2010: The Year We Make Contact

“Something wonderful is about to happen”

En un futuro próximo, cuando El Sol muera, las galaxias de Andrómeda y La Vía Láctea colisionarían, y sus efectos dependerán de la zona que atraviese El Sistema Solar, pudiendo ser desde sólo un cambio gradual del aspecto del firmamento visible, hasta un distorsión gravitatoria importante, si El Sistema Solar fuese a pasar por regiones de alta densidad de estrellas, y la probabilidad de encuentros cercanos aumentaría drásticamente.
Nadie tiene muy claro lo que esto podría significar, pero se ha apuntado por ejemplo, que el número de cometas lanzados desde la nube de Oort hacia el interior del Sistema Solar, podría aumentar de manera drástica.
Un universo en expansión eterna, parece un universo desolador que terminará como una nube de partículas subatómicas que irá perdiendo energía, y disminuyendo de densidad eternamente.
Mientras un universo con colapso futuro, se irá calentando con el tiempo, produciéndose una especie de “retorno” al fuego original del “Big Bang” donde la materia, en el caso de subsistir antes de su desintegración radiactiva, irá pasando por distintas transiciones de fase, donde se irán destruyendo los átomos, núcleos, finalmente acabando en partículas elementales cada vez más exóticas y de mayor energía.
Ninguno de los escenarios se parece precisamente al “Paraíso”
La vida parece condenada a la extinción, y todos los sueños, deseos y esperanzas de la civilización humana, perdidos para siempre en la inmensidad de un universo vacío y congelado, o abrasados en un Gran Gemido final.
Sin embargo, existe un factor que no hemos tenido en cuenta, y que podría ser ciertamente relevante para el destino final del Universo:
La vida inteligente.
Esto es debido a que la vida inteligente tiende a manipular la naturaleza en su propio beneficio, introduciendo un factor intencional, que no se puede tener en cuenta en física.
Al igual que la vida inteligente en La Tierra está transformando el planeta, en el lejano futuro, podría manipular y transformar la evolución de nuestra galaxia, y por qué no, del Universo a gran escala.
“Is there life beyond the stars?”
2010: The Year We Make Contact es una película de ciencia ficción, del año 1984, escrita y dirigida por Peter Hyams.
Protagonizada por Roy Scheider, Helen Mirren, John Lithgow, Bob Balaban, Elya Baskin, Keir Dullea,  Candice Bergen, Madolyn Smith Osborne, Dana Elcar, Taliesin Jaffe, James McEachin, Jan Tríska, Mary Jo Deschanel, Larry Carroll, Saveliy Kramarov, Natasha Shneider, entre otros.
Se trata de una secuela de la película de Stanley Kubrick, “2001: A Space Odyssey” (1968), y se basa en la novela de Arthur C. Clarke en 1982:
“2010: Odyssey Two”, que es la 2ª novela de la saga “Odisea Espacial” que incluye:
“2001: A Space Odyssey” (1968); “2010: Odyssey Two” (1982); “2061: Odyssey Three” (1987); y “3001: The Final Odyssey” (1997)
Pero tiene su germen en los cuentos cortos:
“The Sentinel” (1948) y “Encounter In The Dawn” (1953)
Aunque “2001: A Space Odyssey” había sido concebida como una aventura auto contenida, Clarke decidió escribir su secuela después de que la sonda Voyager sobrevolara Júpiter y sus lunas, a finales de los años 70, proporcionando información e imágenes sin parangón hasta el momento.
La novela es, por tanto, una continuación de la película de Stanley Kubrick, más que de la novela original; donde, en ese relato, una civilización alienígena avanzada, establecía un puesto de control en La Luna, con el objetivo de observar la evolución de la especie humana, y realizar un contacto cuando estuviese suficientemente desarrollada.
La secuela relataría la recuperación del Discovery, y los intentos de estudio del Monolito que orbita alrededor de Júpiter, y guarda, en una monumental sorpresa final, una de las ideas más impactantes de la literatura de su autor.
La serie combina así, varias convenciones narrativas de ciencia ficción con un tono metafísico; puesto que las historias y los ajustes en los libros y las películas divergen, Clarke sugirió que la “continuidad” de la serie, representa acontecimientos en un conjunto de universos paralelos; y advierte en varios de los episodios de la saga, que cada una de las novelas, es una variación sobre el mismo tema, más que una secuela en el sentido estricto, y que cada una “tiene su propio universo”; por ello, no es raro encontrar inconsistencias entre las diferentes novelas en cuanto a hechos, nombres y lugares, que, sin embargo, no alteran lo esencial de la trama.
2010: The Year We Make Contact estuvo nominada a 5 Premios Oscar:
Mejores efectos visuales, vestuario, dirección artística, maquillaje y sonido.
