Ben-Hur: A Tale Of The Christ

“Being a Roman is to rule the world, to be a Jew is to crawl in the dirt”

Desde siempre, Hollywood ha tenido una debilidad especial por las películas de aventuras, pero en esta ocasión, se decidió combinar diversos aspectos, entre los que destacaron la aventura en sí, la historia de Roma antigua, La Biblia, y las escenas estrambóticas.
Es bastante lógico pensar, que la estela del estruendoso éxito logrado por David W. Griffith con superproducciones como “The Birth Of A Nation” (1915) e “Intolerance: Love’s Struggle Throughout The Ages” (1916), marcó todo un sendero en la concepción del cine como espectáculo, al tiempo que, supongo que sin pretenderlo, fueron consolidándose de forma rápida, las constantes que forjaron los elementos definitorios del cine estadounidense.
Y es que es un rasgo que se extendió a otras cinematografías, algo reconocido en la alemana, pero que llegó a ámbitos como el italiano, y permitió que el peso de la industria, apostara por la elaboración de espectáculos destinados al consumo de las masas, que ya habían tomado el cine como un elemento insustituible de entretenimiento.
“Ben-Hur: A Tale Of The Christ” es una novela del escritor Lewis Wallace, publicada por primera vez, el 12 de noviembre de 1880, que relata la historia del joven Judah Ben-Hur, y sus peripecias en un mundo en que se gesta una nueva fe.
De “Ben-Hur: A Tale Of The Christ” se han hecho varias versiones fílmicas, las 2 más importantes, son las dirigidas por Fred Niblo en 1925, y William Wyler en 1959.
El libro habla de un reencuentro, una traición, y un deseo de venganza, eso en cuanto a las emociones de los personajes de mayor protagonismo, Ben-Hur y Messala, pero también, es la historia de una conversión, y hay una figura que nace al comenzar el libro, y muere cuando éste finaliza, y es Jesús, el llamado “Hijo de Dios”
La historia de Ben-Hur está dividida en 8 grandes partes, y un epílogo, cada una con sus respectivos capítulos, en donde se explica la trama de manera cronológica y continua.
Por su parte, el autor, El General Lewis “Lew” Wallace nacido en Brookville, Indiana, el 10 de abril de 1827, fue un abogado de profesión, y General de La Unión en La Guerra Civil estadounidense, posteriormente, Gobernador de Nuevo México, estadista, y autor.
Antes de escribir “Ben-Hur: A Tale Of The Christ” Wallace desarrolló una importante vida militar y política.
A los 29 años, fue elegido senador.
Como militar, participó en la campaña de México, y en La Guerra de Secesión, conduciendo las tropas de La Unión, en la importante Batalla de Monocacy, durante la defensa de la ciudad de Washington.
Ya en su madurez, Wallace llegó a ser gobernador del estado de Nuevo México, y Embajador en Turquía.
Pero además de “Ben-Hur: A Tale Of The Christ”, Wallace también escribió otras novelas históricas:
“El Dios Justo” y “El Príncipe de La India”
Cabe señalar, que Wallace participó en el juicio de la comisión militar de los conspiradores del asesinato de Lincoln, así como la corte marcial de Henry Wirz, comandante de la prisión Andersonville.
Wallace se retiró del ejército, el 30 de noviembre de 1865; y al final de la guerra, dirigió los esfuerzos en secreto por el gobierno, para ayudar a los mexicanos quitar la ocupación francesa, las fuerzas que habían tomado el control de México, en 1864.
Continuó en los esfuerzos más públicamente, después de la guerra, y se le ofreció la Comisión, un general de división en el ejército mexicano, después de su renuncia al Ejército de los EEUU.
Múltiples promesas de los revolucionarios mexicanos nunca fueron entregadas, lo que obligó a Wallace en la deuda financiera de profundidad.
Mientras se desempeñaba como gobernador, Wallace completó la novela que lo hizo famoso:
“Ben-Hur: A Tale Of The Christ” en 1880.
La cual, llegó a ser el best-seller estadounidense del siglo XIX.
El libro nunca se ha agotado, y ha sido utilizado en filmes durante 4 ocasiones.
