The Impossible

“I'm Scared”

Hay películas que nacen con la vocación de hablar por todos y para todos, que dirigen su esfuerzo formal, hacia la conquista de un palco, cuanto más amplio mejor, no importa cuáles sean las herramientas que utilicen, ni los peajes que deban pagar para alcanzar su objetivo.
Retratar una de las mayores catástrofes naturales y humanas conocidas, en clave de melodrama superlativo, recorrido por la épica sentimental sería, a priori, un proyecto tan ambicioso como delicado, por cuanto supone, establecer una cierta distancia con los hechos y el dolor retratado, tanto particular como colectivo.
El cine catástrofe o cine de catástrofes, en inglés “disaster films”, es un género cinematográfico compuesto por películas que tienen como tema principal, una catástrofe en curso, o inminente, para la raza humana; por ejemplo:
Grandes incendios, terremotos, naufragios, o una hipotética colisión de un asteroide contra la Tierra.
Por lo general, traen consigo, un amplio reparto de actores y múltiples líneas argumentales, y se centran en los intentos de los personajes de evitar, escapar o resistir las consecuencias de la catástrofe:
Un personaje principal, varios menores, y muchos extras, suelen morir antes de la resolución de la historia.
El cine de catástrofes, en algunos aspectos, sigue siendo el más reconocido y gustado por la audiencia cinéfila, con películas que, aun hoy en día, son las más vistas por el público.
Pero sin duda alguna, el mejor y el más exitoso ejemplo de una película de trama catastrófica es “Titanic” (1997) que con una recaudación mundial de 1,800 millones de dólares, la convierte en la segunda más taquillera de la historia del cine.
Un Tsunami es una palabra japonesa “Tsu” (津) que significa “puerto” o “bahía”, y “nami” (波) que significa “ola”; literalmente Tsunami significa “ola de puerto”, que se refiere a “maremoto” del latín “mare” (mar) y “motus” (movimiento)
El uso de este vocablo, en los medios de comunicación, se generalizó cuando los corresponsales de habla inglesa emitían sus informes, precisamente, acerca del maremoto que se produjo frente a las costas de Asia, el 25 de diciembre de 2004 en el océano Índico.
En las navidades del año 2004, las costas de Indonesia, Japón, Tailandia y la mayoría de los países del Océano Índico, fue arrasada por una de las mayores catástrofes que jamás han ocurrido en La Tierra.
Tras un terremoto de 9,3 grados, en pleno Océano Índico, se generó una ola de más de 20 metros de altura, que se llevó la vida de aproximadamente un ¼ de millón de personas.
El terremoto del Océano Índico de 2004, conocido por la comunidad científica como “El Terremoto de Sumatra-Andamán”, fue un terremoto submarino que ocurrió a las 00:58 UTC, o 07:58 en el tiempo local de la región, el domingo 26 de diciembre de 2004, 21:58 hora costa del Pacífico Oeste, del sábado 25 de diciembre de 2004, con epicentro en la costa del oeste de Sumatra, Indonesia.
El terremoto ocasionó una serie de tsunamis devastadores, a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el Océano Índico, matando a una gran cantidad de personas a su paso, e inundando a una gran cantidad de comunidades costeras, a través de casi todo el sur, y sureste de Asia.
Aunque las estimaciones iniciales, habían determinado el número de muertes en más de 275.000, sin contar a los millares de personas desaparecidas un análisis más reciente, generado por las Naciones Unidas, deja a un total de 229.866 pérdidas humanas, incluyendo 186.983 muertos, y 42.883 personas desaparecidas.
Si las estadísticas de Myanmar son confiables, el número de muertes ascenderían a por lo menos 230.000 personas, por lo cual, la catástrofe es el 9º desastre natural, más mortal, de la historia moderna.
El desastre es conocido en Asia, y en los medios internacionales, como “El Tsunami Asiático”; se le llama “Boxing Tsunami” en Australia, Canadá, Nueva Zelanda, y el Reino Unido, porque ocurrió el “Boxing Day”, puesto que el 26 de diciembre es día de fiesta llamado así, en esos países.
“Boxing Day” o “Día de las Cajas” es una festividad celebrada, principalmente, en las islas Británicas, y otras naciones que pertenecieron al Imperio británico.
Se suele celebrar el 26 de diciembre, y durante la fecha, se promueve la realización de donaciones y regalos a las clases más empobrecidas de la sociedad.
La magnitud del terremoto que ocurrió durante el “Boxing Day” fue registrada originalmente, como de 9,0 en La Escala de Magnitud de Momento, pero luego se ha aumentado a 9,1 y a 9,3.
La Escala Sismológica de Magnitud de Momento (Mw) es una escala logarítmica usada para medir y comparar sismos.
Está basada en la medición de la energía total que se libera en un terremoto.
Fue introducida en 1979 por Thomas C. Hanks y Hiroo Kanamori, como la sucesora de La Escala de Richter.
The National Earthquake Information Center de los Estados Unidos, dependiente del Servicio Geológico de EEUU (USGS) usa esta escala para la medición de terremotos de una magnitud superior a 6,9.
