La Novia

“No te cases si no le amas”

El pasado, siempre reaparece entre familias que no han superado el desgarro provocado por sus enemigos…
Cualquier lector de la obra de Federico García Lorca, sabe de la fascinación que sentía el poeta granadino, por las costumbres del pueblo llano.
Aunque él había nacido en una familia relativamente rica, jamás se apartó de su inmenso interés por la cultura popular:
Los cantos, la música, las costumbres familiares, la presencia de una religión, casi pagana; y los tabúes establecidos.
“Bodas de Sangre”, es una tragedia en verso y en prosa, del escritor español, Federico García Lorca, escrita en 1931; y estrenada el 28 de marzo de 1933, en El Teatro Beatriz de Madrid, por La Compañía de Josefina Díaz y Manuel Collado.
El universo lorquiano, se define por un palpable sistematismo:
La poesía, el drama y la prosa, se alimentan de obsesiones:
Amor, deseo, esterilidad, y de claves estilísticas constantes.
La variedad de formas y tonalidades, nunca atenta contra esa unidad, cuya cuestión central, es la frustración; y esta obra es una producción poética y teatral, que se centra en el análisis de un sentimiento trágico.
Desde lo antiguo y lo moderno, en la manera de ver la tragedia; todo ello enmarcado en un paisaje andaluz, trágico y universal.
El tema principal tratado en este gran drama, es la vida y la muerte; pero de un modo arcano y ancestral, en la que figuran mitos, leyenda y paisajes, que introducen al lector, en un mundo de sombrías pasiones, que derivan en los celos, la persecución, y en el trágico final con la muerte; y el amor se destaca como la única fuerza que puede vencerla.
La obra, recoge unas costumbres de la tierra del autor, que aún perduran.
Todo ello a partir de objetos simbólicos que anuncian la tragedia.
Es constante en la obra de Lorca, la obsesión por el puñal, el cuchillo y la navaja, que en “Bodas de Sangre”, atraen la fascinación y, a la vez, presagian la muerte.
Los acontecimientos trágicos y reales en los que podría basarse la obra de Lorca, se produjeron el 22 de julio de 1928, en El Cortijo del Fraile, en Níjar, Almería.
Lorca los conoció por la prensa, si bien, la escritora y activista almeriense, Carmen de Burgos, originaria de Níjar, ya había escrito una novela corta sobre el suceso anterior a “Bodas de Sangre”, llamada “Puñal de Claveles”, fue también inspiración para el autor granadino.
Tenemos como personajes de la obra:
El Novio:
Hombre ingenuo y confiado, pero a su vez, sumamente apasionado.
No está dispuesto a que le quiten a quien ama, a su novia, y en esta misma pasión, encuentra la muerte.
La Novia:
Mujer impulsiva, apasionada e indecisa.
Dice ser arrastrada por una fuerza superior, para escaparse con Leonardo, o para que no la tachen de impura.
Leonardo:
Apasionado, vigoroso, profundamente enamorado de la chica que no lo conviene.
No se avergonzó en abandonar a su mujer ni a su hijo, para escaparse con La Novia; y es que Leonardo está casado con la prima de La Novia, lo que de cierta forma, le priva y a su vez aumenta su deseo.
Es el antagonista de la obra; y el único personaje con nombre propio.
La Madre del Novio, aparece durante toda la obra, y entrega información necesaria para la comprensión de la misma.
Es una mujer luchadora, de carácter fuerte, y apegada a la tierra.
Es una enemiga del uso de armas, ya que por causa de estas, perdió a su otro hijo, y a su difunto esposo en una riña.
La mujer:
Es la esposa de Leonardo; y entiende perfectamente el afán de su esposo por su prima, por lo que trata de evitarlo como puede.
Sin embargo, evidentemente, no lo consigue.
