The Conjuring

“There is something horrible happening in my house”

El cine de terror, es una vertiente del llamado género fantástico, pero tiene su propia historia de manera tan definida, que se le ve como un género en sí mismo.
La demonología es la rama de la teología y de la mitología, que se encarga del estudio de los demonios y sus relaciones, haciendo alusión a sus orígenes y naturaleza.
La demonología confecciona listados, que intentan nombrar y establecer una jerarquía de espíritus maléficos; así, la demonología sería el opuesto de la angelología, que intenta recopilar la misma, información al respecto de los buenos espíritus.
Sin embargo, muchas bases de datos demonológicas, son conocimientos “capturados” a aquellos supuestamente capaces de invocar tales entidades, incluyendo, las instrucciones sobre cómo convocarlos, y en el mejor de los casos, someterlos a la voluntad del conjurador.
Los grimorios de magia oculta, son aquellos tomos que contienen los conocimientos acerca de esta faceta de la demonología, más de una vez estudiada por aquellos que debían perseguir y juzgar a “diabolistas” y brujas.
La manifestación más importante de la demonología cristiana occidental, es el “Malleus maleficarum” (1486) del latín “Martillo de Las Brujas”, de los dominicos inquisidores, Jakob Sprenger y Heinrich Kramer, que demuestran de manera “sui géneris”, la existencia y el poder de la brujería, como parte integral de la fe católica romana, y de un peligro real para los fieles, aparte de ofrecer en su tratado, toda clase de formas de reconocer y procesar a una bruja, convirtiéndose así, durante 3 siglos, en el manual para procesos contra la brujería; siendo además, la primera fuente a consultar, para cualquier comprensión de la historia, y la naturaleza de la brujería del satanismo.
Y es que “La Caza de Brujas”, fue una campaña organizada, cuya fuente principal de inspiración fue durante 300 años, tanto para católicos como para protestantes, el “Malleus Maleficarum”
Los demonios, cuando se les considera como espíritus, pueden pertenecer a cualquiera de las clases de espíritus reconocidos por el “animismo primitivo animismo”, es decir, pueden ser humanos, o no humanos, almas o espíritus separables, desencarnados, que nunca han vivido en un cuerpo.
A este respecto, podríamos distinguir varios tipos de demonios:
1. Ángeles caídos en desgracia, según la tradición judeocristiana.
2. Almas humanas consideradas como genios o familiares.
3. Aquellos que reciben un culto o culto a los antepasados.
4. Fantasmas y otros aparecidos de carácter maligno.
De los más conocidos, Ed y Lorraine Warren son 2 investigadores estadounidenses de fenómenos paranormales, y autores de varios libros asociados a casos ocurridos en casas encantadas.
Para ir definiendo conceptos, un fenómeno paranormal, es aquel que:
1. No ha sido explicado en términos de la ciencia actual.
2. Únicamente se puede explicar, mediante una amplia revisión de los principios de base de la ciencia.
3. No es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias, y de las expectativas referentes a la realidad.
Ed Warren (1926 - 2006) fue un notable demonólogo, autor, y escritor.
Su mujer, Lorraine Warren (1927 - ) es una clarividente profesional, y médium que trabajaba junto a su marido.
Los Warren fundaron en 1952, la New England Society For Psychic Research, y abrieron El Museo del Ocultismo.
Este Museo, es el más antiguo, y único de su tipo; y se encuentra en Connecticut, EEUU.
Es mundialmente famoso, y ha atraído a cientos de miles de visitantes de todo el mundo.
Su museo alberga la mayor variedad de objetos oscuros y encantados del planeta; tiene elementos utilizados en actividades ocultas, extremadamente peligrosas, y prácticas diabólicas, realizadas en todo el orbe.
En este museo, se puede ver:
El muñeco “Shadow” que puede venir a usted en sus sueños, y detener su corazón.
El ídolo satánico que se encuentra en los profundos bosques de Connecticut.
El espejo poseído, utilizado para convocar al espíritu.
El ataúd del vampiro utilizado por un vampiro moderno.
Además, puede ver máscaras utilizadas para la proyección diabólica, piedras de tumbas de niños, que fueron utilizadas como altares satánicos, un famoso órgano que toca música sólo; pero uno de sus más famosos artefactos, es la muñeca Annabelle.
Aunque ha sido exorcizada varias veces, se cree que hay algo de energía, todavía unido a esta muñeca.
Es una muñeca, que según los visitantes, te mira y asiente con la cabeza.
Cabe señalar que la mayoría de los objetos, por orden de Lorraine Warren, no se pueden tocar, pues aún guardan muchísima energía negativa.
Los Warren son autores de numerosos libros, especializados en lo paranormal, y en sus investigaciones privadas, han alegado, haber investigado cerca de 10,000 casos de fenómenos paranormales, durante toda su carrera.
