Zero Dark Thirty

“Where was the last time you've seen bin Laden?”

Recordar el 11 de septiembre de 2001, supone rememorar uno de los días más negros de nuestra historia reciente.
Una fecha que conmocionó al mundo, y sumió a una nación entera, en una obsesión que se mantuvo vigente durante bastante tiempo; hasta el 1 de mayo de 2011.
La revolución de las telecomunicaciones, ha hecho posible que la información fluya con una facilidad jamás imaginable hasta ahora.
No importa dónde, ni cuándo, ni cómo se produzca el suceso, pues éste va a quedar inmediatamente registrado, en una monstruosa red global de memoria cruel, y que va a dejar, gloriosa o vergonzosa, constancia de él.
Alcanzado el mínimo grado de notoriedad, que ahora mismo está precisamente en mínimos históricos, la posteridad está garantizada.
Sonará a obvio, pero vivimos en un mundo tan grande, tan superpoblado, y por consiguiente, tan sembrado de conflictos, que a poco que estemos atentos, es tal la cantidad de información con la que se nos bombardea día a día, que queda claro que el adverbio “demasiado” siempre lleva connotaciones negativas.
El exceso lleva a la intoxicación; la intoxicación al olvido, y el olvido a la ignorancia, siendo todos estos atribuibles, claro está al sujeto.
Tan irónico como triste.
Ni falta hace decir, que la cantidad repercute directamente en la calidad.
Así pues:
¿Con qué nos quedamos, y qué descartamos; a quién le creemos, y a quién no, para que al final de la jornada, podamos retener al menos, una mínima porción de aquello que nos pueda interesar?
El ejercicio es complicadísimo, y agota por pura saturación.
Más aún, en unos tiempos que pisan a fondo el pedal del acelerador, haciendo que todo se suceda a una velocidad vertiginosa.
La noticia de ahora, se convierte en historia en el trascurso de pocas horas.
Prehistórico parece ya, el traumático día que marcó el sangriento punto de inflexión que marcaría, a nivel planetario, el rumbo a seguir, tanto en lo referente a la esfera política, como a la económica.
Y así, ha ido transcurriendo, “so far”, el siglo XXI.
Actos como el asesinato del terrorista más buscado del mundo, enemigo oficial de Occidente, reportan simbólicos puntos de referencia para la historiografía, y también suponen un insólito motivo de festejos, que a menudo, tratan de aliviar la inseguridad creciente que sigue acechando el día a día.
“Quite frankly, I didn't even want to use you guys, with your dip and velcro and all your gear bullshit.
I wanted to drop a bomb.
But people didn't believe in this lead enough to drop a bomb.
So they're using you guys as canaries.
And, in theory, if bin Laden isn't there, you can sneak away and no one will be the wiser.
But bin Laden is there.
And you're going to kill him for me”
¿Nos convertimos en el monstruo que queremos destruir?
Los asesinatos del 11 de septiembre marcaron una época, e iniciaron otra, marcada por el terror y la psicosis en el pueblo americano, por el miedo, y la desconfianza ante el enemigo ejecutor.
También, supuso el comienzo de la búsqueda del líder de la organización que orquestó los ataques:
Usāma bin Muhammad bin `Awad bin Lādin (1957-2011) conocido como Osama bin Laden o Usama bin Ladin, el cual, fue un terrorista yihadista, miembro de la familia bin Laden, y conocido mundialmente, por ser el fundador de la red terrorista Al Qaeda.
Según confesión y reivindicación del mismo bin Laden, él fue el responsable de numerosos ataques terroristas contra los Estados Unidos, y otras potencias occidentales, incluyendo, los ataques a las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, el 7 de agosto de 1998, los ataques del 11 de septiembre del 2001 al World Trade Center y al Pentágono, en el Condado de Arlington en Virginia.
Hasta el momento de su muerte, el FBI tenía a bin Laden, encausado por los atentados a las embajadas americanas de Kenia y Tanzania, y por su conexión “con otros ataques terroristas en todo el mundo”
La Batalla de Tora Bora, por ejemplo, fue un enfrentamiento militar, que tuvo lugar en Afganistán, en diciembre de 2001, durante las etapas iniciales de La Guerra de Afganistán, lanzada después de los Atentados del 11 de septiembre de 2001, en Estados Unidos.
Estados Unidos y sus aliados, pensaban que el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, se escondía en las escabrosas montañas de Tora Bora, pero a pesar de rebasar las posiciones de los Talibán y Al Qaeda, fracasaron en el intento de matar, o capturar a bin Laden.
El jueves 7 de julio de 2005, 4 explosiones paralizaron el sistema de transporte público de Londres, en plena hora punta matinal.
A las 08:50 am, explotaron 3 bombas, a 50 segundos de intervalo, entre una y otra, en 3 vagones del metro de Londres.
Una cuarta bomba, explotó en un autobús a las 09:47 am, en la Plaza Tavistock.
Las bombas provocaron una interrupción severa en el transporte de la ciudad, y la infraestructura de telecomunicaciones.
En los ataques, fallecieron 56 personas, incluidos los 4 terroristas sospechosos, y 700 personas más resultaron heridas.
Fueron los actos de terrorismo más sangrientos en el Reino Unido, desde la muerte 270 personas en el atentado de Lockerbie, Escocia en 1988, y los más mortíferos en Londres, desde La Segunda Guerra Mundial.
Los investigadores policiales identificaron a 4 hombres, que se piensa, que son terroristas suicidas.
Estos, son los segundos atentados suicidas en Europa occidental, con la presencia de civiles inocentes, tras el 11M en Madrid, y se piensa, que fueron planeados por organizaciones paramilitares islamistas con sede en el Reino Unido.
La organización terrorista Al Qaeda, asumió la responsabilidad.
Sin embargo, algunas editoriales de periódicos de Irán, han culpado por los atentados, a las autoridades británicas o estadounidenses, por tratar de justificar su guerra contra el terrorismo, y han dicho, que el plan que incluye los atentados, también incluye un aumento del acoso a los musulmanes en Europa.
Los atentados ocurrieron, mientras en el Reino Unido se estaba dando hechos importantes:
La cita del primer día de la 31ª Cumbre del G8.
Un día después de que Londres fuera elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2012.
