Primal Fear

“Why gamble with money when you can gamble with people's lives?”

El jurista apasionado por El Séptimo Arte, cuenta con numerosos films de gran calidad, que puede analizar con placer, desde la perspectiva jurídica.
La renovada vigencia del concepto kantiano de persona, definía el término diciendo que:
“Es el sujeto, cuyas acciones son susceptibles de imputación”
Este concepto, tendrá una importante repercusión en la ciencia del Derecho Penal, pues a partir del reconocimiento de la libertad del hombre, los siguientes términos se encadenan sucesivamente de forma lógica:
Imputabilidad, responsabilidad, culpabilidad, y punibilidad.
Es decir, a partir de la consideración de alguien como imputable, en base a sus condiciones de ser racional y libre, inmediatamente surge como consecuencia, su correspondiente responsabilidad, así como su culpabilidad, por la acción u omisión llevada a cabo, y su respectiva punibilidad, establecida por La Ley Penal.
El abogado, en ocasiones, pretenderá como estrategia de defensa, demostrar en juicio, la inimputabilidad de su cliente, en base a, por ejemplo, el padecimiento de una enfermedad mental, o al consumo de sustancias estupefacientes, a efectos de cortar la cadena, de conceptos que se derivarían de otro modo, en lógica consecuencia:
Responsabilidad, culpabilidad, y punibilidad. El entendimiento adecuado del principio de “la presunción de inocencia”, es una presunción “iuris tantum”, que significa que:
“Toda condena, debe ir precedida de una actividad probatoria, impidiéndose la condena sin pruebas”
Además, las pruebas tenidas en cuenta en juicio, deben ser constitucionalmente legítimas.
La presunción de inocencia significa, que la carga de la actividad probatoria, pesa sobre los acusadores, y que no existe nunca carga del acusado, sobre la prueba de inocencia, aunque puede defenderse por medio de otras pruebas, tendentes a contrarrestar los resultados de las pruebas de cargo.
Debe de originarse, asimismo, en el órgano juzgador, la certeza de culpabilidad, para poder condenar.
Esa certeza de culpabilidad, ha de derivar, de la valoración en conciencia del resultado de las pruebas.
El juez, ha de llevar a cabo la delicada función de fijar los hechos probados, a los que anuda en consecuencia, la calificación penal, y sus efectos correspondientes.
La presunción de inocencia, que es presunción “iuris tantum”, sólo quedará destruida por la prueba apreciada por el juzgador que le lleve a una certeza de culpabilidad del imputado.
Luego, toda persona acusada de un delito, o falta, se presumirá inocente, hasta que su culpabilidad haya sido declarada judicialmente. En el proceso, ante el juez, todo se ha poner de manifiesto:
“Quid-quid latet apparebit, nihil inultum remanebit”, para que nada quede impune, y la sentencia del juez, sea auténticamente, un instrumento restaurador de derechos y libertades vulneradas.
De esta manera, podrán realizarse valores esenciales de todo Derecho, como son:
La seguridad, la certeza y la justicia.
“I choose to believe that not all crimes are committed by bad people.
And I try to understand that some very, very good people do some very bad things”
Primal Fear es una película dramática, dirigida por Gregory Hoblit, en el año 1996.
Protagonizada por Richard Gere, Laura Linney, Edward Norton, John Mahoney, Alfre Woodard, Frances McDormand, Maura Tierney, Andre Braugher, Steven Bauer, Terry O'Quinn, Joe Spano, entre otros.
El guión es de Steve Shagan y Ann Biderman, basados en la novela homónima de William Diehl; cuyo padre, era agente de la ley, lo que ha llevado a que gran parte de su trabajo, esté relacionado con la policía y los abogados.
Aaron Stampler, es el personaje principal de las 3 novelas de William Diehl:
“Primal Fear” (1993), “Show of Evil” (1995), y “Reign in Hell” (1997)
Primal Fear, supuso el debut cinematográfico de Edward Norton , así como El Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto; y su primera candidatura al Oscar, como mejor actor de reparto.
Norton, fue elegido para Primal Fear, al pasar un casting de más de 2,000 personas, y tras rechazar Leonardo DiCaprio, el mismo papel.
El guión, es muy completo, ya que el proceso judicial sólo es el hilo conductor de una trama que va descubriendo, poco a poco, todo un largo camino de corrupción, que termina complicando a elementos de las más altas esferas, lo que da de sí, para ofrecer ciertos giros en la historia, convirtiéndola en una película, con un ritmo narrativo, bastante ágil.
