Aida

“The grandest of all grand operas!
Tremendous motion picture entertainment!”

La ópera nació en el crepúsculo del Renacimiento, no sólo para alcanzar los ideales procedentes del humanismo, que anhelaba reunir en una misma escena, distintas artes, sino también, para dar fluidez narrativa, a una música dominada hasta entonces por el contrapunto.
A comienzos de la década de 1950, quizás como una reacción contra el exceso de neorrealismo que había inundado la pantalla italiana, después de La Segunda Guerra Mundial, se pusieron de moda en el cine italiano las “óperas filmadas”
Esto es, se tomaba una ópera que fuera más o menos popular, cabe decir que en esa época, este género lo era más que ahora, y se la escenificaba.
Ayudaba mucho la vieja práctica italiana, de grabar por separado las escenas visuales y los diálogos de los personajes, lo que permitía mezclar el cuerpo de un actor, y la voz de otro, años después, en 1964, lo haría Pier Paolo Passolini con “Il Vangelo Secondo Matteo”
Y es que uno de los éxitos más resonantes de esta moda, que resultaría efímera, fue la “Aida” de Giuseppe Verdi.
“1st Spectacular Opera Film in color!”
Aida es una película italiana, del género dramático musical, del año 1953, dirigida por Clemente Fracassi.
Protagonizada por Sophia Loren, Lois Maxwell, Luciano Della Marra, Afro Poli, Antonio Cassinelli, Enrico Formichi, entre otros.
El guión es de Clemente Fracassi, Carlo Castelli, Giorgio Salviucci, y Anna Gobbi; sobre la ópera Aida, compuesta musicalmente por Giuseppe Verdi; y un libreto en italiano, de Antonio Ghislanzoni.
Aida, es una ópera en 4 actos, y es el resultado de la madurez de Giuseppe Verdi, la cual se estrenó el 24 de diciembre de 1871, en La Ópera de El Cairo.
Fue escrita por encargo del jedive de Egipto, Ismail Bajá, uno de los dirigentes del Egipto moderno, que había inaugurado este teatro de ópera, en 1869, año de obertura del Canal de Suez, con otra obra de Verdi:
“Rigoletto”
La idea argumental, es del egiptólogo francés Auguste Mariette, transcrita por Camille du Locle; y el libreto italiano definitivo, es obra de Antonio Ghislanzoni.
Aida fue filmada completamente en interiores, en el Scalera Studios, en Roma, Italia.
Aida fue realizada en momentos en que las películas basadas en óperas, eran un género floreciente, aunque esta Aida es un poco ingenua, y utiliza voces conocidas de la ópera, atribuyéndolas a rostros fotogénicos, como Sophia Loren, llamados a interpretar al protagonista, e imitar el canto en sincronización de labios.
En lugar de tratar de grabar la ópera de una manera naturalista, el director nos presenta una ópera con medios fílmicos, también mediante la simulación, y recrea parcialmente, las características de la ópera homónima, en el discurso cinematográfico.
Aida demuestra que se puede adaptar una obra operística de manera creativa y cinematográficamente innovadora, a partir del mismo libreto y partitura de la ópera, y además, pone de manifiesto la utilidad del enfoque intermedial, para el análisis de las adaptaciones de óperas.
Como dato, Aida se proyectó fuera de concurso en El Festival Internacional de Cine de Cannes, en el año 1987.
La adaptación cinematográfica de la ópera de Verdi; cuenta con las voces de:
Renata Tebaldi para Aida (Sophia Loren), Ebe Stignani para Amneris (Lois Maxwell), Giuseppe Campora para Radamès (Luciano Della Marra), Gino Bechi para Amonasro (Afro Poli), y Giulio Neri para Ramfis (Antonio Cassinelli), junto al Corpo di Ballo di Teatro dell'Opera di Roma.