Recientemente, el historiador Victor Davis Hanson, ha sostenido que la novela se basa en gran medida, de la propia vida de Wallace, en particular, sus experiencias en La Batalla de Shiloh, y el daño que hizo a su reputación.
Hay algunas similitudes:
El personaje principal del libro, Judah Ben-Hur accidentalmente causa un perjuicio a un comandante de alto rango, un antiguo amigo de la infancia, por lo que él y su familia, sufren un sin fin de tribulaciones, y la calumnia.
Lewis Wallace dijo que escribió “Ben-Hur: A Tale Of The Christ” como una manera de interpretar sus propias creencias acerca de Dios y de Cristo.
También se ha asegurado, que él antes, había sido incrédulo, y fue precisamente a través de sus estudios en documentos de la época para redactar su novela, que llegó a la conclusión, de que realmente existió Jesús de Nazaret.
El estilo literario de la novela, fue mediante la combinación de romanticismo y espiritualidad, común en las novelas sentimentales del siglo XIX.
Muchos miembros del clero que eran opositores de las novelas en general, a partir de “Ben-Hur: A Tale Of The Christ”, cambiaron de parecer, y en consecuencia, su aprobación ayudó a que la novela se convirtiera en el best-seller de su tiempo.
Este hecho, no sólo ayudó a eliminar cualquier resistencia persistente en EEUU a la novela, sino que contribuyó, entre otros, a la introducción de muchos seguidores del cristianismo al teatro y al cine.
“Ben-Hur: A Tale Of The Christ” ha sido muy popular; a menudo aparece en las listas principales de la literatura estadounidense.
Debido a ello, también hay que decir, que su fama es controvertida:
Hay quien opina, que para muchos críticos literarios, “Ben-Hur: A Tale Of The Christ” ha llegado a ser una fuente de frustración, debido a la desproporción entre su rotunda popularidad, y su baja calidad literaria; en la que se apunta a problemas como lo plano de los personajes y el diálogo, las coincidencias poco probables, la trama tediosa por sus largas descripciones, etc.
Sin embargo, otros críticos dicen que es muy entretenida y fascinante, con una trama bien estructurada, y una apasionante historia
Lew Wallace murió, probablemente de cáncer, en Crawfordsville, el 15 de febrero de 1905, a la edad de 77 años de edad; y está enterrado en el cementerio de Oak Hill.
Una estatua de mármol, de él vestido con un uniforme militar, por el escultor Andrew O'Connor, fue colocada en el Salón de las Estatuas Colección Nacional, por el estado de Indiana en 1910, y actualmente, está situada en el lado oeste del Salón Nacional de Las Estatuas.
La primera aproximación cinematográfica a la novela escrita por El General Lewis Wallace, data nada menos que de 1907.
Se trata de un cortometraje de 15 minutos de duración, dirigido por Harry T. Morey y Sidney Olcott, interpretada por Herman Rottger, y el gran cineasta, maestro de cowboys, William S. Hart.
Una pequeña producción que se limita a recrear, a la manera y medios de la época, la secuencia de la carrera de cuadrigas.
Además, el corto se filmó sin los permisos de los herederos de Wallace, cuya denuncia, y posterior sentencia, sentó precedente en el derecho de propiedad intelectual.
Wallace no pudo ver ninguna película sobre su obra, pero sí una obra de teatro en 1899, que fue muy popular, con caballos de verdad que corrían por el escenario.
Aconsejo a quien no haya leído “Ben-Hur: A Tale Of The Christ” a hacerlo, y así, pueda llegar a tener su propio punto de vista, personal; y quién sabe, tal vez hasta su conversión.
“I live to revenge”
Ben-Hur: A Tale Of The Christ es una película estadounidense, del género acción aventura, dirigida por Fred Niblo, y Charles Brabin, no acreditado, en el año 1925.
Protagonizada por Ramón Novarro, May McAvoy, Francis X. Bushman, Betty Bronson, Kathleen Key, Claire McDowell, entre otros.
De hecho, entre los extras sin acreditar, intervinieron celebridades del celuloide como:
John y Lionel Barrymore, el director Clarence Brown, Joan Crawford, Marion Daves, Clark Gable, John Gilbert, en fin, el selecto “staff” casi al completo de la Metro-Goldwyn-Mayer, y una buena representación de los demás estudios de Hollywood, como:
Gary Cooper, Janet Gaynor, Douglas Fairbanks, Rosita Garcia, Lillian Gish, Harold Lloyd, Carole Lombard, Myrna Loy, Mary Pickford, entre otros.
