Insidious

“Have you ever heard of astral projection?”

 ¿Existe un más allá, una vida al margen del plano físico?
La experiencia extra corporal es la sensación de estar flotando, proyectado fuera del cuerpo.
En algunos casos, el sujeto puede experimentar la autoscopia, o posibilidad de ver el propio cuerpo, desde el punto de vista de un observador externo.
Es decir, la autoscopia, es la experiencia en la que el individuo, mientras cree estar despierto, ve su propio cuerpo desde una perspectiva fuera de su cuerpo.
La autoscopia, viene del griego antiguo “αὐτός” (yo) y “σκοπός” (vigilante)
Tal fenómeno, ha intrigado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, y es abundante en el folclore, en la mitología, y la narrativa espiritual de la mayoría de las sociedades antiguas y modernas.
Los casos de autoscopia, se encuentran comúnmente descritos, en la práctica psiquiátrica moderna.
Estas experiencias, se caracterizan por la presencia de los siguientes 3 factores:
1. Desencarnación, que es una aparente salida fuera de su cuerpo.
2. Experiencia extracorporal que es la impresión, de ver el mundo desde una perspectiva elevada, pero con un punto de vista visual-espacial egocéntrico.
3. Impresión de ver el propio cuerpo desde esta perspectiva, o autoscopia.
Por otra parte, la proyección astral o desdoblamiento astral, es un tipo de experiencia mental subjetiva, por la cual, muchas personas dicen haber experimentado una separación o “desdoblamiento” de lo que llaman “el cuerpo astral” o “cuerpo sutil”, del cuerpo físico.
Y son aquellas experiencias, fuera del cuerpo, que se experimentan cerca del estado de ensoñación, antes o después, asociadas a veces a sueños lúcidos, aunque otros tipos de experiencias inmediatas y espontáneas, también se informan.
Un gran porcentaje de estos casos, se refieren a situaciones en que, el sueño no era particularmente profundo, debido a una enfermedad, ruidos de otras habitaciones, estrés emocional, sueño irregular con frecuentes despertares, etc.
En la mayoría de estos casos, los sujetos, luego adquirían la conciencia de haber despertado del sueño, y cerca de la mitad de ellos, experimentaron parálisis del sueño.
Como todo, el viaje astral no está exento de peligros, hay quienes aseguran que no es así, pero hay que aclararlo.
Hay quienes comentan, que uno de los mayores riesgos de los viajes astrales, es la desconexión del cuerpo físico y astral, esto se produciría al “cortarse el cordón de plata” que une ambos cuerpos.
Ya que “el cordón de plata” es quien une, y permite el retorno desde los viajes astrales, aunque hay quienes dicen, no ser necesaria su utilización.
Hasta ahora, no se sabe a ciencia cierta la veracidad de esto, ya que si alguien muere por este motivo, difícilmente podríamos saberlo, empero, se ha pensado, que un porcentaje de quienes han fallecido durante el sueño, ha sido producto de un viaje astral.
Otro peligro, es quienes padecen de problemas al corazón, pueden tener riesgo de un ataque cardíaco durante el viaje, esto ya que, quienes han tenido esta experiencia, mencionan como sus latidos aumentan considerablemente, al entrar y salir de su cuerpo físico, por ende, no se recomienda que quienes padezcan de alguna enfermedad coronaria, intenten realizar los viajes.
Se conocen algunos efectos adicionales, como por ejemplo:
Un desequilibrio emocional luego del viaje, lo cual afectaría en su mayoría, a quienes padecen alguna enfermedad psíquica.
Por lo anterior, es recomendable siempre tener precaución en estos temas.
¿Y las entidades malas que se pueden atraer?
Hay que estar consciente, de que el viaje no es el cielo, ni un parque de juegos, así que puedes encontrar muchos peligros, entre ellos están los seres de oscuridad, que pueden ser muy agresivos y atacarte.
Se dice, que tras hacer el viaje astral, se deja una puerta abierta, que puede dejar entrar a algunos seres oscuros, los cuales están hambrientos de un nuevo cuerpo.