Realizada como de costumbre, o sea, en escenarios amplios y ampulosos, como “videoclip”, Aida fue interpretada por Sophia Loren, por entonces no muy conocida, pero voluptuosa como siempre, y la voz le fue proporcionada por Renata Tebaldi, una de las más reputadas sopranos de todos los tiempos; en una película “con pretensiones”, como se dice.
El color de Aida es bueno, la puesta en escena evidentemente bella, y el movimiento de cámara, es lo suficientemente ágil, en consonancia con los requisitos del teatro; pero sobre todo, con una excelente grabación de sonido.
El punto de hacer Aida, una de las primeras y mejores versiones en color, de una ópera cinematográfica, fue para que sea más accesible a las masas.
Y lo logró admirablemente.
El público en general, no pudo quedarse quieto, para vivir una historia de amor entre 2 jóvenes amantes, exóticos, en El Antiguo Egipto.
“Se quel guerrier io fossi!”
(¡Si fuera yo ese guerrero!)
Aida trata de los trágicos amores del guerrero egipcio Radamès (Luciano Della Marra), y la esclava etíope Aida (Sophia Loren), prisionera al servicio de la princesa egipcia Amneris (Lois Maxwell), hija del faraón (Enrico Formichi); la cual ama también al guerrero.
El ejército etíope invade Egipto, y El Rey, siguiendo las órdenes de Isis, formuladas por la poderosa casta sacerdotal, nombra a Radamès, Capitán de Los Ejércitos.
Y es que Aida es en realidad, hija del caudillo y Rey etíope Amonasro (Afro Poli), que se encuentra entre los prisioneros, resultantes de La Gran Victoria de Radamès.
El Rey concede al guerrero, la mano de su hija Amneris, ante la desesperación de los 2 enamorados.
En una entrevista secreta entre Aida y Radamès, ésta, presionada por su padre, consigue que el guerrero le revele, sin ser consciente de que los escuchan, los planes militares egipcios.
Sin embargo, el complot fracasa, y Radamès es juzgado, y condenado por los sacerdotes, a pesar de la intervención de Amneris, a ser enterrado vivo.
Aida consigue introducirse en la cámara mortuoria, y los amantes mueren juntos con serenidad y firmeza.
Además de los mencionados fragmentos musicales, son momentos espléndidos, esperados por el público:
Las arias de Aida “Ritorna vincitor!” y la nostálgica “Oh patria mia”, los dúos de amor entre los 2 protagonistas, las intervenciones de la atormentada Amneris, o los coros sacerdotales.
Respecto al cambio visual de los hermosos interpretes, con una joven Sophia Loren, un guapo Luciano Della Marra, y una sensual Lois Maxwell, hacen la historia mucho más creíble, dando a aquellos que no están familiarizados con la trama, o la ópera, una mejor oportunidad de ser cortejado por las arias encantadoras, que de otro modo, podrían no ser.
Se cuenta que la célebre soprano italiana, Renata Tebaldi, iba a ser la protagonista, pero al final, prefirió posponer su debut en el cine.
Por tanto, Gina Lollobrigida, 7 años mayor que Sophia Loren, fue la elegida.
Pero La Lollo rechazó la petición, porque iba a ser doblada en el apartado lírico por Renata Tebaldi.
Así las cosas, Aida fue el primer gran papel protagonista de Loren; cuya actuación fue recibida con elogios, por parte de la crítica, por su papel de esclava etíope.
Sophia Loren aceptó, y Aida fue uno de sus primeros grandes éxitos.
A pesar de un excesivo bronceado, su interpretación, y la voz en las canciones de Renata Tebaldi, cautivó al público de Nueva York, donde Aida se mantuvo en cartel, durante varios meses.
Como curiosidad, Sophia le dio todas las ganancias de Aida, a su padre, por su consentimiento para dar su apellido, a su hermana María.
En otras latitudes, en 1955, los censores de la India, cortaron el equivalente a 13 minutos de Aida, sobre todo, a las escenas que muestran a Sophia en una sobreexposición de sus encantos.