El guión corre a cargo de Carey Wilson y June Mathis, sobre la novela homónima de Lew Wallace; cabe señalar, que el guión demuestra una sorprendente capacidad de sugestión.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ se rodó en Italia, en Anzio, Livorno y Roma; en California en Inverson Ranch y Santa Catalina Island; y en los Culver Studios de California.
En 1997, Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue seleccionada para su preservación histórica en los USA, por considerarse cultural, histórica, y estéticamente importante, en la historia de la cinematografía mundial, a instancia de The Library Of Congress, cabe decir, que Ben-Hur: A Tale Of The Christ estuvo a punto de desaparecer, ya que la misma MGM, al sacar al mercado la versión de 1959, trato de eliminar todas las copias de la obra de Niblo, afortunadamente, se encontró una copia en un museo de arte en Europa, de donde pudo ser restaurada.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue estrenada, el 30 de diciembre de 1925, que cuenta la vida de Judah Ben-Hur, en relación con el relato de la vida de Jesús de Nazaret.
Como dato, Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue la 2ª película de la historia del cine, que se basaba en esta novela, tras la versión que dirigiera Sidney Olcott, en 1907.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue realizado para la Metro-Goldwyn-Mayer, convirtiéndose en la más cara del cine mudo, y supuso un extraordinario éxito, aunque dados los inmensos costos de producción, no obtuvo grandes beneficios.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ tuvo otra adaptación posterior, en la popular y multi-oscarizada película de 1959, dirigida por William Wyler, quien en esta versión, fue uno de los muchos ayudantes de dirección.
A pesar de los años transcurridos, ser “muda” y demás, Ben-Hur: A Tale Of The Christ no desmerece en nada, a la otra versión.
Todo ello sucedía, cuando todavía dominaba “el silencio” en pantalla, ya que los avances técnicos, aún no permitían incorporar la voz a la filmación, aunque al parecer, sí se introdujeron algunas innovaciones sonoras, en los momentos más álgidos de acción, como el sonido de los látigos, etc.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ cuenta con varias secuencias, entre otras, la del Nacimiento, en color, conseguido mediante un sistema bicromático de Tecnicolor, con la que se abre la historia.
Los planos culminantes son, sin embargo, la carrera de cuadrigas, para la que se rodaron 56 mil de celuloide, reducidos por el jefe de montaje, Lloyd Nosler, a unos vertiginosos 210 metros de trepidante ritmo cinematográfico.
La historia de Ben-Hur: A Tale Of The Christ, hace un paralelismo entre la vida de Cristo, del que no vemos su rostro, y la del héroe.
El mensaje de paz del primero, es radicalmente opuesto a las ansias de venganza de un Ben-Hur, incapaz de reconciliarse no sólo con Messala, sino consigo mismo.
“Six to one, the difference between a Roman and a Jew”
La acción tiene lugar en Jerusalén, Roma, Antioquía, y El Mar Mediterráneo, entre los años 1 y 33.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ narra la historia de Judah Ben-Hur (Ramón Novarro), noble judío, nacido en torno al año 1, leal, desinteresado, honesto, y bien parecido.
Su antagonista, Messala (Francis X. Bushman), es arrogante, egoísta, y ambicioso, amigo de la infancia de Judah, y jefe de las tropas romanas en Judea, y es quien le acusa injustamente, de atentar contra la vida del nuevo cónsul romano.
Messala le condena a galeras de por vida, y cierra en prisión, a la madre y hermana de Ben-Hur.
Cabe decir, que el relato se ajusta con mayor fidelidad a la novela, que la versión de 1959.
Contrapone las ansias de venganza de Ben-Hur con las enseñanzas de Jesús de Nazaret, en esta ocasión, conocidas a través de sus propias palabras, que invitan al amor y al perdón.
Cumplida la venganza, recupera su fortuna, y con ella levanta 2 legiones contra los romanos, para proclamar Rey de Judea, a Jesús de Nazaret.
