Mine Vaganti

“L'unica cosa più complicata dell'amore è la familia”

El mundo del cine siempre ha tendido a retratar las familias, la sociedad, y las relaciones interpersonales, desde un punto de vista conservador.
El número de parejas mixtas mostradas en una película, se pueden contar casi con una mano, y el trato de parejas homosexuales, siempre ha sido más con la intención de chocar, que integrarlo como algo normal en el siglo XXI.
Familias en las que, sus antecesores, crearon una forma de vida, y establecen las normas para que sus hijos, y los hijos de sus hijos, sigan con la tradición.
El problema, puede aparecer cuando, es más probable, que la continuidad de las empresas, o incluso, de la familia, se vean alteradas por las decisiones individuales de cada miembro de la misma familia.
La familia es importante, si pero:
¿Lo es todo?
La importancia de ser honesto con uno mismo, y a partir de allí con los demás, es una vez más, la homosexualidad; la aceptación o no de la misma, por parte de la familia y la sociedad, ocultarla y vivir sin ser lo que se es en realidad.
Los diferentes puntos de vista, sobre un mismo tema, revelan lo cerca y lo lejos que estamos de nuestros padres, hermanos, tíos...
Cuando creemos que sabemos todo de nuestra familia, tendríamos que preguntarnos, si realmente lo sabemos todo.
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a tus abuelos, a tus padres, a tus hermanos?
¿Cuándo fue la última vez que ellos, te escucharon a ti?
“Non puoi scegliere chi amare”
Mine Vaganti es una película italiana, del género comedia, del año 2010, dirigida por Ferzan Özpetek.
Protagonizada por Riccardo Scamarcio, Nicole Grimaudo, Alessandro Preziosi, Dario Bandiera, Ennio Fantastichini, Lunetta Savino, Elena Sofia Ricci, Ilaria Occhini, Bianca Nappi, Carolina Crescentini, entre otros.
El guión lo firma el director, junto a Ivan Cotroneo.
El universo de Ferzan Özpetek vuelve a nosotros con Mine Vaganti, donde volvemos a encontrarnos con las pautas argumentales y estructurales de prácticamente todas sus películas:
El mundo gay, la muerte, la familia, el amor imposible, la comida, y la reconciliación.
Sin embargo, Mine Vaganti es una historia de amores imposibles, y por eso eternos.
El realizador demuestra, nuevamente, su maestría a la hora de dirigir actores, capaz de sacar lo mejor, tanto de grandes intérpretes como Ennio Fantastichini, como de actores de reparto, entre los cuales destaca Daniele Pecci, que encarna a uno de los locos amigos del protagonista.
El argumento pretende dejar una moraleja:
La importancia que tiene, para cada quien, el definir y defender ante los demás, su respectiva orientación sexual.
Más simple:
La importancia de salirse del clóset, y de no refugiarse en un armario, menos ante la familia, por más conservadora que esta sea.
Mine Vaganti se mueve alrededor de una numerosa familia que, como en otros de los films de Özpetek, forman una excéntrica, afectiva y ruidosa comunidad.
Las llamadas “familias adquiridas”
En realidad, Mine Vaganti trata de un retrato de la sociedad rural del sur de Italia, en el que se ha añadido un leve tono de disconformidad hacia ciertos valores familiares.
Alessandro Preziosi, es Antonio Cantone, el personaje que desencadenará la acción de la trama.
Con su absoluta sensualidad masculina, da vida a el hijo mayor de la familia Cantone, y directivo de la empresa familiar.
Él verá, en el regreso de su hermano pequeño Tommaso (Ricardo Scamarcio), la cerilla con que encender la bomba que llevaba años preparando.
Los Cantone son la típica familia italiana, burguesa, y adinerada, gracias a la fábrica de pasta, negocio nacional por excelencia, que poseen en el pequeño pueblo de Lecce, situado en la punta misma del tacón de la bota italiana, llamada “La Florencia del Sur”, por su exuberante y clarísimo barroco.
Específicamente, en una de las regiones del sur del país, en Puglia, donde es habitual aún, que diversas generaciones vivan bajo el mismo techo.
La villa de la familia la comparten la madre, adepta a los rumores de las otras señoras del pueblo, y a mantener la reputación de “la sacrosanta familia”, su marido, que ha conservado la tradición del negocio familiar, pese a los avances tecnológicos, su hija, un tanto sonada, y su hijo mayor, que se encarga de la fábrica junto a su padre.
Y la indispensable abuela, para completar la esencia de una película italiana.
Así, Tommaso, el menor de 3 hermanos, vuelve de Roma, donde supuestamente estudiaba economía, a casa de su familia, que es dueña de una fábrica de pasta.
Planea sincerarse con su familia durante la cena, diciéndoles que desea ser escritor y que es homosexual.
Pero le confiesa primero a su hermano mayor, Antonio, su intención de contarlo todo, y que su padre lo desherede, y así poder dedicarse a lo que él quiere, y olvidarse de la fábrica familiar.