Dos días después del comienzo del juicio del imán fundamentalista Abu Hamza.
Cinco días después de que se realizara el concierto Live 8, allí y poco después, de que Gran Bretaña hubiera asumido la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea.
El 21 de julio de 2005, una segunda serie de 4 explosiones, tuvo lugar en el metro de Londres, y en un autobús de Londres.
Sin embargo, esta vez sólo los detonadores de las bombas explotaron, y los 4 terroristas no llegaron a inmolarse.
No hubo víctimas mortales, el único herido registrado, resultó ser un asmático hospitalizado.
Todos los terroristas de este ataque fallido, fueron arrestados por la policía.
El 1 de septiembre de 2005, Al Qaeda se atribuyó oficialmente, la responsabilidad por los ataques, en una cinta de vídeo emitida en la red de televisión árabe al Jazeera.
Por otra parte, el atentado al Hotel Marriott en Pakistán, ocurrió el 20 de septiembre de 2008, cuando un camión bomba explotó al frente de un lujoso hotel Marriott en la capital pakistaní de Islamabad, causando la muerte de 53 personas, e hiriendo a otras 266.
Al camión bomba, lo precedió un vehículo que le permitió franquear el paso, para el camión cargado con, aproximadamente, 600 kilos de explosivos de alta calidad, que hicieron estallar en la entrada del hotel, causando un cráter de 17 metros de diámetro.
Una gran parte del lugar se incendió a causa de la explosión de las conducciones de gas.
La estructura hotelera quedó gravemente dañada.
Según un hospital y autoridades de seguridad, un ciudadano estadounidense falleció en el ataque, y el embajador de la República Checa en Pakistán, Ivo Szdarek.
Entre los heridos, se encontraban 21 extranjeros.
Días después, se supo que el Presidente y el Primer Ministro del país, iban a cenar en el hotel la misma noche del atentado, junto al Presidente de la Asamblea Nacional, y otros destacados dirigentes del país.
Las autoridades crearon un equipo de 8 investigadores, y ofrecieron una recompensa de 130.000 dólares por cualquier información sobre el atentado, que ayude a esclarecer la autoría.
El ministro de Interior, Rehman Malik, consideró que era el peor atentado en la historia de Pakistán; y el primer ministro pakistaní, Yusuf Reza Guilani, señaló que se estaba investigando la conexión con Al Qaeda, y que la violencia tribal en el país estaba siendo un cáncer.
El 22 de septiembre del mismo año, se detuvo a 5 personas en la zona del Punjab.
Al menos uno estaba vinculado con Al Qaeda, y pertenecía al grupo que atentó contra Pervez Musharraf.
Posteriormente, el atentado de la Base Chapman, fue un ataque suicida contra la Base de Operaciones Avanzada Chapman, una instalación clave de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Afganistán, el 30 de diciembre de 2009.
La base está ubicada cerca de la ciudad afgana oriental de Jost, un bastión del movimiento talibán.
Una de las principales misiones de los agentes de la CIA, instalados en la base, era proporcionar información para los ataques aéreos contra objetivos en Pakistán.
Allí murieron 7 agentes de la CIA, el jefe de la base, y un oficial de la Dirección General de Inteligencia de Jordania, otros 6 resultaron heridos de gravedad, cuando el atacante detonó la bomba que portaba.
Este atentado fue el ataque más letal, que sufrió la CIA en más de 25 años.
“I'm going to smoke everyone involved in this op and then I'm going to kill Osama bin Laden”
Por estos hechos, había una recompensa por Osama bin Laden, de 50,000.000 de dólares.
Adicionalmente, se entregarían otros 2,000.000 de dólares, a través de un programa establecido por la Asociación de Pilotos de Aerolíneas, y la Asociación del Transporte Aéreo.
Los servicios secretos de Estados Unidos, por su parte, seguían la pista del kuwaití Abu Ahmmad, desde 2007, cuyo seudónimo había sido revelado por detenidos de la cárcel de Guantánamo, como uno de los hombres de confianza de bin Laden.
Tras unos meses de investigación, a comienzos de 2011, cuando la inteligencia estadounidense consideró seriamente, la teoría de que bin Laden se encontraba en ese país.
Desde entonces, el presidente Barack Obama mantuvo 5 reuniones, desde mediados de marzo hasta finales de abril, con miembros del Consejo de Seguridad Nacional para decidir la estrategia y perfilar un plan.
Los 2 últimos encuentros, tuvieron lugar el 19 y el 28 de abril de 2011.
Al día siguiente, el viernes 29, el presidente Obama dio la orden para iniciar la misión, que tenía la finalidad de capturar al líder de Al Qaeda.
La localización y muerte de bin Laden, fue facilitada al seguir los pasos de uno de los miembros y mensajeros de su grupo íntimo.
Dos años antes, los servicios de inteligencia estadounidenses, localizaron la región en donde operaba su mensajero.
A partir de esos datos, en agosto de 2010, fue localizada la zona en que podía vivir, a unos 55 kilómetros al norte de la capital de Pakistán, Islamabad, en una mansión fortificada.
El recinto en el que fue localizado bin Laden, se encontraba en un enclave turístico, a poco más de una hora en coche de Islamabad.
El asalto al complejo, de 3 plantas, se realizó con helicópteros.
El edificio en cuestión, era 8 veces más grande que las casas cercanas; tenía muros de entre 3,6 y 5,5 metros de altura, coronados por alambre de espino.
La vivienda contaba con muros internos, y 2 puertas de seguridad que restringían el acceso.
Pocas ventanas daban para el exterior, y la terraza contaba con un muro de 2,1 metros de alto.
La propiedad estaba valorada en, aproximadamente, un millón de dólares, pero no disponía de servicio telefónico, ni de Internet.
Dentro, vivían 3 familias, incluido Osama bin Laden.
La operación no fue comunicada a ningún país, ni siquiera a Pakistán, y se desarrolló en 40 minutos, por un grupo de élite reducido del ejército estadounidense.
