WALL•E

“After 700 years of doing what he was built for, he'll discover what he's meant for”

Cada tantos años, aparece alguna película que nos hace reconciliarnos con el cine de calidad, y recordarnos el por qué amamos El Séptimo Arte.
El tema de moda en el 2000, fue y con razón:
La ecología.
A estas alturas de la vida, hay que ser demasiado ciego, para no darse cuenta de que estamos liquidando no a nuestro planeta, que es demasiado grande para cargárnoslo por mucha antropolatría que le pongamos al proceso, sino a nosotros mismos, disparándonos en el propio pie, devorando aceleradamente los recursos naturales, y convirtiéndolos en basura, y aniquilando de paso, el equilibrio ecológico que nos permite cultivar, apacentar, pescar los alimentos indispensables para nuestra propia supervivencia.
Era algo que la ciencia ficción de los '60s y '70s ya apuntaba, pero que en los '80s se desvaneció frente a la más inminente amenaza del cáncer corporativo, y de la maquinización/deshumanización del ser humano, que en los '90s, pasó a ser preocupación por la realidad virtual.
Ahora en el 2000 tenemos otra vez la catástrofe ecológica servida, y ya bastante más cerca, que a la vuelta de la esquina.
La Posmodernidad, es el tiempo de la miniautirización, el telemando y el microprocesado del tiempo, en los cuerpos, y en los placeres.
Tras la muerte de Dios anunciada por Friedrich Nietzsche, los metarrelatos que hasta la fecha aportaban respuestas absolutas a las grandes preguntas del mundo, se han desvanecido y, en su lugar, aparecen nuevos cultos, como el culto al cuerpo, gozar del “aquí y ahora”, entre otros.
Estos nuevos “relatos” hacen renacer la idea del yo:
El individuo deja de creer en los ideales colectivos, y se refugia en su propio ser, de una sociedad agresiva que reprime las pulsiones del ser humano.
Una sociedad fundamentada exclusivamente, en el capitalismo, y en la que no existen los valores, desembocando en un proceso de alienación del individuo.
La humanidad está destinada al fracaso, y a la destrucción.
Todos nosotros caemos en nuestros hábitos, en nuestras rutinas, para evitar la vida consciente, o inconscientemente.
Para evitar tener que hacer la parte difícil.
Para evitar hacer relaciones con otra gente, e interactuar con la persona que esté al lado nuestro.
Es por eso, que todos nos concentramos en nuestros teléfonos celulares, y no tratamos con el otro individuo, el del frente.
Resulta ser que existe un tema entre los científicos, conocido como la singularidad tecnológica, la cual se basa principalmente, en la hipótesis de que en un periodo no menor a 70 años, gracias a los avances técnicos, y el posible desarrollo de una inteligencia artificial, se vuelva obsoleta la necesidad de intervención humana en los procesos de tecnología y trabajo físico.
Máquinas que desarrollan máquinas, relegando a un segundo plano, gran parte de las actividades humanas.
Éste paradigma es el sueño de los ricos y poderosos:
Menos gente, más riqueza, menos trabajo, y es la extinción para gran parte de la población humana representada en campesinos y obreros.
Según La Ley de Moore, la superficie de circuitos se duplica cada 2 años en un circuito integrado, por lo que en base a ésta ley, es posible estimar cuando se puede presentar esta ruptura entre lo natural y lo mecánico, en base a la creación de la primera inteligencia artificial.
“I can't just sit around and do nothing.
That's all I've ever done!
That's all anyone has ever done on this blasted ship!
Nothing!”
WALL•E es una película de animación, realizada casi íntegramente por computadora, del género ciencia ficción y comedia, estrenada en 2008 y dirigida por Andrew Stanton, producida por Pixar Animation Studios, y distribuida por Walt Disney Pictures.
Protagonizada por Ben Burtt, Elissa Knight, Jeff Garlin, Fred Willard, John Ratzenberger, Kathy Najimy y Sigourney Weaver.
Cabe señalar que la mayoría de los personajes en WALL•E no tienen voces humanas, y en su lugar utilizan un comportamiento kinésico y sonidos robóticos, diseñados por Ben Burtt, semejantes a voces.