De hecho, esta película tuvo más nominaciones que la película de Kubrick; que obtuvo 4, y un Premio a los Mejores Efectos Visuales; pero esta, al final, no se llevó ninguno.
Rodada en Nuevo México y Washington DC; la acción tiene lugar 9 años después de que la USS Discovery se perdiese en el espacio, por lo que una expedición conjunta de los Estados Unidos y La Unión Soviética, es enviada a Júpiter para reactivar el ordenador HAL 9000 (Douglas Rain), que dirigía la nave accidentada, y para averiguar qué problema frustró la expedición del Discovery.
Así, en la Alexei Leonov que, aunque tripulada por soviéticos comandada por la Capitán Tanya Kirbuk (Helen Mirren); Maxim Brailovsky (Elya Baskin), ingeniero en estructuras; El Dr. Vladimir Rudenko (Saweli Kramanov), Oficial Medico; Alexander Kovalev (Jan Tríska), Oficial de Comunicaciones; Yuri Svetlanov (Vladimir Skomarovsky) ingeniero en propulsión; Nikolai Ternovsky (Victor Steinbach) ingeniero en control de sistemas; Irina Yakunina (Natasha Shneider) técnico medico; y Vasili Orlov (Oleg Rudnik) como navegante; también lleva a bordo a 3 estadounidenses conocedores de las interioridades del Discovery:
Los doctores Heywood R. Floyd (Roy Scheider) y R. Chandra (Bob Balaban), creador de HAL 9000, que significa “Heuristic Algorithmic Computer” u “Ordenador de Algoritmos Heurísticos”; junto con Walter Curnow (John Lithgow), ingeniero en control de sistemas.
Cuando llegan a su destino, encuentran el gran monolito negro que la primera expedición pretendía investigar.
Durante años, 2010: The Year We Make Contact, fue la única sucesora narrativa y estilística en ciencia ficción, cine y literatura, de “2001: A Space Odyssey”, película y novela; que por fin, su influencia se plasmó en otras películas, donde los directores perdieron el miedo a la herencia de Kubrick, y que solo Hyams había afrontado como reto; y al aceptarla, surgieron como obras independientes que se sostienen por sí mismas, en narración y estética cinematográfica.
La cuestión nunca ha sido negar su importancia, sino permitir que otras cintas compartan el Olimpo donde reina; y podemos decir que sí, que el Monolito está lleno de estrellas.
Aquí, la historia de ciencia ficción se desarrolla de acuerdo a los cánones del género, adoptando por momentos la estructura del “thriller” o del suspense.
Ello repercute en la pérdida de esa aura mágica que sobrevolaba muchos de los planos del filme de Kubrick; y se pierde lirismo en favor de una explicación excesiva; porque eso es en definitiva lo que sucede:
Se explica todo en demasía, eliminándose la implicación del espectador.
Se desmitifica el fallo de la computadora HAL 9000; se “racionalizan” las transformaciones corporales que sufre el astronauta Dave Bowman; se explica claramente el significado de los monolitos; se introduce una subtrama geopolítica como telón de fondo, que con la caída del bloque soviético, vista en la actualidad, queda totalmente obsoleta... y se pierde la magia para dar paso a un raciocinio desmesurado que, si bien no es algo malo en sí mismo, sí convencionaliza el relato; pero aun con todo, la historia es tan sumamente interesante y desbordante de originalidad, que logra cautivar al espectador, porque reúne muchos de los elementos que un filme de ciencia ficción debería tener, como las tecnologías futuristas, la siembra de dilemas existenciales/filosóficos o la solvencia en el ámbito de los efectos especiales; y supone, tanto a nivel narrativo como de dirección, un producto sólido y disfrutable.
“The thing's hollow!
It goes on forever, and... oh My God, it's full of stars!”
Gran parte del motivo de que 2010: The Year We Make Contact esté un tanto olvidada, supongo que es el cargar con el peso de ser la hija de quien es; una de las más grandes películas de la historia, un momento cumbre en el cine de ciencia ficción, y un muy respetable libro que fue al fin y al cabo, el germen de todo lo que Kubrick hizo después; y como él no estuvo interesado en crear una secuela de su propio “2001: A Space Odyssey” (1968), el director Peter Hyams mostró interés; y se puso en contacto con el escritor Arthur C. Clarke, y con el mismo Kubrick para su aprobación.
Por su parte, Kubrick le aseguró que estaba bien con él, y animó a Hyams a hacer la película que quería; y durante la etapa de planificación, se proporcionó una conexión por correo electrónico a Peter Hyams, en Hollywood; y Arthur C. Clarke en Colombo, Sri Lanka; para que Hyams pudiera consultar regularmente a Clarke, sobre cómo adaptar la novela a la pantalla de cine.
Como dato, en 1983 y 1984, tal correspondencia por correo electrónico era prácticamente desconocida fuera de la comunidad académica, y fue ciertamente, la primera para el mundo del cine.