La operación, cuyo nombre en clave primero se informó que fue “Operación Geronimo” y después, “Operación Lanza de Neptuno”, fue llevada a cabo por unidades del Grupo de Desarrollo de Guerra Naval Especial de los Estados Unidos, una unidad de élite de los SEAL, bajo el Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, en coordinación con la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
Como dato, “The United States Navy Sea, Air and Land” o “SEAL” acrónimo de SEa, Air and Land, conocidos habitualmente como “Navy SEALs”, son la principal fuerza de operaciones especiales de la Armada de los Estados Unidos.
Los “SEAL” están encuadrados en el Mando de Guerra Naval Especial de los Estados Unidos (NSWC o NAVSOC), que es el mando de la Armada de los Estados Unidos para las operaciones especiales.
Por otra parte, “The United States Naval Special Warfare Development Group”, abreviado como NSWDG, comúnmente conocido como “DEVGRU”, o informalmente por su antiguo nombre, “SEAL Team 6”, es una de las 2 Unidades de Misiones Especiales y contraterroristas de primer nivel del Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos; la otra es la Fuerza Delta.
Los orígenes de este grupo (NSWDG) surgen después de “La Operación Garra de Águila” que fracasó en 1980, en el intento de liberar a los rehenes estadounidenses retenidos en la embajada en Teherán.
El “DEVGRU” es la evolución del “6º Equipo SEAL”, que fue disuelto en 1987, para dar paso a esta nueva unidad.
Los miembros son seleccionados de entre los equipos “SEAL”, y tiene su base en Dam Neck, Virginia.
La inmensa mayoría de la información en torno al “DEVGRU” es información clasificada de alto nivel, y los detalles de sus actividades por tanto, no son comentados ni por la Casa Blanca, ni por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
El acrónimo de la unidad “SEAL” hace referencia a su capacidad para operar en mar, aire y tierra; pero es su habilidad para trabajar bajo el agua, la que los diferencia de la mayoría de las demás unidades militares del mundo.
La experiencia adquirida al operar en campos de batalla en el océano, o en agua dulce, ha dado forma a su identidad y, como resultado, se les considera como una de las unidades anfibias, más altamente calificadas y capacitadas del mundo.
Los “Navy SEALs” están entrenados, y han sido desplegados, en una amplia variedad de misiones, incluyendo operaciones de acción directa y de reconocimiento especial, guerra no convencional, defensa interna en el extranjero, rescate de rehenes, contraterrorismo y otras misiones.
Sin excepción, todos los “SEALs” son miembros masculinos de la Armada, del Cuerpo de Marines, o de la Guardia Costera de los Estados Unidos.
Los primeros grupos entraron en servicio en 1962, durante el mandato del presidente John F. Kennedy.
Siguiendo con el tema, las autoridades pakistaníes, confirmaron que Osama bin Laden murió en la “Operación Geronimo” en Pakistán, en un enfrentamiento con militares de EEUU.
El diario The Washington Post, por su parte, indicó que durante el ataque, se perdió un “helicóptero furtivo” estadounidense, debido a un fallo mecánico.
Siendo derribado, uno de los 2 Sikorsky UH-60 Black Hawks, muy modificados para operaciones más silentes, y empleo de tecnología furtiva, para ser menos visibles al radar
“El helicóptero fue destruido por la tripulación”, aseguró un oficial estadounidense.
El propio Obama, aseguró que ningún militar estadounidense, falleció ni resultó herido en la Operación.
Como dato, “los helicópteros furtivos” son helicópteros que incorporan “tecnología furtiva” para evitar la detección.
La aeronave parecía incluir características como:
Materiales especiales de alta tecnología, ángulos duros, y superficies planas, ya que sólo se encuentra en sofisticadas aeronaves, “jet furtivas”
Si bien, no existen oficialmente helicópteros operativos que encajan en esta descripción, hay algunos que han sido retirados, se rumorea, o cancelados.
En resumen, el 01 de mayo de 2011, se informó de que Osama bin Laden, nombre en clave: “Geronimo” murió durante una acción militar de EEUU de 40 minutos.
“Geronimo EKIA” (Enemy Killed In Action) es la palabra clave que confirmó la muerte de bin Laden.
Como dato, Geronimo, el nombre en clave del líder de Al Qaeda, era el nombre del último cacique de la tribus apaches del siglo XIX, una de las que luchó contra la conquista del Oeste americano
Se confirmó la identidad de bin Laden, comparando muestras conservadas de ADN de su hermana muerta, con ADN del cuerpo sin vida.
El cadáver fue tomado por elementos de fuerzas armadas de EEUU tras el ataque, y quedó en su posesión.
Ese día, 01 de mayo, 2011, a las 22:40 (GMT -05:00), el presidente Obama se dirigió a la nación afirmando, previa confirmación por parte de funcionarios estadounidenses, que Osama bin Laden había muerto en una operación secreta en Abbottabad, Pakistán, ciudad 50 kilómetros al noreste de Islamabad, y 150 kilómetros al este de Peshawar.
Obama indicó que la operación, fue obra de un pequeño grupo, que actuó bajo sus órdenes, y contó con ayuda del gobierno pakistaní.
Falleció en la operación el propio bin Laden, de 2 tiros, uno en el pecho y otro en la cabeza, un hijo de éste, una mujer no identificada, el mensajero que había servido para localizarlo, y un hermano del mismo.
Según informaciones posteriores, facilitadas por la administración estadounidense, bin Laden no estaba armado al ser abatido, pero sí lo estaba la mujer que intentó protegerlo; la cual disparó a los comandos estadounidenses, y por eso fue herida en una pierna, pero no resultó muerta como se informó al principio; murieron con él, un hijo mayor de edad, una mujer no identificada y 2 hombres, identificados como un correo de Al Qaeda, uno de los pocos en los que confiaba bin Laden, el que le mantenía en contacto con el exterior, y su hermano.
Su cuerpo, fue trasladado al portaaviones USS Carl Vinson, donde tras celebrarse un funeral según los ritos islámicos, fue sepultado en el mar.
“Can I be honest with you?
I am bad fucking news.
I'm not your friend.
I'm not gonna help you.
I'm gonna break you.
Any questions?”
Las confusas informaciones reveladas, pusieron en evidencia importantes contradicciones sobre la versión oficial de la operación; entre esas contradicciones, la más relevante, es el motivo por el que no se pudo arrestar vivo a bin Laden si, como afirma la administración estadounidense, esa opción no estaba descartada de antemano, teniendo en cuenta que por su edad y estado de salud, así como el hecho de encontrarse desarmado, los comandos pudieron detenerle, y trasladarle al helicóptero.