La Luna:
La luna juega un rol como “ayudante de la muerte”, pues, a través de la iluminación que ésta otorga, elemento teatral que es enfatizado varias veces por las acotaciones de la obra, en las que se menciona la intensa luz azulada que se debe proyectar cuando el personaje aparece.
La Muerte:
Aparece en el bosque como una mendiga, descalza y totalmente cubierta por tenues paños verdeoscuros.
Este personaje no figura en el reparto; y acompaña al Novio en busca de Leonardo y La Novia.
El padre de La Novia, es un hombre anciano, y quiere mucho a su hija, tanto como la conoce.
Él sabe que ella piensa en Leonardo, y no en su novio, pero quiere juntar los patrimonios de ambas familias, y tener nietos que trabajen las tierras.
Tenemos muchos símbolos, que de acuerdo con su gusto por los elementos tradicionales, Lorca los utiliza frecuentemente; y se refieren a la muerte aunque, dependiendo del contexto, los matices varían bastante.
El caballo:
Comúnmente es un elemento asociado con el sexo, la virilidad y la fuerza, características presentes en el personaje, con el cual el caballo está fuertemente ligado a lo largo de toda la obra:
Leonardo.
Y más globalmente, representa la pasión desenfrenada que conduce a la muerte.
Luna:
Nuevamente, La Luna es un elemento recurrente en la obra de García Lorca, simbolizando en la mayoría de las veces la muerte; y se vincula directamente con la violencia y el correr de sangre que esta implica.
El Cuchillo que es la herramienta de la muerte y la amenaza.
La Mendiga simboliza la muerte.
La corona de azahar, simboliza la pureza de la mujer, llevada en la ceremonia nupcial; etc.
Debido al gran éxito de su puesta en escena, “Bodas de Sangre” fue la única obra de teatro de Federico García Lorca, publicada en formato de libro, en vida del autor; y además de óperas, ballets y musicales, originalmente fue llevada al cine por Edmundo Guibourg en 1938, protagonizada por la musa lorquiana, Margarita Xirgu, que la estrenó en Barcelona, y posterior a la versión en teatro de su rival, Lola Membrives.
Y posteriormente, “Bodas de Sangre” ha sido objeto de inspiración de innumerables películas, mientras que en la literatura; Lorca es considerado un “poeta maldito”, cuya influencia se ha dejado sentir entre los poetas españoles del “malditismo”
“Me mojé las manos de sangre y me las lamí con la lengua.
Porque era mía”
La Novia es un drama del año 2015, dirigido por Paula Ortiz.
Protagonizado por Inma Cuesta, Asier Etxeandía, Álex García, Luisa Gavasa, Carlos Álvarez-Novoa, Ana Fernández, Consuelo Trujillo, Leticia Dolera, María Alfonsa Rosso, Manuela Vellés, Mariana Cordero, Carmela del Campo, Álvaro Baumann, Anchel Pablo, entre otros.
El guión es de Paula Ortiz y Javier García Arredondo; y es una adaptación libre de la obra “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca; pero que centra su eje dramático principal, en las figuras del Novio y La Novia; mientras Leonardo, completa el triángulo amoroso que sustenta la trama.
“A Lorca lo descubrí de muy pequeña, y tuve la suerte de que mis padres me leían versos.
“Bodas de Sangre” me provocó, de adolescente, una auténtica conmoción”, dijo la directora.
La Novia estuvo nominada a 12 Premios Goya:
Mejor película, director, actor principal (Asier Etxeandía), actriz principal (Inma Cuesta), actor revelación (Álex García), guión adaptado, música original, dirección artística, mejor maquillaje y peluquería, y sonido.
Ganando:
Mejor Fotografía y Mejor Actriz Secundaria (Luisa Gavasa)
La Novia se rodó en España y Turquía, en donde Capadocia, es un espacio de sueño, donde el amor corre a lomos de un caballo negro, pero Los Monegros, donde está rodada casi toda la película, es un espacio de rito y de muerte.