Los resúmenes editados de los correos electrónicos, fueron publicados como un libro llamado “The Odyssey File”, en 1984.
Pero para entonces, Stanley Kubrick había destruido todos los modelos y decorados de “2001: A Space Odyssey” (1968) para evitar su reutilización, por tanto, el modelo de la nave espacial Discovery, tuvo que ser construida a partir de imágenes; además, 2010: The Year We Make Contact solo puede entenderse como un complemento de la obra de Kubrick, no de forma independiente, pues la historia no tendría mucho sentido, y eso es precisamente el mayor de sus defectos.
La diferencia está en que el film de Kubrick tiene toda la información para ser entendida por su público, pero se expone visual y abstractamente, por medio de una edición estructural y no clásica; en cambio, 2010: The Year We Make Contact construye su guión de una manera más clásica, y se apoya en columnas más conocidas, como diálogos y actuaciones del elenco; por lo que tendría que sostenerse en sí misma, con sus propios logros, frente a su hermana mayor; y lo logró con creces, y por encima de las expectativas o los estúpidos rechazos gratuitos.
Ante todo, y para situarnos, en el contexto, La Unión Soviética es un régimen férreo y gerontocrático, ese año, Yuri Andropov era sustituido por Konstantin Chernenko, otra cara pero misma política; y Ronald Reagan regía La Casa Blanca con su política con La URSS como “El Gran Satán”; mientras Alemania partida en 2, y una de ellas y varios países con un sistema detrás de muros con alambradas.
La amenaza nuclear era muy real, y pensar en un Gorbachov o en la caída del muro, estaba más allá de la ciencia ficción, era simplemente, una utopía.
Así, 2010: The Year We Make Contact comienza con un reportaje donde se reanudan los acontecimientos ocurridos con la nave Discovery.
Este informe concluye firmado por Heywood Floyd, y fechado el 9 de diciembre de 2001; donde se menciona que el segundo monolito se encuentra en el “punto de Lagrange entre Júpiter e Ío”
En la astrofísica, el punto de Lagrange, indica una órbita estacionaria entre 2 cuerpos celestes, situados en un lugar equilibrado entre las 2 gravedades, haciendo que el objeto permanezca en el espacio exterior, sin caer en ninguno de ellos.
Pero Floyd vive retirado de la actividad espacial, enseñando en una universidad; pues fue culpado por el fracaso de la misión del Discovery a Júpiter, con la desaparición de la tripulación, y la pérdida de la nave en el proceso de investigación del monolito alienígena que orbitaba el planeta.
Ahora, los rusos le acercan una propuesta:
Formar parte de la tripulación de la nave espacial Leonov, la que llegará al Discovery un año antes que la misión de EEUU.
Convenciendo a sus superiores, Floyd, Chandra, el diseñador de HAL 9000; y Walter Curnow, el diseñador del Discovery; se embarcan en la misión para investigar lo sucedido 9 años antes; pero las tensiones políticas entre La URSS y EEUU se acrecientan, y el clima interno en la nave se enrarece.
Al llegar a Júpiter, descubren en la luna Europa, rastros iniciales de vida, y la presencia del monolito; pero extraños cambios en la superficie de Júpiter, y la presencia fantasmagórica del astronauta perdido, Dave Bowman (Keir Dullea) hacen presagiar que algo sobrenatural está por ocurrir, justo cuando La Tierra se encuentra al borde de una guerra mundial…
Así, la misión es descubrir lo que salió mal con la misión anterior, investigar el Monolito en órbita alrededor del planeta, y para explicar la desaparición de Dave Bowman.
Ellos suponen que esta información se encierra lejos de la nave Discovery, ahora abandonada.
En la llegada al sistema de Júpiter, la tripulación del Leonov envía una sonda robot a explorar la superficie de la luna helada Europa; y vislumbra lo que parece ser una enorme forma de vida moviéndose bajo el hielo, pero antes de que pueda ser fotografiada, la sonda es destruida inexplicablemente por un estallido de luz.
Por su parte, el Discovery se encuentra abandonado en la órbita alrededor de la luna de Júpiter, Ío; y es encontrado cubierta de azufre, debido a la actividad volcánica de esa luna.
El Leonov se encuentra con el Discovery, y después de que Curnow la ponga en condición operacional, las 2 naves se encuentran con el gigantesco monolito.
El Dr. Chandra reinicia a la computadora HAL 9000, para determinar si tiene alguna información sobre lo sucedido en 2001; mientras el gigantesco monolito negro es descubierto en órbita alrededor de Júpiter.
Las observaciones remotas, no contestan sus preguntas, entonces el cosmonauta, Maxim Brailovsky, vuela en una cápsula espacial encima del monolito para una mirada de primer plano, así como Bowman había hecho antes de que desapareciera.
