The China Syndrome
“I may be wrong, but I'd say you're lucky to be alive.
For that matter, I think we might say the same for the rest of Southern California”
El mundo entró en la era atómica el 02 de Diciembre de 1942, cuando un equipo de científicos, dirigido por Enrico Fermi, inició la primera reacción en cadena controlada, lo que al proyecto Manhattan, y las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Luego de La Segunda Guerra Mundial, comenzaron las investigaciones en los usos pacíficos y comerciales de la energía atómica.
No era raro entonces, que se afirmaran cosas como:
“Aspiradores de energía nuclear serán, posiblemente una realidad, dentro de los próximos 10 años”
Hubo planes en los que la energía atómica no solo incluía generación de energía eléctrica, sino también el desarrollo de explosivos para minería, canales, túneles para autopistas, etc.
Pero en muchos de estos proyectos, los problemas de contaminación radiactiva fueron imposibles de resolver.
Otra gran idea, era el sueño del desarrollo de la energía eléctrica “demasiado barata como para medir su consumo”, lo que llevo a la construcción acelerada de centrales nucleares.
Pero los costos excesivos, cara reparaciones, y preocupaciones ecológicas, resultaron en que las centrales nucleares terminaron siendo menos económicas que lo esperado.
Además, el control directo e indirecto de los recursos energéticos, ha llevado hasta no hace mucho tiempo, a mantener el precio del petróleo relativamente barato.
Parece muy probable que su encarecimiento, junto con el agotamiento inexorable de las reservas, llevará a un nuevo interés por la energía nuclear, junto con energías renovables, al mismo tiempo que a más largo plazo evolucionará al desarrollo de energía basada en la fusión nuclear.
El gran tamaño de las plantas nucleares ordenadas a fines de la década de 1960, generó nuevos interrogantes sobre la seguridad, y causó el miedo de que el accidente serio de un reactor nuclear, pudiese liberar una gran cantidad de radiación al (medio) ambiente, y hacia la atmósfera.
A principios del decenio de 1970, hubo una continua controversia, en la prensa técnica especializada, y hasta en los medios masivos de comunicación, sobre todo de los Estados Unidos, sobre el rendimiento de los sistemas de emergencia de los “cooling systems” de los núcleos en las plantas nucleares, diseñados para prevenir la fundición del núcleo de un reactor nuclear, pudiendo dar paso a un “Síndrome de China”
En 1971, el físico nuclear Ralph Lapp, utilizó el término compuesto “Síndrome de China” para describir la fundición de un reactor nuclear a través de su contenedor, y la posterior penetración del mismo, a través de la capa de cemento debajo del mismo, con la consecuente irrupción de una masa caliente de combustible nuclear en el suelo circundante al edificio.
Basó sus declaraciones, en informes de un grupo de trabajo de físicos nucleares, encabezado por el doctor W.K. Ergen, que publicó sus informes iniciales en 1967.
A pesar de algunos accidentes nucleares, como el de Three Mile Island de 1979, o el bastante más serio “meltdown” de Chernóbil de 1986, el “Síndrome de China” es una hipótesis teórica, ciertamente muy exagerada.
El accidente de Three Mile Island, fue un accidente nuclear que sufrió la central nuclear del mismo nombre, el 28 de marzo de1979.
Ese día, el reactor TMI-2 sufrió una fusión parcial del núcleo del reactor.
Vale decir que en este caso, la palabra “fusión” se refiere al cambio de estado de sólido a líquido.
El núcleo del reactor se derritió parcialmente; no confundir con la fusión nuclear…
En el momento del accidente, unas 25,000 personas residían en zonas, a menos de 8 kilómetros de la central.
La cantidad de emisión de gases radioactivos hacia la atmósfera, varía entre 2,5 y 15 millones de curios, según las fuentes escogidas.
La industria pro nuclear sostiene que “estudios realizados sobre la población, demuestran que no hubo daños a las personas, ni inmediatos, ni a largo plazo”
No obstante, Greenpeace apoyada en otros estudios independientes, sostiene que existió, y existe un aumento claro en los casos de cáncer y leucemia sobre la zona cercana a la central.
Las consecuencias económicas y de relaciones públicas fueron muy importantes, y el proceso de limpieza largo y costoso.
Además, el accidente redujo notablemente, la confianza de la población en las centrales nucleares, y fue para muchos, un presagio de los peores temores asociados a esta tecnología.