Además, WALL•E se convirtió en la primera producción de Pixar, en tener escenas con imágenes reales.
En los premios Oscar WALL•E obtuvo el galardón como Mejor Largometraje de Animación, y estuvo nominada en las categorías de guion original, banda sonora, canción original, edición de sonido y sonido; lo cual la convirtió en el largometraje de Pixar con más nominaciones en tal ceremonia y, junto con “Beauty And The Beast” (1991) en la película animada, más nominada en la historia del cine.
La historia de WALL•E es llevadera, con mensaje ecológico, y advierte graciosamente, del pasotismo humano cuando se acomoda; llegando a privarse del contacto humano.
WALL•E se realiza completamente dentro de la posmodernidad, y su propia concepción refleja este hecho.
Una de las características más notorias, es la presencia de la expresión estética del pastiche, un ejercicio de mimetismo inofensivo y neutral, sin pretensiones satíricas ni propuestas alternativas, ni desde luego, mística alguna de “originalidad” tras la orquestación irónica de estilos ya desaparecido:
De ahí el papel fundamental de la intertextualidad de “canibalización azarosa de todos los estilos pasados”
Junto a la intertextualidad, hay otro aspecto clave de la Posmodernidad, que se hace patente en WALL•E, y es la mezcla de géneros.
WALL•E parece un compendio de distintos géneros.
El primer acto, que corresponde a toda la acción, que transcurre en la tierra, es prácticamente mudo.
Los personajes se expresan mediante gestos y hay una serie de gags, utilizados para caracterizar el personaje de WALL•E, que remiten directamente a Charles Caplin y Buster Keaton.
Además, la narración se centra básicamente, en la relación entre WALL•E y EVA.
A partir del segundo acto, WALL•E toma un rumbo totalmente distinto.
La narración entra en un terreno más cercano a la ciencia ficción, donde la botánica y los robots, desempeñan un papel muy importante.
Finalmente, con el regreso a la tierra, al final del tercer acto, se concluye la historia iniciada en el primer acto.
En otras palabras, dentro de WALL•E convergen 2 historias que, aunque no ser completamente independientes, sí que resultan un tanto autónomas, la una de la otra.
Todos estos elementos que se mezclan entre ellos, y van articulando a WALL•E son los que permiten afirmar, que se manifiestan todas aquellas tendencias propias del contexto histórico en el que se desarrolla la producción.
WALL•E además es un film ecológico y porque no social, la incomunicación está detrás de cada puerta.
Y todo esto de la mano de un pequeño y maltrecho robot, con mucha humanidad dentro, que no necesita articular palabra alguna, para entender lo que ocurre en su “alma” de metal.
Hay más expresividad y poesía en el metálico rostro y gestos de WALL•E, que en buena parte de las interpretaciones de actores y actrices humanos, de muchas películas en la actualidad.
WALL•E es un personaje muy divertido, desde su inocencia y curiosidad, romántico y amigable, resaltando las cualidades de seres humanos.
WALL•E nos muestra lo que nos perderíamos, si abandonáramos La Tierra, y nos fuéramos todos de vacaciones.
Tal vez, perderíamos nuestra esencia.
WALL•E superó los logros de las anteriores 8 películas que Pixar había producido, y que tal vez, este ha sido su mejor proyecto creativo hasta la fecha, pues contiene “el corazón, el alma, el espíritu, y el romance de una excelente película muda”
Y es que el golpe definitivo de ingenio que presenta WALL•E, se debe a que los productores utilizaron de manera correcta, la mezcla entre los archivos de fotografía de la misma, y de diversos efectos gráficos realizados por computadora, para expresar con claridad las inclinaciones románticas del film.
WALL•E es considerada una de las cintas más aclamadas de Pixar, sin embargo su realización no está exenta de polémica.
Esto se debe, a que algunos sectores del público, han asegurado que el androide es un plagio a “Johnny Five” de “Short Circuit” (1986), pues además del parecido físico, ambos tienen una gran curiosidad que los conduce hacia toda clase de aventuras.
La copia ha sido negada en numerosas ocasiones por el director Andrew Stanton, quien asegura no haberse percatado de nada, hasta escuchar los primeros comentarios.
¿Será?
Porque de igual manera se me parece al E.T de Spielberg, solo que en WALL•E está robotizado.
