12 Years A Slave

“Days ago I was with my family, in my home.
Now you tell me all is lost.
"Tell no one who I really am" if I want to survive.
I don't want to survive, I want to live”

Desde la construcción de las pirámides en Egipto, hasta los campos de algodón en EEUU, la historia de la esclavitud, siempre ha sido escrita, con la sangre de las víctimas de una barbarie inexplicable, nacida del odio y el rencor.
El racismo y la segregación racial, es una historia perpetua, de vencedores y vencidos.
El recién fallecido Nelson Mandela, le contaba al escritor y periodista británico, John Carlin, al principio de su libro: “Playing The Enemy”, que una de las bases en las que se apoyaba el apartheid, para mantener la situación de superioridad de la minoría blanca en Sudáfrica, residía en la educación.
Mantenían a la mayoría negra, alejada de cualquier resquicio de alfabetización, para que no tuviese la posibilidad de acceder a empleos que le pudiesen permitir igualarse a ellos, viéndose obligada, a realizar trabajos sin cualificación, como sirvientes o empleados de los blancos a lo sumo, y alejados de las zonas residenciales, donde las casas están rodeadas de muros y vallas electrificadas.
Este es uno de los axiomas, que en Sudáfrica tomaron directamente de la esclavitud que se produjo en Estados Unidos, durante los siglos XVIII y XIX, y que trataba, de que ningún esclavo pudiese aprender a leer ni a escribir, porque eso le podía abrir una ventana a sublevarse contra su amo, y a acceder a la libertad.
El término “Freeborn” es una palabra anglosajona, compuesta de “free” o “libre”  y “born” o “nacido”, un concepto que en el contexto de la esclavitud en los Estados Unidos, se aplicaba a un grupo socio-étnico definido también como:
“Free negro” en plural “Free Negroes -Children Born Of Free Colored Persons” o “Niño nacido de personas de color libres”
La palabra anglosajona “negro” de etimología española, y pronunciada “nigro” o “nigrou” es considerada políticamente incorrecta, usándose como eufemismos, en distinto grado, las palabras:
“Black” de etimología anglosajona, “coloured” o “de color” o “afroamerican”
La palabra “nigger” derivada de “negro” es usada como peyorativa.
Así pus, los negros libres podían ser también los mulatos, provenientes tanto de madres esclavas como libres, y tanto de padres negros y blancos, como negros e indios, la contemporánea terminología de “castas” en la América española, describe una terminología mucho más compleja.
Una denominación muy utilizada en New Orleans, y en el antiguo Territorio de Louisiana, era la de “free people of color, a person of full or partial African descent who was not enslaved” o “Persona de color libre, una persona total o parcialmente de origen africano, que no está esclavizada”
Después de la abolición de la esclavitud, teóricamente desde 1863, pero no aplicable de forma general, hasta el término de La Guerra de Sucesión en 1865, todos los negros nacidos en los Estados Unidos, eran “freeborns”
Solomon Northup (1808 — 1857) fue un afroamericano, nacido libre, que adquirió renombre por ser secuestrado en 1841, cuando acudía a una entrevista de trabajo.
De inicio, su padre fue Mintus Northup, un esclavo afroamericano, que pasó la primera parte de su vida, al servicio de la familia Northup.
Era natural de Rhode Island, y a continuación, vivió en Hoosick, condado de Rensselaer, en el estado de New York; su hijo Solomon, nació en Minerva, como libre.
El día de Navidad de 1829, Solomon Northup desposó a Anne Hampton, y tuvo de ella 3 hijos:
Elizabeth, Margaret, y Alonzo.
En abril de 1841, mientras acompañaba a sus supuestos empleadores a Washington DC, éstos lo drogaron, y vendieron como esclavo, los papeles que atestiguaban su condición de libre, le fueron arrebatados, y fue encadenado y encerrado en la bodega de Yellow House, una de las numerosas ergástulas de Washington DC, donde se reunía a los esclavos, para ser vendidos al mejor postor.
Solomon fue trasladado a New Orleans, y entregado a un dueño de plantación de la Parroquia de Rapides, en Louisiana, donde comenzó un período de cautiverio, que duró 12 años, hasta que se ganó su libertad en 1853.
Solomon fue uno de los pocos esclavos secuestrados, que consiguió su libertad.