Cuando Max se acerca al monolito, un gran estallido de energía hace erupción, matando a Max y destruyendo la cápsula espacial.
Una sucesión de escenas, sigue la exploración de Dave Bowman que ha sido transformado en una entidad incorpórea:
El avatar de Bowman, viaja a La Tierra, haciendo contacto con individuos significantes de su pasado humano:
Él cepilla el pelo de su madre enferma antes de morir, y aparece en la pantalla de la televisión de su viuda, manteniendo una conversación con ella...
Entretanto las tensiones políticas entre los Estados Unidos y La Unión Soviética se intensifican; los astronautas estadounidenses son obligados a dejar el Leonov, ya que es considerado territorio soviético, y vuelven al Discovery, que todavía pertenece a los Estados Unidos.
Allí, una aparición de Bowman ante Floyd, le advierte que deben dejar Júpiter dentro de 2 días; a lo que Floyd pregunta lo que pasará en ese momento, y Bowman contesta:
“Algo maravilloso”
Floyd tiene dificultad para convencer al resto de la tripulación al principio, pero entonces, una mancha oscura en Júpiter, se empieza a formar y crece hacia afuera…
Las observaciones del telescopio de HAL, revelan que La Gran Mancha Oscura, es de hecho una inmensa población de monolitos negros, que aumentan en número a una proporción exponencial.
Ninguna nave es capaz de alcanzar La Tierra en una salida temprana, así que Floyd y la tripulación del Leonov, diseñan un plan para usar al Discovery como un propulsor.
Desgraciadamente, se dejará a HAL y al Discovery en la órbita joviana, con el combustible insuficiente para escapar.
Floyd y Chandra, están angustiados por si HAL pudiera volver a desarrollar su neurosis al recibir órdenes contradictorias con el objetivo de la misión, y descubrir que sería abandonado.
Por lo que el Dr. Chandra se arriesga en convencer a HAL, de que la tripulación humana está en peligro; HAL entiende, y está de acuerdo con que deberá sacrificarse, si es necesario, para salvar a todos los humanos a bordo del Leonov.
La tripulación del Leonov, hace una salida apresurada de la órbita de Júpiter a tiempo, para dar testimonio de cómo el enjambre de monolitos engulle a Júpiter.
Los monolitos, aumentan la densidad de Júpiter al punto que el planeta logra altas temperaturas, y la presión necesaria para la fusión nuclear, volviéndose así una estrella pequeña.
Al dejar el Leonov la órbita de Júpiter, HAL es ordenado por Bowman, para transmitir el mensaje… y la historia concluye con las imágenes de construcciones famosas en La Tierra, con 2 soles en el cielo, y la voz de Floyd explica que este milagro inspiró a los líderes de las superpotencias para acabar su alejamiento.
Finalmente, vemos a Europa que se está transformando gradualmente de un baldío helado a una selva húmeda.
La última imagen, es del Monolito que está de pie en un lago, mientras espera implícitamente a una forma de vida inteligente para evolucionar.
En una época en la que George Lucas había revolucionado el mundo cinematográfico con su saga de Star Wars, todas las películas de ciencia ficción querían ir en ese camino.
Y Peter Hyams ofreció algo diferente, un cine más adulto, más reflexivo, y sin dejar de lado la espectacularidad.
Las escenas espaciales de 2010: The Year We Make Contact son buenas, y hay momentos de gran tensión, como el paso de 2 astronautas al Discovery abandonado; o el interior de la nave rusa Leonov, que recuerda por momentos al Nostromo del filme “Alien” (1979)
En el fondo, lo que hace 2010: The Year We Make Contact, es precisamente intentar resolver algunas de las cuestiones de quienes se fascinaron e indignaron con el filme anterior, el de Kubrick; y es cierto que Hyams no es un poeta de las imágenes ni un innovador, pero esta es una pequeña joya en sus propios términos:
Tiene una estructura más “standard”, un desarrollo de personajes más lineal, y una aproximación más sencilla al tema; es obvio que al lado del filme de Kubrick no merece comparación, pero se mantiene en sus propios pies de modo muy digno; porque “2001: A Space Odyssey” (1968) fue el parteaguas estético y fílmico del género cinematográfico de ciencia ficción.
Hay un antes y un después de él, en la historia del cine; y el genio y el talento de Kubrick, plasmado en esa cinta, es indiscutible.
En ese sentido, el film de Hyams, es una excelente continuación del de Kubrick, y de la misma obra de Clarke:
Tiene valores, ideas argumentales y momentos de realización propios, que hacen que el film sea válido y disfrutable por sí mismo.
