Dragonheart

“All my life I've dreamed of serving noble kings, noble ideals.
Dreams die hard and you hold them in your hands long after they've turned to dust.
I will not be that naive again”

“Draco” o “El Dragón” es una constelación del norte lejano, que es circumpolar para muchos observadores del Hemisferio Norte.
Es una de las 88 constelaciones modernas, y también, es una de las 48 constelaciones listadas por Ptolomeo.
Aunque muy grande, Draco no tiene estrellas especialmente brillantes.
La cabeza del dragón está representada por un cuadrilátero de estrellas, situadas entre Hércules y la Osa Menor.
“Etamin” o “Eltanin” γ “Draconis” es la estrella más brillante de la constelación con magnitud 2,23; en 1728 James Bradley descubrió la aberración de la luz, al intentar medir la paralaje de esta estrella.
Otra estrella de Draco, “Thuban” “α Draconis”, fue la Estrella Polar hace unos 4,800 años.
“BY Draconis” es prototipo de una clase de variables que llevan su nombre: “variables BY Draconis”, se encuentra en esta constelación.
En Draco, también se encuentra “AG Draconis” una de las estrellas simbióticas más estudiadas.
Asimismo, Draco contiene “La Nebulosa Ojo De Gato”, una de las nebulosas planetarias de mayor interés, y más estudiadas.
El dragón, del latín “draco”, y este del griego “δρακων, drakon”, traducido como “víbora” o “serpiente” es un animal mitológico que aparece en diversas formas, en varias culturas de todo el mundo, con diferentes simbolismos asociados.
Las interpretaciones más familiares de dragones, son los dragones europeos, derivados de la tradición popular, y de la mitología de Grecia, Escandinavia, y Oriente Próximo, y también las de dragones orientales.
En función de las diversas culturas que lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como dios o guardián, o como monstruo, y poderoso enemigo.
Se le atribuyen cualidades y habilidades tales como:
Ser poseedor de una gran sabiduría y conocimiento, o pecar de gran avaricia y codicia, que le conduzca a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros.
Por tanto, la imagen y figura del dragón, ha ido variando, y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo de la historia.
Las culturas occidentales y orientales, han imaginado reptiles gigantes y alados; puede ser debido al contacto con cocodrilos, caimanes, o gaviales junto al hallazgo de fósiles de reptiles voladores.
Los dragones occidentales, tienen por lo general, apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con alas, aliento de fuego, cuernos y gran ferocidad.
Los dragones orientales, tienen por lo general, apariencia serpentina mezclada con características de otros animales, estos casi nunca tienen alas.
Los dragones han sido famosos a lo largo de los años en la literatura y en el mundo cinematográfico.
El mito de la existencia de los dragones, se sustenta en una diversa cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas entre las distintas culturas que lo representan.
Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de fósiles de dinosaurio que llevasen a esas culturas a imaginar seres parecidos.
También cabe señalar que los dragones en cada cultura, presentan aspectos y características diferentes.
Así, en la Edad Media, se creía que los cadáveres de cocodrilo, traídos a mercados y demás sitios de exhibición, desde Egipto y Arabia, durante la época de Las Cruzadas, se trataban de cadáveres de dragón.
El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha.
La lucha entre el dragón y un héroe, o un dios tiene, sin embargo, distintos significados.
En estos míticos combates, el dragón asume 2 papeles:
El de devorador y el de guardián, que tienen finalmente una sola raíz:
El de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte, o el nacimiento, de un orden universal.
Las tribus nórdicas de Europa, asociaban su folclore con varios aspectos terroríficos del dragón.
Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos.
Entre los conquistadores celtas de Britania, el dragón fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla, adornó los estandartes de guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico, y luego militar.
El mismísimo Rey Arturo, tuvo sueños sobre dragones, aunque no se sabe con seguridad de qué color eran.
Tuvo estos sueños, en la época de la concepción de Mordred, y antes de su muerte.
En su sueño final, lo comen los dragones, y en la batalla que siguió a este sueño Sir Mordred lo mata.
Se cree que cuando un Rey ve dragones, significa que la ruina llegará a su reino.
Con la introducción del Cristianismo en las regiones celtas, el papel de los dragones cambió.
Algunas personas creen que no había dragones en la mitología celta, hasta la llegada de los ingleses, principalmente, porque no quedaron registros en el mundo celta hasta ese momento.
Sin embargo, es más probable que los registros se mantuvieran por medio de la tradición oral, en las historias celtas.
La “repentina” aparición de los dragones cuando los cristianos invadieron sus tierras, se puede explicar fácilmente, por el meticuloso esfuerzo que ellos pusieron sobre la creación de registros escritos.
“A knight is sworn to valor.
His heart knows only virtue.
His blade defends the helpless.
His might upholds the weak.
His word speaks only truth.
His wrath undoes the wicked”
Dragonheart es una película de aventura y fantasía, del año 1996, dirigida por Rob Cohen.
Protagonizada por Dennis Quaid, Sean Connery, David Thewlis, Pete Postlethwaite, Dina Meyer, Julie Christie, Jason Isaacs, Brian Thompson, Lee Oakes, entre otros.
