Little Children

“You have a nice place”

¿Por qué actuamos de uno u otro modo?
¿Porque siempre nos quejamos, que nos sucede lo mismo?
¿Qué hay dentro de nosotros, que nos permite diferenciar el bien y el mal, lejos de las reglas morales?
¿Qué sentimientos son los que tenemos que seguir?
En nuestras vidas, experimentamos un sin fin de emociones, y nos envolvemos en una enmarañada red de situaciones, cuya explicación, bien podría estar en estos “rituales” o “juegos” que el Dr. Eric Berne explicara décadas atrás; en 1964, en el libro:
“Games People Play: The Psychology Of Human Relationships” refiriéndose a una serie de comportamientos y actitudes, que los adultos usan, para hacer transacciones con su entorno.
Estas situaciones que experimentamos, o “jugamos” pueden ser la punta del iceberg de emociones escondidas.
En el día a día, observamos en nuestro alrededor, cómo interactúan las personas basadas en libretos, muchas veces predeterminadas:
Algunos se tornan agresivos, e intimidan a los demás, mientras que otras personas, continuamente resultan lastimadas, y no falta quienes lo toman todo “en son de broma”
Berne define a los “juegos” como transacciones o intercambios, entre uno o más individuos.
Dichos juegos, son desarrollados de manera inconsciente, tienen una naturaleza de poder, y el desenlace, ya sea de beneplácito, o resentimiento, es la “ganancia del juego”
En cuanto a la clasificación de los “juegos”, según Berne tenemos:
Juegos de Perseguidor:
“Te pillé”, “Alboroto”, “Sí, pero...”, etc.
Juegos de Salvador:
“Rescate”, “Mira lo que hago por ti”, “Explícame tus penas…”, etc.
Juegos de Víctima:
“Estoy agobiado”, “Pobre de mí”, “Si no fuera por ti…”, etc.
Ahora la pregunta es obvia:
¿Porque “jugamos” esos “juegos”?
¿Sera que ganamos algo, mucho o poco?
Berne también plantea algunas explicaciones al respecto de la siguiente manera:
Porque es una forma de saciar erróneamente, el hambre de reconocimiento, “ganancia” biológica.
Una forma de estructuración del tiempo que denominamos pasatiempo, “ganancia” social.
Confirmación de una Posición Existencial, o actitud ante la vida, equivocada, “ganancia” existencial.
Protección contra el miedo a ser desenmascarado, y que se me conozca como soy.
Evitar la intimidad.
Procurar que los otros hagan lo que no quieren hacer.
Las personas “juegan” esos “juegos”, porque tienen hambre de contactos, y quieren obtenerlos a cualquier precio, aun si lo que obtienen, son sólo contactos negativos.
Hay un señuelo que tiene un atractivo fácil, pero que en realidad sirve a otros fines.
El señuelo coincide con una debilidad del otro jugador, por ese señuelo; pero después que la víctima ha respondido, hay un cambio.
Sale a relucir el “fin verdadero” y prepara la sorpresa del final.
“Yeah, wait till she hears about my criminal record”
Little Children es una película dramática, del año 2006, dirigida por Todd Field.
Protagonizada por Kate Winslet, Patrick Wilson, Jackie Earle Haley, Jennifer Connelly, Ty Simpkins, Tom Perrotta, Noah Emmerich, Sadie Goldstein, Bruce Kirkpatrick, entre otros.
Little Children está basada en la novela del mismo nombre, de la pluma de Tom Perrotta, quién al lado del director Todd Field escribió el guion.
Little Children obtuvo 3 nominaciones al Oscar:
Mejor actriz (Kate Winslet), actor secundario (Jackie Earle Haley) y guión adaptado.
Little Children es del tipo de películas, que te muestran cómo son los seres humanos en esencia:
Siendo infieles, engañando, hipócritas, lascivos, y vulnerables ante las decisiones que se deben tomar en la vida.
Little Children es una de las pocas producciones, que examina la combinación desconcertante de la autocomplacencia, la abnegación, la deferencia ceremonial, y el estado de ansiedad, que caracteriza a la clase media en La Generación X.
Desnuda las cosas que muchas veces ocultamos, y las revela en un bocado cinematográfico cautivante.
De climas asfixiantes, una pintura de la sociedad de clase media alta, y sus hipócritas miradas hacia el mundo exterior.