Esto toma mayor importancia, en el momento en el que te pierdes durante el viaje.
Y cuando esos otros seres, llegan a encontrarse con un humano, se precipitan sobre este, porque tienen hambre de energía, no son seres malos, y la naturaleza les provee la energía necesaria para su existencia, pero si pueden obtener más, aprovecharán la oportunidad; o lo que es peor aún, de que llegues a un lugar, donde hay otras entidades que te puedan atrapar, y no dejarte regresar, lo que podría significar en muerte física si no conseguimos regresar.
Son entidades malvadas, que pueden usar tu cuerpo para asesinar a familiares, y personas queridas, como en una especie de posesión diabólica, pero tú ya no puedes regresar más a ese cuerpo.
Los familiares no notan nada, salvo un cambio leve de personalidad, pero no les da tiempo a más, porque son asesinados.
¿Por qué no se informa de esto?
Creo que existe una especie de “conspiración” de estas mismas entidades, que se valdrían de personas determinadas, para fomentar los viajes astrales, y de esta forma, permitir que se lleven a cabo estas posesiones, ya que la única forma que tienen estas entidades de tomar un cuerpo, es cuando está ausente su espíritu.
Estas entidades o espíritus, no serían demonios necesariamente, pero es algo relativamente nuevo en las ciencias esotéricas, y no se conocen bien, porque se están estudiando relativamente desde hace poco.
No siempre asesinan a personas, otras veces dejan que el cuerpo muera de inanición, impidiéndote regresar.
¿Cuántas películas de terror, se centran en los viajes astrales?
“It's not the house that's haunted, it's your son”
Insidious es una película de terror del año 2011, dirigida por James Wan.
Protagonizada por Rose Byrne, Patrick Wilson, Ty Simpkins, Barbara Hershey, Andrew Astor, Lin Shaye, Leigh Whannell, Angus Sampson, entre otros.
El guión es de James Wan y Leigh Whannell; y fue grabada en Los Ángeles, a principios de 2010.
La película, fue antiguamente llamada “The Further”
Este nombre luego fue cambiado a “The Astral”, antes de cambiarlo a Insidious.
La trama gira en torno a una familia, formada por Josh Lambert (Josh Feldman/Patrick Wilson), Renai (Rose Byrne) y sus 3 hijos:
Dalton (Ty Simpkins), Foster (Andrew Astor), y una bebé, lo cuales se trasladan a un nuevo hogar, una casa donde, como es de esperar, habita algo maligno, a lo que difícilmente encontrarán explicación.
El miedo a lo desconocido se acentúa, cuando uno de sus hijos sufre un accidente, y cae en una especie de coma, que los médicos no saben explicar.
Entonces, los fenómenos en la casa se multiplican, sin que la familia sepa cómo enfrentarse a ellos, o cómo detenerlos antes de que se cobren otra víctima.
La irrupción en la historia de Elise Rainier (Lin Shaye), una sensitiva medium, terminará por convencer a la familia, de que no existe problema alguno con la casa; es el pequeño Dalton quien parece el catalizador de todos los fenómenos.
Lo que sucede en realidad, es que el niño ha sido “secuestrado” por un ente que desea volver a nuestro plano de existencia.
La única manera de recuperar al niño es “entrar” en “El Otro Lado” esto sí que es igual, y literalmente, sacar al niño de ahí.
Desde la presentación de los créditos, es posible notar, que el derrotero director hace que formemos parte de un corto recorrido, dominado por la oscuridad, y en el que irrumpe una criatura siniestra, mezcla de bruja y demonio, antes de la aparición del título, el cual se queda en pantalla, en medio de la música altisonante de exaltados violines.
Ello es solo un entremés de una dinámica conocida, en la que el mal permanece agazapado, a la espera que se baje la guardia, para dar el zarpazo que nos haga contener el aliento, y saltar en la butaca.
La primera mitad de Insidious, para mí la más interesante, y de menor artificio pero mayor enjundia, retoma el subgénero clásico del suspense, donde supuestamente, una casa encantada, hace imposible la vida a la nueva familia que la habita.