Pero para sorpresa de Tommaso, y de todos, Antonio se adelanta confesándose homosexual, por lo que el padre de ambos, Vincenzo (Ennio Fantastichini) lo echa de casa.
El incidente provoca un infarto al padre, por lo que Tommaso no se atreve a repetir la escena, y tiene que hacerse cargo del negocio familiar con resignación.
Todos en la pequeña ciudad, desconocen su condición, menos la abuela y Alba (Nicole Grimaudo), la hija de los socios comerciales de la familia.
El rumor del motivo de la marcha de Antonio se extiende, y eso avergüenza a Vincenzo.
Mientras, Alba y Tommaso se hacen amigos, y a pesar de saber que él es gay, ella no puede evitar empezar a enamorarse de él.
Por su parte, Tommaso se siente presionado por su novio Marco (Carmine Marco) para regresar a Roma, y aconsejado por la abuela, por fin, se decide a decir que no desea trabajar en la fábrica sino ser escritor.
En el entierro de la abuela, tras su suicidio, Antonio y su padre se reconcilian, lo que, junto a la mayor implicación de la hermana en la dirección de la fábrica, permite la marcha de Tommaso.
“È più faticoso stare zitti, che dire quello che si pensa”
Las actuaciones son geniales, los actores son hermosos para personajes completos y maravillosos, cada cual con su carga, su dosis de locura y genialidad oculta.
Cada personaje pasa por unas situaciones divertidísimas, y ninguno queda por fuera.
En este aspecto de personajes, aparte podemos decir que hay una variedad asombrosa y diversa:
Tommaso es el centro sobre el cual rota Mine Vaganti, pero es una comedia coral:
Tommaso es el chico callado, que siempre busca agradar a todo el mundo, es que hasta el padre, retardatario homofóbico, es un gran personaje, y se llega a amar, a pesar de tener una amante bien instalada.
Antonio, el chico modelo a seguir cansado de vivir entre las tinieblas, es el disparador de todo el embrollo de los Cantone.
Alba Brunetti (Nicole Grimaudo), es una chica confundida, misteriosa, y extraña, que nadie sabe porque no tiene novio; Alba es la asistente en la fábrica, no es la mujer decidida, y parece que es muy agresiva.
Stefania (Lunetta Savino), es la madre de los 3 chicos, casada en un matrimonio infeliz lleno de engaños.
La tía Luciana Cantone (Elena Sofia Ricci) es una alcohólica, y que sueña con las visitas nocturnas de un ladrón…
Salvatore (Massimiliano Gallo) es el yerno de Vincenzo, un incapaz en todo, y tal vez ni siquiera su esposa, lo quiere.
En cambio, Elena (Bianca Nappi), la hermana de Tommaso y Antonio, tiene talentos administrativos escondidos.
Y, como hilo conductor, desde el inicio de Mine Vaganti, domina el secreto de la abuela (Ilaria Occhini) diabética por cierto, del amor culpable por su cuñado, Nicola (Giorgio Marchesi) que la hizo tan feliz, y tan prospera la fábrica de pastas.
En esta ocasión, Özpetek ha querido aumentar un poco más el riesgo, al elegir a los más “machos” actores de Italia:
Riccardo Scamarcio, Alessandro Preziosi, Gianluca De Marchi, Carmine Recano, Daniele Pecci, y Mauro Bonaffini, y proponerles todos los personajes homosexuales de Mine Vaganti.
Recordemos que en La Ciudad del Vaticano, hace unos años, todavía 2 hombres fueron detenidos por besarse en público, sin ningún ánimo de ofensa, me gustaría señalar que en casi todas las fotografías, el Papa Razinger siempre está besando a alguien, inclusive niños y hombres, y que yo sepa nunca le han detenido.
Controversia aparte, la comedia es, como alguno de los vinos italianos, “amabile” y su mejor momento, se concentra en la visita que el compañero del protagonista y su banda de amigos, realizan a la gran residencia familiar, con los consiguientes sabrosos malentendidos y equivocaciones.
Pero cabe destacar a la abuela del protagonista, Ilaria Occhini, cuando le dice:
“Que se equivoque siempre por sí mismo”, o la solterona tía Luciana:
“Es más difícil quedarse callados, que decir lo que se piensa”
Estas 2 mujeres, portadoras del sentido común, que al final, se entrelaza con los ritmos y la sabiduría oriental, de hecho, el director es originario de Turquía.
“La terra non può voler male all'albero”
Lo mejor de Mine Vaganti es como Özpetek, sabe presentarnos perfectamente, los personajes con 2 pinceladas, y unos muy buenos actores, claro.
Sólo con que digan una frase, ya sabes exactamente cómo son:
El cuñado, la hermana, la tía, la madre, el padre, los amigos, cada uno con sus características, la criada...
Eso sí, considero que falla el personaje de la chica problemática, bastante incomprensible, que no aporta nada.
El personaje más intenso e inquietante, es el de la abuela.