El guión es de Charles Edward Pogue basado en una historia de Patrick Read Johnson.
Dragonheart estuvo nominada al Oscar como mejores efectos visuales.
Dragonheart guarda el encanto y la candidez de las películas pre era digital; no sólo porque los efectos especiales se emparentan con la magia artesana de Ray Harryhausen, sino porque encarna un tipo de cine familiar, de tono jocoso, y chistes para grandes y mayores, que hoy en día, se encuentra completamente en extinción.
En su momento, a mitad de los años 90, este tipo de películas aún podían ver la luz en la cartelera, quizá, como el dragón protagonista, ejemplificaban las últimas de una especie resistente a desaparecer.
Dragonheart se adorna con las características propias del género, y los estereotipos consabidos:
El caballero defensor del viejo código de la caballería, el malvado Rey que subyuga al pueblo, el monje que aspira a ser bardo, y canta las alabanzas del héroe… y todo, con un toque de humor que endulza Dragonheart, y la hace apta para todos los públicos.
La Industrial Light & Magic se encarga de ofrecernos una auténtica creación digital, “Draco” el dragón protagonista, que eclipsa al siempre correcto Dennis Quaid, cada vez que comparten plano.
Los efectos especiales muestran su edad, no obstante, la rasgada voz del Dragón por el actor Sean Connery, lo hacen convincente.
En cuanto al dragón en sí, es todo un logro en efectos digitales.
Habiendo pasado ya muchos años desde su estreno, aún hoy en día, se valora el buen trabajo realizado por el equipo de animación, pues sigue siendo un trabajo bien hecho, y perfectamente competente con lo que se hacen ahora.
Además, Dragonheart es una cinta bien ataviada desde el vestuario, y desde la recreación de época, los escenarios son los propicios para un filme con atmósfera medieval, con temática legendaria-épica.
Así las cosas, Dragonheart inicia con el joven y débil Príncipe Einol (David Thewlis) cuando es herido en una batalla, que pretendía derrocar a su cruel padre, el Rey Freyne.
Para poder salvarle de la muerte, su madre, la Reina Aislinn (Julie Christie) lo lleva ante Draco (Sean Connery) un dragón quien entrega una parte de su corazón al herido muchacho, y cauterizando su herida con un destello de fuego.
Agradecido con el dragón, el joven protector del Príncipe, el caballero Bowen (Dennis Quaid) promete saldar esa deuda en un futuro cercano.
Pasan los años, y Einol revela ser tan brutal y despiadado como su padre, y Bowen atribuye esto al corazón del dragón, por lo que jura vengarse.
Así, en el transcurso de los años, Bowen se convierte en un cazador de dragones, matando a todos los que encuentra.
En su viaje, se encuentra con el hermano Gilbert de Glockenspur (Pete Postlethwaite), un monje aspirante a poeta, quien está impresionado por las proezas de Bowen, por lo que le sigue para narrar sus hazañas en versos épicos.
Es así que, buscando a más dragones, Bowen se encuentra con Draco, el dragón que dio parte de su corazón a Einol.
Bowen supuestamente “caza” a Draco, y luego reclama una recompensa de parte del pueblo, que protege por haber matado al dragón que los estuvo “aterrorizando”
Desde entonces, Bowen y Draco, deben salvar al reino entero del dominio del cruel Rey Einol, quien es parte de Draco, y éste es parte de él.
Finalmente, Bowen se ve obligado a herir de muerte a Draco, enviando una lanza a su corazón, matando de esta manera a Einol.
El cuerpo de Draco se desintegra, y pasa a formar parte de las estrellas, brillando en su máximo esplendor, siempre que se le necesitara.
Dragonheart refleja tal cual me imagino yo, a los reyes de la Edad Media; malvados, mentirosos, y abusadores de su poder.
Curiosamente, en Dragonheart, es una de las pocas ocasiones, en las que nos pintan un dragón como un ser valeroso, honorable, y valiente, en lugar de la terrible imagen que se le asigna siempre a este ser mitológico.
Siempre viene bien, y se agradece que se miren las cosas desde un punto de vista diferente al habitual.
Y sobra decir que el dragón está incomparablemente, bien hecho, y nos ofrece escenas magníficas.
No tiene nada que envidiar a los dragones del cine del nuevo milenio, y además, no eclipsa excesivamente a los demás actores.
Sus movimientos, destacando sus escenas de vuelo, su expresividad, que incluye movimientos labiales al hablar, aunque algo caricaturescos, y sus llamaradas, es prácticamente distinguir fuego real del digital, si es que hay de los segundo; son al 100% realistas, auténticos merecedores del Oscar a los Mejores Efectos Especiales que, lamentablemente se lo llevó el film “Independence Day”
Dragonheart se presenta también, como una banda sonora que aúna la sencillez, con la épica, a través de melodías hermosas y embelesadoras, donde la armonía entre inspiración y buen hacer, se traduce en unas estupendas sonoridades, en las que todos los motivos son excelentes en su concepción, para complementar las imágenes; sin embargo, en un par de cortes, Randy Edelman supera la excelencia para llegar al sobresaliente, con unas notas inconfundibles e inolvidables.
El valor, la virtud, cada vez más desconocidos en esta era, y tan necesarios para la consolidación de un hombre.
Malos tiempos corren, aunque todavía quedamos caballeros.

“And in the days following Draco's sacrifice, Bowen and Kara led the people in a time of justice and brotherhood.
As I remember it now, those were golden years warmed by an unworldly light.
And when things became the most difficult, Draco's star shown more brightly for all of us who knew where to look”



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