Al igual que con Kubrick, también está lleno de estrellas, sólo que son distintas a las de su hermana mayor; así, 2010: The Year We Make Contact es más clásica, ya que se filmó con formas cinematográficas más cercanas al tipo de narración que conocemos; pero dentro de dichas formas, sí hay continuidades válidas y coherentes entre ambas:
Personajes, situaciones y acciones planteadas en el primer filme, llegan a un nuevo clímax argumental en esta secuela; y la filosofía de Clarke, está planteada en ambas cintas:
La evolución de seres físicos con base en el carbón a entidades de energía “espirituales”, las maravillas mágicas del monolito…
Aún en el manejo de las imágenes a nivel de plano, toma y algunas ediciones, hay continuidad; por ejemplo, en el manejo visual de la nave Discovery.
También aparecen en continuidad:
Dave Bowman, HAL 9000 y su misma voz, Douglas Rain; vestuarios, escenografías y otros elementos.
Claro, hay que contar con la presencia del monolito en ambas cintas, y el uso como puente emocional simbólico del tema de Richard Strauss en la banda sonora.
Pero lo importante es como Hyams conjunta los elementos provenientes del mundo visual de Kubrick, y los reelabora con éxito para dar vida propia a su propuesta.
De los efectos especiales, realistas, en cuando buscan recrear las condiciones reales de la presencia humana en el espacio ingrávido; también porque están sujetos al director y al seguimiento argumental:
La cooperación científica y entre astronautas, con independencia de las ideas políticas, para llegar al trabajo en equipo para la sobrevivencia del ser humano; la posibilidad de vida extraterrestre, con bases reales en Europa, y bases imaginativas a través de la presencia del monolito; los seres humanos tienen bases en común por encima de ideologías.
Hyams, da vida a una de las escenas más humanas de la novela:
La cosmonauta soviética, Irina, se refugia con Heywood Floyd, para pasar por el aterrador trance de la desaceleración del Leonov.
El compartir esa experiencia, crea un lazo especial humano entre ambos personajes, aunque no hablen el mismo idioma.
Están también las amistades entre Max Brailovsky y Walter Curnow, la estimación entre Heywood Floyd y la comandante Tanya.
Son planteamientos de relaciones humanas de Clarke, que Hyams desarrolla; y al conjuntar todos estos elementos en una puesta en escena pulcra y respetuosa, con tintes creativos propios, Hyams consolida su propio film.
El hecho es que, a pesar de sus nobles intenciones, 2010: The Year We Make Contact tiene sus propios problemas:
El primero y más obvio, es la referencia a situaciones políticas que han quedado desfasadas, algo no previsible para 1984.
Hoy, La URSS no existe...
El segundo problema, son las secuencias en La Tierra que, tecnológicamente, también se han quedado en el tiempo:
Ver a Floyd sacando cálculos con una Apple IIe en la playa, semejante ladrillo de notebook, es anacrónico.
Y el tercer problema, es que hace un trabajo impresionante de crear tensión durante el viaje, pero al momento de la llegada a Júpiter, y encadenarse temáticamente con el filme de Kubrick; lo que aporta es realmente poco.
Uno puede ver el talento de Hyams para generar imágenes impresionantes, sorprendernos con las tensiones que involucran un grupo de humanos contra lo vasto del espacio sideral, como la caminata espacial para abordar el Discovery es formidable; pero al momento de contactar al monolito, y aparece Bowman, cuenta poco y nada.
No es problema de Hyams, sino del libro de Clarke; Bowman solo repite maquinalmente que “algo fantástico va a suceder”, y termina por echar a la misión ruso/estadounidense de Júpiter, en vez de que Floyd u otro lo bombardee de preguntas sobre, qué es estar en comunión con el monolito alienígena.
Incluso, la reaparición de HAL 9000 es algo desnatada, y se justifica el accionar de la computadora por simplemente recibir órdenes contradictorias.
Ya no es el ordenador paranoico que desea también acercarse a descubrir la naturaleza divina del monolito, el hacedor de mundos, sino que se trata de una superposición de rutinas de programación.
Es algo simplista, y lo de HAL, no deja de ser un cameo extendido.
La parte científica es admirable, por supuesto.
Considero todo un acierto, el cambiar Saturno por Júpiter, para seguir por donde tiró la película de 1968:
Europa, el satélite joviano, se convierte en una pieza clave, y con razón, pues está considerado uno de los mundos del Sistema Solar, más prometedores para albergar alguna forma de vida; sin embargo, algunos errores científicos extraños, es que Júpiter es mucho más pequeño que El Sol, y no podría convertirse en una estrella equivalente.
En el nuevo sistema, Europa estaría demasiado cerca del nuevo Sol para ser habitable; y el nuevo Sol no tendría la longevidad del original.
Como dato, durante la conversación entre Floyd y la tripulación de Leonov, se menciona que los monolitos son proporcionales a 1x4x9, cuadrados de 1x2x3 respectivamente, y que estas proporciones son perfectas, incluso utilizando una tabla de 6 decimales; por lo que 1x4x9, es un simbolismo de las 3 dimensiones espaciales:
Anchura, longitud y altura, para indicar la divinidad del monolito.
