Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations

“Gloria pel ciel Altissimi, pei culminosi monti pel límpida orizzonti gemmata di esplendor”
(Gloria al altísimo cielo, por las montañas de joyas brillantes, por los horizontes claros de esplendor)

En 1862, con motivo de La Exposición Universal de Londres, Giuseppe Verdi recibe el encargo, de componer una pieza que represente a la nueva nación italiana unificada, y a la vez, exprese su buena voluntad hacia el resto de los países europeos.
Inicialmente, se había pensado en Gioacchino Rossini, pero el de Pesaro, ya muy mayor, rechazó el proyecto.
La pieza resultante fue el “Inno delle Nazioni” o “Himno de Las Naciones”, que incluye fragmentos de los himnos italiano, francés, y británico.
La letra de tal himno, es obra de Arrigo Boito, suponiendo la primera de las colaboraciones de Verdi, con el que sin duda, fue su mejor libretista.
La música de la composición, fue escrita por Verdi, entre el primer y segundo viaje a Rusia.
La cantata, está compuesta para:
Piccolo, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, cimbasso, timbales, bombo, platillos, percusión, 2 arpas, y cuerdas.
Los “personajes” se designan como el “Coro di Popolo” o “Coro de Gente de Todas Las Naciones” y el solista tenor es “Un Bardo” o “Poeta”, una voz en medio de ellos.
En la composición, a semejanza de “La Obertura 1812” de Pyotr Ilyich Tchaikovsky, Verdi incluye variaciones sobre los himnos de Inglaterra, Francia, e Italia, que presenta primero por separado, y luego combina musicalmente.
La obra, sobre un texto de Arrigo Boito, incluye un coro del pueblo, y una voz solista, que se regocijan porque en el furor de la batalla, Dios ha extraído una nueva fraternidad entre los hombres, y porque ha comenzado un nuevo reino del amor en el mundo.
La música, solemne y grandiosa, recuerda en muchos momentos, a “La Marcia Trionfale” de la ópera “Aida”
Aunque Verdi compuso el himno, para que fuese estrenado por el tenor Enrico Tamberlick, finalmente, fue la soprano Theresa Tietjens, quien lo cantó por primera vez en Her Majesty's Theatre de Londres, el día del cumpleaños de La Reina Victoria.
Fue tal el éxito obtenido, que Verdi fue llamado a saludar 6 veces.
Sin embargo, los críticos cuestionaron la decisión de Verdi, para incluir canciones que representan a los países:
Inglaterra con “God Save The Queen”, Francia con “La Marseillaise”, e Italia con “Inno di Mameli”; ya que según cuentan, en ese momento, “Il Canto degli Italiani” o “Inno di Mameli” de 1847, el cual fue adoptado en 1946, de facto; y oficialmente en 2012, como himno oficial, no era el himno nacional de Italia, ya que “La Marcia Reale d'Ordinanza” o “Fanfara Reale” era el himno oficial del Reino de Italia, entre 1861 y 1946.
Algunos críticos, como el de un escrito anónimo en el mundo musical, erróneamente pensó, que la inclusión de esos temas nacionalistas, o la vergüenza potencial política de su inclusión, fue el motivo del rechazo de la cantata, en el concierto inaugural.
Como fuera el caso, casi un siglo después, en 1943, los países, cuyos himnos suenan en la obra de Verdi, se hallaban inmersos en el horror de La Segunda Guerra Mundial.
Es así, como el director italiano Arturo Toscanini, exiliado desde hacía años en los Estados Unidos por su oposición a los regímenes fascistas de Italia y Alemania, graba con fines benéficos, una versión retocada del “Inno delle Nazioni” en la que se incluyen fragmentos de “L’Internationale” la canción más famosa del movimiento obrero; la cual es considerada, el himno oficial de los trabajadores del mundo entero, y de La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); y el himno estadounidense “The Star Spangled Banner” para adecuarla a las circunstancias de la época.
Pero fue durante La Guerra Fría, cuando la URSS pasó de ser aliada de los Estados Unidos, a ser su peor enemigo, la grabación del “Inno delle Nazioni” sufrió la censura, y el fragmento de “L’Internationale” que Toscanini había añadido justo antes del “The Star Spangled Banner”, desapareció.
El tenor elegido para esa ocasión, fue estadounidense Jan Peerce, a quien se suele considerar, el tenor favorito de Toscanini.
Como dato, acá, un tenor judío cantaba a Las Naciones, mientras en Europa se estaba produciendo El Holocausto.
“Spettacolo sublime!”
(¡Espectáculo sublime!)
Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations es un cortometraje documental musical, dirigido en 1944, por Alexander Hammid, que cuenta como eje central, el “Inno delle Nazioni”, una obra patriótica para tenor solista, coro, y orquesta, compuesta por el compositor italiano, Giuseppe Verdi, en los comienzos de los años 1860.
“Inno delle Nazioni” o “Himno de Las Naciones” es una cantata en un solo movimiento, una de las 2 obras corales seculares, compuestas por Verdi.