A pesar de lo anterior, La Escala de Richter es la que goza de más popularidad en la prensa.
Luego, es común que la prensa comunique la magnitud de un terremoto en “Escala de Richter” cuando éste ha sido en realidad medido, con La Escala de Magnitud de Momento.
En algunos casos, esto no constituye un error, dada la coincidencia de parámetros de ambas escalas, aunque se recomienda indicar simplemente “magnitud” y evitar la coletilla “escala de Richter” para evitar errores.
Con esta magnitud, este terremoto es el 2° terremoto más grande registrado, desde la existencia del sismógrafo, aproximadamente en 1875, después del terremoto de 1960, en Valdivia, Chile.
También, fue reportado por tener la 2ª duración más larga observada, en lo que a fallas geológicas se refiere, durando entre 500 y 600 segundos, de 8,3 a 10 minutos, y fue lo suficientemente grande, como para hacer que el planeta vibrara un centímetro aproximadamente.
Además, también dio lugar a terremotos en lugares tan alejados como Alaska.
El terremoto se originó en el Océano Índico, justo al norte de las islas Simeulue, en la costa occidental de Sumatra del norte.
El tsunami resultante del terremoto, devastó las costas de Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia, y de otros países, con olas que llegaron a los 30 m.
Causó muertes y daños serios, hasta la costa del este de África, y la muerte registrada más lejana debido al tsunami, ocurrió en Rooi Els, Sudáfrica, a 8.000 kilómetros del epicentro.
En total, 8 personas murieron en Sudáfrica, debido a los altos niveles de las olas del mar.
La situación apremiante de miles de personas damnificadas de varios países, incitó una respuesta humanitaria extensiva.
En total, la comunidad mundial donó más de $7 mil millones, dólares de los Estados Unidos, a 2004, en ayuda humanitaria a los afectados por el terremoto.
En el plano humano, desde luego, que una familia de 5 miembros, sobreviviera a una de las peores catástrofes naturales registradas en los últimos siglos, puede entrar en la categoría de “lo imposible”
Pero ocurrió, lo cual prueba que este extraño universo, nunca dejará de sorprendernos.
Eso infunde optimismo.
Quizás nunca deberíamos afirmar “es imposible”, sino, como mucho, decir:
“Es improbable”
¿Quién es dueño de lo que es posible, o no?
Nadie puede estar seguro de que no exista una probabilidad para cualquier cosa, aunque sea una entre millones.
Y con esto, no dudo de estar cayendo en una contradicción conmigo mismo, porque más de una vez, a lo largo de mi vida, se me habrá escapado un escéptico:
“No puede ser”
“Lucas, look at this place.
They're so busy in here.
You get to go and do something.
Go help people.
You're good at it”
The Impossible es una producción cinematográfica española, de suspenso dramático, dirigida por Juan Antonio Bayona, y producida por Apaches Entertainment y Telecinco Cinema.
Protagonizada por Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland, Geraldine Chaplin, Marta Etura, Oaklee Pendergast, Samuel Joslin, Dominic Power, Sönke Möhring, Olivia Jackson, Natalie Lorence, Nicola Harrison, Bruce Blain, Johan Sundberg, Teo Quintavalle, Jan Roland Sundberg, entre otros.
El guión lo firma Sergio G. Sánchez.
La música está compuesta, y dirigida, por Fernando Velázquez.
The Impossible obtuvo una nominación al Oscar como mejor actriz para Naomi Watts.
Resulta que Belén Atienza, una productora de cine, oyó a una mujer llamada María Belón, contar un relato sobre el Tsunami Asiático, en el programa de radio “La Ventana” de Gemma Nierga, de Cadena Ser radio.
Eso fue suficiente para poner en marcha The Impossible, el mayor taquillazo de la historia del cine español.
María Belón contaba en primera persona, acompañada por su marido Quique, la tragedia que vivió esos días su familia, cuando se encontraba de vacaciones navideñas en un hotel de Asia.
Su voz aterciopelada y cálida, su relato personal y generoso, lleno de reflexiones puntuales, matices, y sentimientos, es la punta del iceberg de lo que hoy se ha convertido en todo un éxito.
En ese momento, mientras María narraba, Belén Atienza, la productora de Bayona, escuchaba la historia a través de su transistor.
Emocionada, se lo contaría después al director de cine, y ambos comenzarían su búsqueda.
La historia de una familia que sobrevivió al tsunami que arrasó Asia en las Navidades de 2004.
María, su marido Quique y sus tres hijos Lucas, Tomás y Simón, de 10, 7 y 5 años, respectivamente, consiguieron lo que otros miles de personas no lograron, salir con vida.
Juan Antonio Bayona encargó al guionista Sergio G. Sánchez, la escritura de su nueva película, bajo el argumento de María Belón.
A pesar del reparto internacional, de su lenguaje en inglés, y del rodaje en el Océano Índico, The Impossible es una película 100% española, financiada con un presupuesto íntegramente español, de 30 millones de euros, rodada en estudios españoles, y con efectos especiales españoles.
En una entrevista al director del film, éste comentó:
“La elección del título, hace referencia a lo desconocido, en general, a aquello en lo que te supera, y cuesta enfrentarte.