Además, trascendió que en el momento de ser sorprendido, la resistencia de sus guardaespaldas ya había sido vencida, disponiéndose de tiempo suficiente para su evacuación, citando como prueba, el hecho de que tuvieron tiempo para llevarse mucho material incautado en la casa.
Además, Estados Unidos admitió, que en la operación no sólo participaron militares de la “Navy SEAL” sino también miembros de los escuadrones paramilitares de la CIA, aunque sin aclarar su papel en el operativo.
También, se plantearon dudas, sobre sí el helicóptero accidentado fue abatido por disparos de los terroristas, o si realmente, sufrió una avería mecánica, que obligó a un aterrizaje de emergencia, y su posterior destrucción por los comandos.
Otras controversias, aluden a la afirmación del gobierno de Pakistán de que, desconocedor de la operación por no haber sido notificados por Estados Unidos de la misma, ordenó un ataque de cazas de su fuerza aérea, a las fuerzas atacantes, sin saber que se trataba de fuerzas estadounidenses; pero que los aviones llegaron tarde.
Sin embargo, los analistas cuestionan, que los aviones de combate pakistaníes no pudieron tardar más de 45 minutos en llegar al emplazamiento de la casa, y además, no se explica, por qué los pakistaníes no enviaron tropas de tierra desde la cercana Academia Militar de Pakistán, ubicada a sólo 500 metros de la casa escenario de la batalla, lo que pone en tela de juicio, la versión de las autoridades de Pakistán.
Por último, hay versiones de fuentes de seguridad pakistaníes, de que una hija menor de edad de bin Laden, tomada bajo custodia durante el operativo, habría dicho que su padre fue ejecutado después de haberse rendido.
Según el artículo 8, 2, b), vi, del Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional, que no ha sido ratificado por Estados Unidos:
“Es un crimen de guerra, causar la muerte o lesiones, a un enemigo que haya depuesto las armas o que, al no tener medios para defenderse, se haya rendido a discreción”
En los días posteriores al suceso, surgió la información de que, aunque bin Laden no estaba armado, se disponía a coger un fusil AK-47, y una pistola Makarov que estaban en su habitación cuando fue abatido; este hecho, justificaría el haberle disparado…
También, estas informaciones apuntaron a que, uno solo de sus hombres, su mensajero de confianza Abu Ahmed al-Kuwaiti, disparó contra los comandos estadounidenses, durante un breve tiempo al comienzo del asalto a la casa.
Los otros hombres muertos por los efectivos estadounidenses, incluyendo el hijo de bin Laden, no estaban armados.
De acuerdo a esos reportes, el asalto fue “caótico y sangriento”, y eso contribuyó a las bajas.
Las últimas informaciones, aportadas por fuentes de la administración estadounidense, que pudieron ver los videos filmados con las mini cámaras instaladas en los cascos de los soldados del comando asaltante; revelan que bin Laden esquivó los primeros disparos que le efectuaron los soldados, cuando se encontraba en el descanso de la escalera que conduce al segundo piso de su mansión.
Después de eso, bin Laden corrió a refugiarse en la habitación de sus esposas y de sus hijas; los militares irrumpieron en el dormitorio, el primer soldado en entrar, apartó a un lado a las hijas de bin Laden, el segundo le disparó al líder terrorista en el pecho, y el tercero en entrar, lo remató disparándole en la cabeza.
Según esta nueva versión, no hubo tiroteo dentro de la edificación donde vivía bin Laden; donde si hubo resistencia, y por tanto, intercambio de disparos, fue en el edificio contiguo, que formaba parte del conjunto residencial propiedad de bin Laden.
En ese edificio anexo, fue donde murieron su hijo, sus mensajeros, y la mujer de uno de ellos.
“You can help yourself by being truthful”
Zero Dark Thirty es una película estadounidense de 2012, del género bélico, dirigida por Kathryn Bigelow, con guión de Mark Boal.
Protagonizada por Jessica Chastain, Joel Edgerton, Taylor Kinney, Kyle Chandler, Jennifer Ehle, Mark Strong, Chris Pratt, Mark Duplass, Harold Perrineau, Jason Clarke, Édgar Ramírez, Scott Adkins, Frank Grillo, Lee Asquith-Coe, Fredric Lehne, James Gandolfini, Reda Kateb, Fares Fares, Stephen Dillane, entre otros.
Zero Dark Thirty obtuvo 5 nominaciones al Oscar:
Mejor película, mejor actriz (Chastain), guión original, edición de sonido y montaje.
Y ganó un Oscar: Mejor Edición de Sonido.
El título “Zero Dark Thirty” procede de la jerga militar, y significa “a las 00:30 de la madrugada”, cuando los “SEAL” pusieron el pie en los terrenos de la residencia, siendo este film, el proyecto más ambicioso de Kathryn Bigelow hasta la fecha.
Zero Dark Thirty, también fue referida como “Untitled Kathryn Bigelow Osama bin Laden Film” o “Untitled International Thriller”, se informó más tarde, por varias fuentes, que se tituló finalmente “Zero Dark Thirty”
Anteriormente, también era referida, a veces, como “Kill bin Laden” y “Hunt”
El rodaje de Zero Dark Thirty, se localizó en Chandigarh, India.
Algunas partes de Chandigarh se convirtieron en Lahore y Abbottabad, Pakistán, donde Osama bin Laden fue encontrado y asesinado, en mayo de 2011.
De hecho, durante el rodaje, hubo informes de protestas de derechistas indios, en contra de la imagen de Pakistán, en la tierra de India.
Zero Dark Thirty es, sobre todo, la representación de una obsesión nacional, y lo que ello ha supuesto durante una década, en lugar de un mero relato oficial.
Todos sabemos los hechos de este incidente, pero no sabemos qué paso durante la operación; es por eso que Zero Dark Thirty quiere mostrarnos esos hechos, adaptándose a los materiales reales, desde el núcleo de la misión.
El primer desafío, al que debieron enfrentarse Bigelow y Boal para desarrollar Zero Dark Thirty, era cómo contar una historia de tal magnitud, en el tiempo que dura una película.