Entre sus casos, destacan su investigación en Amityville, siendo de los primeros investigadores que pisaron la casa.
Han sido responsables de preparar varias pesquisas de lo paranormal, en investigaciones demonológicas, entre los que se incluyen:
Dave Considine, Lou Gentile, y su sobrino, John Zaffis.
Sin embargo, en la década de 1960, los Warren afirmaron, que la casa de la familia Perron, en Rhode Island, fue embrujada por una mujer, presumiblemente bruja, que vivió allí en el siglo XIX, llamada Bathsheba Sherman, que maldijo la casa.
Así las cosas, a principios de 1970, los Warren llegaron hasta la granja de los Perron, situada en Rhode Island, para ayudarles, pues sufrían una serie de fenómenos espeluznantes.
Andrea Perron, hija del matrimonio, que se hizo con la casa, escribió un libro que cuenta las experiencias paranormales, sufridas por ella y su familia, durante 10 años.
El libro se tituló: “House Of Darkness, House Of Light: The True History”, donde cuenta, como fue la convivencia en una casa plagada de espíritus.
Una cosa que destaca en dicho libro, es que el vendedor de la casa, les sugirió que no apagasen las luces por la noche, pero no les advirtió nada más.
Para iniciar:
Roger y Carolyn Perron, adquirieron la casa de sus sueños, en los meses de invierno de 1970, pero lo que no sabían, es que esta casa era un mar de pesadillas.
La sensación de alegría, por haber encontrado un hogar donde criar los hijos, se convirtió en agonía y muerte.
Los espíritus ya llevaban tiempo en ella, pues tiempo después, se supo que hasta 8 generaciones de familias, habían vivido y muerto en la casa, y les llamó la atención, el descubrimiento de un antiguo residente de la casa, que se ahorcó en una de las vigas del granero.
Pero la familia Perron, al empezar a vivir en la casa, comenzaron a ocurrir situaciones, más allá de lo comprensible.
“Era un lugar extraordinario.
Empezamos a ver espíritus, tan pronto como nos mudamos a la casa.
La mayoría de ellos eran benignos, incluso, algunos de ellos ni siquiera parecía darse cuenta de que estábamos allí, pero la verdad es que, 8 generaciones de familias, vivieron y murieron en esa casa, antes de nuestra llegada, y algunos de ellos nunca se fueron”, según explico Andrea Perron.
Al principio, muchos de ellos parecían ser inofensivos, como:
Una entidad que olía las flores y las frutas, el que deba un beso de buenas noches a los niños en la cama cada día, o el espíritu que siempre cogía una escoba para barrer el suelo de la cocina.
Objetos que se movían solos, brutales golpes en las puertas, extraños susurros durante toda la noche, besos en la cara…
Según explicó la familia, “probablemente el fenómeno más aterrador, era el sonido de algo, que tenía la costumbre de golpear la puerta principal de la casa por la noche, despertando a toda la familia”
Había, obviamente, algunos espíritus muy perturbados conviviendo con los Perron.
Uno de los espíritus se llamaba “Manny”, definido por los Perron, como un espíritu bueno.
Creemos que en realidad era Johnny Arnold, que se suicidó en el granero de la casa, en el 1800.
“Vigilaba la casa, y cuidaba de nosotros.
Siempre se aparecía en el mismo lugar, en el pasillo del frente, entre el comedor y la cocina.
La aparición fantasmal, siempre se apoyaba contra la puerta, y ponía una sonrisa torcida, como si él se estuviera divirtiendo con los niños.
Tan pronto como lo veíamos, e hacíamos contacto visual, él desparecía”
Sin embargo, era muy llamativo, que cada miembro de la familia, en realidad veía a uno de estos espíritus por la casa.
Pero no fueron los únicos en experimentar todo estos fenómenos, porque la familia que vivió en la casa antes de los Perron, también compartieron fenómenos ciertamente aterradores:
“Todos los que han vivido en la casa que conocemos, han experimentado algún tipo de fenómenos sobrenaturales”, dijo Perron.
“Algunos incluso, han salido gritando y corriendo, temiendo por sus vidas.
Un hombre que se acercó para comenzar la restauración de la casa, salió gritando, sin su coche, sin sus herramientas, sin su ropa.
Nunca regresó a la casa, y por tanto, los propietarios de tierras adyacentes, se mudaban abandonando sus hogares”
Hoy día, los Perron recuerdan con claridad, las características de las entidades que veían:
Los espíritus, en ocasiones, parecían opacos, otras veces eran translúcidos, o en forma de neblina.
También afirmaron, que los espíritus se comunicaban con los miembros de la familia, pero no era a través del habla, sino con la telepatía.