Estos propósitos, chocan con la opción por la paz de éste, que proclama que su reino no es de este mundo.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ, pese a ser muda, es una obra muy rica en sugerencias, que conmueve, y emociona.
En esta versión, Judah es un hombre rico, dispuesto a financiar la guerra contra Roma, y ayudar al Mesías a echar a los romanos.
Su madre y hermana, y el mago Baltasar, insisten en que es mejor rezar, y tener fe.
Al final, Judah entiende, y la historia acaba con su declaración de fe:
“Él no está muerto; vivirá por siempre en los corazones de los hombres”
El malvado tribuno Messala, es más simplificado, un malo malísimo que en la película de 1959, pero también, era cosa de las películas mudas.
Por una parte, nos encontramos algunas variaciones respecto a personajes secundarios, como Simonides, y el añadido de la vampiresa egipcia Iras.
Visualmente, hay tratamientos modernos, que hacen que Ben-Hur: A Tale Of The Christ no sea caduca, y los decorados, como la ENORME y “real” batalla marina, el circo de carreras, el terremoto de la muerte de Cristo… pueden considerarse incluso, mejores que en la versión de 1959, porque en aquella época, se trabajaba menos con miniaturas, y más con construcciones en gran tamaño.
En Ben-Hur: A Tale Of The Christ, 9 escenas fueron rodadas en color, es decir, en 2 colores.
La estética de Ben-Hur: A Tale Of The Christ es ecléctica:
Se aproxima al barroco, en la escena de María, y María con el niño; modernismo en la escena de Iras en traje de gran gala; romanticismo en las tomas de las montañas del valle de los leprosos; y expresionismo con Miriam y Tirzah en prisión.
Las técnicas usadas son diversas:
Desde primeros planos, hasta magníficos planos generales, con la finalidad de mostrar la majestuosidad de las edificaciones romanas.
O los travellings usados en la escena de la corrida de cuadrigas; aquellos nos sitúan en el interior de una locación, para luego llevarnos, lentamente, como si nosotros fuéramos la cámara misma, hacia los exteriores de la sorprendente arena; inclusive por debajo de los mismos carros jalados por los caballos.
Por otro lado, el conflicto y los giros de la historia, se basan en la venganza, el odio, la intolerancia, la rivalidad de razas, y la supremacía de la orden romana sobre los judíos.
Judah cree en la venganza, y se mantiene vivo para lograr su cometido.
Vence a las adversidades, para luego, por cosas del destino, enfrentarse en una carrera de cuadrigas, contra su archienemigo:
Messala.
“Even Iras the Egyptian, whom all men adore, has been interested in you”
Ben-Hur: A Tale Of The Christ está considerada, como la más conocida película de la etapa muda de la Metro-Goldwyn-Mayer.
Fue el proyecto más complejo, de la recién creada empresa, y con ella, Louis B. Mayer e Irving Thalberg, pretendieron demostrar, cómo una producción enorme, podía transformar a la MGM, en la productora más importante de Hollywood.
Samuel Goldwyn consiguió hacerse con los derechos de autor, hacia 1920, de la novela de Lew Wallace, por lo que pudo titularse exactamente como la obra de la que procedía, originalmente “Ben-Hur: A Tale Of The Christ”
Con ello, la productora inicia el proyecto, encargando a la diseñadora de la producción, June Mathis, la tarea de encontrar un director solvente y adecuado.
Esta contactó primeramente, con Rex Ingram y con Erich von Stroheim, sin que pudiera llegar con ninguno de ellos, a un acuerdo.
Posteriormente, eligió a Charles J. Brabin como realizador, y a George Walsh para desempeñar el papel de protagonista, iniciándose el rodaje en exteriores de Italia y Egipto.
Pero comenzaron las dificultades con la construcción de decorados, huelgas entre los trabajadores, peticiones de aumentos salariales por parte de los extras, que en Italia llegaron a dividirse por ideologías políticas, entre fascistas y socialistas; y casi llegar a más que las manos en algunas de las escenas de lucha, irregularidades en los pagos, e incluso, la muerte de uno de los trabajadores durante el rodaje, acabó convenciendo a Irving Thalberg, de la necesidad de cambios drásticos.