El silencio y la tranquilidad de esa morada, llena de puertas y escaleras, se ven interrumpidos por ruidos extraños, objetos que se mueven, susurros, música que anticipa, o apoya el clímax, con pequeños insertos de figuras que aparecen, pasean, desaparecen.
Poco a poco, van minando a los protagonistas, que inteligentemente deciden cambiar de hogar, y al mismo tiempo, nos han anclado a la butaca, expectantes.
Con el cambio de vivienda, llega también la amalgama:
Posesión, poltergeist, demonios, exorcismos, que en desatino con las prisas y el mayor efectismo, el director parece no saber muy bien, con qué carta quedarse.
Toda la historia parecerá estar relacionada, a su vez, con la infancia del padre, Josh, que padeció los mismos síntomas que Dalton:
Sufría experiencias extra corporales, viajes astrales, y como consecuencia de ello, ese trance suponía una puerta para la entrada de entes sobrenaturales en su mundo.
De hecho, padre e hijo, se ven acosados por algo.
Dalton por un demonio oscuro, que pretende asustar más de lo que realmente consigue en Insidious, y Josh por una mujer anciana, vestida con ropas antiguas.
Quizás es, a partir de este momento, cuando Insidious empieza a fallar, al intentar encajar todas las piezas que ha jugado.
El director se empeña en mostrar personajes, que funcionaban mejor cuando sólo eran sugeridos, empezando por la siniestra figura del demonio, pero también, el extraño niño que baila, las gemelas en el pasillo, etc.
En mi opinión las “criaturas” resultaban más impactantes como sombras entrevistas en una habitación, pasos al otro lado de la ventana, o ruidos confusos a través de un intercomunicador.
Por poner un ejemplo concreto:
¿Qué necesidad hay, de enfocar una y otra vez al bailarín, si cuando la madre lo ve desde el jardín, ya provoca una sensación ajena, y algo macabra?
La escena se alarga, para al final, acabar todo reducido a... un fantasma infantil jugando al escondite.
En mi opinión, una de las normas básicas del miedo, es contar lo menos posible:
Cuando empezamos a ver, y conocer las cosas, es cuando les perdemos el respeto.
Si se deja a la imaginación, aquello que construya nuestra mente, será mucho más aterrador.
A pesar de este bajón, sigue siendo un tramo interesante, donde cabe destacar la parte cómica, personificada en la pareja de frikis: Specs (Leigh Whannell) y Tucker (Angus Sampson) ayudantes de la médium, en el proceso de liberación paranormal.
Y como no, esa sorpresa final, más esperada que la hora de salir del trabajo.
“He has hooves for feet!”
Wan se sirve de estos, y otros componentes, para brindar pistas sobre el misterio que rodea a los protagonistas.
Un misterio que, sin dejar el aura de lo extraordinario, de lo paranormal, está ligado a una herencia que se asoma en su “malditismo”, y que entraña una cruenta revancha del pasado.
Desde bajo mi punto de vista, en Insidious no se puede hablar de miedo o terror, es más algo de... “miedo psicológico” o “terror fantástico”, que para aquella persona que crea en espíritus, viajes astrales, demonios, etc., tendrá miedo, pero el que no crea... sólo se dará algún pequeño susto, debido a los cambios de música, y la preparación escenográfica que utilizan, para que el espectador de ese pequeño salto de su butaca.
También, argumentalmente Insidious intenta distanciarse de la manida “casa encantada” o “el esqueleto en el armario” y creo que lo resuelve de manera original.
Y es que en un momento, en el que lo terrorífico parecía haberse deslizado de manera definitiva al susto fácil, los litros de sangre, y el efectismo más burdo, James Wan se atreve a rodar Insidious, como si el cine de terror de las últimas 2 o 3 décadas, nunca hubiese existido, y no sólo se olvida de los efectos digitales, sino que llega a dejar de lado, cualquier aparataje de efectos especiales tradicionales, para rebuscar tanto en los recursos más mínimos, capaces de crear el desasosiego, como en las exhibiciones más teatrales y guiñolescas.