Cindy, una de las hermanas de Andrea, lo describió como estar “en una burbuja”
El aire se comprimía, y de repente se quedaban sin poder moverse, o hablar, solamente escuchar lo que el espíritu estaba tratando de decir.
Al no acabar los episodios sobrenaturales, que en algunos casos, eran violentos…
Así las cosas, Roger y Carolyn Perron, se pusieron en contacto Ed y Lorraine Warren, unos investigadores paranormales, quienes hicieron una investigación de la actividad sobrenatural en la casa, mientras la familia vivía allí, en un intento de ayudar a los Perron.
Decidieron hacer una sesión de espiritismo, pero salió mal, pues despertaron y evocaron una terrible presencia, que la señora Warren tenía la creencia, de que se trataba de Bathsheba, que la describió como un “alma olvidada de Dios”
Bathsheba quería el control sobre Carolyn Perron, que explicó, que el espíritu se le acercaba por la noche, y la describía como un ser con una cara espantosa, deforme, y con el cuello roto.
La descripción de Perron de Bathsheba, es donde las cosas empiezan a ponerse realmente espeluznante, porque describe el rostro del espíritu, con casi ninguna característica real.
En cambio, parecía una colmena sin vida, de bichos arrastrándose por todas partes:
“Su cabeza estaba inclinada hacia un lado.
Era redonda y gris, parecido a un panal disecado.
No podía ver nada por debajo de ella... sin ojos, sin boca... parecía como las telarañas que cuelgan en las esquinas de la bodega” esto según lo descrito por su madre.
Bathsheba quería el control sobre la madre de Perron, Carolyn, y estaba empeñado y decidido a sacarla de la casa, aterrorizándola, porque el espíritu, aparentemente, se percibe a sí misma, como la dueña legítima de la casa.
Y vio a Carolyn como la competencia, una amenaza.
Bathsheba deseaba a Roger, y a los 5 hijos, habitualmente actuaba y hacia sus intenciones obvias para todos los mortales en la casa.
Bathsheba asustaba a Carolyn directamente hasta los huesos, la atormentaba con el fuego, el mayor temor de su madre.
Según la leyenda local, y el folclore, Bathsheba era sospechosa de ser una bruja practicante, y fue acusada de sacrificar a un niño lactante, como una ofrenda a “Dovahkiin”, el diablo encarnado.
Más de 2 docenas de muertes misteriosas y trágicas, ocurrieron en la propiedad, pero a pesar de que Bathsheba fue absuelta de toda culpa en una sala de justicia, ella siempre fue culpable ante la opinión pública.
Bathsheba continuó viviendo una vida miserable, y murió anciana en 1885, de una extraña forma de parálisis, que según el médico forense que la examinó, dijo que era “impresionante y completamente inexplicable”
Volviendo al relato principal, a pesar de la ayuda de Ed y Lorraine Warren, acabaron perjudicando a la familia, y no tuvieron éxito; y los Perron se quedaron en la casa, durante 10 años más, antes de poder marcharse definitivamente, pero los horribles fenómenos que ocurrieron dentro de las paredes de la casa, se quedaron con ellos para siempre.
Actualmente, la casa fue reconstruida en el año 2000, y han vivido en ella, más familias, y todas han experimentado sucesos sobrenaturales, incluido el arquitecto que se encargó de su restauración, que se según recogen los periódicos locales:
“Salió corriendo despavorido de la casa”
Norma Sutcliffe, es la actual propietaria, y cuenta junto a su marido, que han tenido experiencias mucho menos intensas, tales como portazos en el vestíbulo, sonidos de gente hablando en otras estancias de la casa; sonidos de pasos, acompañados por puertas abriéndose en otras habitaciones objetos moverse.
La casa real, y el granero siguen en pie, ahora llamada “Old Brook Farm”
La propiedad se encuentra localizada en 1677 Round Top Road, Harrisiville, Rhode Island, EEUU.
“We've been called ghost hunters.
Paranormal researchers.
Wackos”
The Conjuring es una película de terror, del año 2013, dirigida por James Wan.
Protagonizada por Lili Taylor, Vera Farmiga, Patrick Wilson, Joey King, Ron Livingston, Mackenzie Foy, Shanley Caswell, Hayley McFarland, Sterling Jerins, Shannon Kook, entre otros.
El guión es de Chad Hayes y Carey Hayes; y se basa en Los Expedientes Warren del caso Perron, así como información que la Sra. Perron presentó a los productores.
Los Warren hicieron una investigación sobre la actividad sobrenatural en la casa, mientras la familia vivía allí, en un intento de intervenir, en nombre de la familia.
Desde la productora, Warner Bros, declararon que The Conjuring estaría ligeramente basado en uno de los casos investigados por Ed y Lorraine Warren, un caso, supuestamente real, que tuvo lugar en una granja de Rhode Island, en donde una familia empieza a ser testigo de fenómenos paranormales.