Y es que Little Children, al ser un film de corte independiente, cuya compleja y sórdida trama se centra en 3 personajes principales, abordando sus frustraciones que a su vez, se prolongan en los personajes secundarios que intervienen, mostrando el tormento y la insatisfacción interior de ellos, y en cuyos vínculos que establecen por necesidades incumplidas, aparece la figura de un niño como disparador dramático, o el comportamiento adulto, como tal de capricho, obstinación, e incomprensión que remite al título “Little Children”
Desde el inicio hasta el final, Little Children muestra claramente la conducta humana, ante hechos con los que la gente vive constantemente, cosas que les aterran, por las cuales sufren, y secretos íntimos que pueden quedar a la luz de un momento a otro.
Es la historia de un grupo de personas, cuyas vidas se entrecruzan de forma sorprendente, y posiblemente peligrosas, en parques, piscinas, y calles de su pequeña comunidad.
Nos situamos entonces, en el acomodado contexto de una comunidad, ubicada en una ciudad indeterminada de EEUU.
Allí residen y se entrecruzan en sus vidas, una serie de personajes que oscilan entre el aparente triunfo material, junto a la frustración interior más profunda, e incluso, el ostracismo social.
Desde un joven atractivo frustrado por una esposa activa y dominante, hasta un hombre de mediana edad, excluido de la comunidad por un pasado como exhibicionista, pasando por una joven emprendedora, decepcionada por la convivencia de un matrimonio con inexistente vitalidad, cuyo esposo esconde prácticas fetichistas
Toda la fauna humana que convive y se expresa en Little Children, queda marcada por su aparente aceptación de las normas de la corrección, aunque todos ellos escondan al mismo tiempo, elementos, rasgos, y costumbres de comportamiento, en líneas generales, consideradas ocultas, o vergonzantes.
Little Children cuenta la historia de varios personajes, pero dedica una mayor atención, a la pareja formada por Sarah Pierce (Kate Winslet) y Brad Adamson (Patrick Wilson), 2 padres jóvenes, infelizmente casados con otras personas.
Ambos se pasan el verano, disfrutando con sus hijos en la piscina pública, y acostándose después en casa de ella, mientras los niños hacen la siesta, consiguiendo así, escaparse de una realidad en la que han visto destruidos sus sueños y perspectivas.
La historia está contada a través de diferentes puntos de vista, con lo que tenemos una visión muy matizada y completa, de todo lo que sucede.
Los personajes no son caricaturas, sino gente real, perfectamente caracterizados, emocional y psicológicamente.
Los temas que introduce el guión, como:
El adulterio, la pedofilia, la crisis de identidad y familiar, el fracaso... están tratados con gran madurez y profundidad.
Haciendo un cóctel, en el que se mezclan amas de casa chismosas, matrimonios que han perdido su razón de ser, y adultos que todavía no saben qué quieren ser de mayores, en este sentido, el título “Little Children” se ajusta más al argumento.
Todos los personajes, han llegado a un punto en sus vidas, en el que un cambio no sólo parece imposible, sino también inapropiado.
Todos están encarrilados hacia una vida respetable y convencional, que se asemeja a una prisión, y en la que el adulterio, se confunde con una salida de incendios por la que escapar a una vida mejor.
La sensación fundamental que deja Little Children, es de claustrofobia:
No poder dedicarte a lo que quieres, no poder redimir lo que has hecho, no poder escapar de la rutina, y no poder cambiar a un ser querido.
Además de varias historias sobre la desorientación, y el miedo a vivir la vida.
Así, la trama desnuda las inseguridades, deseos, y valores corrutos, de una ama de casa de clase media alta, infeliz en su matrimonio, y que encuentra una segunda oportunidad, con una relación prohibida, en una suerte de “Madame Bovary” moderna.
Por otro lado, la figura de Ronald James McGorvey (Jackie Earle Haley), un pedófilo dejado en libertad, que amenaza la aparente tranquilidad de una comunidad burguesa, que le mira con malos ojos, y que está pendiente de cada movimiento, y juzga sin piedad detrás de su máscara de apariencia, y por último, un hombre insatisfecho sentimentalmente, nulo profesionalmente, y perdido en las frustraciones de sus sueños de juventud.
Little Children es una película de niños, y sus “juegos” en los que asumen roles:
De papá, mamá, amante, policía, etc.