Hasta el accidente de Chernóbil, ocurrido 7 años después, Three Mile Island fue considerado, el más grave de los accidentes nucleares civiles, de categoría 5 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES)
El accidente nuclear de la Central de Fukushima I, en 2011, también alcanzó la categoría 5, pero el 12 de Abril de 2011, el desastre de Fukushima ya obtuvo la categoría 7, igualando así, al desastre de Chernóbil.
Three Mile Island ha sido objeto de interés para los estudiosos del factor humano, como por ejemplo la manera de cómo un grupo de gente reacciona y toma decisiones bajo tensión.
Existe un consenso general, en que el accidente fue agravado por las decisiones incorrectas tomadas por los operadores abrumados con la información, mucha de ella inaplicable e inútil.
Como resultado del Three Mile Island, se cambió el entrenamiento de operadores de reactores nucleares.
Antes, el entrenamiento se centraba en diagnosticar el problema subyacente; después, el entrenamiento se ha venido centrando en reaccionar a la emergencia, pasando a través de una lista de comprobación estandarizada, para asegurarse de que la base está recibiendo bastante líquido refrigerador.
“What makes you think they're looking for a scapegoat?”
The China Syndrome es una película de suspense de 1979, dirigida por James Bridges.
Protagonizada por Michael Douglas, Jane Fonda, Jack Lemmon, Scott Brady, James Hampton, Peter Donat, Wilford Brimley, entre otros.
El guión es de Mike Gray, T.S. Cook y James Bridges.
The China Syndrome narra la historia de una reportera y un camarógrafo que descubren irregularidades y encubrimientos de seguridad, en una planta de energía nuclear.
The China Syndrome obtuvo 4 nominaciones al Oscar:
Mejor actor (Lemmon), mejor actriz (Jane Fonda), mejor guión y dirección artística.
El título The China Syndrome, hace referencia al concepto de que si el núcleo de un reactor se fundiera, estando la planta ubicada en EEUU, éste teóricamente, atravesaría verticalmente La Tierra hasta llegar a China.
China es una metáfora, ya que las antípodas de EEUU están en el Océano Índico.
Si hay un ejemplo, donde funciona la frase hecha de que “la realidad imita a la ficción”, esta corresponde a The China Syndrome.
The China Syndrome fue estrenada el 16 de marzo de 1979, a sólo 12 días antes del accidente de Three Mile Island.
Lo que sucedió fue el llamado popularmente “Síndrome de China” el cual ocurre cuando el núcleo de un reactor nuclear se funde.
Esto ocurre con una pérdida de material refrigerante, y el sistema de emergencia de enfriamiento falla, lo que lleva a un calentamiento sin control del sistema.
Aunque las barras de enfriamiento bajen, para detener el proceso de fisión en una emergencia, el decaimiento radiactivo de la reacción continuará generando calor, si no hay refrigerante, produciendo que el reactor se funda.
Aunque solo existen suposiciones sobre lo que ocurriría entonces, el peor escenario es que el combustible forme una masa fundida de materia radiactiva a alta temperatura, que penetre el recipiente de contención, y tome contacto con el agua que se encuentra en la tierra.
La combinación de agua con material radiactivo, podría crear una explosión que arrojaría el material radiactivo sobre una amplia zona circundante a la central.
El mejor de los casos sería, que el edificio de contención resistiera la temperatura y mantuviera el material radiactivo en su interior.
La razón del nombre popular “Síndrome de China” proviene de la idea, un poco absurda, que ese material fundido del reactor, podría penetrar la corteza terrestre y llegar al otro lado de La Tierra, a China.
Por supuesto, esto es físicamente imposible:
En primer lugar, por el hecho de que el material tendría que vencer, en algún momento, la fuerza de la gravedad para volver a subir a la superficie.
Estudios científicos indican, que un núcleo radiactivo posiblemente se hundiría unos 15 metros como máximo, hasta alcanzar una veta de agua, en cuyo caso, el enorme vapor radiactivo saldría a la superficie, para contaminar enormes regiones alrededor de la central nuclear.
El accidente de la planta de energía nuclear Three Mile Island, ayudó a convertir The China Syndrome en un éxito de taquilla.
Sin embargo, The China Syndrome fue retirada de la cartelera de muchas ciudades luego del accidente.