La enfermera de la casa donde se encuentra la madre de Bowman, está leyendo una revista Time, con una historia de portada sobre la inminente guerra entre los Estados Unidos y La Unión Soviética.
Los líderes en esa cubierta, son representaciones estilizadas de Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, en un pequeño homenaje a los creadores originales.
La nave espacial rusa, Aleksei Leonov, fue nombrada para el cosmonauta que era el primer hombre en realizar actividad extra vehicular/caminata espacial; alrededor de 21 minutos.
Cuando el Dr. Heywood Floyd está en la puerta de la habitación de su hijo durmiente, en la pared, a la izquierda de su cama, hay un cartel de un corredor olímpico, con el texto “Pekín 08” en la parte inferior.
Teniendo en cuenta que la película se hizo en 1984, y El Comité Olímpico no eligió a Beijing para los Juegos Olímpicos, sino hasta julio de 2001; este es un ejemplo divertido, de la vida imitando el arte, y el detalle de fondo que se hizo realidad.
El personaje de Helen Mirren, es Tanya Kirbuk, su apellido, es una representación al revés de “Kubrick”
Por otra parte, los actores Keir Dullea y Douglas Rain, son los únicos actores que repiten su papel desde “2001: A Space Odyssey” (1968)
La voz de la computadora SAL 9000, fue realizada realmente por Candice Bergen, aunque el papel fue acreditado a “Olga Mallsnerd”, un seudónimo que combina el apellido del esposo de Bergen, el director Louis Malle, y de Mortimer Snerd, uno de su padre, el ventrílocuo, Edgar Bergen; personajes famosos de la marioneta.
Mientras Arthur C. Clarke, hace un cameo, sentado en un banco del parque frente a La Casa Blanca, alimentando a las palomas.
En cuanto a la reaparición de Bowman, es simplemente maquinal:
No tiene mucho sentido la despedida de su esposa y de su madre, sólo es un vocero de lo que va a pasar... y no transmite nada de lo que ha vivido.
El clímax es eficiente, pero también suena algo simplista, con las naciones del mundo decididas a hacer la paz, simplemente por la aparición de un nuevo Sol en el firmamento…
También lo sucedido no tiene demasiado sentido:
¿Acaso la nueva civilización que propicia el monolito en Europa, vendrá en reemplazo de los terrícolas?
¿Por qué evitar que desciendan allí?
El misterio de la conducta de HAL 9000, se aclara aquí de la manera como Clarke deseó hacerlo en su novela homónima.
La reconexión de HAL en 2010: The Year We Make Contact, puede ser tan emotiva como su desconexión en el filme de Kubrick.
En cierto modo, su vuelta a la vida lo asemeja a la transformación de Bowman en un nuevo ser en el filme de 1968; basta recordar que, cuando HAL 9000 habla por primera vez, “Good morning, Dr. Chandra. This is HAL”, su creador lleva la mano hasta el ojo, y lo palpa con cariño.
Además, Hyams hace aportaciones importantes al mundo narrativo de la saga:
Por ejemplo, el respeto a otras formas de vida, específicamente HAL 9000;  y lo resume creativamente en un extraordinario diálogo:
“Wheter we are based on carbon or silicon makes no fundamental difference.
We should each be treated with appropiate respect”, Dr. Chandra.
Lo cual implica una ampliación a un axioma de Clarke:
Bajo cualquier circunstancia de vida, el respeto debe de emanar de uno mismo, y no imponerse al otro.
Hay que recordar que HAL fue un asesino, mató a 4 astronautas en 2001; y todos menos Chandra, tienen dudas de su actual funcionamiento, pero la “conducta” anterior de HAL, argumenta Chandra, no debe ser pretexto para que el respeto esencial que debe emanar siempre de un ser humano hacia otro, se haga a un lado, o se convierta en agresión, disfrazada o abierta, justificada o no.
Y se agradece cómo se explica el aparente mal funcionamiento de HAL 9000, y las apariciones de Dave Bowman, quien se acaba fusionando con HAL:
Los 2 enemigos de entonces, ahora reconciliados en una unión que por cierto invierten los papeles habituales:
No es el hombre quien descarga su conciencia a la máquina, motivo relativamente frecuente en la ciencia ficción; aquí es Bowman, convertido en una entidad muy superior a HAL, quien accede a elevar a la máquina fusionándola consigo mismo.
Rompedor esquema, y eso que la novela tiene más de 30 años.
Cabe señalar que en la novela original, el mensaje final que HAL 9000 envía al planeta Tierra, es:
“Todos estos mundos son tuyos excepto Europa.