Sentimiento a flor de piel, espíritu y muerte, emociones contenidas que estallan y destrozan, vapuleadas sensaciones divididas entre el deber y la pasión; 2 hombres, una mujer, un amor, un deseo más fuerte que la ley y que la naturaleza salvaje del mundo que les rodea.
Desde pequeños, Leonardo (Alex García), El Novio (Asier Etxeandía) y La Novia (Inma Cuesta), han formado un triángulo inseparable; pero Leonardo y La Novia tienen un hilo invisible, feroz, imposible de romper…
Pasan los años, y ella, angustiada e infeliz, se prepara para su boda con El Novio, en medio del desierto blanco, de tierras salinas y yermas, donde vive con su padre (Carlos Álvarez-Novoa)
El día anterior a la ceremonia, a su puerta llama una mendiga anciana (María Alfonsa Rosso) que le ofrece un regalo y un consejo, mientras le da 2 puñales de cristal; así, un escalofrío recorre el alma y el cuerpo de La Novia.
Las cosas se complican, porque entre ella y Leonardo siempre ha habido algo más que amistad…
Una amalgama de odios ancestrales, familias con resentimientos nunca superados, defensa a ultranza de terrenos que se consideran propios, y una historia de amor a 3 bandas, que culmina trágicamente.
La lucha interior de La Novia para decidir entre El Novio apuesto, agradecido y cumplidor; y un Leonardo lleno de un magnetismo rebelde, salvaje e imposible de resistir, se expresa con una intensidad opresora e irracional, que de ninguna manera nos dejará indiferentes.
Y es que “Bodas de Sangre” es el romance trágico español por excelencia.
La lucha entre razón y corazón escenificado en una España de secano, en la que el paisaje devoraba a las personas.
Un trío amoroso en medio de un enfrentamiento familiar, con un final que todos imaginan desde el primer momento...
La Novia es, ante todo y sobre todo, una gran historia de amor, una de las tragedias más bellas del imaginario español, donde el paisaje hipnótico, envuelve a unos personajes fascinantes, equiparables al “Romeo y Julieta” de la cultura anglosajona, dentro del universo mediterráneo.
“Óyelo bien, yo no quería”
La directora Paula Ortiz, afronta un osado desafío que supera con creces.
Un torrente de imágenes sugerentes, que no dan respiro al espectador que acepta desde el principio, un impacto emocional estructurado con gran inteligencia.
El simple hecho de atreverse a adaptar la obra de Lorca, ya es un acto de descaro innegable; y La Novia es un canto a la belleza desasosegaste de la mujer del sur:
Pasional, sangrienta, provocativa, sumisa, destructiva, tradicional, y sexual.
El guión, firmado por Ortiz, junto a Javier García Arredondo, adapta brillantemente el texto lorquiano, y acierta de manera primorosa, al mezclar el mismo con las canciones populares del propio Lorca.
Así mismo, las maravillosas frases del poeta granadino, se van deslizando poco a poco a lo largo de un film que es más que nada visual y auditivo, en el que el propio texto, es un simple cimiento en el que Paula Ortiz ha construido una obra propia.
Estamos ante una tragedia rural, con odios atávicos, muertes que claman venganza, y linajes enfrentados e irreconciliables.
El amor parece la única vía de escape, el único rayo de luz en un ámbito claustrofóbico y sombrío, lleno de aristas y sinsabores, lóbrego e inhóspito.
Pero en realidad, es el desencadenante de la ruina de una aún mayor desdicha, y siembra una amargura que trunca toda esperanza, y vuelve el paisaje en un erial sin más promesa que un dolor sin fondo ni medida.
No hay forma de escapar a la fatalidad y al desconsuelo, cuando todos te están mirando, y recordando tus faltas...
La Novia empieza después de los hechos decisivos, para luego ir atrás en el tiempo, desde que los personajes eran niños, y años después, cuando son adultos.