En cierta manera, The China Syndrome es un thriller de suspenso, donde el malo no es un criminal al uso, sino una corporación interesada más en los resultados de los balances anuales, que en la seguridad de su industria y la comunidad.
El guión es remarcable, el desarrollo de la historia es fluido, y la trama tiene tintes políticos, cómo no, teniendo en cuenta que estamos en los años 70.
Aunque haya pasado tanto tiempo desde su estreno, el tema de la seguridad de las centrales nucleares no ha perdido ni un ápice de vigencia, por lo que la historia es totalmente actual.
Como actuales son las reacciones de los mandamases, tanto de la cadena de TV, como de los de la central nuclear, que muestran a las claras, cómo funciona el mundo mediante la manipulación de los hechos, y el silenciamiento de todo aquello que pueda afectar al negocio.
The China Syndrome es una película con una clara intencionalidad de mensaje político, por encima de sus méritos cinematográficos, sin desdeñar estos últimos.
The China Syndrome refleja el sentimiento antinuclear, que ya comenzaba a aflorar en la sociedad norteamericana en esa época, así como la profunda desconfianza hacia las empresas que tienen a su cargo la operación de las centrales.
Teniendo en cuenta las historias, después conocidas, de cómo la compañía dueña de la central, intentó manipular la verdad de los hechos sobre el incidente Three Mile Island, The China Syndrome es un buen reflejo de la realidad.
The China Syndrome es una película, en la que las relaciones humanas son de suma importancia, ya que se explora el sentido de la mentira y de la verdad, y se ponen a prueba los instintos de conveniencia de los roles.
Es por eso, que el trabajo realizado por el director y por los guionistas es excelente, ya que lograron desarrollar una narración que siempre mantiene un tono realista, que introduce temáticas que se cierran a la perfección, y que inspecciona con suspenso los peligros del error humano y de la energía nuclear.
The China Syndrome posee una clara idea que se puede resumir en una simple, pero a la vez rebuscada, oración:
“Ser el que quiere terminar con una ola de mentiras, te puede costar la vida”
Aquí esto se ve representado desde el comienzo, cuando empiezan a aparecer los primeros indicios de corrupción, y de ocultamiento alrededor del accidente en la planta nuclear.
Luego, todo se profundiza, y se concluye con un final tan directo, tan real, y tan bien dirigido y actuado, que no dejará indiferente al espectador.
The China Syndrome va dirigida hacia factores fundamentales de la sociedad, como son los medios de comunicación, el trato a la mujer, o el poder de las empresas privadas, y las consecuencias de éste.
Además, The China Syndrome sube a la palestra, el importante tema energético, tan crucial hoy por hoy, haciendo un interesante recorrido por el panorama nuclear de la época.
Así las cosas, The China Syndrome se centra en Kimberly Wells (Fonda), una periodista, que está algo cansada de ser la que tiene que prestar su imagen para presentar las noticias más superficiales, y de color del noticiero.
Un día, Wells es llevada a la Planta Nuclear de Ventana, California, para filmar un especial sobre el funcionamiento del lugar.
Mientras ella y Richard Adams (Douglas) su camarógrafo, estaban recorriendo la locación, un accidente sucede, pero con rapidez el mismo “se soluciona”
Lo que nadie sabía, era que ellos habían tomado toda la situación en cinta, cuestión que los motiva a descubrir la verdad, sobre lo que allí pudo haber pasado.
The China Syndrome abandona todos los convencionalismos, y efectismos del cine hollywoodiense, logrando un realismo y una cercanía con el espectador más propia de un documental.
Resulta apasionante además, vivir tan cercanamente, lo que se cuece detrás de las cámaras de un programa televisivo; así como ver ese imperdible final, tan eficaz como apropiado.
De los actores protagonistas, sobresale Jack Lemmon como Jack Godell, un ingeniero consciente de las ventajas de la energía nuclear, pero también de sus peligros.
En una escena en la sala de control, cuando comprende que todos los indicadores han estado dando información errónea, y el reactor está a punto de fundirse, la expresión de su rostro trasluce todo el horror del que comprende, que las fuerzas de la naturaleza están dispuestas a desatarse.
Jane Fonda y Michael Douglas interpretaron con decisión y fluidez sus personajes; la escena final de ella es cautivante, mientras que la rebeldía de él está muy bien interpretada.
“He was not a loony.