“Lo imposible” es una palabra abstracta en muchos sentidos”
En notas del director:
“Hacer The Impossible ha sido un viaje emocional, hemos convertido una historia real, en una aventura cinematográfica, que a muchos nos ha transformado como cineastas y, aún más, como personas.
Es una película muy compleja y difícil de escribir”
Por otro lado citó:
“Me gusta pensar que en The Impossible no hay un tsunami, sino dos.
Uno es físico, brutal y miserable.
El otro es emocional, tierno y colosal”
La intención del director, es mostrar todo aquello que no pudo verse en las noticias, y enseñar el lado más humano, y más al ras de suelo.
The Impossible no es la típica historia de película de desastre, romántica e idealista hasta el paroxismo; se trata de una película que habla a la humanidad dentro de cada uno de nosotros, apelando a los sentimientos de unión familiar, en toda la extensión que la palabra “familia” pueda tener.
El proyecto comenzó 4 años atrás del estreno, en términos de preparación y, posteriormente, un rodaje de 25 semanas, incluyendo espectaculares efectos especiales, en el que han participado más de 8.000 extras.
Para el equipo, las grabaciones fueron realmente “duras”, ya que debían de incluir la utilización de 2 sets de rodaje:
Uno situado en la Ciudad de la Luz, en Aguamarga, Alicante; y otro en Estados Unidos.
En Alicante, se utilizó un plató acuático exterior, donde existe un gigantesco tanque de agua, el mayor de Europa, y el tercer más grande del mundo, para la recreación del tsunami.
Dentro del tanque, fueron utilizadas hasta más de 10 cámaras submarinas, para poder filmar, con toda precisión, los movimientos del agua y de los protagonistas.
Parte de The Impossible, transcurre en la zona costera de Tailandia, y el resto del rodaje tuvo lugar en los estudios de Alicante, en Barcelona, y en Madrid.
Algunas de las escenas más espectaculares, se rodaron en Alicante.
Un ejemplo, son las gigantescas olas del tsunami que se generaron en el mayor tanque de agua que existe en unos estudios de cine, y la actriz Naomi Watts se sumergió en un foso interior de los estudios de Ciudad de la Luz.
Técnicamente, The Impossible es magistral, con unos efectos especiales tan reales, que son de verdad, no hechos por ordenador, como los de toda la vida, con unas interpretaciones impecables, pese a lo difícil que es hacer creíble la actuación de un niño, y con unos adultos rayando a altísimo nivel, y con un guión muy bueno, aun que con un guión sobre una película de catástrofes, radica un inconveniente, cuando entran en juego los sentimientos que deparan las tragedias humanas.
Lo impensable es que ocurra algo como un tsunami, lo imposible es sobrevivir, cuando un suceso de semejante magnitud te golpea de lleno, y en eso es precisamente en lo que se centra The Impossible, en la tragedia que hay más allá de la tragedia, en sobrevivir cuando debería ser imposible.
The Impossible busca legitimar su estrategia, para recrear la catástrofe del tsunami que asoló las costas del sudeste asiático, a finales de 2004.
La estrategia que necesita de esa validación, es la de la “espectacularización” del drama, la tragedia personal de una de las miles de familias afectadas, barnizada de pulcritud Hollywood, para apelar a una audiencia internacional, la conversión de la familia española que viviera esa tremenda epopeya, en una anglosajona, que permite la introducción de estrellas mundiales en el reparto.
También, es más que eso:
A través de esos personajes separados por el desastre, el director español, con la complicidad del guionista Sergio G. Sánchez, establece una tesis de la interconexión humana, en la que la solidaridad y la casualidad milagrosa, funcionan como nexo.
Nada que objetar, si no fuera porque ese esfuerzo por estrechar los lazos entre almas, que vagan entre la devastación, requiere de una mirada más ética, en la que el punto de vista occidental, y turista, aceptara la existencia del dolor local, más allá de los estragos sufridos en el resort; si no fuera, también, porque ese itinerario emocional está pautado, hasta el extremo, por la banda sonora de Fernando Velázquez, cuyo empleo para apelar a la lágrima no conoce sutilezas. 
“Get The Boys”
Dolor, sufrimiento, e instinto de supervivencia, todo ello mezclado, y no agitado con unas gotas de amor por la unidad familiar, adornado con una pizca de efectos especiales, es lo que nos proponen en The Impossible, un puzle de 5 piezas, que por la fuerza de la naturaleza, se deshace y lo largo del metraje se va recomponiendo.
The Impossible narra la historia real, de un matrimonio español, que se convierte en el film, en la familia Bennett, de origen inglés, pero residentes en Japón.
Maria (Naomi Watts), Henry (Ewan McGregor) y sus 3 hijos:
Lucas, Thomas y Simon (Tom Holland, Oaklee Pendergast y Samuel Joslin) comienzan sus vacaciones de invierno en Tailandia, pasando unos días en un paraíso tropical.
Pero en la mañana del 26 de diciembre, cuando la familia se relajaba en la piscina, después del día de Navidad, un rugido terrible se eleva desde el centro de La Tierra.
María queda paralizada por el miedo, mientras un enorme muro de agua negro, recorre todo el recinto del hotel hacia ella.