Una ceremonia nupcial, es el detonante del drama que va minando la fortaleza de quienes lo padecen:
Son 2 amigos de la infancia, que han compartido deseos amorosos con una muchacha:
Uno de los chicos, proviene de familia rica, El Novio con el que va a casarse; y ofrece una vida larga, estable y tranquila.
El otro, de extracción más humilde, provoca en ella sentimientos indomables de deseo.
Mientras La Novia, que acepta casarse con uno de ellos, porque el otro, Leonardo, ya contrajo matrimonio con una prima suya (Leticia Dolera), y ha sido padre.
Pero La Novia es incapaz de olvidar aquel primer amor…
La boda deviene un cúmulo de hipocresía, apariencias engañosas, odios mantenidos en secreto, y un volcán a punto de entrar en erupción.
Y la directora, aporta también elementos mágicos y oníricos a su particular Novia:
Convierte la tragedia en fábula fantástica, y resta catarsis.
La poesía de Lorca que marcaba paso a paso la tragedia, queda convertida en cuento fantasmal, con sus criaturas atrapadas.
Así, Paula Ortiz arriesga con sus dagas de cristal, con las ensoñaciones premonitorias de La Novia, rompe la elipsis de la muerte de los 2 hombres, y crea uno de sus momentos más arriesgados; aumenta el protagonismo de la mendiga, como la muerte… y une las raíces y el futuro de La Novia en su imagen; y recrea la infancia de sus protagonistas, y la raíz de su tragedia…
Estéticamente, la propuesta es arriesgada, e intenta buscar la sensibilidad y emoción a la historia de amor fatal.
Elegante dama que viste, camina y habla con valentía e inteligencia de un autor tan importante como Lorca; luna, muerte y esos matizados rotos cristales que Paula Ortiz expone con habilidad artística, para un trabajo exquisito, donde todos sus componentes están a la altura del escritor al que representan.
Escenografía con mayúsculas, que se complementa con una letra contundente, unos enfoques estudiados, y una centralización en esa expresión facial, cuyo rostro capitanea con estilo, vigor y carisma.
Y una enérgica protagonista, opulenta en sus registros interpretativos.
Interesante, magnética, imparable, unidad de recuerdo inolvidable que llega, arrasa y devora por dentro.
Toda la obra es para un público exclusivo, que disfruta con esa calmada e inquietante coreografía que precede al estallido de la perversión por perder lo que se posee por ley, que no por corazón; por lo que no todos caerán embelesados ni extasiados, y dependerá de su capacidad sugestiva de intimar; pero todos, sin excepción alguna, estarán de acuerdo:
Excelente y admirable plasmación del sangriento casamiento de un García Lorca satisfecho, si éste pudiera dar su opinión.
No obstante, la decisión de su directora, de desarrollar el tramo final de día, y sin tener en cuenta los 2 grandes bandos en los que se divide la deuda de sangre, la alejan del clásico en el que se basa.
Y prefiere acabar centrándose en La Novia, y no tanto en los elementos fantásticos y costumbristas de la época.
Edificios derruidos, de otro tiempo, cercan la historia, dejando claro que puede ocurrir en cualquier lugar, en cualquier tiempo; y sigue ocurriendo que la pasión nos devora y arrastra sin que podamos hacer nada por evitarlo, e incluso, una palabra de perdón, puede parecer fuera de lugar para los que nos quieren.
Donde de verdad acierta La Novia, es con una fotografía alucinante, de una belleza estética indescriptible, bestial trabajo de relieve de Migue Amoedo, en la atmosfera “fantastique” de la historia, como las apariciones proféticas de una anciana fantasmagórica, las visiones oníricas de la protagonista; y el hermoso estallido de cristales; en sus guiños al “western” fronterizo y telúrico, como el “flashback” que relata uno de los primeros enfrentamientos entre familias, el terreno desértico donde transcurre la acción, etc., donde gravita esta tragedia escénica, y por ello, el personaje requería de una actriz excepcional; y lo ha encontrado en la valenciana Inma Cuesta.
