se ha señalado al director, como heredero directo de la obra de Pedro Almodóvar, pues el ya citado descaro de las palabras que salen de las bocas de sus personajes, o las situaciones surrealistas, entroncan de manera directa con los primeros filmes del célebre manchego.
Es obvio que tratar prácticas como “la lluvia dorada” en el cine, no resulta igual de transgresor en 2016, que cuando se hizo por primera vez con “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón” (1980), aunque sigue siendo igual de efectivo:
Cierto sector del público se escandalizará, otro lo encontrará hilarante.
¿En qué difiere Kiki, El Amor se Hace, de la original australiana?
En palabras del director:
“Ha habido una parafilia que cambiamos en el guión, porque no nos parecía acertada para los tiempos actuales:
El personaje de Natalia de Molina, en la versión australiana, quería que la violasen, y a mí me pareció eso delicado; entonces buscamos una filia que se pareciera:
El atraco con violencia.
La historia del triángulo amoroso, en la que yo actúo, no tiene ninguna filia concreta, sino que va pasando por prácticas sexuales, buscando cosas:
El “poli amor” no es una filia, pero sí un concepto sexual.
Investigando, descubrimos miles de filias, muy interesantes todas:
Hay para hacer muchas Kikis…”
Y es que en definitiva, más que de libertad sexual, el tercer largometraje de Paco León, es una oda a la diferencia, realizado con mucha libertad, moderneo, y a la vez, sin perder un ápice del carácter comercial lógico de una producción respaldada por Mediaset.
Algo que es digno de admirar, sobre todo, cuando se trata un tema tan arriesgado como el de las filias sexuales, raras y extravagantes, aunque sin ser muy explícita, no se corta un pelo a la hora de utilizar cierto vocabulario, o de mostrar escenarios extremos, como la secuencia en el club de sexo, por ejemplo.
Destacar a alguien es complicado, porque todos están muy bien dirigidos, y hay gran química, todos naturales, y con el punto exacto para decir y hacer lo que dicen, y hacen sin cruzar la barrera de lo chabacano.
León no tiene que ser explícito para ser sexual, y su metraje de 102 minutos, le obliga a no perder el tiempo, seleccionando los momentos cumbre de cada relato, para que la audiencia aprenda lo esencial y necesario, a la vez que se divierta.
A veces sobrevuela la sospecha de corto alargado en alguna de las historias, pero algún chiste u ocurrencia de los guionistas, siempre acaba por robarnos una sonrisa.
Hay media docena de escenas desternillantes, otras que generan sonrisas; y también tiene momentos gamberros:
El mensaje en el trasfondo del plano, donde ondea una bandera republicana; la búsqueda de la metáfora en el detalle de una jugosa fruta prohibida; la salvaje eclosión del instinto animal, ilustrado directamente en la pantalla, etc.
Paco León utiliza el sexo y el amor, de excusa para hablar del desastre al que aboca la falta de comunicación, el miedo a expresarse, y en confiar en el otro de una relación.
Mensajes que se ocultan en escenas terriblemente divertidas, y que nos va descubriendo poco a poco.
Y la conclusión es que pensar en sexo, no significa necesariamente pensar únicamente en sexo, ya que al mismo tiempo, también se puede pensar en atracos, plantas, lágrimas, sueños o, incluso, productos textiles…
Desde unos títulos de crédito en forma de collage, con animales en actitudes retozonas, hasta la presencia constante de lo vegetal y las frutas en las escenas, y el cartel del film; además de una banda sonora repleta de canciones de reminiscencias tropicales y latinas, toda la película, epidérmica y blanca, rezuma sexo, pero poco turbio:
La luz y el color, inundan los fotogramas de un film que intenta alegrar el alma al espectador, hacerle sentir bien, que se acepte, queme los armarios, evite represiones, y salga del cine con ganas de… ya se lo pueden imaginar.
Mención aparte merece la acertada banda sonora, con pegadizos temas como:
“Enamorada” de Pedrina y Rio, o “Fuego” de Bomba Estéreo
Ritmos latinos que ayudan a contagiar de calor el verano madrileño que vemos en pantalla.
“Sin ser nada de eso yo”
Nuestra especie sabe disfrutar de su sexualidad como ninguna otra y, siendo tan creativos, cuando se trata de algo tan complejo como el sexo, las posibilidades son infinitas.
Con amor, sin amor, con dolor, con toda clase de fluidos, entre 2, 3, 10 personas, una sola, y todo lo que puedas imaginar.
No obstante, esta misma razón es lo que lo convierte en un camino escabroso que para muchos, resulta muy difícil transitar.
De acuerdo a las normas sociales a las que el individuo debe ajustarse, sus fijaciones sexuales pueden resultar “extrañas”, perversas, o hasta enfermizas... pero siempre placenteras.
El amor se hace, pero mejor entre 2…
Eso del amor propio está muy bien, pero lo cierto es que resulta aburrido, e incluso a veces auto-impuesto por razones siempre insuficientes.
El amor hacia el otro, surge cuando menos te lo esperas para devolverte el doble de lo invertido.
No siempre se gana, pero siempre merece la pena jugar.
“¡Viva el sexo!”
Comentarios
Publicar un comentario