Así las cosas, Thalberg sustituye al director y al actor protagonista, y destituye a June Mathis como jefa de producción.
Se determinó que, todo el equipo regresara a los Estados Unidos, y que el rodaje tuviera lugar en Culver City.
Desde 1921, la labor de producción de Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue prolija y complicada, prolongándose solo la toma de vistas, durante 3 años…
Pese a todos estos sucesos, no se escatimaron gastos, en la creencia de que, en Ben-Hur: A Tale Of The Christ, la recién creada Metro-Goldwyn-Mayer, se jugaba “el ser o no ser”; y con decisión, la obra fue culminada para su estreno, a fines de 1925.
Como sus precedentes cinematográficos, el “Ben-Hur” (1907) y teatrales como el montaje de Broadway de 1899, que causó sensación; pone el acento en las secuencias de acción y el espectáculo.
Así, Ben-Hur: A Tale Of The Christ, se abre con un pequeño prólogo en color que representa La Natividad, e incluye una batalla naval, con primeros planos de decapitaciones, filmada en parte, en el mar de Livorno, y en parte, en platós donde se construyó una enorme piscina.
Y sobre todo, con la imprescindible carrera de cuadrigas, para la que se utilizaron 42 cámaras, con sus respectivos operadores, 56 mil metros de película, y grandes ENORMES escenografías.
En el trabajo técnico, destacó el responsable de los efectos especiales, J. Arnold Gillespie, que usó 4 mil extras, y varios miles de muñecos articulados, para crear la ilusión del Coliseo de Antioquía, en puridad, debió ser sido un Circo Romano; atestado de espectadores.
Sobre este metraje, se introdujeron a posteriori, los primeros planos de Ramón Novarro y Francis X. Bushman.
Sin embargo, tras esta escena, la parte final decae levemente, pues el conflicto íntimo entre Ben-Hur y Messala, no consigue atraer la emoción del espectador.
El antagonista aparece como un villano estereotipado, y la actuación de Ramón Novarro, en el papel protagonista, no capta todos los matices que requería su personaje, según parece a algunos críticos.
Un aspecto especial de Ben-Hur: A Tale Of The Christ, es el hecho que Ramón Novarro, a diferencia de Charlton Heston, fue exhibido en cierto modo, como una especie de “sex-symbol”, un contrincante de Rudolph Valentino, quien en aquellos tiempos, resplandecía en Hollywood.
La primera escena con su traje, que más asemeja a un príncipe árabe, al igual que el momento en el que es seducido por la amante de Messala, son relámpagos que rompen con el esquema épico-religioso de casi toda Ben-Hur: A Tale Of The Christ.
Eran los tiempos, en que la publicidad y el marketing de estrellas, debían tener también su lugar dentro de una trama religiosa.
No obstante, más allá de ciertos amaneramientos que delatan la condición gay de Novarro, lo cierto es que me ha sorprendido el encanto, la sensibilidad, y la modernidad de su interpretación, que destaca entre el conjunto del reparto, más inclinado a ese aire teatral, y del que también convendría destacar, la credibilidad que ofrece Frank Currier, al encarnar a Quintus Arrius.
Aquí, Novarro resulta fresco y convincente, y marca además, una adecuada evolución de su personaje.
Ramón Novarro; nacido en México, en 1899, fue después de Valentino, el galán latino más importante de su época.
Aunque continuó trabajando durante el cine sonoro, su papel más popular fue Judah Ben-Hur.
Novarro rehusó, a que Louis B. Mayer le arreglara un matrimonio para ocultar su homosexualidad; y lamentablemente, Ramón murió tras ser torturado y asesinado, por 2 chaperos con los que había concertado un encuentro.
Al parecer, pensaban que ocultaba grandes cantidades de dinero en su mansión…
Precisamente ese “alcance gay” que fue subrayado en la relación que describía la versión de Wyler entre Messala y Ben-Hur, también hace acto de presencia en Ben-Hur: A Tale Of The Christ, revelando algunas de sus secuencias, una insólita pulsión sexual.
A la ya señalada presencia de un desnudo torso-trasero masculino, en el episodio de los esclavos en la galera, o al look que luce en todo momento el protagonista, habría que añadir, la escena de seducción, a que es sometido el mismo, por parte de la seductora egipcia; con el momento fetichista del beso, que la madre de Judah ofrece al pie de este, calzado con la sandalia; mientras se encuentra dormido en la puerta de su antigua mansión en Antioquia.