En lo que al terror se refiere, qué puedo decir: es James Wan.
No necesita sangre y sustos típicos, predecibles y baratos, es un terror inteligente, que tira más a lo clásico.
Es un terror que, antes de hacerte volar en la butaca, hace que te hundas en ella, y te quedes sin aliento, y sin respiración; es decir, te instala esa sensación de malestar en el cuerpo, para que seas más propenso al susto.
El rodaje de The Conjuring, tuvo lugar en marzo de 2012, en Wilmington, Carolina del Norte, y la postproducción, en agosto del mismo año.
Se dice que The Conjuring está basado en hechos reales, pero se presentan de tal manera, que resulta difícil aceptarlo, lo cual nada tiene que ver con la calidad de la producción.
Lo importante es, que la trama sea coherente en sí misma, al recrear su universo o mundo narrado.
Así entonces, The Conjuring narra las peripecias de una pareja, los Warren, quienes se dedican a descubrir fenómenos paranormales, y a enfrentarlos.
Ed Warren (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga) forman la pareja de demonólogos más reputada de los Estados Unidos.
Entre el aluvión de casos al que han hecho frente, hay uno en particular, del que no han querido hablar… hasta ahora.
Dentro de esos fenómenos está, el oponerse nada menos, que al mismísimo demonio.
Es posible, que dentro de una sociedad ingenua, esto pueda dar buenas   ganancias al matrimonio Warren, tanto que ahora, son los héroes de The Conjuring.
A pesar del escepticismo de sus críticos, la pareja ha tenido una carrera exitosa, resolviendo este tipo de casos, lo que les permite hacer conferencias donde explican sus procedimientos.
Sin embargo, los Warren deberán enfrentarse a uno de sus trabajos más difíciles, cuando una mujer llamada Carolyn Perron (Lili Taylor) les solicita su ayuda.
La mujer se acaba de mudar a una casa de campo, junto a su marido y sus 5 hijas.
La familia Perron, formada por el patriarca Roger (Ron Livingston), la madre, y sus 5 hijas:
Andrea (Shanley Caswell), Nancy (Hayley McFarland), Christine (Joey King), Cindy (Mackenzie Foy) y April (Kyla Deaver)
Carolyn no tardó en darse cuenta, que la casa era el escenario de varios sucesos paranormales, los que poco a poco se van haciendo más violentos.
Pese a la falta de entusiasmo de Ed, Lorraine decide ayudarla a descubrir, qué está atormentando a su familia, e intentar detenerlo.
The Conjuring es una historia, basada en hechos reales, que alcanza entidad propia, como cuento de terror, al lograr una conexión muy directa con el espectador, conocedor de todos los trucos, pero irremediablemente entregado por esa atracción que siempre ha supuesto el miedo atávico, nuestros temores más profundos y asentados:
La oscuridad, el bien y el mal, los fantasmas, lo desconocido…
Lo cierto es, que el caso Perron tuvo trascendencia en su momento, pero no puede negarse, el poder de impacto de esta introducción.
La sospecha de que los hechos pudieran tener un asidero real, descubre a la narración de la “seguridad” que dan los relatos de ficción, y este infrecuente aura de veracidad, se potencia con el abordaje realista, el detallismo en la ambientación de época, las grandiosas actuaciones, y un guión sobrio, al que no le sobra ni le falta una sola línea.
La vulnerabilidad se multiplica por 5:
5 niñas son las víctimas potenciales de los espectros, que comienzan a invadir la casa de una familia humilde, instalada en el medio de la nada.
Y de a poco, comienzan los sucesos paranormales:
Los relojes de la casa se detienen, todas las madrugadas, a las 3:07, hay sonidos inverosímiles y golpes, fotos familiares que son “atacadas” y arrojadas al piso, apariciones y extraños moretones en la piel de la madre.
Como varias cintas sobre sucesos paranormales, The Conjuring echa mano a una serie de lugares comunes, que han sido explorados con anterioridad en otros trabajos:
La familia que se muda a una casa que guarda un oscuro pasado; la niña que dice tener un nuevo amigo imaginario, pero que resulta ser un espíritu; el sótano de la casa, que actúa como fuente de los sucesos paranormales; la investigación que lleva a los personajes a descubrir los crímenes cometidos en aquel lugar; el escepticismo inicial del padre, que le quita importancia a los ruidos que se escuchan en la casa; entre otros.
Mi sorpresa en este caso, aumentó porque resulta que los Warren realmente existieron, y el caso que se muestra en The Conjuring, está entre sus más famosos, recogidos en el libro “The Demonologist” de Gerald Brittle, el cual pienso revisar en cuanto sea posible.