Su creación del dubitativo personaje, siempre sumido en la duda, la desazón, y el miedo, resulta extraordinaria.
Para Inma Cuesta:
“El texto era complejo, tan poético, y había que decirlo de manera natural, que sonara de verdad.
Eso era lo que más le preocupaba a Paula.
No se podía decir de cualquier manera.
Quizás porque tengo el texto de Lorca muy incorporado en mí de forma natural, quizás porque lo he leído mucho, entendía muy bien el conflicto de la protagonista.
Creo que es difícil ser honesto con uno mismo, y si uno no lo es al 100%, tampoco lo será con los demás.
A mi personaje le faltó la fuerza y la valentía para tomar en su momento, una serie de decisiones, y acaba equivocándose, y ahí se crea el drama.
El 50% de mi trabajo, son los ojos de Asier Etxeandía y de Álex García, ellos son el latido de La Novia, y forman parte del viaje de ella.
Hemos formado un trío maravilloso, y es el mayor regalo que me llevo de la película.
Creo que cuando tienes un compañero generoso, que se entrega igual que tú, hay una comunión que hace que te crezcas, que puedas abrirte más todavía.
Ha habido mucho amor entre los 3, me emocionaban al mirarme, había mucha verdad”
Junto a ella, destaca Luisa Gavasa, como su futura suegra, la cual ni perdona, ni olvida los muertos causados a lo largo de los años en las disputas entre las familias del pueblo, que le han costado despedir prematuramente a su marido, y a alguno de sus hijos.
Cada frase de Gavasa, con una dicción de la que deberían aprender muchos actores jóvenes, es un dardo que duele al espectador.
La Gavasa, ha nacido para ser madre lorquiana; su desgarro es el de todos, y sus versos, también.
Ella representa a los viejos que se afanan en esa felicidad, dejando atrás el dolor, pero es La Madre del Novio la que no puede olvidar, la que se resiste a embargarse de felicidad.
Quizá porque la felicidad de otros, significa su soledad; quizás porque sabe que dentro de nosotros mora un animal hambriento, que no disculpa ni perdona.
Su fortaleza queda como testigo ingobernable de un carácter que pocos tienen, pues es la única que puede enfrentarse a La Novia, en determinación, aunque donde una escogió el desierto, la otra escogió la llama…
Además, tenemos a otras actrices:
Ana Fernández, Leticia Dolera y Manuela Vellés, completan un elenco femenino excepcional, y que será recordado por mucho tiempo.
Y es un acierto de “casting”, la elección de los actores masculinos principales:
Asier Etxeandía como El Novio, que pasa de la ternura a la venganza, en un papel por el que por fin está en el punto de mira.
Despliega mucho sentimentalismo en la mirada y en los gestos, que dan un vuelco al develarse la realidad esperada, haciendo salir toda la furia retenida por celos que nunca pensó sentir y vivir.
Y Álex García como Leonardo, está bien en su personaje de macho, que hace tambalear el matrimonio.
Leonardo es puro sexo, no es baladí que tenga ese aire muy masculino con barba, y la rebeldía de su melena larga, es una bomba sexual de pura pasión.
Junto a ellos, un notable Carlos Álvarez-Novoa, a quien la directora homenajea en los créditos, pues La Novia representó uno de sus últimos trabajos antes de fallecer.
Pero quien hilvana a la perfección este, en apariencia desmesurado desafío es, cabe repetirlo, la directora Paula Ortiz.
La Novia es su 2º largometraje, y predice un gran futuro artístico por su capacidad para entrelazar per¬sonajes y situaciones en imágenes siempre inspiradas.