Por otro lado, el diseño de la ciudad, también es sumamente interesante, pues los animadores de Pixar estudiaron numerosas imágenes de Chernóbil, para crear una ciudad abandonada realista.
El resultado fue completamente impresionante.
Una visión de un mundo devastado, por la inagotable ambición del ser humano de recursos y exprimirle a nuestro hermoso planeta azul y verde todo su potencial.
WALL•E también es una mirada a esos juguetes, aparatos, y todo tipo de cosas que marcaron nuestra juventud.
WALL•E se destaca por su gran animación y musicalización, la historia en tono muy lento va transcurriendo, y en muchas partes, se torna un poco monótona y sin un guión que nos pueda interesar, pero viéndola en términos generales, cumple con concientizarnos, que la humanidad está a tiempo de cambiar su rumbo, y que cada ser, por insignificante que parezca en La Tierra es importante.
En WALL•E, la tecnología juega un papel importantísimo.
De hecho, el propio protagonista es un robot, un ente tecnológico.
En este caso, hay una divergencia en la mostración de la tecnología.
Por un lado, se presenta como positiva:
La tecnología permite engendrar personajes como WALL•E y EVA, robots con sentimientos, capaces de salvar la humanidad de su sino fatal; pero por el otro, la tecnología es la que convierte a los humanos en seres asociables y, si bien puede crear robots buenos, también puede crear robots malvados, como es el caso de AUTO.
WALL•E, en definitiva, recrea un posible futuro, en el que todas las tendencias de la Posmodernidad se presentan elevadas a la enésima potencia, y sólo un ser del exterior, ajeno a las sinergias que envuelven la nave Axiom, puede finalizar este proceso de degradación de la raza humana.
Stanton describe la temática principal como “amor irracional que vence la programación de la vida”
Pero también vemos temas como el existencialismo, el conformismo, el despertar de la ingenuidad, y el regreso a nuestros orígenes, temas que conviven de manera espontánea y natural, y que se reflejan en unos ojos ineludibles que dejan de ser artificiales, casi desde el mismo instante en que la proyección da comienzo, que vapulean al espectador de manera continua y efectiva, invitando a pensar, tanto por su mensaje como por su perfección material, convertida en contundente aviso a una industria de carne y hueso, que tiene aquí una dura rival, y no sólo en lo artístico y lo creativo.
Y todo ello, sin necesidad de diálogos, prácticamente ni un palabra durante la primera media hora, y con una banda sonora soberbia y comedida.
En cuanto a su mensaje, WALL•E no esconde su militancia humanista y ambientalista.
Reflexiona acertadamente, es decir sin panfleto, sobre cuestiones importantes:
Los avances tecnológicos, el respeto a la naturaleza, la evolución de la sociedad, y su culto al bienestar; también en torno a los sentimientos humanos como el amor no correspondido y perseverante, etc.
“I don't wanna survive!
I wanna live!”
WALL•E es una fantasía científica más bien distópica, con 2 partes temáticas y estilísticas bien marcadas.
La primera, que transcurre en La Tierra, nos ofrece una visión triste y desoladora de la civilización humana, y un doloroso retrato de la soledad individual.
La segunda parte, desde que WALL•E y EVA abandonan La Tierra, es de estirpe “asimoviana”, pues plantea una robótica inherente al progreso de la humanidad, cuyo bienestar se asienta en el desarrollo científico y tecnológico, si bien existen razonables posibilidades de que tal progreso se torne retroceso.
El ser humano adquiere protagonismo, porque WALL•E se rebela contra su condición y descubre su fuerza interior, su “humanidad”
Tanto los acontecimientos como los diálogos, que hasta entonces no habían aparecido, se tornan sensibleros e incluso “moralinos”, algo que contrasta demasiado con el planteamiento inicial.
Así las cosas, estamos en el siglo XXII, La Tierra está regida por la megacorporación “Buy n Large” (BnL), que causa una producción excesiva de basura, y La Tierra se cubre de ella hacia el año 2115.
En un intento de resolver la situación, la población de La Tierra es evacuada en lujosas naves espaciales de la megacorporación, mientras que un ejército de robots compactadores de basura, llamados WALL•E (Burtt) o Waste Allocation Load Lifter - Earth Class (Elevador para Asignación de Carga Residual - Clase Tierra) se establecen en La Tierra para restaurar y limpiar el planeta.