Incluso, los policías están jugando fútbol americano todo el tiempo, o si no, están bebiendo en un bar, otro “juego”
El relato, no deja de proponer una perspectiva interesante:
La del adulto que sigue siendo niño, por la no consumación de su ideal primario, por la postergación de sus objetivos más elementales; frustración que no los deja crecer, ni terminar de conocerse…
Lo que está claro es, que los adultos se comportan de un modo muy poco maduro en muchísimas ocasiones, tendiendo a demonizar a Ronnie, cuando él es el único que admite el problema que tiene, aunque no haga demasiado por mejorar, ya que su autoestima está por los suelos, la escena del coche lo dice todo; probablemente, con el apoyo de otros, él sí hubiera podido salir adelante, pero únicamente su madre cree en él, el único amor verdadero de toda Little Children.
Little Children apela al dilema de la madurez, así como el de la experiencia dadora de nuevas emociones y anhelos; marca el mensaje de arrepentimiento de las euforias mal llevadas, del desconocimiento de todas nuestras necesidades, hasta que nos topamos con alguien que nos las ofrece.
Entonces, Little Children viene a ser, algo así como un “cuento” de reflexión y conciencia.
Hay algo de verdadero en esos encuentros, en ese aflorar de rasgos ocultos de la personalidad humana, en esa banalización de la belleza externa de que hace gala, en esa difícil frontera que se establece en suma entre la legitimidad de los comportamientos.
Dentro de ese compendio moralista, de ese grito de búsqueda de la identidad de las personas sobre los convencionalismos sociales que propone Little Children, hay sobre todo, una convicción cinematográfica expresada en una narrativa de primera, en una magnífica dirección de actores, y en un compendio dominado por la observación certera de una fauna humana, no por lejana en la distancia, sino perfectamente reconocible por cualquier entorno más o menos acomodado.
“We're all miracles.
Know why?
Because as humans, every day we go about our business, and all that time we know... we all know... that the things we love, at any time now can be all be taken away.
We live knowing that and we keep going anyway.
Animals don't do that”
Las vidas de los personajes en Little Children, se cruzarán, y las esquirlas de unos, alcanzarán a todos de alguna manera.
Estamos frente a una película que retrata la doble moral de EEUU, donde se perdona el pecado, pero no el escándalo, la lucha por sentirse vivos ante la opresión de la sociedad, que ellos mismos representan, y la imposibilidad de cambiar el pasado.
Pero mejor aun, es sin duda alguna, cada uno de los pedazos de vida que conforman esta gran obra:
La soledad de Larry Hedges (Noah Emmerich), que busca desesperadamente un refugio en los demás, intentando que Brad se integre en su vida, y pueda llegar a resultar una vía de escape, y un personaje con quien huir de todos esos problemas, que visiblemente le afectan.
Seguramente por ello, muestre ese comportamiento ante McGorvey.
La represión de Ronald James McGorvey, que tras perder a su figura materna ente que, sin quererlo, ejercía como represor, dado que el mismo McGorvey volcaba sus esperanzas, para no seguir cometiendo los actos que le eran reprochados, en que su madre siguiese ahí, contemplando sus actos, y protegiéndole.
Quizás por eso desiste en el hecho de salir con mujeres, y quizás por eso, al perder su ente “represor”, opta por la peor y más sencilla vía de escape.
La dependencia de Brad Adamson, que teme salir de su rutina diaria, pero en realidad, está deseando hacerlo.
Seguramente, en Sarah encuentra una vía, a la vez que alguien que verdaderamente le comprenda.
El final es inevitable, viendo Brad que puede escapar de todo cuanto quiera, y actuar del modo que crea conveniente, pese a la rigidez de su mujer, opta por volver al inicio de nuevo.
Totalmente renovado.
El desespero de Sarah Pierce por salir de su situación, donde la incomodidad en el interior de su hogar, le hace buscar otro tipo de sendas, para intentar iniciar una nueva vida, y volver a empezar de cero.
Finalmente, sin embargo, opta por tomar una decisión bien distinta, meditando seguramente, que la sentencia que había adoptado, no era la correcta, pues podía perjudicar a sus seres más queridos.
En definitiva, vías de escape en un mundo, donde más de uno daría lo que fuera por salir, de vez en cuando, de los hábitos, y la desazón diaria.
Sobre el guión, está llenísimo de referencias simbólicas a trastornos, síndromes, y demás problemas de nuestra sociedad.
“El Síndrome del Penúltimo Tren” es el más claro de todos, y además, se materializa dejando de coger un tren, irónico.