Mientras trabajaba para diferentes dueños en la región del Red River, Mississippi, sufriendo todo tipo de vejaciones, palizas, y torturas, consiguió tener noticias de su familia, que contactó con amigos, y acudió a pedir ayuda al gobernador de New York, Washington Hunt.
Cabe señalar que para 1840, el estado de New York, había aprobado una ley para ofrecer asistencia legal y financiera, con la finalidad de recuperar a cualquier ciudadano afroamericano, que hubiera sido secuestrado, y/o esclavizado.
Por tanto, una vez libre, Northup demandó a los comerciantes de esclavos en Washington DC, pero perdió el caso, pues la ley del distrito de Columbia, prohibía que los negros testificaran contra los blancos.
Sus 2 secuestradores, fueron acusados de secuestro, e ingresaron en prisión con una fianza de $5 mil, pero sin el testimonio de Northup, no se les pudo acusar en firme, y fueron puestos en libertad.
Una vez que regresó con su familia a New York, Solomon Northup, se convirtió en un activo defensor de la abolición de la esclavitud, y publicó un relato de su experiencia, titulado “Twelve Years As A Slave” (1853), compuesto en 3 meses, con ayuda de un escritor abolicionista local, David Wilson, ya que los esclavos de su época, no podían recibir educación, sino muy excepcionalmente, y no sabían leer ni escribir.
En poco tiempo, se vendieron 30 mil ejemplares, y fue varias veces reimpreso durante el siglo XIX, especialmente, durante La Guerra de Secesión; asimismo dio al menos 2 docenas de conferencias en todo el noreste del país, e incluso en Canadá, sobre sus experiencias como esclavo, con el fin de apoyar esta causa.
Tras su vuelta a la libertad; Solomon se dedicó a trabajar como carpintero.
No se sabe nada de su vida después de 1857, por lo que la fecha, o circunstancias de su muerte, son totalmente desconocidas.
Muerte o desaparición por secuestro, o asesinato, son hoy inciertas, no existiendo ningún registro de su nombre como vivo, después de 1857.
Desde 1999, Saratoga Springs celebra anualmente, “El Día de Solomon Northup”
Como dato, durante el siglo XIX, los movimientos abolicionistas de la esclavitud en Norteamérica, usaron como propaganda, escritos dictados a amanuenses, por ex esclavos y ex esclavas, en su mayoría analfabetos.
Con el tiempo, estos escritos llegaron a constituir un género autónomo de gran importancia documental, social, humana, y literaria.
Algunos de los autores más importantes, e interesantes de esta narrativa, son Harriet Ann Jacobs y Frederick Douglass.
“The Narrative Of Solomon Northup - Twelve Years As A Slave” (1853) es hoy de dominio público, y está disponible en los proyectos Gutenberg, y Google Books.
Una versión anotada, se publicó en 1968, a cargo de Sue Eakin y Joseph Logsdon, con abundante apartado crítico, y desde entonces, se han valorado muy positivamente, las dotes de observación del autor.
Es indudable, que entre 1820 y 1860, período en que se publicaron más relatos, los narradores esclavos lograron atraer a la causa abolicionista al público internacional, pese a que se discutió entonces, y aun ahora, si algunas de ellas eran verdaderas, o su texto fue, más o menos manipulado, consciente o inconscientemente.
¿Qué haríamos, si de repente fuéramos hechos prisioneros?
Si se diera el caso de una invasión, de un golpe de estado, y fuésemos sojuzgados…
¿Nos atreveríamos a alzar la voz, a oponernos, a discutir la situación?
No me refiero a una invasión, ante la cual se desatase una guerra, o una estrategia de resistencia oculta, y activa.
Me refiero a un hecho consumado, por el cual perdiéramos nuestras libertades más básicas.
¿Tendríamos el valor, la fuerza, la entereza, la imprudencia tal vez, de reivindicarlas?
¿Defenderíamos a amigos o vecinos, si fueran humillados, o incluso, torturados?
“I apologize for my appearance.
But I have had a difficult time these past several years”
12 Years A Slave es una película dramática estadounidense, del año 2013, siendo el tercer largometraje dirigido por Steve McQueen.
Protagonizado por Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti, Lupita Nyong’o, Sarah Paulson, Brad Pitt, Alfre Woodard, Michael K. Williams, Garret Dillahunt, Quvenzhané Wallis, Scoot McNairy, Taran Killam, Bryan Batt, Dwight Henry, entre otros.