Hoy en día, Aida tiene relevancia, porque fue una de las primeras películas de Sofía Loren, ella tenía 19 años cuando se hizo, en 1953.
Y como dato de trivia, la hija del faraón, Amneris, fue interpretada por una jovencita Lois Maxwell, quien una década después, interpretaría el emblemático papel de Moneypenny, en la saga de películas de James Bond.
“Ritorna vincitor!”
(Regresa vencedor)
La Aida de Fracassi, es especialmente notable, por su uso del maquillaje oscuro, en la cara y el cuerpo de Loren, y la peluca trenzada gruesa que llevaba, un aparente intento de añadir autenticidad a su interpretación, de una princesa africana.
Esto, por supuesto, era una práctica común de la época; ya que además de los personajes negros, los roles de los personajes nativos americanos, hispanos, y asiáticos, se retratan a menudo por actores blancos.
Es comprensible, que las imágenes de Aida no son muy buenas; son hijas de su tiempo, y la realización, es completamente teatral.
De ahí que, si nos metemos en el año de producción, ni siquiera se puede detectar la sincronización de labios, más si se desconoce, que era La Gran Tebaldi en el audio.
A destacar el resto del elenco, maravilloso, como lo es la impresionante compañía de ballet.
La mayoría de los actores son excelentes, aunque naturalmente, Renata Tebaldi como Aida, es el motor detrás de las escenas.
En el apartado musical, fue La Orquesta de Radio Estatal Italiana, dirigida por Giuseppe Morelli, la encargada de la banda sonora, editada de la ópera de Verdi; y el hermoso ballet, fue coreografiado por la bailarina, coreógrafa, diseñadora, y directora escénica austriaca, la prestigiosa Margherita Wallmann.
“Gloria all'Egitto, ad Iside”
(Gloria a Egipto, ¡A Isis!)
Ópera y cinematografía; la relación entre estas 2 formas artísticas, es más que aparente, ambas son artes integradoras, es decir, incluyen en su composición, a otras formas artísticas.
La ópera se constituye a partir de una pieza dramática, con una estructura narrativa que la asemeja a una pieza teatral, pero con otro componente:
La música, que el mismo Claudio Monteverdi planteó en el siglo XVII:
“La música es lo primordial en la ópera”
La gran soprano estadounidense de origen griego, María Callas, mencionaba que todas las intenciones dramáticas de los personajes, y la historia en una ópera, están en la partitura, en la relación entre los sonidos.
Y en la cinematografía, es una forma audiovisual, donde la secuencia narrativa, está conducida por la peculiar manera en que se da la sucesión y construcción de las imágenes.
De ahí que existan varios acercamientos entre ambas formas, pero en muchos casos, la cinematografía se usa solo como registro visual de la representación escénica.
Sin embargo, se han dado varias cintas, donde se aprovechan las cualidades de la sintaxis cinematográfica, lográndose una interrelación entre las imágenes, el texto, las acciones, y el drama musical.
El cine y la ópera han tenido una estrecha relación que, a menudo, han mantenido disonancias entre los amantes de ambas disciplinas.
El intento de llevar la ópera al celuloide, tocaba por un lado, con el alejamiento de un público del cine, muy mayoritario, que echaba de menos, la proximidad de los actores; y por otra, la dificultad de los cinéfilos, para aceptar un ritmo narrativo que le era ajeno.
La dificultad de versionar óperas en el celuloide, es tan notable, que destaca sobre todo el intento de reflejar el autorretrato de las grandes divas, sobresaliendo la exaltación del lujo, la sofisticación, y la soberbia.
Aunque el patrocinio de la ópera ha disminuido en el siglo pasado, a favor de otras artes y medios, tales como musical, cine, radio, televisión, y grabaciones, los medios de comunicación, también han apoyado la popularidad de cantantes de ópera famosos.

“Morir!
Si pura e bella”
(¡Morir!
¡Tan pura y bella!)



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