He was the sanest man I ever knew in my life”
Curiosamente, durante una escena en The China Syndrome, se habla con un experto de seguridad nuclear, que dice, irónicamente, que una fusión podría forzar la evacuación de la población en un área “del tamaño de Pensilvania”
En otra ironía, el incidente ficticio en The China Syndrome, también ocurrió cuando los operadores de la planta, interpretaron mal la cantidad de agua dentro de la base…
Estamos pues ante una película brillante, entretenida y plenamente válida en el actual contexto social, en el que los poderes políticos y mediáticos, aparecen cada vez más supeditados al albedrío de unas corporaciones, cada vez más poderosas.
A este respecto, es destacable la magnífica secuencia final, acompañada de unos créditos finales, carentes de toda banda sonora.
The China Syndrome es un ejercicio de reflexión, ahora que en ciertas esferas, se vuelve a hablar de la necesidad de retomar la fisión nuclear como fuente de energía viable para el futuro.
Como nota reflexiva, hasta hace sólo unas pocas décadas, la profesión periodística gozaba de cierta pátina de respetabilidad social.
Cierto que el periodismo basura ha existido desde siempre, pero los periodistas, o al menos algunos de ellos, eran considerados por buena parte de la ciudadanía, como una suerte de línea defensiva ante los desmanes de gobiernos, empresas y gente poco recomendable en general.
Hoy día, el corporativismo derivado de la globalización, ha acarreado una creciente pérdida de credibilidad de los medios de comunicación, más palpable si cabe, en el ámbito de la TV.
Porque a finales de los años 70 del siglo pasado, ser periodista en Estados Unidos agradaba:
Significaba pertenecer a un poderoso y respetado “lobby” capaz de tumbar un gobierno si se daba la ocasión.
El estallido de “El Caso Watergate” puso de moda al oficio y a sus oficiantes, y a remolque de ello, surgieron por supuesto, películas que serían completamente inviables en el mundo actual, donde que denuncian sin tapujos, los turbios manejos de unas corporaciones, cuyo único interés consiste en ganar dinero, sin importar para nada la seguridad, o el bienestar de la sociedad en su conjunto.
“I'm counting on you to take care of the goddamn press.
Now you do your job and I'll do mine”
For that matter, I think we might say the same for the rest of Southern California”
El mundo entró en la era atómica el 02 de Diciembre de 1942, cuando un equipo de científicos, dirigido por Enrico Fermi, inició la primera reacción en cadena controlada, lo que al proyecto Manhattan, y las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Luego de La Segunda Guerra Mundial, comenzaron las investigaciones en los usos pacíficos y comerciales de la energía atómica.
No era raro entonces, que se afirmaran cosas como:
“Aspiradores de energía nuclear serán, posiblemente una realidad, dentro de los próximos 10 años”
Hubo planes en los que la energía atómica no solo incluía generación de energía eléctrica, sino también el desarrollo de explosivos para minería, canales, túneles para autopistas, etc.
Pero en muchos de estos proyectos, los problemas de contaminación radiactiva fueron imposibles de resolver.
Otra gran idea, era el sueño del desarrollo de la energía eléctrica “demasiado barata como para medir su consumo”, lo que llevo a la construcción acelerada de centrales nucleares.
Pero los costos excesivos, cara reparaciones, y preocupaciones ecológicas, resultaron en que las centrales nucleares terminaron siendo menos económicas que lo esperado.
Además, el control directo e indirecto de los recursos energéticos, ha llevado hasta no hace mucho tiempo, a mantener el precio del petróleo relativamente barato.
Parece muy probable que su encarecimiento, junto con el agotamiento inexorable de las reservas, llevará a un nuevo interés por la energía nuclear, junto con energías renovables, al mismo tiempo que a más largo plazo evolucionará al desarrollo de energía basada en la fusión nuclear.
El gran tamaño de las plantas nucleares ordenadas a fines de la década de 1960, generó nuevos interrogantes sobre la seguridad, y causó el miedo de que el accidente serio de un reactor nuclear, pudiese liberar una gran cantidad de radiación al (medio) ambiente, y hacia la atmósfera.