No intentes aterrizar allí”
Por lo que Hyams añadió 2 líneas:
“Úsalos juntos, úsalos en paz”, para darle más trascendencia al mensaje en su envío a la raza humana.
Al final, Júpiter explota por efecto de millones de alienígenas monolíticos, convirtiéndolo en un nuevo Sol; en el libro original, este Sol se llama “Lucifer”, un juego de palabras de Júpiter, las mismas vocales en el mismo lugar, pero cambiando casi todas sus consonantes.
Y la película termina mostrando 5 lugares emblemáticos alrededor del mundo al atardecer, con Júpiter como un nuevo sol brillando en el cielo, un poco más pequeño que El Sol.
Estos lugares son:
Washington DC, Moscú, Egipto, París y Londres.
El sexto y último lugar, es la costa de California, donde aparecen Heywood Floyd, junto a su esposa, Caroline (Madolyn Smith Osborne), y su hijo Christopher (Taliesin Jaffe), mirando ambos soles.
Así surge otra estrella en El Sistema Solar, por lo que se convierte de golpe en un Sistema Binario.
Independientemente de la historia, en cómo surge esa segunda estrella en la novela de Clarke y el film de Hyams, el solo hecho de tener 2 estrellas en el firmamento, transformaría significativamente la vida en el planeta Tierra que habitamos:
Pocos momentos de noche total, alteración o desaparición de flora y fauna nocturnas, alteración del ciclo circadiano del sueño, modificación de los mares y otras múltiples consecuencias ecológicas y humanas.
Si esto ocurriera sería, realmente, “algo maravilloso”:
Un giro positivo e inesperado en la evolución de La Tierra, y más vida en El Sistema Solar; además, si La Tierra estuviera en un Sistema Binario de estrellas o llegara a estarlo, toda la vida en el planeta tendría una transformación radical.
En el campo ecológico, habría fuertes reajustes, y en toda la naturaleza.
La cultura humana sería muy diferente a la que conocemos en sus mitos, organización social, creencias y desarrollo científico, y tecnológico.
Lo que interesa en el mensaje del film, es que tengamos un Nuevo Paradigma en nuestro trato con el mundo que nos rodea; y eso se resume en las frases finales:
“Sólo somos inquilinos de este planeta, ya que en realidad no nos pertenece”; y de alguna manera, hemos recibido advertencias del propietario.
Por último, la banda sonora fue compuesta por Tony Banks, de Génesis, pero fue sustituida más tarde por la de David Shire.
“We are not alone”
En el mundo ficticio, “Tatooine”, el hogar del joven Luke Skywalker de la saga fílmica Star Wars, brillaban 2 soles en el cielo; y en el universo real, también hay cielos parecidos; pues existen planetas con 2 soles:
Uno al que orbitan, y otro que es un vecino cercano y reluciente.
La noche, bien podría ser un evento raro, que tal vez solo aparezca estacionalmente; así, los astrónomos creen que mundos semejantes pueden ser mucho más comunes de lo que creemos.
El telescopio espacial Kepler de La NASA, ha confirmado unos 1.000 exoplanetas, así como miles de estrellas consideradas “objetos Kepler de interés”, apodados Kois, estrellas que posiblemente podrían albergar planetas.
¿Cuántas de esas estrellas son binarias, y tienen uno o más planetas girando a su alrededor?
Se cree que la mitad de las estrellas en el cielo, son un sistema de 2 estrellas que orbitan entre sí.
Entonces:
¿Tienen las estrellas con planetas, la misma probabilidad de tener una compañera, o la estrella compañera afecta a la formación de planetas?
Un equipo de astrónomos, liderado por la Southern Connecticut State University, ha demostrado que las estrellas con exoplanetas, o planetas fuera del Sistema Solar, tienen las mismas probabilidades de tener una compañera binaria, es decir, el 40% o el 50% de las estrellas de acogida, son en realidad estrellas binarias.
También Kepler ha descubierto una serie de planetas circumbinarios, es decir, un planeta que orbita 2 estrellas en sistemas binarios muy cercanos; y también existen exoplanetas que orbitan una de las estrellas en sistemas binarios muy amplios.
Si las 2 estrellas están muy cerca, una de otra, y el planeta a lo lejos; ese planeta sería una reminiscencia de “Tatooine”
Si por el contrario, el exoplaneta orbita una de las estrellas en un par muy amplio, la estrella compañera podría aparecer simplemente como una estrella brillante entre otras en el cielo nocturno.
“En algún lugar habrá una transición entre estos 2 escenarios, pero estamos lejos de saber dónde”, dice el coautor del estudio, Steve B. Howell, del Centro de Investigación Ames de La NASA.