El plan falla 5 años después y, de esa manera, la humanidad se ve obligada a establecerse en el espacio de forma indefinida.
Setecientos años después, en 2805, sólo una unidad WALL•E ha sobrevivido, que recolecta por sí misma, piezas de otras unidades WALL•E averiadas.
Esta unidad ha desarrollado una personalidad y sensibilidad propias, así como emociones.
Entre sus cualidades más notables, destaca su curiosidad, lo cual se evidencia en su peculiar costumbre de recoger cosas extrañas, que le interesan en las montañas de basura, tales como un cubo de Rubik, una lámpara incandescente, y hasta un sostén.
La trama sigue al robot WALL•E, y tras esto, se enamora de EVA (Knight) o Extraterrestrial Vegetation Evaluator (Evaluador de Vegetación Alienígena), una robot tipo sonda, que es enviada al planeta para investigar si existen indicios de vida, lo cual significaría que el lugar puede ser nuevamente habitado por la humanidad.
Una vez que consigue su objetivo, y encuentra una planta, EVA se dirige rápidamente a la nave de la que provino, Axiom (Weaver), por lo que WALL•E la sigue al espacio exterior, en una aventura que cambia el destino de ambos, para salvar a la naturaleza y a la humanidad.
A medida que WALL•E avanza por el Axiom, es evidente que después de siglos de vivir en condiciones de microgravedad, y haber estado confiados a los sistemas de la nave, los pasajeros humanos han sufrido una severa pérdida ósea, y se han vuelto extremadamente obesos.
El capitán de la nave, B. McCrea (Garlin), hace menos cosas de las que debería de hacer, y deja el control de la nave al piloto automático, Auto (MacInTalk)
Ambos le traen la planta al capitán, quien examina las grabaciones de EVA de la devastada Tierra, y se percata de que la humanidad debe regresar a restaurar el planeta.
No obstante, Auto revela su intención de impedir su regreso, organiza un motín, y electrocuta a WALL•E mientras él trata de proteger la planta.
EVA se da cuenta de que las únicas piezas capaces de reparar a WALL•E están en el camión en el que habita en La Tierra, y le ayuda a llevar la planta al “holodetector” para activar el hipersalto del Axiom hacia La Tierra, contando con la ayuda de los robots de mal funcionamiento en la nave.
El capitán abre el “holodetector” mientras lucha por el control del Axiom contra Auto, quien cierra el “holodetector” sobre WALL•E, aplastándolo mientras éste trata de mantenerlo abierto.
Finalmente, el capitán logra desactivar a Auto, y EVA coloca la planta en el “holodetector” rápidamente para poder liberar WALL•E y enviar al Axiom a La Tierra.
Ya en el planeta, EVA traslada los restos de WALL•E a su hogar, donde exitosamente repara, y reactiva al robot.
Sin embargo, la memoria de WALL•E se encuentra borrada, y vuelve a su programación original, la que consiste en ser un simple compactador de basura.
Con el corazón roto, EVA le da a WALL•E una despedida con un “beso” que ocasiona una chispa eléctrica, que restaura la memoria, siendo como siempre.
WALL•E y EVA felizmente, reúnen a los pasajeros robots y humanos del Axiom con el objetivo de restablecer el ambiente de La Tierra.
Durante la escena de los créditos finales, se aprecia el repoblamiento exitoso de La Tierra, y cómo la planta que aparece a lo largo del filme, ha crecido hasta convertirse en un robusto árbol, que aprecian con asombro el par de robots.
“This is called farming!
You kids are gonna grow all kinds of plants!
Vegetable plants, pizza plants”
WALL•E trata del amor y de la soledad, ni más ni menos.
Cuando el planeta se ha convertido en un vertedero, los humanos se exilian al espacio, dejando a un batallón de robots la tarea de “limpiar” el mundo, y lo digo entre comillas, porque como muy inteligentemente enseñan en WALL•E, la basura no se destruye, solo se transforma en cubos apilables, que crean enormes torres de desperdicios más altas que rascacielos.