Este himno, incorpora otras piezas emblemáticas:
“God Save The King”, “La Marseillaise”, y “Inno di Mameli”; siendo la primera colaboración entre el compositor Verdi, y Arrigo Boito, que mucho más tarde, sería quien revisara el libreto de la ópera “Simon Boccanegra” y escribiera los libretos originales de “Otello” y “Falstaff”
El relato Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations, fue escrito por May Sarton, la edición corre a cargo de Boris Kaufman, y la narración original, fue leída por el actor Knox Manning, y con el actor Burgess Meredith, de manera alternativa.
La versión original de Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations, fue lanzada en VHS por Blackhawk Films, con un nuevo título “Arturo Toscanini Conducts Giuseppe Verdi”
Una versión recién restaurada por La Biblioteca del Congreso, cuenta con la narración Meredith, y ha sido publicada en DVD.
Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations estuvo nominada para un premio de la Academia como Mejor Cortometraje Documental.
Todo inició en 1941, cuando se formó “La Gran Alianza Antifascista”, integrada por Estados Unidos, La Unión Soviética, y El Reino Unido de Gran Bretaña.
Un papel heroico tuvo La Resistencia Partisana, principalmente en la URSS, Yugoslavia, Francia, e Italia.
Para fortalecer la moral de los combatientes militares y civiles, una Oficina del Ejército de EEUU, encargó al director Alexander Hammid, un documental, y éste apeló al gran Maestro Arturo Toscanini, exiliado en Estados Unidos, para que escribiera la banda musical del film.
Toscanini eligió “Inno delle Nazioni”, compuesto por Giuseppe Verdi a comienzos de 1860, para La Exposición Universal de Londres, que se inauguró en 1862; y para esta ocasión, Toscanini le agregó fragmentos de los himnos de varias naciones aliadas, y por supuesto un bis del de Italia, donde un golpe militar, en 1943, había derrocado a Benito Mussolini, cuando las tropas estadounidenses, ya se encontraban en el territorio peninsular.
El gran Toscanini, los enlazó, en la 2ª parte de la obra, como símbolo de la unidad antifascista, 4 himnos:
“L’Internationale” de la URSS), “The Star Spangled Banner” de Estados Unidos, “La Marseillaise” de Francia, y el “Inno di Mameli” de Italia.
Junto a Toscanini, está el tenor Jan Peerce, The Westminister Choir, y The NBC Symphony Orchestra, grabados en el NBC Studio 8-H.
Así las cosas, en diciembre de 1943, Arturo Toscanini filmó una representación de esta música, para su inclusión en el documental de La Oficina de Información de Guerra, sobre el papel de los Ítalo-americanos, en la ayuda de los aliados, durante La Segunda Guerra Mundial.
Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations inicia con La Obertura de la ópera de Verdi, “La Forza del Destino”
Posteriormente, vemos al maestro, en su estudio, donde reflexiona sobre los acontecimientos en Europa, y la necesidad de mandar un mensaje a todas las naciones, utilizando y editando, “Inno delle Nazioni” de Verdi, para el documental.
Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations termina, con una mezcla conmovedora de los himnos nacionales, incluyendo “La Marseillaise” francesa y “L’Internationale” de la URSS.
Largamente sin publicar debido sobre todo por los efectos de La Guerra Fría, el documental se volvió a publicar, a mediados de la década de 1970, por Blackhawk Films, una distribuidora de películas caseras, bajo el título definitivo:
“Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations”
Y es que fue debido, a que este documental fuera producido durante La Segunda Guerra Mundial, y se supone, que es una conmemoración de la caída de Mussolini, que se trató en la versión original, de una manera intencionadamente propagandística, hablando drásticamente, por un narrador sin acreditar, en realidad Burgess Meredith, sobre el papel desempeñado por los inmigrantes italianos famosos de la época, contra la Italia fascista.
Y es bien conocida la situación política de los EEUU, tras La Segunda Guerra Mundial.
Y posteriormente, principios de los años 50, en plena Guerra Fría, y con la persecución política en todos los ámbitos de la vida cultural e intelectual, llevada a cabo por el macartismo, los censores quitaron la parte de “L’Internationale” de la secuencia fílmica.
Es importante destacar, que el gran actor Burgess Meredith, quien narra el inicio de este programa, sería incluido posteriormente, en la tristemente célebre, Lista Negra de Hollywood, tildado como comunista.
Otro elemento que podría desconcertar al público de hoy en día, y que al parecer se ha eliminado de la impresión actual, es el uso de “L’Internationale”, en honor a nuestros aliados entonces, los rusos.
A propósito decir, que Toscanini fue un enfático anticomunista y antifascista.
Durante muchos años, la secuencia en Arturo Toscanini: Hymn Of The Nations que contiene “L’Internationale” fue considerada como perdida, y solo quedaba en el recuerdo.