Henry trata de coger a sus 2 hijos más pequeños, Simon y Thomas, pero es demasiado tarde:
La ola rompe en él, con una fuerza increíble y pierde el control.
María es empujada bajo el agua, se golpea, y es maltratada por el agua y los escombros, hasta dejarla al borde de la muerte.
Finalmente sale a la superficie, en un mar embravecido, que ha sumergido por completo el hotel de 3 pisos, y el paisaje circundante.
María jadea para respirar, mientras trata de entender lo que acaba de ocurrir, convencida de que su familia ha sido borrada, en un abrir y cerrar de ojos.
Pero entonces, su hijo mayor, Lucas (Tom Holland), sale a la superficie, unos metros más adelante, en medio de la inundación salvaje.
Cara a cara, con algo incomprensible e inesperado, ella debe luchar contra todo para la supervivencia de su hijo y la suya propia.
Cuando logran sobrevivir a la tragedia, María es trasladada a un hospital cercano con su hijo Lucas al pendiente.
Por otro lado, Henry y sus 2 hijos de mediana y pequeña edad, Thomas y Simon, sobrevivieron gracias a que estos se encontraban tendidos en el techo del hotel, mientras María creía ver muertos a su esposo e hijos.
El cabeza de familia, no descansó hasta encontrar a su mujer y a su hijo Lucas, los buscaron en todos los hospitales cerca al lugar de los hechos, de manera que el día en que iban a operar a María, Lucas y Henry coincidieron en el mismo lugar, mientras sus 2 hermanos se encontraban en un autobús estacionado en frente de ellos.
Thomas es el primero que ve a Lucas, y después se encuentran con su padre.
Finalmente, a María se la llevan a Singapur, donde será atendida privilegiadamente.
El espectador acaba agotado, lloroso, destrozado y débil.
Todo el horror que ha presenciado es horror verdadero.
No hay que ir más allá.
Una herida, el miedo a la pérdida, la sensación de desorientación, el temor a no poder seguir, o simplemente, la incapacidad para resistir, se presenta diáfano y claro.
Juan Antonio Bayona, el director, no se restringe a la hora de representar el tsunami y sus consecuencias, y narra las cosas con eficiencia.
Ya al comienzo, eleva la tensión, y genera la atmósfera necesaria cuando deja que sólo el sonido nos anuncie lo que veremos más adelante.
Bayona no usa la cámara lenta para mostrar olas destruyendo casas, o tragando a las personas para aumentar el terror, porque entiende que mientras más real lo perciba el espectador, mejor será su respuesta.
Incluso se atreve a mantener las cosas confusas durante unos segundos, mientras los protagonistas están bajo el agua.
Estas son las mejores partes de The Impossible.
Las personas que estuvieron ahí, en Tailandia, no tuvieron aviso de lo que se les venía encima, el terremoto no se sintió allá, y el espectador tampoco.
No hay una imagen de la ola viniendo desde el océano, Bayona sabiamente, mantiene la cámara en tierra, y nos muestra lo que vieron las personas:
Palmeras cayendo, y un gran muro de agua que se les viene encima.
Esta secuencia, desde su corta preparación, y durante todo su desarrollo, es un prodigio técnico y narrativo.
La tensión se acumula en muy pocos segundos, y no necesitamos más para entender lo que va a suceder, pero nada de eso le quita sorpresa y horror a la ola, arrastrando a Lucas y María, mientras que no tenemos idea qué es lo que ha sucedido con Henry, Thomas y Simon.
The Impossible es duro, y apenas concede respiros al espectador, que siente como suyas las penurias de la familia Bennett.
En medio del caos y del dolor, son muchas las familias rotas, y las personas desaparecidas, pero en ese Apocalipsis no falta la solidaridad y el sentido de humanidad, y la búsqueda desesperada se convierte en un encuentro gozoso.
No hay edulcoramientos, ni suavizantes en las representaciones físicas:
Los actores tienen sus caras hinchadas durante todo el resto de la cinta, y no se ven nada de glamorosos, las laceraciones recorren gran parte de las extremidades, y de las heridas vemos como brota sangre.
De este modo, podemos ver cómo el cataclismo natural, se transforma en un vendaval interior, donde las situaciones límite, y las emociones, se suceden para sacar lo mejor de cada uno.
Con excelente y creíble imagen del desastre natural, The Impossible nos lo presenta 2 veces, sabedor de lo bien lograda que está la secuencia, pronto el argumento gira sobre los esfuerzos de los sobrevivientes para reencontrarse.
Aquí es donde The Impossible se llena de densidad dramática, y todo su lenguaje está en una sola función:
Convencernos hasta el dolor y con dolor, sobre la angustia como daño humano.
La dirección de actores es brillante, en especial en lo concerniente a los 3 niños, sin embargo, el actor que verdaderamente resume toda la pasión, el suspenso, el dolor, y el nerviosismo del caso, según el relato, es el jovencito inglés Tom Holland como Lucas, me pareció extraordinario, al llevar el eje dramático de la historia y sostener las diferentes emociones en juego.