Así, la luna joviana, Europa, desempeña un papel importante en la película y el libro de Arthur C. Clarke, 2010: The Year We Make Contact y sus continuaciones:
Formas de vida extraterrestres muy avanzadas, se interesan en las primitivas formas de vida bajo el hielo de Europa, y mediante los monolitos, transforman Júpiter en una estrella llamada “Lucifer”, para acelerar la evolución de los “Europanos”
En “2061: Odyssey Three” (1987), Clarke deseaba continuar con su saga más famosa, aprovechando los datos que iba a recoger la misión espacial Galileo de La NASA a Júpiter, a finales de los años 80; sin embargo, el retraso en la puesta en marcha de la misión, le hizo decidirse por una trama alternativa, centrada en la visita del Cometa Halley a La Tierra:
La humanidad, ha empezado la colonización del Sistema Solar, pero nadie se ha atrevido a aterrizar en Europa; esa luna se ha convertido en un océano tropical; y una serie de circunstancias imprevistas, obligan a la cosmonave Galaxy, a efectuar un aterrizaje de emergencia.
Varada en una desconocida playa de Europa, el Galaxy sólo puede ser socorrido por el Universo, una nave concebida como crucero de recreo, que en esos momentos se encuentra realizando un viaje de prueba en El Cometa Halley.
Entre sus pasajeros, volvemos a encontrarnos con un centenario Heywood Floyd... y otro viejo conocido, El Monolito, también reaparece en la superficie del satélite...
Y por último, en “3001: The Final Odyssey” (1997), el protagonista vuelve a ser Frank Poole, uno de los astronautas del Discovery en la primera novela.
La historia transcurre un milenio después de la primera, lo que la distancia tanto en el tono, como en la estructura de las otras novelas de la serie; y obliga a Clarke, a un continuo ejercicio de imaginación del que sale airoso gracias a su oficio, y a sus vastos conocimientos científicos.
Después de una sorprendente recreación del mundo de dentro de un milenio, cuyas maravillas descubrimos a través de los ojos asombrados de Poole, el antiguo astronauta deduce que El Monolito de Europa, quizás represente en este momento, un enorme peligro, y viaja de nuevo hasta el sistema joviano, para tratar de establecer contacto con Dave Bowman, o lo que quede de él.
Y es que realmente, Europa es el 6º satélite natural de Júpiter en orden creciente de distancia, y el más pequeño de los 4 satélites galileanos; que fue descubierto en 1610, por Galileo, y nombrado así en honor a la madre del Rey Minos de Creta, y amante de Zeus; lo que la hace el 6º satélite más grande del Sistema Solar; pero ligeramente más pequeño que La Luna.
Esta aparente juventud y suavidad, ha dado lugar a la hipótesis de que existe un océano debajo de la superficie de Europa, el cual podría servir de morada para la vida; y propone que el calor de las fuerzas de marea, causa que el océano se mantenga líquido, y conduzca la actividad geológica, igual que lo harían las placas tectónicas.
Se supo que la misión Galileo concluyó en septiembre de 2003, con la colisión de la astronave en Júpiter; si se hubiese abandonado sin más la nave, no esterilizada, podría haber colisionado en el futuro con Europa, contaminándola con microorganismos terrestres; por tanto, la introducción de estos microorganismos, hubiese hecho casi imposible determinar si Europa había tenido alguna vez su propia evolución biológica, independientemente de La Tierra.
En un reciente estudio, se ha estimado que Europa tiene suficiente cantidad de agua líquida, y que ésta tiene una elevada concentración de oxígeno, incluso mayor que en nuestros mares.
Concentraciones semejantes, serían suficientes para mantener no solo microorganismos, sino formas de vida más complejas
El 8 de septiembre de 2014, La NASA informó de que había encontrado pruebas que apoyaban indicios tempranos de placas tectónicas en la gruesa cubierta helada de Europa, siendo la primera señal de tal actividad geológica en otro mundo distinto de La Tierra.
El 12 de mayo de 2015, varios científicos anunciaron que la sal marina del océano subsuperficial de Europa, podía estar cubriendo algunas características geológicas de la luna, lo que sugiere que el océano está interactuando con el fondo del mar.
Esto puede ser importante para determinar si el satélite podría ser apto para la vida.
En definitiva, las conjeturas de vida extraterrestre, han dotado a Europa de un alto perfil, y han conducido a presiones políticas constantes para programar nuevas misiones; cuyos objetivos van desde el examen de la composición química del satélite, hasta la búsqueda de vida extraterrestre en el hipotético océano interno.
Las misiones robóticas, tendrán que soportar la alta radiación que rodea a Europa y Júpiter; y es que La NASA cuenta desde 2013, con su programa Europa Clipper, planeado para 2025, que consta de misiones de astrobiología, con el fin de encontrar vida en Europa.
Al rato, en unos decenios, la ficción será superada.

“All these worlds are yours except Europa
Attempt no landing there
Use them together
Use them in peace”



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