Lo que pasa es que de los millones de robots que dejaron en la tierra, después de 700 años, ya sólo queda uno, nuestro querido WALL•E.
Aquí radica el verdadero encanto.
Este pequeñajo realiza su trabajo diario a la perfección, pero como única compañía, tiene a una curiosa cucaracha, y la soledad y el tedio pasan factura tras 700 años.
WALL•E es un ser curioso, entrañable pero sobre todo romántico, de esos que quedan pocos, que pasa sus horas de tedio, el trabajo tras tanto tiempo se convierte en monótono y aburrido, recogiendo objetos que el identifica como especiales, y viendo una y otra vez una vieja cinta de VHS.
En todo momento y sin necesidad de diálogos, la maestría del director, y de todo el equipo de guionistas, nos hacen entender a la perfección la situación de soledad y desesperanza que vive este pequeño personaje.
Pero todo su mundo cambia, cuando al planeta llega una nave, y de esta baja una sonda muy especial, EVA de suaves formas, gráciles movimientos y sensuales ojos azules.
La cosa no se queda ahí, ya que tan sólo con los 4 primeros minutos que aparece en pantalla, se nos muestra el carácter que tiene la robot EVA, y la profundidad del personaje, sin un sólo diálogo, muestran a una “mujer” resuelta, moderna, libre, que no se deja intimidar.
Si hasta aquí, WALL•E ya nos ha parecido inteligente, ahora es cuando empieza a crecer.
Vemos a partir de entonces a WALL•E, convertirse en un “hombrecillo de ojos tiernos” escondidos tras unas grandes gafas, ademanes torpes, nerviosismo acentuado, y creador de situaciones rocambolescas, por intentar acercarse a ese ser etéreo y perfecto, que le ha cautivado hasta los huesos.
Cualquiera diría que es Woody Allen.
No sólo el nombre es un homenaje al genial director, la fisonomía, el comportamiento, las situaciones, todo recuerda a Allen, y qué gran acierto.
Pero estos robots no son estos los únicos personajes, los demás robots que aparecen también están bien definidos, teniendo cada uno una personalidad estructurada, y mostrada en unos pocos segundos, sin tampoco olvidarnos de los humanos, que por fin, han dejado de intentar hacerlos “humanos” y son más bien “dibujos animados” lo que sin duda ayuda mucho.
“Foreign contaminant!” 
WALL•E es el personaje principal y quien da título al filme.
Es un robot sensible y compactador de basura, que funciona con energía solar; presumiblemente el único robot funcional en La Tierra.
Está diseñado con una caja recogedora pequeña a todo terreno, 3 dedos en sus manos de pala, y con ojos tipo binocular.
Está equipado con un láser cortador entre los ojos, y con un dispositivo de grabación que utiliza para grabar y reproducir la canción “It Only Takes a Moment” del musical “Hello Dolly!”
Religiosamente, es como el Adán del Edén.
M-O o “Microbe Obliterator” (Eliminador Microbiano) es un pequeño robot de mantenimiento obsesivo y compulsivo, que limpia la nave Axiom, e inspecciona los envíos entrantes para evitar contaminantes externos.
EVA es una elegante robot de tipo sonda espacial, cuya función principal es localizar vegetación en La Tierra, y de esa manera, confirmar si ésta ya es habitable o no.
Está diseñada con un cuerpo blanco, en forma de huevo, con unos dedos, cabeza y hombros que levitan sobre ella.
EVA se mueve de una forma anti gravitatoria, y está equipada además, con un cañón en su brazo derecho, el cual utiliza inmediatamente después, de una mínima provocación.
Religiosamente, ella es la Eva bíblica, y una “María” Redentora.
Capitán B. McCrea es el único comandante del Axiom.
A lo largo de sus funciones como capitán, ha estado siguiendo una rutina diaria aburrida, que consiste en vivir solamente en su cabina, y saludar en las mañanas a los pasajeros de la nave.
Conociendo a WALL•E, sin embargo, despierta su interés por La Tierra, y se entusiasma mucho en la investigación del hogar, del que nunca supo nada; de esa manera, su papel como capitán se vuelve más dinámico, al igual que su pensamiento de liderazgo.
Su nombre nunca se menciona en el diálogo, pero se muestra en una conmemoración holográfica en su cabina, junto con sus predecesores.