Primal Fear sigue a Martin Vail (Richard Gere), un ambicioso y polémico abogado defensor de Chicago, que centra su carrera en juicios de gran repercusión social, con el objetivo de aparecer en prensa y televisión.
Cuando escucha en las noticias, que un acólito llamado Aaron Stampler (Edward Norton), ha sido acusado del asesinato del arzobispo Rushman (Stanley Anderson), habla con éste, y acaba convirtiéndose en su abogado.
El interés de Vail, en un principio, es meramente publicitario, pero tras varias conversaciones con el acusado, donde éste destapa los abusos sexuales del religioso, se implica emocionalmente, como nunca antes lo había hecho.
Stampler, es obligado a hablar con una psicóloga Molly Arrington (Frances McDormand), que tras varias sesiones, le diagnostica un desorden de personalidad múltiple.
Y es que Aaron es un chico tímido, que tiene dificultades para hablar, mientras que su otra personalidad, Roy, es un psicópata amante de la violencia, que reconoce el asesinato.
Tras este descubrimiento, la defensa cambia su argumento, basándose en el trastorno de identidad disociativo, e intenta convencer al juez de la absolución por asesinato, y el ingreso de su cliente, en un centro psiquiátrico.
Así pues, la trama nos lleva a la supuesta enfermedad mental que padece el acusado.
Aaron se presenta, como un muchacho atormentado, tímido, y con una tartamudez incipiente, es decir, a primera vista, incapaz de cometer un crimen tan monstruoso como del que se le acusa.
La versión del muchacho, respecto de los hechos, es confusa:
Niega que cometiera el asesinato, encontró al arzobispo en su habitación con otra persona, a la que no reconoce, se desmayó, y una vez que recuperó, la conciencia huyó…
Cabe señalar, que Aaron nació en Los Apalaches, cerca al pueblo de Crikside, Kentucky, EEUU, y fue víctima de abuso sexual desde pequeño; además, tiene fobia a la oscuridad, y es tartamudo.
Escapa a Chicago, donde es cuidado por Richard Rushman, el arzobispo de la ciudad.
Aaron, es una de las víctimas de Rushman, quien siendo pedófilo, obliga a Aaron y la novia de este, Linda, a grabar una cinta de sexo.
Esto dura 3 años, hasta que el arzobispo es brutalmente asesinado.
Aaron es arrestado, cubierto con la sangre de Rushman.
El caso se hace famoso, por lo que atrae la atención de Martin Veil, un abogado defensor, que busca la fama.
Stampler asegura, no haber matado a Rushman, según él, vio a alguien más, se desmayó, y cuando despertó, Rushman ya estaba muerto.
Al ser examinado por una psicóloga, Aaron se convierte en otra persona, “Roy”, un psicópata violento, quien asegura a Vail, que mató a Rushman.
También confiesa, que él aparece cuando Aaron está en problemas.
En medio del juicio, emerge Roy, y ataca al fiscal, Jane Venable (Laura Linney), en medio del interrogatorio.
Al final, Stampler es sentenciado a pasar 3 meses en un hospital psiquiátrico.
Cuando Vail va a darle las noticias a Aaron, este le confiesa que fingió todo el tiempo su personalidad múltiple, y que siempre fue Roy; y Vail no dice nada, con temor de arruinar su carrera.
En la novela “Show of Evil” (1995), 10 años después, Stampler sale de la institución psiquiátrica, y manipula a su amante Nolan, para matar al resto de los acólitos, para que no queden testigos.
Vail lo encuentra, y lo sigue hasta Kentucky, tratando de revelar su plan.
Stampler mata a Arrington, amante de Vail; y ataca a Venable, la novia de Vail, ella pierde un ojo.
Nolan es muerto en un tiroteo con la policía, mientras Vail persigue a Stampler hasta una mina, donde Stampler muere, aparentemente.
Por último, en “Reign in Hell” (1997); Stampler ha sobrevivido, viaja a Texas, y se hace pasar por un bautista ciego, robándole a la gente dinero, y viola a las adolescentes.
Se alista en la milicia, lo que atrae la atención de Vail, quien trabaja con la milicia, y se rinde ante los agentes federales, esto se convierte en un tiroteo; Stampler trata de escapar, sin embargo, es disparado por un agente, antes que Vail, y muere.