“El Síndrome de Peter Pan” que Brad sufre es clarísimo, y es probable, que Kathy Adamson (Jennifer Connelly) sufra “el de Wendy”
Todos, en ese vecindario, sufren algún problema mental, ya sea psiquiátrico o psicológico, o bien, esconden una afición “oscura”
Creo que Todd Field o Tom Perrotta, quiere reflejar eso, que hoy en día, todos tenemos, en mayor o menor medida, problemas mentales y traumas, y que muchas veces, no los afrontamos, o lo hacemos del modo más cobarde posible.
Me gustó la frase:
“Él no quería salir con una enferma mental”
Creo que es una referencia muy directa, ya que hoy en día, todos somos “enfermos mentales”
En lo que respecta al reparto:
Kate Winslet encarna a una antropóloga, que vive en un barrio de clase media alta de EEUU, y está casada con un publicista que detesta llamarse así, su matrimonio es un fracaso, y lo único que la mantiene a flote, es su hija.
Patrick Wilson es un padre de familia, que se encarga de la casa y su hijo, y su esposa, Jennifer Connelly, es la que lleva los pantalones en la casa, como él mismo dice, y asume.
Un ex policía cesado, y un acusado por exposición indecente ante niños, que se muda al barrio con Mae McGorvey  (Phyllis Somerville) su anciana madre, completan el reparto.
Son entonces los niños, como factor conflictivo desencadenante, o la actitud infantil y arrojada de los protagonistas, las que entrelazan estas historias, donde el deseo puede más que la razón, en algunos casos y en otros, como en la impactante secuencia de desenlace, la culpa, y el perdón, termina redimiendo a más de un personaje secundario, trazado de forma lineal, con rasgos estereotipados durante el relato.
Allí, en el seno de la historia, deambula:
El policía fascista, la madre protectora, y el marido perverso, quizás el único punto previsible de este intenso drama familiar.
El director Todd Field, no tiene contemplaciones, y ningún personaje resulta totalmente agradable al público, todos tienen defectos y secretos que no quieren revelar.
Me sorprendió la sensualidad que puede emitir Kate Winslet en un traje de baño rojo.
Hizo una muy convincente madre de familia infiel, mantiene las pausas exactas, hace esas miradas inquisidoras sobre su vida, y sobre sí misma.
Una gran actriz dramática, en uno de sus mejores papeles de su carrera.
Kate Winslet sin defraudar, encarna a una mujer adúltera, que ya está harta de la rutina de siempre, pero que sobre todo, es una madre que busca lo mejor para su hija.
Enorme Patrick Wilson, está muy bien, tanto profesional como físicamente, creo que su actuación fue demasiada ignorada, a mi criterio, una de sus más grandes interpretaciones que él ha personificado.
Wilson cumple en su papel de hombre objeto frustrado, que encarna a la perfección, la conversión de los roles tradicionales en las parejas, cómodo como cree encontrarse en la inactividad de su inercia vital.
ENORME Jackie Earle Haley, en una potente interpretación, cuyo personaje te hace sufrir, y hasta tener compasión a ratos, a pesar del delito que lleva a sus espaldas.
Jackie Earle Haley, en el papel de un pervertido sexual sin límites, ni resentimiento alguno por sus actos, cuyo tormento interior es tan grande, como la catarsis autodestructiva que, de forma impactante, y con un juego de montaje de escenas perfecto, es el desencadenante final de un drama, que pese a sus excesos, sorprende a cada minuto; y que en el metraje, su regreso a la comunidad en la que creció, pondrá a la luz, la hipocresía y crueldad de la que puede llegar a ser capaz la gente de orden, buena y decente, soberbia la secuencia de la piscina.
Phyllis Somerville, espléndida como la madre del pedófilo, y que nos regala una escena imborrable, en concreto, la conversación con su hijo, sobre la conveniencia de que inserte un anuncio para buscarse novia.
Pero quedan momentos para recordar, y no es el menor, la reunión del Club de Lectura, y su conversación sobre “Madame Bovary”
La forma en la que nos muestra cómo, en realidad, esas ociosas mujeres están valorando sus propias vidas, a la hora de dilucidar, si el personaje de Flaubert era en realidad, una fresca, una víctima, o una heroína, es de una genialidad absoluta.
Mi escena favorita, la de la visita a las piscinas públicas del pedófilo, en la que tras un episodio de pánico en masa, se produce un silencio escalofriante, y él se queda solo en la piscina, buceando como si fuese algún tipo de repulsivo monstruo acuático.