A principios del decenio de 1970, hubo una continua controversia, en la prensa técnica especializada, y hasta en los medios masivos de comunicación, sobre todo de los Estados Unidos, sobre el rendimiento de los sistemas de emergencia de los “cooling systems” de los núcleos en las plantas nucleares, diseñados para prevenir la fundición del núcleo de un reactor nuclear, pudiendo dar paso a un “Síndrome de China”
En 1971, el físico nuclear Ralph Lapp, utilizó el término compuesto “Síndrome de China” para describir la fundición de un reactor nuclear a través de su contenedor, y la posterior penetración del mismo, a través de la capa de cemento debajo del mismo, con la consecuente irrupción de una masa caliente de combustible nuclear en el suelo circundante al edificio.
Basó sus declaraciones, en informes de un grupo de trabajo de físicos nucleares, encabezado por el doctor W.K. Ergen, que publicó sus informes iniciales en 1967.
A pesar de algunos accidentes nucleares, como el de Three Mile Island de 1979, o el bastante más serio “meltdown” de Chernóbil de 1986, el “Síndrome de China” es una hipótesis teórica, ciertamente muy exagerada.
El accidente de Three Mile Island, fue un accidente nuclear que sufrió la central nuclear del mismo nombre, el 28 de marzo de1979.
Ese día, el reactor TMI-2 sufrió una fusión parcial del núcleo del reactor.
Vale decir que en este caso, la palabra “fusión” se refiere al cambio de estado de sólido a líquido.
El núcleo del reactor se derritió parcialmente; no confundir con la fusión nuclear…
En el momento del accidente, unas 25,000 personas residían en zonas, a menos de 8 kilómetros de la central.
La cantidad de emisión de gases radioactivos hacia la atmósfera, varía entre 2,5 y 15 millones de curios, según las fuentes escogidas.
La industria pro nuclear sostiene que “estudios realizados sobre la población, demuestran que no hubo daños a las personas, ni inmediatos, ni a largo plazo”
No obstante, Greenpeace apoyada en otros estudios independientes, sostiene que existió, y existe un aumento claro en los casos de cáncer y leucemia sobre la zona cercana a la central.
Las consecuencias económicas y de relaciones públicas fueron muy importantes, y el proceso de limpieza largo y costoso.
Además, el accidente redujo notablemente, la confianza de la población en las centrales nucleares, y fue para muchos, un presagio de los peores temores asociados a esta tecnología.
Hasta el accidente de Chernóbil, ocurrido 7 años después, Three Mile Island fue considerado, el más grave de los accidentes nucleares civiles, de categoría 5 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES)
El accidente nuclear de la Central de Fukushima I, en 2011, también alcanzó la categoría 5, pero el 12 de Abril de 2011, el desastre de Fukushima ya obtuvo la categoría 7, igualando así, al desastre de Chernóbil.
Three Mile Island ha sido objeto de interés para los estudiosos del factor humano, como por ejemplo la manera de cómo un grupo de gente reacciona y toma decisiones bajo tensión.
Existe un consenso general, en que el accidente fue agravado por las decisiones incorrectas tomadas por los operadores abrumados con la información, mucha de ella inaplicable e inútil.
Como resultado del Three Mile Island, se cambió el entrenamiento de operadores de reactores nucleares.
Antes, el entrenamiento se centraba en diagnosticar el problema subyacente; después, el entrenamiento se ha venido centrando en reaccionar a la emergencia, pasando a través de una lista de comprobación estandarizada, para asegurarse de que la base está recibiendo bastante líquido refrigerador.
“What makes you think they're looking for a scapegoat?”
The China Syndrome es una película de suspense de 1979, dirigida por James Bridges.
Protagonizada por Michael Douglas, Jane Fonda, Jack Lemmon, Scott Brady, James Hampton, Peter Donat, Wilford Brimley, entre otros.
El guión es de Mike Gray, T.S. Cook y James Bridges.
The China Syndrome narra la historia de una reportera y un camarógrafo que descubren irregularidades y encubrimientos de seguridad, en una planta de energía nuclear.
The China Syndrome obtuvo 4 nominaciones al Oscar:
Mejor actor (Lemmon), mejor actriz (Jane Fonda), mejor guión y dirección artística.
El título The China Syndrome, hace referencia al concepto de que si el núcleo de un reactor se fundiera, estando la planta ubicada en EEUU, éste teóricamente, atravesaría verticalmente La Tierra hasta llegar a China.
China es una metáfora, ya que las antípodas de EEUU están en el Océano Índico.