El guión, fue escrito por John Ridley, basado en la autobiografía “Twelve Years As A Slave” (1853) de Solomon Northup, un mulato afroamericano, nacido libre en el estado de New York, que fue secuestrado en Washington DC, en 1841, para ser vendido como esclavo, y que trabajó en plantaciones en Louisiana, durante 12 años hasta su liberación.
Después de reunirse con el guionista John Ridley, en una proyección de la película “Hunger” (2008) en el Creative Artists Agency, el director Steve McQueen, se puso en contacto con Ridley, acerca de su interés en hacer una película sobre “la era de la esclavitud en los Estados Unidos” con “un personaje que no era evidente, en términos de su comercio de la esclavitud”
El desarrollo de la idea, de un lado a otro, los 2 no dieron un acorde, hasta que la esposa de McQueen, encontró las memorias de Solomon Northup, “Twelve Years A Slave”
McQueen dijo sobre las memorias de Northup:
“He leído este libro, y yo estaba totalmente aturdido.
Al mismo tiempo, estaba muy enfadado conmigo mismo, que no sabía de este libro.
Yo vivo en Ámsterdam, donde Ana Frank es un héroe nacional, y para mí, este libro leído, es como El Diario de Ana Frank, pero escrito 97 años antes, un relato de primera mano de la esclavitud; que básicamente hizo mi pasión para hacer de este libro una película”
El culturista estudioso de historia Africano americano, Henry Louis Gates Jr., fue asesor en 12 Years A Slave, y el investigador David Fiske, coautor de “Solomon Northup: The Complete Story Of The Autor Of Twelve Years A Slave”, proporcionó material utilizado para comercializarla.
Para capturar la lengua y dialectos de la época, y de las regiones en las que 12 Years A Slave se lleva a cabo, el entrenador de dialecto, Michael Buster, fue contratado para ayudar al elenco, en la alteración de su forma de hablar.
El lenguaje, tiene una calidad literaria relacionada con el estilo de la escritura de la jornada, y la fuerte influencia de La Biblia del Rey Jacobo.
“Es evidente, que la esclavitud es un tabú en Hollywood, probablemente, por la vergüenza respecto a un episodio tan grave y tan violento en la historia de Estados Unidos.
Probablemente, es el complejo industrial más largo, más duradero que ha tenido jamás América.
Creo que ahora mismo, la gente se está abriendo más, a revisar esa parte de la historia”, agregó el director.
12 Years A Slave obtuvo 9 nominaciones al Oscar:
Mejor película, director, actor principal (Chiwetel Ejiofor), actor secundario (Michael Fassbender), actriz secundaria (Lupita Nyong’o),  guión adaptado, vestuario, edición, y fotografía.
Ganando 3: Mejor película, actriz secundaria (Lupita Nyong’o),  y guión adaptado.
El rodaje de 12 Years A Slave, tuvo lugar en New Orleans, entre el 27 de junio, y el 13 de agosto de 2012, con un presupuesto de $20 millones, dentro de 4 plantaciones históricas:
Felicity, Magnolia, Bocage, y Destrehan.
De las 4, Magnolia es la más cercana a la verdadera plantación donde trabajó Northup.
“Saber que estábamos allí mismo, en el lugar donde ocurrieron estas cosas, era tan poderosa y emocional”, dijo el actor Chiwetel Ejiofor.
“Esa sensación de bailar con los fantasmas, es palpable”
Así pues, en los años previos a La Guerra Civil de Estados Unidos, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) un culto músico negro, y hombre libre que vivía con su familia en New York; tras compartir una copa con 2 desconocidos, Solomon descubre, que ha sido drogado y secuestrado, para ser vendido como esclavo en el Sur, en una plantación de Louisiana.
Renunciando a abandonar la esperanza, Solomon contempla, cómo todos a su alrededor, sucumben a la violencia, al abuso emocional, y a la desesperanza.
Entonces, Solomon decide correr riesgos increíbles, y confiar en la gente menos aparente, para intentar recuperar su libertad, y reunirse con su familia.
Solomon deberá luchar, no sólo por continuar vivo, sino también por preservar su dignidad, frente a la crueldad de su amo, Edwin Epps (Michael Fassbender)
Su esperanza, alimentada por inesperados gestos de amabilidad y ayuda, no le abandonará a lo largo de su odisea de 12 años.
La oportunidad de Solomon, de conocer a un abolicionista canadiense, Samuel Bass (Brad Pitt), cambiará su vida para siempre.