Podemos leer además de este último detalle, que la madre por no poder tocarlo por tener lepra, ella abraza su sombra; y en lo homosexual, su primer encuentro con Messala, revela una sutil relación, muy estrecha con el príncipe, las miradas lo dicen y delatan que algo hubo, y así fue.
Todo eso, son muestras de un auténtico catálogo de referencias sexuales de toda índole, que quizá hoy día, resulten incluso impensables, para una producción de 1925, y que pocos años después, serían desterrados del cine estadounidense, con la llegada del horripilante Código Hays.
Y es que hay que señalar, descaradamente, las escenas a los muslos de Ramón Novarro, que causaron bastante furor, así como también, se pueden ver nalgas masculinas desnudas en la galera.
O mujeres en procesiones de odaliscas, enseñando pechos…
No es para menos que Ben-Hur: A Tale Of The Christ, contiene la típica escena de rigor de la época, en que una vampiresa intenta seducir al héroe, para arrastrarlo a la perdición…
Sobre “el gore” me sorprendió ver en un plano bastante detallado y realista, en la batalla naval, sobre cómo cercenaban una cabeza, y luego la blandían sujeta con una espada, a modo de pincho.
No obstante, las críticas a este y otros aspectos, en su estreno en el George M. Cohan Theatre de Nueva York, fueron elogiosas, aunque no consiguieron que, pese a un formidable éxito de público, Ben-Hur: A Tale Of The Christ recaudara en taquilla lo necesario, para superar con creces, los extraordinarios costes de alrededor de $4 millones, que había requerido su producción.
Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue más útil a su productora, por el prestigio que le reportaba y la solvencia económica, que en esta empresa había demostrado, que por su rendimiento en taquilla.
Por su parte, Fred Niblo se consagraba como un director fuera de serie, capaz de haber llevado a la pantalla, a los 3 galanes" de la época:
Douglas Fairbanks, Rudolph Valentino, y Ramón Novarro; sin que ello le causara problemas.
Hay que admitir, que ésa era su principal cualidad, el reconocer el potencial de sus actores y actrices, para el caso de Greta Garbo, Lillian Gish, y Enid Bennett; pues en otros aspectos, eran sus colegas secundarios quienes lo superaban:
El segundo director Reeves Eason, fue el verdadero autor de la escena de la carrera de cuadrigas, por ejemplo.
A su vez, Niblo nunca fue capaz de generar imágenes que hablaran por sí solas, debiendo recurrir demasiado a los intertítulos, un rasgo que no le sirvió mucho, cuando comenzó la era sonora, y lo obligó a retirarse en 1932.
Al final, regresó al escenario, y se perdió desde entonces, pero dejando un inmenso legado al cine de aventuras.
“The big race is tomorrow and I have not charioteer”
El mensaje religioso de Ben-Hur: A Tale Of The Christ, aun cuando no fuera su fin principal, fue aprovechado, y muy bien utilizado por los publicistas, quienes en la campaña de promoción, utilizaron el lema:
“La imagen que cada cristiano debe ver” como slogan para atraer espectadores.
En Ben-Hur: A Tale Of The Christ encontramos también, interesantes referencias a hechos, nombres, o acontecimientos históricos, léase:
La Antigua Roma, La Crucifixión, La Dinastía Julio-Claudia, La Última Cena...
Con relación al uso, en el cine, de pasajes de La Biblia u otros Libros Sagrados, las citas corresponden a:
Daniel 9:24, Juan 12:12-13, Juan 13:34, Juan 15:12, Juan 18:36, Juan 8:7, Lucas 23:34, Lucas 2:1-3, Lucas 2:16, Lucas 2:7, Lucas 2:8, Mateo 11:28, Mateo 20:28, Mateo 26:20, Mateo 27:2, Mateo 5:44, Romanos 12:19, Salmo 30:5, etc.
Por otro lado, errores:
¿Se supone que nos vamos a creer, ya que no lo recuerdo que sea así, que Jesucristo llevando la cruz hiciera milagros?