Otro punto interesante de The Conjuring, y que la aleja de otras entradas similares en este subgénero, es que la trama dedica tiempo a los Warren, como personajes, ya desde el principio, con un espectacular prólogo, que hace referencia a otro caso, y que deja claro desde el principio, que The Conjuring va en serio.
Esto último, es probablemente lo más destacable, y el motivo por el cual, James Wan me gusta cada vez más como director:
En un género cada vez más marcado por el cinismo, en el que ni siquiera los directores independientes creen que se pueda meter miedo en el público, una película que aborde el tema del terror sobrenatural, sin ironía alguna, es un motivo de celebración.
Como decíamos arriba, la trama es algo que hemos visto muchas veces ya, pero aquí la diferencia es, que se hace bien.
“You have a lot of spirits in here, but there is one I'm most worried about because it is so hateful”
James Wan demuestra, como un perfecto conocedor de los resortes que harán disfrutar a un palco universal, deseoso de dar saltos en su butaca, abrazado a un bol de palomitas, y un refresco tamaño gigante.
Con buen manejo del espacio fílmico, y de los decorados, sobre todo, dentro de la casa, aunque con algunas soluciones ilógicas, como personajes que se pierden entre paredes, y aparecen fácilmente por las gradas al subterráneo que todos conocen, cabe entonces preguntarse:
¿Por qué a nadie se le ocurre buscar por tan manoseado lugar?
Con ello, y con interesantes movimientos de cámara, se crea la necesaria atmósfera de tensión.
Una puesta en escena limpia, con una gran edición de sonido, clave para los sustos a golpe de “surround” y soluciones visuales tan efectivas, como sugerentes, convierten la propuesta, en el “blockbuster” perfecto para un fin de semana veraniego.
Y es la idea.
Como también es la idea, parece ser, plantear abiertamente, la posibilidad de que continúen las aventuras de los Warren.
Lo demás, resulta predecible, pero siempre bien manejado, por ejemplo:
Los claroscuros, los ruidos suspicaces, traviesos unos, fuertes los otros; la alternancia de algunos sonidos incomprendidos con silencios, el golpeteo de la música, y los cambios de ritmo en el relato...
El hecho de que en la trama, las víctimas inmediatas sean niñas, esto acrecienta el horror de las situaciones.
Hay que reconocerlo:
Qué bien trabajan las niñas con sus personajes.
A la par de ellas, destacan Vera Farmiga, como la señora Warren, mezcla de belleza con terror, y sobre todo, Lili Taylor, como la madre de las hijas horrorizadas.
Los actores comentaron, que la verdadera familia Perron fue a visitar el set, durante la filmación.
Todos fueron, a excepción de Carolyn, que precisamente, ese día sufrió un accidente; se cayó, y se quebró la cadera…
Hum…
Lorraine Warren, investigadora del caso de la familia, actualmente tiene 86 años de edad, y asistió en la producción de The Conjuring, aportando detalles y memorias de su experiencia hace 40 años.
Además de Lorraine, la familia Perron apoya la difusión de la historia, a través de The Conjuring.
La fotografía, la decoración, la impecable puesta en escena, propicia un clima angustiante, reforzado por una cámara, que se desplaza entre las habitaciones de la casa, con una cadencia y habilidad excepcionales, jugando con las sombras, con lo que queda fuera de campo, y lo que se ve sólo parcialmente, o durante fracciones de segundo.
Como dato curioso, en la casa de Norman Bates en “Psycho” (1960), existen también 3 pisos, uno de ellos, el sótano, que según el filósofo Slavoj Zizek, representaría el inconsciente, un vertedero de cosas ocultas y reprimidas; aunque quizá no convenga forzar esta clase de lecturas, o sí...
Veamos, la familia, estructurada solo por mujeres y un padre, donde el mal se quiere apoderar de la madre para atentar contra las hijas, una trama mil veces vista en cuentos como “Blanca Nieves y Los 7 Enanos”, “Cenicienta”, “Alicia en El País de Las Maravillas, “Los Cuentos de Narnia” y demás cuentos similares; a diferencia de que el caso Perron es nada menos cuento...
El mal quiere apoderarse de las hijas más pequeñas, en alusión a la virginidad premenstrual, por lo que ataca fuertemente a las mayores.
Los objetos, son los medios de transmisión, o de percepción demoniaca, en una alusión al materialismo desmedido, al consumismo y a la acumulación de cosas innecesarias:
El menaje de casa como el armario, los religiosos como los crucifijos, o las joyas como los camafeos…
Pero lo que está bien claro, es el ataque a esa empresa llamada Iglesia, quieta ante los problemas del mundo, aunque el mismísimo Demonio esté de por medio.
Ver para creer.
En este caso gritar para creer…
La dulce muñeca “Annabelle”, transformada para The Conjuring, al gusto extravagante de James Wan, porque la original, habría causado otra impresión, y su historia se suman al carro…
Como dato, la muñeca Annabelle, es completamente distinta a la real, que existe en el museo Warren, ya que fue cambiada, para dar más la sensación demoniaca del objeto.