La odisea vital de Northup, y su conversión en el esclavo Platt, sublima la evolución formal del cineasta, que propone una espectacular avalancha de imágenes clarísimas, de composiciones de perfección ineludible, despampanantemente presentadas a todos los niveles, hay que destacar las salvajes fotografía, y edición de sonido; planos estáticos bellos y espeluznantes a un tiempo, planos secuencia increíbles en su intensidad y desarrollo, planos enfocados a demostrar la diabólica trivialidad, con la que el hombre blanco, para su vergüenza, ha sido y es capaz de vejar al resto de razas, en base a la nada más absoluta.
Un canto de horror, entre lo explícito y lo sugerido en segundos planos igualmente crudos, salpicado de gotas de piedad, impulsado por la esperanza de volver al amor de unos brazos sinceros, y conocidos.
12 Years A Slave plantea los límites de la fuerza, y el aguante de las personas en situaciones límites, y hasta donde podemos llegar, cuando se nos arrebata algo tan básico y fundamental, como es nuestra libertad.
Pero también, nos muestra el poder de la religión, el poder de un Dios que unos utilizan como arma, y otros como escudo, desde el amo que castiga a sus esclavos en nombre de éste, hasta los esclavos a los que sólo les queda esperar y mantener la esperanza de que Dios acabe con su amo, o de una forma indolora con ellos mismos.
“I will not fall into despair till freedom is opportune!”
“La gente prefiere no saber, prefiere no mirar un episodio tan horrendo de su propia historia, están dispuestos a ignorarlo, porque es una verdad incómoda”, con estas palabras, el director británico Steve McQueen habla sobre 12 Years A Slave.
Precisamente, ha sido un realizador británico, afro británico, el que se ha encargado de adentrarse en uno de los episodios más oscuros y vergonzosos de la historia de los Estados Unidos, de una manera poco acostumbrada, por lo menos en el cine actual.
McQueen ha conseguido una película intensa, brutal y dolorosa, donde va más allá de la simple crónica, consiguiendo llevar nuestra incomodidad como espectador, al límite al mostrarnos a un hombre, en las peores condiciones posibles, soportar con mucha entereza tanta injusticia, con elegancia, y sin caer en lo morboso, pero también, sin reservarse nada de la violencia y la humillación con que los amos blancos trataban a sus esclavos negros.
Lo cierto es que esperaba una película más sentimental y melodramática, de esas que te humedecen los ojos, y no ha sido el caso, más bien, juega con la impotencia y la rabia del espectador.
Por supuesto, mucho del mérito para que tantas emociones lleguen al espectador con toda la fuerza que semejante horror requiere, es de los actores que se reparten los personajes principales, empezando por el protagonista Chiwetel Ejiofor, cuyos ojos son capaces de expresar más que las palabras.
McQueen comparó la conducta de Ejiofor “de la clase y dignidad” a la de Sidney Poitier y Harry Belafonte.
La primera humillación de su Solomon, viene cuando le cambian el nombre, ya no será Solomon Northup, su nombre de esclavo será “Platt”
Tendrá distintos amos, algunos con una fachada más amable como William Ford (Benedict Cumberbatch) y otros mucho más sádicos, como Edwin Epps.
Como curiosidad, se asocia un objeto a Solomon:
El violín,  símbolo de la música “culta” europea, que trata de emular la nueva clase dirigente del reciente país, y su posterior desposesión y rechazo de ese instrumento, que representa no sólo una clase, sino una raza.
Un objeto que me parece importante, de cara al desarrollo del personaje de Solomon.
Es el objeto que le recuerda a su libertad, a su familia.
Solomon es un hombre culto, un buen violinista.
Ahora no le queda otra, que cambiar su postura, tocar de distinta forma.
Al inicio, afina el violín; pero cerca del final, en una escena de similar estructura, las cuerdas del violín se rompen, y Solomon termina rompiendo en pedazos el violín.
Poco queda de su libertad, está condenado a ser un esclavo, y parece que empieza a aceptarlo.
Si el objeto con el que relacionamos a Solomon, es el violín; al mezquino y repulsivo personaje interpretado de forma extraordinaria por Michael Fassbender, lo podríamos comparar con los cerdos.
Ninguna decisión en 12 Years A Slave está tomada en vano, y en la anterior escena, se enfatiza esa idea.