De hecho, Insidious es heredera de:
“Poltergeist” (1982), pero también, tiene momentos que parecen sacados de “The Shining” (1980) o “A Nightmare On Elm Street” (1984) con el demonio afilando sus garras ¿metálicas? en su guarida, el cual recuerda a Freddy Krueger en la sala de calderas del instituto, y las marionetas a su alrededor, quizá sean un guiño a otra obra anterior de James Wan como director, “Dead Silence” (2007)
También hay paralelismos con “The Cell” (2000) en el viaje onírico del padre para rescatar a alguien encerrado en el más allá, e incluso, con “El Orfanato” (2007), “Paranormal Activity” (2007)…
Pero como hemos comentado anteriormente, son solo influencias; en ningún momento copia descaradamente, sino que a partir de unas ideas comunes, desarrolla su propia visión, tanto para bien, como para mal.
Y es que Wan sabe cómo recurrir a los elementos más pequeños, para crear una atmósfera ominosa, en la mejor de las tradiciones de las casas encantadas.
No hay prácticamente, ningún elemento nuevo, pues ya hemos visto antes, cómo objetos inofensivos, pertenecientes a la esfera de lo cotidiano:
Los sonidos inquietantes que interfieren con el aparato vigila-bebés, los crujidos de la casa, las puertas que se abren u ocultan… se convierten en fuentes de amenaza.
Insidious va construyendo, con muy pocos elementos, un espacio claustrofóbico, que tiene además, en su eficaz banda sonora, el contrapunto perfecto.
Y frente a la tendencia a volver a las películas señeras, con puestas al día, que normalmente no están a la altura de sus originales, James Wan prefiere plantear un juego mucho más estimulante:
Sin referirse a ningún título en particular, no oculta sus fuentes de inspiración, y ofrece así, un refugio perfecto para el amante del género.
Frente a tantas propuestas que invitan a desenchufar el cerebro, y creen que una película de terror debe parecerse a una montaña rusa, Wan se esfuerza por involucrar al espectador en lo que sucede, por más que la ambientación de Insidious evolucione de la apariencia realista de la primera parte, a la abiertamente fantasmagórica de la segunda.
“A parasite.
She befriended your astral body and lured you into the Further just as Dalton has been”
Con un apartado técnico envidiable para la mayoría de películas de terror, y con una atmósfera más que correcta, Wan ofrece unas imágenes grabadas con cierto estilo:
Colores fríos y grisáceos, se nos muestran con una cámara flotante que inquieta por momentos, como si de un espíritu flotante se tratase.
Ahora bien, cuando se muestra al diablo de turno, los movimientos son más bruscos, los colores se vuelven oscuros, y el rojo intenso salpica y asusta como un chorro de sangre.
Una curiosidad de Insidious, es que la vida del matrimonio protagonista, no parece demasiado idílica.
Insidious hace una rápida descripción, de un sinfín de contratiempos domésticos:
La pareja tiene 3 chicos, que van de los 10 u 11 años para abajo, en la que lo primero que se advierte es, que mientras el padre, después de roncar la noche entera, se va volando a su trabajo, la mujer se queda lidiando con todas las tareas de la casa, y en el tiempo que le queda, recién puede ocuparse de su propio trabajo, aparentemente relacionado por unos libros que se ven en la biblioteca, con el uso terapéutico de la música.
Más tarde, se la ve sentada al piano, tratando de componer una canción.
La posición de relegamiento personal, que ocupa dentro de la órbita de la casa, queda más clara enseguida, en otra escena, en la que el marido confiesa no prestarle mucha atención a sus canciones, y ella no atina más que a reírse con resignación.
Cuando uno de los hijos entra en un inexplicable coma repentino, el hombre sigue con su rutina diaria fuera de la casa, y la mujer se dedica por entero a su cuidado.
Insidious deja pronto de lado todas esas cosas sobre la mujer, pero el que piense que en el comportamiento del marido, hay una señal, no estará tan errado.
Cabe señalar que Wan presenta en su filmografía, una manía con los niños y los vestidos de novia; pero sobre todo en este caso, nos presenta el superar El Complejo de Peter Pan, al enfrentarse a una maldición que llega desde su pasado, para afectar a su futuro, personalizado en su hijo.