Shelby Forthright fue un CEO histórico de “Buy n Large Corporation”
Conocido por su optimismo aparentemente interminable, dirige la propuesta de los planes de evacuación, limpieza y recolonización de La Tierra.
Sin embargo, perdió la esperanza, al darse cuenta de cuan tóxico se había convertido el planeta que su empresa contaminó.
Fred Willard interpretó al personaje; es el único miembro del elenco que interpreta a un personaje de acción en vivo con diálogos, y el primero en hacerlo en cualquier película de Pixar.
Auto es el piloto automático inteligente del Axiom que es de hecho, el timón robótico de la nave.
Auto sirve como antagonista de la película, siguiendo la directiva A113 del último CEO de la BnL, que consistía en establecer a los humanos en la nave espacial para siempre, para así mantener el statu quo.
Auto, es una referencia clara de “HAL 9000”, el antagonista en “2001: A Space Odyssey” (1968) de Stanley Kubrick.
En este caso, la referencia es tanto en el aspecto físico del robot, con el ojo rojo, como en la autonomía de pensamiento de ambos, y sus ansias de poder.
Este acto, además, evidencia una actitud un tanto “desacralizadora”; ya que toman un personaje de una de las películas más vanagloriadas de la historia del cine, y lo incluyen en un film de animación, enfocado a un público familiar.
Esta actitud no deja de ser una muestra de este cine de combinación, que instaura la Posmodernidad, en el que nos sumergimos en el reino de lo que ya se ha dicho, ya se ha leído, y ya se ha visto; yo he estado allí, yo ya hice eso.
John y Mary son seres humanos que viven en el Axiom, e ignoraron en gran medida su entorno la mayor parte de su vida, ni siquiera se dan cuenta de que en la nave en la que estaban viviendo había una piscina.
Siempre han hablado con sus amigos a través de pantallas holográficas delante de ellos.
Sin embargo, son sacados de sus trances, después de encuentros casuales con WALL•E, a modo de un Cristo milagroso, y finalmente, se encuentran cara a cara por primera vez, y de inmediato se enamoran.
Sigourney Weaver por su parte, prestó su voz para la computadora del Axiom.
Stanton bromeó sobre el rol de Weaver, expresando:
“¿Te das cuenta de que tienes que ser Mother ahora?”
“Mother” es la computadora de la nave, en la película de “Alien” (1979), en la que Weaver participó.
Lo mejor de WALL•E es la cantidad de actitudes del comportamiento humano mostradas sin diálogos, y con máquinas; los homenajes hacia el cine y varios personajes históricos, que se descubren a cada minuto.
Lo peor es que la animación por ordenador se haya comido a la tradicional, Disney se comió a Pixar, o fue al revés…
“Oh, it's good to be home!”
La intertextualidad en WALL•E la encontramos de 2 modos:
En textos citados explícitamente y técnicas cinematográficas, que constituyen una alusión intertextual.
En relación al primer tipo, la referencia más importante, y con más peso dentro de la narración, es la cinta de vídeo y la música de “Hello, Dolly!”
De hecho, WALL•E empieza con la canción “Put on your sunday clothes”, de la banda sonora del musical de Gene Kelly.
La canción se desliga completamente de la película original, para entrar a formar parte de la narración de WALL•E.
Otra canción de la película, que también aparece, es “It only takes a moment”, que se convierte en un “leit-motiv” de WALL•E, puesto que suena en todos aquellos momentos en los que WALL•E contempla a EVA, desde que observan la llama del encendedor, en la primera secuencia analizada, hasta el final, cuando WALL•E recupera la consciencia.
Se demuestra, por tanto, que en la Posmodernidad existe una capacidad proteica de cambiar de significado, según los distintos contextos nacionales y disciplinarios en que se emplee.
La mayor virtud de WALL•E está en su trasfondo.
No tardaremos en descubrir que, tal como los robots tienen todo el carácter humano, los humanos se comportan casi como robots.
Viven en una suerte de ciudad hecha a medida, plena de comodidades, dependiente de la tecnología.
En detrimento de una felicidad relativa, todo lo que les convertía en humanos se ha desvanecido.
En WALL•E, las programadas son las personas, no las máquinas.