Pero también cuando Edwin persigue a Solomon para castigarlo, pero mientras que el esclavo rodea a los cerdos, su amo se resbala en el barro, propio de los cerdos.
Por otra parte, la decadencia, la desesperanza de Solomon, se refleja en una escena de la canción de “Roll Jordan Roll”
Si bien intenta de todas las maneras, no olvidar quién es, tener claro que es un hombre libre, y que tarde o temprano, volverá a recuperar su vida, en esta escena, parece aceptar su condición de esclavo.
Siempre se ha mantenido un poco al margen de los demás, pero por primera vez, se une al canto de los esclavos.
Emotiva y significativa escena, en la que Solomon toca fondo.
A partir de aquí, se limita a acatar las duras órdenes de su amo… un Michael Fassbender, desatado, y actor fetiche del director, que nos deja uno de los villanos más aborrecibles del celuloide, al que Fassbender da vida de una manera real.
La desconocida Lupita Nyong’o, en su debut para el cine, es a quien le toca interpretar el personaje que más atrocidades soporta, y que seguro, le valdrá una nominación al Oscar.
Patsey (Lupita Nyong'o) refleja toda la tristeza y sufrimiento de miles de seres humanos.
Paul Dano como John Tibeats, muestra su lado más siniestro.
Aunque no todos los personajes blancos son personas detestables, el de Benedict Cumberbatch, a pesar de ser un esclavista, muestra cierta misericordia por su esclavo.
Cumberbatch le saca todo el jugo que se le puede sacar a su personaje:
La dualidad moral de saber, que la esclavitud no debería existir, de tener compasión con sus esclavos, y el hecho de tenerlos.
No olvidemos, que es el único que no se molesta porque un esclavo sea más inteligente que él, y si cambia de manos, y va a manos de Fassbender, es porque él siente compasión, y quiere que siga vivo...
Pero no quita lo indignante, la doble moral que esgrimían esos caciques de plantación algodonera o maderera, pretendiendo adoctrinar con Dios de su lado, leyendo La Biblia, pero siendo capaces de tratar a otros hombres, como simple mercancía, véase el personaje de Cumberbatch, y su justificación sobre sus acciones, aludiendo a su estatus social y reputación, pero que no duda en separar a una madre de sus hijos, comprándola como esclava.
Y Sarah Paulson como Mary Epps, esposa de Edwin, es una verdadera Hija de Perra, a lo “Lady Macbeth” más inhumana que su propio esposo, encarnando a la abusadora y morbosa esposa con problemas de celos.
Mientras que Brad Pitt, productor de 12 Years A Slave, se reserva el personaje que más hará por cambiar la situación de Solomon.
Y es que resulta increíble, como esgrimían la religión a su favor, sin detenerse a pensar que lo que ellos hacían, incurría en un pecado contra Dios y el hombre, aunque su justificación resulte en que, al ser mercancía, no son seres humanos.
Pero claro, no podía faltar la parte humanitaria en Samuel Bass (Brad Pitt) representando a una Canadá abierta de mente y de corazón, en la que todos los hombres son iguales, y el color de la piel, no significa nada.
Pues acá, todos los amos siguen siendo meros tipos sociales, puestos a disposición del discurso:
Theophilus Freeman (Paul Giamatti) es un mercader que comercia con esclavos, con la frialdad del capitalista que trata con objetos, y no con seres humanos; los primeros y más interesantes amos, Ford y su mujer, son bondadosos e hipócritas cristianos, que no pueden ignorar la humanidad de sus esclavos, y por eso delegan en el capataz, y miran hacia otra parte, expulsan a las esclavas lloricas que les agitan la conciencia, evitan los remordimientos leyéndoles La Biblia y, por supuesto, se hacen los locos, para no tener que dar la libertad a su fuente de ingresos, al fin y al cabo, se han hipotecado por ellos.
Y este Fassbender, es el sádico propietario que todos nos imaginamos en los cuentos de terror sobre esclavistas:
Desequilibrado e incapaz de desligar sus propiedades de su persona y capricho.
Luego, está el “deus ex machina” Brad Pitt, un mesías y carpintero, como Jesús…
Es cierto, duele ver algunas escenas, pero debería ser obligatoria en las escuelas superiores, para que los jóvenes entiendan la verdadera historia  del sistema esclavista, que fue sobre todo, inmoral, perverso, e inhumano.
