The Haunting In Connecticut

“One bright day in the middle of the night, two dead boys got up to fight.
Back to back they faced each other, drew their swords and shot each other.
A deaf policeman heard the noise and came and killed those two dead boys”

La historia de EEUU, está repleta de relatos de fantasmas, especialmente, en las zonas de New England, New York, New Jersey, y Connecticut; en cuyos archivos, han quedado registrados infinidad de casos.
En particular, en Connecticut, han desaparecido pueblos enteros por culpa de los fantasmas.
Por ejemplo, en la zona noroeste del estado, los residentes de Dudleytown, se volvieron todos locos, tras sufrir los ataques de unos espíritus que los acosaron durante años, acabando con generaciones enteras de ciudadanos.
Pueblos enteros desaparecieron, como resultado de embrujos y fenómenos sobrenaturales; perdiendo la razón después de sufrir, sostenidos ataques de espíritus, que destruyeron su cordura, y sus esperanzas. En 1986, acontecieron unos hechos especialmente escalofriantes, en Connecticut, en el pueblo de Southington, donde una familia acababa de mudarse a una casa que llevaba años vacía, en Meriden Avenue.
La familia Parker, formada por el matrimonio de Ed y Karen, con sus 4 hijos:
Bobby, Paul, Connie y Mark; alquiló una casa en ese pueblo, con el fin de vivir más cerca del Hospital John Dempsey, en La Universidad de Connecticut, en el que Bobby, el hijo varón mayor, estaba recibiendo tratamiento por un cáncer del sistema inmunológico, llamado linfoma de Hodgkin.
La historia inicia con Karen, hija de un sargento del ejército, y divorciada, con 2 hijos de su primer matrimonio Bobby y Paul, cuando conoce a Ed Parker, también divorciado en 1979, en Connecticut, mientras ella trabajaba de camarera en un restaurante.
Al poco tiempo de conocerse, deciden casarse, y tienen 2 hijos juntos:
Connie y Mark.
Su vida transcurre tranquila en New York, Ed trabajaba en una cantera de piedra, y Karen cuidaba niños, pues la economía no era muy holgada.
Será en 1986, cuando el hijo mayor del matrimonio, Bobby, empieza a tener una molesta tos, que no alarman excesivamente a Karen, hasta que el niño de 14 años de edad, le dice que tiene un bulto en el lado izquierdo de la mandíbula.
Karen lleva al niño a la consulta del médico de la familia, y tras hacerle unas pruebas iniciales, y una biopsia, le diagnostican un cáncer linfático.
El niño es ingresado durante 3 semanas en el hospital Dempsey de Connecticut, y comienzan a darle sesiones de quimioterapia y cobalto.
Los ciento y pico kilómetros de vuelta, desde Connecticut a New York, se hacían insoportablemente dolorosos  para Bobby, teniendo que parar continuamente, debido a las náuseas de su hijo.
Para ahorrarle tan doloroso viaje a su hijo, Karen decide buscar una casa en Connecticut, a pesar de contar con un escaso presupuesto para ello.
Un día, mientras su hijo recibía la quimioterapia en el hospital, ella encuentra una preciosa casa blanca de estilo colonial, y grandes ventanales, con el cartel de:
“Se Alquila”
Pensaba que sería demasiado cara para su escaso presupuesto, pero a pesar de ello, decide entrar y preguntar por el precio del alquiler.
Dentro de la casa, se encontraban en ese momento, unos obreros que estaban terminando de remodelar la casa, serán estos albañiles, los que le proporcionen el teléfono del propietario, el Sr. Darrell Kern.
Esa misma noche, Karen llama a Darrell Kern desde el motel en el que se aloja junto a su hijo Bobby; descubriendo que el precio es lo suficientemente asequible para poder pagarlo, así que decide cerrar el trato con el Sr. Kern, y mudarse a la casa, lo antes posible.
La noche antes de mudarse, Karen tiene un extraño sueño, en relación a ésta:
Sueña con ataúdes alineados, y cuerpos desnudos de pieles mortecinas, asimismo, sueña con herramientas antiguas, en concreto, ganchos y cadenas, así como con un hombre que tiene una bata blanca manchada de sangre, que se movía entre los ataúdes, y cortaba los cuerpos con extrañas herramientas.