No en vano, mirar al pasado, es muy a menudo, una puerta al horror, ya sea por el recuerdo de malas vivencias, o por la nostalgia que genera la lejanía de algunas felicidades ya inasibles.
Como en tantas notables películas de terror, en Insidious, el origen del miedo se halla en una disfunción familiar.
En una “herencia insidiosa” que se debe reparar.
La transmisión de un poder paranormal, crea responsabilidad y culpa paternal, que se purga con el descenso al averno.
Por eso, los espacios del hogar, fuente de toda normalidad y protección, son los que se trastornan aquí.
En una perturbadora secuencia, entre la pesadilla y el viaje sicodélico, el protagonista hace un viaje dantesco por su propia casa, transformada en el infierno.
Es un momento de expresión, de lo puramente siniestro:
Lo ordinario, cotidiano, reconocible, doméstico, y familiar, adquiere la apariencia de un lugar inhabitable, concentrado de males y lugar de torturas.
El “otro espacio”, ahora “espectral”, que es sin embargo, el espacio mismo, el de todos los días.
Por otro lado, la vieja no se mete en el cuerpo del padre al final, lo hizo cuando era pequeño, lo que pasa es, que cuando le hicieron olvidar todo, también lo olvidó la vieja.
¿Qué pasó entonces?
La vieja estaba con el cuerpo y la forma del padre, pero amnésica, y asimilando su función de hombre y padre, rescata al hijo.
Sin embargo, después de tanto shock por su retorno al viaje astral, pegar al fantasma, salvar al niño, esquivar al demonio, esquivar al mogollón de almas que quieren volver, entrar de nuevo en la casa... algo se rompe, o mejor dicho, se une en sus recuerdos.
Entonces le dice al niño:
“Vete que ahora voy yo” y aparece la vieja en el espejo.
Pero no son entes distintos…
Es realmente él, mirándose al espejo, y viendo a su ocupante.
Le dice que se aleje, que se vaya, y realmente es como si le pidiera, que ese rasgo de su personalidad se retire, no que se vaya; y que le deje seguir haciendo de padre.
Sin embargo, la medium le descubre, y la vieja vuelve a primer plano de ese cuerpo, con toda su fuerza.
Es un giro genial.
Todo esto va espléndidamente con el argumento de Insidious, que habla sobre recordar el pasado, en especial la niñez, cuando una sombra podía despertar en nosotros los peores temores, y ver cualquier cinta de terror, nos provocaba noches de insomnio.
Eso es Insidious, la vuelta a nuestros miedos de la niñez.
Y como todo recuerdo terrorífico, siempre vuelve una vez más, para un último susto.
Es así como el esquema del niño en peligro, y la llegada, ya casi llegando al tercer acto, de unos investigadores paranormales, vincula a Insidious con otras conocidas cintas del género, como “Poltergeist” (1982) o “The Entity” (1982), siendo esta última una referencia, más que obvia, al contar en el elenco, con la protagonista de aquella cinta, Barbara Hershey.
Así las cosas, James Wan nos introduce en el interactuar cotidiano de esta familia, que se brinda muestras de cariño y dedicación.
Es esa aparente armonía, la que comienza a agrietarse, no solo por las presencias atemorizantes, sino también por la supuesta enfermedad del niño.
La carga que significa una responsabilidad más grande, aleja a Josh, el amoroso padre de las primeras secuencias, quien dada la coyuntura, prefiere dejar pasar las horas en su trabajo, antes que volver a una casa, donde lo espera una mujer preocupada, y un pequeño ausente.
El director desliza con ello, la verdadera fragilidad del “hogar perfecto” ese que, a estas alturas, resulta extraño, en una sociedad que parece haber desterrado ese ideal, en pos de la disfuncionalidad como modelo.
En la habitación del niño hay colgados varios dibujos, que hacen referencia a objetos que aparecen más tarde, como un caballito de madera...
También hay colgado, un dibujo en el que parece que sale el padre, al lado de 4 tumbas, una por cada miembro de la familia, excepto él, anticipándonos el final de Insidious.