“Don't believe everything you see...”
La dualidad de Primal Fear, está presente por todos lados:
La culpabilidad frente a la inocencia, el engaño frente a la verdad, el conocimiento frente a la ignorancia, la ganancia frente a la pérdida, y la honestidad frente a la ambición.
Primal Fear se inicia, con una declaración de Martin Vail, en medio de una entrevista, para una importante revista de la ciudad:
“El primer día en La Facultad de Derecho, el profesor nos dijo 2 cosas:
“De hoy en adelante, cuando sus madres les digan que les quieran, pidan una segunda opinión.
Y si quieren justicia, vayan a un burdel y, si quieren que les jodan, vayan a los tribunales”
El hecho que Vail se interese, si será portada de la revista, nos revela cuáles son los matices de su personalidad:
“¿Crees que me gusta ver mi foto en las revistas?
Me encanta, me encanta toda esa mierda”
Este abogado penalista, se muestra feliz con la popularidad, y la fortuna que su trabajo le reporta:
“¿Para qué ser juez?
¿Para qué ser árbitro, si se puede ser jugador?”
Este preámbulo, sirve como excusa para abordar 2 complejos aspectos del Sistema de Justicia:
El primero, si los abogados deben defender a cualquier inculpado, aun sabiendo de las atrocidades de sus crímenes, o la enormidad de sus delitos.
Es la eterna pregunta:
¿Qué pasa si sabes que tu cliente es culpable?
El segundo tema abordado, es el de la debilidad del Sistema de Justicia.
Cómo cuando nos encontramos ante un acusado que esconde su conciencia, un abogado mañoso, un fiscal inexperto, y un juez manipulable, se pueden torcer con relativa facilidad al sistema legal.
Aquí Vail se mueve con autoridad en los círculos de poder de la ciudad de Chicago:
Conoce a los poderosos.
Gracias a estas relaciones, sabe de la corrupción en el manejo de la política de la ciudad.
El arzobispo, no era precisamente amado por toda su comunidad, envuelto en la venta de unas tierras a sectores empobrecidos, lo cual echó a perder un negocio de millones de dólares, en una posible remodelación urbanística.
Como es evidente, los perdedores en esta trama inmobiliaria, no deberían estar muy felices...
Por otro lado, descubierta la supuesta disfunción mental del acusado, Martin Vail se encuentra ante un dilema, dado que ya no puede cambiar el argumento de la defensa de inocencia, al de enfermedad mental.
Con el material necesario que evidencia que el arzobispo no sólo se dedicaba a evangelizar a los muchachos de su parroquia, sino también a actividades más mundanas con ellos, urdirá una trampa para que se declare judicialmente la demencia de su cliente, y se le libere de responsabilidad.
La juez decide finalmente, disolver el jurado, y emite un veredicto de inocencia, alegando enfermedad mental.
El final, es una vuelta de tuerca más, dentro de los numerosos giros, tal vez excesivos, que nos trae esta historia.
Cuando Martin Veil comunica a Aaron, el resultado del juicio, éste sabiendo que está amparado por el secreto profesional, entre cliente y abogado, le manifiesta que nunca padeció ninguna alteración mental, y que incluso, el asesinato del arzobispo, no es el único crimen que ha cometido.
Impactado, Vail escapa de los tribunales por la puerta trasera, lejos de la apoteosis de reporteros que le esperan para entrevistarle; el verdadero rostro de Aaron, sale finalmente a relucir.
El desenlace, es totalmente imprevisible, y muy original.
Lleva a plantear lo voluble que es El Sistema Judicial, y los oscuros planes que pueden llegar a urdir una persona, para conseguir sus propósitos, sin ser penado por ello.
Grandísimo papel de Edward Norton, que sabe conjugar de muy buenas maneras, los estados de ánimo, y variaciones que su personaje requiere.
Su interpretación, es muy intensa, llena de matices en un personaje tan ecléctico, como podría serlo “Jekyll y Hide”, de tal manera que nadie diría, que se trata de un actor inexperto, que comienza sus pasos, en el difícil mundo del cine.
Así las cosas, lo que más le destaco a Primal Fear o mejor dicho, a la historia de Diehl, es la capacidad de sorprender al espectador, aun cuando éste cree que ya sabe lo que le espera.
No hay debates éticos, pero se encuentra, obviamente implícita, la idea de justicia.