Pero en la década de años 80, se encontró una copia completa, en el Estado de Alaska, EEUU; y La Biblioteca del Congreso de los EEUU, restauró el clip censurado, con la entusiasta interpretación de “L’Internationale”
Así que ahora, gracias al hermoso trabajo de restauración, y a las tecnologías de la información, podemos disfrutar de La Orquesta Sinfónica de la NBC, El Coro de Westminster, la magnífica voz del tenor de Jan Peerce, y la conducción magistral de Arturo Toscanini.
“Oh Italia, Italia oh, oh Patria mia!”
Cabe señalar, que Arturo Toscanini fue, desde su primera juventud, republicano, y en consecuencia, antimonárquico, y anticlerical.
También lo había sido Giuseppe Verdi, y si cabe, con mayor fervor.
Entonces, su fama era ahora enorme, Arturo Toscanini había renovado el teatro lírico, y al mismo tiempo, la imagen del director de orquesta, que quedaba convertido en un riguroso organizador de masas teatrales y musicales.
Pues, le ofrecieron el cargo de director plenipotenciario de la Scala de Milán, y en ello, se empeñó con su excepcional carga de ilusión y de profesionalidad.
Lo que no quita, para que en los ensayos, fuera terrible con los profesores de la orquesta y con los cantantes, a los que cubría de insultos e improperios, aunque como enseñante sabía ser exacto, minucioso, e incisivo, como lo era su batuta de director.
Toscanini rompió con los fascistas, apenas se percató del giro que estaban dando hacia la extrema derecha.
Pero el fascismo vivía ya, días de auge.
Y trataron de imponerle en el teatro, unos consejeros adictos al régimen, pero el maestro se negó en nombre de la música, y siguió negándose a dirigir la “Giovinezza”, himno entre 1924 y 1943 del partido fascista de Mussolini, posteriormente utilizado junto a “La Marcia Reale d'Ordinanza” del Reino de Italia, y oficial durante La República de Saló, pese a que Mussolini lo había impuesto por decreto.
Pero fue en 1931, en Bolonia, mientras se dirigía al Teatro Municipal, cuando Arturo Toscanini, que por entonces tenía 64 años, fue agredido y abofeteado por unos cuantos fascistas, en presencia de la primera autoridad local, el por entonces subsecretario del Ministerio del Interior, Leandro Arpinati.
Algunos historiadores, han querido hacer coincidir este penoso episodio, con el antifascismo de Toscanini.
Pero un biógrafo suyo, el estadounidense Harvey Sacks, ha documentado con todo detalle, que este sentimiento había madurado en él, mucho antes de esta ofensa.
“Es cierto que fue determinante, para que el maestro tomara la histórica decisión de no dirigir más en Italia, hasta que hubiera caído el fascismo.
Y sin embargo, él amaba Italia, y la música italiana con pasión”, expresó Sacks.
Toscanini volvió a su país, sólo en vacaciones, a una pequeña isla sobre El Lago, Mayor, y este lugar, se convirtió en punto de encuentro de músicos de todos los países, y de italianos, que detestaban al régimen.
Y tomó la misma penosa y coherente decisión, de no dirigir más en Alemania, desde el momento en que Hitler anuló la democracia.
Y sin embargo, Toscanini, wagneriano desde la juventud, pese a ser parmesano como Verdi, gran amigo de la familia del insigne compositor alemán, había sido el primer director extranjero, invitado al templo de Wagner, en Bayreuth.
Por el contrario, Toscanini fue a Palestina, para dirigir la orquesta recién creada por los israelíes.
En un gesto que le valió el conmovedor “Gracias” de Albert Einstein, y también la etiqueta de “Judío Honorario”, que le colgó el más racista de los jerarcas fascistas, Roberto Farinacci.
Hubo otra polémica en febrero de 1938, que concluyó con un tajante telegrama, en el que anunciaba, que tampoco volvería a dirigir más, en aquella Austria nazi.
Él, que tanto había trabajado con los vieneses en Staatspper, en El festival de Salzburgo.
Dirigió, sin embargo, en Lucerna, al frente de una formidable orquesta, y desde Italia, se acercaron a escucharle todos cuantos pudieron.
Incluso, contó con la presencia de La Primera Princesa, Marie José Charlotte Sophie Amélie Henriette Gabrielle, esposa de Umberto Nicola Tommaso Giovanni Maria di Savoia, último Rey del Reino de Italia, para gran disgusto de Mussolini.
Lo cierto es, que al día siguiente de la caída de Mussolini, en julio de 1943, aparecieron unos grafitis en las paredes de la Scala que decían:
“¡Viva Toscanini!”
“¡Que vuelva Toscanini!”
Y volvió, tras tantos años como director, para socorrer a las víctimas de esa guerra feroz desencadenada, entre otros, por su arriado y desventurado país.
Y dirigió en La Scala, reconstruida a toda prisa, de los destrozos producidos por los bombardeos, el 11 de mayo de 1946.
Conmovida la ciudad de Milán por el retorno de este octogenario, que había sido su director artístico a los 30 años, le dedicó a su concierto #37, tras inolvidables minutos de aplausos.

“Gloria pel ciel!
Gloria...”
(¡Gloria al cielo!
Gloria…)



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