Si hay un ejemplo, donde funciona la frase hecha de que “la realidad imita a la ficción”, esta corresponde a The China Syndrome.
The China Syndrome fue estrenada el 16 de marzo de 1979, a sólo 12 días antes del accidente de Three Mile Island.
Lo que sucedió fue el llamado popularmente “Síndrome de China” el cual ocurre cuando el núcleo de un reactor nuclear se funde.
Esto ocurre con una pérdida de material refrigerante, y el sistema de emergencia de enfriamiento falla, lo que lleva a un calentamiento sin control del sistema.
Aunque las barras de enfriamiento bajen, para detener el proceso de fisión en una emergencia, el decaimiento radiactivo de la reacción continuará generando calor, si no hay refrigerante, produciendo que el reactor se funda.
Aunque solo existen suposiciones sobre lo que ocurriría entonces, el peor escenario es que el combustible forme una masa fundida de materia radiactiva a alta temperatura, que penetre el recipiente de contención, y tome contacto con el agua que se encuentra en la tierra.
La combinación de agua con material radiactivo, podría crear una explosión que arrojaría el material radiactivo sobre una amplia zona circundante a la central.
El mejor de los casos sería, que el edificio de contención resistiera la temperatura y mantuviera el material radiactivo en su interior.
La razón del nombre popular “Síndrome de China” proviene de la idea, un poco absurda, que ese material fundido del reactor, podría penetrar la corteza terrestre y llegar al otro lado de La Tierra, a China.
Por supuesto, esto es físicamente imposible:
En primer lugar, por el hecho de que el material tendría que vencer, en algún momento, la fuerza de la gravedad para volver a subir a la superficie.
Estudios científicos indican, que un núcleo radiactivo posiblemente se hundiría unos 15 metros como máximo, hasta alcanzar una veta de agua, en cuyo caso, el enorme vapor radiactivo saldría a la superficie, para contaminar enormes regiones alrededor de la central nuclear.
El accidente de la planta de energía nuclear Three Mile Island, ayudó a convertir The China Syndrome en un éxito de taquilla.
Sin embargo, The China Syndrome fue retirada de la cartelera de muchas ciudades luego del accidente.
En cierta manera, The China Syndrome es un thriller de suspenso, donde el malo no es un criminal al uso, sino una corporación interesada más en los resultados de los balances anuales, que en la seguridad de su industria y la comunidad.
El guión es remarcable, el desarrollo de la historia es fluido, y la trama tiene tintes políticos, cómo no, teniendo en cuenta que estamos en los años 70.
Aunque haya pasado tanto tiempo desde su estreno, el tema de la seguridad de las centrales nucleares no ha perdido ni un ápice de vigencia, por lo que la historia es totalmente actual.
Como actuales son las reacciones de los mandamases, tanto de la cadena de TV, como de los de la central nuclear, que muestran a las claras, cómo funciona el mundo mediante la manipulación de los hechos, y el silenciamiento de todo aquello que pueda afectar al negocio.
The China Syndrome es una película con una clara intencionalidad de mensaje político, por encima de sus méritos cinematográficos, sin desdeñar estos últimos.
The China Syndrome refleja el sentimiento antinuclear, que ya comenzaba a aflorar en la sociedad norteamericana en esa época, así como la profunda desconfianza hacia las empresas que tienen a su cargo la operación de las centrales.
Teniendo en cuenta las historias, después conocidas, de cómo la compañía dueña de la central, intentó manipular la verdad de los hechos sobre el incidente Three Mile Island, The China Syndrome es un buen reflejo de la realidad.
The China Syndrome es una película, en la que las relaciones humanas son de suma importancia, ya que se explora el sentido de la mentira y de la verdad, y se ponen a prueba los instintos de conveniencia de los roles.
Es por eso, que el trabajo realizado por el director y por los guionistas es excelente, ya que lograron desarrollar una narración que siempre mantiene un tono realista, que introduce temáticas que se cierran a la perfección, y que inspecciona con suspenso los peligros del error humano y de la energía nuclear.
The China Syndrome posee una clara idea que se puede resumir en una simple, pero a la vez rebuscada, oración:
“Ser el que quiere terminar con una ola de mentiras, te puede costar la vida”
Aquí esto se ve representado desde el comienzo, cuando empiezan a aparecer los primeros indicios de corrupción, y de ocultamiento alrededor del accidente en la planta nuclear.