O la secuencia en la que Ronnie se encuentra dentro de un coche, con la joven que ha conocido mediante un anuncio en la prensa, Sheila (Jane Adams), esta se confiesa ante él de sus frustraciones amorosas, mientras este revela ante ella, su personalidad enfermiza, supone uno de los momentos más perturbadores e incómodos de contemplar del cine de los últimos años.
O la destrucción de las estanterías de figuritas de porcelana kitsch, los “Little Children” del título, y de los planos de inicio.
Esa escena inicial, con todos los relojes de la casa de Ronnie, es una clara crítica, a cómo malgastamos nuestra vida hoy en día, dejando pasar el tiempo, sin hacer nada por mejorarla, simplemente, viviendo un mediocre día tras otro, tal y como hace Sarah.
Lo peor en Little Children, es el insoportable e insidiosa “voz en off” con la que Todd Field ametralla al espectador.
En todo momento, hay un hombre contándonos de fondo, con todo lujo de detalles, qué es lo que siente cada uno de los personajes que aparecen en pantalla.
Espantoso.
Por otro lado, para muy inmaduro que sea Brad, no se hace creíble de ninguna manera, que yendo a buscar a su amante en el parque, donde habían quedado tras su fuga, se entretenga a jugar con los skaters que se encuentra a medio camino…
Así las cosas, las “nuevas Bovary” se prostituyen a cambio de estabilidad, mientras en el más efectista cierre del personaje de Haley, la perversión del mal, procede de un fracasado intento por asemejarse a los cánones del bien...
Todd Field deja el cuchillo de punta debajo del lienzo contemporáneo:
La idolatría a una inocencia que cultivamos en los niños que acaban destruidos, sin pudor, por los padres y madres que los convertirán en rastros de sí mismos.
“I'm not a nice person”
Los pecados deben ser más universales que estadounidenses, y en ese ardid de venta, se esconde la dura revelación para el no-estadounidense, de que cada vez comprendemos mejor sus psicosis, porque se han convertido en las nuestras.
No por casualidad, Little Children arranca con uno de esos alarmistas telediarios, que llaman al pánico del vecindario, porque un “desviado sexual” acaba de finalizar su condena penitenciaria.
Como detonante de una pauta de comportamiento socialmente intuitiva, las apariencias intentarán ganar la batalla a lo anormal, ejemplificada en esa magnífica escena de la piscina, puro homenaje al “Jaws” (1975), con el paria amenazante, estupendo Jackie Earle Haley, nadando solo en el agua de la que todos huyen.
En una línea similar, aunque menos paródica, a la de “Desperate Housewives”, los prejuicios de lo correcto, resucitan en estereotipadas amas de casa, que observan cualquier desviación con sus cómodos prismáticos de esposas y madres castas.
Pero en lugar de propiciar el esquemático enfrentamiento entre los moradores del bien público, y las bestias de la insatisfacción reconocida, Field prefiere romper las expectativas, con un nihilismo bello y desolador, dejando claro que, si no existe lucha abierta, es porque el lado de los prejuicios y las fórmulas coloquiales, posee la fuerza suficiente como para ganar sin esfuerzo.
Little Children es una ácida mirada, a la típica familia de EEUU, una desgarradora y nada complaciente mirada, al infierno cotidiano de las relaciones matrimoniales, “una fábula moderna” o la última obra del “nuevo cine neo-independiente de EEUU.
El manejo de las emociones es agradable en Little Children:
Por un lado te dice, que todos llevamos una vida miserable, solo por el hecho de ser la vida más aceptable, los problemas de los demás, son solamente de ellos, pero tarde o temprano, sus problemas pueden afectar en algo nuestra existencia.
El pasado es el pasado, y lo que importa es el futuro, y debemos escoger, que papel jugar en el presente, sin embargo, nuestra vida a los ojos de los demás, puede parecer perfecta, o coincidir que es miserable, todavía no he dicho nada, y creo haberlo dicho todo.
En Little Children, se nos muestra la durísima realidad de lo que muchos llaman “bajeza humana”, aunque yo lo llamaría “inmensidad de puertas abiertas” a cometer errores, errores humanos, errores del pasado y presente, como todos tenemos, y continuamos cometiendo.
Pero también, Little Children nos muestra “otra puerta”, la del futuro, la que depende de nosotros, la única que podemos cambiar.

“Do you feel bad?”



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