Fue el 30 de junio de 1986, cuando la familia Parker se muda a la vivienda, para empezar una nueva etapa en sus vidas.
En el sótano, se halla una serie de habitaciones, a las que se accede a través de unas puertas batientes.
En alguna de ellas, las paredes están manchadas de algo oscuro, que al principio piensan, que es humedad.
En las estanterías, que cubren ciertas zonas de la pared, hay herramientas parecidas a sierras, cuchillos, y una serie de gomas y tubos.
En el centro de la habitación, hay una camilla metálica giratoria.
También, hay una serie de tanques o bidones grandes, que al principio piensan que contienen gasoil para la calefacción.
Del techo, observan como cuelgan algunas cadenas que sostienen una especie de tableros de madera.
El sótano tiene otro acceso, a través de una rampa que conecta con el exterior de la casa.
La familia, más tarde afirmaría, que fue azotada por alguna forma de presencia demoníaca, y casi de manera inmediata, ellos comienzan a experimentar actividad paranormal, ruidos extraños, cambios de temperatura, y la aparición de misteriosas figuras, de manera tan intensa y frecuente, que a punto estuvo de llevarlos a la destrucción.
El caso de los Parker, sigue siendo uno de los más extremos, y convincentes de actividad sobrenatural jamás registrados.
Todo comenzó, cuando Karen comienza a darse cuenta, de ciertos detalles que le llaman la atención:
Observa que a pesar de que la casa tiene unos grandes ventanales, la luz no penetra a través de ellos en la casa, por más que los limpie.
Su hijo Bobby, oye una voz masculina que le llama desde el sótano, pero cree que es debido a la medicación, o a que está medio dormido, pues suele oírla por las mañanas al despertarse.
Pero un día, vuelve a escuchar la voz que le dice:
“Bobby ven aquí”
El adolescente se queda helado, y presa del miedo, decide volver al salón, y poner el televisor a todo volumen.
Cuando se lo cuenta a su madre, ésta lo achaca a la medicación tan fuerte que está tomando.
Será entonces, cuando Bobby comienza a ver sombras que pasan cerca de él, que ve por el rabo del ojo, las ve esconderse detrás de los muebles, y a veces incluso le rozan.
Piensa que son visiones producidas por la medicación, pero un día, su hermana ve a una mujer vestida de blanco, reflejada en el espejo de su habitación.
Esto le confirma de nuevo a Bobby, de que la medicación no tiene nada que ver con lo que está oyendo y viendo.
Días más tarde, el mismo Bobby verá a un joven de unos 20 años, abriendo las puertas batientes del sótano, y que le llama por su nombre.
Es ahí cuando Karen empieza a sospechar, que allí está pasando algo raro:
El testimonio de Bobby y Connie, acerca de las personas que han visto, la pone en alerta.
Incluso Ed, su marido, le comenta un día, que ha oído una especie de música de entierro cerca del sótano.
Pero cuando realmente Karen se asusta de verdad, es cuando fregando el suelo de la cocina, observa que el agua del cubo está totalmente roja, como si fuera sangre.
Un día, Karen decide preparar una cena especial, saca la vajilla y cubiertos, y tras colocarla en la mesa, se da la vuelta para coger el teléfono, que en ese momento sonaba.
Cuál sería su sorpresa, cuando al colgar el teléfono, todo había desaparecido de la mesa, y estaba colocado en los armarios…
Una vez en la habitación del sótano, una noche, pudieron ver en una de las cómodas que tenían frente a sus camas, a 3 hombres que los miraban fijamente, a la vez que les susurraban algo.
Después de unas risas macabras y escalofriantes de los 3 hombres, uno de los hermanos coge un juguete que había sobre la cómoda, y lo estrella contra el suelo, rompiéndolo en mil pedazos.
Fue cuando descubrieron que, 2 años antes de que la familia Parker fuera a vivir allí, la casa había funcionado como funeraria.
Darrell Kern, el antiguo dueño de la casa Southington, confirmó que antes de comprar la propiedad, en la década de 1980, había servido como Funeraria Halloran, por varias décadas.
La habitación del sótano, era la habitación de los ataúdes, y los extraños bidones o tanques, no contenían gasoil, sino que se utilizaron en su día, para contener la sangre y fluidos de los cadáveres.