Luego, todo se profundiza, y se concluye con un final tan directo, tan real, y tan bien dirigido y actuado, que no dejará indiferente al espectador.
The China Syndrome va dirigida hacia factores fundamentales de la sociedad, como son los medios de comunicación, el trato a la mujer, o el poder de las empresas privadas, y las consecuencias de éste.
Además, The China Syndrome sube a la palestra, el importante tema energético, tan crucial hoy por hoy, haciendo un interesante recorrido por el panorama nuclear de la época.
Así las cosas, The China Syndrome se centra en Kimberly Wells (Fonda), una periodista, que está algo cansada de ser la que tiene que prestar su imagen para presentar las noticias más superficiales, y de color del noticiero.
Un día, Wells es llevada a la Planta Nuclear de Ventana, California, para filmar un especial sobre el funcionamiento del lugar.
Mientras ella y Richard Adams (Douglas) su camarógrafo, estaban recorriendo la locación, un accidente sucede, pero con rapidez el mismo “se soluciona”
Lo que nadie sabía, era que ellos habían tomado toda la situación en cinta, cuestión que los motiva a descubrir la verdad, sobre lo que allí pudo haber pasado.
The China Syndrome abandona todos los convencionalismos, y efectismos del cine hollywoodiense, logrando un realismo y una cercanía con el espectador más propia de un documental.
Resulta apasionante además, vivir tan cercanamente, lo que se cuece detrás de las cámaras de un programa televisivo; así como ver ese imperdible final, tan eficaz como apropiado.
De los actores protagonistas, sobresale Jack Lemmon como Jack Godell, un ingeniero consciente de las ventajas de la energía nuclear, pero también de sus peligros.
En una escena en la sala de control, cuando comprende que todos los indicadores han estado dando información errónea, y el reactor está a punto de fundirse, la expresión de su rostro trasluce todo el horror del que comprende, que las fuerzas de la naturaleza están dispuestas a desatarse.
Jane Fonda y Michael Douglas interpretaron con decisión y fluidez sus personajes; la escena final de ella es cautivante, mientras que la rebeldía de él está muy bien interpretada.
“He was not a loony.
He was the sanest man I ever knew in my life”
Curiosamente, durante una escena en The China Syndrome, se habla con un experto de seguridad nuclear, que dice, irónicamente, que una fusión podría forzar la evacuación de la población en un área “del tamaño de Pensilvania”
En otra ironía, el incidente ficticio en The China Syndrome, también ocurrió cuando los operadores de la planta, interpretaron mal la cantidad de agua dentro de la base…
Estamos pues ante una película brillante, entretenida y plenamente válida en el actual contexto social, en el que los poderes políticos y mediáticos, aparecen cada vez más supeditados al albedrío de unas corporaciones, cada vez más poderosas.
A este respecto, es destacable la magnífica secuencia final, acompañada de unos créditos finales, carentes de toda banda sonora.
The China Syndrome es un ejercicio de reflexión, ahora que en ciertas esferas, se vuelve a hablar de la necesidad de retomar la fisión nuclear como fuente de energía viable para el futuro.
Como nota reflexiva, hasta hace sólo unas pocas décadas, la profesión periodística gozaba de cierta pátina de respetabilidad social.
Cierto que el periodismo basura ha existido desde siempre, pero los periodistas, o al menos algunos de ellos, eran considerados por buena parte de la ciudadanía, como una suerte de línea defensiva ante los desmanes de gobiernos, empresas y gente poco recomendable en general.
Hoy día, el corporativismo derivado de la globalización, ha acarreado una creciente pérdida de credibilidad de los medios de comunicación, más palpable si cabe, en el ámbito de la TV.
Porque a finales de los años 70 del siglo pasado, ser periodista en Estados Unidos agradaba:
Significaba pertenecer a un poderoso y respetado “lobby” capaz de tumbar un gobierno si se daba la ocasión.
El estallido de “El Caso Watergate” puso de moda al oficio y a sus oficiantes, y a remolque de ello, surgieron por supuesto, películas que serían completamente inviables en el mundo actual, donde que denuncian sin tapujos, los turbios manejos de unas corporaciones, cuyo único interés consiste en ganar dinero, sin importar para nada la seguridad, o el bienestar de la sociedad en su conjunto.
“I'm counting on you to take care of the goddamn press.
Now you do your job and I'll do mine”
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