The Impossible es su viaje iniciático a la madurez, de golpe y forzosa, con todas las señales de la superación del complejo de Edipo.
Hay que agradecer a una gran Naomi en uno de sus mejores trabajos, e Ewan McGregor, por su derroche físico e interpretativo, lo mismo que a los responsables del extraordinario sonido, o de una producción, que da un aire de verdad, a lo que realmente sucedió hace 8 años.
El hospital, y algunos enfermeros, son los mismos que atendieron a la gente del tsunami que ocurrió de verdad, accedieron a salir en The Impossible, para mostrar al mundo, como estaba el hospital y como se atendía a la gente.
IMPAGABLE.
Los efectos especiales son INCREÍBLES  nunca pensé que una película española pudiera tener tanta fuerza, y tanta profesionalidad.
Es asombroso como está hecho todo, y me resulta impactante lo que habrán tenido que tragar los actores con tanta agua.
Para recrear la gigantesca ola del tsunami tailandés, por ejemplo, fueron necesarios 27 millones de litros de agua salada, en el “water tank” de Ciudad de la Luz, en Alicante ya que, por varias cuestiones del proceso de producción, se llevaron a cabo el vacío y llenado del tanque, hasta 3 veces.
En cuanto a la coloración del agua, el equipo de rodaje, optó por “ensuciarla” con materiales naturales, como el barro, las ramas, y hojas de los árboles y paja que, en cuanto se pusieron en marcha los compresores del tanque, los productos se mezclaron con efectividad.
Por otro lado, para filmar el tsunami, se optó por reconstruir parte de la infraestructura del hotel, mientras que fueron necesarios 3 meses para grabar en el tanque de agua.
De este modo, al trabajar con agua real, y con la ayuda de los efectos especiales, se fueron añadiendo detalles a los planos que más tarde, a modo de un “collage”, perfilaron la secuencia.
Félix Bergés, supervisor de los efectos especiales de The Impossible afirmó:
“Es muy difícil rodar en el agua, porque todo se mueve.
Incluso tuvimos que anclar las cámaras, y otros objetos, con cadenas.
Cada cambio era un proceso enorme, porque teníamos que poner en marcha la grúa, para sacar elementos del decorado que podían pesar hasta 4 toneladas. Todo estaba muy pensado, y muy trabajado”
Me causó extrañez la falta de nominación por Efectos Especiales, ya que son, en su mayoría, 100% artesanales.
“I knew I wasn't on my own”
Podemos decir que a Bayona le resulta muy bien esto de crear ambientes, desde el inicio, nos atrapa y con una secuencia simple, nos introduce a los protagonistas, a la vez que nos aporta pequeños detalles sobre ellos, los cuales resultan ser vitales en el desarrollo de The Impossible.
El recurso del “peligro inminente” está muy bien manejado, el ansia nos arropa, nos sentimos vulnerables, al saber que nuestros protagonistas se encuentran ajenos al mal que los acecha, cada segundo que pasa, la tensión crece, y nos abruma el deseo de por fin ver el terrible tsunami y sus consecuencias.
Lo verdaderamente complicado de este tipo de películas, es no traspasar el límite.
El límite de que mostrar, y que no mostrar, de cómo contarlo, o como no hacerlo.
Es verdaderamente fácil, dejarse llevar y traspasar ese límite, imágenes impactantes, momentos lacrimógenos, música melodramática, en una medida incorrecta, hacen que el público desprecie lo que ve, aunque todo haya sido real, y es que el espectador en un simple visionario de aquello que nos muestra el director, que no es otra cosa que su manera de contarnos el suceso, y ahí radica el problema, en que si no se tiene un cuidado extremo con ese límite, el público pierde el interés en aquello que está viendo, pasando del más absoluto de los encandilamientos, a la mofa más dañina, y degradando, no sólo el producto sino la tragedia, el verdadero protagonista, la historia real que hay tras esas imágenes.
Bordear ese límite, sin llegar a cruzarlo, es lo que ha de procurar todo buen director que desee contar una historia de estas características, sin caer en la burla del respetable, y es precisamente, lo que a mi entender, ha conseguido Bayona.
Tendré legiones de insurrectos opositores, y de simpatizantes con mi causa, pero hay una cosa muy clara, por mucho que todos esos detractores vilipendien The Impossible, saben perfectamente, que en una película que pretenda contar un suceso tan horrible, han de aparecer los estragos que esto causa, y no por el morbo del director, o por la lágrima fácil, no, sino porque simplemente ocurrieron, y son parte de la historia que se pretende contar.
De hecho, son los desencadenantes de la mayoría de las penurias que los protagonistas sufren, y es que a veces nos olvidamos, que los actores que vemos en pantalla, están basados en personas de carne y hueso, que fueron protagonistas de la historia, y a los que seguro que no les parece nada ridículo, que se le maquille un ojo completamente morado al protagonista, porque ellos tuvieron el ojo no morado, sino completamente negro, y cerrado por la hinchazón.
Eso no hay que esconderlo, porque está ahí, y aunque ahora me digan que recrearse en eso no es necesario, con lo que estoy totalmente de acuerdo, no podrán decirme, que este director cae en ello, precisamente, porque lo que muestra lo hace con los segundos justos, y en el momento preciso.