Poco después, la familia descubre un pequeño cementerio en el patio trasero, una cámara en el sótano, y cajones llenos de fotografías de cadáveres.
La familia, empezó a notar más frecuentemente, actividades paranormales:
Sonidos extraños, cambios de temperatura, misteriosas figuras que aparecían y desaparecían…
Se enfrentaron a esta experiencia, sin saber que estaban viviendo, uno de los casos más extraños y genuinos de actividad sobrenatural, jamás registrados.
Los sucesos paranormales, crecían en intensidad:
Los vasos se movían solos, y las sillas cambiaban de lugar solas.
Por las noches, las camas vibraban solas, y la visión de sombras era continua.
Bobby llegó a ver a un niño negro de unos 4 años, con un traje de “Superman”, del que más tarde se enteraron, que había sido enterrado así.
Cabe decir que la hermana de Karen, por entonces se estaba divorciando de su marido, y Karen decide hacerse cargo de su sobrina Tammy, durante ese proceso de divorcio.
Una noche mientras dormía, la puerta de su habitación se abrió, y se encontró con su primo Bobby, que intentaba abusar de ella.
Más tarde, una ambulancia lo llevó a un hospital psiquiátrico, donde permaneció durante 45 días.
Por otra parte, Paul empieza a ver malos entes, entre ellos, 4 hombres oscuros, y un demonio llamado “el hombre del traje”, que le cause un problemas de salud mental, mientras que su salud física, comienza a mejorar.
Paul comienza a pasar más tiempo a solas, y su comportamiento se vuelve violento e impredecible:
Escribe poesía oscura, siniestra, y hasta físicamente, ataques de ira.
Con su comportamiento, cada vez más errático, sus padres lo internan en un hospital mental.
Antes de su partida, Paul advierte a su familia, que una vez que está fuera de la casa, el mal comenzará a atacar a todos los demás.
Efectivamente, una vez que Paul se fue, las fuerzas malignas que habitan la casa, comienzan a molestar al resto de la familia.
Karen describió a los demonios como:
“Uno era muy delgado, con pómulos prominentes, cabello largo negro, y ojos azabaches.
Otro tenía cabello blanco, llevaba un esmoquin de corbata, y sus pies estaban en constante movimiento”
La familia ya no pudo más, cuando miles de moscas invadieron las habitaciones, los susurros se hicieron insoportables, el mal olor, incluso, el encendido de lámparas era tan frecuente, sin tener ni siquiera bombillas.
En su desesperación, los Parker entraron en contacto con los investigadores psíquicos, Ed y Lorraine Warren, en busca de ayuda.
Los Warren, figuraron destacadamente en El Caso de Amityville, y otros casos de “posesión diabólica”
Ed Warren afirma ser un demonólogo, de los cuales, sólo hay 6 o 7 acreditados en los Estados Unidos; y Lorraine es una médium.
Los Warren mantienen, que los demonios realmente existen, y que varios de ellos están presentes en la casa de los Parker.
La casa fue examinada por Ed y Lorraine Warren, junto a John Zaffis, sobrino de Ed Warren, quien fue parte del equipo de investigación.
John recuerda que, poco después de llegar, los miembros del equipo, empezaron a percibir dichas entidades.
También, recuerda los olores que a menudo impregnaban la casa.
“La situación era bastante caótica en el momento que llegamos”, cuenta John.
“Una noche, estaba sentado en la mesa del comedor, estaba revisando algunas notas que había hecho previamente, de repente, la habitación se empezó a sentir fría, y podía sentir una presencia a mi alrededor.
Llame a los demás, que estaban durmiendo en la sala, pero no pude conseguir que ninguno despertara.
Mire hacia las escaleras, y vi que un algo comenzaba a tomar forma.
El aire se lleno de un olor desagradable, era tan malo, que yo apenas podía respirar.
Cuando la entidad tomo forma, pude escuchar un ruido, que sonaba como miles de aves aleteando.
¡Nunca me había sentido tan aterrorizado en mi vida!”, concluye.
Posteriormente, se le pidió bendecir la casa, a un sacerdote católico, e incluso, para realizar los ritos sagrados de la misma, pero la actividad negativa de los demonios se mantuvieron igual.
Por último, se tomo la decisión de llevar a cabo un exorcismo en la casa.