La narración incluye acontecimientos dramáticos, que tiene lugar durante una década, transcurren en numerosos países, requieren un reparto muy bien escogido, de cientos de personas, y un equipo técnico realmente entregado, para capturar la realidad de la misión, con la mayor emoción y autenticidad posible.
Para conseguirlo, los cineastas no se andan con pies de plomo, a la hora de documentar las reglas éticas, tortura incluida, que los agentes se saltaron para conseguir el objetivo.
La intención de los cineastas, ha sido crear una obra cinematográfica con la envergadura dramática y emocional, de una novela histórica.
Una dirección inteligente, pero al servicio de un guión tan americanista como feminista.
Para poder hacer realidad Zero Dark Thirty, Mark Boal tuvo que tirar mano de una exhaustiva documentación:
“Los departamentos de relaciones públicas de algunas agencias oficiales, me ayudaron, pero realicé la mayoría de la investigación gastando suela, buscando fuentes y teniendo suerte”, explica.
“Quería conseguir testimonios de primera mano, cuantos más mejor, de las personas involucradas, siempre que fuera posible.
Tuve la enorme suerte de poder escribir un guión, basado casi íntegramente, en lo que me contaron”
Las intenciones de Bigelow con este proyecto, por tanto, eran las de conseguir el mayor realismo posible, la versión más ajustada, a lo que sucedió a lo largo de toda la caza.
Y en ese propósito, Zero Dark Thirty pasa por temas tan espinosos, como los interrogatorios:
“Mi intención fue plasmar la complejidad de la situación, tanto moral como psicológicamente”, dice Boal.
“Esta película no se ha hecho para saldar cuentas, ni para acabar con el debate de la eficacia de la tortura, que sigue muy vivo, incluso entre las personas que la defendieron y la implementaron.
Simplemente era parte de la historia y debía incluirse”
En otro orden de cosas, para la escena de la captura, se decidió recrear las pobres condiciones lumínicas en las que se efectuó la operación:
“Los SEAL llegaron una noche sin luna, la más oscura del mes”, recuerda el director de fotografía Greig Fraser.
“La dificultad residía en recrear esas condiciones lumínicas, y que el espectador viera lo que pasaba en la escena.
Teníamos claro que no íbamos a usar la iluminación nocturna habitual, solo nos quedaba inventar otra cosa.
Crear la sensación de “sin luz” es muy complicado”
Sin embargo, no es la primera vez, que se hace uso de los asideros de la ficción para narrar los hechos, menos para explicar las decisiones políticas de Estados Unidos, tampoco será la última, pero aquí, esta cuestión vertebra de tal modo Zero Dark Thirty, que hay quien incluso ha quedado confundido, y ya habla de “movie journalism” según lo dicho por Richard Corliss, para la revista Time.
Craso error y enorme idiotez.
Aparentemente lejano, confuso, y lleno de incógnitas, que urden una de las mayores teorías de la conspiración más embriagadoramente perversas, jamás concebidas, el fatídico 11 de Setiembre es también, el punto de partida de Kathryn Bigelow, en la última mancha negra de los Estados Unidos en su hoja de servicios en calidad de policía mundial.
No hay tiempo para hablar con los heroicos supervivientes de la tragedia, ni para valorar estudios sísmicos, o sobre la resistencia del acero de las vigas de las Torres Gemelas, ni para preguntarse, dónde estaba, por ejemplo, Dick Cheney, ni por acompañar a los mártires del vuelo United 93.
Todo aquel caos, destrucción, y sufrimiento se nos presenta a través de documentos sonoros, con la pantalla en negro, ya utilizado en filmes anteriores... porque el horror, y es muy importante retenerlo, habla por sí solo.
Por una parte, Bigelow desde los primeros “frames” de Zero Dark Thirty nos lo advierte:
La realidad, la caída de las Torres Gemelas, son un telón negro, las imágenes que vienen a continuación pertenecen a otro régimen.
Por la otra, una película sobre la caza y captura de bin Laden jamás hubiera visto la luz, sin el beneplácito de la CIA, y el padrinazgo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Cámara al hombro, nerviosa pero precisa, montaje trepidante, fundamental para entender, de dónde sale tanta tensión en el relato, uso escueto pero preciso de la banda sonora, un reparto excepcional con esencia “indie”, repiten casi todos los ingredientes de la fórmula del éxito, pero Zero Dark Thirty se nos presenta en su nueva versión mejorada.
El guión de Mark Boal, es un “tour de force” en sí mismo, de una capacidad analítica abrumadora, que no hace más que dejar patente, el total compromiso a la hora de retratar una realidad terriblemente compleja, pero con un espíritu aterradoramente sencillo.
Por su parte, Kathryn Bigelow nos cuenta el “cómo” del “cómo”, sumida en una valiente e inteligentísima maniobra de desaparición, que en el fondo, no hace sino reforzar su figura, imprescindible para que la radiografía de ese circo macabro adquiera sentido.
En líneas generales, todos sabemos lo que pasó; ahora lo veremos desde dentro.
Y conocer los acontecimientos, no resta un ápice de emoción, terror, y estupor a lo que vamos a ver.
“You can't run a global network of interconnected cells from a cave”
Zero Dark Thirty es, antes que cualquier otra cosa, una oda a la inteligencia, a la perseverancia, y a la determinación del principal artífice, siempre según el guión, de la caza del terrorista más famoso, y más peligroso de la historia contemporánea, que paradójicamente, pertenece a una cultura donde la mujer está totalmente denostada.
Zero Dark Thirty es sofisticada, con abundancia de diálogo, con muy poca música, a pesar de contar con Alexander Desplat en la composición de la banda sonora, y con una estupenda fórmula de administración por dosis crecientes de intensidad, alcanzando un punto álgido, impresionante, con la escena final.
Zero Dark Thirty nos señala los 4 grandes actos sobre los que pivotea:
La tortura a un prisionero, el atentado que sufre una base militar estadounidense en Afganistán, la búsqueda de Abu Ahmed por las calles de Abbottabad, y, finalmente, la operación de captura y muerte de Osama bin Laden.