En otro orden de cosas, Insidious parece mantener ciertos roles y estereotipos:
La joven madre, protagoniza la primera parte, en la cual es el personaje débil, miedoso, donde ella misma, y los demás, dudan de su credibilidad.
El padre, toma las riendas y decisiones en la segunda parte, llena de acción y resolución, donde ella se limita al apoyo sobre su regazo.
Lorraine Lambert (Barbara Hershey) esa musa de algunas décadas pasadas, sigue teniendo ese “je ne sais quoi” que hace que la cámara parezca solo tener ojos para ella.
Y aquí, en el papel de madre del protagonista, se nos vuelve a confirmar, que es mejor conocer que ocultar, siempre acaba aflorando, y la tardanza puede provocar efectos insospechados.
Leigh Whannell, además de escribir el guión, interpreta a Specs, uno de los ayudantes de Elise, la medium.
Joseph Bishara, además de ser el compositor de la música de Insidious, interpreta al demonio.
Los secundarios son de manual de película de terror, mientras que los demonios, podríamos decir, que provocan más risa que otra cosa.
Entre estos últimos, uno de ellos, parece ejercer una función de mero portero de discoteca, mientras que el otro, se asemeja demasiado a Darth Maul de “Star Wars: Episode I - The Phantom Menace” (1999)
Algo que nunca se va a entender, es por qué con la tecnología que se utiliza para filmar películas, donde se pueden ver rayos, centellas, y explosiones como si estuvieron ahí, los fotomontajes con fantasmas, siguen siendo tan malos.
Las fotos que se ven en Insidious parecen trucajes malos, por la diferencia de tramados que se evidencian.
El espectro de la vieja, de hecho, está interpretado por un hombre.
El director creyó, que el hecho de no saber si se trata de una mujer o un varón, le daba un toque terrorífico.
Respecto a las escenas impactantes, las voces que se oyen en el transmisor de bebés, sentí la misma inquietud que Renai…
La escena en la que la vidente describe a la criatura, que está en el techo, es quizás la mejor de Insidious, no ves nada, pero estás acojonado de como la describe, y como la cámara enfoca a una superficie negra en el techo, y el subsiguiente dibujo que hacen de él.
Insidious se mantiene firme, hasta que empiezan a salir los espíritus, que con la apariencia corpórea que lucen, bajan mucho el nivel de tensión, y ridiculizan la trama.
Y el momento en el que el demonio se afila las garras… sin palabras…
La razón de esto, podría ser que los fantasmas, están caracterizados desde la imaginación, y no desde los efectos especiales.
Sin embargo, hay algunos errores de continuidad:
Como cuando tocan la puerta, y el papa baja a ver quién es, cuando se asoma por la ventana, e intenta prender la luz, el foco de afuera que quema, pero cuando hacen un plano de la casa, unos segundos después, el foco esta encendido.
O como cuando Dalton se cae de la escalera, se da el golpe en la parte de atrás de la cabeza; pero cuando está acostado en su cama, se ve que el chichón se encuentra en la frente.
Por otro lado:
¿Por qué deja el padre, ir solo al hijo?
Y la peor tontería:
¿Por qué se queda como idiota hablando con la anciana muerta, en lugar de irse a su cuerpo?
Y su hijo que llegue como pueda a su cuerpo…
¿O no?
Cabe aclarar entonces, que la anciana era un parasito que siempre estuvo con el padre, él se quedo a enfrentarla, porque si no, ella siempre lo seguiría, y además, dejo en él una cicatriz, recuerden que él mismo bloqueo su psique por ello.
El niño entonces, quedo solo, porque así como el padre debía enfrentar a su parasito, el niño debía enfrentar al suyo, para ganarse por así decirlo, su cuerpo, recuerden que el cuerpo es de quien se alzara como el más fuerte.
Como es de esperar, el padre al final, acaba poseído.
Y no es que acabe, porque lo mejor es que llevaba desde pequeño poseído por la abuelita de las narices.
Aunque sinceramente, también creo que lo que verdaderamente está encantado y poseído es... el reloj de péndulo.