Momentos en solitario de Solomon Northup, como el del eterno ahorcamiento, hasta el asfixiante momento del reencuentro con su libertad, que parecía que nunca iba a llegar, pasando por la maravillosa reunión de esclavos, para despedir a un esclavo llamado Jordan, y que a modo de improvisado coro góspel, entonan una canción entrañable, a la vez que muy rítmica, en la que logramos percibir una voz grave y prodigiosa del propio Ejiofor:
“Run nigger run, run so fast
Stoved his head in a hornets nest
Run nigger run well the pattyroller'll get you
Run nigger run well you better get away”
Cabe destacar una escena, cuando Solomon ha terminado de construir un tipo de bungaló para los amos, y cuando la cámara se retira, uno ve que es semejante en estilo, a la casona donde vive la familia.
Es entonces que nos recuerda, que esas hermosas casas que se muestran a los turistas, como ejemplo de la vida idílica que tenían los blancos sureños que las habitaban, fueron construidas a base de sangre, sudor, y lágrimas.
Ya más nunca las podré ver, como ejemplos de bella arquitectura doméstica de la época anterior a La Guerra Civil Estadounidense, sino como lugares que deben estar malditos.
En 12 Years A Slave hay una larga sucesión de planos estáticos de un ahorcamiento, donde nadie quiere/puede/se atreve a ayudar a la víctima.
La indiferencia de los esclavos negros, ante el sufrimiento de otros en su misma situación, por temor a las posibles represalias, el verse obligados a luchar por lo suyo, porque el hecho de intentar hacer algo por los demás, pondría en peligro su propia vida, y su propia supervivencia, supone un puñetazo en el estómago del espectador.
De poner un espejo enfrente de 12 Years A Slave, devolvería el nítido reflejo de lo más bajo en lo que puede caer el hombre, del horror y la barbarie, de someter al otro por considerarlo inferior, del verse obligado por las circunstancias, a vender su alma para sobrevivir, algo que hace sentir impotencia a quien lo contempla, y que resulta cuanto menos, de difícil digestión para estómagos sensibles.
Me ha gustado, como se muestra el deterioro de Solomon, como pasa de la idea de:
“¡Voy a sobrevivir!
No voy a caer en la desesperación, voy a mantenerme firme hasta que tenga la oportunidad de ser libre”
A conformarse con:
“No quiero sobrevivir, quiero vivir”
Eso ha sido tremendo.
Hay muchas escenas, por otra parte, en las que no hacen falta diálogos, o expresar nada mediante palabras, el espectador sabe lo que está sucediendo en todo momento, y es consciente de la crueldad de la historia, pues te implica desde el inicio.
Pero la escena que consigue colocar un nudo en la garganta, es la del castigo a latigazos, cerca del final, con un odioso Fassbender, gritándole a la cara a Ejiofor, que azote más fuerte a su compañera esclava.
Una secuencia muy dura, áspera, y cruda, que finaliza con un plano cenital sobre la espalda de la chica, que sencillamente consigue doler más allá de la pantalla.
Escenas violentas, torturas a base de golpes, palizas, y latigazos, son sencillamente brutales, y otras con gran motivación, para retratar el sufrimiento y la humillación que tuvieron que sufrir los esclavos negros en las plantaciones del sur, con la certeza de saber, que se trata de una historia real.
Una película que no es fácil de ver, y que no te lo hará pasar bien, pero es así como debe ser.
Por ello, McQueen opta, en contra de la opinión de buena parte de la crítica, por desarrollar y presentar escenas de violencia, tortura, brutalidad, y flagelaciones, considerando que tal opción, no sólo no es inmoral, sino que es directamente necesaria, para que comprendamos perfectamente la situación, y no como ha sucedido en tantas ocasiones, recurriendo a ella, como una herramienta, o un recurso dramático.
La violencia, se da como un hecho cotidiano, ante la cual los otros esclavos apartan la mirada, tratando de mantener la rutina diaria, alejada de la visión del castigo.
Algo que McQueen nos presenta mediante la profundidad de campo, con un torturado Solomon en primer plano, intentando mantenerse con vida, y un conjunto de esclavos, niños y adultos, jugando y trabajando en segundo término.
Y McQueen reivindica, claramente, mostrando las heridas abiertas, sangrantes, y dolorosas, testimonio de todas las ignominias.
Algo para lo que no hubo catarsis ni justicia alguna, como concluye el guion de la obra.