Zero Dark Thirty se centra, en la oscura y misteriosa misión de operaciones especiales, efectuada por los “SEAL” en coordinación con la CIA, y de nombre “Operación Geronimo”, destinada a capturar, o matar, a Osama bin Laden, que finalmente, culminó con su muerte a principios de mayo 2011, durante una incursión de alto riesgo en Pakistán.
La captura de Osama bin Laden, preocupó al mundo y a 2 administraciones presidenciales estadounidenses, durante más de una década.
Al final, durante varios años, una mujer, Maya (Jessica Chastain), conocida como “la asesina” intenta dar con bin Laden, a través de sus segundos al mando.
Cuando todos lo dan por perdido, la insistencia de Maya y su equipo, logran dar con un mensajero, gracias a ese pequeño y brillante grupo de agentes de la CIA, le encontró.
Utilizando todas sus influencias, Maya logra recaudar fondos para montar una red de escuchas, y seguirle el rastro, el cual culmina en una enorme casona fortificada ubicada dentro de las fronteras de Pakistán.
Y aunque no hay señales visibles de que bin Laden se encuentre en su interior, los equipos de la CIA, y demás fuerzas norteamericanas, están dispuestos a arriesgarse y entrar, jugándose una carta vital que puede concluir, en cuestión de minutos, la cacería humana más grande de la historia.
“La Operación Geronimo” fue una misión llevada en el secreto más absoluto.
Algunos detalles han salido a la luz, pero las partes más significativas de la operación secreta, y sobre todo, el papel que jugó el equipo de agentes, se verán por primera vez en Zero Dark Thirty.
La descripción de la busca y captura de bin Laden es intensa, sin por eso dejar de ser fiel a los hechos, y lleva al espectador hasta el corazón del poder, y a la primera línea de la histórica misión, que culmina en el asalto por parte de las fuerzas especiales, a una misteriosa residencia en Pakistán.
Pero lo que realmente diferencia, a Zero Dark Thirty de todos los demás relatos de estos hechos, son los preparativos.
La búsqueda de bin Laden era una misión sumamente peligrosa, y no sobrevivieron todos los agentes involucrados.
Algunos expertos de los servicios secretos, estaban convencidos de que era imposible llevarla a cabo, pero en la práctica, un esforzado equipo de analistas e interrogadores, desafió todas las dificultades, y demostró que tenía razón.
Por primera vez, la lucha por encontrar a Osama bin Laden se cuenta detalladamente, con inmediatez, autenticidad y emoción; y tal vez Zero Dark Thirty no sea la única, pero si la primera en hacerlo.
Ciertamente, a Bigelow se la ve en su salsa, rodeada de varonil parafernalia militar, no me extraña que fuese esposa de James Cameron, y la “set-piece” está perfectamente planificada y resuelta, pero el suspense es nulo, no solo porque todos sabemos cómo va a acabar, sino porque los “Seal” apenas encuentran oposición, y básicamente todo, consiste en ir reventando puertas, hasta dar con el objetivo, particularmente risible es el momento en el que uno de los soldados trata de hacer salir a bin Laden, llamándole por su nombre...
Mucho más revelador me parece el plano final, con una solitaria Jessica Chastain triunfante, pero al borde del vacío, y esas lágrimas que parecen preguntarse, si al final, todo ha valido la pena.
Pero momentos como ese, son la excepción de una película, que habría funcionado mejor como retrato de una obsesión, tanto personal como colectiva, si se hubiese permitido aflojar un poco, el tenso corsé que la sujeta.
Técnicamente, la producción es impecable, ejecutada con una maestría inquebrantable, y sin ceder un ápice en sus escasos picos de acción, que pasa de mostrar las torturas de la CIA, a convertirse en un thriller de despachos, en un árido laberinto global, culminado en un asalto pasmoso, en su puesta en escena; la propia sequedad que respira la omnipotencia del discurso de la realizadora, aúna la humanidad progresiva y parcialmente diluida, de la figura protagonista.
Sobre los personajes, destaca Dan, interpretado por Jason Clark.
Él es quien tiene el don de la “palabra” con el uso de la tortura.
Ese punto que vemos en los primeros minutos, ha sido muy criticado y denunciado en Estados Unidos, al mostrar torturas que según ellos, no han llegado a practicar.
Algo que sabemos, que es totalmente falso, porque han hecho eso y más.
Y algunos, se han atrevido a decir, que prácticas como poner una toalla y llenarla de agua para ahogar a la víctima, son incorrectos…
Una escena clave, que me gusta, es precisamente, cuando sale por primera vez en pantalla Mark Strong, dando voces, gritando y pegando manotazos en la mesa, sintiéndose angustiado por el poco avance en la caza de bin Laden.
Me pareció brillante, y necesaria para apresurar la acción en Zero Dark Thirty.
Por otra parte, creada como núcleo de la historia, la Maya de Chastain es, por así decirlo, el núcleo que Zero Dark Thirty necesita, para que no parezca un documental; una líder.
Su evolución es patente, a través de los años; de inexperta, va ascendiendo y avanzando, en rollo “motherfucker” que a veces queda un poco forzado.
Muchas veces, tiene que dar esa pinta de dura y mordaz, como si constantemente estuviera diciendo:
“Sí, ¡soy una mujer!
¡Y soy la más mala!”
Sinceramente, me quedo con la Maya final.
La que no necesita imponerse y mostrarse como una “bad ass” sino que simplemente, liberada de esa necesidad, se convierte de forma natural, en el personaje redondo emocionalmente, que te gustaría ver desde un principio.
La Maya más dura tiene grandes escenas, pero aparte de ser más difícil conectar con ella, es menos atrayente como personaje.
Comprendo que en un mundo de hombres, haya que marcar territorio, pero nadie es un lobo las 24 horas del día.
Igual que sus escenas finales, le dan una redondez necesaria, detalles como que tenga su foto, y la de su compañera muerta, como fondo de pantalla le dan una humanidad esencial.
Mientras que la prensa norteamericana, ha alabado el personaje de Maya, considerándola que es una especie de capitán Ahab, un individuo que ha abandonado todo de sí, en pos del objetivo al que ha odiado toda su vida, considerarla como un personaje salido de las páginas de un clásico, tan noble como el Moby Dick de Herman Melville, me suena perverso.