Una de las primeras cosas que ha llamado la atención del público, es la enorme carga emotiva de muchas escenas.
Lo mejor de The Impossible es:
La escena de la catástrofe, es simplemente espectacular.
Lo mejor ocurre al principio, el tsunami, en una de las escenas de más impresionantes que he visto en mucho tiempo, y la tierna y sincera relación madre-hijo.
Ese momento, en el que la ola irrumpe y arrastra todo a su paso, me puso los pelos de punta, y el corazón en un puño, como hacía tiempo que no.
Te mete completamente dentro, y te deja devastado.
Y de los más íntimos, me gustó en el que están en el árbol la madre, el hijo mayor y el niño al que han rescatado, se pasan una lata de refresco, y el niño pequeño acaricia a la madre.
Es uno de los momentos más bonitos sinceramente, no forzados, como casi todos los demás, en The Impossible.
Los efectos no digitales son una maravilla.
Y lo mejor, respecto a esto, es que están sabiamente empleados.
Todos pensamos que veríamos la potencia de la ola gigante al principio y, sin embargo, lo que vemos, es aún mejor, y nos convertimos en Watts, en McGregor, en Holland, pero agarrándonos al asiento.
Hablando de Tom Holland, se luce en el papel de Lucas, su actuación es realmente impresionante, su presencia en pantalla es como la de un veterano, el desborde de emociones de su personaje nos apabulla.
Los otros niños, Samuel Joslin y Oaklee Pendergast, más que actores, son simplemente niños, y como tal, dan una lección de naturalidad apabullante, es de agradecer que el guión no los haga repelentes sabihondos, sino pura y llanamente niños.
La escena del móvil es de morirse, por la debilidad y la impotencia del personaje de Ewan McGregor.
Cuando operan al personaje de Naomi, le dice que “piense algo bonito”, allí su subconsciente, conectado al del niño, le lleva a esa escena mágica de ella saliendo del agua en cámara lenta, me pareció una escena llena de simbolismo.
Y por último, para no enrollarme demasiado, el momento del rencuentro de los 3 hermanos... Imposible no llorar en esa escena, en la que el hermano mayor, el fuerte, el protector, ha dado por muertos a sus hermanos, y ni siquiera en estas horas, se ha permitido el lujo de llorar su pérdida, porque sabía que de él dependía la supervivencia de su madre.
Y desgarrador el grito de los pequeños, cuando escuchan a Lucas gritar:
“¡PAPÁ!” y van a su encuentro... ese abrazo de los 3 te deja sin palabras.
Pensar que has perdido a las personas que más quieres en tu vida, y de repente que aparezcan para abrazarte...
Qué grande puede ser el cine, y qué grande puede ser la vida.
Y ese final, con los créditos, vemos la foto de la familia que vivió, esa realidad, el brutal maremoto de Tailandia.
GRACIAS por este testimonio.
“We have to help that boy”
Hay críticos que acusan a The Impossible de manipuladora, con sus imágenes, y de alimentar cierto sadismo en los espectadores.
Seguramente, muchos verán que está demasiado enfocado a las familias de los turistas, dejando un poco de lado a los nativos de la zona, quizás si se trataba más ampliamente, el desastre perdería su intensidad, y su fuerza dramática.
El cambio de la nacionalidad española de la familia de verdad, por bellos americanos rubios de clase alta, también ha sido criticado.
En ese sentido, The Impossible no debe entenderse como homenaje a las víctimas del tsunami, ya que su punto de vista, cuando no se centra en el dolor aislado de la familia, sólo se desplaza a occidentales de vacaciones en Tailandia, y omite los cadáveres cuando conviene, y las muestras de sufrimiento de habitantes locales.
Curiosamente, la hospitalidad en países pobres, es mucho mayor que en países desarrollados, y en The Impossible se hace ver esta realidad.
La vocación de Bayona puede ser universal en su humanismo, pero parcial cuando se aplica a lo social y a lo histórico.
Por no hablar del personaje de Ewan McGregor, que comete una de las acciones más incomprensibles, y ni siquiera sabemos por qué, dado que su personaje no está apenas construido...
¿A qué padre se le ocurre abandonar a sus hijos pequeños a su suerte, para que se los lleven a las montañas, mientras él se va a buscar a su mujer e hijo, que ni siquiera tiene certeza de que vivan?
Por Dios, has encontrado a 2 de tus hijos sanos y salvos, aunque Bayona no nos explique cómo sobrevivieron, aprovecha y cuida de ellos.
Y si no vas a hacerlo, al menos que esté justificado de alguna manera.
Luego, tenemos una increíble bondad y buena voluntad por parte del género humano que me deja pasmado, teniendo en cuenta que se acaba de producir un desastre natural, y deberían estar completamente desquiciados.
Me refiero a la escena del móvil...
¿Es que nadie quiere usar ese teléfono, al que le queda poca batería, para llamar a su familia?
No, mejor que lo use Ewan, que el pobre está llorando.
Y que lo use 2 veces, que la primera dejó algo intranquilo a su familiar...
¿Cosas de intensidad dramática?