Annabelle es una muñeca “Raggedy Ann” creada por el ilustrador Johnny Gruelle, en 1915, quien por esos años, se dedicaba a la caricatura política, en distintos diarios estadounidenses.
Cuenta la leyenda, que un día de ese año, mientras Gruelle trabajaba en su estudio, entró su pequeña hija, arrastrando una muñeca de trapo maltratada, que acababa de encontrar en el ático de la casa…
Entonces, el papá, interrumpiendo su quehacer, y después de inspeccionar el juguete, tomó sus pinceles, y le dibujó la carita faltante, que hasta hoy conocemos, y que la distingue de cualquier otra muñeca.
Finalizada la tarea, y en búsqueda de un nombre, se dice, que el amoroso padre, se habría inspirado en 2 de sus libros favoritos, que en ese momento, estaban sobre su escritorio:
“The Raggedy Man” y “Little Orphan Annie”, por lo que le habría propuesto a su hija:
“¿Porqué no la llamamos Raggedy Ann?”
Muy pronto, Marcella, que así se llamaba la niña, se transformó en gran musa para Gruelle, quien rápidamente se puso a escribir e ilustrar tiras cómicas, inspirándose en los juegos de su hija con la muñeca.
Hasta que inesperadamente, la muerte se lleva a Marcella a los 13 años, prácticamente, al mismo tiempo en que el ilustrador, recibía la patente para la muñeca Raggedy Ann.
Actualmente, la Raggedy Ann, junto a su hermano Raggedy Andy “nacido” en 1920, vestido de marinero; son el par de muñecos de trapo, más conocidos en todo el mundo.
De hecho, Raggedy Ann entró al Salón de La Fama del Juguete, en el año 2002.
Hoy, los coleccionistas pagan por una muñeca, con el sello de la patente de 1915 impreso en la parte posterior, no menos de $3,000.00.
Visto lo visto, y las tendencias continuistas del desarrollo de la historia; material hay, desde luego; falta de ideas, también.
Sea como fuere, una propuesta que no podemos dejar de recomendar para pasar un rato des/agradable disfrutando de ese mal espectral, al que tanto le gusta corretear por el interior del cuerpo ajeno.
Si bien, The Conjuring tiene algunos detalles fuera de lugar, como la muñeca, que no tiene demasiado que ver con la trama principal, o personajes que están allí para rellenar huecos, y aportar algún sustito extra...
The Conjuring logra lo que se propone, meter miedo.
No es un film que nos vaya dejar noches sin dormir, difícil a día de hoy, pero logra el impacto, y aprieta donde debe.
El final, también tiene su “éxtasis” aunque esperaba alguna sorpresa de última hora, que jamás llego.
Lo peor en The Conjuring en que está rodada en digital, y algunos momentos nos sacan de la estupenda recreación que Wan hace de los años 70.
Y es que The Conjuring no aporta nada nuevo, y se nos repiten escenas, vistas mil veces en una sala de cine:
La típica casa misteriosa junto a un lago con un oscuro pasado, un armario con doble fondo, puertas que se abren solas, un sótano oculto, exorcismos, la habitual pelota que rueda sola, y una innumerable lista de imágenes repetidas hasta la saciedad, de hecho, parece una revisión de todos los iconos del género.
Inclusive, hay guiños a algunas de ellas:
Una niña mirando bajo la cama como en “Poltergeist” (1982), una pelota que aparece rebotando misteriosamente “E.T.: The Extra – Terrestrial (1982), una muñeca grimosa “Child’s Play” (1988), un espíritu entrevisto en el reflejo de un espejo, un objeto antiguo encontrado por uno de los personajes, preferiblemente un niño, una televisión encendida emitiendo sólo la estática, después de que la emisión haya acabado...
No deja ser más de lo mismo, pero The Conjuring está mejor llevada que otras, no está mal la dirección, y tienen algún que otro momento que consigue agobiarte.
Tópicos hay, también ideas que pueden parecer un poco flipada, como la necesidad de una orden del Vaticano…
Pero si entras en su “mundo” The Conjuring está curiosa.
No obstante, hay algo de ilógico:
Como cuando se caen los cuadros de la escalera, en el cine, parecía venirse abajo del estruendo, y resulta que ninguna de las niñas se despierta...
Todas siguen durmiendo, plácidamente...
Resulta desquiciante, el hecho de que cada vez que haya un golpe de efecto, el volumen suba de decibelios, alarmantemente.
Un director seguro de sí mismo, no necesitaría recurrir a ese manido truco, para sobresaltar al espectador.
Esas escenas sin el estruendo innecesario añadido, serían mil veces más efectivas.