Maya no es más, que una persona que ha transformado el sufrimiento humano, en eficiencia operativa; quizás ella no aplica picanas, ni le hace “submarinos” a los prisioneros, pero presencia las interminables sesiones de tortura, con una actitud de completa indiferencia.
La humanidad se ha muerto en ella, y mentalmente, ha transformado a los presos en cosas:
Fuentes de información, que sangran, y a las cuales hay que arrancarle a golpes los datos, residiendo el misterio, y la demora del proceso, en hallar la parte del cuerpo, o de la mente, que resulta necesario presionar, para liberarlos de las ataduras mentales y morales que los acallan.
Como dice uno de los personajes:
“Frente a esta presión, todos terminan por hablar; es una simple cuestión de biología”
Maya es el pueblo norteamericano sediento de tranquilidad, con la muerte de su verdugo.
Pero aún así, la Chastain y su actuación, no me provocó ni un solo movimiento nervioso, y su nominación me pareció excesiva.
Finalmente, tras 10 años de misión, nuestra protagonista, con la que ahora sí podemos conectar, deja salir los demonios de su larga misión, ahora que todo termina, y la pregunta del piloto se convierte en la suya:
“¿Where do you wanna go?”
Esa pregunta, más parece un anuncio comercial de aerolíneas, como instigando a los espectadores, volver a confiar en el medio #1 de transporte en el mundo…
Pero llegados a éste punto, entramos en el final de Zero Dark Thirty, donde entra una disyuntiva, que pese a parecer lógica, no lo es tanto.
Me refiero a la muerte, o supuesta muerte de bin Laden.
Cuando los marines llegan a la tercera planta y disparan.
No están seguros de quien es la víctima, y por eso preguntan, una y otra vez, a las mujeres, por la identificación del cuerpo.
Y ellas le dicen otro nombre…
Seguidamente, tras tenerlo a sus pies en el helicóptero, predomina el silencio, no la alegría.
Luego, Maya (Chastain), corrobora que es Osama bin Laden, y al entrar en el avión que la retornará a su casa, se desmorona y comienza a llorar...
El objetivo final, Osama Bin Laden, pasa a un segundo plano, y en los pocos segundos, en que aparece en el metraje ya es cadáver, quitándole ese carácter de villano, o de monstruo, y humanizando su imagen, quizá en un intento por mostrar los dilemas políticos y morales, de tener por objetivo “matar” y no capturar, sin miramientos.
Probablemente, vuelvo a decir, llegados a este punto, una mente retorcida, o no tanto, podría entender que realmente, ese que mataron, no era Bin Laden, sino alguien parecido.
Recordemos que ella asegura en la mesa, ante el director de la CIA, que estaba en un 100% segura de que allí estaría el objetivo.
¿Y si se ha equivocado, y lo sabe?
¿Y si, tras el error, deciden, aunque no se ve pero se sabe, tirar su cuerpo al mar, o no, y tranquilizar al mundo, diciendo que el mayor terrorista del planeta ha muerto?
¿Alguien lo puede confirmar?
Me pregunto:
¿Qué sentido tiene, ir llamando Osama, Osama?
¿Será para que el otro asome la gaita diciendo: “Mande” y pegarle un tiro?
Supongo que cuando lo han hecho, así será porque alguno de los que participaron, han revelado que ocurrió de este modo, pero no deja de parecerme curioso…
Por otro lado, el asalto nocturno a la casa de bin Laden, por parte de los soldados, es el mejor momento de Zero Dark Thirty, y el único verdaderamente inquietante, mucho de ello, se debe a que se usaron los minutos reales que tomo la operación.
“I'm the motherfucker who found this place, sir!”
Ciertamente, sería una ingenuidad, afirmar que los norteamericanos nunca rompieron una regla para obtener lo que desean, pero da la impresión que, después del atentado del 11 de setiembre del 2001, la furia del odio los ha llevado a descuidar los secretos y las apariencias, surgiendo a la luz, numerosos hechos de violencia e intolerancia, devenidos con todo el accionar militar que supuso la captura de bin Laden, y la guerra contra el terrorismo.
Mientras que la administración Bush, erigió a los Estados Unidos como una especie de paladín implacable de la justicia, frente al cual, no había que interponerse:
“Ustedes están con nosotros y con Dios, o con los terroristas”
Lo cierto es, que semejante afirmación, terminó por transformar a la causa yanqui, en una especie de Jihad propia, antimusulmán, e imperialista, desbordante de tonos facistoides, e incapaz de reconocer cualquier tipo de límite, incluso los que intentó poner la administración Obama, que supusiera un freno al desbocado impulso de aplastar a un enemigo que no tiene forma ni color, y que yace en el anonimato, incluso enraizado en el propio territorio norteamericano.
Hay algo sumamente hipócrita, en negar que las fuerzas de seguridad hayan utilizado la tortura, para obtener información clave:
En el frío plano de la lógica, quizás no hubiera existido otro medio posible, para conseguir pistas, de la boca de gente tan convencida de la superioridad y justicia de su propia causa.
Pero, por otro lado, este mismo argumento, resulta tan brutal como inhumano, escondiendo a decenas de personas, en cientos de lugares secretos, alrededor de todo el mundo, y sometiéndolos a torturas durante años y años.
Eso ha transformado al reclamo por justicia de la nación norteamericana, en algo sucio; primero en una venganza, y después, en una causa desbordante de odio, en donde los implicados se transforman en “objetos” carentes de humanidad y de derechos.
Si uno quiere, se podría decir, que el pueblo norteamericano ha vivido en una burbuja, sea por desconocimiento o por propia elección, durante todos estos años, engolosinados con las tonterías y el consumismo, y dejando de ver la realidad que ocurre a miles de kilómetros de sus hogares, en donde el gigantesco, e implacable ejército nacional, se dedica a aplastar los cráneos de los enemigos del estado, y derroca gobiernos extranjeros, para apoderarse de los recursos que resultaren necesarios para mantener “el status quo” de la sociedad yanqui.
En tal sentido, Zero Dark Thirty supone un doloroso cachetazo en el rostro, admitir que el gobierno avala la tortura como metodología de interrogación, no difiere demasiado del shock que tuvo la sociedad ingenua, e idealista, de la Norteamérica de los años 60 y 70.