Para mí, esta es la cuestión:
¿Qué debe lograr una buena comedia?
Hacernos reír.
¿Y una cinta de terror?
Asustarnos.
Pues bien, un drama como The Impossible está hecho para que los espectadores lloremos, o nos sintamos emocionalmente afectados.
De paso, alimentar en uno el noble sentimiento de la solidaridad.
Que The Impossible pretende ser angustioso, lo logra.
Que está muy bien realizado en lo técnico, lo está.
Que su realismo emocional golpea, sí, y con fuerza.
Y es que The Impossible no sólo relata la asombrosa historia de la familia, sino que también devela el estado del sistema de salud en crisis luego del desastre, la desesperación de las familias por re-encontrarse, la abundancia de cadáveres, y lo insalubre que estaban los centros de salud por la alta demanda.
La fotografía de The Impossible, insisto, es asombrosa, los juegos con el audio se llevan mil puntos, porque logran ponerte alerta a la llegada de la ola, y cuando esta llega, es realmente envolvente.
Esos juegos de cámara acertados, escenas precisas, y sin caer en el morbo.
¿Milimétrico con actuaciones y ritmo?
Por supuesto.
The Impossible es un filme que vale la pena ver y sentir, en lo que se refiere al género llamado de catástrofes, es de lo más realista, descarnado, y desolador que se haya podido ver nunca.
Nos mete directamente bajo el agua del tsunami, y nos muestra su avance y sus consecuencias con absoluta crudeza, haciendo que sientas el miedo, e incluso el dolor físico, siendo la fuerza de la naturaleza, la protagonista por encima de todo.
The Impossible es una película dolorosa, quién lo va a negar, pero es un prodigio de buen cine, y un réquiem lleno de respeto y verdad, para todos los que se vieron afectados por aquél devastador tsunami.
“The most scary bit for me was when I came up and I was all on my own.
And then I saw the two of you, and I didn’t feel so scared anymore”
Una vez pasada la primera Gran Ola del Tsunami, el estado de emergencia fue declarado en Sri Lanka, Indonesia y las Islas Maldivas.
Las Naciones Unidas afirmaron, que el costo de la operación de ayuda humanitaria, fue el más alto de la historia.
Como dato curioso, este tsunami, ocurrió exactamente, un año después del terremoto de 2003, que devastó la ciudad iraní meridional de Bam, y exactamente, dos años antes, del terremoto de Hengchun del 2006.
Hubo muchas vidas perdidas, y hubo algunos nombres famosos, que es interesante dar a conocer:
El ex canciller Helmut Kohl, estaba de vacaciones en Sri Lanka, y fue rescatado por un helicóptero militar del hotel inundado donde se encontraba.
Un conocido futbolista, Troy Broadbridge del Melbourne Football Club, se encuentra entre los fallecidos en Tailandia, luego de que su padre identificara su cuerpo, el 3 de enero de 2005.
La diplomática Lys Amayo de Benedek D'Avola, y su hijo de 10 años, fallecieron en Phi Phi, Tailandia
La estrella de cine Jet Li, de descanso con su familia en Las Maldivas, sufrió una leve herida en un pie, mientras ayudaba a su hija a sobrevivir.
Murió el conocido fotógrafo de modas argentino, Fernando Bengoechea.
El ex ministro de Finanzas de Finlandia, Sauli Niinistö sobrevivió, mientras que el músico Aki Sirkesalo y su familia, siguen desaparecidos.
Los futbolistas italianos, Filippo Inzaghi y Paolo Maldini, de vacaciones en las Maldivas, sobrevivieron.
Sadayuki Yoshino, primer secretario de la Embajada japonesa en Bangkok, y su hijo, que se encontraban de vacaciones en Phuket, Tailandia, están desaparecidos.
La hija del barón, actor y cineasta inglés, Sir Richard Attenborough, de 14 años de edad, se encuentra entre los fallecidos, mientras que su hermana Alice, de 17, recibió atención médica en un hospital; otros 2 miembros de la familia, están desaparecidos, así como el fotógrafo de modas Simon Atlee, quien se encontraba de vacaciones con su novia, la supermodelo checa Petra Nemcova, que sobrevivió, y creó la fundación “Happy Hearts” para ayudar a los niños afectados por el tsunami.
Las estadísticas hablan por sí solas:
Muertos confirmados: 144.000
Muertos estimados: 200.000
Heridos: 510.000
Desaparecidos: Decenas de miles 
Desplazados: de 1,5 a 2 millones de personas.
Tanto los gobiernos, como organizaciones no gubernamentales, temen que el número de víctimas se haya duplicado, debido a la posibilidad de epidemias de enfermedades relacionadas con la contaminación del agua, tales como el cólera y la disentería.
Organizaciones de ayuda humanitaria, reportaron que cerca de un ¼% de las víctimas fatales son niños.
Esto es consecuencia de la alta proporción de menores en las poblaciones de las zonas afectadas, y también, del hecho de que los niños pudieron oponer menos resistencia para evitar ser arrastrados por las aguas.