“Definitivamente, sentí la casa más ligera, todos sentimos cama y alivio”, recuerda John Zaffis.
Según un relato sobre el caso en 2009, por NBC, los agentes funerarios que trabajaban en la morgue, estaban presuntamente involucrados en nigromancia, y necrofilia con los cadáveres, y la sala donde se quedaron los 2 niños más jóvenes, fue anteriormente, el salón de muestras de cofres; al final del pasillo, era donde se preparaban los cuerpos para su visualización...
Cabe decir que la nigromancia, nigromancía, necromancia, o necromancía, del latín “necromantīa”, y este del griego “νεκρομαντεία”, significa “unión de necros”, y esto es “muerte” y mantīa “adivinación”; la cual es una rama de la magia, considerada generalmente negra, que consiste en la adivinación mediante la consulta de las vísceras de los muertos, y la invocación de sus espíritus, requiriendo según sea el caso, del contacto con sus cadáveres, o posesiones.
La nigromancia por su parte, es la disciplina o rama de la adivinación, que se dedica al vaticinio del futuro, mediante la invocación de espíritus, es una práctica antigua, común a la tradición mística o sobrenatural de varias culturas, entre ellas la egipcia, mesopotámica, persa, etc.
Se ejercita aún en la actualidad, en donde se busca responder preguntas mediante la intervención de un espíritu.
El nigromante, es un tipo de mago, figura habitual de literatura fantástica y algunos juegos de rol, como argumento de fuerza.
Los nigromantes, estudian la magia que les permite controlar a los “Muertos Vivientes”, comunicarse con los espíritus, y animar sus cadáveres para servirle.
Son evitados y odiados por la sociedad, y muchas veces, son dementes y morbosos.
Durante la investigación Parker, Lorraine recorre habitación ella sola, y lo que vive cuando baja al sótano, la aterra:
Ve a un hombre grueso, que está manipulando y trasladando cadáveres, a los que toca las piernas y órganos sexuales, es decir, que practicaba la necrofilia con los cadáveres.
Lorraine diría más tarde:
“Aquello era una infestación tremenda del mal, aquello no era un espíritu humano”
Ed y Lorraine, dejaron en la casa, a 3 miembros de su equipo permanentemente, y cuando ven que no pueden hacer nada para liberar la casa de esas presencias, llaman, al sacerdote Timothy Conlan, que se enfrentará al poder demoníaco que según él, habita la casa, realizando un exorcismo que le llevará un día entero.
Lorraine Warren, más tarde declararía:
“En el dormitorio principal, había una trampa, donde los ataúdes eran subidos, y durante la noche, escuchabas un tecle de cadena, como si estuvieran subiendo un ataúd”
Pero cuando Ed fue a comprobar, encontró a 2 mujeres abajo bailando en círculos y cantando; cuando caminó hacia ellas, desaparecieron.
Lorraine diría años más tarde, que el caso fue “mucho más escalofriante que nunca ninguna película podría serlo más”, y que la película The Haunting In Connecticut, fue “libremente basada” en su investigación de la casa.
Lorraine Warren ha dicho a la Associated Press, que la casa fue absuelta de cualquier presencia, después de un exorcismo realizado en 1988.
La historia, también fue cubierta en un episodio de la serie “Historias De Ultratumba”, llamado:
“A Haunting In Connecticut”
Aunque los Warren certifican la veracidad de esta historia, se trata de un caso con infinidad de detractores.
La gran mayoría aseguran, que es ilógico que los Parker fueran capaces de vivir en estas condiciones por 2 años, ya que se mudaron a la casa en 1986, y la abandonaron en 1988.
Como dato extra, en cuanto Bobby, el hijo mayor, que tenía cáncer, pues su padecimiento “desapareció” y no se volvió a enfermar más.
“Nadie nunca sabrá realmente, porque la casa se “comporto” así, mientras vivimos ahí”, dice Karen.
Además concluyó:
“Descubrimos, sin embargo, que uno de los hombres que trabajaban en la casa funeraria, era culpable de necrofilia, por lo que tal vez sus acciones atroces, suscitaron que se desataran esas fuerzas demoniacas”
“Este fue uno de los casos más significativos en los que he trabajado”, dice John Zaffis, sin dudarlo.
“Ha significado para mí que, sin duda alguna, las fuerzas demoniacas son reales”, dijo tajantemente.