12 Years A Slave es dura, explicita, sin temor a serlo, y absolutamente honesta en su planteamiento, porque la crudeza de su violencia, es directamente proporcional a la que ejercieron los blancos en las plantaciones, una práctica legal, y aún peor, considerada de justicia en los estados del Sur de EEUU.
No obstante, los artículos de noticias y revistas, durante el tiempo de lanzamiento de 12 Years A Slave, describe un erudito, alegando alguna licencia que Northup podría haber tomado con su libro, y de las libertades que McQueen definitivamente tomó con original del Northup, por dramática, modernización, o por otras razones.
Noah Berlatsky, escribió en The Atlantic, sobre una escena en 12 Years A Slave, poco después de que Northup es secuestrado, cuando él está en un barco con destino al sur, cuando un marinero que ha entrado en la bodega, está a punto de violar a una mujer esclava, y de pronto un esclavo masculino interviene.
“El marinero sin vacilar, apuñala y lo mata”, escribió, y “esto parece poco probable a primera vista de los esclavos valiosos, y el marino no es el propietario.
Y, por supuesto, la escena no está en el libro”
Otros dijeron, que 12 Years A Slave “está muy inflada por su temática de fácil aplauso, que significa la dignidad de toda persona, al margen de su raza, y expone, tras una circunstancia casi kafkiana, los sufrimientos que conllevan situaciones brutales de esclavitud”
Pero es que su visión de la esclavitud, trata de ser lo más objetiva posible.
No emite juicios de valor, ni discursos morales; los hechos son tan concluyentes, que no resulta necesario hacerlo.
La narración es detallada, describiéndose todo el proceso que lleva a un hombre, incluso siendo libre de nacimiento, puesto que la práctica del secuestro era bastante frecuente para poder satisfacer la creciente demanda de esclavos, a convertirse en una mera mercancía, sin más valor que el de su precio.
En su defensa, McQueen huye del efectismo morboso, aunque no ahorra una pizca de crudeza en la exposición de los acontecimientos.
No se jacta a la hora de filmar las torturas y vejaciones a las que los esclavos son sometidos por parte de sus amos, pero tampoco las evita mirando hacia otro lado.
Siempre mantiene una perspectiva equilibrada, y nunca muestra más de la cuenta.
Sin embargo, bajo mi punto de vista comete un error, y es que no consigue plasmar convincentemente, la progresión cronológica de la historia.
Si la obra cinematográfica no se llamara 12 Years A Slave, no sabríamos cuanto tiempo ha pasado, porque salvo 2 personajes secundarios que aparecen al final, ya crecidos, ninguno cambia físicamente.
Parece que transcurren meses, cuando pasa supuestamente, una década…
Ahora, el mayor defecto que tiene 12 Years A Slave, es la sensación de estar propinando una bofetada constante al espectador; y que los personajes están cortados por un solo patrón:
Los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, y nadie evoluciona; su trascendencia emocional es limitada, los personajes tienen poca dimensión psicológica, con empleo de caricaturas maniqueas, estereotipos que contraponen el sadismo enajenado, y el buenísimo, caracteres anecdóticos como Samuel Bass y Theophilus Freeman, que no superan la pose forzada de época.
Hay personajes que aparecen y desaparecen misteriosamente:
¿Por qué John Tibeats desaparece?
Intuyo que deja de ser esclavo de William Ford, pero eso no lo dice la narración.
Y a partir de la hora, el drama y la acción recaen sobre Patsey y Edwin Epps; siendo los encontronazos de estos 2 personajes, más interesantes que lo que le ocurre a Solomon, al cual, prácticamente no “le ocurre nada”
Pero eso no quita que uno de los aciertos de 12 Years A Slave, ha sido que el director se ha limitado simplemente, a contarnos una historia; y siempre desde el punto de vista de su protagonista, el cual es unas veces autor, y otras, espectador.
Así mismo, y de esta manera, el director se ha ahorrado los discursos panfletistas, moralistas, “voces en off” reiterativas, u otros tópicos instrumentos, ya muy vistos, que pretendan que quede bien clara la posición del director, con respecto al asunto tratado, y su opinión de cómo debería ser el mundo.
Es cierto, que en un momento, 2 personajes debaten sobre la moralidad del esclavismo... pero es una escena muy buena, que no está fuera de lugar.
12 Years A Slave es claramente “antirracista”, pero intenta mostrarnos una realidad histórica, no, desde la óptica de la repulsión e intolerancia contra estos actos, sino desde la óptica de la empatía, y la de ponernos en el lugar de los personajes.