Ahora bien:
¿Por qué deja a sus hijas solas con la madre, si ya le han dicho, que la madre va a ser poseída?
Y es que ya con la frase:
“Se escuchan 3 golpes en la pared, para burlarse de La Santa Trinidad...” estuve a punto de salirme del cine.
Por lo que muestra The Conjuring, el ente demoníaco, puede hacer lo que quiera, desde convertir puertas de madera, en puertas de acero que no se abren, hasta controlar la naturaleza para hacer caer pájaros contra la casa...
Pero le vencen al final...
Lo de sacarle la “bruja” a la protagonista, haciéndole recordar lo feliz que era haciéndose una foto en la playa con sus hijas...
La investigadora es clarividente cuando conviene, y ya que estamos, pues el personaje del policía, que no pinta nada, pues que también vea una aparición.
Todo ello regado, por supuesto, con la aparición del niño vestido de comunión...
Un lago para ahogarse, y un árbol para ahorcarse.
¿Siempre me he preguntado, por qué en las películas si te están asustando en un lugar, la gente se queda ahí hasta el final?
Sin embargo, sin prisas, por el susto fácil, y siguiendo las sabias palabras de “no muestres, mejor insinúa”, The Conjuring consigue que entremos en una atmósfera angustiosa y terrorífica, que no nos soltará en todo el metraje.
Las amenazas que infestan la casa, deben ser combatidas con instrumentos religiosos, pero por fortuna, aquí se evita la arenga sobre Dios y Satanás, y los demonólogos están presentados, como seres racionales, que hasta parecerían hacer un uso meramente práctico de la religión, para erradicar a los demonios.
Y es ahí, que el suspenso se construye notablemente, sobre esa premisa:
Los especialistas que deberían tener pleno dominio de la situación, están alterados, superados, intentando mantener un semblante calmo y sosegado, a pesar de lo asfixiante del cuadro, y algunas de sus afirmaciones, inquietan aún más.
Luego de horrendas apariciones, y de que la mujer de las niñas, fuera arrojada por las fuerzas malignas escaleras abajo, Ed Warren dice, con plena seguridad:
“Por fortuna, aún no han empezado a ponerse violentos”, dando la pauta de que lo peor está por venir.
En The Conjuring, hay unos momentos muy efectivos, que se logran gracias a esta tensión, al miedo que sentimos por lo que puede ocurrirle a los personajes.
2 de las escenas más terroríficas, surgieron de algo bastante sencillo:
Un juego que realizan las hijas de Carolyn:
En una de las escenas de The Conjuring, Carolyn juega junto a su hija menor, siendo las únicas personas que están en la casa.
La escena construye el miedo, gracias a la idea de que Carolyn no puede ver lo que está ocurriendo, y no sabe si los aplausos que sigue, los está haciendo su hija, o no.
En la segunda escena, Carolyn se encuentra en el sótano, sin otra iluminación que la proporcionada por unos fósforos.
El inconveniente es, que estos duran muy poco, por lo que debe encender, uno tras otro, para no quedar a oscuras.
Mientras hace esto, escucha los aplausos de alguien, o algo, que le indican que no está sola allí abajo.
La secuencia está compuesta solo por 2 tipos de planos:
Uno que muestra la cara nerviosa de Carolyn, y otro que toma su punto de vista, mostrando solamente su mano, y el fósforo encendido, intentando iluminar el sótano.
En las 2 escenas mencionadas, el susto que se produce al final es sencillo, no necesitan mostrar demasiado.
Y como curiosidad, toman elementos esenciales, como la infancia, la oscuridad, y los sonidos comunes como el aplauso.
La estrategia de recurrir a la sugerencia y a la tensión, está muy bien condensada en la última escena de The Conjuring.
Se puede decir, que la efectividad de dicha escena, radica en el miedo por algo que no vemos, pero que puede aparecer en cualquier momento.
Es decir, el miedo se encuentra exclusivamente, en nuestras mentes, en lo que acabamos de experimentar, y que nos lleva a mirar con desconfianza la pantalla.
Son escenas como esta, de una sencillez abrumadora, las que permiten reconocer a un buen director del género del terror.
Así como la caja de música antigua, con el payaso, y la espiral, también resulta prometedora.
Si te dicen que Rory se deja ver al finalizar la música, ahí ya estás centrando toda tu atención, en prevenir su aparición.
Los muebles antiguos, también desempeñan un papel importante, sobre todo el armario, donde no solo guardas la ropa, que aplaude, sino también los secretos más oscuros como lo son la homosexualidad y los monstruos de la infancia, etc.
Son cosas que, por sí solas, no producen turbación, pero en manos de Wan, se convierten en semillas del terror.
Así las cosas, The Conjuring aporta elementos nuevos al género, claro que sí, sino no hubiese triunfado tanto.