WALL•E encuentra lo que los humanos simplemente, han olvidado.
Ellos están obesos, ingenuos, ociosos, son consumistas y conformistas, sus vidas se parecen más, a la de una aséptica tarde en un centro comercial, donde todos están reunidos, pero han perdido el contacto humano y terrenal.
Los robots llegan a desencadenar a los hombres, para que recuerden lo que olvidaron.
Los seres humanos están controlados, son pasivos y están aborregados, pretenden buscar la felicidad sin levantar el culo de la silla, y rodeados de un ambiente excesivamente tecnificado.
Si hoy llevan ropa azul por orden de los que mandan, mañana al color azul se le llama rojo, y todos a cambiar de ropa sin rechistar.
La nave Axiom, tal y como se puede observar, a lo largo de la segunda secuencia analizada, no deja de ser una alegoría a las grandes superficies comerciales, símbolo paradigmático de la lógica capitalista.
Los humanos que se muestran en WALL•E sólo viven para consumir.
Ésa es su única finalidad en la vida y, en cierto modo, no deja de ser un reflejo de la sociedad actual, en la que la compra compulsiva/adictiva es siempre el ritual diurno, destinado a exorcizar la horrenda aparición de la incertidumbre, y la inseguridad que acosa por las noches.
Stanton, quien es cristiano, nombró a EVA de esa manera, debido a una cierta influencia del personaje bíblico del mismo nombre, puesto que la soledad de WALL•E le recordaba a Adán, antes de que Dios creara a su pareja.
El homónimo bíblico de Eva, utiliza la planta para comunicarse con la humanidad, y advertirles de que regresen a La Tierra y que se alejen del “dios falso” de BnL, y el perezoso estilo de vida que ofrece.
Asimismo, se nota el rasgo “cristiano” desde el punto de vista clásico, en los que Adán es maldecido para comenzar a trabajar, en las escenas donde WALL•E argumenta que el trabajo duro, es la razón que hace humano al ser humano.
También se hace un hincapié en los paralelismos del “dios falso” de BnL en una escena, donde un robot les enseña a unos niños “la letra B es de Buy n Large, tu mejor amigo”, lo cual se compara con las corporaciones modernas como McDonald's, que crea lealtad a la marca en los niños; de hecho, los dueños de KFC y McDonald's deberían odiar a WALL•E…
El mismo WALL•E ha sido comparado con Prometeo, Sísifo, y Butades, en un ensayo donde se discute que WALL•E representa al esfuerzo artístico del mismo Pixar, comparándolo con Butades, en una escena en la que el robot le expresa su amor hacia EVA, creando una escultura de ella con piezas recicladas.
La tradición de la Antigua Grecia, respecto al origen del arte, se remonta a una doncella corintia, quien en un intento por preservar la sombra de su amante, dibujó su silueta en una pared, poco antes de que él partiera hacía la guerra.
Éste mito nos recuerda que el arte nace siempre de la nostalgia, y que la obra siempre representa algo más importante para el creador, que para la propia musa.
Se cree que en WALL•E se ha perdido la esencia misma del conservadurismo tradicional, pues sostiene que el consumismo en masa, no estaba destinado a ser mostrado como el producto de las grandes empresas, sino más bien, el resultado que surge a partir de la relación entre éstas, y los grandes gobiernos:
El gobierno ofrecía unilateralmente a sus ciudadanos, todo aquello que ellos necesitaban, y debido a esa falta de diversidad, es por lo que La Tierra tendió a caer.
Se cree que WALL•E ensalza los males de la humanidad, ya que los únicos males que se muestran son aquellos que resultaron del perder contacto con nuestra propia humanidad, y que los verdaderos fundamentos conservadores que se mostraron como el cultivo de plantas, la unión familiar, y el entretenimiento “saludable” fueron mostrados al final, los cuales estuvieron representados por los personajes humanos.
Otro de los aspectos presentes de la Posmodernidad es la “tecnolatría”
La tecnología es una muestra del poder inmenso, propiamente humano y antinatural, de la fuerza de trabajo inerte acumulada en nuestras máquinas y, de un modo más superficial, también sirve como representación temática del contenido, por ejemplo, historias que tratan acerca de procesos de producción, incluyendo cámaras de cine y vídeo, magnetófonos, y toda la tecnología de producción y reproducción del simulacro.