Y si fuera así, no sería espectacular, que un hombre condenado, devolviese la vida a un niño, claro muy normal, y aún así, el pobre hombre que ha obrado ese milagro, sigue camino a su muerte...
Eso es lo peor que puedo sacar a toda Ben-Hur: A Tale Of The Christ.
Pero bueno, eran aún los días del cine “mudo”
Ben-Hur: A Tale Of The Christ duraba unas inusuales y largas 2 horas 23 minutos; en donde sólo con La Natividad, ya emplea 15 minutos.
A continuación, Jesús enseñando, El Sermón de la montaña, la mujer en adulterio, Domingo de Ramos, La Última Cena, y La Crucifixión.
Como era de esperar, a Jesús no se le ve directamente, apenas su mano en algún gesto.
Hay que decir, que si bien no se le ve nunca el rostro a Jesús, sólo un brazo que aparece desde alguno de los extremos de la pantalla, y que además, está ligeramente iluminado, lo que da lugar en una secuencia, a un extraño momento, probablemente, fruto de algún error de trucaje, en el que da la impresión, de que el brazo de Cristo sale de su rodilla...
Curiosamente, aunque casi toda Ben-Hur: A Tale Of The Christ estaba en blanco y negro, muchas de las escenas sobre Jesús, y alguna sobre Judah Ben-Hur, se filmaron en el Tecnicolor de la época.
Por ejemplo:
Cuando Judah salva al Almirante Quintus Arrius, y pasa de ser galeote a romano adoptivo...
Roma incorpora el Tecnicolor, empezando con un desfile de la victoria, en el que mujeres en topless arrojan flores…
Y es que en los años 20, las películas bíblicas combinaban pietismo y exhibicionismo, de una forma hoy desconcertante.
Con todo, y como corresponde al buen cine clásico, en Ben-Hur: A Tale Of The Christ la épica convive magníficamente con la lírica, el esplendor con la sensibilidad.
Destaco un momento en particular, de cómo Niblo sabe dirigir con palpitante contención, las situaciones más íntimas y de mayor tensión dramática:
En el reencuentro de Judah con su madre y hermana, llagadas por la lepra, hay en efecto, un control, una mesura, y una emotividad, que resultan literalmente hablando, sensacionales.
Bien es cierto, que el principal problema de “Ben-Hur” de las 2 versiones más famosas, Niblo/Wyler, es el enorme lastre que le proporciona la referencia del folletón novelístico de Lew Wallace.
Reiterando el hecho de esa menor dependencia, lo cierto es que, uno de los inconvenientes de Ben-Hur: A Tale Of The Christ, lo constituye esa inclinación hacia el cine de “estampita”, que ha envejecido muchísimo, y que se puede detectar fundamentalmente, en aquellas secuencias que describen momentos de la vida de Jesús.
Algo en lo que además, se ha venido equivocando buena parte del mal llamado “cine religioso”, inclusive el péplum, intentando magnificar de forma ridícula, momentos que, en caso de tener que incorporarse, es indudable, que hubieran tenido que adoptar un aspecto mucho más cotidiano, y por supuesto, no centrados en una acartonada teatralidad.
El hecho de que gran parte de las secuencias que describen esa vertiente, fueran filmadas en un rudimentario, pero entonces novedoso color, a mi juicio, ha contribuido a ese envejecimiento, y es curioso constatar, como la secuencia que muestra La Pasión de Cristo, rodada en blanco y negro, sí que logra una cierta tensión y emotividad.
Pero es que además, algunos de sus momentos de masas y secuencias dramáticas, acusan un cierto acartonamiento, dando la impresión de que, el comienzo de la imagen, mostraba el rugido de la claqueta.
Sin embargo, no sería justo reconocer, los elementos que aún perviven en esta apreciable producción de la Metro.
Y creo que todos vamos a estar de acuerdo en ellos, permitiendo que algunas de sus secuencias asombren aún hoy, a más de 88 años de su realización.
Sin duda, la de mayor impacto, es la de la batalla naval, con el preludio descriptivo de la incesante labor de los esclavos de galeras, en donde está confinado el protagonista.