Mientras que en dichos años, los Estados Unidos vivían en su burbuja de idealismo y consumismo, el resto del mundo se ha desangrado en temibles guerras civiles, llenando cementerios enteros, con los cadáveres que dejaron tanto los guerrilleros como el terrorismo de estado, y padeciendo interminables dictaduras militares.
Es por todo esto, por lo mucho que pasamos nosotros, por lo poco que pasaron ellos, que su respuesta frente a la violencia que transpira Zero Dark Thirty, es de una ingenuidad, o hipocresía, según cómo se mire, pasmosa.
¿Acaso creían que toda esta gente, cuando fuera capturada, iba a hablar con ellos, y darles toda la información de buenas a primeras?
Muerto el perro:
¿Se acaba la rabia?...
Durante la proyección, asistimos a una realidad ética y político-jurídica espinosa, y de difícil lucidez en la práctica, pero más problemas plantea aún, la licitud de recoger las imágenes de esos interrogatorios y torturas, y también, la conveniencia y prudencia de darles forma de ficción, pues, aunque el carácter de denuncia del cine, y su valor como instrumento para el esclarecimiento de la verdad son incuestionables:
¿No se alienta con ello, a nuevas respuestas de odio y violencia?
¿Se deben mostrar en la pantalla, todas las atrocidades y humillaciones de las que son capaces los hombres?
¿Es necesario hacerlo con tal explicitud, y crudeza, para despertar conciencias?
Son preguntas que Bigelow obliga a hacernos, y que tienen difícil respuesta.
El problema principal de Zero Dark Thirty reside en el libreto, que es incapaz de darnos siquiera, un personaje potable, por el cual tomar partido, o al menos un atisbo de remordimiento, frente a tanta crueldad desatada, ni siquiera el breve lloriqueo final de la protagonista alcanza a apaciguar el rechazo que nos genera; no es un rapto fugaz de humanidad, sino un estertor de egoísmo, en donde el personaje piensa más en sí mismo, en todo lo que sacrificó, en su falta de metas, después de haber apagado el infierno que la quemaba, durante todos estos años, que en todas las vidas que arruinó y cegó, debido a su larguísimo accionar amoral.
Todos los caracteres están teñidos de gris oscuro, y la protagonista en particular, es despreciable, posiblemente el aspecto más chocante, sea que se trata de una mujer, ya que uno asocia mentalmente su genética, a un ser comprensivo y maternal, una persona protectora, y no violenta, por contra al desborde de testosterona propio del hombre.
Todo esto transforma, a Zero Dark Thirty, en la crónica de un hecho sucio y desgraciado, un filme rodado por alguien, con tanto talento que ha sabido mantener la objetividad frente a semejante espectáculo siniestro.
Aún no sé, si fue más rara la total ausencia de testimonios gráficos, y la avidez con la que el presunto cadáver fue arrojado al mar, o el alborozo y aplauso generalizado, con el que fue recibida, casi unánimemente, por mandatarios, países y organismos, una maniobra que se pasaba, alegremente por la entrepierna, todo el Derecho y la legalidad internacional.
El doloroso recuerdo del 11 de Setiembre, y otros atentados posteriores perpetrados por Al Qaeda, Madrid, Londres, Bali, Estambul… fue suficiente para justificar el ojo por ojo, sin necesidad de engorrosos interrogatorios ni juicios.
EEUU actuó como siempre ha actuado en estos casos, a su manera, siempre que demos por válida la versión oficial.
Al fin y al cabo, la ejecución de bin Laden, real o no, ponía fin con éxito, a una obsesión colectiva, que duró 10 años, y restañaba las heridas infligidas al orgullo nacional, por mucho que la amenaza terrorista siguiera latente.
Evidentemente, todo son conjeturas, y en Zero Dark Thirty, aunque levemente se denota tal cosa, podría ser en cierto modo, probable.
Por eso la Bigelow no ha entrado en el juego ni en la manipulación, y no ha querido elevar Zero Dark Thirty a una cinta patriótica, donde los norteamericanos son los auténticos héroes, y todo acabe en puro panfleto victorioso.
¿Qué les pasa a los gringos?
Tienen miedo de mostrar a bin Laden vivo o muerto; pero no tienen reparo a la hora de mostrar las torturas.
Doble moral e hipocresía.
El único atisbo de crítica, lo encontramos cuando 2 de las protagonistas, interrumpen su conversación, para escuchar a Barack Obama, diciendo por televisión que en Estados Unidos no se tortura.
Apenas fruncen el ceño, pero el silencio parece decirlo todo…
Como es sabido, encontrar al enemigo público número uno, del supuesto mundo libre, no se redujo a derrumbar una puerta, y a coser a balazos, a todo ser que osara mover un pelo más allá del umbral.
O tal vez sí, pero con este esquema no hay manera de cuadrar 10 años, en los que desaparecieron incontables millones de dólares, y vidas humanas, invertidos en 2 guerras que exigían unos resultados que no llegaban.
Asusta, el que tanta muerte y desolación, haya sido justificada, a fin de cuentas, y siempre de cara a la galería, con la muerte de un único hombre.
Un monstruo que desquició a la primera “súper-potencia mundial”... desde una ilocalizable y destartalada fortaleza.
Son tantas las preguntas incómodas, causadas por supuesto, por dudas tan incómodas como razonables, que pueden lanzarse al aire; son tantas las ocasiones en las que uno se siente, moralmente obligado, a tomar parte en el asunto, ya sea a favor o en contra de los presuntos “good guys”; es tan sumamente baja la atalaya, la altura solo se alcanza con el paso de un tiempo, ahora mismo inexistente, desde la cual, se narra la acción... que cualquier análisis apriorístico de Zero Dark Thirty se ve obligado a vaticinar que la catástrofe nos aguarda, volviendo al título original:
“Treinta minutos después de la media noche”
La guerra es una adicción, en efecto, pero también el engranaje de nuestro sistema económico.
Como el personaje interpretado por Jessica Chastain, muchos nos preguntamos qué sucederá ahora, qué país será el próximo escenario de la batalla de Estados Unidos por demostrar, a la fuerza, su hegemonía mundial.

“I want targets.
Do your fucking jobs.
Bring me people to kill”


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