La escena inicial nos había intrigado:
Una hermosa mujer con traje de novia, acude armada con una pistola a una torre en ruinas.
No sabemos si va al encuentro de su amante, o quiere perpetrar un suicidio.
La nonna es la que comprende perfectamente, a cada miembro de la familia, y también a Alba.
Sus parlamentos, llenos de lirismo, van desvelando su drama personal:
Su verdadero amor fue el hermano de su marido.
La llamaban “la toscana” con mala sangre, una mina vagante, una bala perdida.
Ella también tiene algo que contar, y así lo hace, antes de una exuberante escena final, donde se suicida atiborrándose de pasteles.
Ella es diabética y el azúcar la mata.
Ha tenido que llamar a la muerte, para que acontezca la reconciliación, para poner orden en la vida de la familia Cantone.
Como escena cómico/queer, en el medio de Mine Vaganti, despunta una escena delirante, que sirve de punto de inflexión a la trama.
Hay un antes y un después de ella.
El novio de Tommaso, Marco, presiona telefónicamente para que regrese ya a Roma con él.
Como no es capaz de convencerle, se presenta en la casa familiar, con una pandilla de gays absolutamente desfasados.
Todos intentan disimular su condición sexual, pero es en vano.
Esto culmina en la escena de la playa, donde sin reparos, cantan forzosamente, la canción de Baccara:
“Sorry I’m a lady”
Por otro lado, el cuadro que cierra Mine Vaganti es sublime, con el baile de la boda de la abuela, el cual es pura acronia:
En él, se mezclan personajes del pasado con los del presente, en auténtica reconciliación, al son de la hermosísima canción de Sezen Asku: “Kutlama”, que precisamente significa eso, “Celebración”
Y qué decir de la banda sonora, además de que es perfecta.
Pasquale Catalano es el responsable de ella, y completan el sonido de Mine Vaganti cantantes como:
Patty Pravo, Nina Zilli, Baccara, Pink Martini y Mariana Delgado, entre otros.
La música moderna y hermosa, la escenografía espectacular de la antigua y moderna Lecce, en Italia, la comida que llega a ser un aspecto primordial, ya que en cada escena, hay referencias espectaculares de comidas deliciosas, aparte de que el 50% de las escenas, son en una mesa comiendo.
Toda una delicia visual…
“Gli amori impossibili non finiscono mai.
Sono quelli che durano per sempre”
Lo que es triste, es que en los tiempos que corren, la frase:
“Tengo algo que deciros” siga siendo un recurso “necesario”, cuando en realidad, es algo que deberíamos tener todos más que asumido:
La diferencia nos hace brillar, y nada ni nadie, debería escandalizarse por ello, o
¿Acaso un heterosexual tiene que comunicar a sus amigos y familiares sus preferencias sexuales?
Esta historia sobre la homosexualidad, plantea la honestidad del hombre homosexual con él mismo.
Pero el cineasta de Mine Vaganti, a veces en clave de comedia, a veces en clave de melodrama, transfigura por momento, la realidad verdadera de una sociedad nada cómplice con las decisiones personales, de ser lo que uno a la larga quiere.
Decisión bien difícil, pues ciertos conceptos morales de la sociedad, no dejan ver la claridad de aquellos, quienes atrapados en su homosexualidad, no buscan el reconocimiento de los demás, si no, estar en paz con uno mismo.
Considero que bien vale la pena escuchar ese “otro”, que algunos hombres tienen, cualquiera que sea, y no pueden escapar de sus circunstancias.
Además, cuando tampoco lo desean…
“Las minas que erran, a punto de explotar” son todos estos secretos.
Hay secretos que todos conocen y aceptan, jugando con la elasticidad de sus principios morales.
Y hay secretos más profundos, más sensibles, los que duelen.
Estos, solo pueden, o quieren, intuir a los que también sufren por los suyos, y saben querer sin depender de los roles sociales.
Como Alba, como la abuela...
Amarse a si mismo bastante, para expulsar su secreto a la cara de los demás, lleva a la paz.
La decisión de Tommaso liberó a la abuela.
Y el maravilloso suicidio de ella, vestida, maquillada, para un último encuentro con el azúcar, con cantidades de hermosos pasteles, abre la posibilidad de una reconciliación entre padre e hijo mayor, solucionando el problema material de la administración de las pastas, y liberando así a Tommaso de cualquier obligación.
También, permite volver a la escena del principio:
La boda de la abuela joven, el baile en el cual, se mezclan todas las generaciones, en una comunión de secretos y afectos, digna del realismo mágico, en donde se cierra el círculo de la vida.
Mine Vaganti me hizo recordar a mi padre, que seguramente hubiese reaccionado igual o peor.
Y es que, con diferentes matices, el conflicto entre lo que a cada uno le gustaría hacer con su vida, y lo que termina haciendo por no defraudar a los demás, sigue estando a la orden del día.
Quiéranlo o no:
La pluma es universal.

“Se uno fa sempre quello che gli chiedono gli altri non vale la pena di vivere”



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