La partitura musical, fue compuesta por Hans Zimmer, con música original de violín, escrita y arreglada por Nicholas Britell, e interpretada por Tim Fain.
También cuenta con algunas piezas de música tradicional clásica, y occidental de EEUU, como:
“Trío en Si bemol, D471” de Franz Schubert, y “Run Run Nigger” de John y Alan Lomax.
Magnífica la utilización del sonido, para diferenciar el mundo que los esclavistas consideran justo y legítimo, del horror de la realidad, a la lectura de los pasajes bíblicos recitados por los dueños de las plantaciones, para llevar la palabra del señor a “esas bestias negras”, le acompañan los latigazos propinados a quienes no cumplen los estándares de recolección de algodón, o el llanto de las madres, a quienes han separado brutalmente de sus hijos, y a quienes las “amas” blancas animan diciendo:
“No te preocupes, pronto los olvidarás”
¡Es impresionante!
O la enorme la escena en la que Solomon rompe a cantar el góspel de las plantaciones, el lamento de la condición de esclavos, con su poderosa espiritualidad y ritmo; mientras el personaje de Paul Dano, golpea con un agresivo country blanco, herencia de una mezcla del folk europeo de la clase popular, que ya bebe de un rítmica atávica del campo y el trabajo, e instrumento de poder racial.
Ambos, son pilares del genuino legado musical estadounidense, destellos que apuntan precisamente, a la fusión de unos elementos que acabarán por dar una identidad propia cultural a EEUU, que será la hegemónica, a partir de los años 50, cuando Johnny Cash, Chuck Berry, Buddy Holly, y Elvis Presley lo eleven a los altares del “proto pop”
“Are yah a slave?”
El cine, ha intentado explorar a través de diferentes géneros, lo que significaría para el hombre blanco, sufrir en su propia piel, el hecho de estar sometido a otros por razón de su raza, mediante la ucronía o de la ciencia ficción, con desigual fortuna, todo sea dicho.
Si alguien me preguntara:
¿Cuál ha sido la principal aportación del cine de los últimos 20 años?
Respondería sin el menor atisbo de duda, que el realismo.
Hoy en día, las películas, al margen de su género o calidad, son mucho más realistas de lo que lo eran décadas atrás.
12 Years A Slave, tercer largometraje del realizador británico, Steve McQueen, se inscribe dentro de esa tendencia actual, de cine hiperrealista, cuyo máximo objetivo es, mostrar lo que cuenta del modo más veraz posible.
Su argumento es poco original, lo que la diferencia de otras producciones similares, es el tratamiento que hace del mismo. 12 Years A Slave es un canto a la libertad del hombre de color, una historia que acaricia nuestro corazón, sin ninguno tipo de pavor, y que nos retuerce por dentro, hasta secarnos el alma misma.
La historia de Solomon Northup nos duele, nos llega, nos impacta, y sobre todo, nos acongoja.
Acongoja por el hecho de reflexionar, como podía haber tal grado de crueldad con otros seres humanos, que lo único que tenían diferente a nosotros, era el color de su piel.
Acongoja, porque seguramente, en algún lugar del mundo, esto no haya sido abolido, y un hecho tan denunciable como la esclavitud, quizá no a tanta magnitud, o sí, siga vigente en estos tiempos que corren.
Como historia y hecho verídico, 12 Years A Slave es un relato maravilloso, pero como película, es un drama de unas dimensiones inolvidables.
Solamente con pararse a pensar lo que se está contemplando, se le quitan a uno las ganas de pertenecer a esta “especie” que se supone, “reina de la evolución”
“El hombre es un lobo para el hombre”
Lo era en los EEUU de mediados del siglo XIX, lo es, en el día a día, en todo el mundo.
Y así lo seguirá siendo...
Pero 12 Years A Slave, es también un resquicio de esperanza, sobre la capacidad de cualquier individuo para sobreponerse a la adversidad.
Para no abandonarse, ni en los peores momentos, y mantener viva la llama de la dignidad.
12 Years A Slave es más bien, el documento histórico de una atrocidad, de una inmensa prisión en la que todo el mundo era cómplice.
Dicho de otra manera, de una “monstruosa monstruosidad”, valga la redundancia, digna de ver, analizar y recordar que también:

“Your name is Platt”



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