Keep The Lights On

“Would you like to hook up”

Decía el poeta, crítico de arte, y traductor francés, Charles Baudelaire que “el acto del amor, se parece poderosamente a una tortura, o a una operación quirúrgica”
Más allá del componente transgresor que contiene dicha sentencia, hay en ella, sobre todo, una lúcida constatación de lo invasiva que resulta, incluso, en algo tan marcadamente individual, como la propia fisicidad, la pasión amorosa.
Diez años de relación de pareja, dan para mucho:
Centenares de alegrías, sin olvidar alguna que otra tristeza, viajes románticos, momentos íntimos, miedos compartidos, e ilusiones perdidas recobradas, gracias al amor, en un instante.
Pero tras los amigos, siempre aparecerán nuevos conocidos o, tras el dinero, otros recursos, o las fiestas, nuevas diversiones, pero después del amor, lo que único que queda, son las lágrimas.
“I'm ready, you're ready, do we suit each others needs”
Keep The Lights On es una película dramática, del año 2012, dirigida por Ira Sachs.
Protagonizada por Thure Lindhardt, Zachary Booth, Julianne Nicholson, Souleymane Sy Savane, Paprika Steen, Bill Clegg, entre otros.
El guión es de Ira Sachs y Mauricio Zacharias, basados en la autobiografía del abogado, Bill Clegg, titulada:
“Portrait Of An Addict As A Young Man”, por lo que es evidente, que Ira Sachs sabe de lo que está hablando.
Keep The Lights On es una película sobre el sexo, la amistad, la intimidad, y por encima de todo, la esperanza del amor.
Una sincera mirada, a través de la naturaleza primitiva de las relaciones.
Ira Sachs, cineasta americano, tras vivir una relación, tan intensa como ésta, decide que debe contar su historia.
Por eso, en el guión escrito a cuatro manos junto a Mauricio Zacharias, todo suena tan justo, exacto, milimétrico…
Pero como con todo buen artista, al final, hay mucho más que una plana autobiografía, siendo el resultado, elevado a la categoría de “universal”
Que los protagonistas sean 2 hombres, en vez del más convencional binomio de hombre y mujer, carece de importancia alguna; y si describe prácticas más comunes en las parejas homosexuales que en las heterosexuales, o hay instantes en los que se vislumbra cierta sordidez, vinculada a las drogas, el lujo, o la promiscuidad, no es porque pretenda ser en una obra panfletaria de reivindicación de un estilo de vida, o de una opción sexual perfectamente lícita y normal, sino, sencillamente, porque Keep The Lights On, se esfuerza en todo momento, por ser honesta, y no omitir nada de lo que pueda servir para conocer, y comprender, a las criaturas que la habitan.
Keep The Lights On recibió el Teddy Bear 2012, a La Mejor Película de Temática Gay en El Festival de Berlín 2012, así como en El OUTFEST 2012, Festival LGBT de Los Angeles, y el premio al Mejor Director y Actor (Thure Lindhardt) en el LESGAYCINEMAD - 2012.
El título “Keep The Lights On” o “Mantener Las Luces Encendidas” es sinónimo de 2 cosas en general:
Tener algún miedo de, o dentro de la oscuridad, o ser simplemente, algo voyerista.
Según lo expuesto, a partir de su mismo, y revelador, título, la intimidad que evidencia, acostarse con otra persona con las “luces encendidas”, hace de la obra, un drama autobiográfico, inspirado en la ardiente relación entre 2 hombres, que verán cómo sus sentimientos, son llevados al límite, y puestos a prueba.
Es 1997, las vidas de 2 personas están a punto de cambiar, cuando el ajetreado cineasta, Erik Rothman (Thure Lindhardt) conoce al atractivo abogado, Paul Lucy (Zachary Booth)
Entre ambos, florecen unos vínculos muy fuertes, a los que darán cabida en una intensa aventura.
Cuando eso no es suficiente, comienzan a vivir en pleno centro de Manhattan, una relación unida por el amor y el deseo, pero que no tardará en sufrir altibajos.
Las adicciones y los secretos, harán mella en sus sentimientos, y buscarán la manera de conocer sus propios límites.
Mientras intentan construir una vida y un futuro juntos, se enfrentan a sus propios demonios, en una lucha interna por ser fieles a sí mismos, y a sus valores morales; deberán encontrar el punto exacto, donde convive la esperanza de ese amor, y los problemas que hacen cada vez más difícil mantenerlo.
Destilando verdad y humanidad, Keep The Lights On atesora la rara virtud de saber contar con inteligencia y honradez, un episodio esencial de la vida de 2 personas; y por ello, ofrece al espectador, secuencias de una emotividad desnuda y sutil, que nos recuerdan la grandeza del ser humano, ante su capacidad de amar y de sacrificarse, pero también, ante su voluntad de supervivencia y superación, encarnada tanto en el afán de Erik, de ser fiel a sí mismo, a pesar de todo, como en la lucha de Paul contra su adicción.
En realidad, los 2 personajes principales de la trama, cada uno a su manera, vivirán un proceso de epifanía, que les llevará a vencer sus propios demonios personales, y a devenir con ello, más adultos y más fuertes, mejores.
“Mr. Right Now”
Lo que comienza siendo un “polvo sin compromiso” entre 2 perfectos desconocidos, se irá convirtiendo en una intensa, y muy conflictiva relación de pareja, en la que Erik pondrá toda la carne en el asador, por redimir a Paul de sus adicciones, y retenerle a su lado, aun cuando éste tienda a rebelarse, y a huir del hogar en cada recaída.
Erik, es un director de cine, que está en proceso de hacer un documental.
Después de varias relaciones esporádicas, conoce a Paul, con el que pasa muchos años de amor, y odio.