Porque al principio, la anciana justamente donde está ubicado el reloj.
También sale en las fotos del padre de pequeño, y lo más gordo, que al mudarse de casa la familia, lo único que sigue es el reloj de péndulo.
No hay nada más que decir, creo que queda claro:
Los objetos son la puerta o portales, a planos astrales.
“They're all trying to get inside his physical body simply because they... they crave life; the chance to live again.
But there are other entities who are malevolent and have a more insidious agenda.
And then there's this... a demon who seeks Dalton's body for one reason, to cause pain to others”
¿Qué es lo que nos da más miedo?
Una cara que nos mira donde no debería haber nadie.
Una presencia desconocida, que respira cerca nuestro cuando estamos durmiendo.
La voz de un emisor anónimo, cuyo origen resulta imposible de precisar.
La forma más primitiva del miedo, se construye con el malestar generado a partir de la perversión súbita de un orden, que consideramos natural.
Miramos la foto que nos sacaron, y en el lugar del paisaje familiar, violentándolo, aparece la figura difusa, de un ser que nadie fue capaz de advertir en la escena original.
En lo personal decir que Insidious, me tocó la fibra emocional, debido a que yo he tenido viajes astrales.
La primera vez sucedió cuando escuchaba música de Mozart, y de pronto, quedé dormido, en cuestión de segundos, me percaté que está consciente pero sin poder mover el cuerpo.
Las otras veces, fueron viajes dentro del cuarto, posteriormente dentro de la casa, y por último, “rompiendo el techo”, fuera de mi casa hacia el vecindario.
Así fueron dándose los viajes hasta que una vez, fue tan profundo, que no logré despertar, y en vez de verme desde fuera, me veía desde dentro, en una desesperación para lograr despertarme y mover mi cuerpo, me deje ir, no sin antes decir:
“Dios, eres mi salvador, si esto es la muerte, me entrego a ti”
Y de pronto desperté, llorando y con el corazón muy acelerado.
Resulta que después, los viajes se volvieron incontrolables, cuando antes, yo mismo los inducia.
La segunda vez, de las 2 experiencias profundas que tuve, fue igual, y con los mismos resultados, volví del “sueño profundo” de igual manera.
Pero eso no es todo:
Mucho antes, ya había tenido consciencia, que tenía conexión con la muerte, con los seres que estaban por morir, llegaban a mi cuarto, y de alguna manera, se despedían de mi, aunque nunca los haya tratado como amigos cercanos, pero que eran regulares en mi entorno.
También, desarrolle cierta conexión con 2 amigos, de los que era muy unido, y ellos sabían de antemano, sobre mi situación emocional, sin que yo les avisara.
Sabía que algo más vivía en mi, y fue en un viaje a San José, la capital de mi país Costa Rica, cuando una imagen, desfigurada o distorsionada de mi mismo, muy gordo u obeso, apareció reflejada en uno de los vidrios del bus que estaba frente a mí, así logré ver a ese espectro, que nunca más volví a ver.
A día de hoy, no he tenido más viajes astrales.
Regresando a Insidious, propone un final de enfrentamiento contra el miedo, contra la eterna facilidad de cruzarse de brazos, por no tomar el riesgo de sostenerse sobre una baldosa falsa.
Tras una última media hora de fantasmagorías, de espíritus muertos que desean regresar a la vida, Wan y Whannell, luchan con su personaje para mantenerse firmes, en su deseo de propuesta sui generis.
No obstante, igual que le ocurre a su personaje, Insidious sufre la posesión del espíritu, de quienes estuvieron antes, y ya no están, que pugnan por seguir presentes, aunque sea referencialmente, en un margen de la foto.
Al fin y al cabo, insidioso es aquello que “bajo una apariencia benigna, oculta gravedad suma”
No estamos ante una película de terror más, estamos ante un manifiesto insidioso del género.

“There was something in there with him.
It was standing there in the corner.
I asked it “Who are you?” and it said it was a visitor.
I said “What do you want?”
It said Dalton.
I can still hear that voice”



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