Esas notas que suenan de la caja de música, realmente espeluznantes, se han convertido ya, en el leitmotiv de The Conjuring.
Y veremos como el director, vuelve a incluirlas al inicio del tráiler de la secuela...
Otro elemento novedoso, es el juego de las palmadas, un recurso narrativo sencillo pero muy sugestivo.
Y al fin y al cabo, el terror es eso, sugerir, o no mostrar demasiado.
Es posible, que los juegos de los aplausos, se ven en distintas secuencias en The Conjuring, sean de lo mejor, desde hace mucho rato, en cine de terror, para   crear ansiedad o congoja en el espectador.
Pero, la única parte que me produce insatisfacción, es el final, pero yo sé a qué se debe:
Se planea una 2ª parte para The Conjuring.
Y es que, desde que nos dejaron pasar a su bien abastecida colección de los horrores en la casa Warren, se olía por toda la sala, un tufillo a secuela.
En lo que respecta a la experiencia como espectador:
Nada es tan desagradable, y da tanto miedo, como una marabunta de palomiteros, que devoran todo lo que encuentran a su paso:
Palomitas, nachos, pipas, y toda cosa que haga ruido, y esté contenida en bolsas ruidosas, que se sientan en asientos ajenos, llegan 10 minutos tarde, que no se callan, hasta a la media hora, y comentan todas las escenas en voz alta.
Tosen, eructan, y se alivian con ventosidades, chatean por el móvil, dan sustos al amigo de al lado, y miran con asombro, a toda persona que les chista.
Anoche, en esa sala, se produjo una clase magistral de mala educación.
Cuando yo era un niño, me enseñaron que uno molesta a los demás, incluso cuando cree que no molesta.
Tu sola presencia, molesta.
Quien no entienda esto, probablemente es un maleducado.
Es por esta cantidad de ofensas al mínimo decoro, que el cine está quedando para los cazurros, y es para ellos, que se fabrica toda la mierda de películas carentes de inteligencia.
Los demás, los que saben que molestan, quedan desterrados a la casa, donde algunas magníficas series, les permiten mantenerse alejados de la marabunta maloliente.
“Want to play a game of hide and clap?”
Al concluir The Conjuring, 3 certezas pululan por mi mente:
Los Warren existen, o al menos existieron como pareja porque Ed ya falleció.
El mal, en cualquiera de sus formas incomprendidas, también.
Y sé que el cine puede reinventar un relato sobre lo conocido, para contar una nueva historia, una historia de terror perdurable:
Casas embrujadas, brujas, posesiones demoníacas, niñas perturbadoras, y hasta muñecas diabólicas, son los ingredientes de este licuado de lugares comunes, que pareciera haber sido concebido, en una especie de reto autoimpuesto por los directores actuales, para crear una buena película, a partir de los peores y más utilizados elementos del cine de horror.
Sin embargo, el gran problema con el cine de terror contemporáneo, radica en que, por desgracia, ha dedicado la mayor parte de sus esfuerzos, a descifrar los códigos que provocan ese salto instantáneo de las entrañas, dejando de lado, cualquier intento por complementar y potenciar esa súbita descarga de adrenalina, mediante la creación de una historia conceptualmente terrorífica, que de origen a una atmósfera, que mantenga tensionado al espectador desde el inicio hasta el final de la obra.
El gran riesgo al momento de filmar una película de terror, hoy en día, consiste en caer en la repetida fórmula del susto estruendoso.
Ese que ocurre de repente, sin aviso alguno, y que apunta, a una mera respuesta automática por parte del espectador.
Lo que estoy criticando, no es su utilización per se, sino que su abuso, ya que demuestra falta de talento por parte del director, incompetencia.
Más que películas, parecen versiones extendidas de esos video de Youtube, donde de repente, aparece una cara gritando.
Pero en The Conjuring, se deja de lado este tipo de terror, y se opta por la tensión, por ir construyendo poco a poco, el miedo.
Si, en algunas escenas, se recurre al estruendo como método para asustar, pero son momentos aislados; excepciones en el mar de tensión que se ha ido extendiendo con el pasar de los minutos.
Porque al final, lo que al director le importa, no es el de, “lo que pasó”, “de lo que vivió el matrimonio Warren y la familia Perron”, si no, el de las cosas que descansan en la habitación, que no queremos que nuestros hijos, ni nuestros seres queridos abran nunca:
La habitación del pánico, de los miedos, de los objetos que fueron poseídos por nuestros demonios.
Seguir creyendo en algo, para poder temerle a todo.
Porque como bien dice Ed Warren, según yo lo interpreto:
Dios y el Diablo, allá cada uno con su santoral, puede que existan, pero el bien y el mal son impepinables; y viven en las mismas personas, y comparten los mismos pisos.

“When the music stops, you'll see him in the mirror standing behind you”



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