Ahora, Bobby en sus 30s, trabaja como camionero, y tiene 4 hijos, el cáncer, no volvió a aparecer en su organismo.
¡No, you can't have him!
You can't take my son!”
The Haunting In Connecticut es una película de terror psicológico, dirigida en 2009, por Peter Cornwell.
Protagonizada por Virginia Madsen, Martin Donovan, Elias Koteas, Kyle Gallner,  Amanda Crew, entre otros.
El guión es de Tim Metcalfe y Adam Simon; y se afirma, que estos hechos le ocurrieron a Karen Parker y su familia; aunque Ray Garton, autor de “In A Dark Place: The Story Of A True Haunting” (1992), públicamente ha dicho, que The Haunting In Connecticut se ha distanciado de la exactitud de los hechos representados; comenzando con los nombres de los protagonistas, que fueron cambiados por razones del guión.
El material promocional para The Haunting In Connecticut, afirmó estar basado en “la historia verdadera, de actividades paranormales experimentadas por la familia de Karen Parker, en la década de 1980” e inspirada en un documental, emitido por Discovery Channel, sobre una casa, presuntamente embrujada en Connecticut, y los eventos que ahí aquejaron a un grupo de personas, durante los años 80.
The Haunting In Connecticut parte de uno de los lugares comunes, más eficientes del cine de terror:
Una familia se muda a una nueva casa, donde comienzan a vivir experiencias de corte sobrenatural, realmente aterradoras.
Matthew “Matt” Campbell (Kyle Gallner) lucha contra el cáncer, siguiendo un tratamiento experimental, en un hospital de Connecticut, motivo que impulsa a sus padres, Sara (Virginia Madsen) y Peter (Martin Donovan), a adquirir una casa cercana al centro médico.
El lugar elegido, es una imponente casa de estilo victoriano, que oculta un oscuro pasado, como antigua funeraria, en la que sucedieron terribles acontecimientos.
Una de las contraindicaciones de las pruebas a las que Matt es sometido, es la posibilidad de sufrir “alucinaciones”; por eso, cuando comienza a ser acosado por extrañas apariciones, su familia no sabe muy bien, a qué atenerse.
Un hogar tenebroso e inquietante, un clan amenazado por espíritus que no son de este mundo, un sacerdote cuya silueta se recorta en la noche, una historia “basada en hechos reales”… efectivamente, más de lo mismo.
Eso es lo que ofrece The Haunting In Connecticut, a pesar de que consigue captar el interés del espectador, sosteniendo la trama sobre las trágicas circunstancias personales de los personajes principales, y no sobre los efectismos que les sobrevuelan.
Ya desde el inicio, las fotos en blanco y negro, con escenas inquietantes, nos demuestran que The Haunting In Connecticut hará pie fundamentalmente, en el impacto visual constante, y en la imagen perturbadora.
Y es que la frustración derivada de la imposibilidad de doblegar a uno de los grandes enemigos de la medicina, y todos sus avances, el cáncer, que se cobra millones de vidas en todo el mundo cada año, es la gran detonante de los acontecimientos, al encontrarse Matt, literalmente, con un pie en la tumba, un limbo, en el que vivos y muertos, conviven a sus ojos, pero se ocultan a los de las personas sanas que le rodean.
Así pues, el director Peter Cornwell, posa su mirada en la mella que se va abriendo en el ánimo de los Campbell, ante la certeza de que el primogénito, dejará más pronto que tarde este valle de lágrimas, una desolación que reaviva disputas, hábitos, y temores pasados, con consecuencias imprevisibles en el presente; sustos, crujidos, y crepitares abundan en una puesta en escena correcta, seca, e incluso cruel en ocasiones, pero al menos durante los primeros rollos de metraje, los efectos, más o menos truculentos, principalmente diseminados en forma de “flashbacks” efectivamente inquietantes, se supeditan al trabajo del correcto elenco protagónico, y no al revés.
Al menos, los Parker no son la típica familia feliz, ni los típicos jóvenes estúpidos que estás deseando que vayan cayendo uno a uno, y eso es un punto de partida original, del cual siempre es de agradecer.
Lo primero que hay que saber de The Haunting In Connecticut, es que es una película de Lionsgate, y como casi todas las cintas de terror de esta productora, tiene una estética muy reconocible, que se caracteriza por su suciedad, muchas veces monocromática.