En WALL•E se habla, de manera muy profunda, de la Ecología y de la destrucción del planeta, es muy difícil creer que lleguemos a esas cotas de destrucción, pero tomando en cuenta que, únicamente con la basura de los Estados Unidos, se formó un nuevo continente con más de 100 millones de toneladas de desperdicios en el Atlántico, no es una idea muy exagerada el que vivamos el futuro entre basura y desperdicios.
La parábola ecológico-social en WALL•E es terrible.
Cierto es que jamás se acumulará en la Tierra tanta basura, como la que debe recolectar el pobre WALL•E a lo largo de varios cientos de años de hormigoso trabajo, en parte porque no hay tantos recursos en La Tierra para generar tanta basura, y además porque antes de haber conseguido manufacturar tantos desechos, la electricidad necesaria para hacer funcionar las factorías responsables, habría reventado el sistema de suministro energético mundial, y nos habría devuelto a la Edad de Piedra; pero salvando ese detalle, que podemos tomarlo como un dato para que funcione WALL•E, la descripción de la sociedad futura es horrible.
Y no tenemos que esperar 700 años para ver eso.
Por otro lado, ya en la actualidad, tenemos personas que viven más en YouTube o en Facebook, que en la mismísima vida real, y se cabrean visiblemente, si no obtienen recompensa inmediata, aunque sea virtual, por aquello en lo que invierten.
Cuánta gente, durante la moda 2005/2006 de los blogs, no empezó uno creyendo que de inmediato se harían populares y famosos en la red, y al descubrir que eso no sucedió al día siguiente, abandonaron sus blogs, en vez de tratar de mejorarlos y esforzarse por ellos, hasta hacerlos productos de calidad, que sus lectores quisieran espontáneamente visitar.
Y el lado más siniestro de esa sociedad futurista, digna sucesora del “Brave New World” huxleano, es por supuesto uno invisible, debido a que los sirvientes de ese futuro son los robots:
En nuestro mundo real ya existen criados de ese tipo, maltratados y abusados por patrones, que lo tienen literalmente todo en esta vida.
Los llamamos inmigrantes ilegales, son sujetos sin derechos, como los robots, y están para servirnos, porque de lo contrario, al igual que arrojamos el robot descompuesto a la basura, o lo enviamos al taller de reparaciones, ponemos al inmigrante ilegal detrás de la frontera, y a tiros con él si trata de regresar a buscarse una vida, por sobre el nivel mínimo de subsistencia, faltaba más el insolente, querer tratar de vivir...
Sí, WALL•E podrá ser ciencia ficción, pero no es necesario ahondar demasiado, para descubrir que se parece escalofriantemente a nuestra propia sociedad real.
Ah y por supuesto, el medio ambiente fue el que pagó los costos.
Mientras esos ociosos humanos se dan la gran vida, ahí tienen al pobre WALL•E machacándose por 700 años, fabricando cubitos de basura, y apilándolos, con estoicismo digno de mejor causa...
Bien, al menos no tenía un jefe negrero dándole con el látigo.
Eso alivia las condiciones laborales de cualquiera...
Terminemos con una nota optimista.
WALL•E apuesta por los viejos valores de toda la vida, y la apuesta no suena forzada ni desesperada, sino que encaja naturalmente.
Los dos robots son capaces de superar sus diferencias, entenderse, y finalmente enamorarse
Hay seres humanos que deciden decir “¡basta!” y se rebelan para conseguir una vida digna de ser vivida.
Y no importa la magnitud del desastre, no importa cuántos hayan desesperado y arrojado la toalla en el empeño, y no importa cuán perfecta sea una sociedad, siempre hay una posibilidad de hacer las cosas mejor.
En ese sentido, la secuencia final de créditos, es un homenaje a todas las tradiciones pictóricas en la historia de la humanidad, desde el arte rupestre hasta las vanguardias del siglo XX, no sólo es notablemente creativa, sino también un final simbólico perfecto para WALL•E.

“Too much garbage in your face?
There's plenty of space out in space!
BnL StarLiners leaving each day.
We'll clean up the mess while you're away”



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