Todo este fragmento es espléndido, con detalles que aún destacan por su crueldad y alcance “bizarro”:
Ese romano que es atado al mástil de los piratas, para que muera cuando el barco se estrelle contra el navío romano; la presencia de un esclavo desnudo, dispuesto de espaldas, encadenado en crucifixión; las serpientes que son lanzadas por los piratas, para que envenenen a los romanos…
Nos encontramos ante un episodio magnífico, que estoy convencido, fue filmado por alguno de los realizadores que colaboraron con Niblo en la realización.
Algo de ello sucede también, en la célebre secuencia de la carrera de cuadrigas, que me resulta más convincente que la versión de Wyler, rodada por Andrew Marton, y en la que de nuevo, se describe una magnificencia de producción, combinada por un ritmo en el montaje realmente envidiable.
Ni que decir, Ben-Hur: A Tale Of The Christ tiene o adquiere, un ritmo mucho más fluido a partir precisamente, del mencionado fragmento de la batalla marina, hasta entonces, ese cierto estatismo y recurrencia a la teatralidad, son demasiado perceptibles.
Un momento claramente superior al remake de Wyler en Ben-Hur: A Tale Of The Christ, es la escena en la que la hermana y la madre de Ben Hur, aquejadas por la lepra, encuentran al protagonista dormido, a las puertas de la casa familiar, casi al final de la historia.
Sin querer despertarlo ni tocarlo, por miedo al contagio, las 2 mujeres se arrodillan, y se acercan lo más posible a su cuerpo, haciendo ademanes de caricias a distancia, llegando la madre, a besar la piedra del escalón donde reposa.
Es un claro ejemplo, de cómo “el cine mudo” alcanzaba grandes cotas de expresividad emocional, sin necesitar diálogos ni sonidos, con recursos que lamentablemente, han caído en desuso, muchas veces por pereza de los guionistas o directores.
Y para ir cerrando, muchos han dicho, que el Ben-Hur de Charlton Heston es el de William Wyler; pero el Ben-Hur de Ramón Novarro, es el de Lew Wallace.
La música original es de William Axt; y la de esta versión restaurada, corre a cargo de Carl Davis, interpretada por La Orquesta Filarmónica de Londres, que acompaña la acción activamente, e introduce fragmentos de órgano, en las escenas sagradas.
Sin temor a equivocarme, puedo decir que, me pareció escuchar el tema de “Parsifal” de Richard Wagner, o fue el tema del Grial de la misma obra, como fuere el caso, son notas de la gran última gran obra del alemán, que se pueden escuchar aquí, aunque sea muy sutilmente.
“He is the promised Messiah”
Ben-Hur: A Tale Of The Christ es un exponente representativo de esta vertiente cinematográfica, y paradójicamente, se sitúa en una contradicción, a la hora de su consideración.
Y es que, si en el momento de su estreno, batió cifras record, tanto en sus costes, con casi $4 millones de presupuesto, Ben-Hur: A Tale Of The Christ, sigue siendo el film más costoso del “cine mudo”, el número de extras participantes es asombroso, y se nota en el metraje, como en su repercusión en la taquilla, lo cierto es que, su consideración, no ha sido la debida hasta hace unos pocos años.
Evidentemente, la existencia de la versión realizada por William Wyler, en 1959, limitó, y no poco, el reconocimiento de las virtudes de “la versión muda”
Todo ello varió, cuando Ben-Hur: A Tale Of The Christ fue restaurada, a finales de los 80, permitiendo a los aficionados de las nuevas generaciones, apreciar las cualidades, y también las limitaciones, de un título evocado en las historias del cine, pero hasta entonces, poco accesible durante largo tiempo.
Y es que, conviene señalarlo ya, Ben-Hur: A Tale Of The Christ resulta mucho más interesante que el firmado por Wyler, a finales de los 50, aún recordado por la reata de Oscar que recibió.
Su duración más que ajustada, de 2 horas y 15 minutos aproximadamente, frente a las casi 4 horas del film de Wyler, Ben-Hur: A Tale Of The Christ posee un ritmo más trepidante, en su menor empeño al acentuar el carácter de parábola judeocristiana, y la enorme valía de algunas de sus secuencias, y “set-pieces”, le permiten haber sobrepasado la barrera del tiempo, con bastante efectividad.

“He is not dead.
He will live forever in the hearts of men”



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