Por criticar algo, no suele convencerme la mezcla de antiguo y moderno, en cuanto a la ambientación; y claro está, por ser una historia conocida, no existe el atractivo de la sorpresa…
Si bien es un filme muy femenino, viniendo de Lorca, hubiera sido fantástico, si el objeto del deseo, hubiera sido uno de los hombres, y no la novia, siempre manteniendo el trio de 2 hombres y una mujer…
Pero lo que se ha querido representar, es la mujer como símbolo y denuncia de un ancestral yugo que la condena a la alcoba, al claustro, a la resignación, al ostracismo… si no tiene un macho que vele y luche por ella.
¿Ya superado?
Quizás…
Sin embargo, no podemos escapar al juicio, en que ella es un calentón que no se decide, y por ello causa la muerte de los hombres que la han querido, como una tarántula/mantis religiosa; pero considero un sacrilegio mantener este juicio, tratándose de Lorca.
De las escenas, destaca una, la del baile en grupo en la celebración de la boda, que de pura belleza duele, y conmueve:
La Novia transmite toda la desesperación de su prisión emocional, toda la necesidad de encontrar en medio de ese baile, un beso furtivo con Leonardo, de tal forma que el espectador sufre con ella, mientras la música, el montaje de imágenes, y la propia Novia, lo sumerge en una tensión que sólo el llanto silencioso puede liberar.
Por último, la banda sonora de canciones populares, o que recrean el mundo poético lorquiano, como la presencia de “La Tarara” que canta Inma Cuesta; o la versión de Soledad Vélez de “Take this waltz” de Leonard Cohen, entre otras, todo envuelto con la especial y hermosa melodía de Shigeru Umebayashi.
“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”
Es lo que decía el propio Lorca; y es que los grandes dramas románticos, esas historias de amor en las que los sentimientos se llevan hasta sus últimas consecuencias, parecen una fórmula en vías de extinción, hoy en el cine.
El romanticismo en su sentido más clásico, en su sentido más trascendental y trágico, es cosa del pasado, de otra época en la que “los cuentos de hadas” eran más un objetivo, que una fantasía.
Una época en la que la pasión se presuponía eterna.
Por eso, se agradece que en la era de las relaciones de “quita y pon”, una joven aragonesa, decidiera dar vigor a una de las grandes obras de García Lorca, y que lo hiciera, además, volcando todos los medios a su alcance, para enfatizar los detalles más pequeños, pero más intensos, como ese roce de manos entre la recién casada, y el amor de su vida, esa caricia prohibida que emana chispazos de sufrimiento y deseo, y una llama que los consume de fondo…
Una adaptación contemporánea, de una de las obras más laureadas y preciadas del poeta sentimental por antonomasia, que merece bien verse de pie.
Porque no son fáciles las adaptaciones cinéfilas de clásicos literarios.
Nunca lo fueron, y nunca lo serán, dado que el elemento que hace triunfar al papel es la imaginación.
Un aspecto poderoso, diferencial e inimitable, que lastra indirectamente al cine a la hora de representar la obra que se precie, ya que El Séptimo Arte, cambia la imaginación por la visualidad, y en gran parte le funciona, puesto que un libro podrá tener la imaginación de una fotografía mágica, o la imaginación de una música preciosamente perpetua, pero es el cine quién la muestra de una manera real y tangible, dejando por obsoleta la imaginación.
Es obvio que las sensaciones que deja un buen libro, no las da una buena película, y viceversa.
Por ello, es una práctica habitual en el cine anglosajón, las relecturas/actualizaciones modernas de clásicos de la literatura universal.
Ya sea convertir a Shakespeare en una comedia romántica para adolescentes, o a F. Scott Fitzgerald en un fastuoso espectáculo visual.
Estos ejemplos como La Novia misma, de Lorca, representan solo la punta del iceberg, de un fenómeno que siempre ha gozado de buena salud.
Y con La Novia, se evidencia que Federico García Lorca, está presente, y más vivo que nunca.

“Porque yo me fui con el otro.
¡Me fui!
¡Tú también te hubieras ido!
Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes”



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