La otra cosa evidente, es que su argumento, es increíblemente parecido, a cualquiera de las películas de la saga “Amityville”, con la que tiene varios paralelismos, siendo el principal de ellos, la historia de una familia con problemas, que se muda a una antigua casa afectada por un pasado tortuoso, y cuya maligna influencia, comienza poco a poco, a afectar a sus nuevos habitantes; lástima que dejaron por fuera, el nexo común, Los Warren, cosa que si vimos en “The Conjuring” (2013)
Sin embargo, una vez agotadas las bazas dramáticas del libreto, lo que podía haber sido una notable tragedia terrorífica, deviene en un acelerado clímax permanente y confuso, en el que los puntos básicos del subgénero, comienzan a cumplirse a rajatabla:
La investigación histórica en busca de respuestas, la sucesión acelerada de sobresaltos continuados, la conciencia de grupo, de lo que realmente está sucediendo en el hogar, y el postrero ritual de tintes religiosos, destinado a poner fin, al pavor que todo lo preside.
Aunque es cierto, que un mayor y agradecido grado de mala suerte domina de principio a fin, y que estamos ante una propuesta, considerablemente más estimable que algunas de sus hermanas recientes, no puede evitarse pensar, que The Haunting In Connecticut podría haberse considerado una pieza cinematográfica de mayor valía, en caso de no haber cedido, mecánicamente, a los resortes que se le intuyen desde un principio, y que en el fondo, tampoco habría sido tan difícil, esquivar con el material de que dispone.
Las actuaciones sí que me sorprendieron:
Me sorprendió la lamentable actuación de Virginia Madsen, bastante insípida para hacer de una madre dolida por su hijito por enfermo.
Martin Donovan es una sombra, y a Kyle Gallner, le quedo un poco grande el papel de enfermo cancerígeno.
Pero lo más molestó, es que The Haunting In Connecticut comienza realmente bien.
Es como si un guionista de altura, hubiera comenzado el proyecto, y hubiera trazado un puñado de situaciones creíbles, con personajes con carisma.
Todo el “set up” de la sufrida familia, que apoya a su hijo adolescente en su lucha contra el cáncer, es muy bueno.
Las cosas se desenvuelven con naturalidad, el hijo valiente que ha aceptado su enfermedad, y que opera más como soporte a sus familiares, que ellos a él, la madre pendiente de las pequeñas cosas, un grupo de personas que ha aprendido a convivir con el cáncer…
Incluso, llega un momento, en que uno empieza a temer que un tema tan serio, termine por ser bastardeado... y es lo que termina por suceder.
No obstante, en The Haunting In Connecticut se tratan además, algunos temas aislados interesantes, como es el caso de los ectoplasmas, o incluso, de la fotografía post-mortem, que han recibido, apenas, tratamiento recientemente dentro del cine de terror.
Y es entonces, cuando el director Cornwell decide poner el pie en el acelerador, para remarcar que The Haunting In Connecticut es un filme de horror al uso, empezando a pifiar cada vez peor las cosas.
Uno se agarra la cabeza, cuando aparece la típica secuencia de “investigación histórica” que es tan común en las historias de fantasmas:
Revolver diarios de la época, buscar desapariciones, y 5 minutos de apretada exposición, como para que uno realmente sepa, qué es lo que está sucediendo en esa casa, y por qué...
Y lo peor es, que todo lo que detallan, no es material nuevo.
“I'm already dead”
Como no podía ser de otro modo, en The Haunting In Connecticut hay todo tipo de sustos, un continuo mal-rollo, y personajes en el umbral, entre la cordura y locura.
Sin embargo, el director Peter Cornwell consigue ir un paso más allá, dotado de cierta humanidad a los personajes, un chico que intenta sobrevivir como puede, una madre desesperada, y un padre con tendencia al alcoholismo... no demasiado habitual en este tipo de películas.
¿O sí?
Hay momentos en que The Haunting In Connecticut bordea lo bizarro:
En una escena, el Reverendo Popescu (Elias Koteas) le explica a Matt, que los enfermos de cáncer “bordean el valle de la muerte” y por eso, pueden ver fantasmas…
Después, todo esa situación dramática, bastante bien construida, empieza a desgranarse con el cliché del padre reformado, que vuelve a beber... y que dura 2 minutos aproximadamente, sin mayor peso en el resto de la historia.