No es un papel agradecido, ya que tiene todas las papeletas para no ser entendido por el espectador, que verá en él, a una persona sin orgullo, capaz de soportar por un amor rayando en lo enfermizo, humillaciones, como tener que presenciar, cómo su pareja tiene relaciones sexuales con otro, ante sus ojos...
El actor ofrece una actuación mucho más natural y redonda, que la de su compañero de reparto, Zachary Booth.
Paul, conoce a Erik en New York, proveniente de Boston, pero su adicción al alcohol y las drogas, sobre todo el crack, hacen que su relación de 9 años con Erik, sufra varias interrupciones.
Booth, tiene la difícil papeleta, de lograr que su enfermo personaje de Paul, no caiga en la caricatura.
Una persona enganchada al crack, con tendencia a la infidelidad, y con constantes cambios de humor, que hacen que la vida a su lado, sea como una constante montaña rusa, difícilmente puede caer simpática a la audiencia.
Paul, traumatizado desde joven por ese famoso entorno familiar y social, que le mostró y presentó siempre, como algo abyecto e intolerable, cuanto menos, problemático, el amor entre 2 personas del mismo sexo, Paul llevará hasta sus máximas consecuencias, un perfecto proceso autodestructivo, basado en el miedo y el rechazo, hacia ese tipo de amor que la sociedad, nunca acaba de aceptar, por lo que el individuo afectado, necesita asociar ese amor homosexual, a cualquier acto o conducta que le cargue de la mayor negatividad y sufrimiento posibles, la auto negación de la propia felicidad en el amor, la renuncia vital, a la necesaria realización personal y existencial, en definitiva... una realidad homosexual más, donde el amor no es algo imposible, si no simplemente, es algo que, al no estar suficientemente aceptado por la sociedad, el propio individuo acaba por ingeniárselas también, para tampoco aceptárselo a sí mismo.
Pero es que Keep The Lights On, no pretende ser una historia de amor idílica y perfecta, sino un retrato del poder enajenador de la pasión, capaz de soportar múltiples obstáculos.
Sachs no escatima en escenas de sexo, donde sus actores se entregan con naturalidad, y adorna su película, de pequeños detalles, con la que cualquier pareja que lleve junta muchos años, puede verse fácilmente identificada, aunque no compartamos las acciones de sus protagonistas en más de una ocasión.
Se le puede achacar al relato, una cierta frialdad a la hora de mostrar los sentimientos, ya que los momentos sórdidos o infelices, acaban ensombreciendo a aquellos que deberían mostrar ese supuesto “amor a prueba de bombas”
Esos momentos en que los protagonistas están juntos y luego no lo están, en algunos casos sin motivo alguno, es desesperante, y lo único que nos hace no perder el hilo, es que Keep The Lights On avanza desde 1997, hasta el 2006, de manera lineal, y sin el uso de los flashback.
El final, me parece raro, en donde Erik decide, que es mejor que no se vean en varios años, y Paul entonces, le dice que “es mejor que no se llamen”
En ese momento final, vemos a Erik alejarse por las calles de New York, manteniendo la cámara fija, y él cada vez más lejos.
Una cosa que no me queda claro es, qué pastillas está tomando Erik, cuando en la parte final se le caen por el lavabo, pueden ser para la depresión o el SIDA…
Se intuye, o creo, que Keep The Lights On, aspiraba a ser una película transgresora, y de las que dejan huella, pero se le ha olvidado ser atrevida y arriesgada para transgredir.
Le falta mucho.
Le sobra mucho.
La cuestión es que, esa historia de amor, parece sobreentendida, no se nos enseña, no veo ni el cariño ni el amor, ni la convivencia por ningún lado, y sí, altas dosis de promiscuidad e individualismo, que realmente no hacen sentirte partícipe de una lucha por una relación, que yo no veo como tal.
La verosimilitud y sinceridad de su propuesta… están fuera de toda duda, sin miedo a resultar incómoda en algunos de sus pasajes más oscuros, como aquellos que muestran el deterioro psicológico de Paul, víctima de sus excesos.
En definitiva, Keep The Lights On puede considerarse, una de las ofertas más interesantes del último cine de temática gay, donde el director se muestra mucho más eficaz, a la hora de mostrar los estragos de la droga, dentro de una relación de pareja, que para inyectar auténtica emoción a su triste historia de amor.
Si Sachs hubiese mimado más a sus criaturas, dulcificando sus personalidades para hacerlas más cercanas al público, tal vez habría logrado una película más comercial, pero habría traicionado a su contundente veracidad.
Una elección personal, totalmente respetable.
La puesta en escena, tiene la sobriedad del mejor cine independiente de EEUU, con una bella fotografía de Thimios Bakatakis, que acentúa la intimidad de la historia, y una preciosa banda sonora, compuesta por temas del músico neoyorkino, Arthur Russell, fallecido víctima de VIH.
“It was a night that didn’t end”
No está nada mal, “dejar las luces encendidas”
Saborear la sensualidad que aporta el sentido de la vista, o dejarse llevar por los terrenos desconocidos que la luz crea con las sombras.
Pero también, la claridad aporta un peligro:
Las curvas de la carne, a veces, presentan ángulos cortantes.
Sin luz, son peligrosas, pero permiten disculparnos de lo que no hemos querido ver; con ella, no tenemos excusa.
Nunca podremos decir, cuando nos encontremos perdidos, y solos, que no  vimos que se trataba de un camino erróneo.
Y en plena luz, nos quedaremos en la oscuridad.

“Are you finished?”



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