La cifra de muertos es particularmente alta, por ser la primera vez, en más de 100 años, que un tsunami en el Océano Índico ha afectado las costas, con lo cual, los países afectados estaban poco preparados para ello, e incluso sus pobladores no supieron reconocer las señales de advenimiento del maremoto.
Sumas mucho mayores, y más personal, serán necesarios debido a la extensión de los daños, así como los daños en infraestructuras, la carencia de comida y agua, y los efectos que esta tragedia ha tenido en la economía turística y pesquera de los países afectados.
Especial atención requieren las posibles epidemias que puedan surgir.
“Lo imposible” es no interiorizar The Impossible hasta sentirte dentro de ella, y ponerte en el lugar de cada uno de los personajes principales, desde el padre de la familia hasta la madre, pasando por los hijos.
“You can't leave it like that”
Cinco años después, aquel desastre arrojaba cifras tremendas:
El tsunami, que se generó a partir de un terremoto de 9,15 grados en la escala Richter, el 2° más grande y el 2° más largo jamás registrado, con una potencia equivalente a la de más de 23.000 bombas atómicas, originó la ola más alta de las 4 últimas décadas; esa ola se llevó por delante 229.866 vidas humanas, de las que se contabilizaron 186.983 muertes y 42.833 desapariciones, además de los 510.000 heridos, y las 2,000.000 de personas que perdieron su hogar, en 13 países distintos.
The Impossible es la historia de cientos de familias, y de lo que supone sobrevivir a un desastre de semejantes dimensiones, no ya por el Tsunami, sino por el hecho de perderlo todo en un segundo, sobrevivir cuando todo parece imposible, y tras la culpa y el sufrimiento, a veces sobrevivir es mucho más duro que perecer, tener las fuerzas necesarias para querer contarlo.
A veces se nos olvida nuestra propia condición de ser humano, estamos sentados en el sofá, o en la butaca de cine, y vemos todo en perspectiva, sin llegar a darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor, eso a lo que no prestamos atención más allá del egoísmo de nosotros mismos.
Eso es lo que, en el momento más inesperado, nos golpea, cual ola gigante de agua salida del mar, y nos recuerda que no somos entes intocables.
Siempre le pasa a otro, nunca a uno mismo…
María Belón estaba con su esposo y sus 3 hijos, disfrutando de las vacaciones de Navidad en un hotel de la costa tailandesa.
“El hotel se acababa de inaugurar hacía 2 días, y los dueños estaban por ahí brindando con champán.
Nosotros estábamos felices, porque nos había tocado un búngalo precioso, y nunca habíamos estado en un sitio tan bonito”, relataba María emocionada.
“De lo que me di cuenta en realidad, en ese día, es de que la vida dura un segundo”, afirmaba.
“Fuimos a bañarnos a la piscina, a las diez menos cuarto, y de repente, cambió todo.
El sonido de la tierra y del mar, era tan enorme, que no se puede volver a reproducir.
Fueron 3 segundos, en los yo miro al horizonte, veo que ha desaparecido, y que en su lugar, hay un muro negro que se abalanza.
En ese momento se acaba todo”
María avanzaba en su relato, contando detalles pequeños, como que en ese momento, se agarró al libro que estaba leyendo “La Sombra del Viento” con la intención de poder terminarlo.
“Vi la ola, pero no me imaginaba todo lo que venía después.
Le grité a mi marido:
¡Quique, los niños, los niños!
Tenía a los 3 delante.
En ese momento se acabó todo”, relataba.
Luego vendría estar por el agua, medio inconsciente, y el momento más duro:
Abrir los ojos.
“Tardas mucho tiempo en darte cuenta de si eso es verdad, y ahí surge el debate sobre si, sí o no.
Nadaba a la altura del hotel, y todo era negro, muerte y había trozos de todo”
Lo peor, según ella, sentir el horror por estar viva, por dejar a 3 niños pequeños atrás.
“Tuve la suerte de que a unos metros de mí, emergió la cabeza de uno de mis hijos, y así fue cuando dije:
María, a vivir.
Él me gritaba:
Mamá, nos vamos a morir todos”
Y yo le decía:
“No, no, tú y yo no nos vamos a morir”
Mientras, el agua les volvía a meter hacia dentro, y los objetos no dejaban de golpearles.
Antes de ver a Lucas, María “buscaba esa luz que dicen que se ve antes de morir, y que te conduce a un túnel, sólo para meterme por él, y no seguir viviendo”
No vio a sus otros 2 niños hasta que pasaron 2 días.
“Para mí estuvieron muertos durante ese tiempo, y de hecho, hablaba de ellos en pasado”, narraba.
Quique, su marido, contaba también en antena, cuando encontró a Tomás, y media hora más tarde, a Simón, el pequeño de la familia, que acababa de aprender a nadar.
“Fue un milagro”, decía con la voz cortada.
Creo profundamente que si bien fue la “maldita suerte” la que hizo que esta historia tuviera un final feliz, es la “bendita actitud” que inculcaron María y Quique a sus hijos, la que les ha permitido salir victoriosos de la batalla por la supervivencia que supone lidiar, día a día, con los fantasmas de una experiencia tan devastadora.

“The tsunami was an incredible gift.
I embrace life.
My whole life is extra time”
María Belón



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