No obstante, caemos en cuestionamientos varios:
¿Por qué Richard Gere, no puede volver al juzgado, y exigir un nuevo juicio, al ver quién es el perverso Roy?
¿O por qué Gere, no puede defender a su cliente, cambiando de táctica, de manera repentina, como, y cuando la parezca?
Me refiero al alegato de la enajenación mental…
¿O el “desacato” que se reclaman por el contrario, y que se conciben por la jueza, cada vez que el asunto parece estarse esclareciendo?
¿Por qué Aaron deja las huellas en el cuchillo, se llena todo de sangre, se lleva el anillo, y deja la cinta comprometedora?
Es como si quisiera que lo cogieran, para montar el número de la doble personalidad a continuación.
Pero esta estrategia, resulta demasiado arriesgada, como para intentar llevarla a la práctica, por lo que resulta poco creíble.
El segundo punto, creo que es peor:
Si Aron no existe, y el verdadero es Roy:
¿Ningún compañero suyo del orfanato, amigo, sacerdote, o lo que sea, no lo reconoce?
Quiero decir, que cuando lo describieran, se darían cuenta que la descripción que ofrecen, no es la del tímido Aaron, sino la del violento Roy, con lo que todo el engaño del asesino, se vendría abajo.
También, en materia de derecho o procedimientos, es bastante incorrecta, pues la obtención ilegal de la cinta por parte del defensor, es cuestionable; como la exaltación de la fiscal, al declarar que mataría, en un juicio, es insostenible…
Pero no estamos ante un panfleto defensor de la justicia, tampoco ante una dura crítica hacia El Sistema Judicial y/o la pena de muerte, ni tampoco, ante una película idealista, que defienda la naturaliza bondadosa de las personas...
Nada de eso, y, sin embargo, tiene un poco de todo a la vez...
Pero no se pronuncia sobre ningún tema, no intenta transmitirnos un punto de vista, o una manera de pensar...
Solo nos expone los hechos, y nos dice:
Juzguen ustedes mismos.
Primal Fear cuenta con una banda sonora de James Newton Howard, que contribuye a enfatizar el dramatismo de determinadas escenas, tanto con la “Lacrimosa” del “Requiem” de Mozart, interpretada por la Wiener Sängerkraben; como con la espléndida canción portuguesa “Cançâo do Mar”, de Federico de Brito & Ferrer Trindade, e interpretada por la cantante, lusa Dulce Pontes, lleva magistralmente al espectador, por el sinuoso sendero del bien y del mal, por el camino, a veces difuso, de la culpabilidad y la inocencia.
“I said:
“Shut your mouth you little girl!
Grow up.
Be a man.
Take care of yourself”
Toda persona, es inocente hasta que se demuestra lo contrario...
¿O no?
La bondad humana, las circunstancias que hacen que una persona buena, haga cosas malas, el derecho de toda persona a tener la mejor defensa posible...
En efecto, estamos ante una película, que constituye una profunda reflexión crítica, sobre la inocencia, o la culpabilidad del imputado.
Es decir, ante una meditada crítica hacia la verdad, y la justicia que deben resplandecer siempre, en todo proceso judicial.
En definitiva, estamos, a la vez, ante una revisión de la ética profesional, que debe acompañar a todo abogado, y en general, a todo jurista, en cuyas manos se encuentra, en muchas ocasiones, el destino de la vida de un ser humano y, a la par, la protección de los valores fundamentales de la sociedad.
Estamos, en definitiva, ante un profundo análisis, cómo no, del principio fundamental, en todo Estado de Derecho, de la presunción de inocencia.
Y el mostrar una enfermedad mental, tan terrible, me parece un argumento suficiente, para concluir que Primal Fear es interesante.
El trastorno de la personalidad múltiple, es una enfermedad muy rara, tanto que en la última edición del “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders” de la American Psychiatric Association, ha eliminado este padecimiento mental, de su lista de patologías.
El psicólogo forense, Javier Urra Portillo, llega a cuestionar incluso, su existencia, y se pregunta:
¿Por qué la personalidad múltiple, la encuentran los psicólogos forenses, cuando el paciente ha cometido un delito grave, y es clínicamente muy rara?
Causa terror que alguien, de algún modo enajenado, pueda quedar libre, después de un crimen, con la excusa de que no era responsable de sus actos.

“Sooner or later a man who wears two faces forgets which one is real”



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