A esto, se suma una catarata de efectos especiales, y de situaciones fantásticas, para subrayar que los fantasmas están molestos, y no quieren a los Campbell.
Hasta ese entonces, The Haunting In Connecticut transitaba un sutil dilema, en donde el espectador no sabía, si las apariciones eran alucinaciones de Matt, producto del tremendo tratamiento que estaba recibiendo por el cáncer; pero con la avalancha de FX, la sutileza se termina por ir al mismísimo demonio, que ironía, e incluso, el clímax no es demasiado coherente.
El mayor problema que tengo con The Haunting In Connecticut, es que su inicio es tan bueno, que generaba buenas expectativas; pero termina por transformarse en pura rutina, archiconocida, y ultra trillada.
Como dato, en The Haunting In Connecticut nunca vemos un exorcismo, y tampoco la escena del poster promocional, y eso ya es truculento.
Y la niña pequeña, que al final se esconde jugando al escondite, porque Matt viene con un hacha; no se la vuelve a ver.
A no ser que muera quemada, y su familia pase de ella.
Pues justo antes de los créditos finales, cuando sacan imágenes de cadáveres, y apariciones, aparece una niña en la ventana de la casa.
¿Será ella?
La puerta que no se puede abrir, y que es un misterio lo que oculta; después al entrar, veremos que tiene sendas ventanas por donde entra la luz.
¿Por qué no se podía ver, si la puerta era de vidrio, y tenía ventanas de luz atrás?
Y si no se podía abrir la puerta:
¿Por qué no se percataron desde fuera, que había una ventana para asomarse a ver qué era lo que ocultaba la casa?
Cuando uno adquiere una casa, se supone que uno debe recorrer todos los aposentos…
¿O no?
Otra cosa a mencionar, es el hecho que los niños pequeños, no dan la sensación de ser parte de la familia, igual que la prima, parecen invitados a presenciar la historia, excepto por algunos momentos, cada personaje va por libre, no hay unión, aunque se puede explicar por la situación que están pasando con la enfermedad del protagonista, cada uno lo pasa como puede a su manera, sin apoyarse en el otro.
Finalmente, te das cuenta, de que en The Haunting In Connecticut no hay exorcismo, no hay poseído, y lo único que hay, son 20 cadáveres dentro de la pared, sobre cuya existencia, nadie se ha dado cuenta, a pesar del olor que tendrían que desprender, etc.
“Doctor says to patient:
“You have cancer and you have Alzheimer”
Patient says to doctor:
“Wooo!
At least I don't have cáncer”
Si hay un género que está en clara decadencia, desde hace varias décadas, ése es el género de terror.
Hace años que no se innova casi nada, y los que abordan dicho género, suelen dedicarse al “remake”, el “reboot”, o todo tipo de pre/secuela, o la mala copia.
No solo la historia “real” en que está basada The Haunting In Connecticut ha sido desmentida por el mismo hombre que investigo la historia, e hizo el libro “inventando la mayor parte de él”, sino que The Haunting In Connecticut, ni siquiera se parece a esa historia, que involucraba varios demonios, incluyendo uno que “tenía una sonrisa que le llegaba a los ojos”
Eso si me hubiera gustado verlo en The Haunting In Connecticut
La trama, esta “basada en una historia real”, aunque con algunos cambios que ayudan a la faz cinematográfica.
Así por ejemplo:
No fue un reverendo quien ayudo a la familia Parker con los espíritus, sino un matrimonio de médiums, los Warren.
También, hubo ciertos actos que no son incluidos en The Haunting In Connecticut:
Como un intento de abuso sexual de Matthew hacía su prima Tammy, y también, el personaje de esta última fue modificado, ya que en la realidad, pasó un tiempo internado en un psiquiátrico.
Además, toman como punto de partida, un hecho real ocurrido en Southington, allá por 1986.
Lógicamente, se han tomado todo tipo de licencias para realizar The Haunting In Connecticut, y se han dejado detalles, como que los padres reales comentaban, que habían sido violados y sodomizados por demonios, que tal vez, esos detalles podrían haber enfurecido a la hipócrita censura estadounidense.

“Fire release spirits”



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